jueves, 27 de marzo de 2025

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Mons. Jesús González, nombrado Obispo de Córdoba


La Santa Sede ha hecho público a las 12.00 h. de hoy, jueves 27 de marzo, que el papa Francisco ha nombrado a Mons. Jesús Fernández González obispo de Córdoba. Así lo ha comunicado la Nunciatura Apostólica en España a la Conferencia Episcopal Española (CEE). Mons. Fernández González es en la actualidad obispo de Astorga.

Desde 2010 era obispo de Córdoba Monseñor Demetrio Fernández González, que seguirá al frente como administrador apostólico hasta la toma de posesión del nuevo obispo.

Mons. Jesús Fernández, obispo de Astorga desde 2020

Mons. Jesús Fernández González nació en Selga de Ordás (León) el 15 de septiembre de 1955. Cursó estudios en el seminario menor y mayor de León. Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1980. Posteriormente obtuvo la Licenciatura en Filosofía por la Universidad Pontificia de Salamanca (1990-1992), donde ha realizado así mismo los cursos de Doctorado en esta materia.

Su ministerio sacerdotal lo desarrolló en la diocesis de León. Fue párroco de Senra de Omaña (1980-1982); y después en Villaquilambre, formador y profesor en el seminario menor San Isidoro (1982-1987) y rector de este seminario (1987-1990). Tras cursar estudios en Salamanca, regresó al seminario menor como profesor, formador y director espiritual (1992-1997). También fue párroco de Cuadros y formador en el seminario mayor San Froilán (1997-2003), Vicario episcopal de Pastoral y del Clero (2003-2010) y Vicario General y del Clero (2010-2013). Profesor del Centro Superior de Estudios Teológicos (1992-2013 ) y del Instituto Superior de Ciencias Religiosas (2001-2013). Además, fue director del periódico diocesano “Iglesia en León” y capellán, durante quince años, del equipo de fútbol Cultural y Deportiva Leonesa S.A.D. Formó parte del Equipo de Asesores de Vicarios Generales y de Pastoral de la Comisión Episcopal de Pastoral de la CEE.

El 10 de diciembre de 2013 fue nombrado por el papa Francisco obispo auxiliar de Santiago de Compostela. Recibió la consagración el sábado 8 de febrero de 2014.

En la Conferencia Episcopal Española es presidente de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social desde marzo de 2020 a marzo de 2024. Ha sido miembro de las Comisiones Episcopales de Pastoral Social (2014-2020) y de Pastoral (2014-2017).

El 8 de junio de 2020 se hace público su nombramiento como obispo de Astorga, sede de la que toma posesión el 18 de julio del mismo año.

Otros datos de interés

En la Conferencia Episcopal Española es el presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Promoción humana desde diciembre de 2023, cuando sustituyó a Mons. Atilano Rodríguez Martínez. En la Plenaria de marzo de 2024 es elegido para este cargo. Así, es miembro también de la Comisión Permanente. 

Monseñor Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba desde 2010

Demetrio Fernández González nace en Puente del Arzobispo (Toledo) el 15 de febrero de 1950. Es Maestro de Enseñanza Primaria (1969); Licenciado en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (1980) y Doctor en Teología Dogmática por la Pontificia Universidad Salesiana de Roma (2002).

Fue ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1974 en Toledo, diócesis en la que desarrolló su ministerio sacerdotal. Fue vicario parroquial de “El Buen Pastor” (1974-1977); profesor de Cristología en el Estudio Teológico “San Ildefonso” (1980-2002); Consiliario diocesano de los Movimientos de Acción Católica (1983-1996); Vicerrector (1983-1986) y Rector (1986-1992) del Seminario “Santa Leocadia” para vocaciones de adultos; Pro-Vicario General (1992-1996); delegado Episcopal para la Vida Consagrada (1996 -1998); párroco de “Santo Tomé y El Salvador” (1996-2004); y delegado Episcopal para la Evangelización y Educación en la Fe y Director de los Secretariados diocesanos de Relaciones Interconfesionales y para la Doctrina de la Fe (1998-2004).

Demetrio Fernández González fue nombrado obispo de Tarazona el 9 de diciembre de 2004. Un mes después tomaba posesión de esta diócesis.

