(Infovaticana) La Catedral de Oviedo acogió el domingo 14 de diciembre la colocación solemne de una arqueta con reliquias de varios beatos mártires del siglo XX bajo el altar mayor. El acto tuvo lugar al inicio de la celebración eucarística del tercer domingo de Adviento, presidida por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes.
Según informó la propio archidiócesis, en la arqueta fueron depositadas reliquias de los beatos Gregorio Díaz Pérez, Celestino Alonso Villar y Emilio Sainz López, frailes dominicos asesinados en el Convento de Navegas, en Tineo; así como del beato Juan Alonso, natural de Oviedo y misionero del Corazón de María, martirizado en Barbastro, y del allerano Juan Alonso, misionero del Sagrado Corazón, martirizado en El Quiché, Guatemala.
Memoria martirial en el tiempo de Adviento
Durante la homilía, el Arzobispo enmarcó este gesto en el contexto litúrgico del Adviento, recordando su sentido como tiempo de preparación interior y de espera cristiana en sus tres dimensiones: la memoria de la primera venida de Cristo, la esperanza de su retorno al final de los tiempos y el reconocimiento de su presencia viva en medio del pueblo de Dios.
En referencia al tercer domingo de Adviento, Mons. Sanz subrayó la llamada de la Iglesia a una “tregua de alegría”, una alegría que no nace de las circunstancias externas, sino de una esperanza arraigada y de una paz interior sostenida por la fe.
Al evocar el testimonio de los mártires cuyas reliquias quedaron depositadas bajo el altar, el Arzobispo recordó que la Iglesia, portadora de la luz, la verdad y la belleza, ha sido perseguida a lo largo de la historia y seguirá siéndolo. Un hecho que, señaló, forma parte esencial de la identidad cristiana como “provocación amable” y “provocación pacífica” en medio del mundo.
Llamados a ser “relicarios vivos”
Mons. Jesús Sanz concluyó invitando a los fieles a contemplar la arqueta no solo como objeto de veneración, sino como una llamada personal a convertirse en “relicarios vivos”, testigos de la presencia de Dios en la vida cotidiana. Una exhortación a caminar hacia la Navidad con esperanza firme, sostenidos por la fe y bajo la protección maternal de la Virgen María.

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