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martes, 28 de febrero de 2017
Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2017
Queridos hermanos y hermanas:
La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor.
Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar (cf. Homilía, 8 enero 2016).
La Cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna. En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia. En concreto, quisiera centrarme aquí en la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro (cf. Lc 16,19- 31).
Dejémonos guiar por este relato tan significativo, que nos da la clave para entender cómo hemos de comportarnos para alcanzar la verdadera felicidad y la vida eterna, exhortándonos a una sincera conversión.
1. El otro es un don
La parábola comienza presentando a los dos personajes principales, pero el pobre es el que viene descrito con más detalle: él se encuentra en una situación desesperada y no tiene fuerza ni para levantarse, está echado a la puerta del rico y come las migajas que caen de su mesa, tiene llagas por todo el cuerpo y los perros vienen a lamérselas (cf. vv. 20-21). El cuadro es sombrío, y el hombre degradado y humillado.
La escena resulta aún más dramática si consideramos que el pobre se llama Lázaro: un nombre repleto de promesas, que significa literalmente «Dios ayuda». Este no es un personaje anónimo, tiene rasgos precisos y se presenta como alguien con una historia personal.
Mientras que para el rico es como si fuera invisible, para nosotros es alguien conocido y casi familiar, tiene un rostro; y, como tal, es un don, un tesoro de valor incalculable, un ser querido, amado, recordado por Dios, aunque su condición concreta sea la de un desecho humano (cf. Homilía, 8 enero 2016).
Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida.
La primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo.
Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil. Pero para hacer esto hay que tomar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del hombre rico.
2. El pecado nos ciega
La parábola es despiadada al mostrar las contradicciones en las que se encuentra el rico (cf. v. 19). Este personaje, al contrario que el pobre Lázaro, no tiene un nombre, se le califica sólo como «rico». Su opulencia se manifiesta en la ropa que viste, de un lujo exagerado.
La púrpura, en efecto, era muy valiosa, más que la plata y el oro, y por eso estaba reservada a las divinidades (cf. Jr 10,9) y a los reyes (cf. Jc 8,26). La tela era de un lino especial que contribuía a dar al aspecto un carácter casi sagrado.
Por tanto, la riqueza de este hombre es excesiva, también porque la exhibía de manera habitual todos los días: «Banqueteaba espléndidamente cada día» (v. 19). En él se vislumbra de forma patente la corrupción del pecado, que se realiza en tres momentos sucesivos: el amor al dinero, la vanidad y la soberbia (cf. Homilía, 20 septiembre 2013).
El apóstol Pablo dice que «la codicia es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Esta es la causa principal de la corrupción y fuente de envidias, pleitos y recelos.
El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico (cf. Exh. ap. Evangelii gaudium, 55). En lugar de ser un instrumento a nuestro servicio para hacer el bien y ejercer la solidaridad con los demás, el dinero puede someternos, a nosotros y a todo el mundo, a una lógica egoísta que no deja lugar al amor e impide la paz.
La parábola nos muestra cómo la codicia del rico lo hace vanidoso. Su personalidad se desarrolla en la apariencia, en hacer ver a los demás lo que él se puede permitir.
Pero la apariencia esconde un vacío interior. Su vida está prisionera de la exterioridad, de la dimensión más superficial y efímera de la existencia (cf. ibíd., 62).
El peldaño más bajo de esta decadencia moral es la soberbia. El hombre rico se viste como si fuera un rey, simula las maneras de un dios, olvidando que es simplemente un mortal.
Para el hombre corrompido por el amor a las riquezas, no existe otra cosa que el propio yo, y por eso las personas que están a su alrededor no merecen su atención. El fruto del apego al dinero es una especie de ceguera: el rico no ve al pobre hambriento, llagado y postrado en su humillación
Cuando miramos a este personaje, se entiende por qué el Evangelio condena con tanta claridad el amor al dinero: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24).
3. La Palabra es un don
El Evangelio del rico y el pobre Lázaro nos ayuda a prepararnos bien para la Pascua que se acerca. La liturgia del Miércoles de Ceniza nos invita a vivir una experiencia semejante a la que el rico ha vivido de manera muy dramática.
El sacerdote, mientras impone la ceniza en la cabeza, dice las siguientes palabras: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». El rico y el pobre, en efecto, mueren, y la parte principal de la parábola se desarrolla en el más allá. Los dos personajes descubren de repente que «sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él» (1 Tm 6,7).
También nuestra mirada se dirige al más allá, donde el rico mantiene un diálogo con Abraham, al que llama «padre» (Lc 16,24.27), demostrando que pertenece al pueblo de Dios.
Este aspecto hace que su vida sea todavía más contradictoria, ya que hasta ahora no se había dicho nada de su relación con Dios. En efecto, en su vida no había lugar para Dios, siendo él mismo su único dios.
El rico sólo reconoce a Lázaro en medio de los tormentos de la otra vida, y quiere que sea el pobre quien le alivie su sufrimiento con un poco de agua.
Los gestos que se piden a Lázaro son semejantes a los que el rico hubiera tenido que hacer y nunca realizó. Abraham, sin embargo, le explica: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces» (v. 25). En el más allá se restablece una cierta equidad y los males de la vida se equilibran con los bienes.
La parábola se prolonga, y de esta manera su mensaje se dirige a todos los cristianos. En efecto, el rico, cuyos hermanos todavía viven, pide a Abraham que les envíe a Lázaro para advertirles; pero Abraham le responde: «Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen» (v. 29). Y, frente a la objeción del rico, añade: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto» (v. 31).
De esta manera se descubre el verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo.
La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano.
Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor "que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador" nos muestra el camino a seguir.
Que el Espíritu Santo nos guie a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados.
Animo a todos los fieles a que manifiesten también esta renovación espiritual participando en las campañas de Cuaresma que muchas organizaciones de la Iglesia promueven en distintas partes del mundo para que aumente la cultura del encuentro en la única familia humana.
Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua.
Vaticano, 18 de octubre de 2016
Fiesta de San Lucas Evangelista
FRANCISCO
lunes, 27 de febrero de 2017
Libertad de expresión-religiosa. Por el Cardenal Antonio Cañizares
Soy consciente de que lo que acabo de afirmar no es políticamente correcto, pero espero que se me conceda ese derecho y se me respete en su ejercicio. Defiendo este derecho como el que más, pero no me atrevería nunca a decir que es el derecho máximo al que los demás deberían supeditarse en democracia, o que esta se funda en tal derecho. Que le sea inherente, no quiere decir que no haya otros aspectos, por ejemplo, los valores humanos y morales en que se sustenta y apoya: sin principios morales no hay democracia. Creo, con toda honestidad y con el máximo respeto a la verdad y a la necesidad de la edificación de un mundo en paz y en libertad que considerar el derecho de libertad de expresión un derecho absoluto, prácticamente sin límites, es un error y es origen de muchos dolores y sufrimientos injustos que es necesario evitar.
En una sociedad vertebrada, los derechos humanos fundamentales deben ser respetados todos y por todos, y ser articulados en su unidad y mutua referibilidad por las legislaciones oportunas dentro del bien común y de la persona. La primacía que se está dando a este derecho de libertad de expresión, que sin ningún lugar a duda hay que respetar y salvaguardar, está siendo, con cierta frecuencia, fuente de cercenamiento de derechos fundamentales inviolables correspondientes a la dignidad de la persona humana. Es más, ¿puede prevalecer, me pregunto, el derecho de libertad de expresión sobre la verdad o el derecho a la verdad? Tiene su límite y está por encima el bien común, inseparable de la persona.
Cuando se falla a la verdad, cuando se difunde la mentira en un proceso de libertad de expresión, cuando se va en contra del bien común y de la convivencia justa y justa paz, ¿se puede apelar al derecho a la libertad de expresión y poner por encima este derecho? Que conste que no hablo de situaciones hipotéticas, sino desde la propia experiencia, a veces sufrida. Quiero dejar constancia aquí de mi agradecimiento a aquellos hombres de la transición, tanto del mundo civil como de la Iglesia, que tan grandemente contribuyeron a la democracia, porque en su defensa de la libertad religiosa y de la libertad de expresión, unidas e inseparables, actuaron en favor del entendimiento entre todos y de la difusión de los derechos humanos y del bien, para el establecimiento de libertades en verdadera armonía.
Por otra parte, ¿se puede expresar uno impunemente, sin que pase nada cuando se trata de defender al cristianismo, la Iglesia, o sus representantes, lo más preciado en ella por sus gentes? Sin embargo, ¿qué espacio de defensa legítima se les deja? Por muchas razones es necesario clarificar la cuestión del derecho de libertad religiosa y el derecho de libertad de expresión. Espero que, conforme a la doctrina social de la Iglesia –que es enteramente conforme a la recta razón–, su fundamentación en que se apoya esta doctrina social sobre los derechos humanos en Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI o Francisco, en apoyo también a la razón que reconoce a la libertad religiosa como base o fundamento del edifi cio de los derechos humanos fundamentales inviolables. Así podremos contribuir a la vertebración y edifi cación de esta sociedad nuestra democráticamente genuina, en libertad, en servicio toda ella al bien común y el bien de las personas. En esto todos podemos vernos unidos, encontrarnos y edifi car un nuevo y gran futuro.
Artículo publicado en La Razón
sábado, 25 de febrero de 2017
Evangelio Domingo VIII del Tiempo Ordinario
Lectura del Santo Evangelio según san Mateo (6,24-34):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?
¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gante de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia».
Palabra del Señor
¿DOS AMOS?: ¿JUGAR A GANADOR Y A COLOCADO? Por Ángel Gómez Escorial
1.- “A cada día le basta su desgracia”. Es la última frase de Jesús dicha en el Evangelio de Mateo de hoy. A otros les sonará más esta de “Cada día tiene su afán”… es cuestión de traducciones. Antes nos ha dicho: “No estéis agobiados por la vida”. Y la frase es muy moderna. Lo del agobio está muy presente en el lenguaje habitual. Y Jesús repite la palabra varias veces. Se trata, según Jesús, de pensar en el tiempo presente y no considerar ni el pasado ni el futuro. Es, sin duda, un ejercicio sano. Nos abruman, por un lado, los escrúpulos por malas cuestiones hechas ayer o anteayer, o hace meses o años. Y estamos profundamente asustados por el día de mañana y lo que pueda traernos. Y esas dos obsesiones, pues verdaderamente, nos evitan ver y contemplar que en esos momentos tenemos ante los ojos. Dicen que es frecuente en los directivos y en todos aquellos que les agobia la responsabilidad, que la preocupación por todo lo que se les viene encima les impide aprovechar el descanso. Es probable que uno de esos ejecutivos esté frente al mar, o ante una preciosa montaña nevada, y no la vea, ni le ayude a evitar sus pensamientos obsesivos. La “dura lucha” del lunes le impide disfrutar del domingo.
