viernes, 31 de marzo de 2017

Orar con el Salmo del día

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Sal 33,17-18.19-20,21.23

R/. El Señor está cerca de los atribulados

V/. El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias.

V/. El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor.

V/. Él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él.

Un nuevo intercesor en puertas. Por Rodrigo Huerta Migoya


El pasado día 23 de Marzo, el Santo Padre el Papa Francisco reconocía las virtudes heroicas del mártir P. José María Fernández Sánchez, cuyo nombre encabeza la causa compuesta por él como titular, junto a treinta y ocho compañeros mártires.

El Padre José María nació en Oviedo un diecinueve de enero de mil ochocientos setenta y cinco.
Recibió las aguas del bautismo en la Parroquia de San Isidoro el Real y pasa su infancia y juventud en su ciudad natal, donde cursa los estudios básicos. Con apenas 20 años, en 1895, ingresa en la Congregación de la Misión (PP. Paules) de Madrid, en el Noviciado que entonces se encontraba en el barrio de Chamberí; a partir del año siguiente, con la fundación de la Casa de Hortaleza, los filósofos pasarían a dicha comunidad que pronto se convertiría en el nuevo noviciado. Concluye sus estudios haciendo su profesión solemne el 25 de abril de 1897 siendo ordenado sacerdote al año siguiente, un 18 de Octubre de 1898.

 No nos puede parecer raro que un religioso paúl sea formador de otro novicio paúl; sin embargo, lo que sí nos resulta extraño es que a un religioso se le encomiende la preparación de los futuros sacerdotes seculares. Ciertamente, fue un momento concreto en la vida de la Iglesia entre finales del siglo XIX y principios del XX cuando los obispos de España (como también ocurrirá en otras latitudes) prescindan del clero diocesano en la formación de los seminaristas para confiar la dirección de los seminarios a congregaciones y fraternidades como los paules, los operarios etc... En Oviedo, por ejemplo, parece que fue en torno a 1900 cuando Monseñor Fray Ramón Martinez Vigil O.P., acuerda con los hijos de San Vicente de Paúl no sólo el gobierno del seminario ovetense sino también las tandas de ejercicios y formación del clero. Así, durante veintitrés años este buen religioso "carbayón" se dedicaría a la formación de los futuros sacerdotes, impartiendo las materias de Filosofía, Teología y Derecho, en Madrid. En 1821 será destinado a la India como Vicevisitador, donde permanecerá siete años.

A su regreso a España en 1928, es destinado a su querida ciudad natal donde durante tres años será el director espiritual, trabajando en equipo con otros compañeros de congregación que en fechas cercanas a su muerte también darían testimonio de su fe en nuestro suelo.

En 1931 es trasladado a Madrid, donde su labor más reconocida sería la desempeñada en la Comunidad que los Padres Paules tenían en la Calle Lope de Vega, antaño llamada calle "Cantaranas", por ser parte de la zona encharcada de las tierras de los monjes Jerónimos (zona que hoy identificamos como "barrio de las letras"). Se constituyó en ese lugar una comunidad de religiosos para poder estar próximos al noviciado de las Hijas de la Caridad (apodado como "El Real Noviciado") que se encontraba en la calle San Agustín. En esta casa, el P. José María se dedicará principalmente a la formación académica y espiritual de las novicias, así como a la atención religiosa de toda la Comunidad, formada, además de por las jóvenes estudiantes, por las superioras y las propias formadoras de la propia Casa.

Era un completo enamorado de Dios que sabía como nadie encontrar la humanidad y divinidad entre los marginados y despreciados del mundo, aquellos que se topaba por las calles de la capital de España. Era hombre un bueno, pero no se quedaba ahí sino que cumplía, encarnado en el mundo y en el dicho de "a Dios rogando y con el mazo dando". Comprometido social sí, pero acompañado esto de rodillas y codos gastados en la capilla. Por su fama de místico y piadoso fue designado por sus superiores para la atención de las religiosas en materia de confesión y dirección espiritual, así como en la transmisión de la propia espiritualidad que brota de las vidas de San Vicente y Santa Luisa, materializada en la Regla de la que a día de hoy aún beben estas Congregaciones.

