martes, 16 de septiembre de 2025

Terceras Jornadas sobre la Belleza


En su obra La sociedad del cansancio (Berlín 2016; Barcelona 2024) el filósofo surcoreano, afincado en Alemania, Byung-Chul Han, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, desarrolla la idea de que, en Occidente, se ha pasado del anterior paradigma de la sociedad disciplinaria, basada en directrices claras, imperativos y prohibiciones externas, a la del rendimiento, en la que cada individuo se afana por explotarse a sí mismo, con las consiguientes derivas de fracaso e insatisfacción.

Todo ello conduce a un estado de violencia, que él califica de neuronal. Es sistémica y difícil de contrarrestar. Todos nos hallamos inermes ante su fragor y global difusión, porque lo que hace que sea un fenómeno de especial gravedad es que acaece entre los iguales, que no se percatan de lo que realmente está sucediendo ni en su interior ni en su entorno.

En cuanto hijos de su tiempo, también los cristianos podrían considerarse en no pocas ocasiones abatidos por las olas de ese océano de cansancio, tristeza, frustración y desesperación en el que se está ahogando hoy la humanidad, que anhela el aire puro de la verdad, la paz y la alegría que emanan del encuentro con Cristo, que es la Verdad, el Príncipe de la Paz y la Alegría para quien estaba triste.

La Vicaría Episcopal de Cultura y de Relaciones Institucionales propone, para este curso pastoral 2025-2026, el descanso en la belleza del evangelio, de la fe de la Iglesia y de la obra de arte, a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, a quienes Cristo invita a la más original, liberadora y gozosa experiencia que quepa imaginarse: «Venid y descansad» (Lucas 10,21-22). Junto a Él, se entiende. En Él.

Las actividades del curso pastoral 2025-2026 de la Vicaría de Cultura y de Relaciones Institucionales darán comienzo con las Terceras Jornadas sobre la Belleza, que este año llevarán por título Locus amoenus. Versarán sobre esos espacios de vida, hermosura y creatividad que son los jardines. Cada uno de éstos es una evocación del Paraíso, en el que Dios descansaba en conversación con Adán y Eva.

Las Jornadas tendrán lugar los días 23, 24 y 25 de septiembre de 2025 en la iglesia del Palacio de Meres, a las 18:30 horas, y colaboran, en su organización, la Vicaría de Cultura, la Unidad Pastoral de San Martín de La Carrera y el Palacio de Meres.

Las conferencias serán de libre acceso y abiertas al público.

Coordenadas: 43°22′41″N 5°45′07″O / 43.37805556, -5.75194444

Empieza el Curso

 


lunes, 15 de septiembre de 2025

Martínez Camino: «La memoria histórica no puede traer paz, al revés que la memoria de los mártires»

(Rel.) Juan Antonio Martínez Camino (Marcenao, Siero 1953), obispo auxiliar de Madrid y uno de los grandes especialistas del episcopado español en la historia y la teología del martirio, acaba de publicar Los 39 mártires de 1934 en España, con los Santos de Turón a la cabeza (Encuentro), un acercamiento a la persecución religiosa desatada durante la llamada Revolución de 1934, un intento de golpe de Estado contra el gobierno de la Segunda República encabezado por el PSOE en cuanto la izquierda perdió el poder.

-¿Cómo ilumina la fe la comprensión de la historia, especialmente en el contexto de los mártires de 1934, y qué implica esto para la "memoria histórica"?

-La Iglesia siempre ha sido y seguirá siendo una comunidad de mártires, de testigos del Crucificado, incluso hasta la sangre. Él nos dice: si a mi me han perseguido, también a vosotros os perseguirán (cf. Jn 15, 20).

»Pero el siglo XX ha sido el siglo de los mártires, porque ha sido el siglo de las víctimas. Nunca antes tantos cristianos tuvieron que pagar con su vida el precio de la fe. Nunca antes los seres humanos se habían matado tanto unos a otros como en esta fase dramática de la historia. Fue el siglo en el que totalitarismos ateos de diversos signos políticos, desde el poder o desde la lucha por el poder, pretendieron imponer soluciones “totales” a los problemas humanos, pensando ilusamente que iban a traer un paraíso terreno de factura humana.

