viernes, 31 de diciembre de 2021

FELIZ AÑO NUEVO

Sacerdotes fallecidos en 2021

Febrero

Día 11: Rvdo. Sr. D. Paulino Senén Rodríguez Zapico, 
Párroco emérito de Pando (Oviedo).
Falleció en la Casa Sacerdotal de Oviedo. 
Tenía 88 años de edad y 63 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Ciaño (Langreo).

Día 14: Rvdo. Sr. D. Luis García Pola, 
Capellán emérito del Cementerio municipal de Oviedo
Falleció en la Casa Sacerdotal de Oviedo. 
Tenía 94 años de edad y 71 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Cudillero

Día 16: Rvdo. Sr. D. Ángel González Suárez, 
Adscrito a San José de Pumarín (Oviedo)
Falleció en el H.U.C.A. 
Tenía 73 años de edad y 48 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Sebarga (Amieva).

Día 21: Rvdo. Sr. D. Severino Canal Blanco,
 Ecónomo emérito de Argüero (Villaviciosa)
Falleció en la Casa Sacerdotal. 
Tenía 82 años y 58 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Fano (Gijón)

Día 23: Rvdo. Sr. D. José Antonio García Siñeriz, 
Adscrito a la Unidad Pastoral de Luarca.
Falleció en el Hospital de Jarrio. 
Tenía 85 años de edad y 60 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Boal.

Marzo

Día 5: M.I. Sr. D. Ramón Platero Fernández-Candaosa, 
Canónigo emérito de la Catedral.
Falleció en la Casa Sacerdotal. 
Tenía 95 años de edad y 73 de Ministerio Sacerdotal.
Era natural de la Caridad (El Franco).

Día 6: Rvdo. Sr. D. Francisco Javier García Cuevas Alfaro, 
Vicario Parroquial de Sabugo (Avilés).
Falleció en el Hospital San Agustín de Avilés
Tenía 60 años de edad y 12 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Avilés.

Día 22: Rvdo. Sr. D. Silverio Rodriguez Zapico, 
Ecónomo de la Resurrección (Gijón).
Falleció en la Residencia de S. Pedro de Gijón. 
Tenía 81 años de edad y 56 de ministerio saerdotal.
Era natural de Ciaño (Langreo).

Abril

Día 23: Rvdo. Sr. D. José María Rodríguez Fernández, 
Párroco emérito de Quiloño (Castrillón).
Falleció en Foz (Lugo). 
Tenía 88 años de edad y 63 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Ponticiella (Villayón).

Junio 

Día 11: Rvdo. Sr. D. Ángel Eladio González Quintana, 
Capellán emérito del Hospital de Mieres.
Falleció en el HUCA.
Tenía 85 años de edad y 61 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Santa Cruz (Mieres).

Julio 

Día 12: Rvdo. P. José Álvarez Lobo O.P. , 
Párroco emérito de Bárcena del Monasterio (Tineo).
Falleció en la Casa Sacerdotal de Oviedo. 
Tenía 84 años de edad y 60 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Nembra (Aller).
*Aunque era religioso dominico colaboró activamente en la pastoral diocesana. 

Agosto

Día 5: Rvdo. Sr. D. Luis Díaz García, 
Párroco emérito de Llanes.
Falleció en la Casa Rectoral de Llanes.
 Tenía 90 años de edad y 66 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Llanes. 

Día 6: Rvdo. Sr. D. Luis González Fernández, 
Párroco emérito de Sariego.
Falleció en el H.U.C.A.
Tenía 66 años de edad y 41 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Riosa.

Día 20: Rvdo. Sr. D. Gaspar Arguelles Pelaez, 
Capellán del Tanatorio El Salvador.
Falleció en el H.U.C.A. 
Tenía 76 años de edad y 47 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Carrio (Laviana).

Día 21: M.I. Sr. D. José Manuel Fuentes y García de Borja, 
Canónigo de la Catedral
Falleció en el H.U.C.A.
 Tenía 88 años de edad y 57 de ministerio sacerdotal.
Era natural de San Vicente de Raspeig (Alicante).

Septiembre

Día 19: M.I. Sr. D. José Luis Ballines Covián, 
Canónigo de la Catedral.
Falleció en el HUCA
Tenía 87 años de edad y 63 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Selorio (Villaviciosa).  

Día 22: Rvdo. Sr. D. Ángel Pío Sánchez Iglesias, 
Párroco emérito de Somió (Gijón).
Falleció en su casa de Rapalcuarto. 
Tenía 93 años de edad y 71 de ministerio sacerdotal. 
Era natural de Serantes (Tapia de Casariego).

Día 26: Monseñor José García Canto, 
Misionero del I.E.M.E. en Ciudad Quesada (Costa Rica).
Falleció en el Hospital de la localidad de Monterrey. 
Tenía 81 años de edad y 56 de sacerdocio.
Era natural de Coya (Piloña).

Noviembre

Día 8: Rvdo. Sr. D. Manuel González Gutiérrez, 
Capellán emérito de las M.M. Agustinas (Oviedo).
Falleció en la Casa Sacerdotal de Oviedo.
 Tenía 89 años de edad y 66 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Vega de los Caballeros (León).  

Día 30: Rvdo. José Pérez Barcia, 
Ecónomo emérito de Cudillero.
Falleció en el H.U.C.A. 
Tenía 81 años de edad y 56 de ministerio sacerdotal.
Era natural de Negueira de Muñiz - Fonsagrada (Lugo).

RESPONSO

''Cristo que os llamó, os reciba y los Ángeles os conduzcan al regazo de Abraham''

Padre nuestro…

Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna.

V/ . Descanse en paz.
R/. Amén.

V/ . Señor, escucha nuestra oración.
R/. Y llegue a ti nuestro clamor.

Oración:

Te pedimos, Señor,
que tus siervos sacerdote,
a quienes encomendaste durante su vida
el ministerio sagrado,
lleguen a participar eternamente
en la gran asamblea de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

jueves, 30 de diciembre de 2021

Monseñor José García Canto, el misionero piloñés que evangelizó en botas de hule. Por Rodrigo Huerta Migoya

Hace apenas unos meses el covid-19 puso término a la gastada vida del sacerdote diocesano de Oviedo, Monseñor José García Canto, misionero del Instituto Español de Misiones Extranjeras cuya vida y obra estuvo marcada por su ardor apostólico.

En el precioso pueblo de Coya, concejo de Piloña, nacía D. José el 27 de febrero de 1940. En la parroquia de Santa Eulalia, a los pies del Santo Cristo de la Misericordia recibió las aguas del bautismo, creció y maduró su vocación sacerdotal y misionera. 

Ingresó muy pronto en el Seminario Diocesano donde fue apodado como ''Coya'', algo que a él le encantaba; había muchos Josés, pero para él nunca fue un desprecio que en lugar de "García" le llamara todo el mundo por el nombre del pueblo de sus amores. El estudio no era lo suyo; sin embargo, sobresalía en todo o demás: piedad, facilidades para convivir, amor por lo pastoral... Si un compañero se ponía enfermo y vomitaba, allí estaba ''Coya'' ayudándole a ponerse un pijama limpio, fregando la habitación, o camino de las rejas de la cocina a pedir algo para el enfermo. Que había que fregar los baños de rodillas, barnizar los bancos de la capilla o cualquier otra tarea incómoda o penosa, allí estaba el piloñés. De aquella los seminaristas siempre iban en fila por orden de lista, y un día que el profesor  también piloñés "González Novalín" (q.e.p.d.) le preguntó la lección, casi les cuesta la expulsión al pasillo a él por no saberla, y al que le seguía en lista -José Manuel García Rodríguez- por "chivarle" por lo bajo la pregunta.

Sus lecturas espirituales y sus años de seminarista fueron fraguando su anhelo misionero hasta el punto de que siendo ya diácono pedir a sus superiores ir a anunciar el evangelio en cualquier rincón del mundo donde pudiera ser útil para este cometido. Monseñor Tarancón solía preguntar a los que iban a ser ordenados presbíteros en pocos días -en su entrevista previa- a qué realidad de la Diócesis les gustaría ser destinados: costa, cuenca minera, valles del interior, parroquias de montaña, de villa o ciudad... la mayoría solían responder: "donde usted mande Sr. Arzobispo", pero el joven José respondió: "si me lo permite, a ninguna de esas realidades; me gustaría ir a Misiones, y el Arzobispo le dijo: ''muy bien Pepe, ya te puedes ir''... Al salir de la entrevista sus compañeros le preguntaban cómo sólo había durado dos minutos su audiencia, y él respondió: ''me dijo que me podía ir, y me fui''...

Tarancón prefería que antes tuviera alguna experiencia de pastoral en la Diócesis, pero ante el empeño del joven aceptó dejarle ir a "Misiones". El día de su ordenación sacerdotal -el 29 de junio de 1965 en la parroquia de san Nicolás de Avilés- D. Vicente le dio el "placet" para incorporarse al Instituto Español de Misiones Extranjeras. Tuvo que esperar unos meses en casa; prácticamente su primer año de sacerdocio lo pasó colaborando en su parroquia de Coya a la espera de ser llamado para formarse en el Seminario de Misionología con sede entonces en Burgos. Fueron meses también de sufrimiento para sus padres que no comprendían cómo todos sus compañeros ya tenían destino de pastoral y él no. Pero pronto se despejó aquella incógnita que él había mantenido en secreto. Su formación en tierras burgalesas duró desde el 14 de septiembre de 1966 al 10 de marzo de 1967. En marzo de 1967 recibe su primer destino para la Misión del IEME en Costa Rica. Se compró billete sólo de ida, pues el auténtico misionero jamás piensa en el regreso. 