2.- Algunos tratadistas dicen que Jesús debió tener contacto con las culturas orientales por aquello de la serenidad obtenida ante la contemplación de la naturaleza, de los lirios salvajes y de los pájaros del campo. No sé si tuvo esas influencias. No lo creo. Pero sus juicios sobre la importancia del presente, sobre el remordimiento del pasado --que ya ha pasado— y su no consideración respecto al agobio por el día de mañana –que aún no ha amanecido— no deja de ser un ejercicio de sentido común y de tener una mente abierta y clara. Es verdad, además, que el completo y delicado amor que tenía por Dios Padre – por su Abba, por su Papaíto— le ayudaba a mantener esa visión en armonía con la creación que se manifiesta en una cosmogonía tan precisa y plena.
3.- Hemos de admitir, además, que el texto del evangelio de Mateo de hoy es uno de los más bellos de toda la Escritura. Lirios del campo muy bien vestidos, aunque no hilan; pájaros del campo, que no siembran. El Padre –lo llama “vuestro”… nuestro—los alimenta y cuida de ellos. La visión de un mundo en armonía bajo la mirada del Padre Dios es impresionante. Sería bueno que en los momentos de zozobra recordáramos las palabras que hoy nos dice Jesús de Nazaret y que evitáramos miedos y fantasías impropias. La realidad es que cada día tiene su afán, sus agobios, sus problemas… Y si estamos preparados para emplear toda nuestra energía, sin distracción por el pasado o por futuro, todas nuestras cosas irían mucho mejor.
4.- Hay una clave introductoria sobre todo esto. Las primera palabras de Jesús de hoy son: «Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. ¿Queda claro? Es el dinero, el tenerlo o no tenerlo, tanto da, lo que nos produce agobio. En realidad Jesús nos está enseñando a no confiar en el dinero. Y, sobre todo, a no hacerlo amo nuestro. Queda claro que toda persona muy ocupada con el dinero no tiene ojos para otra cosa y su empeño por el dinero terminará en avaricia. Y la avaricia es la más despiadada de todas las enfermedades del alma. Yo diría incluso que más que la soberbia. Es bastante cierto que con dinero se puede obtener todo. O por lo menos casi todo, pero sí la mayoría de las cosas que hay sobre la tierra. La “eficacia” del dinero sobrecoge. Pero obviamente el dinero como tal no es nada. El otro día leía yo en los periódicos que camellos, narcotraficantes al por menor, quemaban el dinero que tenían al ser detenidos para que no se lo confiscara la policía. Relativizaban el valor del dinero, desde luego. Pero preferían convertirlo en humo y cenizas que dejárselo a sus captores. Ello nos demuestra una cosa que, aunque la sabemos, nunca pensamos en ella, que el dinero convertido en humo y cenizas ya no vale nada. Consideramos al dinero como indestructible y lo más poderoso del mundo. Pero no siempre lo es…
5.- ¿Servir a dos amos? En el fondo eso nos gustaría. Es como jugar en las apuestas del hipódromo a “ganador” y “colocado”. El premio es menor que si dedicamos nuestro boleto al triunfador absoluto, pero algo se recibe… y no se pierde todo. Algo es algo. Es como eso de “poner una vela a Dios, y otra al diablo”. Es como apostar por dos posibilidades completamente contrarias y contrapuestas. Pero la cosa es que si gana uno, ganamos nosotros; y si triunfa el otro, pues también. Pero eso es imposible. Y es imposible, incluso, aún dentro de nosotros. Ni el mayor pragmatismo, ni el más elevado cinismo, nos puede llevar a contentar ni en nuestro interior, ni fuera de él, a intereses completamente contrarios. Pero mientras dura el engaño de que, en efecto, podemos servir a dos amos es cuando el agobio y la angustia más hacen presa de nosotros. Todos, tal vez y en cuestiones menos drásticas, hemos sufrido los efectos negativos de una deseada doble pertenencia. O el intento de confraternizar por igual con dos ideas o posiciones completamente contrarias. Siempre terminará prevaleciendo una sobre la otra. Y la que prevalece nos irá conquistando hasta olvidar o despreciar la anterior. Insisto todos, en algún momento, seguro que hemos sufrido con una cosa así, aun siendo en su origen de poca importancia.
6.- Jesús de Nazaret a lo largo de estas enseñanzas incluidas en el Sermón del Monte nos está mostrando un camino acertado para fundamentar nuestra vida terrena, nuestra vida de seres humanos de hoy mismo. Dichas enseñanzas nos valdrán para vivir mejor y así satisfacer a Dios nuestro Padre. En realidad es lo que Él hizo siempre. Como he manifestado en domingos anteriores merece la pena tomarse un descanso y ejercitar nuestro pensamiento en la enseñanza de Jesús. En ella hay respuestas para nuestra vida cotidiana. No son solamente “consejos religiosos”, marcan una forma de vida plena en la que, por supuesto, está incluida la religión que nos enseña a seguir al Maestro. Pero fundamentalmente a vivir con objetividad, sentido común y paz.
El valor del silencio en la Misa
Se habla con frecuencia del "mundanal ruido", los excesos de decibelios y todo lo que conlleva un ritmo de vida cargado de irregularidades sonoras que atacan nuestro oído. Y es que este mal esta ya tan inserto en nuestro convivir cotidiano, que poco a poco se ha ido colando hasta en los mismos templos y celebraciones.
Nuestras iglesias ya no son aquellos remansos de paz donde apenas se escuchaba un susurro más allá del de las piadosas mujeres, que pedían aún más silencio. Hoy eso ha desaparecido, la iglesia, e templo, es ya un lugar dónde se habla sin pudor; se ha perdido el respeto por la otra persona a la que molesto e impido orar, y, lo que es más grave, se ha extinguido el sentido de sacralidad. Nos pasa como en el Evangelio, hemos convertido el templo en patio de mercaderes, olvidando las palabras del Señor: ''mi casa, será casa de oración''.
También en la propia liturgia ha entrado el mal del ruido "comiéndose" los espacios en blanco, que no es que no tengan nada, sino que están llamados a ser momento de interiorización. Cuando se celebra la Santa Misa para ser retransmitida por radio, no puede haber espacios de silencio, por lo que da la sensación de que la Misa coge carrerilla, por eso cuando acudo a una celebración donde el sacerdote ni siquiera se sienta un poco ni deja espacio al silencio, dando lugar al atropello de ruidos pienso: ¡este cura parece un radioaficionado!
Hay muchos momentos importantes necesitados del silencio para profundizar en lo que se está viviendo, no sólo porque lo indique la liturgia, sino por el mismo sentido común. Señalemos algunos:
Antes de empezar la Misa, o por ser más claro, entre el final del Rosario y el comienzo de la celebración, donde ha de haber un tiempo de preparación personal en el que concentrarnos en aquello que vamos a vivir, para que así fructifique más abundantemente en nosotros.
En el acto penitencial: al examinarnos las faltas con las que llegamos, dándonos un tiempo para realizar nuestro personal examen de conciencia y no pasar este momento sin más por mera rutina.
En las oraciones principales de la Misa: el sacerdote al dejar unos segundos entre la invitación al ''oremos'' y el inicio de la oración propiamente dicha, el cual nos deja ese inciso como señal de que toda la comunidad se adhiere a esa oración que el presbítero realiza en unión del pueblo fiel.
En la litugia de la Palabra: entre lectura y lectura, para poder asimilar así la Palabra de Dios proclamada.
Después de proclamar el evangelio, en las misas de diario, conviene dejar un espacio de silencio antes de la oración de los fieles; igualmente en las misas dominicales y festivas, entre el fin de la homilía y la profesión del credo (no en todas las misas de diario se dice el Credo. Una vez vi a un sacerdote que lo hacia todos los días del año y le pregunté el por qué, a lo que me respondió: ''es que sino entre que me bajó del ambón hasta que llego a la sede dejo un silencio absurdo''. Bien, para gustos colores, aunque en mi pobre opinión me parece más provechoso exprimir ese silencio para que los fieles puedan hacer suyo el evangelio que se ha proclamado.
En la oración de los fieles: no se deberían hacer siempre las preces de carrerilla, sino con calma, para que realmente hagamos nuestras esas peticiones, y no respondamos deprisa, sin apenas haberlas oído ni siempre con la misma respuesta.
Tras el Concilio, ciertas corrientes pastorales han defendido la presentación de los dones como el momento para ofrecer y poner nuestras ofrendas sobre el altar. Personalmente no comparto ese criterio, pues como algunos maestros en liturgia han apuntado, no hay más ni mayor ofrenda que la de Cristo que se entrega con su cuerpo y con su Espíritu, como nos indica la Plegaria Eucarística V.
Algunos sacerdotes, muy oportunamente desde mi punto de vista como fiel, dejan unos segundos de margen desde que se termina el canto del Santo, hasta el comienzo de la plegaria eucarística, como llamada de atención al momento más importante de la misa que va tener lugar en breves instantes.
En la consagración, o, siendo más precisos, en el momento de la elevación, es vital el ambiente y clima de silencio, favoreciendo esa relación personal con quien sabemos que nos ama -como diría Santa Teresa- si bien, no parece igual hacer ese silencio-parada tras la consagración, añadiendo incluso cantos eucarísticos o permaneciendo el sacerdote largo rato de rodillas. Ciertamente es un gesto muy piadoso que el celebrante quiera ensalzar que Cristo de esa forma, pero esto parece más propio de las exposiciones del Santísimo que en la Eucaristía propiamente dicha.
La Santa Sede, en una de sus últimas instrucciones vigentes sobre la música litúrgica, incidía en la importancia del silencio en tres momentos clave:
1-Acto penitencial y tras las invitaciones de las oraciones para que los fieles hagan recogimiento
2-Después de las lecturas o de la homilía dónde meditan lo escuchado
3-Tras comulgar dónde oran y alaban a Dios en la intimidad del corazón
Es verdad que si se cuidaran todos los momentos de silencio a los que invita la celebración esta se haría demasiado larga, pero a veces, no es tanto los minutos sino los segundos bien cuidados. En resumen, lo que pretendo decir no es nada nuevo, sino que la celebración no lleve ritmo de motocicleta. El reloj es cierto también que acosa a los sacerdotes, pero nunca puede estar por encima de la dignidad, cuidado y fervor con el que se ha de celebrar la Eucaristía.
Sólo desde el silencio y en el silencio podremos vivir correctamente la celebración del banquete pascual con un verdadero aprovechamiento para nuestras almas, encarnando en nosotros aquella máxima de la Santa de Calcuta que decía: ''el fruto del silencio es la oración''.
viernes, 24 de febrero de 2017
"Asturias le robó el corazón al padre Ormières"
(Iglesia de Asturias) El sábado 22 de abril la Catedral de Oviedo acogerá la segunda ceremonia de beatificación que tenga lugar en su interior –la primera fue el pasado mes de octubre, con la beatificación de los mártires de Nembra–.
