martes, 16 de diciembre de 2025

La Catedral de Oviedo coloca bajo su altar las reliquias de mártires del siglo XX

(Infovaticana) La Catedral de Oviedo acogió el domingo 14 de diciembre la colocación solemne de una arqueta con reliquias de varios beatos mártires del siglo XX bajo el altar mayor. El acto tuvo lugar al inicio de la celebración eucarística del tercer domingo de Adviento, presidida por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes.

Según informó la propio archidiócesis, en la arqueta fueron depositadas reliquias de los beatos Gregorio Díaz Pérez, Celestino Alonso Villar y Emilio Sainz López, frailes dominicos asesinados en el Convento de Navegas, en Tineo; así como del beato Juan Alonso, natural de Oviedo y misionero del Corazón de María, martirizado en Barbastro, y del allerano Juan Alonso, misionero del Sagrado Corazón, martirizado en El Quiché, Guatemala.

Memoria martirial en el tiempo de Adviento

Durante la homilía, el Arzobispo enmarcó este gesto en el contexto litúrgico del Adviento, recordando su sentido como tiempo de preparación interior y de espera cristiana en sus tres dimensiones: la memoria de la primera venida de Cristo, la esperanza de su retorno al final de los tiempos y el reconocimiento de su presencia viva en medio del pueblo de Dios.

En referencia al tercer domingo de Adviento, Mons. Sanz subrayó la llamada de la Iglesia a una “tregua de alegría”, una alegría que no nace de las circunstancias externas, sino de una esperanza arraigada y de una paz interior sostenida por la fe.

Al evocar el testimonio de los mártires cuyas reliquias quedaron depositadas bajo el altar, el Arzobispo recordó que la Iglesia, portadora de la luz, la verdad y la belleza, ha sido perseguida a lo largo de la historia y seguirá siéndolo. Un hecho que, señaló, forma parte esencial de la identidad cristiana como “provocación amable” y “provocación pacífica” en medio del mundo.

Llamados a ser “relicarios vivos”

Mons. Jesús Sanz concluyó invitando a los fieles a contemplar la arqueta no solo como objeto de veneración, sino como una llamada personal a convertirse en “relicarios vivos”, testigos de la presencia de Dios en la vida cotidiana. Una exhortación a caminar hacia la Navidad con esperanza firme, sostenidos por la fe y bajo la protección maternal de la Virgen María.

lunes, 15 de diciembre de 2025

El Gobierno socialista intenta silenciar a la Iglesia por criticar la parálisis institucional

(InfoCatólica) La izquierda vuelve por donde solía. Ahora quieren silenciar a la Iglesia en España. Quieren ocultar manto de corrupción económica del Partido Socialista (PSOE) y especialmente los casos de abusos sexuales y beneficios de la prostitución en el ámbito del Presidente socialista con amenazas. Una conducta que hay que tomar en serio conociendo el pasado de la izquierda. Estamos a las puertas de los 90 años de «¡Arderéis como el 36!»


Horas después el triministro de la no separación de poderes, Cortes, Justicia y Presidencia, el Sr. Bolaños arremetía también en una carta en la que exigía al presidente de la Conferencia Episcopal:

«Le pido expresamente que se abstenga de romper su neutralidad política y actúe con respeto hacia la democracia y el Gobierno. Y en este sentido, le emplazo a abordar los retos a los que se enfrenta la Iglesia y la relación con el Gobierno con ánimo constructivo y respetando todas las sensibilidades que existen en nuestro país»

Y puerilmente se quejaba también de que Argüello afirme que sus relaciones con el Ejecutivo hayan estado centradas en «el Valle de los Caídos», obviando que «desde la entrada en vigor de la actual Ley de Memoria Democrática su nombre es Valle de Cuelgamuros».

El ministro no debe tener nadie cerca que le evite estos ridículos, ya que el puede llamar al monte donde se sitúa la Basílica y el Monasterio como quiera, incluso con referencias a la Reconquista. Lo que no puede es cambiar el nombre de la Abadía y la Basílica, pues así las erigió San Juan XXIII.

Respuesta de la CEE y Argüello

La Conferencia Episcopal Española ha señalado lo evidente:


El hecho mismo de que los medios pregunten a la Iglesia su opinión sobre la actualidad desmiente que la Iglesia deba ser un agente ausente de la vida pública y la opinión social. Ser miembro de la Iglesia no impide opinar sobre la vida pública ni dar entrevistas.