Además de las tareas puramente sacerdotales se le fueron añadiendo pequeños cargos de responsabilidad en el noviciado de las hermanas, donde fue formador primero y subdirector de la casa después. Hombre perspicaz y precavido, durante la  persecución religiosa al inicio de la guerra civil, hizo verdaderos esfuerzos por tratar de salvar a todas las religiosas y novicias que le fue posible, sacándolas poco a poco y de forma sigilosa y discreta hacia lugares más seguros de la ciudad. Cuando los republicanos tomaron la casa del noviciado y se la encontraron prácticamente vacía, enseguida supieron quiénes habían organizado la evasión: el Padre José María y Sor Justa, la hermana visitadora. Ambos pagaron aquella "osadía" con sus propias vidas.

El 23 de octubre de 1936 fue llevado a Vallecas, donde murió martirizado cuando contaba con sesenta y un años de edad. No será hasta el año 1960 cuando se ponga de manera firme sobre la mesa la idea de abrir las causas de los mártires de la "familia vicenciana", dándose este paso con ocasión de la celebración del tercer centenario de la muerte de los fundadores. La fase diocesana del proceso fue remitida a la Santa Sede en el año 2006 y tres años después tuvo lugar la presentación de "la Positio" que pasó con visto bueno todos los filtros, incluido el de los consultores teológicos. Con la firma del Papa Francisco este pasado día 23, podemos decir que ha terminado un buen tramo del camino de reconocimiento público y solemne de la Iglesia, que reconoce que con sus vidas testigos de Jesucristo Resucitado.

San Vicente de Paúl advertía a los postulantes que para entrar en la Congregación había que hacerlo ya con el deseo de sufrir siendo mártires; sin duda, el Padre Jose María encarnó a la perfección el carisma vicenciano, que no es otro que el del cristiano de vedad.

Tendremos pues, ya, un nuevo intercesor que desde el cielo abogue por Asturias; un motivo más para dar gracias a Dios porque "ha estado grande con nosotros, y estamos alegres".

jueves, 30 de marzo de 2017

Del Oficio del día

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De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 15 Sobre la pasión del Señor, 3-4: PL 54, 366-367)

MEDITACIÓN SOBRE LA PASIÓN DEL SEÑOR

El que quiera venerar de verdad la pasión del Señor debe contemplar de tal manera, con los ojos de su corazón, a Jesús crucificado, que reconozca su propia carne en la carne de Jesús.

Que tiemble la tierra por el suplicio de su Redentor, que se hiendan las rocas que son los corazones de los infieles y que salgan fuera, venciendo la mole que los abruma, los que se hallaban bajo el peso mortal del sepulcro. Que se aparezcan ahora también en la ciudad santa, es decir, en la Iglesia de Dios, como anuncio de la resurrección futura, y que lo que ha de tener lugar en los cuerpos se realice ya en los corazones.

No hay enfermo a quien le sea negada la victoria de la cruz, ni hay nadie a quien no ayude la oración de Cristo. Pues si ésta fue de provecho para los que tanto se ensañaban con él, ¿cuánto más no lo será para los que se convierten a él?

La ignorancia ha sido eliminada, la dificultad atemperada, y la sangre sagrada de Cristo ha apagado aquella espada de fuego que guardaba las fronteras de la vida. La oscuridad de la antigua noche ha cedido el lugar a la luz verdadera.

El pueblo cristiano es invitado a gozar de las riquezas del paraíso, y a todos los regenerados les ha quedado abierto el regreso a la patria perdida, a no ser que ellos mismos se cierren aquel camino que pudo ser abierto por la fe de un ladrón.

