sábado, 30 de septiembre de 2023

Entrevista a nuestro Vicario territorial


Ángel Fernández Artime: «El Papa valora que allí por donde ha viajado había casas salesianas»

(Alfa y Omega) El cardenalato le llega siendo sacerdote y no como reconocimiento, sino en función de una misión que el Papa le encomendará en 2024. ¿Cómo vive la incertidumbre ante una misión que desconoce?

Ciertamente, con frecuencia el Santo Padre llama al servicio como cardenal a obispos que desarrollan un ministerio particular, de ordinario en sus diócesis. También hay nombramientos que tienen ese carácter de reconocimiento, como el de uno de los grandes teólogos del Concilio Vaticano II, el dominico Yves Congar; o el gran teólogo francés Henri-Marie De Lubac. En mi caso ¿qué puedo decir? Sencillamente que vivo este momento con gran disponibilidad y obediencia a lo que el Santo Padre me quiera pedir. Y con serenidad y paz, pues considero que la paz personal no se debe perder nunca, ni poner en riesgo.

¿Cómo se prepara uno para una misión que no sabe cuál será?

Toda mi vida como salesiano he vivido llevando a cabo misiones diversas que desconocía, que nunca elegí personalmente. Como en este caso, uno lleva consigo el sencillo bagaje personal que cada cual porta en su persona. Vivo desde la fe y con serenidad lo que esté por venir, confiando en Dios.

¿Está prevista su ordenación episcopal?

Sí. Es lo que me ha dicho el Santo Padre. Por indicación suya, será cuando deje mi servicio a la congregación, ya que de ser antes tendría que dejar de inmediato de ser el rector mayor, tal como lo determina el Derecho Canónico.

Coincidió con el Papa Francisco cuando él era arzobispo de Buenos Aires y usted provincial de Argentina Sur. ¿Cree que ese trato puede haber influido en la decisión de Francisco de contar con usted?

Absolutamente no. El Papa Francisco no es una persona que crea que debe compensar favores a nadie. Lo percibí siempre como una persona muy libre. Han pasado 14 años desde que nos conocimos en Buenos Aires. Los motivos de su decisión, también desde la fe, los sabe solamente él. Sí imagino que habrá pensado que podré ayudar en algo para lo cual pueda servir mi personalidad y recorrido en la vida. Solo eso.

¿Qué recuerdos guarda de ese tiempo?

Nuestra relación era la normal entre el arzobispo de una gran metrópoli y las congregaciones del lugar. Participábamos, por ejemplo, en la tarea de la Iglesia en algunas de las villas miseria, pues también los salesianos estábamos en esos lugares. Lo que más me impresionó siempre de él fue su corazón pastoral, su afecto y predilección por la gente más sencilla, y su sencillez en el vivir y en el modo de ejercer su servicio. En alguna ocasión hasta hemos coincidido en el metro, modo de desplazamiento de miles de personas, entre ellas nosotros.

Siempre insiste en que el Papa quiere mucho a los salesianos

Siempre he dicho que percibo que el Papa nos tiene un gran afecto. Pero eso mismo lo podría decir de tantísimos otras realidades. Lo que sé es que el Santo Padre sigue apreciando nuestra fuerte decisión de estar siempre al lado de los jóvenes. También sé que valora el hecho de que allí por donde ha ido en sus viajes había casas salesianas, en medio de los más humildes. Lo que usted llama «vertiente salesiana» creo que es sencillamente sintonía en lo que Don Bosco quiso para los jóvenes del mundo.

Prácticamente en el ecuador de su segundo mandato como rector mayor se ha presentado la necesidad de presentar su renuncia y adelantar el Capítulo General. ¿Qué retos y oportunidades traerá el próximo año y medio?

