viernes, 31 de octubre de 2025

Hoja Informativa del Cementerio Parroquial de Lugones 2025


MOVIMIENTO ECONÓMICO:

‐SALDO a 01/11/2024: 17.402´23€

‐INGRESOS por cuotas, servicios y colectas desde el 01/11/2024 al 31/10/2025: 20.182´00€

TOTAL INGRESOS: 37.584´23€

Seguimos observando que servicios y colectas se mantienen a la baja. Es importante regularizar y actualizar las cuotas los que no lo hayan hecho aún: 10€/Nicho/año). De igual modo, algunos sólo se ponen al día cuando se les exige por la Funeraria Concesionaria de los servicios al ejercitar ‐por necesidad‐ el “Derecho de Uso”. Indicamos que los nichos que en el tiempo se observe que no abonan la cuota y/ó se encuentren en estado de “abandono” (material y económico) podrán ser intervenidos y puestos nuevamente a disposición parroquial ante la necesidad de nuevos enterramientos, trasladando los restos que hubiere en ellos con el debido decoro al Osario Parroquial.

GASTOS:

‐Reparaciones y arreglos de zonas comunes (desconchados, cargas, pinturas puntuales en zonas concretas) 3.188´00€

-Drenajes por atascos y limpieza de desagües y alcantarillados 3.735´00€

‐Retrocesiones compensadas en las titularidades de nichos antiguos y saneamiento de estos para nueva disposición 11.150´00€

‐Mantenimiento general, materiales de limpieza y limpieza ordinaria y de aceras 2.580´76€

TOTAL GASTOS: 20.653´76€

SALDO A 01/11/2025: 16.930´47€

Protocolo de recursos económicos y financiación:

A) ‐Cuotas y servicios; 
B) ‐Colectas de Funerales;
C) ‐Aportaciones de la Parroquia
D) –Créditos (si hiciesen falta)

CUENTA CEMENTERIO:

BANCO SANTADER (misma cuenta y oficina que cuando era “el Popular”):

ES40 0075 0882 19 0600029256 (se debe pagar a nombre del titular, no de terceros, reseñando los nichos y adjudicatario real para la adecuada identificación y poder adjudicar debidamente el pago)

PREVISÓN DE OBRA DE MANTENIMIENTO Y REHABILITACIÓN GENERAL EN BATERÍAS Y MURO PERIMETRAL:

Tenemos en previsto acometer en varias fases una nueva rehabilitación general de los laterales de las baterías, con cargas integrales y pintado de las más deterioradas y/ó panelización de éstas. No se ha podido acometer aún por inclemencias meteorológicas discontinuas, y falta de disponibilidad del personal de mantenimiento y contratista, así como pintado nuevamente del muro perimetral y limpiar su canalones.

RECORDAMOS que el impago de la cuota puede dar lugar a la revocación del título del “Derecho de Uso” (quien abandona la obligación que conlleva un derecho, abandona también el propio derecho) y, en todo caso, no se atenderá ningún “servicio”, ni por la “Funeraria SAN PABLO” (Concesionaria de los servicios del Cementerio) ni por la Parroquia, que no esté al corriente de pago. Igualmente, TODAS las obras que se realicen en los nichos o en su entorno han de contar con el PERMISO ESCRITO de la Parroquia, titular y única administradora del Cementerio y sus nichos, y, en caso de su concesión, quedará el mismo condicionado al cumplimiento del criterio estético que recoge la normativa eclesiástica vigente, y que se reseña al reverso de los “Títulos o Escrituras.”

‐Funeraria San Pablo: (985 27 79 99) exigirá siempre para cualquier intervención en los nichos el Título (“Escritura”) del “Derecho de Uso” y los recibos de estar al corriente de pago de las anualidades del 2005 en adelante, así como el Permiso de Obras y la capacidad jurídica para intervenir en ellos.