Procuremos ahora que la ansiedad y la soberbia de las cosas de esta vida presente no nos sean obstáculo para conformarnos de todo corazón a nuestro Redentor, siguiendo sus ejemplos. Nada hizo él ni padeció que no fuera por nuestra salvación, para que todo lo que de bueno hay en la cabeza lo posea también el cuerpo.

En primer lugar, aquella asunción de nuestra substancia en la Divinidad, por la cual la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, ¿a quién dejó excluido de su misericordia sino al que se resista a creer? ¿Y quién hay que no tenga una naturaleza común con la de Cristo, con tal de que reciba al que asumió la suya? ¿Y quién hay que no sea regenerado por el mismo Espíritu por el que él fue engendrado? Finalmente, ¿quién no reconoce en él su propia debilidad? ¿Quién no se da cuenta de que el hecho de tomar alimento, de entregarse al descanso del sueño, de haber experimentado la angustia y la tristeza, de haber derramado lágrimas de piedad es todo ello consecuencia de haber tomado la condición de siervo?

Es que esta condición tenía que ser curada de sus antiguas heridas, purificada de la inmundicia del pecado; por eso el Hijo único de Dios se hizo también hijo del hombre, de modo que poseyó la condición humana en toda su realidad y la condición divina en toda su plenitud.

Es, por tanto, algo nuestro aquel que yació exánime en el sepulcro, que resucitó al tercer día y que subió a la derecha del Padre en lo más alto de los cielos; de manera que, si avanzamos por el camino de sus mandamientos, si no nos avergonzamos de confesar todo lo que hizo por nuestra salvación en la humildad de su cuerpo, también nosotros tendremos parte en su gloria, ya que no puede dejar de cumplirse lo que prometió: A todo aquel que me reconozca ante los hombres lo reconoceré yo también ante mi Padre que está en los cielos.

RESPONSORIO 1Co 1, 18. 23

R. El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; * pero para los que están en vías de salvación, para nosotros, es fuerza de Dios.
V. Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles.
R. Pero para los que están en vías de salvación, para nosotros, es fuerza de Dios.

ORACIÓN.
Padre lleno de amor, concédenos que, purificados por la penitencia y santificados por la práctica de buenas obras, sepamos mantenernos siempre fieles a tus mandamientos y lleguemos libres de culpa a las fiestas de la Pascua. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

Carta semanal del Sr. Arzobispo


La Europa del Papa Francisco

La historia de los pueblos que habitamos Europa tiene una trayectoria no exenta de enfrentamientos entre naciones que podían compartir tantas cosas hermosas que quedaron manchadas y diezmadas por la insidia cicatera, la codicia robadora y la violencia prepotente. Todos sabemos los estragos humanos, sociales y materiales que produjeron las dos guerras mundiales en el siglo pasado. Hace sesenta años comenzó un escenario bien diverso, con una Europa tímidamente unida que quería construirse en base a principios políticos y económicos, y desde valores morales de trasfondo cristiano.

El pasado sábado tuvo lugar el encuentro con motivo del 60º aniversario del Tratado de Roma con el que nacía la Comunidad Económica Europea y la Comunidad Europea de la Energía Atómica. Eran los primeros pasos hacia lo que hoy llamamos Unión Europea. Allí estuvieron los Jefes de Estado y de Gobierno. Pero en un gesto digno de ser mencionado, quisieron encontrarse con el papa Francisco el viernes 24 de marzo. En la Sala Regia les dirigía un importante discurso, respondiendo a la deferencia y a la referencia que en nombre de todos los mandatarios le presentaron el primer Ministro italiano, Paolo Gentiloni, y el Presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani.

