Páginas
- Página principal
- Información General
- Historia de la Parroquia
- Misas e Intenciones
- Proclamas
- Cáritas
- Consejo pastoral
- Sacerdotes
- Cementerio Parroquial
- Economía
- Escritos del Párroco
- Nuestro Patrono
- Fiestas
- Cofradía
- Mejoras y Obras
- Capilla del Buen Suceso
- Religiosas
- Publicaciones
- Documentos
- Música
- Viella
jueves, 30 de abril de 2015
Carta semanal del Sr. Arzobispo
Romeros de lo mejor con Santa María
Estamos en medio de preocupaciones, dimes y diretes que desafían nuestra confianza para ver si logramos amasar un mundo menos herido, menos crispado, menos violento, menos tramposo. La lista de los desmanes sucedidos y de las promesas vacías ante lo que podrá suceder, se torna un verdadero reto que pone en guardia y en danza lo mejor de nosotros mismos en este rincón de la actualidad. En esta imparable calenda se suceden los días sin que nadie pueda pulsar algún botón de pausa para tomar resuello en este mundo tan veloz.
Con estas cosas a cuestas nos llega el mes de mayo cuando rompe la flor en su fruto más granado para llenar de aroma y color nuestros ajetreos. Necesitamos este respiro al filo de nuestros días. Es florido siempre el mes de mayo, y tiene un aire de festejo cuando la gente se lanza a los caminos buscando razones para seguir en la brecha mientras remamos mar adentro en la travesía de la vida. En este mayo florido nos dirigimos hacia alguna ermita o santuario donde vamos al encuentro de María.
Acudimos para pedir una caridad sincera, la esperanza que no defrauda, y la fe que hemos siempre de nutrir. Allí descorchamos nuestros mejores anhelos para brindar por lo que es bueno, por lo que es bello, por lo que es justo y verdadero, por lo santo que a raudales nos regala Dios. Es la andanza que nos pone en vilo, y responde a la inquietud sincera que se alberga en nuestro adentro. En este mes se nos convoca para hacernos peregrinos de la paz que Dios regala, de la gracia que nos hace nuevos con esa su Buena Nueva de inagotable nueva bondad.
Esto forma parte en definitiva de nuestra vida cristiana, que con sencillez expresa un sentido religioso con raíces profundas de recuerdos imborrables. Ojalá que vivamos así este mes de mayo que nos presenta a María a la que acudir con las flores de nuestro afecto, como se acude a una madre a la que se quiere, a una madre a la que agradecer tantas gracias y pedir lo que necesitamos.
La romería fue siempre la peregrinación de los cristianos que van a Roma. Pero hay romerías populares que nos allegan más cercanamente a una de nuestras ermitas dedicadas a la Virgen María, o a alguno de sus santuarios. Si somos romeros de esta guisa no es que queramos evadirnos piadosamente de una realidad bronca y endurecida, como si, mientras dura la escapada, nos transformásemos en devotos fugitivos de lo cotidiano. Más bien, acudimos a estos lugares para ver y vivir de modo diverso el compromiso diario con la verdad, con el amor y con la paz, el compromiso cristiano ante la realidad. No es fugarnos a un paraíso perdido sino situarnos de otro modo en la vida, ese modo que aprendemos de Dios, de María y de nuestros santos.
Mes de mayo, mes de flores, mes de romerías festivas, fraternas, creyentes, con nuestros mejores sueños puestos en las manos del Señor. Así hacíamos en nuestros años mozos, y así seguimos haciendo en los días añejos, sabiéndonos de nuevo peregrinos de esa tierra apacible y de ese mundo habitable que el Señor nos ha prometido y nos ha querido confiar. Sería hermoso que en este mes de mayo vayamos a estas ermitas y santuarios dedicados a María para pedir a la Virgen por las familias, por los jóvenes y los niños, por las vocaciones sacerdotales, por tanta gente maltratada por la crisis moral y la zarpa insolidaria. Sería ir una vez más con las flores de nuestra caridad encendida, arropando nuestra fe y reestrenando nuestra esperanza. Santa María nos acompañe y nos bendiga.
Con estas cosas a cuestas nos llega el mes de mayo cuando rompe la flor en su fruto más granado para llenar de aroma y color nuestros ajetreos. Necesitamos este respiro al filo de nuestros días. Es florido siempre el mes de mayo, y tiene un aire de festejo cuando la gente se lanza a los caminos buscando razones para seguir en la brecha mientras remamos mar adentro en la travesía de la vida. En este mayo florido nos dirigimos hacia alguna ermita o santuario donde vamos al encuentro de María.
Acudimos para pedir una caridad sincera, la esperanza que no defrauda, y la fe que hemos siempre de nutrir. Allí descorchamos nuestros mejores anhelos para brindar por lo que es bueno, por lo que es bello, por lo que es justo y verdadero, por lo santo que a raudales nos regala Dios. Es la andanza que nos pone en vilo, y responde a la inquietud sincera que se alberga en nuestro adentro. En este mes se nos convoca para hacernos peregrinos de la paz que Dios regala, de la gracia que nos hace nuevos con esa su Buena Nueva de inagotable nueva bondad.
Esto forma parte en definitiva de nuestra vida cristiana, que con sencillez expresa un sentido religioso con raíces profundas de recuerdos imborrables. Ojalá que vivamos así este mes de mayo que nos presenta a María a la que acudir con las flores de nuestro afecto, como se acude a una madre a la que se quiere, a una madre a la que agradecer tantas gracias y pedir lo que necesitamos.
La romería fue siempre la peregrinación de los cristianos que van a Roma. Pero hay romerías populares que nos allegan más cercanamente a una de nuestras ermitas dedicadas a la Virgen María, o a alguno de sus santuarios. Si somos romeros de esta guisa no es que queramos evadirnos piadosamente de una realidad bronca y endurecida, como si, mientras dura la escapada, nos transformásemos en devotos fugitivos de lo cotidiano. Más bien, acudimos a estos lugares para ver y vivir de modo diverso el compromiso diario con la verdad, con el amor y con la paz, el compromiso cristiano ante la realidad. No es fugarnos a un paraíso perdido sino situarnos de otro modo en la vida, ese modo que aprendemos de Dios, de María y de nuestros santos.
Mes de mayo, mes de flores, mes de romerías festivas, fraternas, creyentes, con nuestros mejores sueños puestos en las manos del Señor. Así hacíamos en nuestros años mozos, y así seguimos haciendo en los días añejos, sabiéndonos de nuevo peregrinos de esa tierra apacible y de ese mundo habitable que el Señor nos ha prometido y nos ha querido confiar. Sería hermoso que en este mes de mayo vayamos a estas ermitas y santuarios dedicados a María para pedir a la Virgen por las familias, por los jóvenes y los niños, por las vocaciones sacerdotales, por tanta gente maltratada por la crisis moral y la zarpa insolidaria. Sería ir una vez más con las flores de nuestra caridad encendida, arropando nuestra fe y reestrenando nuestra esperanza. Santa María nos acompañe y nos bendiga.
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
miércoles, 29 de abril de 2015
Nota Informativa sobre la Nueva Calefacción
OBRAS:
HEMOS APROBADO EN CONSEJO PASTORAL AFRONTAR LA INSTALACIÓN DE CALEFACCIÓN PARA LA IGLESIA. TRATAREMOS QUE LAS CELEBRACIONES DEL PRÓXIMO INVIERNO SEAN UN POCO MÁS “CÁLIDAS”. HAREMOS ALGUNAS COLECTAS PUNTUALES PARA ENFRENTAR LOS GASTOS DE INSTALACIÓN.
Detalles: Se eliminará la máquina calefactora instalada en el presbiterio -tras la cortina- y se recuperará (como en origen) la puerta anulada de acceso al mismo. Para evitar ruidos durante las celebraciones, se instalará la nueva maquinaria en un “cuarto de calderas” en el callejón que da a la explanada anexa al parque (donde antiguamente se instalaron la bombonas de propano de la primitiva calefacción de gas) con distribución de aire caliente a través de rejillas orientadas con salida por encima del confesonario del Párroco, en la Capilla de Sta. Bárbara.
Envejecimiento de los curas de las diócesis españolas, que supera la media de los 60 años de edad
(Te Interesa) Uno de cada 20 sacerdotes católicos que hay en el mundo pertenece a la Iglesia española, lo que en términos absolutos suponen 20.789 curas nacionales del total de 415.348. Asimismo, de los 220.179 seminaristas que hay en el planeta, 2.499 estudian en los seminarios españoles, lo que implica que uno de cada 100 aspirantes a sacerdote es español.
Estos son algunos de los datos que recuerda la Conferencia Episcopal Española (CEE) en el marco de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada de Vocaciones Nativas que se celebran conjuntamente este 26 de abril bajo el lema ‘¡Qué bueno caminar contigo!’.
Además, de los 1.253.926.000 católicos que hay en todo el mundo, 36.496.250 bautizados son españoles, lo que significa que casi el 3% de la población católica mundial es española.
Sin embargo, el progresivo envejecimiento de los curas de las diócesis españolas (que supera la media de los 60 años de edad) ha sido abordado por la Conferencia Episcopal, que estos días ha analizado la cuestión durante la celebración de su Asamblea Plenaria sabedores los obispos de que hay que trabajar de otra forma con los medios personales de los que disponen.
Según el orden del día recogido por Servimedia, la asamblea ha tratado un informe sobre la distribución del clero en España, realizado por la Comisión Episcopal del Clero, que preside el obispo de Málaga, Jesús Catalá.
Precisamente, La realidad vocacional aquí y en misiones fue el título de una mesa redonda desarrollada estos días en el marco de la doble jornada de las vocaciones. La mesa, celebrada en el Instituto Teológico de Vida Religiosa, contó con el testimonio de un sacerdote diocesano de Ávila, Cecilio Jiménez, que reconoció la existencia de una emergencia vocacional por falta de cultura vocacional ante otros expertos convocados en un acto de Obras Misionales Pontificias.
No obstante, la Iglesia cuenta con una cantera de vocaciones religiosas en los territorios de misión, ya que un tercio de las vocaciones al sacerdocio se encuentran allí: de los 220.000 seminaristas que hay en el mundo, casi 73.000 se proceden de territorios de misión. Además, del 1.253.926.000 católicos en el mundo (el 17,7% de la población), 200.284.770 católicos se encuentran en territorios de misión, el 7% de su población.
A ello hay que añadir, según datos de la CEE, que tres de cada diez bautismos se celebraron en esos territorios de misión, donde se produjeron más de 4,5 millones en 2011.
Por ello, la Iglesia universal trata de cuidar esas vocaciones (sacerdotales, religiosas y laicas) que aparecen en el ámbito de las misiones católicas, a lo que la Iglesia Española parece responder con apoyo económico. Durante 2014 la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol en Roma ayudó a 72.764 seminaristas y novicios en territorios de misión con 20 millones de euros. El año anterior, según los datos facilitados, España aportó 1,7 millones.
El programa de actividades de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada de Vocaciones Nativas cuentan con el respaldo en España de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el equipo de Pastoral Vocacional Juvenil de la Conferencia Española de Religiosos (Confer) y las Obras Misionales Pontificias (OMP).
martes, 28 de abril de 2015
El Concilio Vaticano II y su condena al comunismo
(Apologética para el mundo) En ambos extremos del espectro teológico (tanto el del “progresismo” radical, como el del “tradicionalismo” filolefebvriano) se suele afirmar que el Concilio Vaticano II no condenó el comunismo. Los progresistas radicales se congratulan de esa supuesta omisión del Vaticano II, mientras que los tradicionalistas radicales la deploran. Los últimos suelen abrazar teorías conspirativas que aluden a pactos entre el Vaticano y la KGB, y se muestra como evidencia la desaparición de una petición de condena al comunismo firmada por numerosos obispos en donde se solicitaba una condena explícita del comunismo.
En este post abordaré brevemente los acontecimientos históricos relacionados basándome en la obra de Gian Franco Svidercoschi, Historia del Concilio Vaticano II, y a continuacion iré al punto central del asunto que se refiere a la condena del Concilio al comunismo ateo.