Si todo va como me ha indicado el Santo Padre, a finales del próximo julio presentaré mi renuncia, tal como contemplan nuestras Constituciones Generales al ser llamado para otro servicio. Este tiempo que se podría llamar de transición se debe exclusivamente a que el Papa Francisco había pensado desde el primer momento que la congregación salesiana necesita poner en marcha todo un proceso que en una congregación grande requiere tiempo: organizar un Capítulo General realizando antes los capítulos provinciales en 92 provincias. Este tiempo es una absoluta bendición para poder realizar un cambio en la animación y gobierno de la congregación de modo natural y sereno. Nuestro capítulo general se adelantaría un año solamente, y no me cabe duda de que es esta una oportunidad magnífica para ponernos en disposición de que el Espíritu Santo nos indique lo más importante en el aquí y el ahora para que los salesianos seamos en la Iglesia lo que tenemos que ser y tal como siempre nos soñó Don Bosco.

Parte importante de esa preparación son las visitas a las inspectorías. ¿Qué prioridades y temas se van a abordar en ellas?

Las visitas no se improvisan ni las comienzo ahora. He visitado ya las 92 provincias, en 118 de los 135 países en los que estamos. En estas visitas sigo pidiendo, en todos los contextos, que los salesianos y la familia salesiana seamos en la Iglesia creadores de comunión y que vivamos con radicalidad y entrega generosa nuestra vocación. Nuestra opción por la educación y evangelización es clara y decidida. Ciertamente en cuanto a los resultados tendría que decir, quizá como muchos, que «hacemos lo que podemos». No me olvido nunca de pedir que nunca descuidemos a los muchachos y jóvenes, y entre ellos los más pobres, los excluidos, los que no tienen otras oportunidades. También estamos presentes, mayoritariamente, en contextos multiétnicos y plurirreligiosos e intentamos educar a los jóvenes y ayudarlos a vivir con coherencia y autenticidad su propio credo.

¿Irá a países en conflicto donde los salesianos llevan a cabo una importante labor, como Ucrania o la República Democrática del Congo?

He visitado ya esos dos —Ucrania antes de la guerra—, y otros en situaciones delicadas. En mayo de 2024 espero ir de nuevo a la República Democrática del Congo, pues las presencias salesianas crecen significativamente en ese país y en toda África. Allí la vida brota a borbotones; hay alegría y mucha esperanza. También muchas necesidades. Nosotros intentamos ayudar desde donde tenemos experiencia: preparar a niños, adolescentes y jóvenes para la vida.

Ha sido el primer rector mayor español. ¿Qué balance hace?

Destaco lo que considero más importante: hay continuidad (¡no continuismo!). Han sido años de sintonía con los anteriores, pero hemos intentado dar respuesta a este presente, que no es el de hace diez o 15 años. Vivimos años de serenidad en la congregación. Hay mucha vida. No tenemos la paz del cementerio, la paz de quienes se preparan a morir, sino la paz de quienes buscan vivir para los demás sirviendo. Hemos seguido extendiéndonos en estos años en algunos países, como por primera vez en Malasia y Gambia y con nuevas presencias donde ya estábamos. Hemos tomado decisiones bonitas en favor de los refugiados, en campos como Yuba (Sudán del Sur), Kákuma (Kenia) y Palabek (Uganda). Y no somos los únicos. He encontrado tantas personas e instituciones eclesiales que trabajan en favor de los pobres, que conmueve. Lo digo sin triunfalismo, pero la Iglesia llega donde parecería imposible.

En su primera entrevista con Alfa y Omega como rector mayor afirmó que uno de sus objetivos era reforzar la faceta evangelizadora de su labor educativa. ¿Qué pasos se están dando en este sentido?

Creo poder decir con honestidad que lo estamos intentando o lo venimos haciendo. Desde el más profundo respeto a las personas —y a otros credos y religiones—, optamos por educar y evangelizar desde la libertad de las personas. Intentamos anunciar al Señor Jesús con la vida y la palabra. Muchas veces no podemos con la palabra, pero sí con el testimonio. En esto ha ayudado la terrible situación de aislamiento que hemos vivido en la pandemia de la COVID-19: en todo el mundo se comparten experiencias y buenas prácticas educativas, sociales y evangelizadoras, y se está notando su difusión.