En este caso, se trata del fundador de la Congregación de las hermanas del Santo Ángel, el padre Luis Ormières. Un hombre “que supo captar la necesidad que había a su alrededor, con un corazón que acogió la invitación de Dios para que las cosas pudieran cambiar –tal y como le describe la hermana Sara Tolmo, en el colegio Santo Ángel de Gijón–. Fue viendo la realidad dura de la post revolución francesa, con niños sufriendo grandes necesidades, y pensó que tenía que hacer algo”.
El padre Ormières falleció en el colegio del Santo Ángel de Gijón, el 16 de enero de 1890. En aquel momento la Congregación estaba extendida por varios países, y sin embargo el futuro beato tenía un vínculo especial con la ciudad. “Le gustaba mucho el norte de España –destaca la hermana Begoña Morán, Superiora de tres comunidades en Gijón, Avilés y Oviedo–. Cuentan las crónicas que Asturias, su mar y sus paisajes, le robaron el corazón, y decidió establecer en Gijón un Noviciado. Lo levantó, en 1880, donde hoy está el hospital de Jove”.
Las primeras hermanas llegaron a Gijón en 1878, y a partir de ahí la congregación se hizo presente en la ciudad. En el curso de 1880 ya se encontraban en su emplazamiento actual, en Campo Valdés. “Tanto le gustó Gijón que iba y venía desde Francia con frecuencia. Y el último año ya se quedó aquí, donde falleció –describe la hermana Begoña– en una habitación muy especial para nosotros, reconvertida en un oratorio para las hermanas y para los alumnos. Este oratorio por supuesto no se conserva tal y como estaba cuando él vivió, pero sí conservamos la cama, que era plegable –porque él era muy austero–, un escritorio, un reclinatorio, un cáliz y una patena. Fue enterrado en Gijón, en el cementerio general, y unos años más tarde sus restos se trasladaron a la Casa Madre, en Francia”.
La presencia del padre Ormières en Gijón no pasaba desapercibida. Era conocido como “el santín”, y se sabe que Nicanor Piñole dijo de él que era “un viejo entrañable”. “Se movía con facilidad entre la gente de Gijón, y tenía la costumbre de ir paseando desde Campo Valdés hasta Jove, donde estaba el Noviciado, rezando el rosario y parándose a hablar con la gente. Por eso, cuando falleció, las crónicas recogieron que se decía por la ciudad “Ha muerto el santín, murió el santín”. Su funeral se celebró en San Pedro, y la capilla ardiente se instaló en el colegio. Acudió mucha gente a despedirse de él” –afirma la hermana Begoña–.
“Cada uno tiene un don”
Nacido en el seno de una familia cristiana, de cinco hermanos, los padres del padre Luis Ormières percibieron que tenía inquietudes formativas y le procuraron una educación. Pronto, manifiestó su deseo de ser sacerdote. Cuando se ordenó, le solicitó a su Obispo poder dedicarse a la enseñanza, pues le preocupaba especialmente la formación de los profesores y de los más pequeños. “Se dedicaba a ensayar métodos pedagógicos que conectaran con la realidad de los niños en aquellos años –explica la hermana Sara–y se inspiró en la frase de San Pablo: Cada uno tiene su don recibido del Espíritu Santo para el bien de la comunidad. Él piensa que todos los niños tienen algo especial, y que la tarea del docente es llegar a eso que les hace especiales y hacerlo fructificar”. “A partir de ahí –subraya la hermana Begoña– el empeño de formar verdaderos discípulos de Cristo, que es nuestro carisma recibido”.
Poco a poco, la labor educativa del padre Ormières fue creciendo de tal manera, que se vio obligado a solicitar ayuda a su Obispo, para que le facilitara algún sacerdote más con quien compartir el trabajo. “El Obispo le respondió que no tenía sacerdotes disponibles –explica la hermana Sara– pero que en la Bretaña francesa había una congregación femenina (las religiosas de la Instrucción Cristiana, una congregación que aún hoy existe y tiene presencia en Inglaterra y Francia) y tendría disponible tres hermanas para colaborar con él. No era su planteamiento original –reconoce– pero aceptó. Entre esas tres hermanas estaba la madre San Pascual, con quien, al poco tiempo, fundaría la Congregación del Santo Ángel”.
La nueva congregación nacía con la idea de que la misión de las hermanas sería la misma que la de los ángeles. “El ángel de la escritura, que acompaña, que guía, y son esas actitudes las que marcan el modo de estar de las hermanas. También de los profesores y educadores del centro”, señala la religiosa.
Un carisma que, desde la congregación, hoy consideran “profético”: “en una sociedad donde nos cuesta tanto percibir a Dios en la realidad, sentir la llamada de poder encarnar actitudes de Dios es como profético, como una necesidad actual. Necesitamos gente que encarne una escucha atenta y desinteresada, que acompañe, que dé su tiempo y su consuelo”, reconoce la hermana Sara.
La Congregación, nacida en Francia, se fue extendiendo en los primeros años por todo el país. Con el tiempo, el padre Ormières, con intención misionera, decidió aventurarse a fundar en África, pero en el primer intento hubo de quedarse en Puerto Real (Cádiz), donde el Obispo le pidió que levantara una escuela allí. Se creaba entonces la primera casa en España, en 1864, y también la primera comunidad de religiosas. A partir de ahí comenzaron a llegar nuevas peticiones de Obispos: Sevilla, Palencia, y Gijón, donde llegaron en 1878. De ahí, se extendieron a Avilés (1881), Pravia y Oviedo (1884).
Actualmente, las religiosas del Santo Ángel se encuentran en Japón, Vietnam, Mali, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Estados Unidos, México, El Salvador, Nicaragua, Ecuador, Venezuela, Colombia, Alemania, Francia, Italia y España. Un amplio territorio para una congregación de apenas 500 religiosas.
Una de ellas, precisamente, vivió en carne propia el milagro que llevará al padre Luis Ormières a los altares. La hermana Celina Sánchez del Río, natural de Gijón y antigua alumna del colegio, se curó inexplicablemente de un cáncer en estado avanzado que desapareció sin explicación científica posible. Este hecho fue el motor que impulsó el proceso de la beatificación del fundador de la Congregación, aprobado recientemente.
Para las religiosas, como no puede ser de otra manera, se trata de un momento de “gracia y profunda alegría”, pues con todo ello se reconoce “la figura de un sacerdote con un gran espíritu de entrega y con unas virtudes que son un modelo a imitar, como son la fe, la esperanza y la caridad, fundamentadas en la confianza en la Divina Providencia. Un hombre sencillo que amó profundamente a Dios, y a Dios en los hermanos”, afirma la hermana Begoña. “Es una responsabilidad, porque desafía tu modo de vivir todavía más –considera la hermana Sara–. Gracias a que el padre Ormières y la madre San Pascual fueron capaces de soñar, hoy podemos nosotros estar aquí: como profesores, como niños, como familias. Ellos son los que, hoy, nos han pasado el relevo”.
En este caso, se trata del fundador de la Congregación de las hermanas del Santo Ángel, el padre Luis Ormières. Un hombre “que supo captar la necesidad que había a su alrededor, con un corazón que acogió la invitación de Dios para que las cosas pudieran cambiar –tal y como le describe la hermana Sara Tolmo, en el colegio Santo Ángel de Gijón–. Fue viendo la realidad dura de la post revolución francesa, con niños sufriendo grandes necesidades, y pensó que tenía que hacer algo”.
El padre Ormières falleció en el colegio del Santo Ángel de Gijón, el 16 de enero de 1890. En aquel momento la Congregación estaba extendida por varios países, y sin embargo el futuro beato tenía un vínculo especial con la ciudad. “Le gustaba mucho el norte de España –destaca la hermana Begoña Morán, Superiora de tres comunidades en Gijón, Avilés y Oviedo–. Cuentan las crónicas que Asturias, su mar y sus paisajes, le robaron el corazón, y decidió establecer en Gijón un Noviciado. Lo levantó, en 1880, donde hoy está el hospital de Jove”.
Las primeras hermanas llegaron a Gijón en 1878, y a partir de ahí la congregación se hizo presente en la ciudad. En el curso de 1880 ya se encontraban en su emplazamiento actual, en Campo Valdés. “Tanto le gustó Gijón que iba y venía desde Francia con frecuencia. Y el último año ya se quedó aquí, donde falleció –describe la hermana Begoña– en una habitación muy especial para nosotros, reconvertida en un oratorio para las hermanas y para los alumnos. Este oratorio por supuesto no se conserva tal y como estaba cuando él vivió, pero sí conservamos la cama, que era plegable –porque él era muy austero–, un escritorio, un reclinatorio, un cáliz y una patena. Fue enterrado en Gijón, en el cementerio general, y unos años más tarde sus restos se trasladaron a la Casa Madre, en Francia”.
La presencia del padre Ormières en Gijón no pasaba desapercibida. Era conocido como “el santín”, y se sabe que Nicanor Piñole dijo de él que era “un viejo entrañable”. “Se movía con facilidad entre la gente de Gijón, y tenía la costumbre de ir paseando desde Campo Valdés hasta Jove, donde estaba el Noviciado, rezando el rosario y parándose a hablar con la gente. Por eso, cuando falleció, las crónicas recogieron que se decía por la ciudad “Ha muerto el santín, murió el santín”. Su funeral se celebró en San Pedro, y la capilla ardiente se instaló en el colegio. Acudió mucha gente a despedirse de él” –afirma la hermana Begoña–.
“Cada uno tiene un don”
Nacido en el seno de una familia cristiana, de cinco hermanos, los padres del padre Luis Ormières percibieron que tenía inquietudes formativas y le procuraron una educación. Pronto, manifiestó su deseo de ser sacerdote. Cuando se ordenó, le solicitó a su Obispo poder dedicarse a la enseñanza, pues le preocupaba especialmente la formación de los profesores y de los más pequeños. “Se dedicaba a ensayar métodos pedagógicos que conectaran con la realidad de los niños en aquellos años –explica la hermana Sara–y se inspiró en la frase de San Pablo: Cada uno tiene su don recibido del Espíritu Santo para el bien de la comunidad. Él piensa que todos los niños tienen algo especial, y que la tarea del docente es llegar a eso que les hace especiales y hacerlo fructificar”. “A partir de ahí –subraya la hermana Begoña– el empeño de formar verdaderos discípulos de Cristo, que es nuestro carisma recibido”.
Poco a poco, la labor educativa del padre Ormières fue creciendo de tal manera, que se vio obligado a solicitar ayuda a su Obispo, para que le facilitara algún sacerdote más con quien compartir el trabajo. “El Obispo le respondió que no tenía sacerdotes disponibles –explica la hermana Sara– pero que en la Bretaña francesa había una congregación femenina (las religiosas de la Instrucción Cristiana, una congregación que aún hoy existe y tiene presencia en Inglaterra y Francia) y tendría disponible tres hermanas para colaborar con él. No era su planteamiento original –reconoce– pero aceptó. Entre esas tres hermanas estaba la madre San Pascual, con quien, al poco tiempo, fundaría la Congregación del Santo Ángel”.