La petición “desaparecida”
La mencionada petición se presentó a la secretaría general, para que la transmitiera al organismo competente, una petición armada por numerosos obispos, solicitando la inclusión en el esquema XIII de una condenación explícita del comunismo.
Dicha petición fue entregada el sábado 9 de Octubre, día en que terminaba el tiempo hábil para presentar por escrito las propuestas de modificaciones al proyecto sobre laGaudium et Spes. Se entregó la petición a un agregado del oficio y este anunció por teléfono su llegada a monseñor Glorieux , que era uno de los secretarios de la comisión mixta encargada de la revisión del esquema XIII. Sin embargo, cuando le llegó la instancia, a pesar de haber sido ya avisado, juzgó que había llegado tarde con respecto a los límites preestablecidos, y en consecuencia no la transmitió ni a la comisión central ni a la subcomisión especial que debía revisar el pasaje relativo al ateísmo. Obró también así porque, estando al corriente de que este último organismo se ocupaba ya, de acuerdo con las observaciones de algunos padres, de la propuesta contenida en la petición, creyó oportuno no obstaculizar el trabajo ya comenzado.
El prelado obró en perfecta buena fe y nadie ha dudado de ello lo más mínimo; tal vez, eso sí, con un poco de ingenuidad, ya que, si hubiera calculado las posibles consecuencias, no se habría comportado de este modo. De hecho no dijo absoluta mente nada a sus superiores. Y este fue precisamente su verdadero y único error.
Pasaron los días y comenzaron a aparecer en la Prensa las primeras noticias en torno al paso dado por algunos centenares de obispos. Pero nadie logró saber con certeza su número. Según informaciones ofrecidas por los mismos ambientes que habían tomado la iniciativa, los periódicos aludieron primero a 400 firmas, después a 450 y finalmente a 500. Sólo algunas semanas más tarde se supo la cifra exacta. Los firmantes habían sido 297, a los que se habían añadido, después del término fijado, otros 37. Fueron por consiguiente, en total, 334. Y se conoció también la razón por la que se había llegado a hablar hasta de 500 firmas. Se debía al hecho de que las firmas de los promotores oficiales estaban repetidas en cada uno de los folios que contenían los nombres de los otros firmantes.
Pasaron varios días más. Los miembros y los peritos de la comisión mixta, enterados de la petición sólo a través de los periódicos, pensaron obviamente que durante el «trayecto» había sido «blocada» por la autoridad superior. Entretanto, los 334 padres que habían suscrito el recurso esperaban tranquilos y confiados que se terminara la revisión del esquema y en particular de la sección sobre el ateísmo. Imaginemos cuál sería su sorpresa el 13 de noviembre cuando recibieron el texto enmendado y comprobaron, en las notas explicativas sobre el trabajo de revisión, que la propuesta de mencionar expresamente el comunismo, y que por otra parte la comisión no había creído necesario aceptar, había sido lanzada sólo por dos padres. ¿Y los otros 332?
Inmediatamente se pidieron explicaciones al organismo competente. Y entonces todos cayeron, como es natural, de las nubes. No sabían absolutamente nada. Después, la verdad fue saliendo poco a poco a la luz. Monseñor Glorieux había considerado que la instancia había llegado tarde… Lo demás ya lo sabemos.
Pero aunque dicha petición no llegara, ya había sido analizada la cuestión por la subcomisión especial, examinando la petición presentada por escrito por dos obispos que era idéntica a la contenida en la exposición.
Condena implícita pero diáfana del Concilio al comunismo
Se encontraron los padres conciliares con un problema de difícil solución. Por un lado estaban razones prudenciales muy justificables, ligadas a la suerte de los cristianos en los países comunistas, pero por otro lado no se podía omitir una condena y reprobación al comunismo. De esta manera el organismo encontró un expediente que pudiera componer las exigencias opuestas Se introdujo al principio del párrafo 21 una clara alusión al comunismo basada en las condenas precedentes del magisterio pontificio. El texto quedó de esta manera:
“Entre las formas del ateísmo moderno debe mencionarse la que pone la liberación del hombre principalmente en su liberación económica y social. Pretende este ateísmo que la religión, por su propia naturaleza, es un obstáculo para esta liberación, porque, al orientar el espíritu humano hacia una vida futura ilusoria, apartaría al hombre del esfuerzo por levantar la ciudad temporal. Por eso, cuando los defensores de esta doctrina logran alcanzar el dominio político del estado, atacan violentamente a la religión, difundiendo el ateísmo, sobre todo en materia educativa, con el uso de todos los medios de presión que tiene a su alcance el poder público.
La Iglesia, fiel a Dios y fiel a los hombres, no puede dejar de reprobar con dolor, pero con firmeza, como hasta ahora ha reprobado, esas perniciosas doctrinas y conductas, que son contrarias a la razón y a la experiencia humana universal y privan al hombre de su innata grandeza.” (GS 20-21).
Para despejar cualquier duda respecto a la alusión de esta condena al comunismo se agregó una nota donde se citaban intencionadamente las encíclicas Divini Redemptorisde Pío XI (19 de marzo de 1937), Ad Apostolorum Principis de Pío XII (29 de junio de 1958), Mater el Magistra de Juan XXIII (15 de mayo de 1961) y Ecclesiam suam de Pablo VI (6 de agosto de 1964). Estas cuatro encíclicas se referían exclusivamente al comunismo, mientras que la alusión a las reprobaciones pasadas, incluida en el número 21, se refería a todas las formas de ateísmo incluyendo el ateísmo comunista.
Todavía hoy día se sigue escuchando que el Concilio Vaticano II no condenó el comunismo, cosa que no es cierta. Lo que sería cierto es que no pudo haber sido lo suficientemente explícita como algunos hubiésemos querido, pero fue al mismo tiempo diáfana, como se puede comprobar en el texto citado y en la ratificaciones del Magisterio precedente al respecto, y sutil, para no comprometer la situación de los cristianos en los países comunistas.
José Miguel Arráiz
Francisco, el tuitero con más influencia del mundo
(Religión Digital) El Papa Francisco es el usuario de Twitter con más influencia en la red de microbloging, con casi 10.000 retuits por cada mensajesolo en su cuenta en español, por encima del presidente de EEUU, Barack Obama, que sin embargo es el líder más seguido en la red social con 57 millones de followers.
Según el estudio Twiplomacy Study 2015,presentado este martes en Ginebra y que ha sido coordinado por la agencia de comunicación Burson-Marsteller, Obama es el más seguido en Twitter pero no el más influyente, ya que cada mensaje publicado en su cuenta es retuiteado una media de 1.210 veces, frente a las 9.929 veces que es retuiteado un mensaje en la cuenta en español del Papa Francisco.
El informe, que ha analizado 669 cuentas de Twitter de varios jefes de Estado y de Gobierno, así como cuentas de personalidades reconocidas en 166 países, determina además que la red social se ha convertido en un instrumento reconocido en materia diplomática.
El análisis, que ha analizado el comportamiento y la influencia de cada usuario, ha concluido que el Papa Francisco es de los líderes más seguidos en Twitter con 20 millones de followers. En la lista de líderes más seguidos está también, el primer ministro de India, Narendra Modi, con 11 millones de followers, o el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, con 6 millones.
El estudio también ha revelado que el 86 por ciento de los 193 miembros de las Naciones Unidas tienen una presencia oficial en Twitter o que algunos líderes han comenzado a utilizar Periscope, la app de Twitter para transmisiones en vivo con video.
lunes, 27 de abril de 2015
El obispo Munilla explica 10 verdades sobre sexo políticamente incorrectas
P.J.Ginés/ReL
El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha publicado un libro titulado “Sexo con alma y cuerpo´´ (con la palabra“sexo” muy grande en la portada, como mandan los cánones, y en letras rosas sobre fondo blanco, como en los manuales de sexualidad picante que se publican hoy).
Pero es la única concesión al márketing: el texto es contracultural. O quizá es contra-contracultural, según se mire.
Se trata de un libro “a cuatro manos” (no piensen mal, no es una práctica sexual, sino editorial). La co-autora es Begoña Ruiz Pereda, monitora del proyecto educativo “Aprendamos a amar” y experta en educación afectiva y sexual.
Munilla echa mano de tres armas en su arsenal:
1) su experiencia con jóvenes durante muchos años, forjada en el movimiento Jóvenes por el Reino de Cristo, en su labor sacerdotal y luego en su cargo como obispo responsable de la pastoral juvenil.
2) Su capacidad divulgadora y comunicativa, conocida por quienes le siguen en las redes sociales (es incansable en Twitter y Facebook) y en Radio María
3) Su popularidad y acceso al debate público, sin asustarse nunca de las cámaras o los periodistas
Con todo esto, y la experiencia educadora de Begoña Ruiz, el obispo vasco aprovecha paradesmantelar “el emperador desnudo” que es la ideología del sexo hedonista y propone la alternativa cristiana de siempre, que no es la represión, sino el amor y la castidad (recordando que la castidad no es el celibato, sino la vivencia sana de la sexualidad según el estado de vida de cada uno: casados, solteros o consagrados).
Destacamos a continuación 10 ideas estimulantes y políticamente incorrectascontra la dictadura del “pansexualismo” que pronuncia el obispo… incluyendo una corrección al líder de izquierda populista Pablo Iglesias sobre el sexo como truco anestesiante para someter a las poblaciones.
1. Si aún usan la palabra "novio" son cristianos…
«Ya no es habitual encontrar a un joven que te presente a su novia o a una chica que te presente a tu novio; y cuando eso ocurre, generalmente compruebas que estos jóvenes están insertados en algún grupo de experiencia cristiana o que pertenecen a familias de hondas raíces cristianas.»
2. Cursos de sexualidad: ¿mero adiestramiento genital?
«La gran mayoría de los cursos de educación afectivo-sexual que se imparten en la red de enseñanza pública (a veces incluso en la privada) son abiertamente antinaturales por haber asumido la ideología de género. No ofrecen una educación sexual sino una mera enseñanza de la práctica genital. Es como si nos diesen un cursillo de como conducir un coche sin enseñarnos las nociones del código de circulación y sin que supiésemos a dónde poder dirigirnos con él. »
3. Educar contra la pornografía significa enseñar a controlar Internet
«El hecho de que el recurso a la pornografía sea tan accesible con las nuevas tecnologías hace que se distorsione de forma muy notable la visión real de la sexualidad en la mente de un adolescente. No pocas veces la educación del adolescente en una equilibrada visión de la sexualidad pasa por la educación en el uso adecuado de Internet. »
4. Cuando los que cohabitan rompen: como un divorcio
«He sido testigo y he procurado acompañar el dolor de jóvenes que viven el drama de la ruptura de su noviazgo, como si de un minidivorcio se tratase. Una de las razones principales de este hecho es el no haber planteado adecuadamente las relaciones en el noviazgo. Si en la etapa de noviazgo se vive de hecho como si la pareja fuese ya un matrimonio es previsible que se deriven de ahí muchos sufrimientos. El noviazgo es una etapa para discernir mientras que el matrimonio es la etapa de la entrega plena.»
5. Cohabitar no previene la ruptura: aumenta el riesgo
«Décadas atrás solía argüirse que era conveniente convivir antes de casarse para poder dar el paso al matrimonio con mayor seguridad. Posteriormente hemos podido constatar que el índice de rupturas matrimoniales es superior en quienes han convivido previamente, a lo que hay que añadir el alto número de convivencias prematrimoniales que terminan en la ruptura sin llegar a la boda (y que por la forma de relación establecido resultan ser un minidivorcio).»
6. La castidad es buena, pero como todo lo valioso, es exigente
«La verdad moral que custodia la virtud de la castidad es buena para nosotros; más aún, no sólo es buena sino que es bella y atrayente. Eso no quiere decir que esa belleza, ese bien, esa verdad, no sean exigentes. No hay nada valioso en esta vida que no requiera nuestra entrega sacrificada.»