Durante un año trabajó en la parroquia de San Juan de Dios de Upala, Diócesis de Tiralán-Liberia, en Costa Rica. Unos meses trabaja también en la parroquia San Rafael de Guatuso (Diócesis de Ciudad Quesada) -Costa Rica- en 1.968, antes de ser enviado nuevamente a la Parroquia de San Francisco de Asís de Los Chiles (Diócesis de Alajuela), Costa Rica igualmente.

El P. Chepe, Chepito, Pepito... fue un hombre eucarístico que pasaba muchas horas ante el Santísimo, enamorado igualmente de Nuestra Señora: la Santina de Covadonga, su Virgen de la Cueva -a la que regalaba continuos rezos en su anillo del rosario- manteniendo un amor firme a la Iglesia y a su jerarquía. Él solía decir: ''nada sin el obispo, sin el obispo no somos nada''. Trabajó con muchos obispos, y a todos obedeció y respetó. Hombre sencillo, buscó vivir la pobreza del evangelio, la configuración con la Cruz, la disposición total a los fieles. 

En 1969 deja Costa Rica al ser destinado a Nicaragua, en concreto a la parroquia de Santo Domingo de Guzmán de Monterrey -Ciudad de Quesada- donde permanece hasta 1989. 

Regresa a su amada Costa Rica donde pateará medio país con sus botas de hule, su mula y su rosario.  Media vida a caballo, pueblo a pueblo, llevando el evangelio a las comunidades más pobres de ese bello país desde 1989 hasta 1997. Monseñor Héctor Morera Vega obispo de Tilarán-Liberia de 1979 a 2002 solicitó a la Santa Sede una distinción para él por su labor misionera. Así, San Juan Pablo II le concedió el título de "Prelado Doméstico" de su Santidad el día 25 de octubre de 1994. 

Tras ocho años de misionero itinerante es designado Párroco de San Martín de Porres, en Nueva Guinea (Diócesis de Estelí en Nicaragua) en 1997 y donde permanece hasta el año 2016. En el año 2017 el territorio de Nueva Guinea pasó a formar parte de la nueva diócesis de Bluefields (Nicaragua). En 2016 pasó a la situación de jubilado fijando su domicilio en Monterrey (Diócesis de Ciudad Quesada -Costa Rica-). Desde entonces colaboraba en la pastoral de la parroquia de Santo Domingo.

Agravada su salud tuvo que ser hospitalizado a causa de la COVID-19. Durante una semana estuvo luchando pero, finalmente, el Señor se lo llevó para disfrutar “del domingo sin ocaso” el pasado 26 de septiembre en Monterrey. Tenía 81 años de edad y 56 de ministerio sacerdotal.

El día 28 de septiembre de 2021, Monseñor José Manuel Garita Herrera, presidió la Santa Misa con motivo de las exequias de D. José, en la Parroquia Santo Domingo de Guzmán. Sus restos cinerarios han sido depositados en esa Parroquia fundada por él mismo. Al Santo Cristo de la Misericordia de Coya encomendamos el alma este piloñés que gastó hasta su último aliento en anunciar el Evangelio allá donde se le solicitó. D.E.P. 

Catequesis del Santo Padre sobre san José 5. San José, emigrante perseguido y valiente

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy quiero presentarles a san José como un migrante perseguido y valiente. Así lo describe el evangelista Mateo. Este acontecimiento concreto de la vida de Jesús, en el que también están implicados José y María, se conoce tradicionalmente como “la huida a Egipto” (cf. Mt 2,13-23). La familia de Nazaret sufrió tal humillación y experimentó en primera persona la precariedad, el miedo y el dolor de tener que abandonar su tierra natal. Aún hoy en día muchos de nuestros hermanos y hermanas se ven obligados a experimentar la misma injusticia y sufrimiento. El motivo es casi siempre la prepotencia y la violencia de los poderosos. También para Jesús ocurrió así.

El rey Herodes se entera por los Reyes Magos del nacimiento del "rey de los Judíos", y la noticia lo trastorna. Se siente inseguro, se siente amenazado en su poder. Así que reúne a todas las autoridades de Jerusalén para averiguar el lugar del nacimiento, y ruega a los Reyes Magos que se lo comuniquen con precisión, para que ―dice falsamente― él también pueda ir a adorarle. Pero cuando se dio cuenta de que los Reyes Magos se habían ido en otra dirección, concibió un malvado plan: matar a todos los niños de Belén de dos años para abajo, que era el tiempo en que, según el cálculo de los Reyes Magos, Jesús había nacido.

Mientras tanto, un ángel ordena a José: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; allí estarás hasta que te avise. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle» (Mt 2,13). Pensemos hoy en tantas personas que sienten esta inspiración en su interior: “Huyamos, huyamos, porque aquí hay peligro”. El plan de Herodes recuerda al del faraón de arrojar al Nilo a todos los hijos varones del pueblo de Israel (cf. Ex 1,22). Y la huida a Egipto evoca toda la historia de Israel, desde Abraham, que también estuvo allí (cf. Gn 12,10), hasta José, hijo de Jacob, vendido por sus hermanos (cf. Gn 37,36) y luego convertido en “líder del país” (cf. Gn 41,37-57); y a Moisés, que liberó a su pueblo de la esclavitud de los egipcios (cf. Ex 1,18).

La huida de la Sagrada Familia a Egipto salva a Jesús, pero desgraciadamente no impide que Herodes lleve a cabo su masacre. Nos encontramos así con dos personalidades opuestas: por un lado, Herodes con su ferocidad, y, por otro lado, José con su premura y valentía. Herodes quiere defender su poder, su propia “piel”, con una crueldad despiadada, como atestiguan las ejecuciones de una de sus esposas, de algunos de sus hijos y de cientos de opositores. Era un hombre cruel: para resolver los problemas, sólo tenía una receta: matar. Es el símbolo de muchos tiranos de ayer y de hoy. Y para ellos, para estos tiranos, las personas no cuentan, cuenta el poder, y si necesitan un espacio de poder, eliminan a las personas. Y esto ocurre hoy: no tenemos que ir a la historia antigua, ocurre hoy. Es el hombre que se convierte en “lobo” para los otros hombres. La historia está llena de personalidades que, viviendo a merced de sus miedos, intentan vencerlos ejerciendo el poder de manera despótica y realizando actos de violencia inhumanos. Pero no debemos pensar que sólo vivimos en la perspectiva de Herodes si nos convertimos en tiranos, no. De hecho, todos nosotros podemos caer en esta actitud, cada vez que tratamos de disipar nuestros miedos con la prepotencia, aunque sea sólo verbal o hecha a base de pequeños abusos realizados para mortificar a los que nos rodean. También nosotros tenemos en nuestro corazón la posibilidad de ser pequeños Herodes.

José es todo lo contrario a Herodes: en primer lugar, es «un hombre justo» (Mt 1,19), mientras que Herodes es un dictador; además, muestra valor al cumplir la orden del Ángel. Cabe imaginar las vicisitudes que tuvo que afrontar durante el largo y peligroso viaje y las dificultades de su permanencia en un país extranjero, con otra lengua: muchas dificultades. Su valentía surge también en el momento de su regreso, cuando, tranquilizado por el Ángel, supera sus comprensibles temores y se instala con María y Jesús en Nazaret (cf. Mt 2,19-23). Herodes y José son dos personajes opuestos, que reflejan las dos caras de la humanidad de siempre. Es un error común considerar la valentía como la virtud exclusiva del héroe. En realidad, la vida cotidiana de cada persona requiere valor. Nuestra vida ―la tuya, la mía, la de todos nosotros― requiere valentía: ¡no se puede vivir sin valentía! La valentía para afrontar las dificultades de cada día. En todas las épocas y culturas encontramos hombres y mujeres valientes que, por ser coherentes con sus creencias, han superado todo tipo de dificultades, soportado injusticias, condenas e incluso la muerte. La valentía es sinónimo de fortaleza, que, junto con la justicia, la prudencia y la templanza forma parte del grupo de virtudes humanas conocidas como “cardinales”.

La lección que hoy nos deja José es la siguiente: la vida siempre nos depara adversidades, esto es verdad, y ante ellas también podemos sentirnos amenazados, con miedo, pero sacar lo peor de nosotros, como hace Herodes, no es el modo para superar ciertos momentos, sino actuando como José, que reacciona ante el miedo con la valentía de confiar en la Providencia de Dios. Hoy creo que es necesaria una oración por todos los migrantes, todos los perseguidos y por todos aquellos que son víctimas de circunstancias adversas: ya sea por circunstancias políticas, históricas o personales. Pero, pensemos en tantas personas, víctimas de las guerras, que quieren huir de su patria y no pueden; pensemos en los migrantes que inician ese camino para ser libres y muchos acaban en la calle o en el mar; pensemos en Jesús en brazos de José y María, huyendo, y veamos en él a cada uno de los migrantes de hoy. La migración actual es una realidad ante la que no podemos cerrar los ojos. Es un escándalo social de la humanidad.

San José,
tú que has experimentado el sufrimiento de los que deben huir
tú que te has visto obligado a huir
para salvar la vida de los seres queridos,
protege a todos los que huyen a causa de la guerra,
el odio, el hambre.
Sostenlos en sus dificultades,
fortalécelos en la esperanza y haz que encuentren acogida y solidaridad.
Guía sus pasos y abre los corazones de quienes pueden ayudarlos. Amén.

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Ha llegado lo que estabas esperando ¡Feliz Navidad!

