El 12 de diciembre de 2022 aparecía una de las últimas columnas de Coppen en la prensa escrita, en un artículo en su espacio ''Bitácora de Lugones'' que aquel día titulaba ''Humildad'' y en la que reflexionaba sobre esta virtud a partir de la conocida frase del "Coloquio de los perros" de Miguel de Cervantes: "La humildad es la base y fundamento de todas las virtudes, y que sin ella no hay alguna que lo sea". José Antonio comentaba a propósito que ''La vida debiera de ser una larga lección de humildad. No hará falta recordar que el término humildad tiene varias acepciones, en este caso debe aplicarse a la persona que tiene la capacidad de restar importancia a los propios logros y virtudes y de reconocer sus defectos y errores. Y nos apresuramos añadir que su enemigo frontal es la soberbia, que es la vanidad y el orgullo llevados a su máxima expresión''. Así se despidió de algún modo de la vida pública y de las crónicas en las que a lo largo de toda una vida dio voz a la realidad de su pueblo, a sus anhelos y "Latidos". La enfermedad le retiró de su pasión de escritor, más hasta su último suspiro fue sin duda el lugonense más lugonense de todos los tiempos, pues pocas personas han manifestado mejor que él un enamoramiento tan grande por el pueblo que le vio nacer.
Nació en plena guerra civil en una familia de Lugones de toda la vida; era descendiente de la saga del ''Pitanu'', el sastre local. Fue bautizado en la capilla del primitivo cementerio parroquial que en aquellos días hacía las veces de templo, al haber sido dinamitada la iglesia un año antes. El entonces párroco de Lugones le bautizó el doce de diciembre de 1.937 con el nombre de José Antonio Claudio. Empezó muy joven a escribir pequeños articulillos en la Región de Oviedo, El Comercio, La Hoja del Lunes, La Nueva España... Así como en revistas comarcales y locales y en los portfolios de fiestas de Santa Isabel y El Carbayu, cuya Cofradía coordinó durante dieciséis años (1973-1989). Apasionado de la poesía publicó varias obras en verso como "Los placeres de la vida", "La isla de mis versos", "Veinte epístolas a los veinte años" y "Luces de otoño". Gran defensor de la obra de Don José Tartiere, colaboró en la edición de su biografía en 2007 como el primer conde de Santa Bárbara de Lugones. También colaboró ampliamente en la publicación de una revista monográfica sobre la historia del Atlético de Lugones, equipo de futbol fundado en 1905.
Pero los libros más aplaudidos y reconocidos de Coppen fueron los dedicados al pueblo de sus amores: "Lugones, radiografía de mi pueblo" (2008), "Lugones, latidos de un pueblo". "Crónicas y reivindicaciones publicadas en torno a una marginación histórica" (2010) o “Lugones, factor humano” (2019). En Mayo de 2021 presentó su último libro: ''Vivir en reflexión'' . Desde el 22 de febrero de 2018 fue el primer Cronista Oficial de Lugones, aprobado por pleno municipal. En el año 2015 fue también el primer pregonero de la Semana Santa de Lugones. Nombrado socio de honor por la Asociación Laboral 2000 en el año 2010 por su labor en el mundo de la comunicación. En el año 2003 recibió el galardón ''Puente Viejo'' de Lugones. También en 2010 fue galardonado con el «Urogallo de Bronce» por el Centro Asturiano de Madrid en la categoría de «Personaje popular». En mayo de 2022 recibió un homenaje popular en el Centro Polivalente Integrado de Lugones, como agradecimiento a sus años dedicados a defender los intereses de su localidad natal.
Su mayor anhelo era la mejora y promoción de Lugones, y su lugar de reclamo y denuncia estuvo en el aerópago continuo de la crónica escrita. En junio de 2020 donó al Archivo de Siero una selección de los que él consideraba los 2000 artículos más interesantes dedicados a Lugones. Hoy Lugones es muy diferente del que conoció en su niñez, y también goza de más belleza y atención de la que tuvo en los años sesenta, setenta, ochenta y noventa... Cualquier detalle por pequeño que fuera y que a su juicio debía ser mejorado allá salía su columna educada y respetuosa, pero firme. Quizás hayan quedado un tanto diluidos y en el olvido aquellos años de manifestaciones, de anhelos por conseguir un ayuntamiento propio, independiente de Siero; las batallas vecinales contra la incineradora reclamando mejoras, problemas con las fábricas, la zona azul... Coppen no era hombre de megáfono y barricada, pero desde su talante reflexivo, intelectual y clarividente, no se cansó nunca de pedir el mejor cuidado de su pueblo. Había aceras en mal estado: José Antonio protestaba; cuando morían vecinos y tenían que desplazarse sus familiares de Lugones hasta San Esteban de las Cruces para el velatorio, él reclamó hasta la saciedad un tanatorio en Lugones; viendo a muchos mayores en situación precaria en la localidad, insistió hasta ver realizada la residencia del ERA... Supo recordar a los políticos de todo signo y color con los que directamente hablaba que había muchas deudas pendientes con su pueblo, lo cual su ágil pluma aireó para bien de todos.