¿Qué cree que espera el Papa que aporte usted, salesiano, como colaborador suyo?

No hago ejercicios de adivinación. Cuando me pida lo que sea encontrará mi disponibilidad confiando en que pueda ayudar desde lo que soy y desde mi recorrido. Allí donde esté llevaré conmigo mi experiencia de 45 años de vida religiosa como salesiano de Don Bosco y mi predilección por los jóvenes y por los más pobres.

viernes, 29 de septiembre de 2023

Ha fallecido el padre José Beruete, CMF de Barbastro

UN CORAZÓN ARDIENTE Y ENAMORADO. P. JOSÉ BERUETE, SACERDOTE CLARETIANO Y PINTOR DE LOS MÁRTIRES. Martín Ibarra Benlloch

-Mira, Martín, cuando pintas algo tienes que tener muy clara la idea. Se tiene que transmitir con claridad y con mucha fuerza. De ahí el cromatismo de mis cuadros.

Era cierto. Yo había contemplado mucho el lienzo del salón de actos del Museo de los Mártires claretianos de Barbastro y me asombraba su composición, su fuerza y lo que nos ayudaba para comprender lo sucedido con el seminario mártir de Barbastro. ¡Un seminario mártir! Y tenía el privilegio de conocer y poder tratar al pintor de los mártires y director de su Museo desde su inauguración.

La explicación del Museo por parte del P. Beruete era algo que impresionaba. Era algo vivo, muy vivido.

-Tardé mucho en poder pintar este cuadro -me decía-, pues previamente tuve que conseguir el retrato de todos y cada uno de los mártires. Esa fue una labor ardua. Y luego tuve que pensar muy bien las escenas, buscar el marco urbano adecuado, la imagen de la Virgen María y del P. Claret…

El P. José Beruete, navarro preclaro, aragonés de adopción, español de pura cepa y de corazón católico -universal- tenía tres rasgos identificativos: era religioso claretiano, era sacerdote, era pintor.

Era claretiano, vivió como claretiano y murió fiel dentro de la Congregación del Inmaculado Corazón de María. Vivía bien su vocación, sentía una devoción clara hacia la Virgen María, sentía la fraternidad. Tengo muchas anécdotas en mi cabeza. Pero contaré solo una, de su última época en que pasó a vivir en una residencia para claretianos mayores o enfermos de Zaragoza, donde ha fallecido. De vez en cuando le llamaba o iba a comer con él. En una ocasión le dije que teníamos que hablar con detalle para preparar las próximas Jornadas Martiriales. Me comentó que le llamara más tarde:

-Es que a estos abuelos les gusta mucho rezar el rosario.

No había perdido el sentido del humor, ni la devoción mariana que siempre le caracterizó, a pesar de que en los últimos meses debía de ir en silla de ruedas, por haber perdido su movilidad. Cuando fui a comer a su residencia, le pregunté si quería presentar una ponencia a las próximas Jornadas Martiriales que vamos a celebrar en Zaragoza en octubre.

-Por supuesto. Dime de qué quieres que hable y lo prepararé.

-Como las Jornadas van a tratar de “Los mártires evangelizan y nos evangelizan”, ¿qué le parece tratar sobre “Iconografía de los mártires como evangelizadores”.

-Fenomenal, lo iré preparando.

Como todos los años, desde el 2013, el P. Beruete nos hablaba de temas relacionados con la iconografía martirial. No sólo fue pintor de los mártires; ni solo gran divulgador de los mismos, a través del Museo de los Mártires de Barbastro como director del mismo, con sus visitas guiadas y con sus colaboraciones frecuentes en su revista. En las Jornadas Martiriales realizó una labor de investigación pionera, de gran fuste, que ha abierto caminos por donde deberán seguir otros muchos.

En muchas ocasiones he pensado, al ver el cuadro que hay de su fundador el P. Claret, que camina apresurado con una llamarada que sale de su corazón, que el P. Beruete era algo parecido. Con sus limitaciones, ¿quién no las tiene? Pero era un corazón ardiente y enamorado.