»Los mártires de 1934 en España forman parte de la legión de los mártires del siglo XX que, firmes en la fe, mantuvieron su libertad cristiana frente al gran ídolo moderno llamado “Progreso”.

-¿Qué tópicos o enfoques son problemáticos en la "memoria histórica", y cómo se aparta su libro de ellos?

-Mi pequeño libro no tiene nada que ver con la “memoria histórica”. La “memoria histórica” es una arma ideológica y política de reciente creación. Mi libro, en cambio, se inscribe en la milenaria tradición del culto a los mártires, que la Iglesia practica desde siempre.

»Por desgracia, la “memoria histórica” se enmarca en una cultura que sigue sometida al ídolo “Progreso”. Por el contrario, el culto que la Iglesia tributa a los mártires forma parte del amor que profesamos al Dios crucificado, que nos libera de las falsas promesas de una salvación fruto del empoderamiento facilitado por el progreso de la ciencia empírica y de la técnica. Ésta es una ilusión peligrosa que pone a nuestra cultura en manos de un ídolo sediento de sangre.

-¿Qué importancia cree tiene la preservación de la memoria histórica para la Iglesia y la sociedad en general?

-Como acabo de decir, creo que la memoria de los mártires que cultiva la Iglesia no tiene nada que ver con la “memoria histórica”. La Iglesia hace memoria de sus mártires para dar gloria al Dios crucificado, que muestra su poder convirtiendo la debilidad humana en instrumento de su victoria, de su salvación. En cambio la “memoria histórica”, tal como se entiende hoy en España y se utiliza en la batalla política, está más bien al servicio de un soberbio poder mundano que se niega a reconocer la sabiduría de Dios y agradecer su salvación.

»Esa “memoria histórica” no puede traer paz ni reconciliación; al revés que la memoria eclesial de los mártires, centrada en el perdón de Dios transmitido por sus testigos, que dieron la vida perdonando a sus verdugos.

-¿Qué papel juega la teología en la comprensión del martirio y la persecución religiosa?

-La teología es fundamental para entender el martirio cristiano y, más en concreto, el martirio del siglo XX. Los mártires de Cristo no son héroes mundanos, son más bien “superhéroes” de la gracia, es decir, del poder salvador del amor de Dios. El siglo XX es, como he apuntado, un siglo de sangre y fuego, de campos de muerte y de las guerras más devastadoras. Podemos decir que fue un siglo inmisericorde. Pero incluso en medio de esa tragedia fueron posibles el perdón y la misericordia.

»Si los mártires son los santos más característicos de este tiempo, es porque el Dios de la misericordia tenía que seguir mostrando su poder salvador a través de ellos, los crucificados y resucitados con Cristo. La teología es la ciencia de la fe en el Dios crucificado y de su gracia salvadora.

-La memoria de los mártires de 1934 ¿puede ser un estímulo para la reconciliación y la esperanza? ¿Qué mensaje transmite a las generaciones futuras?

-Creo que el mensaje de los mártires de 1934 y de todos los del siglo XX es doble: denuncia profética y anuncio de esperanza.

»Los mártires son profetas que denuncian la moderna idolatría del dios “Progreso”. La cultura moderna hoy dominante se ha apartado del Dios vivo y verdadero, el Dios crucificado, y se ha entregado a ese ídolo sanguinario. Como consecuencia, se ha dañado mucho la paz tanto con el entorno natural como con la naturaleza de la persona humana. ¡Qué saludable advertencia profética!

»Pero además, los mártires son portadores de la esperanza que no defrauda: la esperanza del Cielo. Ellos morían despidiéndose de sus familias y amigos con un “¡Hasta el Cielo!” en los labios. Creían que el anhelo de amor infinito del corazón humano sólo se sacia en Dios, no en ningún paraíso terrestre de hechura técnica y de supuesto “progreso moral”.

-¿Qué desafíos enfrenta la Iglesia para preservar la memoria de los mártires y transmitir su legado?

-El desafío fundamental al que hoy se enfrenta la Iglesia, en mi humilde opinión, sigue siendo el mismo de los dos o tres últimos siglos. La cultura occidental se ha ido volviendo pagana. Hoy el paganismo de “Progreso” es dominante en España y en Europa. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo es que la Iglesia, evangelizadora secular de culturas y pueblos se viene mostrando incapaz de evangelizar la cultura moderna? ¿Cómo es que la devoción y el culto al ídolo moderno se ha introducido incluso en las estructuras vitales de la misma Iglesia?

