viernes, 30 de abril de 2021

Carta semanal del Sr. Arzobispo

Tierra de nuestra tierra

Es profundo el valle que serpentea con sus bosques, su río Aller y la angostura o anchura de sus tramos en esa cuenca minera que se corona en el puerto de San Isidro, colindante ya con León. Un rincón asturiano de sencilla belleza, donde se enclava el pueblecito de Cuérigo, la patria chica de un allerano que acaba de ser beatificado como mártir de Cristo en Guatemala. El Padre Juan Alonso Fernández, Misionero del Sagrado Corazón de Jesús, llegó a la zona norte del país llamada El Quiché, cuando apenas contaba 27 años, justo después de recibir la ordenación sacerdotal. 

Es siempre incómodo el Evangelio cuando se proclama desde la vida con la palabra y con los hechos. Sucedió con Jesús y con las primeras generaciones cristianas, que tuvieron que pagar el alto precio de su propia vida para ser fieles a la misión encomendada. Es una constante en la larga historia de la Iglesia, regada fecundamente con la sangre de los mártires de cada época. En El Quiché trabajaban tres Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, José María Gran, Faustino Villanueva y Juan Alonso. 

No eran activistas políticos ni sindicales, no se enrolaron en la guerrilla. Anunciaban la Buena Noticia del Señor, el Evangelio, y de ese modo comunicaban a la gente sencilla el latido de ese Sagrado Corazón que palpita en el mismo Dios y en sus corazones cristianos. La catequesis, la transmisión de los valores evangélicos que aparecen en Cristo, en María, en los santos, y que construyen un mundo distinto en la paz sin tregua, la justicia sin siglas, el amor lleno de respeto y fraterna convivencia, la verdad bondadosa y bella. Siempre que una presencia cristiana afirma esa visión de las cosas, levanta sospechas, alimenta rencores y, tantas veces, propicia la censura que llega a quitar la vida. 

Así lo hicieron con Jesús, cada vez que Él hablaba palabras que traían esperanza, o mostraba signos como milagros que abrazaban las preguntas y restañaban las heridas. Esa fue su peligrosa subversión que había que sofocar de plano. Y acabó en la cruz, entregado por un discípulo que le besó traicioneramente. Así han ido luego cayendo los mártires que por vivir como Jesús vivió, por proclamar el Evangelio que Él predicó, por estar al lado de los que sufren la pobreza de todos los nombres, se sufre el acoso, el derribo, la exclusión. La persecución puede tener muchos formatos, y también puede ser diverso el paredón en el que te fusilan. Pero en el andar de los siglos, el cristianismo siempre ha sido incompatible con la oscuridad que encubre, con la mentira que engaña, con la injusticia que envilece, con la violencia que mata. 

Aquellos tres Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, con nuestro Padre Juan Alonso a la cabeza, dieron su vida por aquella gente y por amor a Dios. Pudieron haber escapado y salvar su piel, pero prefirieron quedarse con aquellos campesinos mayas. Como dice Mons. Bianchetti, actual obispo en El Quiché, a los mártires los mataron «porque siguiendo a Jesús desde su fe, no desde una ideología, sino desde sus creencias, estaban comprometidos en el desarrollo social y espiritual de sus paisanos». Arcadio Alonso, hermano del mártir asturiano, ha escrito un bello libro reconstruyendo la biografía del misionero. Lo ha titulado “Tierra de nuestra tierra”, que es el epitafio que aquellos campesinos guatemaltecos quisieron dedicar al Padre Juan. No fue alguien que pasó por aquellos lares, sino alguien que se quedó abrazando en nombre de Jesús y del Evangelio, las vidas de aquellos pobres. Dice Arcadio que los mártires fueron «los que dieron sentido a todo, el signo más evidente de la presencia de la Iglesia verdadera en Guatemala. Lo que hicieron y lo que padecieron fue un acto de amor, luz en medio de muchas tinieblas». A estos mártires nos encomendamos. 

Beato Juan Alonso, ruega por nosotros. 

+ Jesús Sanz Montes 
Arzobispo de Oviedo

jueves, 29 de abril de 2021

¿Qué es la «meditación cristiana» y en qué se diferencia de las de otras religiones o culturas?

(Rel.) El Papa Francisco ha proseguido con sus catequesis sobre la oración, hablando para ello de la meditación cristiana, que no es posible –aseguró- “sin el Espíritu Santo” pues es “Él quien nos guía al encuentro con Jesús”.

“Jesús nos había dicho: ‘les mandaré el Espíritu Santo, Él les enseñará, les explicará, les enseñará y les explicará’. Y también en la meditación es la guía para ir hacia adelante en el encuentro con Jesucristo”, recalcó el Santo Padre.

De este modo, Francisco explicó que “para un cristiano meditar es buscar una síntesis: significa ponerse delante de la gran página de la Revelación para intentar hacerla nuestra, asumiéndola completamente”.

El Pontífice afirmó en su catequesis que la práctica de la meditación “ha recibido en estos años una gran atención” de la cual “no hablan solamente los cristianos” sino que “existe una práctica meditativa en casi todas las religiones del mundo”, incluso “entre personas que no tienen una visión religiosa de la vida”. Por tanto, “meditar es una necesidad de todos”.

Pero el Papa advirtió también que la meditación en el contexto cristiano “va más allá, es una dimensión que no debe ser borrada”, ya que “a gran puerta a través de la cual pasa la oración de un bautizado – lo recordamos una vez más – es Jesucristo. Para el cristiano, la meditación entra de la puerta de Jesucristo. También la práctica de la meditación sigue este sendero”.

“El cristiano, cuando reza, no aspira a la plena transparencia de sí, no se pone en búsqueda del núcleo más profundo de su yo; esto es lícito, pero el cristiano busca otra cosa, la oración del cristiano es sobre todo encuentro con el Otro con la O mayúscula, el encuentro con el Trascendente, con Dios”, agregó.

Del mismo modo, Francisco dijo que “si una experiencia de oración nos dona la paz interior, o el dominio de nosotros mismos, o la lucidez sobre el camino que emprender, estos resultados son, por así decir, efectos colaterales de la gracia de la oración cristiana que es el encuentro con Jesús. Es decir, meditar es ir, guiados por una frase de la Escritura, o de una palabra, al encuentro de Jesús dentro de nosotros”.

Citando el Catecismo, el Papa añadió que “los métodos de meditación son tan diversos como diversos son los maestros espirituales. [...] Pero un método no es más que un guía; lo importante es avanzar, con el Espíritu Santo, por el único camino de la oración: Cristo Jesús”.

“Hay muchos métodos de meditación cristiana: algunos muy sobrios, otros más articulados; algunos acentúan la dimensión intelectual de la persona, otros más bien la afectiva y emotiva. Son métodos. Todos son importantes y dignos de ser practicados, en cuanto que pueden ayudar, ¿ayudar a qué? A la experiencia de la fe”, explicó Francisco.

Pero insistió también en “los métodos de meditación son caminos para llegar al encuentro con Jesús. Pero si tú te detienes en el camino, y solo ves el camino, nunca encontrarás a Jesús, harás un ‘dios’ del camino, y es Dios que te está esperando allí, es Jesús que te espera, y el camino es para llevarte a Jesús”.

Por último, el Santo Padre concluyó que “no hay página del Evangelio en la que no haya lugar para nosotros. Meditar, para nosotros cristianos, es una forma de encontrar a Jesús. Y así, solo así, reencontrarnos con nosotros mismos. Y esto no es un replegarse en nosotros mismos, no, es ir hacia Jesús y en Jesús reencontrarnos a nosotros mismos, sanados, resucitados, fuertes, por la gracia de Jesús. Es encontrar a Jesús salvador, de todos, también de mí, y esto gracias a la guía del Espíritu Santo”.

Un 60,59% del alumnado elige la asignatura de Religión

(C.E.E.) La Comisión Episcopal para la Educación y Cultura comparte, como cada año escolar, los datos estadísticos del alumnado que opta por la asignatura de Religión Católica en este curso 2020-21. No se trata de una encuesta, sino de una compilación de datos reales obtenidos por las 69 delegaciones diocesanas de Enseñanza. Estos resultados son la suma de datos de un total de 15.029 centros públicos, concertados y privados. Se trata, por tanto, de una información contrastada fruto del trabajo de las delegaciones diocesanas de Enseñanza, que esta Comisión Episcopal agradece.

El curso anterior, 2019-20 concluyó con enseñanza online, por la pandemia, y el curso actual, 2020-21, se ha iniciado en situación parecida, pero con numerosas medidas de prevención tomadas por parte de las Administraciones y los centros, que han tratado de garantizar la máxima normalidad educativa en este contexto de crisis sanitaria. En este contexto de dificultad, prolongado durante tanto tiempo, esta Comisión Episcopal reconoce el buen trabajo del profesorado, en general, y de todos los docentes de Religión que han realizado un enorme esfuerzo en su tarea educativa y en el acompañamiento a los alumnos y sus familias en tiempos poco fáciles.

Alumnos que eligen la enseñanza de Religión

En cuanto a la elección de la enseñanza de Religión Católica al inicio de este complicado curso escolar, desde Educación Infantil hasta Bachillerato, suman 3.255.031 alumnos en España, en todo tipo de centros, lo que significa el 60,59% del alumnado. La comparativa de este porcentaje con el del curso anterior (63%) revela un leve descenso.

Es posible que la situación de excepcionalidad en la que concluyó el curso anterior, y ha comenzado el actual, haya tenido un impacto en este descenso, sobre todo por las medidas de prevención del Covid-19 que han obligado a reorganizar espacios y distribuir al alumnado. También podría haber influido en este descenso la incertidumbre generada al inicio de curso por el debate mediático sobre la LOMLOE y la inestabilidad vertida sobre la clase de Religión.