(C.E.E.) Casi todo lo que merece la pena va precedido de una espera. Porque sin esperar no hay esperanza. María está a la espera, sabe que el niño está muy cerca. Su espera acabó en medio de la noche, en Belén. Allí nació Jesús. María lo envolvió en pañales y lo recostó en un humilde pesebre.

¿Y si la esperanza que cambia realmente tu vida nace en un pesebre? En medio de la noche nació Cristo, luz del mundo, la gracia de Dios para todos los hombres. Cada año vuelve a nacer en cada uno de nosotros para traernos Esperanza.

Es tiempo de Navidad, de celebrar la encarnación del Señor, su humilde nacimiento en Belén, anunciado a los pastores.

Se trata de reconocer lo que somos, nuestra pequeñez y nuestra debilidad, para ponerla en manos de Dios por medio de este Niño que nace.

«Abrid las puertas al Niño, que esta muy cerca». ¡Feliz Navidad!, feliz tiempo de vida y esperanza.

In memoriam: P. Gerardo Ureta Prida, O.S.A. el escabecheru de Cafayate. Por Rodrigo Huerta Migoya

El P. Gerardo nació un 20 de mayo de 1.932 en Ceceda, pueblo del concejo de Nava (Asturias) y hermoso donde los haya. Se llamaban sus padres Ramón y Asunción, los cuales le anotaron en el Registro Civil con el nombre de Arturo Manuel, aunque a la hora de llevarlo a bautizar a la iglesia se lo pensaron mejor y decidieron ponerle por nombre Gerardo. 

Creció entre las caleyas de su pueblo, a la vera de la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, en la que fue descubriendo que el Señor le llamaba a la vida religiosa. Le cautivó la figura y las obras de San Agustín, por lo que decide muy joven ingresar en la Orden Agustiniana. 

Con apenas veinte años, realiza la "profesión temporal", el 13 de septiembre de 1950. Terminados los estudios de filosofía y teología recibe la ordenación sacerdotal el 15 de julio de 1956 -víspera de Nuestra Señora del Carmen- patrona de su querido pueblo. 

Celebró su primera misa solemne en la iglesia parroquial de Ceceda, en la cual recibió las aguas del bautismo.  Fue acompañado en ésta por sus hermanos agustinos, junto al párroco D. Manuel Calzón y el entonces coadjutor. Tras la ceremonia tuvo lugar el "besamanos" y la foto de familia antes de pasar al banquete, el cual se sirvió en la bolera de Genaro, donde se congregaron todos los Ureta del entorno.

Su primer destino fue Palencia, con la encomienda educativa como profesor de latín en la Escuela Apostólica Agustiniana. Aquí, además de enseñar declinaciones y conjugaciones, se ocupó también de la economía de la Casa al ser designado "Procurador" del Seminario. 

Su segundo y último destino en España sería Madrid, donde fue destinado a la comunidad de la Casa Provincial, ubicada entonces en la calle Columela nº 12; aquí permanecerá hasta 1968 cuando al solicitar sus superiores voluntarios para abrir la misión de Cafayate (Argentina) aprobada en aquellos días, se ofrece con plena disposición para lo que pudiera servir allí. Parte en barco desde el puerto de Barcelona el 24 de enero de 1969 junto al P. José Esteban Labrador García, O.S.A., el cual también se había ofrecido voluntario. Desembarcan en tierras argentinas el 10 de febrero, uniéndose a la que iba a ser la comunidad que habría de ir a fundar a Cafayate: P. Diego, P. Cipriano, P. Daniel y P. Servando. Desde la Iglesia de San Agustín de Buenos Aires parten el día 3 de marzo el P. Gerardo y el P. Diego camino de Salta, donde son recibidos en audiencia por el arzobispo del lugar, Monseñor Carlos Mariano Pérez. El sábado 8 de marzo salen para Cafayate acompañados por su Arzobispo. Hicieron parada en la localidad de San Carlos antes de llegar a su destino. Al llegar a Cafayate fueron recibidos de forma extraordinaria. El P. Gerardo apunta tres detalles para definir la actitud de la gente: apoteosis, mucho calor humano y rostros de ser día de fiesta. Al día siguiente, domingo 9 de marzo, se celebró solemnemente la eucaristía dominical en la que el Arzobispo presentó a los padres agustinos e hizo lectura del decreto por el que se nombraba al P. Gerardo Cura-Párroco de San Carlos, y al P. Diego Gutierrez Cura-Párroco de Cafayate. Estos dos religiosos fueron los pioneros de aquella misión de la misión en los Valles Calchaquíes. 

El P. Hipólito, compañero de curso del P. Gerardo, lo definía de la siguiente forma:  “un israelita sin doblez” (Jn 1, 47) adornado de valiosas virtudes: “agustino de corazón grande, religiosos puntual y piadoso, misionero a todo terreno, ingeniero y constructor, aprovechando el don recibido para las tareas de electricidad o mecánica”. Nadie duda que la vida del P. Gerardo dio un vuelco de 180º; atrás quedaba la vida estructurada y cómoda que tenía en España, pues aquí estaba todo por hacer. 

Promovió y trabajó con sus manos en la edificación de seis iglesias: la de San Isidro en el Barrial, la de Santa María, la Iglesia parroquial de Santa Teresa de Salta, la iglesia del barrio de San Antonio, la iglesia del barrio del Casino y el templo nuevo de San Carlos, en el departamento de Santa María. Qué decir de la Casa Parroquial o de la que sería la sede de la curia episcopal de Cafayate, con la creación de la prelatura territorial con la bula de Pablo VI, "Praeclarisima exempla".

La gran obra social y más prosaica del P. Gerardo fue empezar a cultivar una viña en aquellas tierras, la cual dio tanto fruto que generó la creación de una imponente bodega a la que nuestro agustino le puso el nombre de Santa María de la Vid, no sólo poniendo la viña bajo la protección de la Santísima Virgen, sino como un guiño a la orden agustina en España que en el viejo monasterio premostratense de Santa María de la Vid, en Burgos, tiene desde 1926 una de sus casas de referencia para toda la Orden de San Agustín. Esta bodega ha dado a las gentes de aquella tierra alimento, trabajo y sostén para muchísimas familias en situación de pobreza. El P. Gerardo siempre tuvo claro que los beneficios económicos de la bodega habrían de ir destinados a la caridad, a las necesidades de la Prelatura de Cafayate, de la Orden y, en definitiva, de la Iglesia. 

En sus facetas cotidianas destaca el hombre social, empresarial, misionero y religioso que vivió desde su ser pastor; ésta fue su principal característica. Como Párroco fue muy cercano a la realidad de sus fieles, al día a día de su comarca y de sus problemas. Hombre de confesionario y eucaristía, predicador incansable, andariego, director y consejero espiritual; muy preocupado de la juventud de su entorno y de su futuro, de que pudieran estudiar y labrarse un camino propio sin tener que emigrar. En todo ello gastó su vida generosamente hasta el último momento. Su última labor fue la atención de los grupos parroquiales de la Legión de María. 

Tras un breve deterioro físico y mental en los últimos meses, lo llamó el Señor a su presencia el pasado 30 de Septiembre de 2021 a los 89 años de edad, 71 de vida religiosa y 65 de ministerio sacerdotal. Sus restos mortales fueron velados en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Candelaria, en la localidad camarqueña de Santa María. 

El Administrador Apostólico de Cafayate, monseñor Pablo Hernando Moreno OSA, presidió el funeral por su eterno descanso. Recibió cristiana sepultura en aquella bendita tierra a la que dedicó los mejores años de su vida. Su muerte conmocionó a toda la provincia argentina de Salta, donde el P. Gerardo era un referente en su labor comprometida por mejorar la vida de aquellas gentes de los valles Calchaquíes. 

Que Nuestra Señora del Carmen de Ceceda conduzca el alma de este buen "escabechero" al puerto definitivo que es Cristo. Descanse en Paz P. Gerardo.

martes, 28 de diciembre de 2021

La Coral de San Félix despide a María Menéndez

(El Comercio/ Juan Vega) «María fue una mujer muy buena y valiente que se dedicó en cuerpo y alma a la Coral Polifónica de San Félix». Con estas palabras despidió ayer el párroco de Lugones, Joaquín Serrano, a la contralto María Menéndez, que falleció el pasado sábado a los 72 años tras luchar un año y medio contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Los compañeros de Landi, como la conocían, en la agrupación musical le brindaron su último adiós con un pequeño concierto en el que interpretaron las canciones que más le gustaba cantar.

En esta despedida nada quedó al azar. Su hijo, Jorge, explicó que ella misma, consciente del complicado devenir de su enfermedad, dejó una carta en la que expresó sus últimas voluntades, como la que cumplieron sus amigos del coro y que Serrano oficiase la ceremonia en el templo religioso. «Me gustan mucho sus misas y me gustaba mucho acudir a la que hacía a las once de la mañana todos los domingos», escribió.

La pasión de Menéndez era formar parte del grupo coral y eso, a pesar de que la enfermedad le robó sin piedad su voz, nunca fue un secreto para sus compañeros. «Se le notaba que era lo que más le gustaba», comentó emocionado su amigo Guzmán González, que entabló amistad con ella hace más de cinco décadas. «Fue ella la que me metió en esto; éramos prácticamente familia, no recuerdo un momento importante en mi vida en el que no estuviese ella», dijo en referencia a la coral. Su emoción se dejó entrever, tras la actuación de sus integrantes, momento en el que «fue difícil contener las lágrimas».

Menéndez nació en Tineo el 26 de diciembre de 1948. En el municipio del occidente asturiano permaneció hasta después de casarse, cuando decidió mudarse a Lugones y formar una familia. A pesar de la terrible pérdida, su hijo Jorge explicó que lo malo de la enfermedad le permitió pasar «mucho más tiempo» junto a ella: «Era valiente; entregada; honesta y por eso la quería tanta gente».