El día 18 de febrero de 2010 fue nombrado obispo de Córdoba Inició su ministerio episcopal el día 20 de marzo de 2010.

El 11 de enero de 2018 el papa Francisco le nombra miembro de la Congregación para las Causas de los Santos.

Otros datos de interés

En la Conferencia Episcopal Española es miembro de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe desde 2024.

Ha sido miembro de las Comisiones Episcopales para las Misiones y Cooperación con las Iglesias (2020-2024); de Patrimonio Cultural (2014-2020/2008-2011); de Relaciones Interconfesionales (2011-2014); de Seminarios y Universidades (2011-2014); de Doctrina de la Fe (2005-2011); y de Vida Consagrada (2005-2011).

Fue Presidente de la «Junta San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia».

miércoles, 26 de marzo de 2025

«¡Queremos curas que nos digan lo que no queremos escuchar!». Por Christian Viña

(Infocatólica) Dios nos muestra todo el tiempo, a sus hijos sacerdotes, su omnipotencia; especialmente cuando vemos naufragar tantos «planes pastorales», con mucho de nosotros, y poco de Él. Sí, efectivamente, sonoras carcajadas se escuchan en el Cielo ante tantas ocurrencias y creatividades de este destierro; que no cuentan con perspectivas de eternidad. Como si el Señor fuese solo un notario, cuya única función es rubricar, sin más, todas nuestras ocurrencias. Sorprende que, ante tanta exaltación de la escucha, del encuentro con los demás, de abrirnos al parecer del otro, y de oír y ver los «signos de los tiempos», olvidemos con tanta frecuencia qué quiere el Padre de nosotros. Y si en Él vivimos, nos movemos y existimos (Hch 17, 28); y solo en Él todo tiene su sentido, ¿podemos, acaso, prescindir con tanta rapidez de su Voluntad?

Conmueve el salmista con una expresión contundente: Con la alabanza de los niños y de los más pequeños, erigiste una fortaleza contra tus adversarios para reprimir al enemigo y al rebelde (Sal 8, 3). En efecto, los niños son los mejores maestros, como bien nos enseña la Santa Madre Teresa de Calcuta. Y siempre tenemos pruebas de ello. Lástima que, a la hora de escuchar a los pequeños y a los jóvenes, solemos tener tan poco espacio; o creyéndonos «de vuelta de todo» - ¿de vuelta de qué, si no hemos llegado al Fin? -, tengamos ante sus dichos, calladas o manifiestas expresiones de cierto desdén, como si todo en ellos fuese candidez sin sabiduría.

Como sacerdote, todo el tiempo, escucho a hijos de diferentes edades. La plandemia del controlavirus, por un lado; y mi apostolado en los medios y en las redes, ha hecho de cualquier modo que me aumentaran, geométricamente, las consultas provenientes del ámbito digital. Por cierto, en el ciberespacio no podemos confesar, ni administrar otros sacramentos. Pero allí la cosecha es abundante (Mt 9, 37). Y, permanentemente, están esperándonos a los trabajadores (Mt 9, 38). Hay que armarse, claro está, de paciencia y perseverancia; para arrancarle, también allí, al demonio, a las almas que tiene de rehenes.

No se trata, por cierto, de idealizar a los jóvenes. Pero tampoco, ni mucho menos, de caer en el estereotipo fácil y mentiroso de decir que están perdidos. Siempre les recuerdo a tantos adultos cómodos, que hacen derroche de su pilatismo, a la hora de lavarse las manos, que si hay jóvenes que se pierden es porque los adultos los perdemos… ¿O es que acaso sabemos encauzarlos en su sed de heroísmo proponiéndoles, por caso, los ideales del caballero cristiano? Como dice un anciano y benemérito hermano sacerdote: Si no logramos que los jóvenes se enamoren de Cristo, terminarán haciéndolo, en no pocos casos, de falsos profetas. ¿Cómo se entiende que muchos cristianos lleven ropa y tatuajes de guerrilleros, y hasta busquen imitarlos en su violencia? Evidentemente, algo no hemos hecho bien…