Y su presidente también ha dicho que no le van a callar:


Ante el respeto a la vida y su dignidad, la comprensión y el apoyo a la familia en la vivienda y la educación, la acogida de inmigrantes, el servicio a los pobres, la libertad religiosa y de conciencia y el respeto a las reglas básicas del Estado de Derecho, no soy neutral.

Entrevista objeto de la histeria de la izquierda

El diario La Vanguardia publicó este domingo una entrevista con el presidente de la Conferencia Episcopal en la que manifestaba que la situación política en España está más «bloqueada» aún que hace seis meses por la falta de Presupuestos y por ello pide ir a «una cuestión de confianza, moción de censura o dar la palabra a los ciudadanos. Es decir, lo que prevé la Constitución».

Explicó que la relación con el Gobierno ha estado marcada los últimos meses por el Valle de los Caídos y la reparación a las víctimas de abusos de la pederastia eclesial, pero lamenta no abordar la educación, «constantemente desafiada y sobre la que se necesita un pacto de Estado», y ha instado a preguntarse por qué hay jóvenes que no tienen como referencia las democracias liberales.

También afirma que no hay que sacralizar la Constitución, cuyo texto incluye cómo cambiarla: Argüello defiende abordar «la cuestión del heredero o heredera de la Corona» y clarificar el significado de 'nación', 'nacionalidades' y 'regiones'.

«Es difícil valorar el significado de las diferencias que no rompan ni la libertad ni la igualdad sin caer en el 'café para todos», afirma sobre estos tres conceptos.

Posibles respuestas

El grado de desesperación es tal en la izquierda española que no se descarta que se incida en medidas de presión adicionales como las campañas de El País sobre los abusos, reactivadas cuando los casos de abusos sexuales y beneficios a título lucrativo de la prostitución salpican al presidente del gobierno o el mismo Valle de los Caídos.

Es probable que como ocurre recurrentemente se reactive la ruptura del Acuerdo con la Santa Sede o los temas de financiación

ATENTOS

                     


domingo, 14 de diciembre de 2025

''Ven, Señor, a salvarnos''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Llegamos al domingo III del Adviento que llamamos ''Gaudete'', una jornada para alegrarnos, regocijarnos, estar alegres... El nombre proviene del antífona de entrada o introito ''Estad siempre alegres en el Señor'' «Gaudete in Domino Semper». Y la alegría nos viene por caer en la cuenta de lo cerca que está ya el Señor de nosotros, lo poco que falta para Navidad y nacer de nuevo en nuestro corazón. Y quizás podría uno pensar: ¡Con todo lo que yo tengo encima como para estar alegre por ser navidad!... Hay muchas personas que viven con angustia estos días, que les gustaría pasar del 23 de diciembre al 7 de enero, pues muchas veces pensamos equivocadamente que para vivir el tiempo de navidad necesitamos tener dinero, salud o que todo vaya como la seda en nuestra vida. ¡Nos equivocamos! Para vivir estas fiestas que se acercan sólo se necesitan dos personas, Él y yo. Y si dejamos que Jesús nazca de verdad en nosotros se curarán nuestras heridas, penas, resentimientos, rencores o nostalgias... 

Si nos fijamos en las lecturas de este domingo, aparecen personas desgraciadas, y es que para estos viene el Mesías, no para los que ya lo tienen todo o no necesitan ayuda, sino para los que no tienen nada y los que están necesitados de tantos auxilios. Así nos lo recuerda el profeta Isaías: ''Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes; decid a los inquietos: «¡Sed fuertes, no temáis. He aquí vuestro Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios. Viene en persona y os salvará». Cuántas personas viven sin esperanza, en una auténtica peregrinación en una vida de desierto, pues caminan orientando su vida de espaldas al Señor: ¡Esto no nos puede ocurrir a los creyentes! Por eso el adviento nos recuerda que somos buscadores incansables de Dios, que nuestra vida ha de ser un adviento sin término, siempre atentos a reconocer y recibir a Cristo que viene y que ya ha llegado a nosotros. 