ANTE CUALQUIER DUDA O ACLARACIÓN DIRIGIRSE AL DESPACHO PARROQUIAL:

DE MARTES A VIERNES DE 18 A 19 HORAS; 
TF.985 26 04 14//URGENCIAS: 659 31 33 53

31 de octubre: san Alonso Rodríguez, el viudo que abrió 30 años la puerta a Jesús

(Alfa y Omega/ José Calderero de Aldecoa) A Alonso Rodríguez se le recuerda, principalmente, por los 30 años que pasó como portero en un colegio de Mallorca, pero tuvo otra vida anterior a la de jesuita en la que estaba casado y tenía tres hijos, y esta también la supo vivir con la heroicidad propia de los santos. «Todas las circunstancias que se le ponen por delante en la vida son un camino hacia Dios para él. Los primeros estudios, su matrimonio y paternidad, su posterior lucha por ser jesuita y, por supuesto, las tres décadas que se pasó abriendo y cerrando una puerta; todo lo vivió con tal hondura que todavía hoy es un modelo de santidad para mucha gente», asegura Daniel Cuesta, SJ, que comparte procedencia y orden religiosa con el protagonista de esta historia.

Nacido en Segovia en 1533, Rodríguez fue el segundo hijo de un exitoso comerciante de lana. Gracias a la hospitalidad de su padre, que en una ocasión acogió en su casa a Pedro Fabro —uno de los primeros compañeros de San Ignacio —, el pequeño Alonso entró muy pronto en contacto con la Compañía de Jesús. De hecho, fue el propio Fabro el que le preparó para recibir la Primera Comunión. La cosa no acaba ahí. «A los 12 años su padre lo mandó al nuevo colegio de los jesuitas en Alcalá», revela Tom Rochford, SJ, en la hagiografía publicada por la Compañía. Todos estos indicios llevan a Cuesta a pensar que «la vocación de Alonso como jesuita es anterior a su matrimonio. Es solo una teoría, porque no podemos saber qué hubiera sido de su vida si hubiera seguido estudiando. Pero yo creo que hubiera entrado en los jesuitas y se hubiera ordenado sacerdote».

La historia, sin embargo, dio un giro radical cuando el padre de Alonso se murió y este se tuvo que hacer cargo del negocio familiar. Tiempo después, ya con 27 años, se casó con una tal María Suárez y el matrimonio tuvo tres hijos. En esta labor también destacó Rodríguez. «Era un buen esposo y un buen padre», confirma Cuesta. Con las habilidades empresariales sucedió al contrario. Su poca pericia en este ámbito, sumada a los fuertes impuestos a los que debía hacer frente, terminaron por dar al traste con el negocio.

A su ruina económica pronto se añadió la ruina personal. Su mujer y sus tres hijos fallecieron por la peste, dejando a Alonso solo y arruinado. Era el momento de retomar su relación con la Compañía de Jesús, y, pasado un tiempo en el que se dedicó a la oración, pidió su ingreso. «Pero su avanzada edad —en aquel momento tenía 35 años—, su frágil salud y lo limitado de su formación no lo hacían apto a los ojos de los jesuitas, que lo examinaron con vistas a su admisión», escribe Rochford.

El candidato no se vino abajo, sino que puso más empeño y se pasó dos años estudiando para obtener la formación necesaria para ser sacerdote. Incluso se trasladó a Valencia siguiendo a su director espiritual, que era un miembro de la orden. Pero el segundo intento tampoco obtuvo resultados, y los jesuitas valencianos que lo examinaron tampoco lo vieron apto. No así el provincial, que percibió su santidad y le dio el permiso para entrar en la Compañía.

Todas estas vicisitudes le generaron un cierto estigma de zote, pero Cuesta ha estudiado su figura y ha descubierto a otro Alonso Rodríguez «mucho más profundo», asegura. «Hay un reto muy grande, que es salir de ese Alonsito que solo reza el rosario, al que incluso se le representa con los dedos gastados de tanto pasar las cuentas, y descubrir a ese otro Alonso, con una hondura espiritual y una oración mística que recuerda a la de santa Teresa», añade el jesuita. De hecho, «recibía a muchos grupos de personas, también a distintas personalidades que buscaban su consejo. El propio Pedro Claver dialogaba mucho con Rodríguez, y es este quien le impulsa para su labor evangelizadora en Cartagena de Indias».