Recuerdo emocionado cuando rezábamos en la carretera de Berbegal, en el lugar donde asesinaron a los beatos claretianos y a otros muchos, durante algunas Jornadas Martiriales. Él nos explicaba todo, antes de rezar. Hubo un momento en el que, junto con otros claretianos presentes, comenzó a cantar la canción que cantaban de jóvenes, la misma que cantaron los mártires. Era bien distinta a la que hemos aprendido al ver la película “Un Dios prohibido” de Pablo Moreno, mucho más rápida, como una marcha. No, era más lenta, pero con idéntico espíritu.


Y hablando de Pablo Moreno y de su película, recuerdo cómo, al preparar las I Jornadas Martiriales que celebramos en Barbastro en abril de 2013, me dijo:

-Pues yo hablo mucho con Pablo Moreno, de Ciudad Rodrigo, que está preparando una película sobre los beatos mártires claretianos. Soy su asesor histórico, aunque en realidad está siguiendo el libro del P. Gabriel Campo, Esta es nuestra sangre.¿Te parece que le invite a las Jornadas y que nos cuente cosas o que nos presente algo de lo ya rodado?

-Por supuesto que le podría invitar. Sería fantástico poder contar con él para las Jornadas.

Dicho y hecho. Tuvimos en Barbastro la primicia de unos 25 minutos -antes de que se estrenara la película-, además de tener una mesa redonda con él, el guionista, actores…

Y así con tantas y tantas cosas. Solucionaba muchos problemas, arreglaba muchas cosas. Por los mártires, lo que sea.

Y qué decir de cómo celebraba la santa Misa. He de confesar que su decadencia física en los últimos años era evidente. Pero cuando se revestía para celebrar la santa Misa y salía al presbiterio, se transformaba. Parecía otro completamente, con más fuerza, agilidad, energía en la voz.

Había previsto llamarle hoy, para poder tratar una serie de asuntos sobre las próximas Jornadas Martiriales. Como en veces anteriores, pediría permiso al superior, para ver si me invitaban a comer y poder hablar con él -y todos los demás, pues se unían a la conversación como si fuera una tertulia-. Al enterarme esta mañana de su fallecimiento, le he encomendado ante el Señor y he pensado:

-Pues la comida de la semana que viene no podrá ser. Él estará ahora gozando en el Cielo con la Santísima Trinidad, Nuestra Señora y los mártires, a los que tanto quiso.

P. Beruete: ayúdenos en las Jornadas Martiriales. Déjenos algo de su corazón ardiente y enamorado. Y ya quedaremos a comer en otra ocasión -si Dios quiere-, allá arriba. Prepare una buena tertulia con todos nuestros amigos comunes.


Carta semanal del Sr. Arzobispo

Comenzar el curso

Hay un rito escolar que se repite cada año por estas fechas. Se ven a nuestros más pequeños por las calles cargar con sus mochilas en dirección al colegio cada mañana. No sólo es el rito diario con el que vemos a los niños aventurarse en la hazaña de aprender cotidianamente, sino que en estos primeros lances del año académico también se vislumbra en sus miradas el horizonte de todo un curso escolar que les traerá preciosas sorpresas de los saberes todavía por estrenar. Todos hemos pasado por esos momentos de frescura ilusionada cuando comenzábamos tantos años atrás la andadura aprendiz al comienzo de la etapa que seguía al verano de vacación y holganza. Y con esa misma actitud emprendemos también nosotros un nuevo curso en los tres centros de formación teológica, filosófica y pastoral que tienen como sede este querido edificio de nuestro Seminario Metropolitano. Los profesores, los formadores, los alumnos y el personal no docente, estamos convocados a este atisbo de sorpresa capaz de abrir la inteligencia y el corazón a lo que por distintos caminos se nos enseñará llenando de significado los rincones de nuestra ignorancia. 