Más de un joven me lo ha dicho con esas o similares palabras. Pero quiero compartirles el testimonio de Juan Pedro; un muchacho de 20 años, converso, que volvió al Señor, con el fervor propio de quien descubrió el Tesoro escondido (Mt 13, 44). Y que, luego de experimentar el abrazo y el beso del Padre (cf. Lc 15, 20), no ahorra esfuerzos y sacrificios, con la gracia de Dios, en su lucha por la santidad. Y sabe, en consecuencia, que debe llevar a la práctica lo que manda el propio Cristo:

Entrad por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí.(Mt 7, 13). Por eso, no anda con vueltas, a la hora de exigir reglas claras: Queremos curas que nos digan lo que no queremos escuchar. Que nos trasmitan, sin descuentos ni manipulaciones lo que el Señor nos pide. Que nos enseñen una Cruz sin rebajas; y un Evangelio sin suavizantes. Que se hagan cargo, en definitiva, de que somos sus hijos; y que, para la gloria de Dios, deben llevarnos al Cielo. Así de clarito, así de sencillo, y así de demandante, gracias a Dios. Y no teme, por cierto, en duplicar su apuesta: Queremos curas que nos escuchen sin consentirnos; que nos eduquen sin subestimarnos, ¡y que sean padres de tiempo completo! Bastante sufre nuestra generación con padres y abuelos ausentes; que no están, ni se los espera…

Y es aquí, en este punto, donde con frescura y franqueza pone a fondo el dedo en la llaga:

Los jipis de los ’60 --los que sobreviven- hoy son octogenarios que se creen de veinte años… Y que, en el colmo del ridículo, no solo no se arrepienten de habernos traído el descontrol sexual, el «prohibido prohibir», la «marihuana libre», el divorcio, la anticoncepción, el aborto y un montón de perversiones, sino que hasta se tatúan y buscan imitar a quinceañeros. Sus hijos, o sea nuestros padres e, incluso, abuelos, se creen la versión mejorada, más abierta, y más trasgresora de ellos. Y nosotros aquí estamos: hipotecados espiritual y materialmente por unos y otros. Y, a la hora de buscar ser católicos en serio, tenemos en ellos mismos los peores enemigos. Es muy triste, también, encontrarnos con sacerdotes con posturas similares; que siguen viviendo de una supuesta primavera sesentona, que nos trajo estos tiempos glaciares… No hay que asombrarse, entonces, de que las comunidades católicas florecientes sean aquellas que conducen sacerdotes fieles, ortodoxos, y coherentes. Y que están debidamente alineados en lo que el padre Julio Meinvielle, llamaba la Iglesia de las profecías, frente a la Iglesia de la propaganda…

Sí, en verdad, Juan Pedro, es uno de aquellos pequeños que el salmista alaba. Por eso, su testimonio, y el de tantísimos otros jóvenes -para nada perdidos-, nos conmueve. Y son el bálsamo para tantos buenos sacerdotes que, «por no dar el perfil» --como se afirma desde el progresismo- sufren toda clase de destierros, cancelaciones y ninguneos. Lo afirma el propio Jesús: Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. (Mt 5, 11). Y, como dicen los jóvenes, es por ahí, es por ahí, queridos hermanos curas…

Ricardo Mejía, sacerdote y filósofo, combate el transhumanismo «obcecado» evitando la «tecnofobia»

(Rel./ Luis Javier Moxó Soto)  ¿Es posible "otro" transhumanismo, distinto del que goza de las preferencias informativas y culturales del momento? Es lo que plantea el sacerdote Ricardo Mejía Fernández en su libro Transhumanismo integral. En torno al deseo de vivir para siempre (Encuentro).

Ricardo Mejía Fernández (n. 1987) es vicario de la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona y doctor en Lógica y Filosofía de la Ciencia por las universidades de Salamanca y Memphis, bajo la dirección del Shaun Gallagher, experto en ciencias cognitivas e Inteligencia Artificial. Ha sido profesor e investigador en las universidades de la Sorbona de París, Lovaina y Memphis, y es profesor titular de la Facultad de Filosofía de Cataluña y en la Facultad de Filosofía Civil de la Universidad Ramon Llull de Barcelona. Es director de la revista Actualidad Bibliográfica de Filosofía y Teología. 

