jueves, 16 de mayo de 2024

Nota de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada sobre las clarisas de Belorado y Orduña


16 de mayo de 2024

Ante las noticias que vienen sucediéndose desde el pasado 13 de mayo sobre el Monasterio de Hermanas Pobres de Santa Clara en las dos sedes de Belorado y Orduña, respaldando el comunicado del arzobispado de Burgos y del obispado de Vitoria y reafirmando la adhesión de la Iglesia que peregrina en España al papa Francisco, con la mano tendida a estas hermanas, queremos manifestar lo siguiente:

1. Al mismo tiempo que apreciamos y agradecemos el don de tantas hermanas clarisas que viven en comunión con la Iglesia y la enriquecen en muchas diócesis de España, lamentamos profundamente la declaración de ruptura de la comunión con la Iglesia Católica contenida en la carta de la abadesa del Monasterio de Belorado con fecha 13 de mayo y en el denominado “Manifiesto católico”, fechado el 8 de mayo del presente año.

2. El contenido de dicho “manifiesto” se corresponde con el que propugnan aquellos que niegan la validez del Concilio Vaticano II y son denominados “sedevacantistas”. El texto parece inspirarse en los principios básicos de esta corriente y, concretamente, entronca con un grupo que es considerado una secta por varios expertos.

3. El tono ofensivo y recriminatorio del “manifiesto” y de la “carta”, así como algunos términos —por ejemplo, el de la “sumisión” a un falso obispo y supuesto líder de una secta—, no son propios del modo habitual de comunicarse de estas hermanas, las cuales se manifiestan ahora públicamente no sólo en las palabras escritas de la abadesa, sino también en medios de comunicación abundando en expresiones confusas que parecen fruto de engaños.

4. Consideramos que los motivos de descontento aducidos en la mencionada carta tienen vías de solución distintas de la determinación que en ella se expresa y no encontramos relación proporcionada ente las causas expuestas y la conclusión a la que se llega.

5. Solicitamos que cada hermana del Monasterio de Belorado y Orduña, en el ejercicio de su libertad de conciencia, pueda expresar su postura ante la decisión que comunica la abadesa. De hecho, el desarrollo de los acontecimientos sugiere que no todas las hermanas suscriben la “carta” de la abadesa.

6. Igualmente, pedimos la apertura de todas las hermanas de la comunidad al diálogo con obispos, sacerdotes, personas consagradas, hermanos y hermanas de la Iglesia Católica que, fieles a la verdad y en comunión con el papa Francisco, buscan el bien para este Monasterio y para cada hermana clarisa.

7. Finalmente, deseamos poner estos acontecimientos ante el Señor Jesús, esperanza que no defrauda, como afirma el papa Francisco en la bula de convocación del Jubileo Ordinario del Año 2025. En virtud de nuestra misión de velar por y acompañar a la vida consagrada en España, nos comprometemos a seguir esforzándonos en trabajar por la comunión fraterna en la Iglesia; evitar posturas extremas y polarizaciones; incrementar el discernimiento espiritual en la vida cotidiana, personal y comunitariamente; crecer en la escucha a los hermanos a la luz del Espíritu Santo, como el camino sinodal indica, y cuidar las relaciones fraternas entre todos los miembros de la Iglesia.

Encomendamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, de santa Clara y de san Francisco de Asís, a las hermanas de Belorado y Orduña y a las demás hermanas clarisas que pudieran necesitar ayuda y consuelo, así como a la vida consagrada en su conjunto, en particular a la vida contemplativa, cuyo recuerdo se hará especialmente vivo dentro de poco, en la Solemnidad de la Santísima Trinidad.

La Jornada Pro Orantibus 2024, bajo el lema «Contemplando tu rostro, aprendemos a decir: “¡Hágase tu voluntad!”», pone de relieve que la fidelidad a la voluntad divina, expresada a través de las mediaciones eclesiales, ha de animar siempre el corazón y las obras de aquellos que, abrazando esta forma de vida, «dejamos por un momento de considerar nuestro propio interés para acoger el querer del Padre» (CEVC, Presentación Materiales Pro-Orantibus, 2024, p. 4).