En este contexto, la Comisión propone valorar que casi tres millones y medio de alumnos cursan semanalmente la enseñanza de la religión como asignatura libremente elegida. Un dato muy elevado que hay que apreciar en el marco de una sociedad plural de creciente diversidad cultural y religiosa. Agradecemos sinceramente la confianza de las familias que han solicitado al inicio de curso que esta asignatura de Religión Católica sea recibida por sus hijos e hijas como parte de su formación escolar.

La Comisión Episcopal para la Educación y Cultura renueva su compromiso con la mejora permanente de la asignatura de Religión Católica especialmente en este momento en el que se va a iniciar la actualización de su currículo en el marco de la LOMLOE. Asimismo, invita a todas las familias a mantener su compromiso, como primeras responsables de la educación de sus hijos e hijas, solicitando la enseñanza de la religión como parte de su educación integral.

miércoles, 28 de abril de 2021

Apúntate

«Algo más que un ejercicio de filología y gramática»: primera traducción de la Biblia al asturiano

(Iglesia de Asturias) El pasado miércoles 21 de abril tuvo lugar, en el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), la presentación de la primera traducción –una traducción «interconfesional»– de la Biblia al asturiano, editada por la Sociedad Bíblica y que supone la culminación de un trabajo que comenzó hace más de treinta años.

El Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, autor del prólogo de la misma, afirma en el escrito que “Traducir a un lenguaje concreto la Biblia, es algo más que un ejercicio de filología y gramática, sino una manera de expresar la cercanía del Creador que hizo todo diciéndolo con su Palabra. No se traduce un texto arcano y arcaico, sino que se traduce el gesto y el texto de un Dios que nos habla. Que se dirige a nosotros para poner luz en nuestra penumbra, paz en nuestros conflictos y palabra de vida en nuestros mutismos”.

«Las gentes que vivimos en Asturias –afirma el Arzobispo de Oviedo en el texto introductorio– hablamos castellano, pero también nos expresamos al modo asturiano con un lenguaje propio de esta tierra, que ahora ve por primera vez todo el relato bíblico traducido en nuestro hablar local. Esta hermosa tierra, de gente noble, tiene un largo recorrido que no debe olvidar. Y en medio de nuestra geografía y nuestra historia, Dios se hace presente para comprender lo que Él nos ha dejado como Buena Noticia que volver a escuchar. Poder leer la Sagrada Escritura en la lengua asturiana, es como una nueva edición de cuanto sucedió la mañana de Pentecostés, a fin de que podamos escuchar las maravillas de Dios en la misma lengua en la que expresamos tantas veces nuestros amores, en la que lloran nuestras lágrimas o se dibujan nuestras sonrisas, y en la que guardamos los recuerdos o sueñan nuestros avatares».

Como aquella mañana en Jerusalén. 
Prólogo a la primera traducción de la Biblia al asturiano 

Cuando abrimos la Santa Biblia, nos encontramos con un relato que explica el origen de la vida. Más aún, hay dos relatos seguidos de la creación con los que comienza el libro del Génesis, y en donde se nos presenta a Dios como Creador que hizo las cosas… diciéndolas. Esta es la cualidad del hacedor de cada ser: “Dijo Dios… hágase” (cf. Gén 1-2). Sus labios creadores llaman a la existencia de las cosas. Así se llenará de asombro el salmista, cuando comparen a Dios con los ídolos: ellos tienen boca, pero no hablan (cf. Sal 115. 135). Esa obra que nace de los labios del Creador, se hace también arte de orfebre cuando se trata de crear al hombre, presentándonos a Dios que amasa con el barro a su mejor criatura, la única que con su semejanza se le parece. Dios hizo las cosas pronunciando su nombre, poniendo en la palabra la maternidad de cada ser. Asomado a su obra de arte, la encontró llena de bondad, llena de belleza también. El hombre y la mujer son un icono vivo de alguien más grande, que bondadosa y bellamente ha querido hacernos a Él semejables. 

Entre el hágase con el que comienza la historia de la creación en el Génesis y el amén con el que termina el Apocalipsis, sucede la historia que la Biblia nos narra. Una historia de salvación que tiene todos los registros: los más hermosos y los más torcidos, los más bondadosos y los más perdidos, en cuyas encrucijadas Dios nos ha ido educando, acompañando y sosteniendo. Todo comenzó con la Palabra que nos hizo. Cada uno de nosotros somos una palabra del Señor dentro de esa gran conversación que es la historia, aunque no pocas veces nos empeñemos en quedar mudos por decirnos demasiado a nosotros mismos y por no escuchar otras palabras hermanas, ni escuchar juntos los hablares de Señor. 

Esta es la novedad antigua y siempre por estrenar: que Dios ha hablado, que no ha dejado de hablar y de tantos modos nos ha dirigido su palabra. Dios nos lo dijo todo en su Hijo bienamado, como de modo misterioso se testifica a la orilla del Jordán (Mc 1,11) y sobre el monte Tabor (Mc 9,7). Era la Palabra por antonomasia en la que todo fue hecho (Col 1,16) y en quien todo fue dicho (Jn 1,1-3). Aquella Palabra aparentemente enmudeció en una muerte no fingida pendiendo de una cruz redentora (Filp 2,8). Pero esa Palabra vive y habla para siempre tras la resurrección. Jesús mismo nos pidió que guardásemos sus palabras (Jn 14,23), aunque la pequeñez frágil y vulnerable de nuestra vida hace que no siempre las entendamos o que fácilmente lleguemos a olvidar lo que a duras penas hemos entendido alguna vez. Por eso Él prometió el envío de un Espíritu Paráclito que viniese precisamente a enseñar y recordar cuanto el Maestro dijo: “el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho” (Jn 14, 26). 

La actitud de quien puede dejarse enseñar es la que coincide con el discípulo, siempre discípulo sin pretensiones de hacer carrera de maestro para llegar a la gran independencia falsamente adulta. Ante el maestro uno sólo se reconoce como discípulo que, sentado a sus pies, como María de Betania, escucha la enseñanza de su Señor (Lc 10,39). El Espíritu nos enseña esas cosas mostradas por el Maestro único que tantas veces permanecen ocultas e impenetrables, aunque las leamos, las estudiemos, las prediquemos. Somos discípulos de esa enseñanza inabarcable que coincide con la sabiduría de Dios, su manera de ver y enjuiciar las cosas, su forma de abrazar la realidad. 

La pequeñez frágil y vulnerable de nuestra humana condición, se manifiesta no en la incomprensión, sino en el olvido y en la traición a cuanto Dios “muchas veces y de muchos modos nos habló” (Heb 1,1). Jesús responde con esa promesa de su Espíritu: recordarnos todas las cosas que nos ha dicho. Recordar no es sinónimo de vuelta melancólica o sentimental a lo que fue y ha dejado de ser, a lo que tuvimos y que llegamos a perder. Recordar significa etimológicamente “volver a pasar por el corazón”: que el acontecimiento que una vez hizo latir nuestro corazón, y que la rutina aburrida y mediocre ha ido paralizando, vuelva a palpitar de nuevo. 

Esta enseñanza y este recordatorio es lo que nos constituye en discípulos del Maestro por antonomasia. No somos ignorantes olvidadizos cuando el Maestro Jesús no ceja en salir a nuestro encuentro con su Espíritu para enseñarnos y recordarnos la palabra que nos reveló. La historia cristiana es el lugar en donde esta promesa se ha venido cumpliendo como en un Pentecostés para cada generación. Siempre hay una palabra de Jesús que hay que entender en cada época, una palabra suya que volver a recordar. Y esto es lo que hace el Espíritu Santo que Jesús nos prometió: enseñarnos lo que no acabamos de entender y recuperar lo que habiéndolo entendido se ha podido olvidar. 

Esa enseñanza se hace permanente comunicación en la fiel presencia del Hijo de Dios en nuestra historia. Una Palabra que se hace voz en nuestros lenguajes, esos que Dios mismo quiso aprender para que pudiésemos entender su mensaje. Los primeros cristianos fueron divulgando la Buena Noticia a través de las distintas lenguas que iban encontrando en su expansión misionera hasta los confines del mundo. Es lo mismo que el Espíritu hizo en aquella mañana primera de Pentecostés, cuando suscitó en los discípulos de Jesús la cualidad de hablar lenguas e idiomas de todos los que habían llegado desde todo el mundo conocido. Todo pudieron escuchar en su propio lenguaje las maravillas de Dios (Hch 2, 1-25).

 Traducir a un lenguaje concreto la Biblia, es algo más que un ejercicio de filología y gramática, sino una manera de expresar la cercanía del Creador que hizo todo diciéndolo con su Palabra. No se traduce un texto arcano y arcaico, sino que se traduce el gesto y el texto de un Dios que nos habla. Que se dirige a nosotros para poner luz en nuestra penumbra, paz en nuestros conflictos y palabra de vida en nuestros mutismos inertes y enmudecidos. 

Las gentes que vivimos en Asturias hablamos castellano, pero también nos expresamos al modo asturiano con un lenguaje propio de esta tierra, que ahora ve por primera vez todo el relato bíblico traducido en nuestro hablar local. Esta hermosa tierra, de gente noble, tiene un largo recorrido que no debe olvidar. Y en medio de nuestra geografía y nuestra historia, Dios se hace presente para comprender lo que Él nos ha dejado como Buena Noticia que volver a escuchar. Poder leer la Sagrada Escritura en la lengua asturiana, es como una nueva edición de cuanto sucedió la mañana de Pentecostés, a fin de que podamos escuchar las maravillas de Dios en la misma lengua en la que expresamos tantas veces nuestros amores, en la que lloran nuestras lágrimas o se dibujan nuestras sonrisas, y en la que guardamos los recuerdos o sueñan nuestros avatares. 