7. Con trucos estadísticos ocultan a los castos
«Una de las estrategias del pansexualismo y de la ideología de género es la de hacernos creer que la castidad no es posible entre los jóvenes, ni como ideal ni como realidad. Pienso que se ha prefabricado una imagen sobre la sexualidad en la juventud con el intento de acomplejar a quienes no se suben al carro. […] Por ejemplo, la edad media de inicio de las relaciones sexuales solamente es calculada entre jóvenes que ya han tenido relaciones sexuales. Por lo tanto, no tiene en cuenta a los demás, a los que viven en castidad. Por ello estamos ante un dato muy desorientador y manipulador. En España los jóvenes que ya han tenido relaciones sexuales a los 16 años son un 21,7%.»
8. Del pan y circo al sexo y fútbol
«Hemos actualizado el pan y circo por el sexo y fútbol. Pero el principio sigue siendo el mismo o muy parecido. Es interesante conocer que los términos “lujo” y “lujuria” tienen la misma raíz etimológica: luxus, es decir, torcedura. En efecto, tanto el lujo (materialismo consumista) como la lujuria (pansexualismo) son una torcedura, una desviación del recto camino que conduce a la felicidad del ser humano.»
9. Pablo Iglesias sobre el follar: se equivoca
«Me estoy acordando de unas declaraciones de Pablo Iglesias, líder de Podemos, en las que afirmaba: “Decían los estudiantes del 68 ‘hagamos el amor y no la guerra’. Para mi generación eso de hacer el amor es una cursilada, mi generación prefiere follar. Y más nos valdría aprender a hacer la guerra para que no nos sigan follando”. Se equivocaba Pablo Iglesias en su análisis porque eso que él dice que su generación prefiere, follar, forma parte de la estrategia del poder para seguir sometiéndonos. La dictadura más consolidada es aquella en la que los esclavos sienten placer en serlo.»
10. ¿De quién es el corazón?
«El corazón no es de quien lo rompe, sino de quien lo repara. Por ello, nuestro corazón es el corazón de Cristo.»
CARTA A UNA NIÑA DE PRIMERA COMUNIÓN...
Ya no recuerdo tu nombre, pero jamás olvidaré tus ojos desde hace más de cincuenta años, desde un pueblo cualquiera ¡qué más da! primera parroquia a la que me destinaron. Era por mayo, un mes delicioso si los hay... Para mí lo fue siempre hasta entonces. A partir de aquel día suele llegar a mi jardín con algunas espinas.
Era el día de la primera Comunión. Cada madre competía en imaginación y en dineros para ver a su hija “la más guapa”. Llegó la hora de la Misa. Salí hacia el altar. Estabais tan hermosas..., pequeña mía, todas de blanco, quince, veinte ángeles, no lo recuerdo bien. Me fijé en que tú llevabas una falda plisada de tirantes, una blusa, y sandalias de goma, pero entre tantas apenas se notaba. Eso al menos creíamos. Y empezó la ceremonia. El coro había ensayado cantos, de aquellos de antes. Hoy es todo tan distinto...
La ceremonia discurría fastuosa, yo hablé con entusiasmo, puse ejemplos, eché un fervorín... Las madres levantaban sus cabezas por encima de la gente para veros. No sé en qué momento de la Misa también yo levanté la mirada, me fijé en tus ojos claros, en tu carita pálida, en tu falda plisada, en tus sandalias..., luego al mirar con más detenimiento vi que llorabas. Primero eran las lágrimas... debiste de darte cuenta de que alguien te observaba y empezaron los sollozos, cada vez más profundos... pensé que estabas mal, que tenías necesidad de salir, no sé... o acaso que de tan nerviosa que estarías te habrías puesto enferma... bajé del altar y me acerqué muy despacito hacia tu silla...
-¿Estás enferma, Mary?
Me dijiste que no, con la cabeza.
-¿Necesitas salir...?
-No, no..., me decías entre sollozos reprimidos meneando de nuevo la cabeza.
-Entonces ¿qué es lo que te pasa?
Y mirando a la niña que a tu lado lucía un amplio vestido de seda y organdí, con lazos color rosa, un limosnero cuajado de lentejuelas relucientes, un misal de nácar y un rosario de plata, me dijiste mirando tus trapitos... casi no se te entendía:
-Es que me da vergüenza...
El llanto no te dejó acabar... me quedé un momento como desconcertado sin saber qué decir, con un dolor aquí, en el alma, que aún me dura ¿sabes? y una amargura infinita entre los ojos... Yo no sé qué pensé ni qué dije para mí... No lo recuerdo... lo que te puedo decir es que allí hice, en un instante, algo así como un voto solemne, como una solemne promesa ante mí mismo y ante ti, solos los dos, ante las lágrimas de la pobreza y de la humillación... Prometí ¿qué prometí Dios mío...? que en lo que me quedara de vida ninguna niña iba a llorar jamás porque otra niña luciera un capisayo mejor a su lado... Lo prometí y lo he cumplido... Fíjate bien, Mary, desde hace más de cincuenta años... (¿cuántos tendrás tu ya?) luchando cada mayo con un montón de incomprensiones, de gentes que te acosan y critican... Allá ellos. Yo sé muy bien por qué lo que hago...
¿Sabes que aquella decisión me costó incluso el puesto al poco tiempo? Había una persona amiga del Ministro de la Gobernación, el Ministro tenía vara alta en el Colegio, del que también dependía de algún modo el pueblecito y ¿cómo no? el capellán... Aquel año comulgaba la sobrina de ... para qué decir nombres. Quería ir en medio de las otras luciendo el meriñaque de sus vanaglorias. Yo me planté negándome en redondo..., llamaron al Ministro, el Ministro al Obispado ¿cómo tendrán tanto poder, oye?, no lo sé, lo que sé es que a los pocos días, precisamente un día al atardecer cuando regresaba de predicar una fiesta de pueblo, de esas de antes, con comida y sobremesa, claro, me encontré en mi despacho al sustituto...
Al día siguiente salí del pueblo con otro destino en el bolsillo. Te voy a contar un secreto. Al pasar junto a tu casa miré a ver si te veía. No estabas... Y no pude despedirme. Fue mejor así ¿qué te iba yo a decir? Tampoco tú lo entenderías. Acaso no lo entenderás aún hoy, no sé... Somos tan retorcidos los mayores...
Y ya ves, llevo ya cincuenta y tantos años cargando cada mayo con la cruz de tu promesa. Ya no puedo dejarla, porque aún me atormentan tus ojos arrasados en lágrimas, tu mirada herida de pobreza. Aún llevo tus sollozos contenidos clavados aquí, en lo más hondo del alma. He olvidado tu nombre, aunque te llame Mary ¿me perdonas? pero mira, tu rostro no lo podré olvidar jamás, hasta que muera... Es tan triste no tener qué ponerse para tener que competir con la riqueza...
Aún me siguen acosando, y no creas, no son precisamente los más ricos, a veces es la gente mas pobre. Los entiendo ¿sabes? No quieren que su niña sea menos que nadie ni pase por una humillación como la que pasaste tú, y quieren igualarse con quien sea, y como sea, y a costa de lo que sea... Después de tanto tiempo ¿por dónde andarás tú ahora ...? te he perdido de vista pero no te eché en el olvido, ¡ah, eso de ningún modo! Sigo pensando en ti, en tu cara rosada, en tu saya plisada con tirantes, en tus verdes sandalias, me acuerdo que eran verdes...
Hoy te escribo esta carta, mi pequeña Mary, para que sepas que te he sido fiel en la promesa, que aún persigo ese fantasma de querer la igualdad, de amar la fraternidad dentro de la libertad para todos, porque el pobre si es pobre ya no es libre del todo. Así que desde este rincón donde me acojo y me cobijo cada anochecer a solas con todos mis silencios, tu recuerdo estos días ha saltado a las primeras páginas de mis recordatorios. Con él me saco la espina de alguna palabra que otra.
Seguramente nunca estas líneas llegarán a tus manos, pero hoy necesitaba hablar contigo y decírtelo, aunque no me escuches, para que aquellas tus lágrimas sobre tu blusa blanca e inocente, en un domingo diáfano de mayo, me sigan dando fuerza para predicar a mis gentes que Dios sigue aún siendo bueno con todas sus criaturas, y que aún sigue gritando que debemos amarnos... y que la caridad bien entendida empieza, a lo mejor, hasta por un pobre vestido de Primera Comunión.
José Manuel Feito
(Desde hace 50 años Párroco de Santo Domingo de Miranda de Avilés)
sábado, 25 de abril de 2015
Evangelio Domingo IV de Pascua
Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 11-18
En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos:
–Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para quitarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del Padre.
Palabra del Señor
viernes, 24 de abril de 2015
26 de abril, Jornada por el Empleo, de Cáritas
Con este motivo, el domingo 26 habrá colectas en todas las parroquias a favor del programa de atención al empleo de Cáritas.
jueves, 23 de abril de 2015
Carta semanal del Sr. Arzobispo
Era una de nuestras ciudades con sus calles principales llenas de tiendas con escaparates. Al caer de la tarde se encienden sus luces, y se muestra tras el cristal un señuelo irresistible que te obliga a mirar, a asomarte a lo que te dice con sus colores y complicidad: mírame, detente un rato, no te fijes en el precio, dilata tus ojos, enciende tu deseo... cómprame.
Pero en esta ocasión no era una tienda de productos informáticos, ni tampoco de ropas con la moda de estación, ni de artilugios seductores, ni siquiera de libros premiados de última edición. Eran fotos, sólo fotos. Y como un carrusel de celebridades, aparecían niños y niñas ataviados de un montón de maneras. Los niños estaban bien colocados y se nos ofrecían como los marineros y los capitanes de la Armada, los comandantes de vuelo, pasando por toda una variedad de trajes elegantes sin ninguna divisa marinera o volandera. Las niñas eran también recurrentes en sus hábitos tras el cristal del escaparate: novias en pequeño con todo su tul, o monjitas con túnica sencilla y velo como tocado en las cabezas, aunque también los vestidos vistosos sin alusiones casamenteras ni remedos de convento.
Era claro que el escaparate estaba lleno de fotos de nuestros más pequeños que se acercan a hacer su primera Comunión. La tienda era un estudio fotográfico que chistaba su reclamo con quienes celebran ese momento importante en su historia cristiana. Uno recuerda aquel inolvidable día en que nos acercamos gozosos y llenos de respeto a recibir a Jesús en la santa Eucaristía. Era la primera vez. Luego vino la segunda, y tantísimas otras junto a los mayores en cuya fila de comulgantes nos íbamos colando como un cristiano más.Debidamente preparados, acudíamos a recibir a Jesús sacramentado.
Siempre se corre el riesgo de quedarse en la escenografía, en los trajes especiales, en los regalos incluso con listas de caprichos en las tiendas del consumo. Pero hay niños que viven este momento con más seriedad y hondura que sus propios mayores, dándonos una preciosa lección de cómo el Señor también trabaja ese santuario de inocencia que es el alma de los más pequeños.
Comulgar a Jesús, significa amarle a Él, dejarnos amar por Él y amar lo que Él ama. Esta es la verdadera comunión al recibir su santo Cuerpo en la Eucaristía. Y esto los niños lo entienden, porque normalmente no tienen una visión confusa o complicada del amor auténtico: amar, dejarse amar y amar lo que el otro ama.
En este sentido, me he acordado de los pequeños que hacen su primera Comunión en Benín, en nuestra misión diocesana de Bembereké. Allí no hay trajes de marinero, ni de comandantes, ni de novias. La sencillez de lo externo en ropas, banquetes y regalos, es garantía para vivir ese momento sin distracciones inadecuadas. Sería algo muy hermoso que nuestros niños y niñas de primera Comunión aquí, pudieran tener un gesto solidario con los niños y niñas de allá. Unos y otros aman a Jesús, se dejan amar por Él, y podrían tener ese gesto de amarse mutuamente compartiendo algo siquiera de lo que en ese día tanto recibirán.