La nueva congregación nacía con la idea de que la misión de las hermanas sería la misma que la de los ángeles. “El ángel de la escritura, que acompaña, que guía, y son esas actitudes las que marcan el modo de estar de las hermanas. También de los profesores y educadores del centro”, señala la religiosa.
Un carisma que, desde la congregación, hoy consideran “profético”: “en una sociedad donde nos cuesta tanto percibir a Dios en la realidad, sentir la llamada de poder encarnar actitudes de Dios es como profético, como una necesidad actual. Necesitamos gente que encarne una escucha atenta y desinteresada, que acompañe, que dé su tiempo y su consuelo”, reconoce la hermana Sara.
La Congregación, nacida en Francia, se fue extendiendo en los primeros años por todo el país. Con el tiempo, el padre Ormières, con intención misionera, decidió aventurarse a fundar en África, pero en el primer intento hubo de quedarse en Puerto Real (Cádiz), donde el Obispo le pidió que levantara una escuela allí. Se creaba entonces la primera casa en España, en 1864, y también la primera comunidad de religiosas. A partir de ahí comenzaron a llegar nuevas peticiones de Obispos: Sevilla, Palencia, y Gijón, donde llegaron en 1878. De ahí, se extendieron a Avilés (1881), Pravia y Oviedo (1884).
Actualmente, las religiosas del Santo Ángel se encuentran en Japón, Vietnam, Mali, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Estados Unidos, México, El Salvador, Nicaragua, Ecuador, Venezuela, Colombia, Alemania, Francia, Italia y España. Un amplio territorio para una congregación de apenas 500 religiosas.
Una de ellas, precisamente, vivió en carne propia el milagro que llevará al padre Luis Ormières a los altares. La hermana Celina Sánchez del Río, natural de Gijón y antigua alumna del colegio, se curó inexplicablemente de un cáncer en estado avanzado que desapareció sin explicación científica posible. Este hecho fue el motor que impulsó el proceso de la beatificación del fundador de la Congregación, aprobado recientemente.
Para las religiosas, como no puede ser de otra manera, se trata de un momento de “gracia y profunda alegría”, pues con todo ello se reconoce “la figura de un sacerdote con un gran espíritu de entrega y con unas virtudes que son un modelo a imitar, como son la fe, la esperanza y la caridad, fundamentadas en la confianza en la Divina Providencia. Un hombre sencillo que amó profundamente a Dios, y a Dios en los hermanos”, afirma la hermana Begoña. “Es una responsabilidad, porque desafía tu modo de vivir todavía más –considera la hermana Sara–. Gracias a que el padre Ormières y la madre San Pascual fueron capaces de soñar, hoy podemos nosotros estar aquí: como profesores, como niños, como familias. Ellos son los que, hoy, nos han pasado el relevo”.
Orar con el Salmo del día
R/. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos
V/. Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos. R/.
V/. Tus decretos son mi delicia,
no olvidaré tus palabras. R/.
V/. Ábreme los ojos, y contemplaré
las maravillas de tu ley. R/.
V/. Instrúyeme en el camino de tus mandatos,
y meditaré tus maravillas. R/.
V/. Enséñame a cumplir tu ley
y a guardarla de todo corazón. R/.
V/. Guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo. R/.
jueves, 23 de febrero de 2017
Carta semanal del Sr. Arzobispo
Hace unos años tuve que visitar una parroquia dentro de la visita pastoral que hacemos los obispos. Lo que entonces me tocó ver y vivir lo tengo anotado en la agenda del corazón, y llegando estas fechas del febrerillo loco que estamos ya concluyendo, me vienen de nuevo a la memoria y rezo agradecido por todo ello.
La vida a veces se empeña en desmentir lo que nuestro corazón más anhela con aquello que nuestros ojos nos imponen como indeseada realidad. Es el caso que ahora me viene al recuerdo cuando visité el tanatorio de uno de nuestros pueblos. Había acudido para dar una conferencia sobre la iglesia como casa hecha de piedras vivas. La parroquia celebraba las bodas de oro desde que se abrieron sus puertas. Cuántas cosas han entrando y salido por el dintel de la vivienda de Dios en esa localidad: los momentos más hermosos y esperanzados así como lo más opacos y enlutados.
Hablé del significado que tiene ese hogar especial con el que Dios en cada uno de nuestros pueblos y ciudades quiere domiciliar su discreta compañía, su espera siempre pronta, su paciencia a prueba de indiferencia, y su amor tejido de ternura y de perdón. Una casa en la que siempre hay Alguien que nos aguarda para compartir nuestros gozos con su mejor brindis recatado y nuestros pesares con su llanto indisimulado.
Al terminar, el párroco me pidió que le acompañase al tanatorio. Era un niño a quien la buena gente de ese pueblo estaba velando. Fue imprevisto ese encuentro: yo no sabía que iba a ir, ellos no sabían de mi llegada. Al entrar, fueron diciéndome sin palabras tantas cosas con sus miradas. Desde la gratitud por mi visita, a la petición de oraciones y de consuelo, hasta la pregunta respetuosa y rebelde de porqué suceden esas cosas. En estos trances de humano desgarro, me siento pobre de veras, un pobre que no tiene réplicas al uso ante las preguntas más verdaderas. Quizás el silencio humilde ante el misterio, sea entonces el mejor modo de comenzar una bondadosa respuesta.
El pequeño con sus casi cuatro añitos, llevaba puesta una gorra. Era un contrapunto entre el rostro macilento de su cuerpecillo sin vida y el color de la visera que quería seguir correteando el último juego infantil. La paz serena de su sueño dormido era contemplado por sus jóvenes padres que con lágrimas bebían tan duro trago. Les estreché la mano mientras les acariciaba el llanto. "Les acompaño en el sentimiento", les dije a ambos y a los abuelos. No llegamos a más: tan sólo y de lejos, sólo un acompañamiento. El sentimiento dolido en su herida más fiera, no se logra suplir. Y cuando uno recuerda el adiós de personas queridas, sabe lo que digo en lo que quiero decir... sin poder hacerlo.
Una oración breve y sencilla, el padrenuestro, y la bendición del buen Dios y el recuerdo de la dulce Madre. Así terminó mi encuentro. Sin querer echar en ese momento sermones ni recuentos, recordé lo que Jesús vino a darnos con creces: la razón a nuestro llanto, la respuesta a nuestra pregunta, y a nuestra espera el cumplimiento. Veremos nuevamente a este pequeño, porque Cristo resucitado ha vencido su muerte y la nuestra.
Es el encuentro con Aquel que nos hizo, el que nos soñó, nos acompaña y nos cuida. Tras el dintel de la muerte no está el vacío, sino esa inmensa sala de espera entre nubes de gloria y nubes que nos purifican. En las primeras, sin duda, hay un pequeño ángel que vela por sus padres, su hermanita y que los espera, mirando las cosas con otros ojos junto a Dios, mientras corretea eternamente feliz jugando inocente entre nubes bajo el color de su visera infantil.
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Del Oficio del día
SEGUNDA LECTURA
De la Carta de la Iglesia de Esmirna sobre el martirio de san Policarpo
(Cap. 13, 2--15, 2: Funk 1, 297-299)
COMO UN SACRIFICIO PINGÜE Y ACEPTO
Cuando estuvo preparada la hoguera, Policarpo, habiéndose despojado de sus vestidos y soltado el ceñidor, se esforzaba también en descalzarse, cosa que no hubiera tenido que hacer antes, pues siempre todos los fieles rivalizaban en hacerlo, por el afán de ser los primeros en tocar su cuerpo, ya que, aun antes de su martirio, era grande la fama de virtud que le había ganado su santa vida.
Llegó el momento en que ya estaban preparados a su alrededor todos los instrumentos necesarios para la hoguera. Cuando iban a clavarlo en el poste, dijo:
«Dejadme así; el que me ha hecho la gracia de morir en el fuego hará también que permanezca inmóvil en la hoguera, sin necesidad de vuestros clavos.»
Ellos, pues, no lo clavaron, sino que se limitaron a atarlo. Policarpo, con las manos atadas a la espalda, como una víctima insigne tomada del gran rebaño, dispuesta para la oblación, como ofrenda agradable a Dios, mirando al cielo, dijo:
«Señor Dios todopoderoso, Padre de tu amado y bendito siervo Jesucristo, por quien hemos recibido el conocimiento de tu persona, Dios de los ángeles y de las potestades, de toda la creación y de toda la raza de los justos que viven en tu presencia: te bendigo porque en este día y en esta hora te has dignado agregarme al número de los mártires y me has concedido tener parte en el cáliz de tu Ungido, para alcanzar la resurrección y la vida eterna del alma y del cuerpo en la incorrupción por el Espíritu Santo; ojalá sea hoy recibido como ellos en tu presencia como un sacrificio pingüe y acepto, tal como de antemano lo dispusiste y me diste a conocer, y ahora lo cumples, oh Dios, veraz y verdadero. Por esto te alabo por todas estas cosas, te bendigo, te glorifico por mediación del eterno y celestial pontífice, Jesucristo, tu amado siervo, por quien sea la gloria a ti, junto con él y el Espíritu Santo, ahora y por los siglos venideros. Amén.»
Cuando hubo pronunciado el «Amén», concluyendo así su oración, los esbirros encendieron el fuego. Se levantó una gran llamarada, y entonces pudimos contemplar algo maravilloso, nosotros, los que tuvimos el privilegio de verlo, y que por esto hemos sobrevivido, para contar a los demás lo acaecido. El fuego, en efecto, abombándose como la vela de un navio henchida por el viento, formó como un círculo alrededor del cuerpo del mártir; el cual, puesto en medio, no tomó el aspecto de un cuerpo quemado, sino que parecía pan cocido u oro y plata que se acrisolan al fuego. Y nosotros percibíamos un olor tan agradable como si se quemara incienso u otro precioso aroma.
RESPONSORIO Ap 2, 8-9. 10
R. Al ángel de la Iglesia de Esmirna escribe: «Esto dice el primero y el último, el que estaba muerto y revivió: Conozco tu tribulación y tu pobreza; aunque eres rico. * Mantente fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.»
V. No temas por lo que vas a sufrir: el Diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados.
R. Mantente fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.
ORACIÓN.
Dios y Señor de todo lo creado, que quisiste que san Policarpo fuera contado entre tus mártires, concédenos, por su intercesión, participar con él en la pasión de Cristo, para poder así resucitar, también con él, a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Paco Vázquez, exalcalde socialista: «Ni Ritz ni Palace pagan IBI, ¿y quieren que la Iglesia, sí?»