La alegría ha de reflejarse en nuestra vida: ¿Qué puede ser tan malo como para quitarnos la alegría, si cuando acogemos a Jesucristo en nosotros ya lo tenemos todo? Nuestro gozo es ya una predicación y un signo de que sabemos de quien nos hemos fiado, de que estamos seguros que Él vendrá y alegrándonos el presente y a damos un futuro de esperanza, "como se alegrará la estepa y florecerá'', tal como indica el Profeta. El apóstol Santiago por su parte, nos habla en el fragmento de su carta que debemos esperar ''con paciencia hasta la venida del Señor''. Pero aquí no se nos está hablando de la venida del Niño Jesús, sino de la ''Parusía'', término griego que significa ''llegada'' y que se refiere al fin de los tiempos, a la segunda venida del Señor, al juicio último cuando seremos juzgados; sí, pero también redimidos. Por eso vivimos no huyendo del mañana, sino enfocando el futuro como nos ha dicho esta segunda lectura "al igual que el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía''. Toda buena espera debe de ir acompañada de paciencia, serenidad y fortaleza, sino acabará siendo una espera desesperada. Esperemos por Aquél que merece nuestro tiempo y nuestra espera, y preparémonos para su venida. 

Finalmente, el evangelio de este tercer domingo está tomado del capítulo 11 de San Mateo, que nos presenta a San Juan Bautista en prisión y al que le llegan noticias del exterior, y cómo ante la duda envía a sus discípulos para hacer la gran pregunta: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» Este es el gran interrogante de hoy: ¿Esperamos realmente al Mesías o nos conformamos con cualquier mesías?... Esperar a Jesús y acogerle implica quererle con todo lo que Él trae, es y supone, pues sí decimos ''yo quiero a Jesús, pero no aceptar el sufrimiento''; ''yo quiero a Jesús, pero con matices''; ''yo quiero formar parte de su Iglesia, pero debería ser otra forma''... No nos engañemos: o sí, o no; no esperemos a alguien a nuestra medida, que no es realmente el que viene, o incluso tenemos ya por Mesías una idea preconcebida y puramente humanizada... El Señor viene a buscar a los perdidos, a dar vista a los ciegos, a que los leprosos queden limpios, a que los sordos oigan y los muertos resuciten, etc. Y también dice algo muy curioso: ''y los pobres son evangelizados''... No dice que los pobres dejarán de serlo o los ricos se conviertan en pobres; no habla de capitalistas y marxistas -''Pauperes evangelizantur”- curiosamente el lema del Cardenal Don Marcelo González Martín. Y es que la misión de la Iglesia no es que desaparezca la pobreza, sino que la fe le de la riqueza ponga luz a su oscuridad y a todas las muchas pobrezas. También nosotros en esta recta final del adviento debemos reflexionar que no salimos a contemplar cualquier cosa, sino a esperar al Príncipe de la Paz, que hoy nos dice "¡bienaventurado el que no se escandalice de mí!" Esto es lo que tienen los profetas como San Juan Bautista: señalan lo que va mal e indican lo que hay que hacer para transformarlo en bien. También Jesús nos presenta esto de una forma más profunda con el evangelio y que tantas veces nos sonroja, como si nos estuviera describiendo milimétricamente. Preparémonos en estos días que nos quedan hasta la Navidad para que nos encuentre bien dispuestos y, profundamente necesitados de Él, a acogerle como dice el salmista: ''Ven, Señor, a salvarnos''.

Evangelio Domingo III de Adviento “Gaudete”

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 2-11

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle:
«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».

Jesús les respondió:
«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».

Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?

Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”.

En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».

Palabra del Señor

Al pairo sin posada. Por Monseñor Jesús Sanz Montes O.F.M.




Llamaron a varias puertas, pero no se les abrió ninguna. Se encontraron como extranjeros, sin techo donde cobijarse, al pairo desamparado de una imprevista deriva. La situación de no encontrar posada les hizo masticar la dureza real de una vida sin alero, sin refugio, sin el hogar entrañable que tal vez cada día soñaban como cualquier otra familia. Una ley resultada de un edicto imperial que quería hacer censo global en todo el Imperio Romano, forzó aquel viaje desde la Galilea de Nazaret hasta la Judea de Belén, por imperativo legal. Y esta circunstancia que tantos artistas han escenificado con los pinceles de sus pinturas, con los relatos de sus versos y obras teatrales, con las estrofas de sus poemas musicales, tiene una valencia más cercana y cotidiana de lo que nos parece.