Los trajes al uso en la primera Comunión sólo sirven para un momento de excepción, jamás luego los utilizamos. Y recibir a Jesús es tan suficientemente intenso e importante que todo lo demás es secundario. Pero hacer la primera Comunión debe ser también vestirse de comunión de dentro hacia fuera, cuando desde el corazón lleno de Jesús sacramentado sale otro modo de revestir con amor a aquellos que Jesús ama. Es la moda que como el amor verdadero, jamás caduca ni pasa.
Pero en esta ocasión no era una tienda de productos informáticos, ni tampoco de ropas con la moda de estación, ni de artilugios seductores, ni siquiera de libros premiados de última edición. Eran fotos, sólo fotos. Y como un carrusel de celebridades, aparecían niños y niñas ataviados de un montón de maneras. Los niños estaban bien colocados y se nos ofrecían como los marineros y los capitanes de la Armada, los comandantes de vuelo, pasando por toda una variedad de trajes elegantes sin ninguna divisa marinera o volandera. Las niñas eran también recurrentes en sus hábitos tras el cristal del escaparate: novias en pequeño con todo su tul, o monjitas con túnica sencilla y velo como tocado en las cabezas, aunque también los vestidos vistosos sin alusiones casamenteras ni remedos de convento.
Era claro que el escaparate estaba lleno de fotos de nuestros más pequeños que se acercan a hacer su primera Comunión. La tienda era un estudio fotográfico que chistaba su reclamo con quienes celebran ese momento importante en su historia cristiana. Uno recuerda aquel inolvidable día en que nos acercamos gozosos y llenos de respeto a recibir a Jesús en la santa Eucaristía. Era la primera vez. Luego vino la segunda, y tantísimas otras junto a los mayores en cuya fila de comulgantes nos íbamos colando como un cristiano más.Debidamente preparados, acudíamos a recibir a Jesús sacramentado.
Siempre se corre el riesgo de quedarse en la escenografía, en los trajes especiales, en los regalos incluso con listas de caprichos en las tiendas del consumo. Pero hay niños que viven este momento con más seriedad y hondura que sus propios mayores, dándonos una preciosa lección de cómo el Señor también trabaja ese santuario de inocencia que es el alma de los más pequeños.
Comulgar a Jesús, significa amarle a Él, dejarnos amar por Él y amar lo que Él ama. Esta es la verdadera comunión al recibir su santo Cuerpo en la Eucaristía. Y esto los niños lo entienden, porque normalmente no tienen una visión confusa o complicada del amor auténtico: amar, dejarse amar y amar lo que el otro ama.
En este sentido, me he acordado de los pequeños que hacen su primera Comunión en Benín, en nuestra misión diocesana de Bembereké. Allí no hay trajes de marinero, ni de comandantes, ni de novias. La sencillez de lo externo en ropas, banquetes y regalos, es garantía para vivir ese momento sin distracciones inadecuadas. Sería algo muy hermoso que nuestros niños y niñas de primera Comunión aquí, pudieran tener un gesto solidario con los niños y niñas de allá. Unos y otros aman a Jesús, se dejan amar por Él, y podrían tener ese gesto de amarse mutuamente compartiendo algo siquiera de lo que en ese día tanto recibirán.
Los trajes al uso en la primera Comunión sólo sirven para un momento de excepción, jamás luego los utilizamos. Y recibir a Jesús es tan suficientemente intenso e importante que todo lo demás es secundario. Pero hacer la primera Comunión debe ser también vestirse de comunión de dentro hacia fuera, cuando desde el corazón lleno de Jesús sacramentado sale otro modo de revestir con amor a aquellos que Jesús ama. Es la moda que como el amor verdadero, jamás caduca ni pasa.
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
martes, 21 de abril de 2015
Necrológica diocesana
Falleció el sacerdote diocesano Don Germán Luis Álvarez Martinez.
Natural de la Roda (Tapia) .
De familia profundamente religiosa tuvo otro hermano sacerdote (el recordado Don Jesús que fue párroco de Tineo y el Rodical).
Fue ordenado sacerdote en junio de 1953 por Monseñor Lauzurica y Torralba .
Entre los diferentes cargos desempeñados a lo largo de su dilatada vida sacerdotal cabe reseñar su labor en la pastoral universitaria así como su misión de consiliario diocesano de la JEC.
En el servicio pastoral trabajó en diferentes puntos de la diócesis como en Santa María de Riberas de Pravia o San Andrés de Linares del Entrego.
También colaboró en la Parroquia de San Juan Bautista de la Corredoria los años que vivió en dicho barrio ovetense siendo ya consiliario.
Una vez jubilado fijó su residencia en el barrio de Santo Domingo de Oviedo primero, y en la Casa sacerdotal después.
D. E. P.
Los obispos recuerdan que a la hora de votar hay temas innegociables
(La Razón) El presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, ha dicho hoy que la Iglesia no es un "contrincante político" y ha instado a los cristianos a ser coherentes a la hora de votar y a recordar que hay temas "innegociables" como el derecho a la vida, el "verdadero" matrimonio y la educación de los hijos. En su discurso inaugural de la CV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Blázquez ha destacado la necesidad de que los cristianos vivan con "coherencia responsable" la fe "en la calle, en la vida social y política, en el ejercicio del voto o de la representación y actividad política".
Y les ha pedido que defiendan y propongan, "en los temas más cuestionados hoy", la verdadera dignidad del ser humano.
Blázquez se ha referido al "complejo panorama político y social" actual en el que, ha aseverado, la Iglesia no es un "contrincante político", ni su papel es "de orden partidista" sino de "orden pastoral", y ha recordado la "independencia y colaboración" que marca la actuación de esta institución tal y como lo determina la Constitución.
"Iluminar conforme al Evangelio la conciencia de sus fieles para que su actuación, con personal responsabilidad, sea coherente con su fe como ciudadanos que son también de pleno derecho", es la labor de la Iglesia que ha defendido el presidente de los obispos españoles.
En este sentido, el también cardenal arzobispo de Valladolid ha subrayado que la Iglesia siempre trabajará por los "valores innegociables" como son el derecho a la vida desde la concepción hasta su fin natural, el "verdadero" matrimonio y la armonía y estabilidad familiar y el derecho de los padres a la educación de sus hijos conforme a sus convicciones.
Desde el laicismo -ha señalado- muchos no entienden que la legítima autonomía del orden temporal no puede significar prescindir del recto orden moral y es ahí donde es "posible y necesaria" la colaboración de los católicos con otras propuestas que tengan el mismo objetivo de la defensa de los valores de la dignidad humana y la realización del bien común.
"En una sana sociedad civil no ha de extrañar que los católicos tengan una voz coherente con su fe en los asuntos públicos, en el diseño de la vida social y cultural", ha destacado Blázquez.
Ha afirmado que esta crisis social y económica arrastra en el fondo una crisis antropológica, ética y religiosa en la que ha incidido "el materialismo economicista".
Así, se ha referido a los casos de corrupción, que "tanto dañan la confianza de la población", y a la ideología que defiende la "autonomía absoluta" de los mercados y de la actividad financiera y que instaura una "tiranía invisible" que impone de forma unilateral sus reglas.
"Cuando esto ocurre estamos ante una verdadera idolatría en la que al dinero se le rinde culto y se le ofrecen sacrificios" -ha lamentado- como si fuera el rendimiento económico el que da fundamento a la actividad política que "se convierte en una tecnocracia o pura gestión y no en una empresa de ideas y valores".
Ha denunciado las consecuencias de la crisis que está afectando a las familias, sobre todo a los más pequeños y a los ancianos, así como a las mujeres.
Ante esta situación, ha abogado por la puesta en marcha de una "economía de rostro humano", que ponga a la persona en el centro, basada en la ética y en el bien común por encima de los intereses individuales y egoístas.
Ha insistido en que, junto a eficaces políticas de concertación social y de desarrollo sostenible, se necesita "una verdadera regeneración moral a escala personal y social" que permita la solidaridad con los más pobres y favorezca la auténtica cohesión social.
"A todos nos es necesario recordar que sin conducta moral, sin honradez, sin respeto a los demás, sin servicio al bien común, sin solidaridad con los necesitados, nuestra sociedad se degrada", ha advertido.
«Unámonos a tantos hermanos mártires bajo la calumnia, la persecución y la muerte», exhorta el Papa
(Religión en libertad) El Papa Francisco reiteró que la verdadera Historia de la Iglesia es la de los Santos y mártires. En su homilía de la Misa matutina, en la Capilla de la Casa de Santa Marta este martes, reflexionando sobre la lapidación de San Esteban, el obispo de Roma recordó, con palabras emocionadas, a cuantos hoy son perseguidos y matados por ser cristianos.
Y puso de relieve que hay también ‘mártires escondidos’,que buscan caminos nuevos para ayudar a los hermanos y por ello son perseguidos por los ‘Sanedrines modernos’.
Con la primera Lectura de los Hechos de los Apóstoles, recordando el juicio del Sanedrín contra Esteban y su lapidación, el Papa hizo hincapié en que, al igual que el primer mártir de la Iglesia, también los que padecen hoy el martirio no buscan ‘otro pan’ que no sea Jesús, su ‘único pan’.
La Palabra de Dios fastidia a los corazones duros
Como Jesús, también Esteban debe afrontar falsos testimonios y la sublevación del pueblo que lo lleva a juicio.Esteban les recuerda cuántos profetas han sido matados por haber sido fieles a la Palabra de Dios y cuando ‘confiesa su visión de Jesús’, entonces sus perseguidores se escandalizan, se tapan los oídos para no escucharlo y lo arrastran fuera de la ciudad para apedrearlo.
«La Palabra de Dios disgusta siempre a ciertos corazones. La Palabra de Dios fastidia cuando tienes un corazón duro, cuando tienes un corazón de pagano. Porque la Palabra de Dios te interpela a ir adelante, buscándote y quitándote el hambre con ese pan del que hablaba Jesús. En la historia de la Revelación, tantos mártires han sido matados por fidelidad a la Palabra de Dios, a la Verdad de Dios».
El martirio de Esteban se asemeja al de Jesús, muere ‘con esa magnanimidad cristiana del perdón, de la oración por los enemigos’, que perseguían a los profetas, así como a Esteban, ‘creyendo que daban gloria a Dios, creyendo que de esta forma eran fieles a la Doctrina de Dios’, señaló el Santo Padre, añadiendo que ‘hoy’ quería recordar que la Historia de la Iglesia, la verdadera Historia de la Iglesia, es la Historia de los Santos y de los mártires: los mártires perseguidos, tantos matados, por aquellos que creían que daban gloria a Dios, por aquellos que creían que tenían la ‘verdad’: corazón corrupto.
«¡En estos días, cuántos Esteban hay en el mundo! Pensemos en nuestros hermanos degollados en una playa de Libia. Pensemos en ese chiquillo quemado vivo por sus compañeros, por ser cristiano. Pensemos en esos migrantes que, en alta mar, fueron tirados al mar, por ser cristianos. Pensemos, en esos etíopes asesinados, antes de ayer, por ser cristianos y en tantos otros… Tantos otros que no sabemos, que sufren en cárceles, por ser cristianos… Hoy la Iglesia es Iglesia de mártires: ellos sufren, dan su vida y nosotros recibimos la bendición de Dios por su testimonio».
La nuestra es una Iglesia de mártires
También hay ‘mártires escondidos, aquellos hombres y aquellas mujeres fieles’ a la ‘voz del Espíritu, que buscan caminos nuevos para ayudar a los hermanos y para amar mejor a Dios, a los que se mira con sospecha, son calumniados, perseguidos por tantos sanedrines modernos que se creen dueños de la verdad: tantos mártires desconocidos’:
«Y también tantos mártires escondidos que, por ser fieles en su familia, sufren tanto por fidelidad. Nuestra Iglesia es una Iglesia de mártires. Y ahora, en nuestra celebración, vendrá a nosotros el primer mártir, el primero que dio su testimonio y, aún más, la salvación a todos nosotros. Unámonos a Jesús en la Eucaristía y unámonos a tantos hermanos y hermanas que sufren el martirio de la persecución, de la calumnia y de la muerte por ser fieles al único pan que sacia, es decir a Jesús».