Los maestros medievales acuñaron el término “curiositas”, la curiosidad, para señalar la actitud con la que debemos mirar la realidad en la que un Dios Maestro nos quiere mostrar la verdad escondida, la belleza discreta y la bondad que con respeto nos abraza. Hace falta esa postura intelectual y afectiva que nos permite mirar sin censura lo que Dios nos señala al proponernos la profundidad y la altura, que frecuentemente nuestra distracción superficial nos arrebata. La “curiositas” no es un gesto de frivolidad zascandil que no tiene más envergadura que las redes sociales y unos datos prestados a golpe de click, sino la condición para dejarse sorprender por quien jamás nos aburre y siempre nos asombra al poner su luz en nuestras penumbras, al deslizar su paz en nuestros conflictos, al regalarnos la certeza vocacionada en las dudas que nos dispersan y enajenan.

Cada uno de nosotros, profesores y alumnos, tendremos que emplearnos en las materias que serán objeto de las enseñanzas filosóficas, teológicas y pastorales de las distintas asignaturas que unos y otros, docentes y discentes, tendremos que explicar y aprender. Ya desde mis años de profesor universitario en Madrid y en Roma, me empeñé en no repetir mis asignaturas sin más, sino que cada año las volvía a rehacer a la luz de nuevas lecturas, del diálogo con autores con los que me confrontaba, de manera que yo era el primer sorprendido ante las cuestiones que debía desarrollar en el aula. Lo cual me permitió crecer, ahondar, clarificar y enriquecer mi enseñanza teológica, bíblica y espiritual cada vez que comenzaba el curso académico. 

En un libro reciente que recoge una antología de pensamientos del papa sabio, Benedicto XVI, “Dios es siempre nuevo. Pensamientos espirituales”, se ha incluido un prólogo firmado por el papa Francisco donde se hace una semblanza preciosa del recordado Joseph Ratzinger: «con su palabra y su testimonio, nos ha enseñado que mediante la reflexión, el pensamiento, el estudio, la escucha, el diálogo y, sobre todo, la oración, es posible servir a la Iglesia y hacer el bien a toda la humanidad; nos ofreció herramientas intelectuales vivas para que todo creyente pudiera dar razones de su esperanza utilizando una forma de pensar y de comunicar comprensible para sus contemporáneos». Es un buen perfil de lo que implica enseñar o aprender lo que en nuestros centros diocesanos de formación pretendemos vivir desde la vocación que cada uno hemos recibido como respuesta al Señor y como servicio concreto a la Iglesia y a la humanidad. Y al dar comienzo a este nuevo curso, es lo que deseamos junto a la ilusión que suscita el estreno de una nueva andadura escolar. 

+ Jesús Sanz Montes, 
Arzobispo de Oviedo

jueves, 28 de septiembre de 2023

D. Antonio María Rouco Varela, el Cardenal que enseñó a Madrid a cantar a su Almudena. Por Rodrigo Huerta Migoya

 El Arzobispo que supo evangelizar Madrid desde las raíces de su fe:

La diócesis madrileña fue una de esas que costaron sudor y lágrimas en su nacimiento, no en vano la pertenencia de su territorio al Arzobispado Primado de España dificultó su segregación como Iglesia Particular hasta el siglo XIX, a pesar de llevar ya Madrid muchos años siendo capital de la Nación y Corte Real. Erigida no sin polémicas y problemas, hasta el punto que el primer obispo de Madrid fue asesinado por un sacerdote diocesano. Con el paso de los años la realidad estructural de la Diócesis fue cambiando al ritmo de la expansión de la ciudad y sus alrededores, dividiéndose ésta en tres con la creación de la diócesis de Getafe y la restauración de la diócesis de Alcalá de Henares (Complutum). Había una asignatura pendiente: proveer a la diócesis de Madrid de una catedral a su medida. Desde la creación de la Diócesis se utilizó como sede catedralicia la Colegiata de San Isidro Labrador, hasta que finalmente se terminó la catedral de la Almudena, siendo consagrada por San Juan Pablo II.