Lo he podido comprobar hace sólo unos días visitando un albergue de nuestra Cáritas diocesana donde tienen recogidos a casi 80 personas que deambulan de aquí para allá, no pocos de ellos sin los papeles que legitiman su trasiego, su búsqueda honrada de trabajo, y su deseable hallazgo de una casa que se transforme en su hogar para ellos y sus familias errantes, viniendo tantos de ellos de lejanas tierras también.

Siempre que te adentras en ese territorio del desamparo, a poco que tengas la mirada atenta y el corazón provocado, te asomas a una realidad que no puede dejarte frío, distraído o escaqueado y zafado. Aquel “no encontraban posada” con el que se describe la zozobra de la Sagrada Familia, tiene muchas versiones actuales que son reconocibles en historias contemporáneas en nuestro mundo de hoy. Por eso, me pareció algo sobrecogedor dentro de la ternura que me suscitaba, la visita que hice a este espacio del Albergue Cano Mata precisamente en estos días que anteceden a la Navidad.

Tuvimos un programa de la Cadena Cope in situ, y se fueron entrevistando a responsables del albergue, algunos voluntarios y trabajadores, y también a varios de los acogidos en esa casa de Cáritas diocesana. Fui también invitado a participar en una mesa redonda donde fuimos interviniendo en esa rueda de impresiones y pareceres tan conmovedores. Para mí era inevitable la comparanza con la escena de Belén que recordaba la falta de posada. Y también cómo el mismo Jesús tuvo aquella provocativa declaración que sorprendió a sus discípulos en una incómoda mala conciencia que ha atravesado los dos mil años de cristianismo: “estuve desnudo, hambriento y sediento, enfermo y en la cárcel, sin techo ni cobijo, fui extranjero errante”, como refiere el capítulo 25 del Evangelio de San Mateo. Es la divina comunión de Cristo que se identifica hasta el abrazo más solidario con aquellos escenarios en donde la gente sufre de verdad por las mil circunstancias en las que la vida nos pone a prueba y zarandea hasta el extremo. También el Señor experimentó esa situación de no tener sitio para nacer, o tener que huir a Egipto al poco de haber nacido.

Pero fue el testimonio de uno de los usuarios del albergue, lo que acabó de conmoverme profundamente. Desde su llegada a España desde un país de la América hispana, sufrió lo que significa no tener los papeles, no encontrar trabajo ni poderlo buscar, tener que dormir a la intemperie o rebujado en los cajeros callejeros de las entidades bancarias. Salió a flote, y ahora con sus papeles en regla y un precario pero digno trabajo, va por los cajeros de la noche para auxiliar de mil modos a lo que pasan por lo que él pasó. Y nos decía: a mí me ayudaron, yo debo ayudar. Es lo que Jesús proponía a sus discípulos para aprender tamaña lección: lo que hacéis o dejáis de hacer con estos mis pequeños hermanos, tiene que ver conmigo. Preciosa lección que nos enseña a situarnos en estos días con aquella misma entraña que nos presenta Jesús para ser testigos de la esperanza en medio de un mundo tan ensimismado en sus decadencias y corrupciones más insolidarias.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

sábado, 13 de diciembre de 2025

Comienza un Año Jubilar de San Juan de la Cruz

(Iglesia de Asturias) Se cumplen 300 años de la canonización de San Juan de la Cruz y 100 de su proclamación, en 1926, como Doctor de la Iglesia, por el Papa Pío XI. Con este motivo, este sábado, 13 de diciembre en Segovia, en la iglesia de los Carmelitas Descalzos donde se conserva su sepulcro, se celebrará el acto de apertura de un Año Jubilar Sanjuanista, que tendrá como lema «La esperanza tanto alcanza cuanto espera». Al día siguiente, domingo 14 de diciembre, se abrirá la Puerta Santa en Fontiveros (Ávila), localidad natal del santo.

En nuestra diócesis la celebración de comienzo de este Año Jubilar tendrá su sede en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, de los Padres Carmelitas, en Oviedo, este domingo 14 de diciembre a las 13,15 h, con la eucaristía presidida por nuestro Arzobispo, Mons. Jesús Sanz. Además, las dos comunidades de frailes Carmelitas Descalzos en la diócesis, en Oviedo y en Gijón, tienen previsto llevar a cabo un ciclo de conferencias, a lo largo de este año, para dar a conocer la figura de este santo místico y poeta abulense.