Y puso de relieve que hay también ‘mártires escondidos’,que buscan caminos nuevos para ayudar a los hermanos y por ello son perseguidos por los ‘Sanedrines modernos’.
Con la primera Lectura de los Hechos de los Apóstoles, recordando el juicio del Sanedrín contra Esteban y su lapidación, el Papa hizo hincapié en que, al igual que el primer mártir de la Iglesia, también los que padecen hoy el martirio no buscan ‘otro pan’ que no sea Jesús, su ‘único pan’.
La Palabra de Dios fastidia a los corazones duros
Como Jesús, también Esteban debe afrontar falsos testimonios y la sublevación del pueblo que lo lleva a juicio.Esteban les recuerda cuántos profetas han sido matados por haber sido fieles a la Palabra de Dios y cuando ‘confiesa su visión de Jesús’, entonces sus perseguidores se escandalizan, se tapan los oídos para no escucharlo y lo arrastran fuera de la ciudad para apedrearlo.
«La Palabra de Dios disgusta siempre a ciertos corazones. La Palabra de Dios fastidia cuando tienes un corazón duro, cuando tienes un corazón de pagano. Porque la Palabra de Dios te interpela a ir adelante, buscándote y quitándote el hambre con ese pan del que hablaba Jesús. En la historia de la Revelación, tantos mártires han sido matados por fidelidad a la Palabra de Dios, a la Verdad de Dios».
El martirio de Esteban se asemeja al de Jesús, muere ‘con esa magnanimidad cristiana del perdón, de la oración por los enemigos’, que perseguían a los profetas, así como a Esteban, ‘creyendo que daban gloria a Dios, creyendo que de esta forma eran fieles a la Doctrina de Dios’, señaló el Santo Padre, añadiendo que ‘hoy’ quería recordar que la Historia de la Iglesia, la verdadera Historia de la Iglesia, es la Historia de los Santos y de los mártires: los mártires perseguidos, tantos matados, por aquellos que creían que daban gloria a Dios, por aquellos que creían que tenían la ‘verdad’: corazón corrupto.
«¡En estos días, cuántos Esteban hay en el mundo! Pensemos en nuestros hermanos degollados en una playa de Libia. Pensemos en ese chiquillo quemado vivo por sus compañeros, por ser cristiano. Pensemos en esos migrantes que, en alta mar, fueron tirados al mar, por ser cristianos. Pensemos, en esos etíopes asesinados, antes de ayer, por ser cristianos y en tantos otros… Tantos otros que no sabemos, que sufren en cárceles, por ser cristianos… Hoy la Iglesia es Iglesia de mártires: ellos sufren, dan su vida y nosotros recibimos la bendición de Dios por su testimonio».
La nuestra es una Iglesia de mártires
También hay ‘mártires escondidos, aquellos hombres y aquellas mujeres fieles’ a la ‘voz del Espíritu, que buscan caminos nuevos para ayudar a los hermanos y para amar mejor a Dios, a los que se mira con sospecha, son calumniados, perseguidos por tantos sanedrines modernos que se creen dueños de la verdad: tantos mártires desconocidos’:
«Y también tantos mártires escondidos que, por ser fieles en su familia, sufren tanto por fidelidad. Nuestra Iglesia es una Iglesia de mártires. Y ahora, en nuestra celebración, vendrá a nosotros el primer mártir, el primero que dio su testimonio y, aún más, la salvación a todos nosotros. Unámonos a Jesús en la Eucaristía y unámonos a tantos hermanos y hermanas que sufren el martirio de la persecución, de la calumnia y de la muerte por ser fieles al único pan que sacia, es decir a Jesús».
Rezar por las intenciones de Rusia
No recuerdo dónde lo vi. Dos ancianitas. Una de ellas decía a la otra: “Toda la vida rezando por las intenciones del papa y la conversión de Rusia, perotal y como están las cosas me parece que voy a empezar a rezar por la conversión del papa y las intenciones de Rusia”. Exagerada la señora, evidentemente, aunque lo de las intenciones de Rusia la verdad es que merece una seria reflexión.
De Rusia, del presidente Putin, llegan noticias sorprendentes, primero por el fondo de las mismas, pero es que además sorprende que alguien, y más en un país de tradición comunista, se atreva a decir cosas que muchos pensamos pero que no tenemos narices a soltar en público.
Por ejemplo. En nuestro mundo occidental uno puede decir o hacer casi lo que quiera, pero que nadie se atreva a rozar ni de pensamiento al colectivo gay porque le lloverán encima todas las maldiciones habidas, por haber, pasadas, futuras e imaginadas. PuesPutin prohibió la propaganda gay y por supuesto nada de días del orgullo gay ni cosa parecida. Muchos entendemos que un niño adoptado está mejor con papá y mamá que con dos papás o dos mamás, pero decir esto en España es caer en la consideración de cavernícola mayor del universo. Putin no permite que parejas homosexuales adopten niños rusos. Con dos narices.
¿Qué me dicen del aborto? Por Dios, en occidente nos lo quieren hacer tragar como uno de los derechos fundamentales de la mujer. Putin ha prohibido la publicidad del aborto y pone cada vez más trabas a su práctica. Hace apenas unos días me entero de que en Rusia se están planteando prohibir la pornografía en internet. Y más cosas que se pueden consultar, por ejemplo aquellas simpáticas muchachas que se desnudaron en una catedral y acabaron con sus huesos y sus carnes en la cárcel.
Lo curioso es que ante todas estas noticias no hay constancia de manifestaciones de feministas ni de gays ante la embajada rusa. Otra cosa es que lo de los gays, el aborto o la adopción por parte de los homosexuales lo hubiera dicho el obispo de Alcalá de Henares, en cuyo caso ya hubieran ardido el palacio episcopal y la catedral de los santos niños. Pero no vamos a comparar. Reig Pla calla y los rusos son muy suyos.
Lo de convertirse el papa es pasarse cuatro pueblos, aunque todos estamos necesitados de permanente conversión. Ahora bien, no me negarán que lo de Putin, en estos tiempos que corren no llama la atención. De ahí lo de la buena señora: que estos rusos, que parecían demonios con cuernos abundantes y rabo malévolo, sean ahora defensores de la pareja tradicional, contrarios al aborto y la pornografía, y cuiden tanto sus templos religiosos que si una señoritas aparecen en ellos en domingas al aire directamente vayan a chirona, es como para rezar por ellos y que la cosa no decaiga. Eso dicen al menos Joaquina y Rafaela.
Jorge Glez. Guadalix
Día del Catequista, en Gijón
El encuentro dará comienzo a las 10 de la mañana, con dos ponencias formativas. En primer lugar, el Delegado episcopal de Liturgia, el sacerdote José Luis González, hablará sobre el “Ritual de Iniciación Cristiano de Adultos, fuente de la renovación de la catequesis en la Iglesia”, y seguidamente, el responsable diocesano de Catequesis, el sacerdote Juan José Llamedo, impartirá un “Taller sobre el Catecumenado de Familias: qué es y cómo se hace”.
A las 13,45 horas tendrá lugar una Eucaristía, presidida por el Obispo auxiliar, Mons. Juan Antonio Menéndez, seguida de una comida fraterna.
Por la tarde, los participantes podrán asistir a un Concierto Recital a cargo de Luis Guitarra y Carmen Sara titulado “Relatos y canciones para despertar el alma”. La entrada será libre, hasta completar aforo.
sábado, 18 de abril de 2015
Evangelio Domingo III de Pascua
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 35-48
En aquel tiempo contaban los discípulos lo que les había acontecido en el camino y cómo reconocieron a Jesús en el partir el pan.
Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo:
–Paz a vosotros.
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:
–¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
–¿Tenéis ahí algo que comer?
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
–Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mi, tenía que cumplirse.
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
–Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.
Palabra del Señor
La Pascua en palabras del Papa
Los hombres permanecieron cerrados en el Cenáculo. Las mujeres, sin embargo, al alba del día siguiente al sábado, fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús. Sus corazones estaban llenos de emoción y se preguntaban: «¿Cómo haremos para entrar?, ¿quién nos removerá la piedra de la tumba?...». Pero he aquí el primer signo del Acontecimiento: la gran piedra ya había sido removida, y la tumba estaba abierta.
«Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco» (Mc 16,5). Las mujeres fueron las primeras que vieron este gran signo: el sepulcro vacío; y fueron las primeras en entrar.
«Entraron en el sepulcro». En esta noche de vigilia, nos viene bien detenernos a reflexionar sobre la experiencia de las discípulas de Jesús, que también nos interpela a nosotros. Efectivamente, para eso estamos aquí: para entrar, para entrar en el misterio que Dios ha realizado con su vigilia de amor.
No se puede vivir la Pascua sin entrar en el misterio. No es un hecho intelectual, no es sólo conocer, leer... Es más, es mucho más.
«Entrar en el misterio» significa capacidad de asombro, de contemplación; capacidad de escuchar el silencio y sentir el susurro de ese hilo de silencio sonoro en el que Dios nos habla (cf. 1 Re 19,12).
Entrar en el misterio nos exige no tener miedo de la realidad: no cerrarse en sí mismos, no huir ante lo que no entendemos, no cerrar los ojos frente a los problemas, no negarlos, no eliminar los interrogantes...
Entrar en el misterio significa ir más allá de las cómodas certezas, más allá de la pereza y la indiferencia que nos frenan, y ponerse en busca de la verdad, la belleza y el amor, buscar un sentido no ya descontado, una respuesta no trivial a las cuestiones que ponen en crisis nuestra fe, nuestra fidelidad y nuestra razón.
Para entrar en el misterio se necesita humildad, la humildad de abajarse, de apearse del pedestal de nuestro yo, tan orgulloso, de nuestra presunción; la humildad para redimensionar la propia estima, reconociendo lo que realmente somos: criaturas con virtudes y defectos, pecadores necesitados de perdón. Para entrar en el misterio hace falta este abajamiento, que es impotencia, vaciamiento de las propias idolatrías... adoración. Sin adorar no se puede entrar en el misterio.
Todo esto nos enseñan las mujeres discípulas de Jesús. Velaron aquella noche, junto a la Madre. Y ella, la Virgen Madre, les ayudó a no perder la fe y la esperanza. Así, no permanecieron prisioneras del miedo y del dolor, sino que salieron con las primeras luces del alba, llevando en las manos sus ungüentos y con el corazón ungido de amor. Salieron y encontraron la tumba abierta. Y entraron. Velaron, salieron y entraron en el misterio. Aprendamos de ellas a velar con Dios y con María, nuestra Madre, para entrar en el misterio que nos hace pasar de la muerte a la vida.
viernes, 17 de abril de 2015
LA BELLEZA QUE NOS REGALA LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
¡Cristo ha ascendido victorioso del abismo! Vivid en este tiempo pascual la alegría que nace de sabernos queridos y amados por Dios. Celebremos todos que, por pura gracia, hemos sido injertados en el misterio Pascual de Cristo, pues hemos muerto con Él y hemos resucitado con Él, para reinar siempre con Él.
Con todas mis fuerzas, quiero hacer para cada uno de vosotros esta meditación en voz alta. Escúchala como si fuera dirigida directamente a ti, acógela en tu corazón. Apacigua todo lo que pueda acontecer o suceder en tu vida. Escucha, haz silencio, contempla lo sucedido: ¡Jesucristo ha resucitado! Es una noticia que cambia todo. La vida y la historia tienen nueva dirección. Lee tu vida, la de los demás y todo lo que existe, de una manera nueva. Hazlo con el aliento del Amor que te entrega Jesucristo Resucitado. Colma la vida de esperanza.De esa esperanza que viene de Él.Prueba la dulzura de su benevolencia.Toma posesión de la fuerza que el Señor te ha entregado con su Vida.Aclara la mirada que haces sobre todas las cosas y sobre los hombres con la luz que viene de Jesucristo. ¡Qué claridad! ¡Qué belleza adquieren todas las cosas!Cuando estés turbado o llegue la desesperanza, busca la serenidad y sáciate en Él. Solamente Él, te hará recobrar la serenidad y la esperanza.Cuando sientas la debilidad, busca en Él fortaleza y ánimo, la fuerza para el camino y para animar a quienes tienes a tu lado.Cuando descubras que te desvías o que son los demás quienes se desvían, encuéntrate con Él y haz posible que, por tu modo de vivir, los otros se encuentren con quien es el Camino, la Verdad y la Vida. Así se endereza la senda y entras por el único camino que tiene el ser humano, que es Jesucristo. Cuando estés enfermo de cualquier clase de enfermedad y, sobre todo, de la más grave para la existencia del hombre, de esa enfermedad que es no saber quiénes somos ni para qué estamos en la vida, pide al Señor que te cure. Entrar en el río de la gracia y en la experiencia de su amor te traerá salud. Esa que necesita el hombre y que solamente puede entregar Jesucristo Resucitado.