»Para abordar de forma efectiva este gran desafío, lo primero es reconocerlo con claridad y sin miedo. Lo segundo es fortalecer y, si es necesario, recuperar la confianza en el poder de la cruz y la resurrección de Jesucristo, el único que salva de verdad del pecado, de los odios, de la muerte.

-¿Qué importancia adquiere la figura de los mártires en la construcción de la identidad cristiana y en la comprensión de la misión de la Iglesia en el mundo, la pastoral y la evangelización?

-El amor y el culto a los mártires del siglo XX es clave para la misión de la Iglesia en nuestros tiempos. Se trata de evangelizar un mundo que se ha vuelto pagano, que ha renunciado a la cruz del Señor y, por tanto, a la salvación que todo ser humano anhela en el fondo del alma.

»Los mártires son los “ciudadanos del Cielo” por excelencia. Su profecía y su mensaje de esperanza iluminan nuestro camino y fortalecen nuestra fe. Pero no sólo eso. Ellos están con nosotros, junto con todos los santos y, en especial, la Santa entre los santos, la Madre de la Iglesia, como protagonistas de la evangelización.


Mons. Piero Pioppo, nuevo Nuncio Apostólico en España

(C.E.E.) El papa León XIV ha nombrado Nuncio Apostólico en España a Mons. Piero Pioppo, arzobispo titular de Torcello y, hasta la fecha, Nuncio Apostólico en Indonesia y ante la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). El nombramiento se hace público a las 12.00 horas de hoy, lunes 15 de septiembre, y así lo ha comunicado la Nunciatura Apostólica a la CEE.

El nuevo Nuncio Apostólico en España nació el 29 de septiembre de 1960 en Savona (Italia). Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1985, incardinándose en la diócesis italiana de Acqui Terme. Es Doctor en Teología Dogmática.

Ingresó en el Servicio Diplomático de la Santa Sede el 1 de julio de 1993, prestando sus servicios en las Nunciaturas Apostólicas de Corea, Chile y en la Sección para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado.

Fue nombrado Prelado del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el 7 de julio de 2006. Unos años más tarde, el 25 de enero de 2010, fue nombrado Nuncio Apostólico en Camerún y Guinea Ecuatorial y arzobispo titular de Torcello. Recibió la ordenación episcopal el 18 de marzo de 2010.

En la actualidad era Nuncio Apostólico en Indonesia, desde el 8 de septiembre de 2017, y ante la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), desde el 19 de marzo de 2018.

Habla italiano, francés, inglés y español.

domingo, 14 de septiembre de 2025

Evangelio de la Exaltación de la Santa Cruz

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».

Palabra del Señor

Ruge el León. Por Monseñor Jesús Sanz Montes O.F.M.

Hoy quiero hablar de la historia de un león. No me refiero a un inocente personaje del Libro de la Selva que haga las delicias de nuestros pequeños en sesiones de dibujos animados. Hace unos días el Papa León de modo impresionante abordó en sus catequesis el grito de Jesús en la cruz: “también hay esto en el grito: una esperanza que no se resigna. Se grita cuando se cree que alguien todavía puede escuchar. Se grita no por desesperación, sino por deseo. Jesús no gritó contra el Padre, sino hacia Él. Incluso en el silencio, estaba convencido de que el Padre estaba allí. Y así nos mostró que nuestra esperanza puede gritar, incluso cuando todo parece perdido”. Precioso apunte, pero aquí me voy a referir a otro tipo de “león”, que la Iglesia ha subido a los altares y del que vale la pena aprender como explicación viva de lo que decía el Papa.

Le llamaban el “león de Münster”, porque su garganta rugía al clamar la libertad ante la barbarie nazista de Hitler. Era el obispo de esta bella ciudad alemana que nos descubre sus encantos góticos y nos comparte su hondo legado cultural. Hasta allí llegó la zarpa del totalitarismo ideológico que, por excluir al verdadero Dios, terminó aniquilando al hombre. El miedo hizo que no pocos testigos de tamaña crueldad miraran para otro lado como si los ojos se quedasen en blanco o cautivos en alguna abstracta flor.