Además de esta enfermedad degenerativa que finalmente terminó con su vida, hace varios años tuvo que batallar contra un problema en su hígado que a punto estuvo de causarle la muerte. «Ahí se consolidó su carácter guerrero, que lo consiguió mantener hasta el último momento de su vida», concluyó González.

AVISO

lunes, 27 de diciembre de 2021

La Navidad de Nietzsche. Por Jorge Juan Fernández Sangrador

(lne) Sélestat es una localidad del noreste de Francia que celebra, en estos días, el quinto centenario de la más antigua mención existente del árbol de Navidad. Se trata del registro, en un libro de cuentas, que se encuentra en un archivo municipal, del pago de cuatro “schillings” a los guardas forestales para que, por santo Tomás, vigilasen el bosque.

Era en la fiesta de ese Apóstol, que ahora es el 3 de julio, pero su martirio se recordaba, por entonces, litúrgicamente, el 21 de diciembre, cuando la gente del pueblo podía cortar los abetos o algunas ramas, actividad ilegal fuera de esa fecha, que habrían de colocarse en lugares significativos durante la Navidad. Los estudiosos reconocen, en esa breve anotación, una referencia implícita a la costumbre de la tala y ornato de las pináceas para engalanar casas y plazas por el Nacimiento de Cristo.

Además de mostrar, en una exposición, el libro de cuentas y otras obras alusivas al árbol de Navidad, de 1555 y 1600, se ha editado un sello conmemorativo de la efeméride (1521-2021) y Sélestat resplandece con las luces que alegran sus calles, repletas de gente, y negocios, colmados de toda suerte de objetos para regalar.

El árbol navideño, que es evocación de los del Paraíso, ejerció una fascinación enorme en Friedrich Nietzsche (1844-1900). Lo refiere él mismo en sus escritos autobiográficos, que comenzó a redactar cuando tenía catorce años. En las páginas que corresponden a la niñez, se acordaba de la impresión que le produjo el parque urbano de Naumburg: «¡Oh, mirad!¡Verdaderos árboles de Navidad!».

Fue más adelante, al confesar la nostalgia que sentía por la fiesta de la Navidad, no pudiendo contenerse en anhelos por su llegada, cuando compuso estas sentidas letras de amor al árbol y al Niño de Belén:

«¡Qué magnífico se nos muestra el árbol de Navidad con su copa adornada por un ángel, señalándonos el árbol genealógico de Jesús, cuya corona era el Señor mismo! ¡Qué límpidas brillan las numerosas luces, símbolo material de que mediante el nacimiento de Cristo se hizo la luz entre los hombres!».

Y proseguía: «¡Qué apetitosas nos sonríen las manzanas de mejillas sonrosadas que nos hacen recordar la expulsión del paraíso! ¡Y mira, al pie del árbol está el niño Jesús en el portal, rodeado por José y María y por los pastores que lo adoran! ¡Cómo dirigen al Niño la mirada entrañable, rebosante de confianza! ¡Ya quisiéramos también nosotros consagrarnos así al Señor!».

Cuesta creer que esta composición haya salido de la pluma de Nietzsche; sin embargo, hubo un tiempo en el que, para él, la Navidad era «la noche más feliz del año» y «la fiesta de la cristiandad entera». Luego su pensamiento discurrió por derroteros menos condescendientes con la teología y la teodicea, pero, cualesquiera que hayan sido éstos en los años de madurez, ¿no son los de infancia y adolescencia los que constituyen la verdadera patria de una persona?

Carta semanal del Sr. Arzobispo

La brisa navideña

No todo sopla a favor, y hay vientos pertinaces que se empeñan en avivar los rescoldos de algunos incendios que nos asolan con susto y disgusto. Pero, a pesar de los pesares, hay un aire distinto en esta época del año que nada ni nadie es capaz de censurar. Es cierto que los avatares de la vida a veces nos imponen escenarios duros y complejos, que desbaratan las agendas, se llevan al traste los quereres que soñamos eternos, perdemos personas y haciendas. Basta asomarse al reguero de esta todavía inacabada pandemia, o contemplar las secuelas de la lava destructora en la preciosa isla de La Palma tras lo que han sufrido semanas atrás.

Y, sin embargo, a pesar de los reveses con los que las circunstancias nos oscurecen o nos acorralan, este tiempo de vivencia de la Navidad es capaz de encender una luz diferente, esa que se hace cálida en nuestras intemperies tiritonas, la que se hace luminosa en nuestras penumbras y oscuridades. Por eso el adviento cristiano tiene esa maravillosa fortaleza, humilde y discreta a la vez, que consigue devolvernos la esperanza mientras nos sostiene en el empeño de seguir escribiendo la historia para la que nacimos. Una historia que tiene renglones torcidos, en la que no faltan algunos borrones, pero en la que lo más importante y hermoso se sobrepone a cuanto nos deja perplejos y nos impone sus contradicciones. Siempre hay una palabra final, después de todas nuestras penúltimas pronunciadas, en la que es posible escuchar el canto de la esperanza.

Tiempo de espera ha sido esta andadura que nos mete de bruces en la navidad cristiana, momento de esperanza marcando los pasos de la alegría que no defrauda. Son las calendas en las que, con sabor a turrón y mazapán, con las castañas asadas y nuestra sidra dulce, ensayamos los villancicos propios de esta época mágica en la que el niño que llevamos dentro parece revivir ante la conmemoración del Niño Dios que nos nació como chiquillo. Es lo que representa esa preciosa tradición de sabor franciscano, con la construcción de nuestros nacimientos y belenes, desde aquella nochebuena de 1223 en la que San Francisco de Asís quiso escenificar en un Belén viviente lo que luego se ha ido adentrando en nuestros hogares e iglesias, en nuestras calles y plazas haciendo de mil modos un nacimiento. Desde nuestra más tierna infancia lo hemos visto en nuestros hogares, como una hermosa tradición que nos heredaban nuestros mayores, poniendo un paisaje a lo que aconteció hace dos mil años, y que vuelve a suceder si le dejamos a Dios entrar en nuestros cruces de camino, en nuestras cuitas, en nuestros círculos familiares y de amigos, en lo que nos permite soñar a velas desplegadas dibujando nuestra mejor sonrisa o en lo que nos arruga poniendo en vilo la confianza con el llanto de nuestras lágrimas. En todo ese vaivén que es justamente el de la vida, ahí se señala el significado del Belén como acontecimiento de un Dios que siempre nos acompaña.

Sí, la vida es como un ensayo general de ese Belén viviente que es nuestra existencia. Ahí Dios se hizo hueco, y se sigue haciendo todavía, como cuando vino a morar humanamente naciendo de la Virgen María. En la Señora se hizo sitio para poder anidar en mi vida si recordando lo que sucedió entonces, dejo que vuelva a suceder nuevamente en el presente de mis días.

Es un motivo de recuerdo y gratitud, que colman con santa alegría nuestra esperanza. Deseo de corazón que todos tengáis una santa y feliz Navidad, porque Dios nació y renace cuando abrimos las puertas de par en par a Él y a todos a los que Él ama. Con mi bendición, mis augurios más gozosos para el año venidero.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

domingo, 26 de diciembre de 2021

En el hogar de Nazaret. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


En los comienzos de la Octava de Navidad, celebramos el primer domingo de este Tiempo tras el 25 de Diciembre en que todo el orbe católico honra a la Sagrada Familia de Nazaret. La Navidad siempre ha sido un tiempo para vivirlo en clave de familiar, aunque a lo largo de la historia también ha tenido sus contrariedades. Fue precisamente en un periodo de crisis de la institución familiar a finales del siglo XIX, cuando el Papa León XIII introduce de forma oficial en el calendario litúrgico esta antiquísima devoción del pueblo cristiano.

Hoy que la familia vuelve a atravesar un momentos difícil donde parece desintegrarse como célula de cohesión social y pérdida de valores, hemos de volver nuestros ojos al portal de Belén, a la familia santa del Señor para que interceda de forma especial por tantos hogares que pasan por dificultades de convivencia, económicas  o de salud.Y es un día también singular para dar gracias a Dios por nuestra familia, cuidarla y tomar conciencia de su importancia en nuestras vidas. 

La primera lectura del libro del Eclesiástico nos habla del milagro de la vida desde el punto de vista de la paternidad, pues los progenitores en cierto modo, son partícipes del misterio de la creación. Dios no quiso venir a nosotros de forma diferente, quiso hacerlo también por medio de una familia. A pesar de su omnipotencia, quiso estar sujeto a un padre y a una madre como todo mortal y vivir bajo su autoridad. Cristo hizo suyas las palabras de la Primera Lectura: ''Quien honra a su padre expía sus pecados, y quién respeta a su madre es como quien acumula tesoros''; y éstas se completan con el canto del Salmista: ''Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien''. El Señor también supo lo que es comer del esfuerzo del trabajo, de sus manos de artesano sin cruzarse de brazos esperando que se lo dieran todo resuelto. 

San Pablo por su parte, nos regala en el fragmento de su epístola a los Colosenses algunos de los rasgos más destacados de un hogar cristiano: compasión, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia...Ser agradecidos, dejar que la paz de Cristo reine en nuestros hogares. Pero el Apóstol nos recuerda que secreto de la convivencia es saber sobrellevarse mutuamente con amor, perdonándonos mutuamente. Por eso nos dice: ''El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo''.