Dios se hizo Palabra, y esa voz es la que nuestros hablares le prestan gratuitamente para que podamos hacer nuestra la vida que Él nos regala inmerecidamente. 

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm 
Arzobispo de Oviedo

martes, 27 de abril de 2021

23 días como sacerdote: muere el padre Livinius, a quien el Papa le permitió agilizar su ordenación

(Rel.) 23 días como sacerdote y ahora ya para toda la eternidad. El pasado viernes falleció en Roma el sacerdote nigeriano Livinus Esomchi debido a la leucemia que padecía y al que el Papa dio su permiso expreso para que fuera ordenado sacerdote el pasado Jueves Santo adelantando las fechas previstas-

Tal y como informa Vatican News, Livinus Esomchi Nnamani, de 31 años, falleció sereno y en compañía de su comunidad. Hace una década había ingresado en la comunidad religiosa de la Mater Dei en la ciudad de Owerri, Nigeria, para comenzar su formación religiosa.

Después de su primera profesión le diagnosticaron leucemia, pero eso no detuvo su itinerario formativo, que en 2019 lo llevó a Roma. Mantuvo una lucha muy fuerte con la enfermedad, que ya hace algunos meses lo había llevado a ser hospitalizado.

Desde el hospital escribió al Papa personalmente el pasado 31 de marzo, el Miércoles Santo, ya que al ver que su estado de salud se deterioraba pidió una dispensa para poder ser ordenado sacerdote antes de lo previsto.

Ordenado un día después

La respuesta del Papa fue inmediata, pues tan sólo dos horas después llegó su respuesta través de uno de los obispos auxiliares de Roma, monseñor Daniele Libanori. Fue este mismo prelado quien se reunió con el Pontífice al día siguiente durante la Misa Crismal y recibió de él la misión de ordenar al padre Livinus ese Jueves Santo.

Fue una celebración muy sencilla en el hospital, a la que asistieron algunos clérigos de su comunidad religiosa y miembros del personal sanitario que le atendían con cariño. Recibió el cáliz y la patena, y sus manos fueron ungidas con el crisma después de la oración consagratoria que lo convirtió, por la gracia del Señor, en un Alter Christus, configurado con Jesucristo sacerdote.

A partir de ese día, utilizó las pocas fuerzas que le quedaban para celebrar la misa desde su cama. Al sacrificio de Cristo unió el suyo, como le había sugerido Monseñor Libanori el día de su ordenación. Y lo hizo hasta el miércoles pasado, pero ayer su salud decayó y él se dio cuenta. Por eso pidió un confesor y recibió la comunión.

El pasado viernes, su Superior General, otro sacerdote de la Mater Dei y un joven que discierne su vocación rezaron junto a él en el hospital la Coronilla de la Misericordia. Inmediatamente después, a las 11.10 horas, el padre Livinus falleció y sus hermanos religiosos lo encomendaron al amparo de la Virgen María rezando con fe el Sub tuum praesidium.

Santoral del día: San Rafael Arnaiz

(Aciprensa) San Rafael Arnaiz Barón fue un religioso y asceta español de la “Orden Cisterciense de la Estricta Observancia”; es considerado uno de los más grandes místicos del siglo XX, cuyos escritos gozan de actualidad inusitada, orientado y enriqueciendo la vida espiritual de miles de católicos alrededor del mundo.

Rafael Arnaiz nació en el paseo de la Isla, Burgos, el 9 de abril de 1911. Cuando tenía 12 años, su padre, que trabajaba como ingeniero de montes, se mudó con toda la familia a Oviedo. En esa ciudad, Rafael ingresó al Colegio de San Ignacio, regentado por jesuitas. Al concluir sus estudios secundarios, se matriculó en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid.

Durante esa etapa de estudios universitarios, Rafael empezó a pasar largas horas orando frente al Santísimo Sacramento, hábito que se fue fortaleciendo con el tiempo y que lo llevaba a preguntarse, con cada vez mayor profundidad, qué quería Dios de él. Aquellos encuentros cara a cara con Dios le ayudaron a ir descubriendo que el Señor lo llamaba a la vida contemplativa. Por eso, inició un camino que empezó con el interés en conocer más cómo era la vida de un monje, y que concluyó con una decisión muy firme: consagrar su vida a la oración, al trato constante y permanente solo con Dios. De esta manera, solicitó ser aceptado en el monasterio trapense de Dueñas, el 16 de enero de 1934.

La Guerra Civil española y la diabetes que lo aquejaba lo obligaron a abandonar hasta en tres ocasiones el monasterio, con los subsiguientes reingresos. Falleció el 26 de abril de 1938, a la edad de 27 años, en la enfermería del convento, tras un coma diabético.

El 19 de agosto de 1989, el Papa Juan Pablo II, con ocasión de la Jornada mundial de la juventud en Santiago de Compostela, lo propuso como modelo para los jóvenes del mundo de hoy. Un tiempo después, el 27 de septiembre de 1992, el mismo Juan Pablo II lo declaró beato.

En 2008 la Congregación para la Causa de los Santos aprobó el milagro de intercesión por el que sería canonizado el 11 de octubre de 2009, esta vez, por el Papa Benedicto XVI.

Ese milagro fue la curación -inexplicable para la ciencia- de Begoña León Alonso, una madrileña de 38 años que sufrió del Síndrome de Hellp durante su embarazo, y que al momento de ser intervenida para salvar a su hijo quedó en estado de muerte cerebral.

Según explicó el diario “La Nueva España”, en el año 2000, Begoña León enfermó estando embarazada por lo que se le indicó una cesárea en el Hospital Gregorio Marañón, para salvar al niño. El estado de la paciente empeoró y tuvo que ser operada de urgencia. La operación salió mal y la mujer quedó en estado de muerte cerebral.

Una hermana del convento cisterciense de San Bernardo de Burgos tuvo conocimiento del caso a través de la familia de la enferma, por lo que las religiosas del convento decidieron rezar una novena dedicada al hermano Rafael, para pedir por la curación de la joven. A partir de entonces, Begoña comenzó a evolucionar hasta, finalmente, reponerse por completo.

A San Rafael Arnaiz Barón se le nombró patrón de la Jornada Mundial de la Juventud, con sede en Madrid (España) en 2011, por el Papa Benedicto XVI.

lunes, 26 de abril de 2021

Necrológica

Ha fallecido el sacerdote diocesano Rvdo. Sr. D. José María Rodríguez Fernández

Había nacido en Ponticiella (Villayón) el 19 de noviembre de 1932

Cursó sus estudios de Latín, Filosofía y Teología en el Seminario Metropolitano. Fue ordenado sacerdote el 11 de Febrero de 1958 por el entonces Arzobispo de Oviedo, Monseñor Francisco Javier Lauzurica y Torralba.

Sus encomiendas pastorales fueron las siguientes:

Ecónomo de Santa María de Tuña así como encargado de Santa María de Genestaza Tineo (1958-1961)

Encargado de San Bartolomé de Mieldes - Cangas de Narcea (1958-1959)

Encargado de San Pedro de Merillés - Tineo (1959-1961)

Párroco de San Félix de Mirallo así como encargado de San Facundo de Mirallo - Tineo (1961-1966)

Ecónomo de San Miguel de Quiloño - Castrillón (1966-1986)

Párroco de San Miguel de Quiloño - Castrillón (1986-2000)

En el año 2000 pasó a la situación de jubilado fijando su domicilio en Foz (provincia de Lugo y diócesis de Mondoñedo - Ferrol) junto a su hermana y su sobrina quién le ha venido cuidando todo este tiempo. Estos últimos años fueron para él de configuración total con la cruz a través de la enfermedad que hizo mella en su cuerpo y borró su mente. Cerró los ojos para este mundo el pasado día 23 de abril en su domicilio lucense, a los ochenta y ocho años de edad, y sesenta y tres de ministerio sacerdotal. 

Por deseo expreso de su familia sus restos mortales fueron incinerados en la intimidad familiar el sábado 24, y al día siguiente domingo 25 de abril se celebró el funeral por su eterno descanso en la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol de Foz -provincia de Lugo y diócesis de Mondoñedo-Ferrol-. 

D.E.P.

''Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?'' (Sal 41)

Historia de un gran Pastor

 

domingo, 25 de abril de 2021

El Buen Pastor. Por Joaquín Manuel Serrano Vila









En este avanzado tiempo de Pascua, ya avanzado, proclamamos en la misa de cada día la vida de la primera comunidad de creyentes a través del Libro de los Hechos de los Apóstoles. En concreto los pasajes que hemos escuchado presentan una realidad; las autoridades religiosas de los judíos empezaban a prohibir hablar del tema de moda: ese Jesús nazareno, que decía ser Hijo de Dios y había resucitado. Eran cada vez más los que creían en Jesucristo resucitado, por eso los sumos sacerdotes querían tomar medidas cuanto antes para frenar algo que se les empezaba a ir de las manos. 

Todo lo que los apóstoles hacían en favor de los demás, en especial las curaciones -como ha afirmado San Pedro al dirigirse a los ancianos del pueblo- lo hacen ''en nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos''. Sólo Él, el Resucitado, trae la vida y la salud a nuestro mundo de muerte y enfermedad: ''bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos''. El Padre por medio del Espíritu resucitó a su Hijo, y esta verdad es la que lo ha cambiado todo. 