Recientemente, ha pronunciado una conferencia sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado en la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir (UCV), en el marco de las actividades del Máster Universitario en Marketing Político y Comunicación Institucional.
Y en una entrevista previa realizada por la universidad, Vázquez ha asegurado en referencia a medidas como la del ayuntamiento de Valencia de demandar el pago del IBI a entidades religiosas y prohibir a los altos cargos públicos acudir como tales a ceremonias religiosas que posturas como esa son “demagogia, una falacia, medidas que reflejan el carácter antirreligioso y la condición atentatoria contra el principio de libertad religiosa de ciertos partidos políticos”.
Detrás de tomas de postura como las mencionadas Vázquez ve ideologías “de carácter totalitario” que intentan “imponer su idea prohibiendo el principio de libertad religiosa, haciendo que la religión quede reducida al ámbito de lo privado, negándole cualquier espacio público a la confesión y profesión de la fe católica. Esto es retroceder al siglo XIX con ideas anticlericales superadas por la historia que ya no se dan en ningún país de nuestro entorno”.
“Estamos ante una amenaza totalitaria que, a través del uso de los medios de comunicación, machaca una y otra vez con falsedades que deben ponerse en evidencia o terminan imponiéndose, como creer que la Iglesia goza de privilegios en España cuando es precisamente lo contrario”, ha aseverado.
La Iglesia Católica no goza de "ningún privilegio"
En opinión del político gallego, la Iglesia no goza de “ningún privilegio” con respecto al IBI. Se trata de “una más de las cientos de instituciones que no pagan este impuesto por ser entidades de utilidad pública sin carácter lucrativo”, como se hace en toda Europa con las entidades que realizan una labor social o solidaria. “En España no pagan el IBI, por ejemplo, edificios singulares como los hoteles Ritz o Palace, en Madrid; o los edificios propiedad de fundaciones, las federaciones deportivas, los partidos políticos, las agrupaciones sindicales o las ONG’s. La Iglesia, como no podía ser menos, paga en aquellas propiedades regidas por la Ley de Sociedades Anónimas. Eso sucede, por ejemplo cuando en un terreno propiedad de la Iglesia hay un aparcamiento o un parque”, ha aducido.
“Estamos ante una amenaza totalitaria que, a través del uso de los medios de comunicación, machaca una y otra vez con falsedades que deben ponerse en evidencia o terminan imponiéndose, como creer que la Iglesia goza de privilegios en España cuando es precisamente lo contrario”, ha aseverado.
La Iglesia Católica no goza de "ningún privilegio"
En opinión del político gallego, la Iglesia no goza de “ningún privilegio” con respecto al IBI. Se trata de “una más de las cientos de instituciones que no pagan este impuesto por ser entidades de utilidad pública sin carácter lucrativo”, como se hace en toda Europa con las entidades que realizan una labor social o solidaria. “En España no pagan el IBI, por ejemplo, edificios singulares como los hoteles Ritz o Palace, en Madrid; o los edificios propiedad de fundaciones, las federaciones deportivas, los partidos políticos, las agrupaciones sindicales o las ONG’s. La Iglesia, como no podía ser menos, paga en aquellas propiedades regidas por la Ley de Sociedades Anónimas. Eso sucede, por ejemplo cuando en un terreno propiedad de la Iglesia hay un aparcamiento o un parque”, ha aducido.
Además, “es un brindis al sol, porque ni ayuntamientos ni autonomías tienen competencia para modificar una ley cuya potestad corresponde a las Cortes Generales; lo que muestra la malicia de la propuesta”.
El ayuntamiento “debe hacer suyos” los actos de carácter tradicional
Por otro lado, el exalcalde de La Coruña ha manifestado que prohibir a los altos cargos públicos acudir como tales a ceremonias religiosas es “el reflejo de una actitud totalitaria”, que no se da en ningún país cercano: “Basta preguntar en Francia, en Portugal o en Gran Bretaña. La duda de asistir o no como cargo público a un acto religioso no existe. Se va. Recientemente, el presidente de la República francesa, socialista y agnóstico, tomó posesión en Roma de su condición de canónigo de honor de la Basílica Mayor de San Juan de Letrán, una tradición que el jefe de estado galo mantiene, conservando el recuerdo de los antiguos reyes de Francia. Y nadie pone en duda allí que Francia sea un estado laico”.
Para Vázquez debe existir, en primer lugar, “un principio de respeto en las relaciones institucionales”; y en segundo, la conciencia de que los cargos públicos representan “a todos, creyentes y no creyentes”. Así, el Ayuntamiento “debe hacer suyos los actos de carácter histórico y tradicional, con una vigencia social. Cuando se ponen normas como esta, no se evita que los cargos públicos formen parte de las cofradías y asistan a las procesiones que quieran por un interés electoral”.
Para el ex embajador ante la Santa Sede, con esas medidas “se impone y se prohíbe”, lo que “no había sucedido en la democracia española hasta ahora, en la que regía el principio de tolerancia”. Según Vázquez, “se intenta imponer el laicismo desde las instituciones, haciendo de este una religión de Estado, lo que atenta contra el espíritu de consenso y tolerancia nacido de la Transición”.
No existe “ningún concordato”
Junto a la imposición de las citadas “ideologías totalitarias”, el político gallego ve una búsqueda de “romper el espíritu de la Transición, de diálogo, convivencia y generosidad”. En el caso del PSOE, para Vázquez apoyar esas tomas de postura es ir “contra las decisiones que tomó el propio PSOE, uno de los grandes protagonista de la Transición y de la elaboración Constitución, que se hizo con la voluntad de superar los conflictos del pasado: el territorial, el militar y el del papel de la Iglesia Católica, que se superó con la aconfesionalidad del Estado, la separación de la Iglesia y del Estado, y a partir de ahí todo ha funcionado perfectamente”.
“Estos acuerdos regulan las relaciones institucionales, jurídicas, económicas de una institución tan importante como la Iglesia, que representa la fe católica, los valores cristianos, que son la esencia de nuestra condición nacional. España está construida en torno a una lengua, una cultura y la fe cristiana, que es la que ha impregnado nuestra historia y singularizado en el conjunto de naciones a nivel mundial. Negarlo es negar nuestras propias raíces, desconocer nuestro pasado y abrir las puertas a un futuro incierto”, ha remarcado.
Asimismo, ha conminado a los políticos de hoy a “defender el principio de libertad religiosa, que está universalmente aceptado, el respeto más absoluto al hecho religioso tanto desde un punto de vista público como privado y, después, aceptar la libre voluntad de las personas a la hora de decidir la educación de sus hijos, a la hora desde su propia conciencia objetar en cuestiones como el derecho a la vida, algo que es propio de una sociedad moderna, democrática y avanzada”.
miércoles, 22 de febrero de 2017
Papa Francisco propone 3 acciones concretas para ayudar a los inmigrantes
(ACI).- En un encuentro sobre migraciones en el Vaticano, el Papa Francisco recordó que la sociedad entera debe acoger, proteger y promover a las personas que huyen de sus países en busca de una mejor vida.
“Las migraciones, en sus diferentes formas, no representan un cierto fenómeno en la historia de la humanidad”, sino que “han marcado profundamente cada época, favoreciendo el encuentro de los pueblos y el nacimiento de nuevas civilizaciones”.
El Pontífice hizo estas declaraciones a los participantes de la VI edición del Forum Internacional “Migración y Paz” sobre integración y desarrollo: de la reacción a la acción.
Primero, el Papa pidió un “cambio de actitud” hacia los migrantes con el fin de “superar la indiferencia y anteponer a los temores una generosa actitud de acogida hacia aquellos que llaman a nuestras puertas”.
Para ello es necesario “espacios adecuados y decorosos” así como “permitir una mejor calidad de servicios y ofrecer mayores garantías de éxito”.
En segundo término, recordó que protegerlos “es un imperativo moral” haciendo uso de los “instrumentos jurídicos, internacionales y nacionales, claros y pertinentes” que luchen contra “los traficantes de carne humana que se lucran”.
Según el Papa, “proteger no basta” y en tercer lugar propone “promover el desarrollo humano integral”. “La promoción humana de los migrantes y de sus familias comienza en las comunidades de origen, allí donde debe ser garantizado, junto al derecho de poder emigrar, también el derecho de no deber emigrar, es decir, de encontrar en la patria las condiciones que permitan una digna realización de la existencia”.
“En su esencia, migrar es expresión del intrínseco anhelo de la felicidad de cada ser humano, felicidad que es rebuscada y perseguida”.
En el discurso, el Papa afirmó que “para nosotros los cristianos toda la vida terrena es un itinerario hacia la patria celeste”.
Francisco manifestó además que en la mayor parte de los casos se trata de “desplazamientos forzados causados por conflictos, desastres naturales, persecuciones, cambio climático, violencias, pobreza extrema y condiciones de vida indigna”.
San Pedro Poveda y la masonería. Por Jorge Teulón
Su primer biógrafo (el libro aparece en 1942) fuel el padre carmelita descalzo Silverio de Santa Teresa, que al dirigirse al lector en las primeras páginas de su obra afirma: “conocí y traté a don Pedro y siempre salí admirado de su sólida cultura y muy edificado de su caridad dulce, de su humildad de la mejor ley y de su exquisita educación. Considero su amistad como uno de los mejores recuerdos de mi vida. Su muerte gloriosa ha acrecido en mí esta estima y veneración, que ya antes de ella eran grandes. La Vida está escrita no como don Pedro merece, sino como yo he podido”.
En el capítulo X, titulado “Trabajos por fundar la Institución Católica de Enseñanza en Sevilla”, recoge el padre Silverio unas notas autobiográficas, tratando el tema de la masonería:
“Lo que más fuerte estímulo me produjo para esta Obra fueron las conclusiones masónicas del Congreso de Trouville (Francia, a principios del siglo XX), en que descaradamente se exhortaba a los maestros a realizar labor anticatólica con el Catecismo en la mano y que fueran francamente ateos: “Ganado el profesorado oficial, llevaremos la incredulidad hasta el último rincón de los pueblos católicos”. Me propuse combatir al enemigo con sus mismas armas, ganando a los maestros del Estado y formando a los jóvenes para que se opongan a estas corrientes de incredulidad. La Institución Teresiana se hizo cuando me convencí que por los caminos emprendidos no se conseguía nada. Tenía sí, muchas cartas laudatorias, recibía muchas pruebas de aprobación el Ensayo, pero nada más. Escribí entonces y di a la estampa el Diario de una Fundación, por si alguno picaba, viendo que lo que pretendía era fácil, pero ese diario no se vivió, fue una ficción”.
En el vigésimo quinto aniversario del martirio del padre Poveda sale a la luz otra biografía. Esta vez la escribe un padre jesuita, Domingo Mondrone, que afirma: “la presente biografía debería hacer revivir al apóstol y mártir de la enseñanza católica”.