A pesar de toda esta labor, la etapa más conocida de su vida fue la que pasó en la portería del colegio Montesión de Mallorca. Allí fue destinado en 1579 y pasó cerca de tres décadas. El trabajo era sencillo: recibir a las visitas, abrir y cerrar la puerta, pasar avisos. «Era repetitivo y monótono, exigía mucha humildad, pero Rodríguez imaginaba que todo el que llamaba a la puerta era el mismo Señor, y saludaba a todos con la misma sonrisa que había reservado para Dios», asegura el hagiógrafo. De aquella época es el famoso: «¡Ya voy, Señor!», que Rodríguez profería cada vez que alguien llamaba a la puerta. Él se imaginaba que era el mismo Cristo quien esperaba al otro lado.

Sus días concluyeron el 31 de octubre de 1617. Se cuenta que llevaba dos días casi sin sentido y, en un momento dado, se despertó, besó su crucifijo y expiró después de repetir por tres veces «Jesús, Jesús, Jesús». No pasaron ni diez años de su muerte cuando fue declarado venerable. Más tarde, en 1633, se le nombró patrono de Mallorca. Su beatificación llegó en 1825 y su canonización, el 6 de septiembre de 1888.

jueves, 30 de octubre de 2025

Sentimientos al acercarse el mes de Noviembre. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Se acerca ya el mes de noviembre, que para los católicos tiene una vinculación especial con los Santos y los difuntos. Personalmente, este año lo vivo con mayor interioridad, pues en los últimos meses me ha tocado despedir primero a mi madre el pasado 9 de julio, y este 15 de octubre a mí tía Blanqui, su última hermana viva conviviente con ella. Me he quedado ya huérfano del todo, aunque esto me lleva a reflexionar y orar desde el agradecimiento. No pude disfrutar apenas a mi padre que con cuarenta y seis años falleció teniendo yo tan sólo cuatro y, sin embargo, el Señor me ha concedido el tesoro de tener a mi madre y a mí tía longevamente, con las que me crié y a las que debo buena parte de lo que soy, en tanto tiempo de vida a mi lado.

Siempre tuve muy claro que el día que una de las dos faltara, la otra se iría rápidamente detrás. Estaban tan unidas que yo sabía que una muerte llevaría aparejada casi de inmediato la otra. Y es que no sólo se muere de un problema de coronarias, un fallo multiorgánico o una insuficiencia respiratoria; también se muere de amor. En mi familia esto ya lo habíamos experimentado con mi padre y mi tía Nieves, la "suegra" (no lo era realmente) a la que él y mi madre estaban tan unidos. Dentro del mismo mes los enterramos a los dos aún cuando la matriarca de la familia gozaba de buena salud, más todo el mundo comentaba: "Nieves murió de pena"... Yo le doy gracias al Señor por mis difuntos, pue sé que para Él y para mí siguen vivos.

Desde el fallecimiento de mi madre mi tía no volvió a ser la misma; su único anhelo y súplica era irse cuanto antes. Días antes de morir así me lo dijo: "yo quiero irme ya con tu madre". Desde su postración, miró a la muerte no como enemiga, sino como aliada liberadora para irse con los suyos. Nunca he sido un sacerdote amigo de hablar de mi familia en las predicaciones; en mi casa siempre les gustó pasar por la vida sin hacerse notar, sin alaracas ni platillos. Con la muerte de mi madre me vi desbordado ante la avalancha de llamadas, mensajes y pésames que recibí, especialmente de mis feligreses. Con la muerte de mi tía, aunque no lo oculté y agradecí los pésames, no quise que se publicara en ningún medio de la Parroquia ni que se contara mucho. Mi hermana y yo queríamos vivir esta despedida de forma más familiar; aún así, fueron no pocos los feligreses que se acercaron a acompañarnos en Candás en la despedida de tía Blanqui, y es que una esquela en Carreño con el apellido Vila rápidamente se relacionó conmigo.

Algunos me dicen que han sido en poco tiempo dos golpes muy fuertes: pues sí, y nó. Personalmente, han sido dos regalos del Señor en este 2025 poder acompañar primero a mi madre y después a mi tía hasta el final. Habrá gente escéptica, pero para mí ha sido un nuevo guiño del Cristo de Candás. Que mi tía cerrara sus ojos para este mundo el día de Santa Teresa no fue fruto de la casualidad; ella que no paraba de decir que quería irse con su hermana, y el día del santo de mi madre se fue a celebrarlo con su querida hermana Tere. Se fue preparada, sacramentada y tras años configurada con la cruz, y otros muchos más al igual que mi madre, en cada misa diaria mirando el rostro del Señor en su Cristo Marinero. Tía Blanqui era una mujer buena, sonriente, piadosa y muy generosa. Hasta en sus últimas palabras nos dio una lección: nos pidió ser enterrada con una persona de la familia que no se portó del todo bien con ella; eso sólo se entiende desde el corazón de alguien que es intrínsecamente buena persona y que se ha dejado moldear por el evangelio habiendo comprendido la riqueza de amar y de perdonar sin límites. 