San Pedro también recordará a los jefes del pueblo las palabras del salmo 118 que tantas veces Jesús les había citado refiriéndose a sí mismo y que cantamos este domingo como responsorial: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular"; es decir, los pastores del pueblo judío han cometido un grave error, pues han despreciado al Mesías que tenían que haber recibido y reconocido. Han preferido su bienestar a la salvación del pueblo, pero en su pecado han llevado también su penitencia cuando el mismo Señor al que ellos quisieron destruir se ha convertido en referente para el Pueblo como la única fuente de vida eterna. 

Es un domingo que nos habla de lo que ya sabemos: que Dios es Amor y no se olvida de nosotros. Por amor nos ha creado, por amor nos ha redimido y al amor nos llama por la resurrección. Así San Juan en su carta nos hace esta llamada de atención: ''Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos''; atención a esto: Si compartimos la fe y hemos sido bautizados en el mismo bautismo, somos hermanos: ¿por qué nos cuesta entonces tanto querernos entre nosotros?... A veces los propios cristianos por nuestras malas actitudes hacia los demás parece que no creemos en la resurrección. Hay una letra de este Tiempo Pascual que dice: ''Alegría hermanos, que si hoy nos queremos, es que resucitó''... No podemos seguir como siempre, también tenemos que resucitar nosotros, dar pasos, ser mejores y amar mucho más, perdonando y "no llevar cuentas del mal" -que nos dirá San Pablo en Cor.13.-

Jesús se nos presenta en este día como "el Buen Pastor" y nos explica cómo es su forma de actuar con nosotros. Paciente, camina a nuestro lado; nos lleva a verdes pastos, nos protege de los enemigos, nos rescata cuando subimos a un risco o caemos por un precipicio; nos lleva sobre sus hombros y cura nuestras heridas. Que hermosa estampa ver un pastor con sus ovejas, contemplar cómo no se separan de él, como se fían ciegamente de sus indicaciones y cómo descansan cuando éste descansa, compartiendo tanto el frío como el calor. Jesucristo quiere ser nuestro pastor, pero a veces nos dejamos guiar por la verborrea de falsos pastores que sólo quieren aprovecharse de unas ovejas nobles que acaban siendo como borregos al matadero.

El cuarto domingo de Pascua se celebra siempre en la Iglesia Universal la "Jornada Mundial de oración por las vocaciones"; de forma especial es un día para tener presentes a los sacerdotes y a los que son llamados a esta misión de apacentar nuestras comunidades parroquiales. Que los sacerdotes, como nos pide el mismo Cristo, seamos buen pastores a su imagen, y nunca simples asalariados que miran más por sus intereses y comodidad que por darse por completo a sus fieles.

Seguimos necesitando vocaciones para todos los estados de la vida cristiana; jóvenes que respondan a la llamada de la vida matrimonial, chicas que respondan a la llamada de la vida consagrada, chicos que busquen al Señor en el sacerdocio, personas que respondan a la vocación misionera... Todos los estados de vida son necesarios en la Iglesia. Ojalá el Señor sea para todos nosotros el Buen Pastor bajo cuyo cuidado y guía seamos un sólo rebaño unido que se encamina esperanzado y alegre a los pastos verdes de la eternidad. 

Evangelio Domingo 4º de Pascua

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,11-18):

En aquel tiempo dijo Jesús: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»

Palabra del Señor

sábado, 24 de abril de 2021

Hoja litúrgica Domingo 4º de Pascua

 

Lo que más le gusta a un progresista es prohibir. Por Jorge González Guadalix

(De profesión cura) Hagan el esfuerzo de comprobarlo. No hay nada que más guste a la izquierda autoproclamada progresista, y me da igual por lo civil o por lo eclesiástico, que prohibir. Tienen auténtico terror a la libertad a la vez que acusan de liberticidas al resto.

Me van a permitir tres cosas. Una de siempre y dos de hace nada y menos.

La de siempre. ¿Se han fijado la manía que tienen todos los progres amantes de la libertad de cargarse los reclinatorios de los bancos de sus parroquias o de imponer la comunión en la mano? Para cualquiera que de verdad entienda y defienda la libertad, no hay nada más libre que un reclinatorio en la iglesia. Al que se quiere quedar de pie en la consagración, por ejemplo, a pesar de que lo mandado es arrodillarse salvo dificultad física, o no puede arrodillarse, un reclinatorio no le estorba. Sin embargo, al que desea arrodillarse cumpliendo las normas, se le facilita el poder hacerlo.

Pues bien, te llega un amante de la libertad y quita los reclinatorios. Por tanto, si usted desea arrodillarse, lo hace en el duro suelo y después se levanta como buenamente pueda apoyándose en el banco. Lo de comulgar es más complicado. Si hay reclinatorio, cada cual elija. Si no lo hay… arrodíllese en el duro suelo y levántese a pulso.

Y las de ahora.

Hace unos días leo en Infocatólica la noticia de que el jesuita estadounidense Thomas Reese ha pedido en un artículo publicado en Religion News que se prohíba a niños y jóvenes, al menos, la asistencia a Misas según la llamada ‘forma extraordinaria’. Normal. La gente es libre. La “forma extraordinaria” es plenamente vigente en la Iglesia católica y cada uno va donde quiere. Por cierto, cada vez hay más niños y jóvenes en esas misas. Perfecto. Que vayan a misa por el rito aprobado que más les satisfaga, sea el celebrado según el misal de Pablo VI, el modo extraordinario, el malabar o el mozárabe. Pues no. A prohibir.

Y ayer los curas del autoproclamado “foro de curas de Madrid” también con la pretensión de prohibir que se vote a los partidos que no son de su agrado.

Lo divertido y a la vez tráfico del asunto es que todos aquellos que se llenan la boca de libertades y se rasgan las vestiduras ante todo aquello que su especial olfato considera impositivo, lo primero que hacen, dicen que para defender la libertad, es prohibir. Por ahí no.

Dejen a la gente ser libre. Dejen que cada cual haga lo que le venga en gana sin más límites que la legislación española en lo civil y la doctrina de la Iglesia en lo eclesiástico. Punto. Se pasan el día reivindicando su derecho a obrar según su conciencia para, a continuación, no respetar la del prójimo prohibiendo lo que está permitido.

Lo interesante del asunto es que estos amigos y hermanos de la prohibición, luego en su vida, su trabajo, sus vacaciones y su hacer pastoral no permiten ningún tipo de injerencia porque hay que respetar la libertad y la conciencia. Pero prohibido votar a VOX y al PP.

Menos creíbles que la Tacones haciendo elogio de la virginidad ante las Hijas de María.

viernes, 23 de abril de 2021

Carta semanal del Sr. Arzobispo

 


Con audacia y alegría, perder el miedo al miedo

Son muchas las zozobras que a menudo nos atenazan en estos tiempos revueltos. Son turbulentas las aguas que bajan dejando pasmados los puentes de nuestras certezas. Y con todos sus colores, el miedo aparece en la escena condicionando tantas cosas, confinándolas por dentro y por fuera, mientras esta vida que no tiene botón de pausa, sigue impertérrita el curso de sus días devorando nuestras agendas.

 Lo aprendí en mis años mozos, quizás viendo a diario la actitud de mis padres que eran fuertes ante los vendavales diversos con los que siempre nos zarandea la vida. Y ya entonces supe que no había que tener miedo al miedo. Pues aunque te puedan acorralar los temores, nunca tienen la llave de tu dicha, ni de tu paz, ni de tu esperanza viva. También lo he visto en el testimonio de algunos cristianos, de algunos Papas que han acompañado mi vida. 

Lo recuerdo en aquella mañana otoñal romana, al término de su primera Misa como sucesor de Pedro, su primera Misa de Papa. Una niña pequeña, rubiales toda ella, se agarró a su mano y con Juan Pablo II fue saludando a fieles y curiosos, dignatarios y gentes principales, cardenales y obispos, jóvenes y ancianos. Era una imagen de frescura inaudita: un Papa tan joven, de la mano de una pequeña, paseando la esperanza que no defrauda y la alegría que no tiene fecha de caducidad alguna, como una dulce brisa.

 Antes dijo en sus palabras de la homilía lo que conmocionó a todo el orbe cristiano, lo cual supuso una primera entrega de un largo pontificado tan lleno de audacia, de vigor, de bondad, de belleza y sabiduría. Su voz eslava ponía gravedad, que no dureza, a aquellas palabras que indicaban que el “huracán Wojtyla” soplaba de veras unos verdaderos buenos aires sin sordina: No tengáis miedo, abrid las puertas a Cristo. Son palabras que me marcaron en mis años de mocedad seminarista, cuando escuché ese mensaje que parecía una evangélica consigna. Tanto es así que siempre me ha acompañado: cuando terminé mis primeros estudios de teología, cuando luego ingresé en la Orden Franciscana, cuando me ordené sacerdote, y cuando aquel hombre –ya un anciano veinticinco años después– me llamó para ser obispo. Yo estaba también en la mano de aquel Papa, como aquella pequeña niña. 