No podemos sino estar agradecidos a «tantos hombres y mujeres que a lo largo de los siglos y a lo ancho del mundo han entregado su vida a esta vocación orante de entrega radical. En su existencia transfigurada a la luz del rostro de Cristo hallamos —hoy y siempre— un motivo esperanzado de acción de gracias y un vivo aguijón que nos espolea hacia una obediencia cada vez mayor en la propia vivencia de la fe» (CEVC, Presentación Materiales Pro-Orantibus, 2024, p. 5).

miércoles, 15 de mayo de 2024

19 de mayo, Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar: «Laicos por vocación, llamados a la misión»

(C.E.E.) La Iglesia celebra el día de Pentecostés, este año el 19 de mayo, el Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar. «Laicos por vocación, llamados a la misión» es el lema que la Comisión Episcopal para Laicos, Familia y Vida propone para la Jornada de este año.

¿Cuál es el mensaje de los obispos?

La Jornada de este año, explican los obispos de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, invita a todos los bautizados a proclamar el Evangelio, a la misión que Jesús encomendó, «que se lleva a cabo con la fuerza del Espíritu Santo”.

Los prelados subrayan en su mensaje que «el envío a la misión procede del Padre, que tanto nos ha ama-do que ha enviado a su único Hijo para que alcancemos la salvación, por su muerte y resurrección. Y es Jesús resucitado el que ha entregado a su Iglesia, a cada uno de nosotros, el Espíritu Santo, que es el alma de la evangelización. Por tanto, es fundamental que descubramos, como miembros del Pueblo de Dios, que tenemos una misión que no es iniciativa nuestra, sino de Dios, que la sostiene y permitirá que perdure por los siglos de los siglos».

En este sentido, el escrito recuerda la celebración del Encuentro sobre el Primer Anuncio, el pasado mes de febrero y la preparación para un Congreso sobre las Vocaciones, que tendrá lugar en Madrid, en febrero de 2025. Con estas dos iniciativas, en el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar de este año 2024, «queremos que resuene con fuerza esa llamada que la Iglesia ha recibido, como asamblea de convocados, pueblo de Dios unido en la misión, a vivir su vocación, que tiene como horizonte la misión. Y de un modo propio y peculiar, destacamos la vocación laical, que se ejercita en la caridad política, en el anuncio del Evangelio en el corazón del mundo».

Por todo ello, insisten en que «los laicos, desde el bautismo, han recibido una vocación, que los hace sentirse corresponsables en la vida y misión de la Iglesia». «Nuestra primera y fundamental consagración – añaden- hunde sus raíces en nuestro bautismo. A nadie han bautizado cura, ni obispo. Nos han bautizado laicos y es el signo indeleble que nunca nadie podrá eliminar».

Para los obispos de la Comisión Episcopal para Laicos, Familia y Vida se trata de que «el laico sea laico» por vocación, en todos los ámbitos de la vida. «El laicado vive su vocación encarnado en el mundo, es decir, en los ámbitos de la familia, del trabajo, de la educación, del cuidado de la casa común y, de una manera particular, en la vida pública». Y también se desarrolla en el interior de la vida de la Iglesia, ayudando en al liturgia, en la catequesis, en los grupos parroquiales».

Finalmente, desde la Comisión agradecen el servicio de todos y cada uno de los laicos «comprometidos en la misión evangelizadora de la Iglesia»

Santoral del día: San Isidro Labrador

(EWTN)- Es el patrono de los agricultores del mundo. Le pusieron ese nombre en honor de San Isidoro, un santo muy apreciado en España.

Sus padres eran unos campesinos sumamente pobres que ni siquiera pudieron enviar a su hijo a la escuela. Pero en casa le enseñaron a tener temor a ofender a Dios y gran amor de caridad hacia el prójimo y un enorme aprecio por la oración y por la Santa Misa y la Comunión.

Huérfano y solo en el mundo cuando llegó a la edad de diez años Isidro se empleó como peón de campo, ayudando en la agricultura a Don Juan de Vargas un dueño de una finca, cerca de Madrid. Allí pasó muchos años de su existencia labrando las tierras, cultivando y cosechando.

