miércoles, 8 de diciembre de 2021

Inmaculada Concepción. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

"La Inmaculada" es un día muy grande para nuestra Patria, que honra a su Patrona: Santa María en el misterio de su Concepción Inmaculada. Verdad de fe "reciente" en la Iglesia, pero que desde muy antiguo las gentes de nuestra tierra sintieron como algo asumido ya en la lejanía de los tiempos, que sin haber sido definida dogmáticamente hasta 1854 por Pío IX, las gentes más humildes ya venían afirmando desde tiempo inmemorial.

Curiosamente, los templos cristianos más antiguos de la península están dedicados a Nuestra Señora; ahí tenemos la venerable tradición del Pilar en el siglo I, cuatrocientos años antes de que la Iglesia reconociera la maternidad de María en el concilio de Éfeso. Hasta la primera obra escrita en castellano que conocemos está dedicada a Nuestra Madre del Cielo en esos Milagros que recopilara Gonzalo de Berceo, en tierras riojanas. España puede presumir de su pasado por haber sido y ser tan amada por la Santísima Virgen. 

Me agrada recordar de nuevo el hermoso relato del "Milagro de Empel", sobre lo acaecido la noche del 7 al 8 de diciembre de 1585 cuando el "Tercio viejo de Zamora" con el maestre Bobadilla a la cabeza, se vieron acorralados en isla de Bommel por un centenar de navíos de los estados generales de los Países Bajos aguardando su rendición, conscientes de que nada podían hacer. Pero como dice la crónica que se lee hoy en todos los actos castrenses del ejército español: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos»... El almirante al mando de los holandeses ordenó abrir los diques de los dos ríos que rodeaban la isla para inundar el campamento de los españoles. El agua empezó a comerse la isla hasta que los españoles quedaron en lo alto de la misma. Allí, el Maestre Bobadilla les ordenó cavar una trinchera, al remover la tierra encontraron una tabla de estilo flamenco de la Inmaculada, sobre lo cuál Alonso Vázquez en su obra de los sucesos de Flandes escribió: ''Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino anuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día''. Decidieron hacer una pequeña procesión con la tabla e invocar la protección de la Inmaculada cuya fiesta se celebraban ya al día siguiente en tantos rincones de España. Esa noche pasó algo inesperado, sopló un viento helado, los ríos se helaron y los españoles en plena noche cuando los enemigos dormían asaltaron los navíos saliendo victoriosos de aquella situación límite a pesar de ser inferiores en número. Tal fue el asombro de los holandeses que el almirante Hohenlohe-Neuenstein llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro».

Hay constancia desde el siglo XIV de cofradías en parroquias de toda España dedicadas a la Inmaculada, que numerosas congregaciones religiosas como los franciscanos promovieron su devoción en nuestro País. Muchos monarcas han destacado por ser devotos de la Inmaculada, desde el rey visigodo Wamba, Fernando III, Jaime I, Jaime II, Carlos I, Felipe II, Carlos III... Qué decir de universidades, colegios, ayuntamientos y parroquias y asociaciones de distintos puntos de España que hicieron su voto inmaculista, defendiendo desde hace siglos que María es la toda pura, sin mácula, la sin pecado, la Purísima. Gracias a la promoción de los españoles la Inmaculada fue introducida en 1708 como fiesta de guardar para todo el orbe católico. 

La Inmaculada es patrona de España desde 1760 según consta en la bula Quantum Ornamenti firmada por Clemente XIII a petición del entonces monarca Carlos III. También los españoles teníamos muy claro que los colores de la Inmaculada eran el azul celeste y el blanco, por eso la banda de la orden de Carlos III lleva esos colores aprobados por el Papa Clemente XIV. En 1864 la Santa Sede otorgó el privilegio a los sacerdotes españoles de vestir el color litúrgico azul, en reconocimiento de la previa antiquísima defensa del pueblo español del dogma de la Inmaculada Concepción. 

También San Juan Pablo II, en sus últimas palabras al despedirse de España el 4 de Mayo de 2003 nos dejó una frase como testamento que no sólo nos define, sino que nos impele hoy: «España tierra de María; España evangelizada y evangelizadora: ese es tu camino»... Mirar a María Inmaculada cuando nos encontramos en pleno Tiempo de Adviento ha de servir para preguntarnos: ¿miramos a María como modelo de pureza para nuestra vida? ¿nos esforzamos en vivir en gracia diciendo "sí" como Ella -podría haber sido "no"-, o por el contrario nos acomodamos en la mediocridad del pecado?... La Solemnidad de la Inmaculada es un momento propicio para pedirle fuerzas al Señor y ayuda a su Santísima Madre Inmaculada para saber rechazar todo lo que es indigno de nuestro ser cristiano, y así: ''saber querer lo que Dios hace y hacer lo que Dios quiere''. 

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