“Desde el momento en que le llegaron a las manos las conclusiones tomadas por la masonería en el Congreso de Trouville en el que se había concertado el plan de descristianización de España, el padre Poveda ya no tuvo reposo. Los propósitos de la secta son así referidos en los Proyectos:
“Dos personas hay que pueden dar una gran fuerza a la masonería: el maestro y la mujer: Así, pues, debemos ocuparnos principalmente de la niñez, impregnándola en nuestros principios, y sólo podremos vencer cuando el maestro ataque de frente al enemigo, al clericalismo. La Iglesia no podrá ser destruida sino por la escuela sin Dios. Para nada nos estorbará el mandato de enseñar la doctrina cristiana en las escuelas públicas, si nosotros conseguimos formar una generación de maestros ateos, porque ellos se encargarán de descristianizar prácticamente a sus alumnos…”.
“Pongan todos los católicos todo su empeño en hacer fundaciones particulares, en crear Patronatos, donde nosotros, tarde o temprano, hemos de intervenir; gasten ellos en obras que, al fin, han de pasar de uno u otro modo por los Centros oficiales; pero nosotros formemos maestros y así, con un esfuerzo relativamente pequeño, habremos conseguido una propaganda más extensa y eficaz. Al Estado (a los Gobiernos radicales) no le preocupa la formación de un Magisterio competente para el sagrado fin a que se destina: lo que le interesa, y en lo que pone verdadero empeño es en mejorar la suerte del Profesorado, en asirlo con las fuertes ligaduras del dinero, poniéndolo así en mejores condiciones que el Sacerdote, frente al cual quiere colocarlo para descristianizar hasta las aldeas más remotas”.
“Ya nada quedará a salvo, pues el Maestro, porta-estandarte de esta propaganda, existe en todos los pueblos por pequeños que sean. Crear escuelas y dotarlas bien… Es urgente la formación de Maestros porque se aproxima el día en que han de ser expulsadas las Órdenes Religiosas, y entonces será a nuestros Maestros a quienes entreguemos la herencia. Hasta hoy, el Maestro, mal mirado y peor retribuido, pudo ser instrumento del clericalismo; pero a medida que se conceda más prestigio y se le otorgue mejor recompensa, acudirán a las Normales hombres de valer, sobre los cuales no podrán ejercer presión ya ni el Cura ni el cacique”.
martes, 21 de febrero de 2017
«Los que no aceptan la verdad son los que me acusan y calumnian»
(Alfa y Omega) La asociación de fieles Lumen Dei tuvo que ser intervenida por la Santa Sede tras la muerte de su fundador, el padre Molina, por graves desórdenes –morales, económicos, teológicos…– en su interior. La intervención, que primero lideró el cardenal Sebastián y ahora monseñor Sanz, va dando frutos a pesar de las dificultades y resistencias de algunos exmiembros: se están ultimando las constituciones de la asociación
¿En qué situación se encuentra ahora mismo Lumen Dei?
Sigue siendo una asociación de fieles católica, que la Iglesia desea acompañar para que vaya superando la situación a la que llegó tras la muerte del fundador. Desórdenes morales, opacidad económica y una formación insuficiente en teología, la libertad, la afectividad y la conciencia. Tras una apariencia de ortodoxia, docilidad eclesial y piedad tradicional, se escondían otras cosas. El Papa Francisco habla de cómo estos grupos «alquilan» la Iglesia para usarla y separarse de ella cuando ya no les sirve.
¿Cómo viven sus miembros hoy?
Las personas que continúan en Lumen Dei dejándose acompañar por la Iglesia han encontrado paz y gozo de la fidelidad a lo que el Señor regaló a la Iglesia con el fundador. Seguimos lo que la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada nos ha indicado, como serena sanación de errores que descentraron a personas e hicieron perder el norte de la asociación. Es casi volver a empezar, en la intuición primera del fundador, jesuita que se conmovió ante la pobreza material y religiosa que descubrió en Cuzco (Perú) con los quechua. El compromiso cristiano y social junto con la vigorosa vivencia espiritual es la herencia de Lumen Dei.
¿Cómo ha afectado a la vida de esta asociación que haya grupos paralelos, aunque hayan sido desacreditados tanto por la Santa Sede como por usted?
Es una prueba que con cristiana mansedumbre sobrellevamos. Lumen Dei sigue adelante con la ayuda de Dios y el acompañamiento de la Iglesia. Se ultima el texto de las constituciones de la asociación. Todos los textos presentados hasta ahora jamás fueron aprobados por la Iglesia, por adolecer de una insuficiente teología de la vida consagrada, no contar con la pedagogía de la libertad, del afecto y de la conciencia. Son los factores humanos, religiosos y académicos que entran en juego en lo que la Iglesia llama una formación integral. Los dos centros de formación actuales responden a lo que la Iglesia esperaba hacía tiempo.
¿Hay personas que están suplantando a Lumen Dei?
Habría un intento de hacerlo. Sería utilizar su nombre de modo erróneo o incluso fraudulento. Lumen Dei ha tenido diversas denominaciones: pía unión, asociación de fieles, unión, familia eclesial… Según la misma Iglesia ha ido perfilando los diversos tipos de vida comunitaria, han surgido estas diversas nomenclaturas. Lumen Dei es erigida en Valencia como una pía unión (1975). Al promulgarse el nuevo Derecho Canónico en el año 1983 hubo que adaptarse llamándose Asociación de Fieles Unión Lumen Dei. Quienes deciden dejar el único Lumen Dei que existe como asociación de fieles no pueden invocar que son el auténtico y original Lumen Dei cuando era una pía unión.
El cardenal Fernando Sebastián, su predecesor como comisario pontificio, reconoció en varias ocasiones que esta tarea fue una de las más ingratas de su vida. Usted está siendo también injuriado… Le niegan la autoridad e incluso le acusan de haberse llevado dinero.
La Iglesia marcó un claro camino de renovación para reconducir el maltrecho momento que atravesaba la asociación, haciendo daño a tantas personas a las que dejaba tocadas o incluso las destruía. Quien en nombre de la Santa Sede conduce este itinerario está en el punto de mira de los que no aceptan un cambio que ponga luz y verdad en sus oscuridades y errores. Entonces intentan calumniarlo, acusarlo en tribunales civiles y eclesiásticos, tratar que le puedan destituir en sus responsabilidades con una consabida estrategia que ya es conocida en los tribunales de justicia y en los departamentos de la Iglesia. El anterior comisario, el cardenal Fernando Sebastián, lo sufrió en carne propia. Hoy me toca a mí sufrirlas. Hacen sufrir por un momento, pero no destruyen la verdad que humildemente defiendes.
¿Hay algún tema de fondo por el que se haya producido la salida de estas personas?
En mayo de 2014 hubo una reunión en Madrid con las dos máximas autoridades de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada: el cardenal prefecto y el arzobispo secretario, y yo como comisario pontificio. Estaban convocados los responsables regionales: una veintena de personas, pero solo acudieron dos. Cinco días antes escribieron manifestando libremente su salida de Lumen Dei. Recibimos alrededor de 200 cartas, con el mismo formato como si fuera una consigna. Los dimisionarios rechazaron la intervención de la Iglesia dejando la asociación con menos de un 20 % de sus miembros. Pero Roma, con la expresa indicación del Santo Padre, decidió seguir adelante… para sorpresa de los dimisionarios. El itinerario de renovación era claro y sigue siéndolo. Con la Iglesia no te equivocas. Ellos se enfrentaron a la Iglesia y se equivocaron.
¿Está en peligro la continuidad de Lumen Dei?
Es Dios quien suscita la aparición de las distintas realidades eclesiales, y solo es Él quien asegura la continuidad o finalización de cada una de ellas. Nos atenemos a esa divina Providencia. Pero la continuidad de Lumen Dei no está condicionada por cuanto ha sucedido recientemente.
¿Se estima, de algún modo, la fecha en la que podrá estar resuelto todo?
No existe un calendario para finalizar esta intervención eclesial. Discernimos lo que Dios ha entregado a la Iglesia y a la humanidad a través de la vida y la obra del padre Molina: qué don, cómo expresarlo, para quiénes vivirlo, con qué subrayados pastorales y espirituales, culturales y sociales. En comunión con la Iglesia. Con la confianza de quien está en las manos del Señor seguimos adelante con humilde fortaleza, con certeza confiada, aprendiendo de los errores que empujaron a esta situación y atentos a lo que Dios con su Iglesia nos siga indicando.
¿Eres misericordioso con el que te hace mal?, pregunta el Papa durante una visita a una parroquia
(rel.) Una vez más el Papa aprovechó la tarde del domingo para visitar, como obispo de Roma, la parroquia de Santa María Josefa del Corazón de Jesús, en el Castelverde di Lunghezza, a seis kilómetros al este de la autopista circular entorno de Roma. El Pontífice que llegó poco antes de las 15,30, fue recibido en la entrada del templo por el cardenal Agostino Vallini, vicario de Roma y por el párroco Francesco Rondinelli.
Francisco saludó a las personas que se encontraban detrás de las vallas, bendijo a niños y ancianos e incluso permitiendo a algunos presentes hacerse un ‘selfie’ con él.
Según recoge Zenit, después se encontró en el salón del teatro parroquia con los niños y jóvenes del catecismo, con el grupo juvenil. Ha saludado también a los enfermos y ancianos, a los esposos que han bautizado a sus hijos en los últimos meses, a las familias asistidas por la Cáritas parroquial, junto a los operadores y voluntarios. El Santo Padre también ha confesado a algunos parroquianos.
En la iglesia el Papa ha presidido la santa misa e improvisado su homilía, recordando que el Evangelio a diferencia de la ley del Talión invita a poner la otra mejilla. “Las ganas de vengarse, el ‘me la vas a pagar’, eso no es cristiano. Sean santos como Dios es santo, perfectos como perfecto es vuestro Padre, que hace nacer el sol sobre los buenos y malos y llover sobre justos e injustos”, dijo.
“Ese me hizo…, hay que perdonar en el corazón –prosiguió el Pontífice– esta es el camino de la santidad y esto aleja de las guerras. Si todos los hombres y mujeres del mundo aprendieran esto no habría guerras”.
La guerra inicia aquí (señaló el corazón), la ganas de venganza, destruye familias, los barrios, tanto, tanto…
¿Y qué hacer?, alguien preguntará: “lo dice Jesús, no lo digo yo… amena vuestros enemigos. Yo tengo que amar a este? Sí” y añadió: recen por quien les persigue y les hace mal, para que cambie vida, para que el Señor le perdone.