- En su obra, usted menciona la necesidad de renovar las bases del humanismo para enfrentar los desafíos tecnológicos. ¿Podría explicar cómo propone integrar el transhumanismo con la tradición humanística de nuestra civilización sin perder de vista los valores esenciales del humanismo cristiano?

-Cuando contraponemos sin remedio el humanismo y el transhumanismo estamos privando a los defensores de este último movimiento de que consideren la riqueza, reflexiva y práxica, de nuestro acervo cultural e intelectual sobre la persona humana.

»Uno de los hechos que se omite a menudo, a causa del miedo que provoca, es que el transhumanismo es un movimiento diverso y abierto, no es algo monolítico y fijado para siempre; y esto, más que un obstáculo, constituye una oportunidad. Transhumanismo integral, no sin cierta ironía en sus páginas, es una invitación a criticar, revisar y reformar la versión más obcecada e ignorante del transhumanismo, la que yo llamo parcial o mayoritaria, con respecto de las aportaciones presentes en la tradición filosófica y teológica de Occidente sobre la persona humana. Por ello, “transhumanismo integral” es a la sazón una concepción nueva e inédita.

- El libro plantea la posibilidad de que se impongan discursos de transformación o sustitución sobre nuestra humanidad y sociedad. ¿Cuál cree que es el mayor riesgo de estos discursos y cómo podemos los católicos contrarrestarlos de manera efectiva?

-Si este transhumanismo mayoritario es cuestionable, no lo es menos un humanismo para el cual la técnica no tenga ningún lugar ni sentido, ni que tampoco preste atención a los avances que contribuyan efectivamente a dignificar la vida humana. Algún filósofo hoy parece que defiende a Platón como salvador de la especie ya que salvar al hombre consistiría en confinarle al margen de la técnica, en vez de ayudarle a afrontarla y responsabilizarse de la misma.

»Mi obra, más realista que la de esta postura tecnofóbica, no es una interpretación buenista hacia uno de los movimientos que más amenazan la integridad e identidad humana, sino que pretende ser más bien implacable con la versión que, sin haber alcanzado todavía la excelencia humana, pretende solamente aumentar la configuración material del hombre, como si esto fuese lo más importante.

»Y es que los posthumanistas pretenden, in extremis, substituir a la persona mediante el producto material de una versión tecnocientífica extrema: quieren crear otro ser. Ni transformar ni substituir… es preciso ante todo afrontar nuestra realidad y proporcionar una respuesta de sentido.

- En diálogo con Jacques Maritain, usted propone un humanismo antropocéntrico integral, pero distanciándose de su pensamiento. ¿Podría profundizar en las diferencias clave entre su propuesta de humanismo integral y el humanismo antropocéntrico parcial de Maritain?

-Jacques Maritain fue un converso y un neotomista muy particular de su tiempo. Había sido ateo y anarcocomunista en su juventud, recibiendo después el don de convertirse a la fe cristiana. Tras una intensa vida intelectual y eclesial, Maritain murió prácticamente como un monje en el seno de una congregación francesa que lo acogió.

»Esto hizo que, en su estilo filosófico, en vez de negar su pasado humanista en tanto que carente de toda verdad, lo interpretase a la luz preclara de la fe; por lo cual no le faltaron críticas de quienes no entendían su actualización personalista de Santo Tomás, como las de Charles Maurras o Julio Meinvielle. Algunas de estas críticas, la mayoría despiadadas, fueron acertadas porque en ocasiones parecía que Maritain virtualizaba la concreción revelada.

»Aunque su estilo abierto y dialogante me lleva a Maritain, me separa de él esto último: si el humanismo quiere ser integral, atendiendo todas las dimensiones de la persona, no puede excluir nuestra dimensión técnica, ni tampoco excusarla en un Dios más virtual en la tendencia que real in obiecto. Un humanismo totalmente atécnico, además de no hacer justicia a una importante dimensión y capacidad humana, es a todas luces anacrónico.

- Como filósofo y vicario adscrito de la basílica de la Sagrada Familia, ¿cómo cree que la religión católica, o en general las religiones, pueden colaborar con el transhumanismo para ofrecer una visión más completa de la salvación humana? ¿Cree que hay puntos de convergencia entre ambos enfoques?