Cuando Don Antonio María Rouco Varela llegó a Madrid proveniente de Santiago de Compostela, la catedral de la Almudena llevaba años abierta al culto y, sin embargo, le faltaban muchos flecos por concluir; había deudas que pagar y, lo más triste de todo, no había sentimiento ni apego de los madrileños al nuevo templo que consideraban frío y desangelado. Por no tener, no tenía ni campanas, y en pocos años el Señor Cardenal logró darle la vuelta a esa realidad logrando con ayuda de la vida consagrada que se adornaran las capillas laterales, que la Catedral pusiera al día sus cuentas y se invirtiera en darle calor de hogar a ese bello templo moderno. Fue una obra grandiosa la que logró Su Eminencia: la nueva sacristía, el museo, el carillón... Pero el secreto de este éxito radica en algo mucho más sencillo: recordar a los madrileños que tenían una Madre que se llama María de la Almudena y que su casa siempre estaba abierta para ellos.

La misión mariana popular que el Cardenal fomentó en Madrid ha dado unos frutos que difícilmente puedan desaparecer, y es que supo propiciar entre los madrileños la devoción no sólo a la Virgen, sino a "su Virgen": la Patrona de Madrid. Durante todo su pontificado el Cardenal Rouco introdujo un canto que se fue volviendo imperado en toda celebración eucarística, sacramental o encuentro que él presidía que terminaba cantando a la Virgen de la Almudena, un canto que nació bajo el sencillo título de "Salve Señora", y que Don Antonio lo hizo internacional gracias a las solemnidades de la plaza de Colón retransmitidas por la 2 de TVE, Intereconomía, Trece, Radio María... Y donde para España y para el mundo entero se entonaba esta preciosa composición. Esta canción fue compuesta por el sacerdote diocesano y gran músico litúrgico D. Francisco Palazón. El mismo autor de la canción reconocería años después que jamás se hubiera imaginado la fama de esa canción, dado que la había compuesto como una acción de gracias particular a la Santísima Virgen. 

El año pasado, el día 14 de septiembre en la comida posterior a la fiesta del Santísimo Cristo de Candás, entoné dicha canción en el momento del café y toda la mesa se unió a coro. Al terminar, el Sr. Cardenal preguntó: ¿pero cómo unos asturianos se saben el himno de la Almudena? Y yo le respondí: "gracias a que su Eminencia la ha promocionado muy bien". Él entonces nos contó lo muy presente que estaba Asturias en Madrid y lo queridos eran los asturianos en general. Un momento gracioso que también recuerdo fue cuando un sacerdote le preguntó a Don Antonio por el autor de la pieza, y el Señor Cardenal respondió: "Palazón", e inmediatamente una señora que estaba a la mesa y se esforzaba por participar en varias conversaciones a la vez exclamó dándose por enterada: "Ah sí, el traumatólogo"... Fue una comida muy agradable. Este año el 14 de septiembre volvimos ser honrados con la presencia de Don Antonio, y la volvimos a cantar en los postres.

Hace años alguien comentó con no buena intención que ese canto no era el himno de la Almudena, que era un canto a la Virgen sin más y que había sido el Cardenal quien había empezado a llamarlo "el himno", pero que no había nacido con ese fin. Realmente es cierto, esta pieza fue compuesta por el sacerdote madrileño Francisco Palazón como tributo a su Patrona, pues se bautizó en la cripta parroquial de la Almudena; allí fue monaguillo y cantó misa este gran músico. Nadie puede negar que todo Madrid sabe cantar "Salve Señora de tez morena". Para algunos es la canción del Cardenal Rouco, y se corrió el rumor de que tras su jubilación se iba a postergar este himno por uno nuevo, comentario que llegó a oídos del autor y que a buen seguro no le agradó que se hiciera un uso ideológico de su canto a la Madre de Dios. Con motivo de los 25 años de la Catedral, el siguiente Cardenal-Arzobispo Don Carlos Osoro Sierra, encargó un nuevo canto para la Patrona de Madrid a Toño Casado que se tituló "Almudena, Almudena"; no caló entre el pueblo fiel, por lo que dudo que a nadie del Arzobispado madrileño se le ocurriera proponerlo como himno oficial en lugar del ya conocido por todos. Algo así pasó con el doctorado de San Juan de Ávila; el canto que se compuso para tal ocasión: "Doctor del amor divino" es precioso, pero a los sacerdotes de España no les quites el "Apóstol de Andalucía". Pues en Madrid, exactamente igual.