Por último, el evangelio de hoy nos presenta en los comienzos de esta Navidad el relato de un Jesús pre adolescente que viaja a Jerusalén con sus padres para empadronarse. En este bello relato que solemos denominar "del Niño perdido y hallado en el templo" contemplamos a un Jesús muy humano y familiar muy unido a sus padres, a los cuales causa preocupación y angustia por su escapada para ocuparse "de las cosas de su Padre". Vemos cómo se humaniza la divinidad de Cristo, y gracias a ello su mensaje sigue siendo esperanza de una humanidad divinizada. Que nosotros mirando a Jesús, María y José aprendamos a ser Iglesias domésticas como el hogar de Nazaret, modelo para toda familia cristiana. 

Evangelio de la Sagrada Familia

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,41-52)

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua.

Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.

Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:

«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».

Él les contestó:

«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».

Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.

Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Palabra del Señor

sábado, 25 de diciembre de 2021

Natividad del Señor


La gran sorpresa de la Navidad es que el Mesías no viene anunciándose como lo hacen los poderosos, sino en silencio; no nace en un palacio ni en la clínica Ruber, sino en un establo; no viene a tomar posesión de nada, sino a servir a todos. Nadie podía imaginar que el salvador del mundo llegara como uno más, sino verificando además las escrituras con su presencia. Así lo vemos como la piedra desechada por los arquitectos, al que nadie da posada, al excepto su Padre y su Madre nadie espera. ¿Y quienes le reciben?: los animales que le dan calor, los ángeles que entonan en el cielo su canto y, sobre todo, los más humildes de aquellas región, los pastores que dormían al raso y que como siempre pasaban desapercibidos a distinguidos y notables.

El Ángel les dice: ''encontrareis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre''. ¿Pero qué descripción puede ser esa para explicarles dónde estaba recién nacido? Alguno podría pensar incluso, ¿cómo es posible que nuestro Redentor abra los ojos a este mundo no sólo como uno cualquiera, sino además, como un don nadie que tiene su cuna en el comedero de los animales?. Y es que nuestro Dios rompe siempre nuestros esquemas y nuestras ideas preconcebidas. Nos lo recuerda San Pablo: ''se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza'' (2 Cor 8,9).

La primera lectura de la misa del día de Navidad tomada del profeta Isaías, parece el cumplimiento de lo que hemos esperado durante todo el adviento, ya no pedimos al Señor que consuele a su pueblo, sino que ahora afirmamos que lo ha consolado. Por eso bendice los pies del mensajero que anuncia la paz y trae la gran noticia: ''Tu Dios reina''. He aquí que en estos días hacemos nuestras las palabras del Apocalipsis: ''ya llega el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo''. Verifica la primera venida y anuncia la definitiva.

También dice el profeta Isaías: ''romped a cantar ruinas de Jerusalén''. Hoy todas nuestras ruinas son restauradas, pues nuestra salvación está ante nuestros ojos en la palabra que se hace carne. Así lo canta la liturgia de estos días en el prefacio II de Navidad expresando cómo viene a levantar a los que estábamos caídos: ''Porque en el misterio santo que hoy celebramos, el que era invisible en su naturaleza se hace visible al adoptar la nuestra; el Eterno, engendrado antes del tiempo, comparte nuestra vida temporal para reconstruir todo el universo al asumir en sí todo lo caído, para llamar de nuevo al reino de los cielos al hombre descarriado''.

Qué sentido puede tener la Nochebuena y el día de Navidad con su Octava, sino contemplar y cantar con el Salmista: ''El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia. Se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel''. Por pura iniciativa misericordiosa viene Dios a rescatarnos; se hace uno de nosotros, nos permite verle en un rostro concreto. Todos los días del año son navidad, pues todos los días llama Dios a nuestra puerta, quiere nacer y dejarse encontrar por nosotros en las realidades más sencillas y cotidianas. El Papa Francisco lo explicó de una forma muy precisa: ''Jesús no se ha limitado a encarnarse o a dedicarnos un poco de tiempo, sino que ha venido para compartir nuestra vida, para acoger nuestros deseos. Porque ha querido, y sigue queriendo, vivir aquí, junto a nosotros y por nosotros. Se interesa por nuestro mundo, que en Navidad se ha convertido en su mundo. El pesebre nos recuerda esto: Dios, por su gran misericordia, ha descendido hasta nosotros para quedarse con nosotros''.

Cuando rezamos "el Ángelus" nos habíamos acostumbrado a decir: ''y habitó entre nosotros''; sin embargo, más propio es decir: ''y habita entre nosotros''. No podemos, por tanto, omitir una reflexión sobre el prólogo del evangelio de San Juan que hemos proclamado, el cual es el evangelio más teológico sobre la natividad del Señor: ''En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios''. Sobre este pasaje Benedicto XVI nos regaló una brillante catequesis en la que afirmaba que: ''la palabra «carne», según el uso hebreo, indica el hombre en su integridad, todo el hombre, pero precisamente bajo el aspecto de su caducidad y temporalidad, de su pobreza y contingencia. Esto para decirnos que la salvación traída por el Dios que se hizo carne en Jesús de Nazaret toca al hombre en su realidad concreta y en cualquier situación en que se encuentre. Dios asumió la condición humana para sanarla de todo lo que la separa de Él, para permitirnos llamarle, en su Hijo unigénito, con el nombre de «Abbá, Padre» y ser verdaderamente hijos de Dios''.

Esto es Navidad, las "fiestas" que gustan a tantos pero de los cuales muy pocos saben su verdadero significado; la alegría de saber que nuestra redención empieza en un Dios que se abajó para llorar y sufrir como nosotros. Pidamos al Niño-Dios, al Emmanuel, saber vivir estos días con ojos agradecidos y fijos en Él.

Feliz y Santa Navidad.

Bendición Urbi et Orbi

 

viernes, 24 de diciembre de 2021

«Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor»

San León Magno, Sermón en la Natividad del Señor 1,1-3

Hoy, queridos hermanos, ha nacido nuestro Salvador; alegrémonos. No puede haber lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida; la misma que acaba con el te­nor de la mortalidad, y nos infunde la alegría de la eter­nidad prometida.

Nadie tiene por qué sentirse alejado de la participación de semejante gozo, a todos es común la razón para el júbi­lo: porque nuestro Señor, destructor del pecado y de la muerte, como no ha encontrado a nadie libre de culpa, ha venido para liberarnos a todos. Alégrese el santo, puesto que se acerca a la victoria; regocíjese el pecador, puesto que se le invita al perdón; anímese el gentil, ya que se le llama a la vida.

Pues el Hijo de Dios, al cumplirse la plenitud de los tiempos, establecidos por los inescrutables y supremos de­signios divinos, asumió la naturaleza del género humano para reconciliarla con su Creador, de modo que el demo­nio, autor de la muerte, se viera vencido por la misma naturaleza gracias a la cual había vencido.

Por eso, cuando nace el Señor, los ángeles cantan jubi­losos: Gloria a Dios en el cielo, y anuncian: y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Pues están viendo cómo la Jerusalén celestial se construye con gentes de todo el mundo; ¿cómo, pues, no habrá de alegrarse la humildad de los hombres con tan sublime acción de la piedad divina, cuando tanto se entusiasma la sublimi­dad de los ángeles?

Demos, por tanto, queridos hermanos, gracias a Dios Padre por medio de su Hijo, en el Espíritu Santo, puesto que se apiadó de nosotros a causa de la inmensa miseri­cordia con que nos amó; estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo, para que gracias a él fuésemos una nueva creatura, una nueva creación. [Èfes 2,1-6; 2Cor 5,17].

Despojémonos, por tanto, del hombre viejo con todas sus obras y, ya que hemos recibido la participación de la generación de Cristo, renunciemos a las obras de la carne.

Reconoce, cristiano, tu dignidad y, puesto que has sido hecho partícipe de la naturaleza divina, no pienses en volver con un comportamiento indigno a las antiguas vilezas. Piensa de qué cabeza y de qué cuerpo eres miembro. No olvides que fuiste liberado del poder de las tinie­blas y trasladado a la luz y al reino de Dios.

Gracias al sacramento del bautismo te has convertido en templo del Espíritu Santo; no se te ocurra ahuyentar con tus malas acciones a tan noble huésped, ni volver a someterte a la servidumbre del demonio: porque tu precio es la sangre de Cristo.

FELIZ NAVIDAD


jueves, 23 de diciembre de 2021

Han desaparecido María y José. Se recompensará cualquier noticia. Por Jorge González Guadalix

(De profesión cura) Esto no es lo que era. Este año el ángel no va a poder anunciar el nacimiento de Cristo porque han llegado muchas almas al cielo de humanos víctimas del COVID y al final se han dado varios positivos entre los coros de los ángeles, incluyendo un par de arcángeles y numerosos querubines y serafines. El padre Dios no ha querido asumir riesgos y, habida cuenta los medios técnicos, ha preferido apostar por las redes sociales.

El problema es que los pastores de siempre están a lo suyo y no se entretienen demasiado comprobando los WhatsApp, con lo cual mucho nos tememos que apenas acudan. Otro tanto hemos de decir de las ya inexistentes lavanderas, que hoy disponen de magníficas máquinas de lavar y secar, de bajo consumo y respetuosas con el medio ambiente, y que aprovechan el tiempo libre para acudir al único bingo que aún resiste en su barrio.

Me consta, sin embargo, que la noticia del próximo nacimiento del Hijo de Dios, ha llegado a la velocidad de la Luz, no podía ser de otra manera, a la curia vaticana que, es lo normal, ha pasado comunicación urgente a todos los episcopados del mundo para que sean los excelentísimos monseñores, las eminencias, los reverendos, sus ilustrísimas los que este año acudan corriendo a Belén para ofrecer sus dones al niño.