Cuando estés sin luz y por tanto en la oscuridad, Señor, danos la luz de tu Resurrección, que hace ver todo de un modo nuevo.
Que nunca rechacemos la fuerza de la gracia que Tú quieres que llegue a todo hombre. Haznos conocerte siempre. Danos tu enseñanza. Tórnanos a la integridad que sabemos que solamente llega contigo.
Que con tu Resurrección, penetremos lo impenetrable.
Que desde tu Resurrección, entremos en la profundidad del secreto que Tú y solamente Tú, abres para el hombre. Que sepamos entrar en la profundidad de tu Misterio.
Tu Resurrección, Señor, nos ha dado la riqueza que necesita el ser humano para vivir. Eres la riqueza frente a toda indigencia. Eres el objetivo final de mi larga súplica. Eres la meta a donde confluyen todos mis deseos. Concédeme tu favor. Extiende tus riquezas sobre mi pobreza y mi desnudez.
Con tu Resurrección, mis miedos desaparecen, mis debilidades se convierten en fortaleza, mis ambiciones y egoísmos se tornan en generosidad y en entrega de toda mi vida a los demás, mis penas se curan.
Seamos valientes para hacer a la humanidad entera el anuncio de la Resurrección. Hagámoslo así: “¡Ha resucitado, está vivo!” No compliquemos el anuncio. Digamos simplemente: “¡Ha resucitado!” “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?”(Lc 24, 5).
Sin la Resurrección de Cristo el ser humano y la historia permanece a oscuras, como permaneció a oscuras lo que en el principio existía, hasta que Dios dijo “hágase la luz”. Así ha permanecido en la oscuridad todo hasta la Resurrección de Cristo. Sabed que cuanto existe y se mueve dentro de la Iglesia: sacramentos, palabras, instituciones, saca su fuerza de la resurrección de Cristo. Ante el anuncio de la resurrección, se abren dos caminos: el de entender para creer y el de creer para entender. No son irreconciliables, pero la diferencia entre ellos es notable. Os invito a que escojáis el que el Apóstol propone: “estos signos han sido escritos para que creáis” (Jn 20, 31), es decir, el de creer para entender. “Ha resucitado para nuestra salvación” (Rm 4, 25). De tal manera que la salvación depende de la fe en la Resurrección. Hacer Pascua, es decir, pasar de la muerte a la vida, significa creer en la Resurrección.
La fe en la Resurrección es tan importante que de ella depende todo en el cristianismo. ¿Cómo se consigue la fe y de dónde se saca? San Pablo lo dice claramente: “La fe surge de la proclamación” (Rm 10, 17). En definitiva, depende de que escuche con una profunda disposición esta palabra: “¡Ha resucitado!” Y cuando se escucha, entra y se genera algo nuevo en la existencia.
¿Qué compromiso os pediría en esta Pascua del año 2015? El mismo que tuvieron los discípulos primeros del Señor: comenzar de nuevo el camino, pero ahora con la novedad absoluta que trae la Resurrección de Cristo, sabiendo que hemos renacido, que todo ha sido regenerado. Y esto trae una gran capacidad de esperanza. La Iglesia nace de un movimiento de esperanza y, cuando este movimiento falta, es señal de que no se cree del todo en la Resurrección de Cristo. Hoy hay que despertar en la Iglesia este movimiento de esperanza si es que queremos dar un nuevo impulso a la fe. Os voy a contar algo que describió muy bien un poeta creyente: las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) son como tres hermanas. La fe y la caridad son como las hermanas mayores. La esperanza es la hermana menor, y va en medio de las otras dos, dándoles la mano. Pareciera que las dos mayores llevan a la menor. Sin embargo, es todo lo contrario. Es la esperanza quien tira de la mano de la fe y la caridad. No hay ninguna propaganda que pueda hacer tanto como la esperanza. Por eso, cuando se ataca la esperanza de los cristianos, se ataca algo esencial. La esperanza mueve a los jóvenes, a los mayores, a las familias. Regalar la esperanza es lo más hermoso que podemos hacer. Por eso, el anuncio: “¡Ha resucitado!”, quiere expresar que todo es diferente ya con el triunfo de Jesucristo.
La fe en la Resurrección es tan importante que de ella depende todo en el cristianismo. ¿Cómo se consigue la fe y de dónde se saca? San Pablo lo dice claramente: “La fe surge de la proclamación” (Rm 10, 17). En definitiva, depende de que escuche con una profunda disposición esta palabra: “¡Ha resucitado!” Y cuando se escucha, entra y se genera algo nuevo en la existencia.
¿Qué compromiso os pediría en esta Pascua del año 2015? El mismo que tuvieron los discípulos primeros del Señor: comenzar de nuevo el camino, pero ahora con la novedad absoluta que trae la Resurrección de Cristo, sabiendo que hemos renacido, que todo ha sido regenerado. Y esto trae una gran capacidad de esperanza. La Iglesia nace de un movimiento de esperanza y, cuando este movimiento falta, es señal de que no se cree del todo en la Resurrección de Cristo. Hoy hay que despertar en la Iglesia este movimiento de esperanza si es que queremos dar un nuevo impulso a la fe. Os voy a contar algo que describió muy bien un poeta creyente: las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) son como tres hermanas. La fe y la caridad son como las hermanas mayores. La esperanza es la hermana menor, y va en medio de las otras dos, dándoles la mano. Pareciera que las dos mayores llevan a la menor. Sin embargo, es todo lo contrario. Es la esperanza quien tira de la mano de la fe y la caridad. No hay ninguna propaganda que pueda hacer tanto como la esperanza. Por eso, cuando se ataca la esperanza de los cristianos, se ataca algo esencial. La esperanza mueve a los jóvenes, a los mayores, a las familias. Regalar la esperanza es lo más hermoso que podemos hacer. Por eso, el anuncio: “¡Ha resucitado!”, quiere expresar que todo es diferente ya con el triunfo de Jesucristo.
+Carlos, Arzobispo de Madrid
La resurrección de Jesús y la nuestra
Estos días de Pascua los cristianos y muy especialmente los católicos estamos celebrando la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Las veces que he podido visitar el sepulcro de Cristo me ha hecho una gran impresión pensar que en ese modesto habitáculo ha tenido lugar el hecho más importante de toda la Historia del Universo. Es el capítulo 15 de 1ª Corintios el trozo del Nuevo Testamento que mejor expresa las consecuencias para nosotros de la Resurrección: “resucitó al tercer día, según las Escrituras” (v. 4); “si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado. Pero si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe” (vv. 13-14); “si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís estando en vuestros pecados” (v. 17); “si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos” (v. 32); “lo mismo es la resurrección de los muertos, se siembra un cuerpo corruptible, resucita incorruptible” (v. 42). Podremos decir por tanto con toda verdad que nos jugamos todo a una sola carta: la de la resurrección de Cristo.
La resurrección de Cristo confirma su divinidad y cambia radicalmente la Historia de cada uno de nosotros y de la Humanidad. Y es que si nos fijamos bien, la máxima aspiración de todos nosotros es ser felices siempre, aspiración que supone para ser realizable que la muerte no es el fin de todo, y en consecuencia, hay otra vida y hay resurrección. Cristo resucitó no sólo para declararnos que es Dios hecho hombre, sino también como señal, prenda o garantía de que yo también voy a resucitar.
En nuestra civilización occidental, podemos decir hay fundamentalmente dos grupos de personas: los creyentes y los no creyentes, que no son sólo dos opiniones diversas, sino dos concepciones muy diversas del mundo en que vivimos y del sentido de la vida. Para los creyentes Cristo es “el camino, la verdad y la vida”. Para el discípulo de Cristo la Verdad y el Bien tienen una realidad objetiva, porque existen una Ley y un Derecho Natural. Nuestra realización personal exige coherencia y madurez. La conciencia es la voz interior que exige hacer el bien y evitar el mal. Es en nuestra conciencia donde Dios nos habla y donde la razón intentará discernir cómo actuar la ley externa en función de nuestras circunstancias concretas.
Por ello vale la pena vivir esta vida llenándola de sentido buscando mi felicidad a base de amar al prójimo y hacer el bien. Y como lo que mueve, o al menos debiera mover al creyente, es el Amor, ello repercute en que la inmensa mayoría de las obras de caridad las realizan los creyentes y las instituciones eclesiales. Incluso la Libertad, que todos ansiamos, la alcanzaremos si seguimos el camino que nos señala Jesús: “La Verdad os hará libres” (Jn 8,32).
Para los no creyentes en cambio, como no existe ningún Ser Superior al hombre no puede haber resurrección ni otra vida. Su divisa es: “La Libertad os hará verdaderos”. La libertad, en teoría, sería plena y absoluta, pero como se encuentra con la libertad de los demás, el juez de los conflictos ha de ser un juez humano, y como éste ha de mantenerse en un plano puramente humano, porque cualquier otro plano no existe, ello significa la negación tanto de la Ley como la del Derecho Natural. Al no existir principios universalmente válidos para la práctica de la Verdad y el Bien, y al inspirarse muchas ideologías no creyentes en el odio, lo que sucede depende de la decisión del jefe de cada momento, y se deja así paso libre a la arbitrariedad y al totalitarismo, como nos muestran repetidos ejemplos históricos. Sólo así se puede entender que barbaridades como “el dinero público no es de nadie”, la ideología de género, o el aborto no es un crimen sino un derecho, sean realidades políticamente correctas y cuenten con la aprobación de tantos que con tal de no tener líos y no comprometerse, son capaces de callarse e incluso aprobar realidades que su conciencia, razón y sentido común desaprueban.
En este mundo donde hay tanto cobarde, quiero rendir homenaje a los cristianos que están sufriendo persecución y hasta martirio por su fe, así como a aquéllos que han aceptado ser políticamente incorrectos y han decidido ser defensores del sentido común. Pero también quiero expresar mi simpatía por aquéllos que piensan de sí mismos que son no creyentes, pero en realidad se equivocan porque están dedicando su vida al servicio del Amor, de la Verdad, de la Justicia, realidades que cuando se escriben con mayúscula son otros nombres de Dios. También ellos oirán el “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino…” (Mt 25,34).
Pedro Trevijano, sacerdote
jueves, 16 de abril de 2015
Carta semanal del Arzobispo de Oviedo
No quedaron secuestrados por la pena de su nostalgia. Un adiós siempre te embarga, pero aquella vez lo superaron sin trauma, con creces y con una secreta alegría en sus almas. Vieron partir al amigo, al maestro, al Señor que les cambió la vida por entero. Pero no se quedaron mirando al cielo como embobados, ajenos a lo que se cocía de nubes y cielos para abajo, como si no hubiera un tejado o no tuviera puertas el campo.
No fue fácil volver a mirar al suelo en donde la vida se enmaraña, los sueños se arañan y para la esperanza serena tantas veces no queda hueco. Pasó Jesús por sus vidas, paseó sus gestos y palabras, pero tras aquellos tres años intensos el mundo parecía igual en tantos aspectos. Los corruptos seguían corrompiendo, los ladrones robando, los violentos sembrando sus terrores, los enfermos palpitando sus dolores, los traicionados sufriendo el engaño… ¿No parecía que tanto por parte de Jesús había resultado en vano? Esta era la tentación, y este el señuelo de seguir mirando al cielo por donde le vieron salir a su Padre. Con ese asomo quedaban asomados al palco de sus recuerdos, alimentaban sus sentimientos, evadiéndose de la dura mirada de tener que afrontar un mundo inacabado y desecho.