Francisco ya tuvo otros encuentros en Estrasburgo y Roma con los líderes europeos. Con graves y claras palabras llenas de sensatez y ánimo para esta Europa, decía entonces que ante el reto de hoy Europa “ya no parece ser capaz de hacerle frente con la vitalidad y la energía del pasado… Una Europa un poco cansada y pesimista que se siente asediada por las novedades de otros continentes” (Estrasburgo 2014). Y remataba diciendo: Europa “ha perdido sus valores… ¿Qué te ha sucedido, Europa humanista, defensora de los derechos humanos, de la democracia y de la libertad?” (Roma 2016).

Una justa demanda que entronca con lo que Juan Pablo II pronunciara en su visita a Asturias: “esencia, altar mayor, latido de España y una de las primeras piedras de la Europa cristiana… una Europa sin fronteras que no renuncie a las raíces cristianas que la hicieron resurgir... ¡Que no renuncie nunca al auténtico humanismo del Evangelio de Cristo” (Covadonga 1989).

El papa Francisco, hijo de la noble nación Argentina en la América hispana, ha querido recordar a los responsables actuales de Europa cómo hay unas raíces que no deben ser secadas, y unos valores que no pueden ser traicionados, cuando ponemos delante el derecho que vino de Roma, la cultura recibida de Grecia y el modo nuestro de mirar las cosas que durante veinte siglos ha constituido la mirada cristiana. Sin extraña dependencia pero con clarividente referencia a nuestro bagaje cultural inequívocamente cristiano, quizás hemos de redescubrir en esas raíces el rearme moral cuando estamos desde dentro y desde fuera asediados con una enajenante intromisión que nos enajena.

Las palabras del papa Francisco son importantes: “Europa vuelve a encontrar esperanza cuando se abre al futuro. Cuando se abre a los jóvenes, ofreciéndoles perspectivas serias de educación, posibilidades reales de inserción en el mundo del trabajo. Cuando invierte en la familia, que es la primera y fundamental célula de la sociedad. Cuando respeta la conciencia y los ideales de sus ciudadanos. Cuando garantiza la posibilidad de tener hijos, con la seguridad de poderlos mantener. Cuando defiende la vida con toda su sacralidad. La Unión Europea no tiene ante ella una inevitable vejez, sino la posibilidad de una nueva juventud”. Sólo así Europa será ella misma, sin cerrarse en sí misma y sin traicionar lo que la identifica.

+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

miércoles, 29 de marzo de 2017

El párroco de Lugones pide ayuda al Ayuntamiento para la ampliación del cementerio.- "El Comercio"


«Nos vamos quedando sin espacio de enterramiento», señala el cura de la iglesia de la localidad, Joaquín Serrano

Joaquín Serrano, párroco de Lugones, señaló ayer que la falta de espacio en el cementerio de la localidad empieza a ser un problema. Pese a reconocer que, en parte gracias a la incineración de restos mortales, la «proporción de demanda» en el camposanto se ha reducido, recalcó a este diario que «en el devenir del tiempo nos vamos quedando sin espacio de enterramiento». Por esto solicitó una ayuda adicional a la Corporación. Apuntó que, desde 2008, la parroquia ha invertido aproximadamente 130.000 euros en reparaciones de nichos, muchos en «estado ruinoso».

Aportaciones de los fieles

La recuperación de nichos abandonados o de aquellos cuyos titulares no hacen frente a las obligaciones estipuladas está paliando, en parte, la situación. Sin embargo, el sacerdote determinó que la solución a la falta de espacio a largo plazo pasaría por construir una o dos nuevas baterías de nichos. El problema, en su opinión, radica en que «cuesta mucho enfrentarnos a esas obras únicamente con el dinero que aportan los fieles». Pese a que valoró la ayuda y las inversiones del Ayuntamiento de Siero en la mejora de infraestructuras como los accesos a las instalaciones o el aparcamiento, el párroco solicitó más respaldo «para prestar este servicio». «Siempre he dicho al Ayuntamiento que no se desentienda y que nos eche una mano».

Insistió en que el interior del cementerio se mantiene «muy dignamente» con los propios ingresos de la parroquia. En esta línea, subrayó que el sistema de pago de cuotas se ha actualizado y modernizado en los últimos años, de cara a establecer un mejor control de los pagos y aportaciones.