No tener miedo, abriendo las puertas a Cristo. Sí, es más que un deseo piadoso, es todo un programa que educa la mirada, caldea el corazón, y que pone en pie tus mejores ganas para enviarte misioneramente a contar la historia de Dios repartiendo su gracia y su palabra. Siempre que voy a Roma, me acerco ante su tumba en la Basílica vaticana para rezar a este mi querido Papa, y vuelvo a escuchar lo que entonces tronó en la Plaza de San Pedro en aquella mañana otoñal. Esta vez lo dice paseando por esa otra inmensa plaza que es el cielo, de la mano de la Virgen María a la que tan tiernamente amó, con la compañía de todos los santos, tantos de ellos canonizados por él. No tener miedo, porque Cristo ha entrado por mis puertas abiertas, porque no hay nada ni nadie que pueda robarme esta gracia de Dios., que nadie nos robe la alegría y la esperanza, como suele repetir el Papa Francisco. Las cosas podrán seguir siendo las mismas en las intemperies por las que deambula mi vida, y sentiré las contradicciones como un latigazo que pone a prueba mi confianza, las incomprensiones, las insidias, pero nada de esto puede documentar el miedo que destruye, porque aunque podamos experimentar el dolor, éste no tendrá jamás la última palabra. Perder el miedo al miedo, es poner en nuestro rostro una madura sonrisa que nace de una esperanza cierta, porque en el alma que confía se canta sin engaño la verdadera alegría. 

+ Jesús Sanz Montes, 
Arzobispo de Oviedo

Mensaje del Santo Padre para la 58º Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones

San José: el sueño de la vocación

Queridos hermanos y hermanas:

El pasado 8 de diciembre, con motivo del 150.º aniversario de la declaración de san José como Patrono de la Iglesia universal, comenzó el Año dedicado especialmente a él (cf. Decreto de la Penitenciaria Apostólica, 8 de diciembre de 2020). Por mi parte, escribí la Carta apostólica Patris corde para «que crezca el amor a este gran santo». Se trata, en efecto, de una figura extraordinaria, y al mismo tiempo «tan cercana a nuestra condición humana». San José no impactaba, tampoco poseía carismas particulares ni aparecía importante a la vista de los demás. No era famoso y tampoco se hacía notar, los Evangelios no recogen ni una sola palabra suya. Sin embargo, con su vida ordinaria, realizó algo extraordinario a los ojos de Dios.

Dios ve el corazón (cf. 1 Sam 16,7) y en san José reconoció un corazón de padre, capaz de dar y generar vida en lo cotidiano. Las vocaciones tienden a esto: a generar y regenerar la vida cada día. El Señor quiere forjar corazones de padres, corazones de madres; corazones abiertos, capaces de grandes impulsos, generosos en la entrega, compasivos en el consuelo de la angustia y firmes en el fortalecimiento de la esperanza. Esto es lo que el sacerdocio y la vida consagrada necesitan, especialmente hoy, en tiempos marcados por la fragilidad y los sufrimientos causados también por la pandemia, que ha suscitado incertidumbre y miedo sobre el futuro y el mismo sentido de la vida. San José viene a nuestro encuentro con su mansedumbre, como santo de la puerta de al lado; al mismo tiempo, su fuerte testimonio puede orientarnos en el camino.

San José nos sugiere tres palabras clave para nuestra vocación. La primera es sueño. Todos en la vida sueñan con realizarse. Y es correcto que tengamos grandes expectativas, metas altas antes que objetivos efímeros —como el éxito, el dinero y la diversión—, que no son capaces de satisfacernos. De hecho, si pidiéramos a la gente que expresara en una sola palabra el sueño de su vida, no sería difícil imaginar la respuesta: “amor”. Es el amor el que da sentido a la vida, porque revela su misterio. La vida, en efecto, sólo se tiene si se da, sólo se posee verdaderamente si se entrega plenamente. San José tiene mucho que decirnos a este respecto porque, a través de los sueños que Dios le inspiró, hizo de su existencia un don.

Los Evangelios narran cuatro sueños (cf. Mt 1,20; 2,13.19.22). Eran llamadas divinas, pero no fueron fáciles de acoger. Después de cada sueño, José tuvo que cambiar sus planes y arriesgarse, sacrificando sus propios proyectos para secundar los proyectos misteriosos de Dios. Él confió totalmente. Pero podemos preguntarnos: “¿Qué era un sueño nocturno para depositar en él tanta confianza?”. Aunque en la antigüedad se le prestaba mucha atención, seguía siendo poco ante la realidad concreta de la vida. A pesar de todo, san José se dejó guiar por los sueños sin vacilar. ¿Por qué? Porque su corazón estaba orientado hacia Dios, ya estaba predispuesto hacia Él. A su vigilante “oído interno” sólo le era suficiente una pequeña señal para reconocer su voz. Esto también se aplica a nuestras llamadas. A Dios no le gusta revelarse de forma espectacular, forzando nuestra libertad. Él nos da a conocer sus planes con suavidad, no nos deslumbra con visiones impactantes, sino que se dirige a nuestra interioridad delicadamente, acercándose íntimamente a nosotros y hablándonos por medio de nuestros pensamientos y sentimientos. Y así, como hizo con san José, nos propone metas altas y sorprendentes.

Los sueños condujeron a José a aventuras que nunca habría imaginado. El primero desestabilizó su noviazgo, pero lo convirtió en padre del Mesías; el segundo lo hizo huir a Egipto, pero salvó la vida de su familia; el tercero anunciaba el regreso a su patria y el cuarto le hizo cambiar nuevamente sus planes llevándolo a Nazaret, el mismo lugar donde Jesús iba a comenzar la proclamación del Reino de Dios. En todas estas vicisitudes, la valentía de seguir la voluntad de Dios resultó victoriosa. Así pasa en la vocación: la llamada divina siempre impulsa a salir, a entregarse, a ir más allá. No hay fe sin riesgo. Sólo abandonándose confiadamente a la gracia, dejando de lado los propios planes y comodidades se dice verdaderamente “sí” a Dios. Y cada “sí” da frutos, porque se adhiere a un plan más grande, del que sólo vislumbramos detalles, pero que el Artista divino conoce y lleva adelante, para hacer de cada vida una obra maestra. En este sentido, san José representa un icono ejemplar de la acogida de los proyectos de Dios. Pero su acogida es activa, nunca renuncia ni se rinde, «no es un hombre que se resigna pasivamente. Es un protagonista valiente y fuerte» (Carta ap. Patris corde, 4). Que él ayude a todos, especialmente a los jóvenes en discernimiento, a realizar los sueños que Dios tiene para ellos; que inspire la iniciativa valiente para decir “sí” al Señor, que siempre sorprende y nunca decepciona.

La segunda palabra que marca el itinerario de san José y de su vocación es servicio. Se desprende de los Evangelios que vivió enteramente para los demás y nunca para sí mismo. El santo Pueblo de Dios lo llama esposo castísimo, revelando así su capacidad de amar sin retener nada para sí. Liberando el amor de su afán de posesión, se abrió a un servicio aún más fecundo, su cuidado amoroso se ha extendido a lo largo de las generaciones y su protección solícita lo ha convertido en patrono de la Iglesia. También es patrono de la buena muerte, él que supo encarnar el sentido oblativo de la vida. Sin embargo, su servicio y sus sacrificios sólo fueron posibles porque estaban sostenidos por un amor más grande: «Toda vocación verdadera nace del don de sí mismo, que es la maduración del simple sacrificio. También en el sacerdocio y la vida consagrada se requiere este tipo de madurez. Cuando una vocación, ya sea en la vida matrimonial, célibe o virginal, no alcanza la madurez de la entrega de sí misma deteniéndose sólo en la lógica del sacrificio, entonces en lugar de convertirse en signo de la belleza y la alegría del amor corre el riesgo de expresar infelicidad, tristeza y frustración» (ibíd., 7).

Para san José el servicio, expresión concreta del don de sí mismo, no fue sólo un ideal elevado, sino que se convirtió en regla de vida cotidiana. Él se esforzó por encontrar y adaptar un lugar para que naciera Jesús, hizo lo posible por defenderlo de la furia de Herodes organizando un viaje repentino a Egipto, se apresuró a regresar a Jerusalén para buscar a Jesús cuando se había perdido y mantuvo a su familia con el fruto de su trabaja, incluso en tierra extranjera. En definitiva, se adaptó a las diversas circunstancias con la actitud de quien no se desanima si la vida no va como él quiere, con la disponibilidad de quien vive para servir. Con este espíritu, José emprendió los numerosos y a menudo inesperados viajes de su vida: de Nazaret a Belén para el censo, después a Egipto y de nuevo a Nazaret, y cada año a Jerusalén, con buena disposición para enfrentarse en cada ocasión a situaciones nuevas, sin quejarse de lo que ocurría, dispuesto a echar una mano para arreglar las cosas. Se podría decir que era la mano tendida del Padre celestial hacia su Hijo en la tierra. Por eso, no puede más que ser un modelo para todas las vocaciones, que están llamadas a ser las manos diligentes del Padre para sus hijos e hijas.

Me gusta pensar entonces en san José, el custodio de Jesús y de la Iglesia, como custodio de las vocaciones. Su atención en la vigilancia procede, en efecto, de su disponibilidad para servir. «Se levantó, tomó de noche al niño y a su madre» (Mt 2,14), dice el Evangelio, señalando su premura y dedicación a la familia. No perdió tiempo en analizar lo que no funcionaba bien, para no quitárselo a quien tenía a su cargo. Este cuidado atento y solícito es el signo de una vocación realizada, es el testimonio de una vida tocada por el amor de Dios. ¡Qué hermoso ejemplo de vida cristiana damos cuando no perseguimos obstinadamente nuestras propias ambiciones y no nos dejamos paralizar por nuestras nostalgias, sino que nos ocupamos de lo que el Señor nos confía por medio de la Iglesia! Así, Dios derrama sobre nosotros su Espíritu, su creatividad; y hace maravillas, como en José.