Pero no fue esta la encomienda, ni lo que les dijo despidiéndose el maestro: id al mundo entero, anunciad la buena nueva a toda la creación, haced hijos de Dios bautizándoles en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Que salten los cepos de vuestros encierros, que se disipen las sombras de vuestras zonas oscuras, que se encienda el divino incendio con llamas de hermano fuego que purifica aunque no destruye, que ilumina aunque no deslumbra. Esta fue la misión, a esta encomienda se atuvieron.
Y a la plaza se lanzaron para contarlo, con un testimonio apasionado que compartir, y un mensaje de esperanza que anunciar. La gente pensaba de todo: que no estaban cuerdos los que así se comportaban, que quizás tenían intereses ocultos tras la parafernalia, acaso que eran unos reaccionarios anti sistema, o radicales religiosos ante los que estar en guardia. Pero ellos tan sólo querían contar en plena plaza lo que en el corazón les ardía por dentro.
Este era el emplazamiento de aquellos primeros cristianos. No el templo, sino la plaza pública por donde la vida pasa. Esa vida en la plaza es donde se saluda con gozo sincero, se evita al otro cambiando de acera, allí se oyen piropos y requiebros enamorados, o donde lo soez y grosero pone su peor mueca maleducada. La plaza de todos nuestros vaivenes, de nuestras idas y nuestras vueltas. Allí estaban emplazados aquellos primeros cristianos para hacer creíble y verdadero lo que el maestro les confió para que no quedaran embobados mirando al cielo.
En estas semanas de pascua, habrá un grupo de cristianos en todo el mundo que quieren revivir ese gesto, y también se emplazan en nuestras plazas, en algunas de ellas, para dar un testimonio de que Jesús ha resucitado de veras, que Él ha vencido su muerte y la nuestra, que verdaderamente el Señor ha triunfado dándonos la posibilidad de empezar de nuevo. Los hermanos del Camino Neocatecumenal llenarán las plazas con este mensaje pascual, el mismo que ellos y todo el resto del pueblo de Dios cantamos en nuestras iglesias con el aleluya del mejor albricias. Hay demasiados motivos de tristeza y desesperanza como para privarnos de anunciar con humilde gozo, la gracia que hemos encontrado, esa que ha secado nuestros llantos y ha puesto la más noble sonrisa en nuestros labios. Aleluya.
No fue fácil volver a mirar al suelo en donde la vida se enmaraña, los sueños se arañan y para la esperanza serena tantas veces no queda hueco. Pasó Jesús por sus vidas, paseó sus gestos y palabras, pero tras aquellos tres años intensos el mundo parecía igual en tantos aspectos. Los corruptos seguían corrompiendo, los ladrones robando, los violentos sembrando sus terrores, los enfermos palpitando sus dolores, los traicionados sufriendo el engaño… ¿No parecía que tanto por parte de Jesús había resultado en vano? Esta era la tentación, y este el señuelo de seguir mirando al cielo por donde le vieron salir a su Padre. Con ese asomo quedaban asomados al palco de sus recuerdos, alimentaban sus sentimientos, evadiéndose de la dura mirada de tener que afrontar un mundo inacabado y desecho.
Pero no fue esta la encomienda, ni lo que les dijo despidiéndose el maestro: id al mundo entero, anunciad la buena nueva a toda la creación, haced hijos de Dios bautizándoles en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Que salten los cepos de vuestros encierros, que se disipen las sombras de vuestras zonas oscuras, que se encienda el divino incendio con llamas de hermano fuego que purifica aunque no destruye, que ilumina aunque no deslumbra. Esta fue la misión, a esta encomienda se atuvieron.
Y a la plaza se lanzaron para contarlo, con un testimonio apasionado que compartir, y un mensaje de esperanza que anunciar. La gente pensaba de todo: que no estaban cuerdos los que así se comportaban, que quizás tenían intereses ocultos tras la parafernalia, acaso que eran unos reaccionarios anti sistema, o radicales religiosos ante los que estar en guardia. Pero ellos tan sólo querían contar en plena plaza lo que en el corazón les ardía por dentro.
Este era el emplazamiento de aquellos primeros cristianos. No el templo, sino la plaza pública por donde la vida pasa. Esa vida en la plaza es donde se saluda con gozo sincero, se evita al otro cambiando de acera, allí se oyen piropos y requiebros enamorados, o donde lo soez y grosero pone su peor mueca maleducada. La plaza de todos nuestros vaivenes, de nuestras idas y nuestras vueltas. Allí estaban emplazados aquellos primeros cristianos para hacer creíble y verdadero lo que el maestro les confió para que no quedaran embobados mirando al cielo.
En estas semanas de pascua, habrá un grupo de cristianos en todo el mundo que quieren revivir ese gesto, y también se emplazan en nuestras plazas, en algunas de ellas, para dar un testimonio de que Jesús ha resucitado de veras, que Él ha vencido su muerte y la nuestra, que verdaderamente el Señor ha triunfado dándonos la posibilidad de empezar de nuevo. Los hermanos del Camino Neocatecumenal llenarán las plazas con este mensaje pascual, el mismo que ellos y todo el resto del pueblo de Dios cantamos en nuestras iglesias con el aleluya del mejor albricias. Hay demasiados motivos de tristeza y desesperanza como para privarnos de anunciar con humilde gozo, la gracia que hemos encontrado, esa que ha secado nuestros llantos y ha puesto la más noble sonrisa en nuestros labios. Aleluya.
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
miércoles, 15 de abril de 2015
La divina Misericordia
Es necesario que, a plena luz con todo lo que somos y con todos los medios de que disponemos, testifiquemos y anunciemos esto en tiempos como los nuestros en que siguen y agravan las tribulaciones, los sufrimientos y las pruebas, las heridas abiertas del Crucifi cado; pero en los que también sigue de manera irrevocable la esperanza de Jesús, vencedor de toda muerte y de toda destrucción humana. De momento nos toca sufrir un poco en pruebas diversas. ¡Cuánta necesidad de la misericordia de Dios tiene el mundo de hoy! En todos los continentes, desde lo profundo del sufrimiento humano, parece elevarse la invocación de la misericordia. Donde dominan el odio y la sed de venganza, donde la guerra conduce al dolor y a la muerte de inocentes, donde el terrorismo, el narcotráfico... están segando tan injustamente vidas humanas, es necesaria la gracia de la misericordia que aplaque las mentes y los corazones, y haga brotar la paz.
Donde falta el respeto por la vida y la dignidad del hombre es necesario el amor misericordioso de Dios, a cuya luz se manifiesta el indecible valor de todo ser humano. Es necesaria la misericordia para asegurar que toda injusticia en el mundo encuentre su término en el esplendor de la verdad (Juan Pablo II). La Humanidad de hoy se ve acechada por «nuevos peligros» que acosan al origen y al fin de la vida, a través del aborto, de las «manipulaciones genéticas», la eutanasia, o el debilitamiento de la familia, o el poderoso narcotráfico, o el terrorismo infernal desatado por las fuerzas que dicen blasfemamente actuar en nombre de Dios. «A menudo el hombre hoy vive como si Dios no existiese, e incluso se pone a sí mismo en el lugar de Dios. Se arroga el derecho del creador de interferir en el misterio de la vida humana. Quiere decidir, mediante manipulaciones genéticas, la vida del hombre, y determinar los límites de la muerte».
Se observa una tendencia en la sociedad de hoy, con muchos medios a su alcance, que quiere eliminar la religión, en concreto el cristianismo, más aún, a Dios mismo, tanto de la vida pública como de la privada. El olvido de Dios, rico en Misericordia, su desaparición del horizonte y universo de una cultura dominante que lo ignora o rechaza es el peor mal que acecha a la humanidad de nuestro tiempo, su quiebra más profunda.
Esta tendencia que pretende imponerse como cultura dominante, además, «al rechazar las leyes divinas y los principios morales, atenta abiertamente contra la familia», que es donde está el futuro del hombre. De diversas formas trata de amordazar la voz de Dios en el corazón de los hombres; quiere hacer de Dios el gran ausente en la cultura y en la conciencia de los pueblos. Todo ello ha condicionado sobre todo el siglo XX, un siglo marcado de forma particular por el misterio de la iniquidad –ahí están los genocidios y los holocaustos– que sigue marcando la realidad del mundo en este nuevo siglo. Estamos viviendo momentos complicados en el mundo, en nuestra sociedad.
Con toda honestidad, y con una fe viva, es preciso reconocer que estamos necesitados de la misericordia de Dios para reemprender el camino con esperanza; estamos grandísimamente necesitados del testimonio y anuncio de Dios vivo y misericordioso; esta es la cuestión esencial y necesitamos, en tiempos de dispersión y quiebra, centrarnos en lo esencial: la experiencia, testimonio, anuncio e invocación constante y confi ada de Dios misericordioso, revelado en el rostro humano y con entrañas de misericordia de su Hijo venido en carne. Para nosotros, en la situación narcotráque vivimos, para el mundo y para el hombre «sólo existe una fuente de esperanza: la misericordia de Dios», que se ha manifestado tan grande al resucitar a su Hijo de entre los muertos y hacernos renacer por Él, resucitado de entre los muertos, a una esperanza viva e incorruptible.
Hermanos, en estos días y allá donde estemos, queremos repetir con fe, con la fe misma de los santos Apóstoles: «¡Jesús, confío en Ti!», que eres la misericordia de Dios. Este es el gran anuncio de futuro para el mundo. De este anuncio, que expresa la confi anza en el amor omnipotente de Dios, tenemos particular necesidad en nuestro tiempo, en que el hombre experimenta el desconcierto ante las múltiples manifestaciones del mal.
Es necesario que la invocación de la misericordia de Dios brote de lo profundo de los corazones llenos de sufrimiento, de inquietud y de incertidumbre, pero al mismo tiempo con una fuente inefable de esperanza dentro de ellos. El manantial de esa fuente es Cristo, el Hijo único del Padre, rico en misericordia. Sólo la resurrección, manifestación y plasmación suprema de la misericordia divina, nos abre a la esperanza grande, nos alienta a ella, nos abre al futuro y señala caminos que nos conduzcan a él, porque el duelo que se trabó entre la vida y la muerte se ha inclinado de manera defi nitiva y sin vuelta atrás del lado de la Vida, del lado del Amor, del lado de la misericordia de Dios. Ese duelo secular que acompaña toda la historia de la humanidad y de la Iglesia, que con tan fuerte intensidad se ha manifestado en los últimos cien años, desemboca en el triunfo del Señor de la Vida, el que es la revelación y la entrega del Amor misericordioso de Dios, cuya gloria es que el hombre viva, de Dios que ha resucitado a Jesucristo, de Jesucristo resucitado, cuyo signo y saludo y envío y misión es la paz y la misericordia y el perdón. Que Dios, en su infinita misericordia, nos conceda a todos mantenernos vivos en esta confi anza, que es nuestra victoria, y que demos testimonio valiente de esto, del Evangelio de la misericordia que se concentra y expresa en la resurrección de Jesucristo.
© La Razón
España es el quinto país del mundo y el segundo de Europa con más porcentajes de ateos
(Agencias/InfoCatólica) Según revela un estudio de WIN/Gallup International, casi dos terceras partes de la población mundial (63%) se declaran creyentes, muy lejos del 37% de España y del 35% que no asegura no creer en ningún Dios, aunque no todos afirman ser ateos, pues existe un elevado porcentaje de agnósticos entre los no creyentes.
En este sentido, el país más religioso del mundo es Tailandia, con un 94% de la población que se considera creyente. En él, la religión predominante es el budismo Theravāda, practicado por el 95% de la población. Los musulmanes, los cristianos y los judíos completan el 5% restante. Solo el 1% se confesó ateo.
Con datos casi idénticos (93%) se encuentran Armenia (97% cristianos), Bangladesh (91% musulmanes), Georgia (84% ortodoxos) y Marruecos (98% musulmanes sunníes). En el lado contrario, China, con apenas un 7% de creyentes, seguida de Japón (13%), Suecia(19%), República Checa (23%) y Holanda (26%).