Personalmente creo el Cardenal Rouco se merecería el título de hijo adoptivo de Madrid, e incluso una calle o plaza en la ciudad, y hay muchísimos motivos para ello, pues a día de hoy en el episcopologio matritense su obra, doctrina y ministerio, han dejado el listón muy alto. Le ha dado a Madrid una Universidad Eclesiástica considerada una de las mejores de Europa, con un profesorado de primera y una oferta en lenguas difícil de encontrar fuera de Roma; logró que Madrid fuera la sede de la Jornada Mundial de la Juventud en 2011, dejó un seminario mayor con más de 120 seminarista y promocionó el seminario "Redemptoris Mater"; creó nuevas parroquias y las dotó de templo, dejó las cuentas saneadas y las fundaciones en orden... Hay múltiples motivos para dar al Cardenal Rouco un lugar con su nombre o incluso una estatua, pero sin duda que una de las más importantes ha sido lograr no sólo que los madrileños se sintieran unidos con el himno de la Almudena, sino que fuera de los límites de la Archidiócesis y de España, los católicos de todo el orbe encontraran en Madrid un referente mariano por antonomasia tras haber aprendido a cantar los madrileños y los no madrileños ''Salve Señora de tez morena/ Virgen y Madre del Redentor/ Santa María de la Almudena/ Reina del Cielo, Madre de Amor''.

En Homenaje al Cardenal Rouco Varela


Infancia


Monaguillo


Ordenación Sacerdotal en Salamanca 





Junto a sus padres 


Doctor en Derecho Canónico en Munich


Universidad de Salamanca, con el P. Fernando Sebastián y D. Olegario González 


Obispo Auxiliar de Santiago


Arzobispo de Santiago de Compostela 


Medalla de Oro de Santiago de Compostela


Arzobispo de Madrid


Primer mandato en la Conferencia Episcopal Española


Con el Cardenal Ratzinger


Defensor de la Verdad


Recibiendo a la Familia Real en la sede de la C.E.E.


A la puerta de la Catedral de la Almudena


Con D. César Franco y D. Eugenio Romero defendiendo la Familia


Bodas de Oro Sacerdotales en Mondoñedo


JMJ 2011


Con Benedicto XVI en la Almudena


Con el Coro y Orquesta de la JMJ


Atendiendo a los Medios de Comunicación


Saludando al Presidente del Gobierno


Visita del Cardenal Bertone (Secretario de Estado Vaticano) a España 


Honoris Causa de la Universidad de Burgos


Con el Real Madrid


Hombre de Eucaristía


Trabajador incansable


Testigo de Cristo vivo


Apóstol de Madrid


Fiesta de la Almudena


Visita a Buenos Aires en 2006


Medalla de la Universidad Pontificia de Salamanca


Boda del Príncipe de Asturias 


Visita a Paracuellos, Santuario de los Mártires


Bautizo de Leonor de Borbón


Premio del Ayuntamiento de Madrid por su impulso del Turismo


Fiesta de la Familia en la Plaza de Colón


Con la Selección Española


Recibiendo a la Familia Real en la Almudena 


Ordenación Episcopal de D. Alfonso en Lugo


Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid


La Archidiócesis de Madrid peregrina en Roma


Misa Estacional de despedida como Arzobispo


Coronación de la Patrona de Villalba 


Con Doña Visitacion su hermana mayor


Medalla de Oro de la Universidad San Dámaso


Escudo Cardenalicio