Además de la llamada de Dios —que cumple nuestros sueños más grandes— y de nuestra respuesta —que se concreta en el servicio disponible y el cuidado atento—, hay un tercer aspecto que atraviesa la vida de san José y la vocación cristiana, marcando el ritmo de lo cotidiano: la fidelidad. José es el «hombre justo» (Mt 1,19), que en el silencio laborioso de cada día persevera en su adhesión a Dios y a sus planes. En un momento especialmente difícil se pone a “considerar todas las cosas” (cf. v. 20). Medita, reflexiona, no se deja dominar por la prisa, no cede a la tentación de tomar decisiones precipitadas, no sigue sus instintos y no vive sin perspectivas. Cultiva todo con paciencia. Sabe que la existencia se construye sólo con la continua adhesión a las grandes opciones. Esto corresponde a la laboriosidad serena y constante con la que desempeñó el humilde oficio de carpintero (cf. Mt 13,55), por el que no inspiró las crónicas de la época, sino la vida cotidiana de todo padre, de todo trabajador y de todo cristiano a lo largo de los siglos. Porque la vocación, como la vida, sólo madura por medio de la fidelidad de cada día.

¿Cómo se alimenta esta fidelidad? A la luz de la fidelidad de Dios. Las primeras palabras que san José escuchó en sueños fueron una invitación a no tener miedo, porque Dios es fiel a sus promesas: «José, hijo de David, no temas» (Mt 1,20). No temas: son las palabras que el Señor te dirige también a ti, querida hermana, y a ti, querido hermano, cuando, aun en medio de incertidumbres y vacilaciones, sientes que ya no puedes postergar el deseo de entregarle tu vida. Son las palabras que te repite cuando, allí donde te encuentres, quizás en medio de pruebas e incomprensiones, luchas cada día por cumplir su voluntad. Son las palabras que redescubres cuando, a lo largo del camino de la llamada, vuelves a tu primer amor. Son las palabras que, como un estribillo, acompañan a quien dice sí a Dios con su vida como san José, en la fidelidad de cada día.

Esta fidelidad es el secreto de la alegría. En la casa de Nazaret, dice un himno litúrgico, había «una alegría límpida». Era la alegría cotidiana y transparente de la sencillez, la alegría que siente quien custodia lo que es importante: la cercanía fiel a Dios y al prójimo. ¡Qué hermoso sería si la misma atmósfera sencilla y radiante, sobria y esperanzadora, impregnara nuestros seminarios, nuestros institutos religiosos, nuestras casas parroquiales! Es la alegría que deseo para ustedes, hermanos y hermanas que generosamente han hecho de Dios el sueño de sus vidas, para servirlo en los hermanos y en las hermanas que les han sido confiados, mediante una fidelidad que es ya en sí misma un testimonio, en una época marcada por opciones pasajeras y emociones que se desvanecen sin dejar alegría. Que san José, custodio de las vocaciones, los acompañe con corazón de padre.


Francisco

jueves, 22 de abril de 2021

Hermana Conchita, una vida de anuncio. Por Rodrigo Huerta Migoya

 

Con sorpresa me enteraba del fallecimiento de la hermana Conchita Nuño Calvo, dominica de la Anunciata, la cual cerró sus ojos para este mundo el pasado día 15 de abril a los sesenta y nueve años de edad, en el hospital Valle del Nalón. Se fue "la monja de Turón", la última dominica que seguía haciendo presente el carisma de la Anunciata en ese rincón del Principado, donde tan queridas fueron y tantas vocaciones surgieron. 

Conocí a la "hermana Conchita" -para todos- cuando fui alumno del Colegio Dulce Nombre de Jesús de Oviedo, donde era la encargada del botiquín y las guardias de los recreos y, en especial, del cuidado de las hermanas mayores de la Comunidad. Los colegiales que siempre ponen motes y se ríen de hasta su sombra, la apodaron ''Sor Reflex'', pues ante caídas o golpes, tenía fama de recurrir con frecuencia a este analgésico de uso tópico. 

Era una mujer recta y muy responsable. Tenía la nobleza y la gracia rústica de una burgalesa que ya era una asturiana más de la Cuenca de toda la vida. Dejó su impronta y su fama allá por donde pasó: Sama, Oviedo... Pero muy especiales fueron sus años de misión en las periferias de Belo Horizonte (Brasil). Por sus conocimientos sanitarios siempre estuvo vinculada al campo pastoral de la salud cuando las dominicas aún tenían casas dedicadas sólo a esta misión en tantos lugares. Los asturianos aún recordamos la buena fama de las dominicas en ese campo por la profesionalidad que demostraron en el Sanatorio Adaro, el Sanatorio Covadonga o la enfermería de la Casa Sacerdotal.

La hermana Concepción, era una enamorada de las Cuencas mineras, por eso cuando hace una década era trasladada de la comunidad del Colegio de Oviedo a la Comunidad de Turón lo aceptó con gran ilusión. Discreta y austera, pero muy cercana a las personas. Aunque su vida había transcurrido entre la enseñanza y la salud, le entusiasmaba cualquier tipo pastoral: la vida religiosa inserta en lo cotidiano de la gente. Así lo vivió en Gijón y Ribadesella donde fue también muy querida. Por este motivo, una experiencia también gozosa para ella fue su destino a la Comunidad de Pesoz, en el occidente asturiano, la cual marcó profundamente su vida al trabajar de forma tan directa con la gente de los pueblos. 

Amiga de la música y del compromiso social, acercándose a la soledad y dolores de los demás. Nunca quiso dejar Turón, aunque su destino oficial desde hacía siete años era Mieres; sus días transcurrían pateando Turón y hablando con sus gentes. Con sus Hermanas de Mieres compartía desayuno y cena, pero bien temprano se desplazaba en autobús a Turón con su almuerzo en la mochila para dedicar allí todo el día de pastoral. 

Vivió la tristeza del cierre de la Comunidad de este pueblo minero, sin embargo, ella quiso seguir vinculada a San Martín de Turón, Santa Bárbara de la Cuadriella y a todo el Valle, tan ligado igualmente a la Congregación. En estos últimos años ha sido la presencia fiel de ésta en esa Unidad Pastoral ayudando en todo al párroco, así como colaborando -cercana y solícita- en lo que era requerida. 

Cuando nadie lo esperaba, la enfermedad se presentó sin avisar llevándosela aún tan jovial y activa, sin haber cumplido los setenta años y muy cercana ya a celebrar las "bodas de oro" de su Profesión Solemne. Su vida ha sido, en definitiva, un tratar de cumplir el deseo del padre fundador, San Francisco Coll: ''una sola cosa os recomiendo: el amor, el amor, el amor...''. Con las distancias y silencios de este tiempo de pandemia se encaminó a su final acompañada de la fe. En la UCI del hospital langreano recibió los últimos sacramentos de manos del Sr. Cura párroco de El Entrego, que con presteza asistió espiritualmente a esta hija de Santo Domingo en su última misión: predicar a la hora de la muerte lo que en su vida dominica había predicado con su vocación.

La Provincial de las Dominicas de la Anunciata en España, Rosa Santaeugenia, la Comunidad de Mieres y las cuatro parroquias del Valle de Turón, son conscientes de que han perdido a una religiosa que se hizo una más de entre aquellos a los que quería y servía.

Que el Santo Cristo de la Paz de Turón la reciba con sus brazos abiertos en el gozo de su descanso. D.E.P. hermana "Conchita".

Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones

(RD/ Josep Miquel Bausset) Un nuevo año, en este cuarto domingo de Pascua, el llamado domingo del Buen Pastor, el papa nos invita a celebrar la 58 Jornada Mundial de Oración por las vocaciones. El papa aprovecha el lema de este año: “San José: el sueño de la vocación”, para recordarnos (en este año dedicado a este Santo Patriarca), que San José fue un hombre que “no impactaba, ni poseía carismas particulares, ni aparecía importante a la vista de los demás”. Y es que “Dios mira el corazón, y en San José reconoció un corazón de padre, capaz de dar y regenerar vida en las cosas cotidianas”.

El papa nos recuerda que precisamente, “las vocaciones tienden a generar y regenerar la vida cada día”. Por eso “el Señor quiere forjar corazones abiertos, capaces de grandes impulsos, generosos en la entrega, compasivos en el consuelo de la angustia y firmes en el fortalecer la esperanza”. Como nos dice el papa Francisco, “eso es lo que el sacerdocio y la vida consagrada necesitan especialmente hoy, en tiempos marcados por la fragilidad y el sufrimiento causado por la pandemia”.

En su mensaje con motivo de esta jornada, el papa nos recuerda que “San José nos sugiere tres palabras claves para nuestra vocación”. La primera palabra que el papa destaca en la vida de San José es el sueño. Como nos dice Francisco, “todos soñamos en realizarnos”. Pero para llegar a eso, solo lo podremos vivir con el amor, que es “lo que da sentido a la vida, porque revela su misterio”.

Los evangelios, como nos dice el papa, “narran cuatro sueños de San José (Mt 1:20; 2:13,19,22)”. Estos sueños de este santo patriarca “eran llamadas divinas no fáciles de acoger”. Por eso, “después de cada sueño, José tuvo que cambiar sus planes y arriesgarse, sacrificando sus proyectos para seguir los proyectos de Dios”. Y es que San José “se dejó guiar por los sueños sin vacilar, porque su corazón estaba orientado hacia Dios”.

Como todos los que hemos acogido la llamada del Señor a seguirlo, “Dios no se muestra de forma espectacular, forzando nuestra libertad. Él nos da a conocer sus planes con suavidad”. Y es por eso que, igual que los que hemos escuchado la llamada de Dios, “los sueños condujeron a San José a una aventura que nunca habría imaginado”.