Pero estaba la mirada libre, los labios sin mordaza, y los brazos abiertos en par del cardenal Clemens A. von Galen (1878-1946). Con el evidente riesgo de su propia vida protegió a los judíos y a las personas más débiles, que el régimen consideraba como despojos que había que eliminar. Resulta ejemplar su testimonio cristiano en un momento en el que nuevamente se quiere reducir la fe a una cuestión intimista y clandestina, al margen de toda relevancia pública y social. Como recordaba el Papa Benedicto XVI, «la fe no puede reducirse a un sentimiento privado, que se esconde quizá cuando se convierte en algo incómodo, sino que implica la coherencia y el testimonio en el ámbito público a favor del hombre, de la justicia, de la verdad».

La fe se hace grito de libertad y abrazo solidario por amor a Cristo, cada vez que quedan en entredicho los derechos de Dios, los de la Iglesia y los de los hombres. Von Galen salió valedor del pueblo judío y de los que Hitler quería prescindir al condenarles a la eutanasia en su tribunal de la locura. La defensa de los débiles que hizo el Obispo, como quien reclama la verdad y la dignidad de las que Dios nos dotó a todos sus hijos, no adoptará como método la violencia revolucionaria, sino la inequívoca identidad católica que logra amar a Dios, al hombre y al propio pueblo al que se pertenece. Como se dijo en su beatificación, «frente a la ensordecedora música marcial y a las frases vacías de los megáfonos procedentes de las tribunas de los oradores, él opuso la veneración de la santa Eucaristía, la silenciosa adoración contemplativa del Señor, hecho pan».

Tenemos necesidad de testimonios así en nuestro momento actual, que nos ayuden a mirar con libertad las cosas, a abrazar la realidad con manos tiernas y decididas a la vez, a rugir como lo hicieron los profetas y los santos para contar la verdad de Dios y la del hombre. Hoy aquellos por los que luchó el cardenal Von Galen, tienen otros nombres. Y los que pretenden imponer su totalitarismo también. Es el reto apasionante que nos emplaza hoy a nosotros cuando la familia se hace vulnerable para debilitar una cultura y una sociedad, cuando la educación se manipula como instrumento de control de un pueblo, cuando la libertad queda en entredicho, cuando la verdad se abarata hasta la mentira como gobernanza y cuando los pobres de todas las pobrezas siguen estando sin cobijo ni oportunidad entre las vallas de cualquier valladar. El Papa León nos ha presentado el grito de Jesús, y el Obispo “león de Münster” dio la vida para que ese grito cristiano trajera libertad y paz. Todo un reto para nuestros días.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

''Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Este domingo es especial, y es que nos tocaría estar viviendo el domingo XXIV del Tiempo Ordinario; sin embargo, al caer este año el 14 de septiembre en domingo, queda eclipsada la liturgia dominical por la de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. De esta forma la Iglesia nos invita en este día a poner nuestro ojos en el madero redentor, al que las gentes de nuestra tierra siempre han profesado tanta devoción, como demuestra el culto a las reliquias de la Pasión en nuestra Catedral y los Santuarios diseminados por toda la Diócesis, e incluso al tener a la Cruz como emblema de Asturias, de Oviedo y de tantos municipios que así la tienen en su escudo o bandera como Gijón, Caso, Allande, Gozón y tantos otros. 

¿Por qué celebramos siempre este día de septiembre la Cruz, el Cristo...? Porque fue un 14 de septiembre el día en que fue dedicada la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, en el año 335. Es por esto que en esta fiesta se no llama a sumergirnos en el misterio de la Cruz, que para unos es locura y y escándalo, y  para nosotros sabiduría de Dios