Como ninguno somos, ni mi tía ni mi madre eran perfectas, por eso en sus esquelas "rogamos una oración por su alma". Gracias de corazón a todos los que me habéis hecho llegar vuestras palabras de consuelo, estoy feliz y en paz de saber que se han ido como Dios manda: cuidadas y mimadas hasta el final. Gracias a nuestro Párroco Don José Manuel que estuvo pendiente de mi tía visitándola en casa hasta pocos días antes de fallecer, y gracias por facilitárnoslo todo -como siempre- para las exequias de ambas. Gracias a todos los que de un modo u otro nos habéis ayudado y estado cerca de mi familia y de mí.

Mi fe en Cristo vivo me ha permitido vivir estos momentos complejos con serenidad, sosiego y hasta con el gozo de saber que para ellas ha terminado ya este valle de lágrimas y comienza la vida que no acaba. Así lo resume este himno de la liturgia de las horas:

Si morir no es despertar,
si es simplemente morir,
¿para qué, muerte, vivir?,
¿para qué, muerte, empezar
esta angustia, este llorar?

Más, si eres umbral y puerta
del misterio, si honda y cierta
aseguras mi esperanza,
¡qué cima de luz se alcanza
viviendo una vida muerta!

 De este modo lo siento y así lo creo, y por eso lo vivo feliz. Llegados a este tiempo  me doy cuenta que este año ya me tocará a mí hacer ese gesto hermoso que ellas hacían: montar un pequeño altar en casa en los primeros días de noviembre con las fotos de los nuestros que duermen ya el sueño de la paz, y donde habrá que incluir ya sus propios retratos. La sentencia del Apocalipsis define muy bien lo que siente mi corazón tras estos acontecimientos:“Dichosos los que mueren en el Señor'' (Ap 14, 13). 

Funerales sin Dios. Por Francisco Javier Bronchalo

El mal llamado "funeral de Estado" en Valencia por las víctimas de la dana nos ha dejado imágenes vergonzosas. Una clase política que ya no sabe rezar aparentando solemnidad entre discursos vacíos y silencios burocráticos. Una catequesis laica que nos ha recordado que donde no está Dios no hay esperanza. Solo la nada. No hay sentido. No hay consuelo. Digo que a estas cosas no hay que llamarlas "funeral" porque son más bien un "recuerdo", un juntarse porque creemos que hay que hacerlo aunque ya no creemos en nada trascendente. Un funeral es para rezar y dar esperanza no para quitarla.

El mundo sin Dios trata de llenar el vacío poniendo al hombre en el centro. Nos acostumbran a ceremonias sin alma en las que se pronuncian palabras que no se creen, se aplauden gestos sin sentido, se invocan valores que no manan de ninguna fuente. El laicismo progresista es un fracaso. No hay progreso en la continua huida hacia adelante, progresar tiene mas bien que ver con entrar hacia dentro, a lo profundo de quienes somos y responder a los acontecimientos de dolor desde ese lugar que es el alma.

Han sustituido la iglesia por el museo, los sacerdotes por los responsables de protocolo, el incienso por un villancico, la oración por los discursos infumables y el silencio creyente por el silencio mediático. Todo un guion de lo políticamente correcto. Su liturgia es vacía. Su dios no salva. Al haber ocupado el hombre el lugar de Dios, el dolor se ha convertido en el arma arrojadiza de los políticos para salvar su honra de la vergüenza y arañar un puñado de votos al contrario. Será penoso seguir viendo esto en los próximos días. No me imagino lo doloroso que es esto para los afectados. Alfalfa posmoderna que nos comemos en los medios de comunicación.