El primer sueño de San José “desestabilizó su noviazgo, pero lo convirtió en padre del Mesías”. El segundo “lo llevó a huir a Egipto, pero salvó la vida de su familia”. El tercer sueño de San José “anunciaba el retorno a su patria y el cuarto, le hizo cambiar nuevamente de planes y lo llevó a Nazaret”.

Como nos dice el papa, “en todas esas vicisitudes, la valentía de seguir la voluntad de Dios resultó victoriosa”. Y es que como remarca el papa, “no existe fe sin riesgo”, porque “solo abandonándose confiadamente a la gracia, dejando de lado los propios intereses y comodidades, se dice “sí” verdaderamente a Dios”.

Por eso en esta Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, “San José representa un icono ejemplar de la acogida de los proyectos de Dios”. Una acogida que es activa, porque “nunca renuncia ni se rinde”, ya que San José no es un “hombre que se resigna pasivamente”. Al contrario, San José “es un protagonista valiente y fuerte”.

Después del sueño, la segunda palabra que nos propone el santo padre y “que marca el itinerario de José y de su vocación, es el servicio”, tal y como lo narran los Evangelios. San José “vivió totalmente para los demás y nunca para sí mismo”. Así, de la misma manera que los que hemos hecho la opción para seguir a Jesús, San José, “liberando el amor de su instinto de posesión, se abrió a un servicio aun más fecundo”. Y es que para San José, “el servicio no fue solo un ideal elevado, sino que se convirtió en regla de vida”.

Hay un tercer aspecto que caracteriza a San José y la vocación cristiana y que marca el ritmo de lo cuotidiano y que es “la fidelidad”. José, como nos dice el papa, fue “el hombre justo (Mt 1:19), que en el silencio de cada día perseveró en la adhesión a Dios y a sus planes”. San José sabía que “la existencia se construye solo con la continua adhesión a las grandes opciones”.

A la pregunta del papa sobre cómo se alimenta la fidelidad, Francisco nos dice que solo se puede hacer a “la luz de la fidelidad a Dios”. Y esta fidelidad es, como nos dice el papa, “el secreto de la alegría”. Cabe recordar que “en la casa de Nazaret, dice un himno litúrgico, había “una alegría límpida” que era la alegría cuotidiana y transparente de la sencillez, la alegría que tiene el que está custodiando lo que es importante” y que no es ni más ni menos que “la proximidad fiel a Dios y al prójimo”.

El papa piensa como sería de hermoso “si la misma atmósfera sencilla y radiante, sobria y esperanzadora, impregnara nuestros seminarios, nuestros institutos religiosos, nuestras casas parroquiales”.

El papa acaba su mensaje con motivo de esta jornada, deseando el don de la alegría, a los “que generosamente han hecho de Dios el sueño de vuestras vidas, para servirlo en los hermanos, mediante una fidelidad que es testimonio, en una época marcada por opciones pasajeras y emociones que se evaporan sin dejar alegría”.

Es así como son testigos de alegría y de esperanza las benedictinas de Oviedo, Santiago de Compostela, Sant Benet i la Fuensanta; las cistercienses de Carrizo, Benaguasil, de San Bernardo de Burgos i de Villamayor de los Montes; las Vedrunas de Vinalesa, Vilafranca del Penedès y Manresa; las Obreras de la Cruz de Albacete, Montcada y València; los cistercienses de Dueñas, Cardeña, Viaceli, Huerta y Poblet; los Hermanos de San Juan de Dios de Manresa y de València; los Benedictinos de Leyre, El Paular, Lazkao, Silos y Montserrat; las Dominicas de Paterna y de Borriana, los Dominicos de Salamanca o las Capuchinas de València, las hermanas de la Consolación de Tortosa y las Madres de los Desamparados y de San José de la Montaña de València y de Barcelona.

Como muy acertadamente ha declarado Luis Manuel Suárez, responsable del área de pastoral juvenil y vocacional de Confer (Religión Digital, 20 de abril de 2021), la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones tiene tres objetivos: “suscitar en los jóvenes la pregunta por su vocación; invitar a toda la comunidad a rezar y a acompañar a los jóvenes; y sostener las vocaciones de especial consagración que surgen en los demás países”.

miércoles, 21 de abril de 2021

El P. Juan Alonso será beatificado esta semana




Primera peregrinación tradicional al estilo Chartres en España

(Infovaticana) Entre los próximos 24 y 26 de julio de 2021 tendrá lugar la primera peregrinación tradicional entre Oviedo y Covadonga que un grupo de jóvenes de distintas partes de España ha puesto en marcha, a imagen de la que se celebra entre París y Chartres y la que tiene lugar anualmente hasta el Santuario de Luján, en Argentina.

Según los organizadores será una peregrinación penitencial, que tendrá como característica fundamental la celebración diaria de la Santa Misa según la Forma Extraordinaria del Rito Romano, conforme a lo establecido por el Papa Benedicto XVI en su Motu Proprio Summourm Pontificum.

La peregrinación se organiza en capítulos, grupos que representan comunidades naturales (ciudad, provincia, parroquia, grupo juvenil…), y contará con la asistencia espiritual de sacerdotes durante toda la marcha.

La peregrinación

Tendrá lugar entre los días 24 y 26 de julio de 2021, y se realizará una ruta de casi 100 kilómetros, recorridos en tres días, con personas llegadas desde distintas partes de la península.

Se trata de una peregrinación penitencial, físicamente exigente, avisan los organizadores, por lo que no contará con comodidades como dormir en un hotel. Contará además con sacerdotes que estarán disponibles para la confesión y el consejo espiritual a lo largo de la marcha. Se mantendrá un ambiente de oración, con el rezo diario del Santo Rosario y lectura de meditaciones. Por la noche, en el campamento, habrá adoración eucarística.

El elemento central del encuentro será la celebración de la Santa Misa según la Forma Extraordinaria del Rito Romano. Habrá Misa solemne diaria, y todos los sacerdotes podrán celebrar privadamente la Misa, incluidos aquellos que todavía no hayan aprendido a celebrar la Forma Extraordinaria pero tengan interés en acudir. Es una oportunidad excelente para acercarse más a este modo de vivir la liturgia y crear nuevos vínculos con católicos de todos los rincones de España.

La organización

Nuestra Señora de la Cristiandad España es una iniciativa de laicos católicos independientes. No organizan este encuentro como pertenecientes a ningún otro grupo eclesial, sino que su intención es que esté abierto a todos: sacerdotes, laicos y religiosos pertenecientes a cualquier grupo, institución o comunidad; y también abierta a personas de todas las edades: mayores, jóvenes, familias y niños.

Se imitará en todo lo posible las peregrinaciones de Nuestra Señora de la Cristiandad, que ya llevan años haciéndose. El recorrido entre Oviedo y Covadonga es de aproximadamente 100 km recorridos en tres días. Covadonga tiene un hondo significado para España y se ha elegido, además, una fecha en torno a la festividad de Santiago, patrón de España.

Bajo el amparo de san José

La peregrinación tendrá carácter anual, y cada año contará con un lema distinto. Este año, en el 150 aniversario de la declaración de san José como patrono de la Iglesia Universal, la organización ha querido poner la primera edición bajo su patrocinio y protección, de modo que en esta ocasión la espiritualidad de la peregrinación girará en torno a la figura de dicho santo. «¡San José, patrono de la Iglesia, protégenos!», ha sido el lema escogido.

Capítulos

Con el propósito de «mantener un clima de orden que facilite la oración y la meditación y que además permita el desarrollo armónico de las actividades del cronograma durante la peregrinación, ésta se organiza en grupos que se denominan «Capítulos». Los capítulos representan comunidades naturales: una región, ciudad, parroquia, un grupo misionero, de formación, un colegio, una familia, etc. que marchan juntos a los pies de Nuestra Madre».

Hasta el momento se han formado varios capítulos españoles y uno portugués.

A aquellos que estén interesados en asistir, pero no conozcan ningún capítulo, los organizadores les animan, en primer, lugar a invitar a amigos, familiares, conocidos y gente de su parroquia que pueda estar interesada, de tal manera que pueda formarse un nuevo capítulo. Y en caso de no encontrar a nadie con quién acudir, pueden ponerse en contacto con los organizadores a través del mail informacion@nscristiandad.es y ellos le ayudarán a encontrar el capítulo más apropiado.

Ya está abierto el plazo de preinscripción. 
Toda la información de la 
peregrinación está disponible aquí.

    

martes, 20 de abril de 2021

Canción para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones

Cáritas Lugones, “con colas del hambre”, rechaza la “envenenada” ayuda municipal

El colectivo no cobrará dinero del Ayuntamiento por segundo año consecutivo y necesita hacer campaña entre los feligreses tras agotar los fondos

(Lne, Lugones - Siero A.I.) La situación de Cáritas Lugones es límite y ha ido empeorando en los últimos meses. El párroco, Joaquín Serrano, afirma que hay ''colas del hambre''. Sin embargo, dadas las diferencias con el Ayuntamiento, este año volverá a rechazar la firma del convenio, al entender que esta ayuda está ''envenenada'' y es ''humillante''. La idea de la agrupación es volver a apoyarse en los feligreses a través de colectas de comida y dinero: ''nuestros feligreses responden muy bien y estamos muy orgullosos'', subraya el sacerdote. 