Situados los países en un mapa, las zonas del planeta que mayor número de creyente tienen son África, Oriente Medio y América Central, donde más del 80% de la población reconocen creer. Les sigue Sudamérica (77%), Europa oriental (71%) y Asia (62%), que pese a tener países con un elevado índice de religiosidad este se ve arrastrado por el ateísmo de China, Hong Kong y Japón. Menor porcentaje existe en Norteamérica (55%) y en Europa occidental y Oceanía, donde la polarización es evidente a tenor de los números. Por ejemplo, en esta zona de Europa el 44% se considera creyente mientras el 37% no lo es.
A más ingresos, educación y edad, más ateísmo
Los resultados, obtenidos de una muestra realizada a 64.000 personas de 65 países, revelan que el interés por la religión, lejos de dirigirse al declive, aumenta con el paso de los años. De hecho son los jóvenes los que hacen que la tendencia futura aumente ya que son los adultos de entre 25 y 34 años quienes se muestran más religiosos seguidos de los menores de 25. Los que menos, de 45 a 54 años y de 55 en adelante.
No solo la edad influye, también el nivel de ingresos y los estudios. Según se desprende de la encuesta, el porcentaje de ateos es mayor entre quienes tienen más renta (47% frente al 68% de renta baja). Respecto al novel educativo, son más religiosos los que no tienen formación y son en su mayoría analfabetos (80% frente al 60% de quienes tienen educación secudaria o el 64% con másteres o doctorados).
Uno de los casos más curiosos es el de Israel, que a pesar de ser un país en el que confluyen las tres religiones monoteístas -católica, judía y el islam-, el 65% de los encuestados se considera no creyente mientras que el 30% sí lo es; en los territorios palestinos los números muestran una tendencia opuesta: el 75% es creyente mientras el 18% no lo es.
martes, 14 de abril de 2015
El arzobispo de Toledo: «Se ha abierto la veda y Rouco Varela está en el disparadero»
(ABC) El arzobispo de Toledo, Braulio Rodriguez considera que no se corresponde con la realidad mucho de lo que se publica sobre la vivienda del arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y ha opinado que «se ha abierto la veda» yRouco Varela «Está en el disparadero de muchos que están disparando».
Monseñor Rodríguez ha contestado de esta forma, en una rueda de prensa, a preguntas de los periodistas sobre la polémica que ha levantado, también entre algunos grupos cristianos, las reformas en la vivienda en la que residirá el cardenal Antonio María Rouco Varela.
«Se ha abierto la veda y el arzobispo Rouco, cardenal de la Santa Madre Iglesia, no sé por qué, en algunos casos, está en el disparadero de muchos que están por ahí disparando», ha manifestado el arzobispo de Toledo, quien ha añadido: «digo lo que pienso con toda sinceridad».
En su opinión, la supuesta polémica es algo «hinchadísimo que no se responde con la realidad» y ha explicado que otras diócesis también tienen experiencias de obispos que pasan a la situación de eméritos y deben tener un lugar «porque no dejan de ser obispos y persona».
El arzobispo de Toledo ha señalado que «con todo este tema de dónde va a vivir el arzobispo emérito de Madrid ha habido mucho rollo» y «demasiada literatura» que ha servido para llenar mucho espacio en los medios de comunicación aunque, a su juicio, «en una grandísima parte no responde a la realidad».
Sobre el hecho de que también haya cristianos que hayan criticado la vivienda, Braulio Rodríguez ha matizado que por el hecho de que sean movimientos cristianos «no quiere decir que estén viviendo en la verdad en este caso».
lunes, 13 de abril de 2015
El Papa convoca oficialmente el Jubileo Extraordinario de la Misericordia
(Radio Vaticana) Con la lectura de algunos extractos del documento oficial de convocatoria del Año Santo extraordinario a cargo del Regente de la Casa Pontificia, Mons. Leonardo Sapienza, Protonotario Apostólico, se dio inicio a la celebración de las Primeras Vísperas del Domingo de la Divina Misericordia.
Extractos de lo leído por Monseñor Sapienza
Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, « rico de misericordia » (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como « Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad » (Ex 34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la « plenitud del tiempo » (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona1 revela la misericordia de Dios.
Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado.
Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Es por esto que he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes.
El Año Santo se abrirá el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción. Esta fiesta litúrgica indica el modo de obrar de Dios desde los albores de nuestra historia...
El domingo siguiente, III de Adviento, se abrirá la Puerta Santa en la Catedral de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán. Sucesivamente se abrirá la Puerta Santa en las otras Basílicas Papales. Para el mismo domingo establezco que en cada Iglesia particular, en la Catedral que es la Iglesia Madre para todos los fieles, o en la Concatedral o en una iglesia de significado especial se abra por todo el Año Santo una idéntica Puerta de la Misericordia. A juicio del Ordinario, ella podrá ser abierta también en los Santuarios, meta de tantos peregrinos que en estos lugares santos con frecuencia son tocados en el corazón por la gracia y encuentran el camino de la conversión. Cada Iglesia particular, entonces, estará directamente comprometida a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual. El Jubileo, por tanto, será celebrado en Roma así como en las Iglesias particulares como signo visible de la comunión de toda la Iglesia.
He escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia reciente de la Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II. La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo periodo de su historia. Los Padres reunidos en el Concilio habían percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios a los hombres de su tiempo en un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por mucho tiempo habían recluido la Iglesia en una ciudadela privilegiada, había llegado el tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo. Una nueva etapa en la evangelización de siempre. Un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe.
El Año jubilar se concluirá en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016. En ese día, cerrando la Puerta Santa, tendremos ante todo sentimientos de gratitud y de reconocimiento hacia la Santísima Trinidad por habernos concedido un tiempo extraordinario de gracia.
Encomendaremos la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la Señoría de Cristo, esperando que difunda su misericordia como el rocío de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el compromiso de todos en el próximo futuro.
Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud.
Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión.
La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La Iglesia « vive un deseo inagotable de brindar misericordia ». Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender siempre y solamente justicia ha hecho olvidar que ella es el primer paso, necesario e indispensable; la Iglesia no obstante necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más significativa.
La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llegar hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia.
En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención.
Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.
La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida. Pienso en modo particular a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que éste sea. Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador.
La misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos.
¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Delante a tantos crímenes cometidos, escuchad el llanto de todas las personas depredadas por vosotros de la vida, de la familia, de los afectos y de la dignidad. Seguir como estáis es sólo fuente de arrogancia, de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto de lo que ahora pensáis. El Papa os tiende la mano. Está dispuesto a escucharos. Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia.
La misericordia posee un valor que sobrepasa los confines de la Iglesia. Ella nos relaciona con el judaísmo y el Islam, que la consideran uno de los atributos más calificativos de Dios.
Este Año Jubilar vivido en la misericordia pueda favorecer el encuentro con estas religiones y con las otras nobles tradiciones religiosas; nos haga más abiertos al diálogo para conocerlas y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación.
El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne.
Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús.
Un Año Santo extraordinario, entonces, para vivir en la vida de cada día la misericordia que desde siempre el Padre dispensa hacia nosotros. En este Jubileo dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida. La Iglesia siente la urgencia de anunciar la misericordia de Dios. Su vida es auténtica y creíble cuando con convicción hace de la misericordia su anuncio. Ella sabe que la primera tarea, sobre todo en un momento como el nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones, es la de introducir a todos en el misterio de la misericordia de Dios, contemplando el rostro de Cristo. La Iglesia está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, profesándola y viviéndola como el centro de la Revelación de Jesucristo. Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuántos sean los que a ella se acerquen. Cada vez que alguien tendrá necesidad podrá venir a ella, porque la misericordia de Dios no tiene fin. Es tan insondable es la profundidad del misterio que encierra, tan inagotable la riqueza que de ella proviene.
En este Año Jubilar la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como palabra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. Nunca se canse de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y perdonar. La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer y repita con confianza y sin descanso: « Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos » (Sal 25,6).
Extractos de lo leído por Monseñor Sapienza
Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, « rico de misericordia » (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como « Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad » (Ex 34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la « plenitud del tiempo » (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona1 revela la misericordia de Dios.
Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado.
Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Es por esto que he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes.
El Año Santo se abrirá el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción. Esta fiesta litúrgica indica el modo de obrar de Dios desde los albores de nuestra historia...
El domingo siguiente, III de Adviento, se abrirá la Puerta Santa en la Catedral de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán. Sucesivamente se abrirá la Puerta Santa en las otras Basílicas Papales. Para el mismo domingo establezco que en cada Iglesia particular, en la Catedral que es la Iglesia Madre para todos los fieles, o en la Concatedral o en una iglesia de significado especial se abra por todo el Año Santo una idéntica Puerta de la Misericordia. A juicio del Ordinario, ella podrá ser abierta también en los Santuarios, meta de tantos peregrinos que en estos lugares santos con frecuencia son tocados en el corazón por la gracia y encuentran el camino de la conversión. Cada Iglesia particular, entonces, estará directamente comprometida a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual. El Jubileo, por tanto, será celebrado en Roma así como en las Iglesias particulares como signo visible de la comunión de toda la Iglesia.
He escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia reciente de la Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II. La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo periodo de su historia. Los Padres reunidos en el Concilio habían percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios a los hombres de su tiempo en un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por mucho tiempo habían recluido la Iglesia en una ciudadela privilegiada, había llegado el tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo. Una nueva etapa en la evangelización de siempre. Un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe.
El Año jubilar se concluirá en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016. En ese día, cerrando la Puerta Santa, tendremos ante todo sentimientos de gratitud y de reconocimiento hacia la Santísima Trinidad por habernos concedido un tiempo extraordinario de gracia.
Encomendaremos la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la Señoría de Cristo, esperando que difunda su misericordia como el rocío de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el compromiso de todos en el próximo futuro.
Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud.
Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión.
La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La Iglesia « vive un deseo inagotable de brindar misericordia ». Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender siempre y solamente justicia ha hecho olvidar que ella es el primer paso, necesario e indispensable; la Iglesia no obstante necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más significativa.
La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llegar hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia.
En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención.
Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.
La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida. Pienso en modo particular a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que éste sea. Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador.
La misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos.
¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Delante a tantos crímenes cometidos, escuchad el llanto de todas las personas depredadas por vosotros de la vida, de la familia, de los afectos y de la dignidad. Seguir como estáis es sólo fuente de arrogancia, de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto de lo que ahora pensáis. El Papa os tiende la mano. Está dispuesto a escucharos. Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia.
La misericordia posee un valor que sobrepasa los confines de la Iglesia. Ella nos relaciona con el judaísmo y el Islam, que la consideran uno de los atributos más calificativos de Dios.
Este Año Jubilar vivido en la misericordia pueda favorecer el encuentro con estas religiones y con las otras nobles tradiciones religiosas; nos haga más abiertos al diálogo para conocerlas y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación.
El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne.
Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús.
Un Año Santo extraordinario, entonces, para vivir en la vida de cada día la misericordia que desde siempre el Padre dispensa hacia nosotros. En este Jubileo dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida. La Iglesia siente la urgencia de anunciar la misericordia de Dios. Su vida es auténtica y creíble cuando con convicción hace de la misericordia su anuncio. Ella sabe que la primera tarea, sobre todo en un momento como el nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones, es la de introducir a todos en el misterio de la misericordia de Dios, contemplando el rostro de Cristo. La Iglesia está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, profesándola y viviéndola como el centro de la Revelación de Jesucristo. Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuántos sean los que a ella se acerquen. Cada vez que alguien tendrá necesidad podrá venir a ella, porque la misericordia de Dios no tiene fin. Es tan insondable es la profundidad del misterio que encierra, tan inagotable la riqueza que de ella proviene.
En este Año Jubilar la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como palabra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. Nunca se canse de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y perdonar. La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer y repita con confianza y sin descanso: « Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos » (Sal 25,6).
Suscribirse a:
Entradas (Atom)