-La fe cristiana contiene verdades perennes incluso para el presente tecnocientífico en el cual ya no solo es posible sino factible modificar la identidad específica de lo humano. El transhumanismo integral no es una ruptura hacia el humanismo de nuestra civilización, sino una ampliación de sus presupuestos y temas a la hora de abordar a la persona, así como evitando sacralizar lo que no es más que una reflexión natural que, si bien no está no basada temáticamente en la economía salvífica, está motivada y arraigada en ella.

»El auténtico antropocentrismo está referido a Dios, origen, fundamento y meta del ser humano, en cuanto realidad, en cuanto problema y en cuanto tendencia ineludibles. ¿Puede ser integral un humanismo que no se percata que la persona puede autodestruirse técnicamente pero que también puede robustecer lo más excelente de su vida natural? De aquí el prefijo “trans” de mi propuesta, puesto que cabe superar el humanismo excluyente y parcial (subsumiendo el hombre en un espiritualismo etéreo o en un materialismo determinista) que ha colapsado el presente mediante una todavía luminiscente reflexión que hunde sus raíces en nuestra cultura.

-El transhumanismo plantea el deseo de vivir para siempre, un anhelo humano que ha existido desde tiempos inmemoriales. ¿Cuáles son, en su opinión, las implicaciones éticas más importantes de este deseo y cómo deberíamos abordarlas desde una perspectiva filosófica, bioética y teológica?

-Los humanistas y los transhumanistas mayoritarios tienen algo en común: ambos reconocen que el hombre consta de este extraño deseo de vivir por siempre, de manera plena y fecunda… Esto que los medievales llamaban el desiderium naturale videndi Deum nos dice mucho.

»Quizá los transhumanistas parciales no se dan cuenta que gran parte del final de plenitud que ansían se encuentra, al menos como deseo, ya en el inicio. ¿Será que la persona humana actual es imprescindible para la transición que buscan? ¿Ya no es tan imperfecta como piensan? Sin esta tendencia natural hacia la plenitud no podríamos ni tan solo trabajar mínimamente en conseguirla. Esto se asocia con una religación natural en el hombre, si bien los transhumanistas que copan el escenario contemporáneo se equivocan en la respuesta que ofrece: que ese deseo infinito se colmará con lo finito, parcial e imperfecto de las producciones tecnocientíficas.

»Este es el error que les lleva a convertir nuestra relación con las tecnociencias en una relación pseudoreligiosa, dependiente e incluso inhumana. En esta tecnosalvación hay soluciones muy concretas, pero falsas en su planteamiento y articulación, mediante el uso de fármacos, dispositivos y técnicas que comprometen la integridad, identidad y los límites asociados a nuestra especie, por lo que me preocupa especialmente la eugenesia biologicista y la edición genética a nivel embrionario. ¿Puede ser posible, por el contrario, una viricultura de la mejora y el cuidado integrales de la persona humana? Esta es la cuestión bioética clave de mi libro.

martes, 25 de marzo de 2025

25 de Marzo, La Encarnación del Señor

(COPE) Existen días que, aunque se celebren en una sola jornada, encierran una Gran Fiesta. Hoy celebramos la Encarnación del Señor. Se trata de uno de los principales Misterios detrás de la Pascua de Resurrección y de Pentecostés. “Establezco hostilidades entre ti y la Mujer. Entre tu estirpe y la Suya.

Ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón”. Así prometía Dios la salvación al género humano en el Paraíso. Esta promesa de Redención se hizo realidad al cumplirse la plenitud de los tiempos cuando envió Dios a su Hijo, nacido de Mujer para rescatar a los que estaban bajo el peso de la Ley y recibir el don de ser hijos por adopción.

Es San Lucas el evangelista que nos cuenta cómo el Señor envía al Arcángel San Gabriel a Nazareth de Galilea para ofrecer a una Virgen de nombre María, desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David el ser su Madre. El Plan de la Providencia es concebir un Hijo por obra del Espíritu Santo al que llamará Jesús, cuyo Reino no tendrá fin.

