domingo, 26 de diciembre de 2021

En el hogar de Nazaret. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


En los comienzos de la Octava de Navidad, celebramos el primer domingo de este Tiempo tras el 25 de Diciembre en que todo el orbe católico honra a la Sagrada Familia de Nazaret. La Navidad siempre ha sido un tiempo para vivirlo en clave de familiar, aunque a lo largo de la historia también ha tenido sus contrariedades. Fue precisamente en un periodo de crisis de la institución familiar a finales del siglo XIX, cuando el Papa León XIII introduce de forma oficial en el calendario litúrgico esta antiquísima devoción del pueblo cristiano.

Hoy que la familia vuelve a atravesar un momentos difícil donde parece desintegrarse como célula de cohesión social y pérdida de valores, hemos de volver nuestros ojos al portal de Belén, a la familia santa del Señor para que interceda de forma especial por tantos hogares que pasan por dificultades de convivencia, económicas  o de salud.Y es un día también singular para dar gracias a Dios por nuestra familia, cuidarla y tomar conciencia de su importancia en nuestras vidas. 

La primera lectura del libro del Eclesiástico nos habla del milagro de la vida desde el punto de vista de la paternidad, pues los progenitores en cierto modo, son partícipes del misterio de la creación. Dios no quiso venir a nosotros de forma diferente, quiso hacerlo también por medio de una familia. A pesar de su omnipotencia, quiso estar sujeto a un padre y a una madre como todo mortal y vivir bajo su autoridad. Cristo hizo suyas las palabras de la Primera Lectura: ''Quien honra a su padre expía sus pecados, y quién respeta a su madre es como quien acumula tesoros''; y éstas se completan con el canto del Salmista: ''Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien''. El Señor también supo lo que es comer del esfuerzo del trabajo, de sus manos de artesano sin cruzarse de brazos esperando que se lo dieran todo resuelto. 

San Pablo por su parte, nos regala en el fragmento de su epístola a los Colosenses algunos de los rasgos más destacados de un hogar cristiano: compasión, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia...Ser agradecidos, dejar que la paz de Cristo reine en nuestros hogares. Pero el Apóstol nos recuerda que secreto de la convivencia es saber sobrellevarse mutuamente con amor, perdonándonos mutuamente. Por eso nos dice: ''El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo''.

Por último, el evangelio de hoy nos presenta en los comienzos de esta Navidad el relato de un Jesús pre adolescente que viaja a Jerusalén con sus padres para empadronarse. En este bello relato que solemos denominar "del Niño perdido y hallado en el templo" contemplamos a un Jesús muy humano y familiar muy unido a sus padres, a los cuales causa preocupación y angustia por su escapada para ocuparse "de las cosas de su Padre". Vemos cómo se humaniza la divinidad de Cristo, y gracias a ello su mensaje sigue siendo esperanza de una humanidad divinizada. Que nosotros mirando a Jesús, María y José aprendamos a ser Iglesias domésticas como el hogar de Nazaret, modelo para toda familia cristiana. 

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