(Infovaticana) Esta mañana ha dado comienzo la quinta edición de la Peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga con la tradicional bendición de los peregrinos. Monseñor Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo, ha dirigido unas palabras a los asistentes, marcadas por el tono espiritual y la hondura teológica que caracterizan sus intervenciones pastorales. En su alocución, monseñor Sanz ha invocado “la paz de Cristo resucitado” y “la presencia materna de la Santísima Virgen María” como compañía para los peregrinos que emprenden el camino hacia el Santuario de Covadonga. Ha subrayado que este caminar no es una mera actividad lúdica o deportiva, sino una respuesta consciente a un llamado: “Andamos porque nos sabemos llamados, sostenidos y acompañados, porque sabemos que tenemos una meta en la que somos todos esperados”.
Recordando que la festividad del Apóstol Santiago fue celebrada ayer, el arzobispo ha destacado su papel como “nataliz de nuestras peregrinaciones”. No obstante, ha precisado que el sentido cristiano de la peregrinación no se reduce a un objetivo geográfico, sino que debe desembocar en un encuentro con Jesucristo: “Llegar a Compostela y no encontrarse con Cristo es haber hecho una andadura torpe y desorientada”.
En ese mismo espíritu, ha señalado que la peregrinación a Covadonga tiene también “una veta preciosa” y una meta clara: encontrarse con Jesucristo en el santuario mariano asturiano, enclavado en el valle del Auseva, donde, según ha recordado, “nació un pueblo con clara denominación de origen cristiano”.
El prelado ha descrito los tres días de marcha que esperan a los peregrinos como un recorrido por “parajes azules, tan bellos y frescos”, embellecidos por la creación divina. Su exhortación ha servido como recordatorio del carácter espiritual, comunitario y profundamente eclesial de esta peregrinación, que se ha consolidado como uno de los hitos del calendario católico tradicional en España.
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