La primera lectura del Libro de los Números nos relata la escena del pueblo de Israel que se enfrenta a unos enemigos propios del desierto como son las serpientes; este es un símil muy claro de lo que hace el pecado en nuestra vida: sale a nuestro paso, nos muerde y nos deja heridos. Esta escena de Moisés elevando la serpiente de bronce en su estandarte para sanar a los enfermos víctimas de las mordeduras de los reptiles, es el paralelismo perfecto de lo que Dios hará con su Hijo qué, elevado en la Cruz, es hoy contemplado en incontables imágenes, iconos, cuadros y crucifijos en el mundo entero. La llevamos al cuello, nos signamos con ese gesto, la colocamos sobre nuestro féretros y sepulturas, y es que la cruz ya no es para nosotros un símbolo de condena, sino por el contrario de salvación. La Cruz tiene enemigos, ciertamente, personas que les molesta verla, que la quieren hacer desaparecer de todas partes, y ahí vemos un signo inequívoco del poder de la Cruz que hace que el mal se revuelva, que el demonio busque la forma para quitarla de todos los espacios que pueda, pero siempre perdiendo el tiempo, dado que si algo representa el leño redentor es precisamente el perdón, amor, misericordia y reconciliación. Por eso hoy más que nunca hemos de hacer gala de la cruz en nuestros hogares, en nuestros ambientes, en la vida pública... Sólo si amamos la cruz respondemos en verdad a la oración del salmista: ''no olvidéis las acciones del Señor''. 

En la segunda lectura de San Pablo a los Filipenses hemos escuchado ese himno precioso que con frecuencia rezamos en la liturgia de las horas: ''Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz''. Estas palabras que el Apóstol dirige a la comunidad de Filipos es una petición hoy para nosotros, para meditar sobre este misterio de la Kénosis, del abajamiento de nuestro Salvador que se despojó hasta de sí mismo, se vació de lo humano y lo divino por puro amor. Jesucristo acepta ser tratado de forma inhumana para tratarnos a nosotros con misericordia frente a nuestra miseria y pecado. Vivir la espiritualidad de la cruz implica también esto: aceptar también nosotros las humillaciones, los abajamientos y patíbulos que nos tocan cada día como crecimiento interior para estar más cerca del Señor y de su pasión y muerte. La invitación a tomar nuestra propia cruz y a seguir al Maestro sigue en pié, lo que ocurre es que con frecuencia queremos decir sí a seguir a Jesús, pero le queremos sin cruz. El Papa León XIV en su audiencia del pasado día 3 de septiembre nos decía: ''En la cruz, Jesús nos enseña que el ser humano no se realiza en el poder, sino en la apertura confiada a los demás, incluso cuando son hostiles y enemigos. La salvación no está en la autonomía, sino en reconocer con humildad la propia necesidad y saber expresarla libremente''.

El evangelio de esta festividad tomado del capítulo 3 de San Juan, nos presenta el diálogo de Jesús con Nicodemo. En primer lugar, hay que dedicar una palabra a este personaje: una persona bien posicionada de su tiempo que sigue al Señor, pero lo hace de forma clandestina; acude a verle de noche para no levantar sospechas. También hoy se vive mucho esto, personas que pasan por ateas o indiferentes por temores propios en sus hogares, trabajos o ambientes, y luego, sin embargo, acuden a hurtadillas al templo, se acercan a Jesucristo en visitas furtivas o se prendan de su Evangelio. Todos en buena medida somos un poco como Nicodemo, con nuestros temores y vergüenzas a la hora de testimoniar nuestra fe y amistad con Jesús, como el amigo que nunca nos falla. Sólo en Él y en su Cruz encontramos paz, verdad, salvación... Las palabras de Cristo a Nicodemo son en paralelismo exegético la actualización de la primera lectura del Libro de los Números: ''Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna''. Hoy ya no miramos a una serpiente de broce, sino a Jesús mismo crucificado, quien se ha entregado por amor por nuestra salvación. Ahora bien, no basta con creer que Jesucristo me ha salvado con su cruz y ya puedo hacer lo que quiera, sino que he de aceptar ese proyecto salvífico que Dios tiene pensado para mí: vivir conforme al Evangelio y honrando con mis actos la cruz del Señor. Pero como los cristianos no vivimos de forma aislada ni autónoma, sino en comunidad, otra dimensión fundamental para encarnar la espiritualidad de la Cruz pasa por saber reconocer las cruces y los crucificados de hoy que sufren y padecen a mi alrededor. Esta fiesta es muy querida, pues no se queda en la Cruz, sino que desde esta miramos al cielo; el evangelio de hoy nos habla del final, pero este entendido como examen de amor. Jesús crucificado es el emblema del amor de Dios a un mundo que lo rechaza. Con frecuencia se nos olvida que por nosotros mismos ''Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único''...