Prueba de todo esto es que su pariente Isabel, que era estéril, ha concebido un hijo y ya está de seis meses. María acepta desde la sencillez y la confianza en el Cielo, proclamándose la Esclava del Señor. Así comienza el Designio Salvífico sobre el hombre, tal y como viviremos estas próximas jornadas con los Misterios Centrales de nuestra Fe.

En el siglo IV ya se celebraba la Anunciación. Aunque es verdad que el Ángel anuncia a La Virgen que será la Madre del Salvador, la Iglesia ha querido llamarla “La Encarnación del Señor”. El Concilio de Toledo la estableció y la Iglesia la adoptó justamente cuando faltan nueve meses justos para el Nacimiento de Cristo.

«Abrazando la vida», en la Casa de la Guía (Gijón)

(Iglesia de Asturias) Este próximo martes, 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, la Iglesia celebra la Jornada por la Vida, en esta ocasión con el lema «Abrazando la vida, construimos esperanza», en clara referencia al Jubileo 2025 «Peregrinos de la esperanza».

En su mensaje para este año, los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida explican que «uno de los signos de esperanza más importantes consiste en tener una visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los demás», algo que tiene «mucho que ver con haber encontrado el sentido de la propia existencia». «En medio de esta sociedad de ruidos y prisas –dicen– es imprescindible invitar a una reflexión profunda que ayude a plantearse las preguntas más fundamentales como ¿qué es el hombre? o ¿cuál es el sentido del dolor?». Las respuestas a todas ellas se encuentran «soólo en Jesucristo», porque «a la luz de la revelación descubrimos con asombro y agradecimiento que cada persona ha sido creada por amor y para amar».

Son muchas las obras que la Iglesia destina al cuidado de la vida, también en nuestra diócesis es posible encontrar varios ejemplos de ello pero en esta ocasión nos trasladamos a la Casa de la Guía, en Gijón, gestionada por las Madres de los Desamparados y San José de la Montaña. Lleva activa más de 10 años, en el tradicional barrio de la Guía, en la Avenida del Profesor Pérez Pimentel, a medio camino entre Las Mestas, el Molinón y Somió. En aquellos mismos terrenos, cedidos por las religiosas, se volvió a levantar en el año 2015, gracias a la colaboración de los vecinos, la Capilla de la Guía, desaparecida en el 36. Ahora es un sencillo y pacífico lugar de paso donde muchas personas encuentran reposo y quietud, al amparo de la Virgen de la Guía, un reclamo de los vecinos del barrio durante muchos años.

Al lado de la capilla se encuentra la Casa. En estos más de diez años de existencia ha acogido a cerca de un centenar de mujeres embarazadas o con sus bebés recién nacidos. Sus circunstancias eran muy variadas pero todas ellas compartían el mismo infortunio: estar solas y carecer de recursos. Con una capacidad para ocho mujeres junto con sus bebés, la casa se encuentra completa en estos momentos. «Nosotros acogemos a la mamá, y con ella, al bebé que viene. Y lo que intentamos es ayudar a todos los niveles, acogerla para que se sienta querida y acompañada, que tenga todas las necesidades cubiertas y después ya, ayudar a que pueda conseguir un trabajo y una vivienda para que se pueda independizar y seguir su vida, con dignidad». Así lo explica la Madre Mercedes Domínguez, Superiora de la Comunidad en la Casa.

La forma en la que llegan a la Casa es muy variada: «a veces es a través de una Trabajadora Social de un Ayuntamiento o de un hospital. También nos llegan desde Red Madre o de alguna de estas asociaciones que defienden la vida, y en ocasiones ellas mismas buscan este recurso en internet, porque tenemos una página web. Incluso el boca a boca ha funcionado alguna vez», explica la Madre Superiora. Lo que es cierto es que una gran parte de las madres que residen en la Casa de la Guía son de procedencia inmigrante. «Vienen de fuera –explica la Madre Mercedes–, llegan a nuestro país con una ilusión y una esperanza que cuando finalmente aterrizan, se dan cuenta de que no es todo lo bonito que esperaban, ni fácil. A veces llegan a España ya embarazadas, pero otras veces vienen y aquí en estado, pero todas están totalmente desamparadas». Su salida al mundo exterior, en una vida normalizada, no resulta nada fácil. «La mayoría viene sin papeles –explica la religiosa–, lo cual lo dificulta el proceso aún más. Cuando buscan un alquiler y dicen que tienen un bebé, se les cierran muchas puertas. La sociedad que tenemos no ayuda mucho a que estas mujeres se puedan incorporar a la misma. Hay asociaciones que colaboran con nosotros y gracias a eso pueden hacer cursos gratuitos, se forman en diversas materias y reciben también asistencia psicológica para que puedan hacerse fuertes y tener herramientas para afrontar todo lo que tienen por delante».