Se casó con una sencilla campesina que también llegó a ser santa y ahora se llama Santa María de la Cabeza -no porque ese fuera su apellido, sino porque su cabeza es sacada en procesión en rogativas, cuando pasan muchos meses sin llover-. Isidro se levantaba muy de madrugada y nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a la Santa Misa. Varios de sus compañeros muy envidiosos lo acusaron ante el patrón por «ausentismo» y abandono del trabajo. El señor Vargas se fue a observar el campo y notó que sí era cierto que Isidro llegaba una hora más tarde que los otros -en aquel tiempo se trabajaba de seis de la mañana a seis de la tarde- pero que mientras Isidro oía misa, un personaje invisible -quizá un ángel- le guaba sus bueyes y estos araban juiciosamente como si el propio campesino los estuviera dirigiendo.

Los mahometanos se apoderaron de Madrid y de sus alrededores y los buenos católicos tuvieron que salir huyendo. Isidro fue uno de los inmigrantes y sufrió por un buen tiempo lo que es irse a vivir donde nadie lo conoce a uno y donde es muy difícil conseguir empleo y confianza de las gentes. Pero sabía aquello que Dios ha prometido varias veces en la Biblia: «Yo nunca te abandonaré», y confió en Dios y fue ayudado por Dios.

Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el templo, otra para los pobres y otra para su familia -él, su esposa y su hijo-. Y hasta para las avecillas tenía sus apartados. En pleno invierno cuando el suelo se cubría de nieve, Isidro esparcía granos de trigo por el camino para que las avecillas tuvieran con que alimentarse. Un día lo invitaron a un gran almuerzo. El se llevó a varios mendigos a que almorzaran también. El invitador le dijo disgustado que solamente le podía dar almuerzo a él y no para los otros. Isidro repartió su almuerzo entre los mendigos y alcanzó para todos y sobró.

Los domingos los distribuía así: un buen rato en el templo rezando, asistiendo a misa y escuchando la Palabra de Dios. Otro buen rato visitando pobres y enfermos y por la tarde saliendo a pasear por los campos con su esposa y su hijito. Pero un día mientras ellos corrían por el campo, dejaron al niñito junto a un profundo pozo de sacar agua y en un movimiento brusco del chiquitín, la canasta donde estaba dio vuelta y cayó dentro del hoyo. Alcanzaron a ver esto los dos esposos y corrieron junto al pozo, pero este era muy profundo y no había cómo rescatar al hijo. Entonces se arrodillaron a rezar con toda fe y las aguas de aquel aljibe fueron subiendo y apareció la canasta con el niño y a este no le había sucedido ningún mal. No se cansaron nunca de dar gracias a Dios por tan admirable prodigio.

Volvió después a Madrid y se alquiló como obrero en una finca, pero los otros peones, llenos de envidia lo acusaron ante el dueño de que trabajaba menos que los demás por dedicarse a rezar y a ir al templo. El dueño le puso entonces como tarea a cada obrero cultivar una parcela de tierra. Y la de Isidro produjo el doble que las de los demás, porque Nuestro Señor le recompensaba su piedad y su generosidad. En el año 1130 sintiendo que se iba a morir hizo humilde confesión de sus pecados y recomendando a sus familiares y amigos que tuvieran mucho amor a Dios y mucha caridad con el prójimo, murió santamente. A los 43 años de haber sido sepultado en 1163 sacaron del sepulcro su cadáver y estaba incorrupto, como si estuviera recién muerto.

Las gentes consideraron esto como un milagro. Poco después el rey Felipe III se hallaba gravísimamente enfermo y los médicos dijeron que se moriría de aquella enfermedad. Entonces sacaron los restos de San Isidro del templo a donde los habían llevado cuando los trasladaron del cementerio. Y tan pronto como los restos salieron del templo, al rey se le fue la fiebre y al llegar junto a él los restos del santo se le fue por completo la enfermedad. A causa de esto el rey intecedió ante el Sumo Pontífice para que declarara santo al humilde labrador, y por este y otros muchos milagros, el Papa lo canonizó en el año 1622 junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier y San Felipe Neri.

martes, 14 de mayo de 2024

Devoción a María en el mes de mayo.