Este año el niño Jesús no recibirá, parece, ni corderos, ni requesón con miel, tampoco gozará con la tradicional burra cargada de chocolate ni podrá escuchar el tan navideño son del tamborilero. Este año todo será a lo grande. Dónde se va a comparar.

Será una gran procesión de altos cargos vaticanos y curiales de todas las diócesis del mundo. Encabezados por el santo padre, luego irán por orden: cardenales, arzobispos, obispos, monseñores… revestidos de pontifical. Los regalos, este año, de más entidad, enjundia y prosapia. El santo padre entregará los materiales del sínodo de la sinodalidad, dos cardenales el protocolo de prevención de abusos, dos más el proyecto de reforma de la curia, y otro llevará Traditionis custodes con dubia y todo no en un cojín, abajo las formas de antes, sino en un pendrive, que ya es hora de que se modernicen en el portal.

Los obispos aportan sus últimas cartas pastorales, el último plan de evangelización de cada diócesis y dosieres de la vida pastoral de los últimos años, algo cocinados para que la cosa resulte lo mejor posible.

Ante tamañas previsiones, mis fuentes belemitas me dicen que ya han aterrizado en Tel Aviv algunos delegados papales y gente de la gendarmería vaticana para preparar el dispositivo de seguridad, ubicar las cámaras de televisión, y ver la posibilidad de mover el portal a una zona más amplia y de mejores comunicaciones donde pueda lucir como se merece la previsible procesión para la adoración del Niño.

Pero parece que han surgido complicaciones gordas. No hay forma de ponerse al habla con María y José para organizar todo con ellos. Y el caso es que estos días de atrás ya habían sido vistos por Belén almorzando en casa de unos primos mientras buscaban alojamiento. Hoy no aparecen por sitio alguno. Parece que habían llegado rumores de una adoración distinta, que en vez de ángel, pastores y los corderitos de siempre llegarían multitudes de eclesiásticos y se han asustado, diciendo que a ellos lo de siempre.

En este momento, a pocas horas del alumbramiento del Mesías, nadie sabe nada. Nervios en el Vaticano: ¿Cómo que han desaparecido? Que los localicen inmediatamente y vuelvan al portal de Belén como es su obligación, y que alguien les diga que se lo pide en santo padre en nombre de toda la Iglesia. Menudo ridículo mundial si nos presentamos en Belén y no encontramos el portal.

Creo que no estén lejos. Me dicen que a su lado dos lavanderas, un par de pastores y unas ovejas acompañan las horas de espera, y que sorprendentemente se ha presentado una señora mayor por si necesitan algo. No la conocían, es de España y parece buena gente. Creo que se llama Rafaela y lleva unas rosquillas para acompañar el día. No quieren más. El nacimiento siempre fue así. FELIZ NAVIDAD.

¡Jesús viene ya! 10 formas de estar preparado para su llegada y celebrar una auténtica Navidad

(Rel.) Uno de los mejores secretos para que una fiesta sea un éxito es la preparación previa y el cuidar todos aquellos detalles. Cuanto mejor sea la preparación normalmente mejor será la celebración. Y esto mismo puede extrapolarse para la venida de Jesús que los cristianos celebran en Navidad. Una buena preparación para el nacimiento de Cristo, que es lo que se propone en el Adviento, garantiza una mejor comprensión y disfrute de la que es una gran fiesta.

De este modo, el padre Ed Broom, sacerdote oblato y habitual articulista de temas de espiritualidad, ofrece en Catholic Exchange, 10 formas claras, concretas y claras de prepararse para la llegada inminente de la Navidad, una fecha que cambió la faz de la tierra y la historia del mundo:

1. Gracias e inspiraciones

"Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis el corazón como en Meribá y Masá”, dice el Salmo Salmo 95). A medida que uno se acerca a Dios, el Espíritu Santo envía sus inspiraciones celestiales, llamadas gracias actuales. “Nuestra libertad debe elegir seguir estas inspiraciones. Como resultado, Dios nos llenará de paz en su presencia: ‘habla, oh Señor, que tu siervo escucha’”, explica el padre Broom.

2. Silencio

Este religioso hace una clara recomendación: “apártate del estruendoso y clamoroso ruido que bombardea tu mente y tu alma y disfruta del silencio”. Dios habla al corazón contemplativo y silencioso como lo hizo con el profeta Elías en la montaña (I Reyes 19), así como con la Santísima Virgen María en la Anunciación. (Lucas 1: 26-38), recuerda Broom.

3. Luz para el mundo

En los hogares católicos y en la parroquia se encienden las velas cada semana de Adviento. Jesús es la Luz del mundo, pero este sacerdote recuerda la llamada a los creyentes de “ser luz en el mundo”. Jesús dice: “brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

"¿Por qué no quitar de nuestras vidas todo lo que todavía irradia oscuridad? El pecado es oscuridad. Judas dejó a Jesús y entró en la oscuridad de la noche", recuerda el padre Broom.

4. Frugalidad y sencillez

San Francisco de Asís vivió una vida de gran sencillez, desprendimiento y pobreza evangélica. De este modo, el religioso oblato pide que “la celebración del cumpleaños de Jesús no sea sofocada por compras, posesiones y materialismo excesivos. Jesús nos advierte que no podemos servir a Dios y al dinero al mismo tiempo”.

5. Jesús en los pobres

San Martín de Tours vio a un hombre pobre, semidesnudo, tiritando de frío. Movido a compasión, Martín, el soldado y futuro santo, tomó su manto y con su espada lo cortó por la mitad entregando la mitad de su manto al pobre. En su sueño esa noche, Martín vio que era Jesús quien vestía el manto que el futuro santo le había regalado.

Jesús se puede descubrir cualquier persona pero especialmente en los más pobres, abandonados, marginados y olvidados de la sociedad.

6. Misericordia y perdón

El padre Broom recuerda que si alguno alberga en su interior en este momento alguna forma de resentimiento hacia alguna persona sin dejar paso al perdón es ahora el gran momento de practicar la misericordia y perdonar. “Al hacerlo, liberarás a los cautivos; ¡Ese cautivo eres tú mismo! ¿Cuántas personas en el mundo son esclavas de su propia falta de perdón?”, afirma este sacerdote.

"Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre celestial", dijo Cristo, que también en el Padre Nuestro decía: “perdónanos nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. “¡La misericordia es una calle de dos sentidos! Si deseamos el perdón de Dios, debemos perdonar a los que nos han ofendido”, agrega Broom.

7. Oración

Jesús desafía a los creyentes con estas palabras: “Orad siempre sin desfallecer”. Los tiempos de Adviento y Cuaresma deben ser momentos en los que rezar más e intensificar la vida de oración.

Para ello, es importante encontrar tiempo, un lugar y buena voluntad para entrar en diálogo y comunicación con Dios. Hay que anhelar una vida de oración más profunda. Como el aire es para los pulmones, así debería ser la oración para las almas. El salmista lo expresa así: “Como el ciervo anhela las corrientes de las aguas, así mi alma te anhela, oh Señor, Dios mío”.

8. Misa y sagrada comunión

La liturgia enseña que hay tres venidas de Jesucristo:

1) Históricamente, cuando nació en Belén.

2) Al final de los tiempos, cuando juzgará a vivos y muertos.

3) Ahora por la gracia. Cada vez que se celebra la Santa Misa, Jesús nace en las manos del sacerdote y en el corazón de los fieles que lo reciben en la Sagrada Comunión.

“¿Por qué no hacer un esfuerzo mientras nos preparamos para la Navidad para ir a misa y recibir a Jesús en el Belén de tu corazón?”, pregunta el padre Broom.

9. Limpiar la cueva

El corazón del hombre puede compararse con una casa o incluso con una cueva. Si alguien tuviera que recibir invitados en casa, lo más probable es que la limpiase para dar una buena recepción a sus invitados. Ahora es el momento de hacer una buena confesión sacramental. “Al hacerlo, limpiarás la suciedad, las telarañas, el polvo, los escombros y la basura de tu corazón. Entonces Jesús vendrá con mayor gozo”, afirma este oblato.

10. Una pegatina mariana para el parachoques

“Una vez me cautivó un breve comentario mariano; luego lo convertí en una pegatina para el parachoques de mi coche. Dice así: ‘(Los magos) entraron, vieron al niño con María su madre, y postrándose, le adoraron’. A medida que se acerca rápidamente el día de Navidad, esperemos ansiosamente el nacimiento de Jesús con María. Llevó a Jesús en su vientre durante nueve meses. ¿Por qué no suplicar a través de la intercesión poderosa de María la gracia de disponer verdaderamente tu corazón para que Jesús realmente nazca de nuevo en lo más profundo de tu alma?”, pregunta Ed Broom.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

Hoy, a pocos días de la Navidad, quisiera recordar con vosotros el evento del cual no puede prescindir la historia: el nacimiento de Jesús.

Para cumplir el decreto del emperador César Augusto, que ordenaba registrarse en el censo del propio pueblo de procedencia, José y María van de Nazaret a Belén. Nada más llegar, buscan en seguida alojamiento, porque el parto es inminente; pero lamentablemente no lo encuentran, y entonces María se ve obligada a dar a luz en un pesebre (cf. Lc 2, 1-7).

Pensemos: ¡el Creador del universo… a Él no le fue concedido un lugar para nacer! Quizá fue una anticipación de lo que dice el evangelista Juan: «Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron» (1, 11); y de lo que Jesús mismo dirá: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Lc 9, 58).