“Esta es la magnanimidad de Dios, que todo perdona” señaló. Y concluyó preguntando: ¿Y tú eres misericordioso con las personas que te han hecho mal, o que no te quieren? Y subrayó la oración como antídoto, única vía de salida y medicina para salir del odio y de la venganza. El Papa al concluir la misa regaló un cáliz dentro de una teca para la parroquia. Y después de la bendición final estallaron los aplausos.
lunes, 20 de febrero de 2017
Hacia una transformación misionera
(Iglesia de Asturias) “Un nuevo impulso y una renovada ilusión”, así describe el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, el período de reflexión que se ha abierto en la diócesis para diseñar las líneas de trabajo para el curso que viene, siguiendo lo establecido en el Plan Pastoral Diocesano. Un “viaje apostólico que emprendimos tras nuestro Sínodo, y que el Plan Pastoral Diocesano nos ha marcado fechas, espacios, quehaceres, repartiendo responsabilidades entre quienes con distinta vocación eclesial conformamos nuestro Pueblo cristiano”, explica Mons. Sanz en una carta reciente.
El Vicario de Pastoral, Antonio Vázquez Escobar, la persona que se encargará de coordinar esta iniciativa, ha presentado un documento inspirado en la Exhortación del Papa Francisco Evangelii Gaudium, para ser trabajado por los sacerdotes y por laicos y miembros de los Consejos pastorales de los arciprestazgos. En ellos se reflexionará sobre la situación pastoral de la diócesis, y con sus conclusiones, se plasmarán las líneas de actuación del próximo curso. “Se necesitaba esta ayuda que trata de animar, urgir, recordar, coordinar, e impulsar”, recuerda el Arzobispo, y al mismo tiempo señala que “estamos siempre en un inicio: no como quien vuelve cansinamente al punto de partida, sino como quien no se cansa nunca de estar recomenzando siempre, sabiendo que ese recomienzo no es repetición aburrida, sino descubrimiento incesante de algo que nos sorprende con una novedad digna de ser estrenada cada mañana”.
La diócesis, respondiendo a la invitación del Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, ha comenzado una labor de reflexión, a la luz de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco, con el objetivo de revitalizar y consolidar nuevos caminos de evangelización, siguiendo también el camino marcado en el Plan Pastoral Diocesano “La ciudad se llenó de alegría”.
Para ello el Vicario de Pastoral, Antonio Vázquez Escobar, ha distribuido un documento dividido en dos partes para uso, por un lado, de los sacerdotes de la diócesis, y por otro, de los laicos, todos ellos organizados por arciprestazgos. Este documento será sometido a reflexión y a trabajo, y sus resultados serán puestos en común, con el objetivo de extraer de ahí las líneas de actuación para el curso que viene.
“La Vicaría de Pastoral se creó cuando ya el curso se encontraba muy avanzado –explica el propio Vicario, Antonio Vázquez Escobar–, y era complicado marcar en ese momento los distintos objetivos de las Delegaciones. Por eso, se pensó que lo más adecuado era continuar la labor que estaba programada hasta el momento, y a la vez, que en los arciprestazgos comenzara un tiempo de reflexión para ver cómo mejorar las cosas que están mal, y cómo potenciar aquellas que funcionan bien”.
El documento presentado, que lleva el título “Reflexión sobre la Pastoral diocesana a la luz de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium”, busca, por tanto, la reflexión de los sacerdotes por arciprestazgos, y la de los laicos, organizados en Consejos pastorales, también de cada arciprestazgo. “Como primeros frutos de esta iniciativa –destaca el Vicario de Pastoral– se están creando Consejos pastorales en algunos arciprestazgos donde hasta ahora no había”.
Toda la información que se extraiga de estas reuniones será el material sobre el que se trabaje en un encuentro donde se darán cita el Arzobispo, los responsables de todas las Delegaciones diocesanas, los Vicarios, los arciprestes, la Comisión permanente del Consejo Pastoral diocesano y el Secretariado para el Desarrollo del Plan Pastoral Diocesano. Este encuentro tendrá lugar desde la noche del domingo 4 de junio, solemnidad de Pentecostés, y se prolongará durante el lunes y martes, 5 y 6 de junio, en Covadonga. “De esa reunión saldrán las líneas de trabajo para el año que viene”, explica el Vicario de Pastoral.
Los textos que se utilizarán para reflexionar y analizar la realidad de la Iglesia en Asturias están fundamentados en la Exhortación Apostólica del Papa Francisco Evangelii Gaudium, y se incide, entre otros aspectos, en la “transformación misionera” de la Iglesia que desea el Pontífice, la “crisis del compromiso comunitario”, o el peligro de la “mundanidad espiritual”, y se dan pautas para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera en la que todos los cristianos deben estar involucrados. Un proceso, en definitiva, como describe el propio Papa Francisco: de “discernimiento, purificación y reforma para que el impulso misionero sea cada vez más intenso, generoso y fecundo”, o como afirma el propio Antonio Vázquez, “la pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio del siempre se ha hecho así. A ello nos invita nuestro Plan Pastoral Diocesano”.
Actitudes correctas. Por Juan Manuel de Prada
¡Pero esto es un atropello!, exclaman los católicos cándidos, que todavía piensan ilusamente que las declaraciones de derechos humanos amparan sus creencias. Pero lo que la “libertad religiosa” hace, lo mismo que la “libertad de expresión”, es más bien otorgar el mismo rango a todas las religiones y expresiones, que a partir de ese momento pasan a tener todas el mismo valor (o sea, ninguno) y se anulan entre sí. Lo que la “libertad religiosa” pretende es que la religión fundadora de nuestra civilización valga lo mismo que cualquier superstición sectaria y pachanguera. Lo que la “libertad de expresión” pretende es que la verdad quede oscurecida por un enjambre de mentiras, de modo que verdad y mentira queden igualadas en una papilla indiscernible. Y allí donde todas las creencias religiosas valen un ardite, es inevitable que el orden temporal usurpe los atributos divinos y exija adoración; allí donde la palabra del sabio y la palabra del necio son opiniones igualmente valiosas, es inevitable que acabe imponiéndose una verdad oficial que se alce sobre el guirigay reinante.
El hombre es un ser de dependencias: allá donde no tiene un Dios al que adorar, termina adorando ídolos; allá donde no puede abrazarse a la verdad, termina abrazándose a las paparruchas más dementes. Esto lo sabían bien los promotores de los “derechos humanos”, que emboscaron detrás de una vaga ética cristiana una religión antropoteísta que disfrazaba de “dignidad” humana lo que no era sino exaltación de los apetitos. Esta es la razón por la que los “derechos humanos” no han dejado nunca de redefinirse y ampliarse, quitándose al fin la careta de la inspiración cristiana con la que en su día engolosinaron a los católicos cándidos; pues, a medida que los apetitos humanos hallaban satisfacción, despertaban otros apetitos, cada vez más caprichosos y excéntricos, cada vez más voraces en su afán de imposición.
Llegados a este punto, la argumentación del relator Muntarbhorn que citábamos al principio es irreprochablemente lógica. Del mismo modo que la religión antropoteísta no puede admitir que unos testigos de Jehová impidan que sus hijos reciban una transfusión de sangre, tampoco puede admitir que unos católicos impidan que sus hijos reciban en la escuela “orientación sobre su identidad de género”. Pues, para la religión antropoteísta, los testigos de Jehová y los católicos son igualmente grupúsculos de friquis que enarbolan creencias religiosas obsoletas. Y tales creencias sólo se toleran mientras no osen infringir la verdad oficial establecida por un poder temporal que, entretanto, ha usurpado los atributos divinos. Pero, si osan infringirla, tendrán que ser limitadas, para que los niños sean formados en actitudes correctas, para que puedan recibir transfusiones de sangre y orientación sobre su identidad de género.
Publicado en ABC
sábado, 18 de febrero de 2017
Evangelio Domingo VII del Tiempo Ordinario
Lectura del Santo Evangelio según san Mateo (5,38-48):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Palabra del Señor
Frente a la violencia, el amor a los enemigos. Por Fray Miguel de Burgos Núñez
El texto de Mt 5,38-48 es, como hemos adelantado, un hito prodigioso de luz y solidaridad para la humanidad. Nadie como Jesús se ha atrevido a hablar de esa forma y a jugarse la vida frente al odio del mundo y a la venganza entre enemigos. Es lo más típico y determinado de Jesús de Nazaret; así se reconoce en todos los ámbitos. Las antítesis veterotestamentarias, de las que sobresale la ley del talión, "ojo por ojo y diente por diente", no solamente quedan obsoletas, sino absolutamente anuladas en las propuestas de Jesús sobre el Reino. Las palabras de Jesús sobre el amor a los enemigos están insinuando el texto de Lev 19,18, la primera lectura de hoy. Es verdad que en el Antiguo Testamento, exactamente, no se dice "aborrecerás o odiarás a tu enemigo", pero como todos los que no son de la comunidad de Israel no pertenecen al pueblo de Dios, no había más que un paso para un tipo de relación de enemistad. Es decir, pueden ser excluidos del amor del buen israelita los que no son prójimo, los que no son de los nuestros. Aquí Jesús intenta poner el dedo sobre la llaga; intenta hablar y exigir que tengamos los mismos sentimientos de Dios, porque El no tiene enemigos, nadie es extraño para El, a nadie niega la lluvia y el sol. En las comunidades culturales-religiosas, como la de los esenios de Qumrán, se justifica más que sobradamente el odio a los que no pertenecen a la comunidad de la luz. Esta actitud está reflejada en la postura de interpretación religiosa de un judaísmo bien determinado. Jesús, pues, con estas antítesis, y principalmente con la última quiere incorporarnos a la "familia de Dios, del Dios como Padre", y en Él no cabe odio alguno. Por lo mismo, el amor al enemigo es la concreción más radical, por parte de Jesús, del amor al prójimo. No basta decir que el prójimo es el que piensa como yo, quien es de los míos; el prójimo son todos los hijos de Dios, y ningún hombre o mujer están excluidos de este derecho.