El problema entre ambas partes llevaba varios años, pero fue en 2020 cuando Cáritas Lugones optó por romper con el Ayuntamiento. En Cáritas se hartaron de recibir a personas que llegaban a los Servicios sociales municipales y se les derivaba, ''coartando la libertad de acción de la organización''. Asimismo, justificando la falta de ingresos por la pandemia, el Ayuntamiento recortó la subvención en 1.000 euros, dejándola en 9.000 euros. En aquel momento, Serrano advertía que Cáritas estaba ''saturada'', especialmente por la atención que se prestaba a inmigrantes sin papeles que no se dirigían a ellos, sino a los Servicios Sociales, pero que estos los derivaban a Cáritas. 

El caso es que se sigue atendiendo a gente enviada por el Ayuntamiento: ''Les hemos dicho que, con lo que percibíamos, debían atender ellos a los que nos mandaban, pero, al final, alguno cae. Las personas son más importantes que nuestros conflictos'', subraya el párroco, orgulloso de la ayuda que presta la organización. 

lunes, 19 de abril de 2021

Arzobispo de Oviedo: «Estamos en una batalla cultural en la que tratan de vencerte, borrarte y aniquilarte»

(ElComercio/Ramón Muñiz) El Arzobispo Montes cuenta que a veces peca de «no decir las cosas más alto y fuerte». Que entre sus «vicios decentes» está «enchufarse una serie 40 minutos» y así anda, con «Fariña» tras «Narcos» y «Vikingos».

Jesús Sanz Montes (Madrid, 1955) es «colchonero», habla dulce y está sin vacunar: «Cuando vinieron a la casa sacerdotal me la ofrecieron, porque allí todos tienen más de 80 años salvo el vicario y yo. Faltaban vacunas y preferí hacerlo cuando me toque por edad para dar la oportunidad a otro».

¿Saldremos mejores de esta?

–Por lo menos aprendidos. La pandemia no tenía cita en nuestras agendas y lo removió todo.

¿No percibe que al principio la encaramos con solidaridad y esperanza, y ahora vence el egoísmo y hartazgo?

–Es que al principio dominaba la incertidumbre. No sabíamos de dónde venía ni cuánto duraría y ante eso respondimos más positivos. Con el paso del tiempo la gente se relaja y entra el escepticismo, que no nos hace bien.

Curioso que la incertidumbre, de la que siempre huimos, saque lo mejor de nosotros...

–Sí. Quieres estar a la altura del desafío, pero ahora ves que se toman medidas que no siempre solucionan gran qué y nos han hecho escépticos porque no tienen trasfondo sanitario.

¿Qué responde a quienes le preguntan que cómo Dios ha permitido un virus tan cruel?

–Dios perdona siempre, los hombres a veces, la naturaleza nunca. Todo lo que sea un atentado contra la naturaleza humana y la creación se vuelve contra nosotros. No puedes imputar a Dios lo que no tiene que ver con él.

¿Sugiere que el virus es una creación humana?

–No está descartado. Sin caer en explicaciones conspiranoicas, se puede haber ido de las manos un experimento o se puede haber hecho calculadamente todo un proceso. Eso está por descubrir.

Dijo que en esta pandemia se han dicho «no pocas mentiras». Ponga ejemplos.

–La mentira como herramienta política es una pandemia que estaba antes del COVID y hay otra pandemia laboral consecuencia de medidas arbitrarias. Cuando para ponerlas en marcha mientes como político en la presentación, en los datos y en la esperanza que ilusoriamente das, es terrible. Usas una desgracia para otras finalidades ideológicas.

¿Tiene más ejemplos?

–Cuando estableces restricciones para la libertad, cercenando la posibilidad de ser criticado y debatir contigo, y evitas al Parlamento, territorial o nacional, con una presentación tramposa. O cuando limitas los movimientos, hay que ver si eso redunda en la pandemia o tiene otra intención.

¿Qué otra intención ve?

–Evitar que la gente salga y se exprese, con mascarilla, distancia y aforo. No está la cosa entre elegir entre barra libre o todo el mundo al zulo.

En septiembre dijo que la pandemia se había gestionado con «sensatez» en Asturias. ¿Qué le ha hecho cambiar de opinión?

–Tengo una relación muy fluida con el presidente del Principado y el consejero de Salud. Hay normativa que me pasaron antes de su publicación y me pidieron consejo en algún momento. A quien me refería es a otro ámbito político. Yo nunca hablo de nombres y siglas, pero hay quien se lo pone como un pin y dice «usted habla de mi». No, yo hago una denuncia no provocativa de trinchera a trinchera y aquí cada cual que se sitúe dentro de esta guerra.

¿Cuál es su trinchera?

–Hablo desde un púlpito de unos valores. «Me he quedado corto»

¿No le han afeado sus feligreses que se posicione tanto?

–He recibido agradecimiento, incluso entusiasmo, diciendo que me he quedado corto y pidiendo que ponga nombres.

¿Se siente en medio de una batalla cultural?

–¡Es que lo estamos! Estamos en una batalla cultural.

¿Cuál es su bando y cuál el enemigo?

–La batalla cultural es que yo, como creyente, recibí lo que Dios nos ha revelado y está en la Biblia.

De eso nació un pueblo que tiene unos valores y se distancia de los «antivalores». La cosmovisión cristiana la debes proponer, con respeto. Si no lo hay, y a veces ha pasado, caes en la teocracia o en la «progrecracia» en la que hemos caído unos y otros. Hay distintas maneras de ver las cosas que cuando dejan de ser complementarias hacen de tu manera de ver una batalla, en la que tratan de vencerte, aniquilarte, borrarte y reescribirte. Imposibilitan que sigas sobreviviendo.

Ha dicho «progrecracia».

–Se la leí a Antonio Pérez Henares. Es cuando hacen de una pretendida progresía la única posibilidad de estar y hablar.

El virus fue especialmente cruel con los mayores. ¿Qué debemos aprender de eso?

–Que nos lo han dado todo y hay que cuidarles. Ante la batalla que tiene como horizonte el sí o no de sus vidas, que es la Ley de Eutanasia, nosotros no encarnamos una supervivencia de los ancianos y enfermos terminales como quien quiere momificar a toda costa y con gran sufrimiento. La eutanasia mata. Nosotros decimos que hay que acompañarles.

La ley no obliga. Da la libertad para elegir. Antes reivindicaba la libertad frente al Gobierno.

–La libertad última es de cada uno, pero en la situación de estas personas desesperadas por un dolor insoportable o con miedo, si te acercas con ternura y medidas farmacológicas de índole paliativo, dejan de desesperarse. En vez de eso lo que hace la ley es abrir un cauce para que se precipiten al suicidio o directamente le pones la inyección letal.

Que dar la opción sea precipitar, recuerda a cuando se oponían al divorcio aduciendo que rompería matrimonios.

–No somos partidarios del divorcio, pero tampoco de los infiernos que una convivencia imposible da. Lo que hacemos ahí también es acompañar y a veces así descubrimos que esas personas no se tenían que haber casado y que de hecho no lo estaban pese a que hicieran un rito.

¿En ningún caso justificaría la eutanasia?

–No. Nunca.

¿Veremos manifestaciones ante hospitales como las hemos visto ante clínicas abortivas?

–Ante las clínicas las hemos visto y hay experiencias hermosas al respecto. No decimos sí a la vida y es tu problema. Decimos sí y yo te ayudo. Si llegan ante los hospitales, me parecerán expresiones de libertad de alguien que dice «estáis cometiendo un error».

¿Qué piensa al leer que el Ministerio de Igualdad prepara una norma que permita al menor de edad cambiar de género?

–La batalla cultural tiene diferentes herramientas. Una es la ideología de género y el colectivo desea sopa de letras, LGTBI...«Q», la última que ha añadido esa academia de la lengua. Tienen una ideología que está destruyendo y hay que recurrir. Dicen que tienen unos derechos y al final esos pretendidos derechos terminan siendo una imposición. A una persona de orientación homosexual no la puedes agredir, ridiculizar ni maltratar...

Reconoce que lo han sido.

–Sí, durante demasiado tiempo y no por la Iglesia Católica precisamente. Pero es como el feminismo. ¿Hubo abuso machista? Sí.

¿Durante demasiados siglos?

Totalmente de acuerdo. No estoy con el machismo, me parece una desgracia secular, pero no se rectifica con el feminismo. La vulneración de derechos al colectivo homosexual no se equilibra con la imposición de sus derechos para toda de la sociedad.

¿Ha sido injusta la Iglesia con la mujer?

–Totalmente. Evidentemente. El machismo ha sido una lacra y una desgracia cultural y generacional. Habíamos conseguido lograr casi una verdadera igualdad, por la que yo lucho y que no es una homologación, pero me preocupa que haya podido rebrotar entre los varones.

Prerrománico ¿Se han inmatriculado todo el Prerrománico?

–Matriculamos lo que durante siglos hemos cuidado, construido y puesto al servicio de los demás.

En Asturias se habla de 549 bienes. ¿Revisó la lista?

–Sí señor. En Asturias levemente alguna persona sin título de propiedad ha dicho algo, pero el Gobierno de España que nos estaba enfilando, en un acto que le honra, dijo en enero que toda la labor de inmatriculación fue correcta.

Los Jesuitas acaban de admitir 81 casos de abusos a menores desde 1927. La diócesis de Oviedo reconoce uno. ¿Le choca la cifra?

–Uno ya es demasiado. Cuando tuve conocimiento de una cosa así, actué y al Papa no le tembló el pulso para firmar la dimisión del estado clerical. Abordé ese caso y otro en que la Fiscalía dijo que la niña mintió. Lo dijo ella, no yo.

¿Qué sintió al ver que lo condenaban a siete años y tres meses?

–Una pena tremenda. Primero por la alumna; el jesuita se defendió diciendo que era consentido y ella era menor. Pena por su familia y en tercer lugar, pena por el jesuita que malbarató una vocación preciosa.