Fue un ángel quien anunció el nacimiento de Jesús, y lo hizo a los pastores humildes. Y fue una estrella la que indicó a los Magos el camino para llegar a Belén (cf. Mt 2, 1.9-10). El ángel es un mensajero de Dios. La estrella recuerda que Dios creó la luz (Gén 1, 3) y que ese Niño será “la luz del mundo”, como Él mismo se autodefinirá (cf. Jn 8, 12.46), la «luz verdadera […] que ilumina a todo hombre» (Jn 1, 9), que «brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron» (v. 5).

Los pastores representan a los pobres de Israel, personas humildes que interiormente viven con la conciencia de la propia carencia, y precisamente por esto confían más que los otros en Dios. Son ellos los primeros en ver al Hijo de Dios hecho hombre, y este encuentro les cambia profundamente. Cuenta el Evangelio que se volvieron «glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto» (Lc 2, 20).

En torno a Jesús recién nacido hay también tres Magos (cf. Mt 2, 1-12). Los Evangelios no dicen que fueran reyes, ni el número, ni sus nombres. Con certeza se sabe solo que desde un país lejano de Oriente (se puede pensar en Babilonia, Arabia o a en la Persia de aquella época) se pusieron en viaje para buscar al Rey de los Judíos, que en su corazón identifican con Dios, porque dicen que le quieren adorar. Los Magos representan a los pueblos paganos, en particular a todos aquellos que a lo largo de los siglos buscan a Dios y se ponen en camino para encontrarlo. Representan también a los ricos y a los poderosos, pero solo a los que no son esclavos de la posesión, que no están “poseídos” por las cosas que creen poseer.

El mensaje del Evangelio es claro: el nacimiento de Jesús es un evento universal que afecta a todos los hombres.

Queridos hermanos y queridas hermanas, solo la humildad es el camino que nos conduce a Dios y, al mismo tiempo, precisamente porque nos conduce a Él, nos lleva también a lo esencial de la vida, a su significado más verdadero, al motivo más fiable por el que la vida vale la pena ser vivida.

Solo la humildad nos abre a la experiencia de la verdad, de la alegría auténtica, del conocimiento que cuenta. Sin humildad estamos “aislados”, estamos aislados de la comprensión de Dios, de la compresión de nosotros mismos. Es necesario ser humildes para entendernos a nosotros mismos, mucho más para entender a Dios. Los Magos podían también ser grandes según la lógica del mundo, pero se hacen pequeños, humildes, y precisamente por esto logran encontrar a Jesús y reconocerlo. Aceptan la humildad de buscar, de ponerse en viaje, de pedir, de arriesgarse, de equivocarse…

Todo hombre, en lo profundo de su corazón, está llamado a buscar a Dios; todos tenemos esa inquietud y nuestro trabajo es no apagar esa inquietud, sino dejarla crecer porque es la inquietud de buscar a Dios; y, con su misma gracia, puede encontrarlo. Hagamos nuestra la oración de san Anselmo (1033-1109): «Enséñame a buscarte y muéstrate a quien te busca; porque no puedo ir en tu busca a menos que tú me enseñes, y no puedo encontrarte si tú no te manifiestas. Deseando te buscaré, buscando te desearé, amando te hallaré y hallándote te amaré» (Proslogion, 1).

Queridos hermanos y hermanas, quisiera invitar a todos los hombres y las mujeres a la gruta de Belén a adorar al Hijo de Dios hecho hombre. Cada uno se acerque al pesebre que hay en su casa o en la iglesia o en otro lugar, y trate de hacer un acto de adoración, dentro: “Yo creo que tú eres Dios, que este niño es Dios. Por favor, dame la gracia de la humildad para poder entenderlo”.

En primera fila, al acercarse al pesebre y rezar, quisiera poner a los pobres, que ―como exhortaba san Pablo VI― «debemos amar, porque en cierto modo son sacramento de Cristo; en ellos ―en los hambrientos, en los sedientos, en los exiliados, en los desnudos, en los enfermos y en los prisioneros― Él ha querido místicamente identificarse. Debemos ayudarles, sufrir con ellos, y también seguirles, porque la pobreza es el camino más seguro para la plena posesión del Reino de Dios» (Homilía, 1 de mayo de 1969). Por esto debemos pedir la humildad como una gracia: “Señor, que no sea soberbio, que no sea autosuficiente, que no crea ser yo mismo el centro del universo. Hazme humilde. Dame la gracia de la humildad. Y con esta humildad yo pueda encontrarte”. Es el único camino, sin humildad no encontraremos nunca a Dios: nos encontraremos a nosotros mismos. Porque la persona que no tiene humildad no tiene horizontes delante, solamente tiene un espejo: se mira a sí mismo. Pidamos al Señor que rompa el espejo y poder mirar más allá, hacia el horizonte, donde está Él. Pero esto debe hacerlo Él: darnos la gracia y la alegría de la humildad para hacer este camino.

Y después, hermanos y hermanas, quisiera acompañar a Belén, como hizo la estrella con los Magos, a todos aquellos que no tienen una inquietud religiosa, que no se plantean el problema de Dios, o incluso combaten con la religión, todos aquellos que indebidamente son denominados ateos. Quisiera repetirles el mensaje del Concilio Vaticano II: «La Iglesia afirma que el reconocimiento de Dios no se opone en modo alguno a la dignidad humana, ya que esta dignidad tiene en el mismo Dios su fundamento y perfección. […] La Iglesia sabe perfectamente que su mensaje está de acuerdo con los deseos más profundos del corazón humano» (Gaudium et spes, 21).

Volvamos a casa con el deseo de los ángeles: «Paz en la tierra a los hombres que ama el Señor». Y recordemos siempre: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó […]. Él nos amó primero» (1 Jn 4, 10.19), nos ha buscado. No olvidemos esto.

Este es el motivo de nuestra alegría: hemos sido amados, hemos sido buscados, el Señor nos busca para encontrarnos, para amarnos más. Este es el motivo de la alegría:

saber que hemos sido amados sin ningún mérito, siempre somos precedidos por Dios en el amor, un amor tan concreto que se ha hecho carne y vino a habitar en medio de nosotros, en ese Niño que vemos en el pesebre. Este amor tiene un nombre y un rostro: Jesús es el nombre y el rostro del amor que está en el fundamento de nuestra alegría.

Hermanos y hermanas, os deseo feliz Navidad, una feliz y santa Navidad. Y quisiera que ―sí habrá felicitaciones, las reuniones de familia, esto es muy bonito, siempre― pero que haya también la conciencia de que Dios viene “por mí”. Cada uno diga esto: Dios viene por mí. La conciencia de que para buscar a Dios, encontrar a Dios, aceptar a Dios hace falta humildad: mirar con humildad la gracia de romper el espejo de la vanidad, de la soberbia, de mirarnos a nosotros mismos. Mirar a Jesús, mirar el horizonte, mirar a Dios que viene a nosotros y que toca el corazón con esa inquietud que nos lleva a la esperanza. ¡Feliz y santa Navidad!

Nota de prensa de la Conferencia Episcopal ante la información publicada en El País

En relación a la noticia publicada el pasado domingo 19 de diciembre de 2021, por El País, queremos señalar que:

Todas las iniciativas de instituciones y medios que ayuden a acabar con la lacra de los abusos sexuales cometidos contra menores o personas vulnerables en la Iglesia o en la sociedad son, en principio, una buena colaboración.

Sería deseable que las acusaciones que recoge el citado informe tuvieran mayor rigor, ya que su contenido, de carácter muy dispar hace difícil extraer conclusiones que puedan servir a una posible investigación. De manera especial cuando faltan nombres de los acusados, años en que ocurrieron los abusos, o se refiere a personas fallecidas.

Es necesario que esa misma información se entregue también a las oficinas de protección de menores y prevención de abusos que están en las diócesis y en las congregaciones religiosas para poder realizar la investigación que fuera procedente en función de la información recibida.

La Iglesia insiste en la importancia de denunciar los abusos y anima a todas las víctimas a presentar sus denuncias en las instituciones jurídicas, canónicas o sociales que mejor se adecúen a su voluntad.

martes, 21 de diciembre de 2021

Felicitación de Navidad del Sr. Arzobispo

 

Mensaje para la Jornada de la Sagrada Familia 2021

Mensaje de los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida. Jornada de la Sagrada Familia. 
26 de diciembre de 2021

Anunciar el Evangelio de la familia hoy

La celebración de esta Jornada, en el marco del Año Familia Amoris Lætitia, convocado por el papa Francisco, nos lleva a contemplar con asombro que «la encarnación del Hijo de Dios abre un nuevo inicio en la historia universal del hombre y la mujer. Y este nuevo inicio tiene lugar en el seno de una familia, en Nazaret. Jesús nació en una familia. Él podía llegar de manera espectacular, o como un guerrero, un emperador… No, no: viene como un hijo de familia. Esto es importante: contemplar en el belén esta escena tan hermosa» [1].

1. La situación actual de la familia

Constatamos que «la comprensión y el valor social e institucional del matrimonio entre hombre y mujer abierto a la vida, en nuestra tradición cultural, ha ido recibiendo golpe tras golpe hasta convertirlo en algo que apenas tiene relieve decisivo en la vida de las personas. Y si el matrimonio se desinstitucionaliza, ¿qué significa entonces la familia?» [2].

Una sociedad en la que la familia pierde su significado y deja de ser de facto un pilar fundamental se debilita grandemente.

Asistimos a «una gran mutación social que tiene como causa profunda una sociedad desvinculada, desordenada e insegura en la que crece la desconfianza y el enfrentamiento» [3]. A lo largo de décadas se ha ido gestando una cultura relativista con un empobrecimiento espiritual y la pérdida de sentido. En consecuencia, se hacen muy difíciles los compromisos estables y la vivencia de la fe, lo que determina otra actitud frente a la vivencia del matrimonio. Todo ello parece desembocar en un vacío existencial y en el aburrimiento.