«Un hombre que supo conjugar muy bien lo humano y lo divino», destaca el carmelita Roberto José Gutiérrez. Su nombre de pila era Juan de Yepes. «Al abrazar la vida religiosa como carmelita calzado o de la antigua observancia, se puso Juan de San Matías –explica fray Roberto José– y luego ya cuando abrazó el nuevo estilo de vida que nuestra Santa Madre Teresa de Jesús con él impulsa, la reforma teresiana, adopta el nombre de San Juan de la Cruz, por el que es conocido». Fue «un gran soñador, un gran místico y un poeta», destaca el padre carmelita de la comunidad de Oviedo, que refiere que «su vida fue apasionante y digna de ser conocida, la vida de un pobre, la vida de un fraile».

Así como Santa Teresa de Jesús deja conocer distintos aspectos de su vida en sus obras, San Juan de la Cruz «no es amigo de hablar mucho de sí mismo», explica el padre Roberto. «Cuando escribe, lo hace sobre todo para describir ese camino que lleva al hombre a Dios y Dios al hombre, que es lo que a él le interesaba». Nacido en el año 1542 sin que se sepa a ciencia cierta la fecha exacta, en Fontiveros, un pequeño pueblo de Ávila, su familia era muy pobre. «En realidad su padre Gonzalo venía de una familia más acomododa, pero su madre, Catalina, no». Algo que la familia paterna nunca vio con buenos ojos. «Sin embargo, era un matrimonio muy unido y de esa unión nacieron tres hijos», explica el padre Roberto. Uno de los hermanos falleció siendo muy pequeño y también falleció su padre Gonzalo cuando él era aún un niño. «El panorama de pobreza era desolador», explica el carmelita. «Se dedicaban a los tejidos, y cuando la madre se quedó viuda, se trasladaron a Medina del Campo, un núcleo comercial importante. Allí se asentaron y desde jovencito San Juan de la Cruz comenzó a trabajar. Entró al Hospital de las Bubas a curar heridas de enfermos infecciosos para poder sacar un sustento. Los padres jesuitas se percataron de que era un hombre con una mente muy lúcida y le ofrecieron poder estudiar. Entonces entró en la vida religiosa, en lo que llamábamos la Orden del Carmelo calzado, de la antigua observancia, y fue a Salamanca a estudiar Filosofía y Teología», explica. «Fue ya en los últimos años cuando se encontró con nuestra Madre, Teresa de Jesús, que ya había comenzado toda la reforma teresiana –explica el padre Roberto–. La Santa se encontraba en Medina del Campo, la segunda fundación y un fraile ya le había hablado de las inquietudes de San Juan de la Cruz. Estaba buscando, no se sentía a gusto y quería algo más. Cuando la santa se enteró de eso, quiso hablar con él y tuvieron una entrevista en el locutorio del convento de Medina. Se quedó admirada desde el primer momento», dice. «No es que se vieran mucho a lo largo de sus vidas, pero la santa siempre le admiró y de hecho, se lo llevó al convento de la Encarnación de Ávila para ser confesor de las monjas».

Por este motivo, aunque tanto para las monjas como para los frailes carmelitas su fundadora fue Santa Teresa, San Juan de la Cruz siempre ha tenido un halo de «confundador». «Él fue el primer carmelita descalzo», explica.

Todo ello le trajo complicaciones. Una «persecución dentro de la propia orden, por esa parte humana que desgraciadamente a veces existe», y también incluso llegó a estar «encarcelado», pues la antigua orden no veía con buenos ojos el proceso reformador que Santa Teresa había comenzado y fue denunciado. Estando de confesor en el monasterio de la Encarnación, en Ávila, fue llevado a Toledo, apresado. «Allí estuvo como unos nueve meses en la cárcel y fue donde compuso las mejores obras literarias, sobre todo las primeras once estrofas del cántico espiritual», cuenta el padre Roberto.

Lo bueno de San Juan de la Cruz es que quedan sus obras para recordarle de primera mano. «Son sus escritos, no lo que nos han contado otros, sino lo que él nos ha dejado», afirma el carmelita, que destaca que San Juan de la Cruz escribió cuatro obras mayores: Subida al Monte Carmelo; Noche Oscura; Cántico Espiritual y Llama de Amor Viva. En todas ellas describe un itinerario para esa comunión, esa unión con Dios». Fue nombrado patrono de los poetas por San Juan Pablo II, cuya tesis doctoral se basó en San Juan de la Cruz. Puede ser un buen año para acercarse a la figura, a veces tan desconocida, de este «soñador, místico y poeta».