
1. Deja que la luz de la verdad y la paz te ilumine: Aprovecha el verano para serenarte y reconciliarte con quienes te rodean.
2. Deja que el silencio y la contemplación te tonifiquen: El ritmo acelerado del año deja poco espacio para la reflexión. El verano es un buen momento para encontrar la paz en la quietud.
3. Despliega la sombrilla del perdón y la acogida: El verano es ideal para perdonar y acoger a los demás, potenciando lo mejor de uno mismo.
4. Dialoga con tu familia y amigos: Fortalece los lazos con tus seres queridos, recuperando la confianza y la amistad.
5. Reza y da gracias por el descanso: La fe no toma vacaciones, por lo que es importante mantener la conexión con Dios y agradecer sus dones.
6. Comparte lo que tienes: Sé solidario con aquellos que tienen necesidades.
7. Escucha a los demás: Dedica tiempo a escuchar a quienes necesitan ser oídos, encontrando en el diálogo un espacio para el crecimiento personal.
8. No dejes de participar en la Eucaristía: La misa dominical es un pilar importante para la vida cristiana y no debe dejarse de lado durante las vacaciones.
9. No te dejes llevar por el exceso: Evita el agotamiento y el estrés, buscando un descanso reparador.
10. Renovación interior: Busca la belleza y la paz interior, más allá del bronceado superficial.
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