En el germen de esta desvinculación y desconfianza se detecta cierto individualismo que genera familias-isla (cf. exhortación apostólica postsinodal Amoris lætitia, n. 33), que no dejan espacio para los demás y no escuchan la voz de Dios, lo que debilita y «desnaturaliza los vínculos familiares» (exhortación apostólica postsinodal Evangelii gaudium, n. 67). Al mismo tiempo, cada vez está más generalizado un emotivismo(cf. EG, n. 66) cuyas raíces están en el narcisismo (cf. AL, nn. 39. 41), lo que se refleja en un analfabetismo afectivo que genera unas relaciones líquidas con enorme miedo al compromiso (cf. AL, n. 132). Este encerramiento en uno mismo, sin olvidar la amenaza de la cultura de lo provisorio (cf. AL, n. 39) y del descarte (cf. EG, n. 53), genera en el ámbito pastoral, como señala el papa Francisco en Fratelli tutti (n. 64), «analfabetos en acompañar, cuidar y sostener a los más frágiles y débiles». En estas circunstancias solo se puede vivir una «vida líquida» [4], con un amor débil, incapaz de crecer y construir un hogar (cf. AL, n. 124).

2. El maravilloso plan de Dios sobre la familia

Ante este panorama, podemos preguntarnos: «¿Vale la pena encender una pequeña vela en la oscuridad que nos rodea? ¿No se necesitaría algo más para disipar la oscuridad? Pero ¿se pueden vencer las tinieblas?» [5]. Con todo, «la luz brilla en la tiniebla» (Jn 1, 5). Precisamente la profunda vivencia del misterio de la Navidad, que celebramos cada año, reanima nuestra esperanza. Desde este acontecimiento que supone un encuentro, las familias podrán «construir hogares sólidos y fecundos según el plan de Dios» (AL, n. 6), convirtiéndose a su vez en verdaderos testigos y anunciadores de dicho plan a otras familias. De hecho, «cada familia […] es siempre una luz, por más débil que sea, en medio de la oscuridad del mundo».

Solo cuando las familias construyan sobre la roca del amor podrán hacer frente a las adversidades. No vale cualquier material de construcción ni cualquier cimiento. La roca sobre la que se debe cimentar la familia es Jesucristo, «no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos» (Hch 4, 12). En este sentido, todos hemos de esforzarnos en mostrar el camino para que cada miembro de la familia descubra y responda a su vocación a este amor. Se trata de introducir a cada uno en una historia de amor en la que Cristo esté vivo y presente (cf. AL, n. 59). De esta roca, que es cimiento, también brota el «agua que da vida». Las familias no pueden saciar su sed de Dios buscando «apagarla en propuestas alienantes o en un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro» (EG, n. 89). Es por ello por lo que el papa Francisco nos insiste en «no aguar el anuncio del
Evangelio» [6].

3. La urgente tarea de anunciar el Evangelio de la familia hoy

Una vez más, invitamos a las familias a volver la mirada al Señor, ya que «tampoco el misterio de la familia cristiana puede entenderse plenamente si no es a la luz del infinito amor del Padre, que se manifestó en Cristo, que se entregó hasta el fin y vive entre nosotros» (AL, n. 59); así es como las familias aprenderán a tener una mirada «hecha de fe y de amor» (cf. AL, n. 29) que busca el encuentro personal con el amor de Jesús. Esto es lo que da comienzo a nuestro ser cristianos (cf. carta encíclica Deus caritas est, n. 1), lo que nos salva y «la primera motivación para evangelizar» (EG, n. 264). Para ello, el papa nos invita a crear «espacios para comunicarnos de corazón a corazón» (cf. AL, n. 234) y a profundizar en el conocimiento del lenguaje de la afectividad en la familia para que el Evangelio llegue a todos los corazones. De este modo, brotará en cada corazón la conversión radical al Evangelio de Jesús, porque para anunciar el reino de Dios hay que vivirlo.

En medio de esta compleja situación, que podría conducirnos al desánimo, queremos volver a hacer resonar el anuncio del Evangelio de la familia, ya que «evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda» [7]. Hagamos que toda familia expe-
rimente que el Evangelio de la familia es alegría que «llena el corazón y la vida entera» (EG, n. 1). Por eso invitamos en estos días de Navidad a saborear la Palabra de Dios, renovando el asombro al contemplar el designio de salvación para la humanidad.

Lanzamos una llamada a las familias cristianas para que vivan la belleza del amor y atraigan a los demás. «La Iglesia se siente discípula y misionera de este Amor: misionera solo en cuanto discípula, es decir, capaz de dejarse atraer siempre, con renovado asombro, por Dios que nos amó y nos ama primero (cf. 1 Jn 4, 10). La Iglesia no hace proselitismo. Crece mucho más por ‘atracción’: como Cristo ‘atrae a todos a sí’ con la fuerza de su amor, que culminó en el sacrificio de la cruz, así la Iglesia cumple su misión en la medida en que, asociada a Cristo, realiza su obra conformándose en espíritu y concretamente con la caridad de su Señor [8].

Las familias, como iglesias domésticas, también deben convertirse en discípulas misioneras de ese amor. Frecuentemente son quienes están mejor situadas para ofrecer este primer anuncio, apoyar, fortalecer y animar a otras familias. Así, se entiende su misión en este primer anuncio, que luego dará lugar a la acogida y al acompañamiento «a cada una y a todas las familias para que puedan descubrir la mejor manera de superar las dificultades que se encuentran en su camino» [9]. Es más, todos los bautizados estamos llamados a ser discípulos misioneros. Y es que «cada bautizado es ‘cristóforo’, es decir, portador de Cristo» [10].

Invitamos a que cada familia ofrezca este primer anuncio a otras familias. Es el primero, en sentido cualitativo, porque «responde al anhelo de infinito que hay en todo corazón humano» (EG, n. 165). Por ello, debe estar en el «centro de la actividad evangelizadora» (EG, n. 164) y en «toda formación cristiana» (EG, n. 165), por ser fundamento permanente de toda la vida cristiana. «Nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio» (EG, n. 165). Por eso tiene, por un lado, un eco trinitario en toda familia (cf. EG, n. 164), pues se introducirán en su misterio conociendo el amor infinito del Padre, la entrega hasta el fin del Hijo y la permanencia del Espíritu Santo (cf. AL, nn. 59. 71; EG, nn. 164. 169). Y, por otro lado, no deja de tener un contenido social (EG, nn. 177-179). Aprovechemos estas fechas para seguir el sencillo «método de Jesús»: levantarse, acercarse y partir de la situación concreta de cada persona, siempre «bajo la fuerza del Espíritu Santo» [11].

Por todo ello, las familias están llamadas a anunciar el kerygma, que hay que «volver a escuchar y a anunciar» (EG, n. 164; cf. AL, n. 58): «el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad» (EG, n. 128). Un primer anuncio que debe ser integral, propositivo, con alegría y humildad, que despierte «la adhesión del corazón con la cercanía, el amor y el testimonio» (EG, n. 42). Un primer anuncio que se haga «ante las familias, y en medio de ellas» (AL, n. 58); «[a] todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo» (EG, n. 23); un primer anuncio que suscite y avive la fe, que invite a la conversión y luego busque un «crecimiento en el amor» (EG, n. 161) llegando a generar familias nuevas en las que «cada matrimonio es una “historia de salvación”» (AL, n. 221). Como dice Christus vivit (n. 1): Dios «nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada».

Pongamos nuestra mirada en la Sagrada Familia, especialmente en este Año Familia Amoris Lætitia, y contemplemos cómo el amor arde en nuestros corazones y se convierte en un fuego fecundo; una contemplación que nos ayudará a anunciar a todos el mensaje de salvación.

✠ José Mazuelos Pérez
Obispo de Canarias
Presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida

✠ Juan Antonio Reig Pla
Obispo de Alcalá de Henares

✠ Ángel Pérez Pueyo
Obispo de Barbastro-Monzón

✠ Santos Montoya Torres
Obispo auxiliar de Madrid

✠ Francisco Gil Hellín
Arzobispo emérito de Burgos

_____________________

[1] FRANCISCO, Audiencia general (17.XII.2014).

[2] CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Fieles al envío misionero. Aproximación al contexto actual y marco eclesial: orientaciones pastorales y líneas de acción para la Conferencia Episcopal Española (2021-2025), Edice, Madrid 2021, p. 23.

[3] Ibíd., p. 23.

[4] Cf. ZYGMUNT BAUMAN, Vida líquida, Austral, Barcelona 2006.

[5] FRANCISCO, Vigilia de oración preparatoria de la XIV Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, Roma (3.X.2015).

[6] FRANCISCO, «No aguar el anuncio del Evangelio» (misa matutina en la capilla de la domus Sanctæ Marthæ, 10.IX.2018), http://www.osservatoreromano.va: No podemos compatibilizar, como querían los corintios, la «gran novedad del Evangelio» y las «novedades del mundo», puesto que «esta gente que vive de las novedades que vienen propuestas por el mundo es mundana, no acepta toda la novedad».

[7] PABLO VI, exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, n. 14.

[8] BENEDICTO XVi, Homilía (13.V.2007).

[9] Relación final de la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, 2015, n. 56.

[10] FRANCISCO, Discurso a los participantes en la plenaria del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización (14.X.2013).

[11] FRANCISCO, «La evangelización no se hace en el sofá» (misa matutina en la capilla de la domus Sanctæ Marthæ, 19.IV.2018), L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 18 (4.V.2018).