En nuestro tiempo el Estado trata de hacer desaparecer a Dios para ocupar su lugar. Es un fracaso estrepitoso. La religión de la laicidad no ofrece esperanza, ni redención, solo falso consuelo de usar y tirar. Prometen el Cielo en la tierra y terminan vaciando el alma de los sencillos con su veneno ideológico. Si el hombre es Dios, ¿cómo se puede responder a la muerte? Es imposible. Todo lo hacen orquestado. Van allí, se emocionan un momento, publican un post de condolencia… y al día siguiente todo igual. No hay nada que pueda llenar el vacío que como bien intuía Rosalía sólo Dios puede colmar.

Todo es un relato marcado. Hacer lo que más rédito político les dé, si conviene no ir… no aparecen, si se trata d exponer cara triste… lo harán. Todo es un teatro. Y no dejarán de hacerlo porque saben que cuando nuestra sociedad vuelva a arrodillarse ante Dios dejará de arrodillarse ante ellos. Hablan de tolerancia pero eso no pueden tolerarlo.

Solo Dios da sentido al dolor. Solo Cristo ha vencido a la muerte. Con Él la herida se vuelve camino y la muerte promesa. No hay consuelo verdadero fuera de la Cruz ni esperanza real lejos del Resucitado. Lo demás solo es oscuridad.

miércoles, 29 de octubre de 2025

De Cáritas cada vez escribo menos. Por Jorge González Guadalix

(De profesión cura) Digamos que he tirado la toalla. A mi modo de ver, evidentemente el mío, Caritas tiene que avanzar en dos líneas:

PRIMERA. A ver cuándo vamos a comprender, hablo ahora de España, que la responsabilidad de la atención a los pobres recae en los poderes públicos, no en Cáritas.

Hace tiempo me dicen que ha llegado a Cáritas un vecino de uno de estos pueblos porque acaba de quedarse sin vivienda, es una persona muy vulnerable y no tiene medios. ¿Y ahora qué hacemos? Muy sencillo. ¿Dónde vivía? En tal pueblo. Pues entonces se va al ayuntamiento o se toca el timbre de la casa del alcalde y se les dice que ahí tienen a este señor y que ellos sabrán. Esto es lo que tiene que hacer Cáritas en primer lugar: sacar los colores a la administración y echarles en cara tanto presupuesto, tanto asesor, tanto gasto y luego no tener fondos para ayudar a una persona necesitada.

¿Y si no lo hacen? Pues no vamos a dejar a nadie en la calle, pero denunciandoi la inacción de todos los que tienen esa responsabilidad.

Yo creo que la tarea fundamental de Cáritas, insisto que en paises desarrollados, tiene que ir en varias direcciones:

Enseñar la doctrina social de la Iglesia a los fieles y ayudarnos desde la parroquia a vivir la comunión, la solidaridad y la caridad concreta entre nosotros.

Denunciar la situación actual y la falta de recursos de las administraciones públicas, sean municipales, autonómicas o nacionales.

Atención real a las situaciones de desamparo. Pero siempre acompañada de la denuncia.

Colaboración concreta con situaciones de pobreza en aquellos lugares donde no existen recursos. Seremos nosotros, la Iglesia, los que estemos ahí.

SEGUNDA. Cáritas tiene que recuperar claramente su explícita confesionalidad católica en proyectos, comunicados, campañas o jornadas. Ya está bien de una Cáritas vergonzante, sostenida por miles de voluntarios fieles catolicos, pero que oculta su identidad institucional.

Acaban de llegarme los materiales de la última campaña: “Campaña de personas sin hogar 2025″. Echen un vistazo al tríptico. Y ahora me cuentan qué hay en él que se pueda considerar específicamente católico, que deje claro que es la Iglesia la que está ahí. Nada. Busquen algunas palabras: Dios, Cristo, Iglesia. Cero. Busquen caridad o cristiano. Cero.

Busquen, eso sí, sueño o soñar. Ocho veces.

Lo único católico, pero muy disimulado, es una cita de Fratelli Tutti, pero sin decir que es una encíclica escrita por el papa Francisco. Cita, por cierto, con mucho sueño. Sigan.

Así no se puede.

Los católicos se desencantan y los no católicos tienen mil ONGs para colaborar.

Noviembre con los difuntos


 

martes, 28 de octubre de 2025

Beatas Enfermeras Mártires de Somiedo

Recordamos hoy el martirio de tres mujeres enfermeras de fe profunda y gran caridad que, después de ser violadas y torturadas por los milicianos, se les encargó a las mujeres milicianas, que también había, ultimar a las enfermeras.