CÁNTICO: «VENID Y VAMOS TODOS»

Venid y vamos todos con flores a porfía
con flores a María
que Madre nuestra es.

De nuevo aquí nos tienes purísima doncella
más que la luna bella postrados a tus pies.A ofrecerte venimos flores del bajo suelo
con cuánto amor y anhelo Señora Tú lo ves.

ORACIÓN PREPARATORIA

Acordaos,
¡oh, piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestro auxilio,
haya sido desamparado.

Animado por esta confianza,
a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante Vos.

Madre de Dios,
no desechéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas
y acogedlas benignamente.
Amén.

INVOCACIONES AL DULCE NOMBRE DE MARÍA

Madre mía amantísima,
en todos los instantes de mi vida,
acuérdate de mí, miserable pecador.

Dios te salve, María…

Acueducto de las divinas gracias,
concédeme abundancia de lágrimas
para llorar mis pecados.

Dios te salve, María…

Reina del cielo y de la tierra,
sé mi amparo y defensa
en las tentaciones de mis enemigos.

Dios te salve, María…

Inmaculada hija de Joaquín y Ana,
alcánzame de tu santísimo Hijo
las gracias que necesito para mi salvación.

Dios te salve, María…

Abogada y refugio de los pecadores,
asísteme en el trance de mi muerte
y ábreme las puertas del cielo.

Dios te salve, María…

BAJO TU AMPARO

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,
no desoigas la oración de tus hijos necesitados
y líbranos de todo peligro,
¡oh, siempre Virgen, gloriosa y bendita!

FLORES PARA LA VIRGEN

V. Recibe, Madre, las flores de nuestro amor y nuestra alegría.
R. Para que tu gozo sea cumplido.

1. Prontitud para el trabajo, empezando por levantarme sin pereza.
2. Examinar mi devoción a la Virgen y cómo la practico.
3. Examinar mi consagración a Cristo y a su Corazón.
4. Poner los medios para estar en gracia de Dios.
5. Estudiar cómo debo guardar la pureza de pensamiento y obras.
6. Procurar ser amable con los demás.
7. Reflexionar si cumplo lo que Dios quiere de mi.
8. Aceptar algo del Magisterio, o de la Religión, que me moleste.
9. Hablar de la Virgen.
10. Recordar algo que me desagrade de otros, y disculparlos.
11. Repetir mi juramento cristiano de lealtad a Cristo y al Papa.
12. Estar un rato comparando mi vida con la de María.
13. Desprenderme de algo en beneficio de otra persona.
14. Hacer con especial cuidado el examen de la noche.
15. Hacer con especial cuidado el ofrecimiento de obras.
16. Comulgar pidiendo fortaleza en las tentaciones.
17. Proponer hacer los cinco primeros sábados.
18. Recitar con devoción el Ángelus.
19. Visitar algún enfermo.
20. Rezar todos los días las tres Avemarías al levantarme y acostarme.
21. Dar un donativo para alguna necesidad.
22. Encomendar a la Virgen mis dificultades y aceptar su decisión.
23. Pedir al Ángel de la guarda remordimiento por mis pecados de omisión.
24. Ofrecer algunas mortificaciones por el fruto de mi apostolado.
25. Descubrir en qué tengo respeto humano, y vencerlo.
26. Ver si todas mis lecturas y espectáculos los aprobará la Virgen.
27. Meditar un rato en el valor de la castidad.
28. Revisar si en todas mis ocupaciones y diversiones imito a Cristo.
29. Pensar con alegría en el cielo, y prepararme para la muerte, quizá repentina.
30. Rezar el Rosario con devoción.
31. Quitar de mi algo que moleste a los demás.

V/. Guarda en tu corazón las flores que te ofrecemos.
R/. Para que ahora y siempre nuestro amor y nuestra alegría, nuestra castidad y nuestra esperanza, sean la prenda bendita de tu gozo y del nuestro.

ORACIÓN FINAL

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza;
a Ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María,
te ofrezco desde este día alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía!