La quinta antítesis nos enfrenta a la no-violencia (5,38-42) teniendo como frontispicio la famosa ley del talión: "ojo por ojo y diente por diente". Las citas que están a la base de esta construcción tan particular y heterogénea son Ex 21,24; Lev 24,20; Dt 19,21. Y el texto, en término generales, es de Q (así se refleja en Lc 6,27-36), aunque los añadidos de Mateo son también realmente inconfundibles (vv. 38-39.41). Lo que se pide es tan extremo que muchos autores piensan que nos encontraríamos ante "dichos" auténticos de Jesús por el "criterio de disimilitud", es decir, que no pueden proceder ni del judaísmo ni de la comunidad cristiana, sencillamente porque Jesús "va más allá" siempre, en lo que piensa y en lo que dice, del judaísmo y del cristianismo primitivo; es más audaz, más profético y más arriesgado. Si la ley del talión había sido como un protocolo de no excederse en el mal que se ha causado, como casi todo lo de la Torá, quedará "cumplido" siendo más humano y más radical lo que se pide a un cristiano o a una comunidad cristiana. En el lenguaje popular la expresión de "poner la otra mejilla" ya tiene visos de leyenda para muchos y, sin duda, así se vive porque nadie está dispuesto a hacerlo. La bofetada en la "derecha" habla casi de infamia, del algo grave; de la misma manera el dúo túnica-capa y el quitar-dar es dejar a alguien desnudo, sin protección, sin personalidad, sin ser uno mismo. ¿Qué pretendía, pues Jesús con todo esto? Muchos se hacen esta pregunta y no encuentran fácil respuesta. Pero la cosa es más sencilla que todo eso: se trata de radicalizar la renuncia a la violencia... y todo lo demás podemos considerarlo como leyenda. Toda la comunidad cristiana debe saberlo y tenerlo en cuenta, aunque esté pasando por momentos críticos de persecución (en el caso de Mateo podía ser así) y de incomprensión. Estaríamos de acuerdo con el comentario de U. Luz, al respecto: "estos logia... tratan de causar extrañeza, de sacudir, de protestar simbólicamente contra el círculo de la violencia". Eso debe ser santo y seña de los seguidores de Jesús, porque él lo vivió personalmente así y de esa manera debe comportarse ideal y prácticamente una comunidad cristiana. Eso es lo que Jesús quiere que descubramos en el ámbito de la vida y en este estilo se muestra la categoría del Reino de Dios predicado por él. Así se explica el credo cristiano del rechazo a toda violencia, a la pena de muerte, a la respuesta de infamia y venganza por el mal que nos hayan podido hacer. El asunto no deja lugar a cualquier resquicio que justifique violencia o venganza. Este es uno de los aspectos más específicos del la verdad del Reino.
El amor a los enemigos (5,43-48) es la sexta y última antítesis de esa "plenitud" de la ley y los profetas que enmarca todo el conglomerado de las antítesis. Es la cumbre de todas ellas y el cenit de la radicalidad con que se pretendía esa plenitud de parte de Dios, revelado por Jesús. Así lo entiende Mateo quien sigue, no obstante, el texto de Q (Lc 6,27.32-35) e incluso reformula Q (Lc Lc 6,36) en el v. 48 de nuestro texto de hoy. En realidad el "odiarás a tu enemigo" no lo encontraremos en el AT, pero teniendo en cuenta que los que no son del pueblo de Dios, para el judaísmo, son pecadores, se entiende que se haya formulado de esta manera la exigencia de contraste del amor a los enemigos.
Estamos ante lo que es la esencia y el paradigma de lo verdaderamente cristiano; no hay algo más grandioso, más específico y más difícil de vivir que amar a quien nos odia, porque los enemigos son los que nos odian. Todos los elementos formarles o lingüísticos son de categoría y de contraste: amar, enemigos, hacer el bien, los que odian, bendecir, los que maldicen, orar, los que maltratan. Pero debemos tornar en consideración que en medio de estas oposiciones el punto de referencia es "el Padre del cielo", que es Dios. Esta antítesis no se puede entender sin esa referencia capital. El ejemplo del sol y de la lluvia es de una creatividad sin igual, que ningún humanista, filósofo o filántropo han podido imaginar. Hay que amar y perdonar a los enemigos, porque el "Padre del cielo" lo da todo a todos, es decir, no tiene enemigos. En el caso de Mateo, debernos entender que la "justicia" mayor que exige en el Sermón de la Montaña encuentra aquí toda su perfección. Es verdad que el amor o al menos la actitud del trato digno y justo o afirmaciones aproximadas las encontramos en otras religiones e incluso en círculos filosóficos o filantrópicos. Sin embargo, debemos reconocer que el amor a los enemigos es decididamente cristiano y por ello se entiende que el "logion" sale de la boca de Jesús. No podía ser de otra manera. Pero no es lo mismo la filfa o simpatía a todos los hombres incluso a los que nos son hostiles; en el mundo estoico nos encontramos con ciertas aproximaciones. Pero lo de Jesús va mucho más allá. No debemos olvidar que se habla de amar (agapaó) que es mucho más intenso y definitivo.
¿Es posible llegar a esta "justicia" tan perfecta? Lo que se nos dice en Mt 5,48 para rematar las antítesis es una propuesta de imitación: "sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto". Sabemos que ese es el sentido que tiene todo el sermón y las antítesis como elementos determinantes. Se nos pide que imitemos a Dios y no debe ser de otra manera, aunque nunca podamos ser como Dios, como el Padre. La "irnitatio Dei" es un planteamiento de la moral religiosa en todo su sentido cultural de la época y casi siempre ha sido así. Para Jesús, el modelo no puede ser sino Dios mismo, pero este como Padre. No obstante, la idea, tal como la formula Lucas 6,36 "sed compasivos" o "misericordiosos" (oiktírnzones) parece más conforme con lo que pudieron ser las palabras de Jesús, más en conformidad con el mismo hecho de tratar a Dios como Padre y no simplemente como Dios. Que a Dios se le considere perfecto es demasiado "jurídico" o "legal"; pero que a Dios-Padre se le considere como fuente de compasión y misericordia y que debamos hacer y sentir como El, es mucho más entrañable y humano. Querer ser perfectos como Dios es imposible, aceptar ser compasivos y misericordiosos como el Padre es lo propio de los seguidores de Jesús. En ese sentido no debemos tener miedo de tener a Dios, al Dios Padre, como modelo de nuestra vida, de la misma manera que lo experimentó Jesús.
Se ha hablado mucho de la utopía del amor a los enemigos como un imposible. Es verdad que es una propuesta "utópica", porque está fuera de lo normal, de lo que la antropología y la psicología nos dictan e incluso nos imponen. Pero si cambiáramos esta exigencia utópica del cristianismo toda caería por tierra. Si es imposible para cada uno de nosotros aceptémoslo, pero no por ello ignoremos las palabras de Jesús que lo llevó a la práctica, y de muchos seguidores. En todo caso, si es una utopía, se trata de una utopía irrenunciable que debe practicarse con todas nuestras fuerzas, las que tengamos, las que sintamos... lo demás, lo podemos dejar en las manos de Dios Padre que no ayudará a cambiar el corazón.
viernes, 17 de febrero de 2017
Orar con el Salmo del día
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad
V/. El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
V/. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres.
V/. Desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones.
La "Virgen del Carbayu", Madre de la Unidad de Langreo. Por Rodrigo Huerta Migoya
La historia de Langreo y la Virgen del Carbayu siempre han ido de la mano; más no solamente esto entristece a tantos fieles y vecinos que observan con dolor el desprecio que buena parte de la corporación municipal han mostrado hacia su historia, la fe, y, sobre todo, la esencia de lo que significa para Langreo y los langreanos. Pienso que lo más grave es que se han tratado de desenpolvar las rencillas de un triste pasado que, justamente a los pies de esta "Santina" se imploró que no volvieran a ocurrir.
Tras la cruel guerra civil que tanto se cebó en este valle del Nalón, y tras una postguerra tan larga como dura, todos (los de un bando y los del otro) asentían y querían que aquella historia no debería repetirse nunca jamás, pues el precio de unos colores y supuestos ideales se había pagado demasiado caro con la misma sangre de hermanos. En unos momentos de tristeza, desesperanza y oscuridad, la Virgen del Carbayu se volvió esperanza y luz para los langreanos hasta el punto de que desde diferentes entidades culturales del concejo se propuso su declaración como "Patrona del Municipio". No fueron las parroquias, ni los curas, ni los frailes, ni las monjas... fue la gente de a pie ("el Pueblo"
-que dirían algunos-) los que reclamaron y pidieron a la Iglesia esta distinción.
-que dirían algunos-) los que reclamaron y pidieron a la Iglesia esta distinción.
Tuvo lugar la solemne proclamación en Septiembre de 1954, pero, a pesar de ser época de vientos a favor de la Iglesia Católica (martirizada -literal- en MUCHOS de los suyos) el párroco de entonces en La Felguera, no hizo una coronación popular al uso, sino que interrogó a los presentes al estilo de la renovación de las promesas bautismales. La multitud era de tal magnitud, que pocos paisanos de Langreo se perdieron tal efeméride. El celebrante, Don José Arenas, preguntó a la Corporación Municipal, al clero local y a la asamblea de fieles si estaban conformes con la propuesta, siendo todas las respuestas una clamorosa obación a una, con un SÍ rotundo que nada dejó objetar.
Por ello se colocó una imagen de dicha advocación en el Ayuntamiento, donde permaneció durante sesenta y dos años sin molestarle a nadie. Quizás hoy, que tenemos otras miradas, claves y recelos, no entendamos lo que supuso ni el patronazgo ni la colocación esta imagen en la Casa consistorial, pues los que bien entendieron y defendieron esto ya no están entre nosotros. No hablamos, no y para nada, de un resquicio franquista, ni de una cacicada del nacionalcatolicismo; sino de una herencia legada por los mayores -nuestros mayores- que hoy ha sido eliminada por puro rencor, inmadurez y resentimiento.
Al pensar en este hecho, viene a mi memoria la curiosa anécdota que protagonizó Santa Teresa cuando la nombran priora del Convento de la Encarnación de Ávila por la fuerza, omitiendo el derecho a voto de las casi doscientas religiosas profesas que allí moraban. El problema no se hizo esperar, y, cuando la Santa llegó a su nuevo destino, las carmelitas se revelaron impidiendo su entrada y rebelándose contra la decisión de los superiores. Finalmente, la Andariega, logró entrar y tomar posesión, pero a la mañana siguiente les rompió el molde a todos. A la hora de ir al coro se encontraron con una imagen de la Virgen en la silla prioral y con las llaves de dicho Carmelo en las manos, mientras que la de Ávila se situó en su lugar de siempre. Ella fue clara: ''la verdadera priora de este convento es la Virgen Santísima''.
Esto que hizo la Santa del Tormes, es lo mismo que se hizo en el Langreo de postguerra, buscando curar las profundas heridas de la contienda civil. Santa María del Carbayu se entronizó en pleno centro del Ayuntamiento para recordar, precisamente, que a sus pies y con Ella fue posible la paz, la reconciliación y unidad de un pueblo aún dividido. La Virgen no es ni de derechas ni de izquierdas; es de todos y es de Langreo. Así se pedía ya en 1946 al enumerar las razones para pedir su patronazgo: «para que volviera a reinar entre los langreanos la armonía, la convivencia, la tolerancia y la transigencia, de unos con otros...»
Ciertamente todo lo contrario de lo que se ha conseguido -y pretendido por algunos- al eliminar un símbolo que no sólo es del pueblo cristiano -ni de los curas- sino que sirvió en momentos muy duros y contradictorios para enterrar el hacha de guerra de un pueblo Langreo que buscaba la paz entre sus hermanos y olvidar -¡y superar!- los enfrentamientos. Flaco y torpe favor a todo ello y a todo Langreo la de su actual Corporación.
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