Beato Ramiro Arguelles, de Vegadotos de Mieres a Tahal.
Por Rodrigo Huerta Migoya. Porceyo (Gijón)
Es cierto que a los ojos de Dios ya estaba en la gloria, que es lo importante, pero no importa, pues en cuestiones terrenales la causa ha llegado a su destino y la inclusión de su nombre en el libro de los beatos ya tiene fecha y hora. Hace ochenta y un años que fue premiado con la palma del martirio, pero es ahora, en estos tiempos de nueva persecución para los cristianos, cuando la Iglesia le reconoce como testigo y nos lo propone como modelo. Un mierense cuyos únicos tintes de azul y rojo fueron la transparencia de su vida clara como el agua azulada, así como el grana de su sangre que prefirió verter antes que renegar de Aquél que había dado sentido a su vida.
Nació nuestro protagonista en la entonces aldea de Vegadotos (Rioturbio), el 17 de julio de 1871; así llamada por lo negra que bajaba el agua del su río a causa de la actividad minera. El Rioturbio que hoy conocemos data de los años cincuenta, sin embargo, ya en el siglo XVIII empezó a ser notable el incremento de población en los valles de Polio y San Xuan, por lo que la Capilla de Santa Rosa de Viterbo pasaría a ser templo filial de San Juan de Mieres en 1773, el cuál, sería atendido por uno de los coadjutores de la Villa. El sacerdote encargado empezaría a contar un año después con casa rectoral allí. Durante ciento nueve años la atención religiosa a este valle, a la sombra del alto de Santo Emiliano, se mantendría sin variaciones hasta que en 1882 Monseñor Sebastián Herrero Espinosa de Los Monteros, Obispo de Oviedo entonces, firma el decreto por el que Santa Rosa se convierte en Parroquia independiente. Al desvincularse de Mieres, se reparte la llamada Güeria de San Juan en dos; la parte alta que sería jurisdicción territorial de la nueva parroquia y la parte baja que seguirá perteneciendo a San Juan de Mieres. Es aquí, en esta segunda franja en torno a Murias, dónde nace, crece y vive el pequeño Ramiro, en un espacio rural y a la vez industrializado entre la Peña, Mieres y Turón.
Con poco más de tres meses de vida recibió el sacramento de la Confirmación de manos de Monseñor Benito Sanz y Fores. Aprovechando la visita de este prelado a Mieres tuvieron lugar tres grandes celebraciones en las que se confirmaron centenares de feligreses (jóvenes y adultos) pues por aquellas fechas nunca se sabía lo que tardaría en volver el Obispo a una parroquia, dadas las malas comunicaciones y la extensión de la Diócesis que llegaba por entonces hasta Benavente. El que era Cura Párroo de Mieres, D. Francisco Méndez San Julián, designaría padrinos de todos los confirmandos a D. José Mª Bernaldo de Quirós González y Cienfuegos (Marqués de Campo Sagrado) y María Cristina Muñoz y Borbón (I Marquesa de la Isabela).
Con el visto bueno de sus padres, Rosendo y Mª Jacinta, ingresa Ramiro en el Seminario Conciliar de Santa María de la Asunción de Oviedo (ubicado por entonces en el viejo convento de los dominicos). Entre aquellos muros a la vera del Campillín, pasará la mayor parte de sus años en Asturias. Concluidos los estudios y tras la ordenación sacerdotal, un diecinueve de diciembre de 1896, el entonces Obispo de Oviedo, Fray Ramón Martínez Vigil, le encomienda que su ministerio sacerdotal se centre en el campo de la educación y formación de los futuros sacerdotes, dada su gran capacidad para el estudio. Se doctora en Sagrada Teología, aunque también destacó en el manejo de las lenguas. Pasa así tres décadas en Oviedo repartiendo su jornada entre las clases, el estudio y algún que otro trabajo de Curia, dónde se ocupó sobre todo del papeleo del clero y la celebración diaria de la eucaristía en su capellanía o en el lugar que le solicitaran para echar una mano.
Cabe reseñar que le tocó vivir una etapa convulsa de la diócesis, como supuso el cambio de sede en 1903 del Seminario Conciliar de Santo Domingo a Santo Tomás de Aquino de la Vega (actual Milán) dónde editaría su librillo: La preposición latina "ab", en 1911; y El retorno de la Vega a Santo Domingo, en 1923.
En 1928 concurre al concurso para la plaza de canónigo maestreescuela de la Iglesia Catedral de la Encarnación de Almería. Su oposición sería tan brillante que obtiene la citada silla del cabildo almeriense, teniendo que dejar el norte por el sur. El entonces Obispo de Almería, el asturiano Bernardo Martínez y Noval O.S.A. (familia del que sería mártir y hoy Beato Emilio Camino Noval) al conocer el "curriculum" del nuevo capitular, no tardará en incorporarlo al claustro de profesores del Seminario de San Inocencio. Allí, en la ciudad de la Virgen del Mar, llegará a publicar algunas de sus más importantes investigaciones: ¿Debe pronunciarse la U inmediata a la Q en palabras latinas? Almería (1929); y Colección de juicios críticos acerca del tema: ¿Debe pronunciarse la U inmediata a la Q en palabras latinas? Almería (1930).
El Canónigo Don Ramiro destacó en Almería por su cultura, por su celo en el confesionario y por su amor al Seminario Diocesano, al que legó en testamento todos sus bienes, apenas dos años antes de ser martirizado. La providencia dispuso que pasando unos días de descanso en casa de su amigo Luis Torres Arcos, en la localidad de Enix (en cuya Parroquia de San Judas Tadeo celebró por última vez la Eucaristía) fue denunciado por un significado republicano, vecino de la localidad, Juan Martínez Amate, por lo que le arrestaron. También detuvieron con él a los dos sacerdotes de la Parroquia, los cuales tuvieron más suerte dado que la gente del pueblo se movilizó por que nada les ocurriese. Para el canónigo no fue así, pues apenas era conocido. Como detalla la ''Positio'' de la causa: era asturiano y apenas llevaba ocho años en Almería; nadie intercedió por él al estar los obispos detenidos.
Nunca se metió en política; su vida fue todo servicio en la educación y la pastoral, sin embargo, sus verdugos no tenían la misma opinión. Fue conducido a Almería y de aquí a Tahal, un total de unos 90 kilómetros de largo camino entre el lugar de la detención hasta su calvario. Con él compartieron patíbulo aquella noche el rector de la Iglesia de los Jesuitas de Almería y los curas de Tahal y de Doña María. Su martirio tuvo lugar en el pozo de Cantavieja, donde recibió varios tiros antes de ser arrojado en agonía a la profundidad del pozo, sobre los cuerpos de otros religiosos asesinados del mismo modo mientras confesaban su fe en Dios. Tenía setenta y cinco años de edad.
Será beatificado junto a ciento catorce compañeros mártires más, el próximo día veinticinco de marzo en la celebración que tendrá lugar en el Palacio de Congresos de Aguaduce-Roquetas de Mar.
" LAVS DEO".
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