El rosario hasta el final: beato Francisco Calvo Burillo O.P. (1881-1936). Por Jorge López Teulón


[En el cementerio de Híjar (Teruel), aparece en el monolito de la foto, el nombre del dominico beato Francisco Calvo].

(Víctor in vincolis) Había nacido en Híjar (Teruel). Después de profesar estudió filosofía en los conventos de Padrón y de Corias (Asturias). A finales de 1905 fue ordenado sacerdote en Salamanca donde inicia la carrera de Filosofía y Letras consiguiendo, más tarde, la Licenciatura en Barcelona. Fue destinado a la enseñanza en el colegio de Oviedo hasta el año 1912 en que se alistó entre los primeros para la restauración de la Provincia de Aragón. En los inicios de la restauración fue uno de los soportes más fuertes de la misma en la enseñanza, en el gobierno de la Orden y en el ministerio sacerdotal.

El preámbulo e inicio de la contienda los vivió en casa de su madre donde restablecía su salud, algo mermada.

Durante las doce horas que estuvo en la cárcel la noche que comenzaba el 1 de agosto, el P. Calvo escribió unas letras a su madre, cuyo original se conserva:

Mamá mía amantísima: ¡Adiós, y ruega por mí! Ya no nos veremos más hasta el cielo. ¡Perdóname! Todo lo que tengo, la máquina y cualquier otra cosa es de la Orden. Reparte el dinero a los pobres... Un abrazo de tu hijo en agonía. Fray Quico.

Pesado y enfermo, su camino al martirio fue de verdadera elocuencia de la cruz del Señor: a los culatazos y empujones, caídas y esfuerzos para poder andar, blasfemias, burlas e insultos, respondía él rezando el rosario en voz alta. Al llegar al lugar del sacrificio pidió poder terminar el rosario y morir de frente, perdonando y bendiciendo a sus enemigos. Curiosamente se le concedió todo. Se puso el rosario dentro de la boca, abrió los brazos en cruz y dijo: «Ya podéis disparar». Una descarga fulminante fue suficiente. Tenía 55 años de edad, 38 de vida religiosa y 31 de sacerdote.

Sus restos mortales fueron trasladados desde Calanda a Zaragoza al cementerio del Colegio de Santa Rosa (Misioneras Dominicas de Pamplona) y desde 1962 descansan en el Convento-Colegio Cardenal Xavierre de Zaragoza. Fue beatificado por san Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001 en la ceremonia de los 233 mártires de la persecución religiosa en Valencia.

lunes, 13 de mayo de 2024

Profecías de Ratzinger sobre la Iglesia

 

Oración a Nuestra Señora de Fátima de San Juan Pablo II


“Santa Madre del Redentor,
Puerta del Cielo, Estrella del mar,
Ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar”.
Una vez más nos dirigimos a ti,
Madre de Cristo y de la Iglesia,
reunidos a tus pies en la Cova de Iria,
para agradecerte lo que has hecho
en estos años difíciles para la Iglesia,
para cada uno de nosotros,
para la humanidad entera.

“¡Muéstrate Madre!”.
¡Cuántas veces te lo hemos pedido!
Hoy estamos aquí para agradecerte,
porque siempre nos has escuchado.

Te has mostrado Madre:
Madre de la Iglesia,
misionera en los caminos de la tierra
en camino hacia el esperado
tercer Milenio Cristiano;
Madre de los hombres,
por la constante protección que nos ha librado
de desgracias irreparables,
y ha favorecido el progreso y las modernas conquistas sociales.
Madre de las naciones,
por los cambios inesperados que han dado nuevamente
confianza a pueblos largo tiempo oprimidos y humillados;
Madre de la vida,
por los múltiples signos con los que nos has acompañado
defendiéndonos del mal y del poder de la muerte;
Madre mía de siempre,
y en particular en aquel 13 de mayo de 1981,
cuando advertí junto a mí tu presencia y socorro;
Madre de todo hombre,
que lucha por la vida que no muere.
Madre de la humanidad rescatada por la Sangre de Cristo.
Madre del amor perfecto, de la esperanza y de la paz,
Santa Madre del Redentor.