Y es que la Madre Mercedes lo tiene claro: «esta Casa, sin los voluntarios, no se sostendría». «Nosotras, las religiosas somos muy poquitas, y aquí se necesitan muchas manos para cuidar a los bebés, que son unos quitapenas, pero también unos robatiempos, por lo que gracias a Dios tenemos un equipo muy apañadito de mujeres que vienen a cuidar a los bebés mientras las madres están fuera, trabajando o haciendo cursos. Y después también tenemos otras personas que, con su profesión, nos ayudan mucho, como abogados, dentistas, psicólogos, hasta una matrona».

Gracias a estos voluntarios que prestan su tiempo y sus conocimientos, y también gracias a las personas que colaboran económicamente con sus donativos, la Casa de la Guía puede salir adelante. «Sin lujos, pero sin necesidades», puntualiza la Superiora. Esas personas que colaboran económicamente son las que llenan, como dicen las religiosas «la bolsa de San José», porque «es San José quien se encarga de poner a todas esas personas alrededor de la Casa para que podamos salir adelante». No cuentan con subvenciones de ningún tipo, y tan solo han recibido dinero para alguna obra puntual, de Fundaciones como La Caixa, o Fundación Monasterio. El Banco de Alimentos o Alimerka les proporciona comida, y hay personas que compra pañales o leche de fórmula, según las necesidades que las religiosas les indican en cada momento.

Así transcurren los días y los años, «abrazando la vida», como reza el lema de este año, y de esa manera, «construyendo esperanza», en un tranquilo barrio de Gijón.

lunes, 24 de marzo de 2025

Mons. Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo: «Bienvenido Trump para poner a la cultura ‘woke’ en su sitio»

(Infovaticana) El arzobispo franciscano ha alertado sobre la «censura» de la cultura cristiana y la difusión de una imagen «obsoleta» de la Iglesia.

Según informa el medio asturiano La Nueva España, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, inauguró este pasado sábado en el Calatrava el I Congreso de Familias y Docentes Católicos de Asturias «La abolición del hombre», organizado por la Fundación Educatio Servanda.

Durante su intervención, el prelado destacó la importancia de contrarrestar las ideologías dominantes que, según sus palabras, «deconstruyen la historia y asaltan a la familia». En este contexto, Sanz Montes destacó que ciertos aspectos de la política de Donald Trump pueden ser positivos para «poner la cultura ‘woke’ en su sitio y desenchufar las ideologías trampantes».

Con la valentía y claridad que le caracteriza, el arzobispo subrayó que el cristianismo está sufriendo una «censura sistemática», en la que se intenta presentar a la Iglesia como una institución obsoleta e intrusa en la modernidad. «La cultura cristiana ha pasado a ser clandestina», denunció. En este sentido, instó a los asistentes a estar alerta y a no dejarse arrastrar por modas ideológicas que buscan diluir la esencia de la fe católica.

El congreso, que reúne a familias y docentes católicos, pretende ser un espacio de referencia para el debate educativo en Asturias, según explicó Juan Carlos Corvera, presidente de la Fundación Educatio Servanda, a La Nueva España. «No es un evento solo para expertos, sino un foro divulgativo donde familias y profesionales de la docencia puedan reflexionar juntos sobre los retos de la educación actual», afirmó Corvera.

La Fundación Educatio Servanda, fundada en 2006, tiene como objetivo reforzar y crear centros educativos donde los valores de la fe católica sean la base de la formación de las nuevas generaciones. En este marco, el congreso celebrado en Oviedo busca consolidarse como una plataforma de diálogo y defensa de la verdad antropológica del ser humano, sin sucumbir a imposiciones ideológicas ajenas a la tradición cristiana.