BEATA MARÍA PILAR GULLÓN YTURRIAGA.

Hija de Manuel Gullón, activo político, y de Ma. Pilar Yturriaga, presidenta de honor de la Junta de Señoras de la Cruz Roja local de Astorga, nació en Madrid (España) María del Pilar Peregrina Matea Maximina, el 29 de mayo de 1911. La religiosidad de su familia (cuatro hermanos en total) favoreció en ella un crecimiento espiritual armonioso, comprometiéndose en la colaboración asidua en la parroquia y en varios voluntariados. No se casó y se dedicó al trabajo doméstico por atender con esmero a su padre, quien murió en 1931. En vísperas del estallido de la Guerra Civil, se trasladó con su madre a Astorga, considerando que sería más seguro el lugar, vistas las agitaciones y complejidades del momento en la capital española.

Como el conflicto se prolongaba, el presidente de la Cruz Roja solicitó un curso de damas enfermeras. Al saber de la necesidad, Pilar decidió matricularse junto con su hermana y su prima Octavia, y su amiga Olga, entre otras. La finalidad que les movía era servir caritativamente a quien pudiera necesitarlo en aquellas circunstancias terribles, sea del bando que fuere. Luego de realizar el curso, a las tres se les presentó la posibilidad de trabajar en el mismo campo de batalla. María Pilar tenía 25 años de edad cuando entregó su vida.

BEATA OCTAVIA IGLESIAS BLANCO.

Octavia Petra Andrea, hija de Indalecio Iglesias y Julia Blanco, prima de la madre de María Pilar, nació en Astorga el 30 de noviembre de 1894. Eran una familia de elevado nivel social. Se dedicó gran parte de su tiempo a cuidar a su padre anciano y enfermo, y después a su madre, en un ambiente familiar muy religioso, de verdaderos santos, como recuerdan los testigos. Colaboraban en grandes obras apostólicas de la ciudad. Octavia sufrió represiones y multas por su activa participación en ellas. Perteneció a la Acción Católica, a las Hijas de María, entre otras de la parroquia. Era, además, catequista y visitaba los barrios necesitados llevando auxilio. Tampoco ella contrajo matrimonio, dedicándose a la casa y a la asistencia de sus padres. De las tres nuevas beatas, Octavia era la mayor no solo en edad, sino también en sensatez y en vida de piedad. Tenía 41 años al ser martirizada.

BEATA OLGA PÉREZ-MONTESERÍN NÚÑEZ.

Paz Asunción Carmen Olga nació en París (Francia) el 16 de marzo de 1913, segunda hija (de tres) del famoso pintor Demetrio Pérez-Monteserín, “el gran patriarca de la pintura leonesa” y de Carmen Núñez Goy, hijos de señeras familias astorganas. Tampoco ella se casó y, por influencia paterna, se interesaba en las artes plásticas y la pintura, teniendo una gran sensibilidad por la belleza y la vida. Hasta que Olga tuvo 7 años, la familia se instaló de nuevo en Astorga. Su ambiente familiar no era tan profundamente religioso como el de Pilar y Octavia; pero, sin duda, era una familia católica. Sus familiares la recuerdan como una joven alegre, positiva, siempre sonriente. Tenía 23 años cuando fue asesinada por odio a la fe.

Las tres amigas eran jóvenes serenas, respetadas y admiradas ya en vida; con carácter diferente, pero con muchas cosas en común, empezando por la profundidad de su fe en Cristo, de su elevada vida interior, expresada en el ámbito familiar y parroquial.

Al estallar la Guerra Civil las tres amigas se encontraban en Astorga. Pilar iba llegando de Madrid por aquellos días y las tres se implicaron en el apostolado y el voluntariado, permaneciendo fieles a pesar de las dificultades que se veían venir. Capitaneadas por la madre de Pilar, confeccionaban ropa para soldados en un taller establecido en el domicilio familiar. Luego se enrolaron en la Cruz Roja Española, que durante el conflicto ayudó en total imparcialidad a ambas facciones. En septiembre de 1936 hicieron un cursillo para conseguir el título de “damas auxiliares” de la Cruz Roja, aunque hasta en los documentos serán conocidas con el título de enfermeras.