Como a todo el mundo en la palestra de la vida pública, no le faltaron críticos ni críticas: en cierta ocasión alguien se preguntaba que no tenía claro si Coppen era de izquierdas o de derechas, a lo que otro interlocutor respondió: ''sólo de Lugones''. Así era, sabía mirar por encima de colores políticos; para él quien lograra algo bueno para su pueblo ya era bueno pensara como pensara o sintiera como sintiera. Consideró un orgullo la riqueza cultural que ha supuesto para la Localidad contar con personas venidas de más de un centenar de países del mundo. Tuvo muchos sueños para Lugones, algunos de ellos han quedado en el tintero, como su deseo de lograr para nuestra localidad el premio al "Pueblo Ejemplar de Asturias" que concede la Fundación Princesa de Asturias, más estoy seguro que fueron muchos más los que evidentemente logró ver realizados.
Personalmente siempre guardaré un gratísimo recuerdo de él: al poco de llegar a la Parroquia vino a presentarse, a conocerme, a darme cuentas de la realidad histórica y social de Lugones sugiriéndome inculturarme en su idiosincrasia; y no sólo en eso, a lo largo de estos años dedicó múltiples artículos a contar las actividades de nuestra Parroquia e incluso aplaudir y agradecer las iniciativas que en ella se llevaban a cabo. Ya en 2018 me dijo que tenía en mente un libro sobre personalidades de Lugones y que al único eclesiástico que iba a incluir era a mí; le pedí que no lo hiciera, pues me metía en un aprieto dado que no faltarían las voces críticas al respecto, y que hubo sacerdotes que lo merecían mucho más que yo. Él me respondió que lo tenía decidido, que sólo saldría yo, y que además enviaría copia del libro al Arzobispo: ¡así lo hizo! Y también me regaló dos comentarios que me hicieron reír no poco: "Don Joaquín, usted nunca olvide que los curas son los únicos que cuanto más les critican más los fortalecen, pues en el fondo si les critican es por que hacen algo, y al final si hablan de uno es porque también en el fondo saben que lo está haciendo bien aunque muchos jamás serán capaces de reconocerlo"...
En un artículo que publiqué en el "blog" de la parroquia el 03/06/2022 titulado a ''A D. José Antonio Coppen, Morocho''. Afirmé algo que traigo de nuevo a colación por parecerme que sigue siendo una definición y petición de actualidad: Creo que el papel de "Morocho" es indiscutible en la custodia y promoción del legado histórico de Lugones, y sin él no se puede comprender la realidad vivida en este lugar desde finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI. Si alguien merece una calle como recuerdo en el pueblo es él, que ha llevado el nombre de Lugones muy a gala toda su vida y por todas partes''.
Coppen no fue un hombre perfecto; como siempre digo, la muerte no nos hace santos, aunque siempre es bueno buscar y descubrir el lado noble de todo el que se va, fuera más religioso o menos, pues como nos dice el Papa Francisco: ''No es necesario creer en Dios para ser una buena persona''. Venía a las fiestas principales, a veces se dejaba caer por el templo aunque sólo fuera para conocer las últimas obras que se habían realizado, y no en pocas ocasiones su presencia era silenciosamente visible en muchos funerales. Morocho tenía mentalidad de filósofo, siempre ansió descubrir el sentido de la verdad y de la vida, así en una de sus columnas dejó esta gran reflexión que nos sirve hoy de testamento póstumo: ''Beber la vida es todo lo contrario al tedio, al vacío espiritual, al anquilosamiento, a languidecer, estado éste insustancial, estéril. Para ser fieles con nosotros mismos, volquemos nuestras inquietudes en enriquecer la personalidad y así le imprimiremos carácter. Ya se advirtió que, si tenemos que morir, debemos vivir de tal forma que esa muerte sea manifiestamente injusta''... Como todo mortal se reveló ante el final como nos revelamos todos; que descanse en la paz del Señor y pueda encontrar ya en la otra orilla a Cristo Resucitado, sentido de toda existencia.
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