Las beatas Pilar, Octavia y Olga llegaron el 8 de octubre de 1936 a socorrer a los heridos en el pequeño hospital de Somiedo, a 120 km de Astorga. El lugar era estratégico militarmente hablando, pues se encontraba en el confín entre Asturias, bajo el control republicano, y León, bajo el mando nacional. La vida en el hospital se conoce gracias a una misiva de la beata Pilar, en que describe su jornada entre la atención a los heridos, enfermos, sus desvelos y oportunidades aprovechadas para ir a participar de la Santa Misa. Cada semana se iban sustituyendo los equipos de voluntarias, pero pasado el primer turno, las tres permanecieron voluntariamente sin tener que ser sustituidas.

Algunas semanas después, el 22 de octubre de 1936, el Ejército republicano asaltó el Puerto de Somiedo y consiguió conquistarlo la noche entre el 26 y el 27 de octubre. Las tropas invadieron la zona y ocuparon el hospital donde las tres nuevas beatas trabajaban. Apenas entrando los milicianos al hospital, los soldados heridos fueron fusilados, otros escaparon y el resto del personal -algunos soldados, médicos y las tres enfermeras- fueron arrestados y entregados al Comité de Guerra.

Un médico y las enfermeras tuvieron ocasión de huir, pero no lo hicieron para no abandonar a sus pacientes. Fueron en contingente hacia Pola, a unos 8 km de distancia, y en el trayecto fueron fusilando a varios de los soldados arrestados. A Pilar, Octavia y Olga no las mataron inmediatamente, sino que las llevaron a la casa del médico de la zona y las entregaron en manos de los milicianos, quienes las torturaron y violaron durante toda la noche. Un carro, sobre el que habían colocado el cadáver del capellán, giraba alrededor de la vivienda para impedir con su ruido que se oyeran los gritos de las enfermeras.

Desde el primer momento las consideraban católicas practicantes, al punto de confundirlas con monjas, porque rezaban continuamente, señal evidente de su conformidad con la voluntad divina. Si el hecho de prestar un servicio claramente vinculado a la Cruz Roja y, por tanto, de su imparcialidad en el conflicto, la manifestación de su fe a través de la oración y los objetos religiosos que portaban consigo llevó a los milicianos a concentrar su atención en las tres enfermeras y este fue el móvil del asesinato. Les pidieron renegar de Dios y de la Patria, que gritaran “Viva Rusia”, pero valientemente dijeron: “Por Dios y por España se muere solo una vez”.

Al día siguiente, 28 de octubre de 1936 tuvo lugar la ejecución, hacia las 2 de la tarde. En el fusilamiento participaron algunas milicianas que mostraron singular crueldad hacia las víctimas. Las llevaron paseando por el pueblo, atadas: Pilar al centro y a los lados Octavia y Olga, mientras en los extremos distales a dos falangistas. Dispararon primero a los dos falangistas, luego a Octavia y a Olga, quedando solo con vida y de pie Pilar que, arrastrada por las caídas de los cuerpos de sus compañeras, cayó también al suelo. Y ahí la ultimaron. Los cuerpos fueron abandonados un día entero y hasta la noche los recogieron y sepultaron en una fosa común.

El hecho causó gran impacto en la población. Su muerte violenta no pasó inadvertida, pues nunca antes en Europa se había asesinado a enfermeras de la Cruz Roja, mucho menos después de violarlas, y nunca encargando su fusilamiento a mujeres milicianas. Hasta 1938 los restos pudieron ser exhumados y, por concesión especial del Papa Pío XI, trasladados con grandes honores a la Catedral de Astorga, donde se encuentran actualmente. Su muerte fue circundada de un aura martirial. En 2006 se abrió el proceso de beatificación en la Diócesis de Astorga, concluyéndose al año siguiente. Luego de ser recogidos los testimonios orales y documentales, se dejaron en manos de la comisión de la Congregación para las Causas de los Santos. Finalmente, el Papa Francisco reconoció el martirio y autorizó promulgar el Decreto super martyrio, que permitió su beatificación el 29 de mayo de 2021. Su memoria litúrgica se celebra cada año el día 6 de noviembre, junto con todos los Mártires del siglo XX en España.