Francisco: ante la desidia que paraliza, Cristo dice «toma tu vida como sea, bonita, fea, y camina»

(Rel.) El Papa Francisco este martes ha comentado el evangelio en el que Jesús cura al paralítico de la piscina de Bethesda, y ha señalado que Cristo, antes de sanarle, le pregunta: “¿Quieres curarte?”

Para el Pontífice, “es bonito que Jesús siempre nos dice esto a nosotros: ‘¿quieres sanar?, ¿quieres ser feliz? ¿quieres mejorar tu vida?, ¿quieres estar lleno del Espíritu Santo?, ¿quieres sanar?’. Es palabra de Jesús. todos lo que estaban allí, enfermos, ciegos, cojos, paralíticos habrían dicho: ‘Sí, Señor, ¡Sí!’”.

“Pero este es un hombre extraño, y le responde a Jesús: ‘Señor, no tengo nadie que me meta en la piscina cuando el agua se agita y cuando yo voy a ella otro se adelanta y desciende a ella’. La respuesta es un lamento: ‘Mira Señor, que feo, que injusta ha sido la vida conmigo. Todos los otros pueden ir y curarse y yo desde hace 38 años lo busco y nada’”.

El Papa, en su homilía de la misa matinal en la Casa Santa Marta, ha añadido que “este hombre era como el árbol plantado en las corrientes de agua, del que habla el primer salmo, ‘pero tenía las raíces secas’ y ‘esas raíces no llegaban al agua, no podía tomar la salud del agua’”.

Un pecado muy feo: la pereza y las quejas
“Esto se entiende por la actitud, los lamentos y por buscar siempre echar la culpa al otro: ‘Pero son los otros quienes van antes que yo, soy un pobrecito de 38 años’. Esto es un pecado muy feo, el pecado de la pereza. Este hombre estaba enfermo no tanto por la parálisis sino por la pereza, que es peor que tener el corazón tibio, todavía peor”.

“Es vivir porque vivo, pero sin querer seguir adelante, no tener deseos de hacer algo en la vida, haber perdido la memoria de la alegría. Este hombre ni siquiera conocía la alegría de nombre, la había perdido. Este es el pecado. Es una enfermedad fea: ‘Estoy cómodo así, me he acostumbrado. La vida ha sido injusta conmigo’. Y se ve el resentimiento, la amargura del corazón”.

Entonces Jesús le dice: “Levántate, toma tu camilla y camina”. Así es como el paralítico se cura, pero al ser sábado los doctores de la Ley le dicen a Jesús que no es lícito llevar la camilla: “Va en contra de las normas, no es de Dios ese hombre”.

El paralítico “se levantó con esa desgana” que hace “vivir porque es gratis el oxígeno”, hace “vivir siempre mirando a los otros que son más felices que yo” y si está “en la tristeza”, se olvida la alegría.

La desidia nos hace paralíticos
“La desidia –continuó– el Papa, es un pecado que paraliza, nos hace paralíticos. No nos deja caminar. También hoy el Señor nos mira a cada uno de nosotros, todos tenemos pecados, todos somos pecadores, pero mirando este pecado” dice “levántate”.

“Hoy el Señor a cada uno de nosotros nos dice: ‘Levántate, toma tu vida como sea, bonita, fea, como sea, tómala y ve adelante. No tengas miedo, ve adelante con tu camilla’. ‘Pero Señor, no es el último modelo de camilla’. ¡Ve hacia delante! ¡Con esa camilla fea, quizás, pero ve adelante! Es tu vida, es tu alegría. ‘¿Quieres curarte?’, es la primera pregunta que nos hace hoy el Señor. ‘Sí, Señor’. ‘Levántate’. Y en la antífona al comienzo de la Misa hemos escuchado ese inicio tan bonito: ‘Vosotros que tenéis sed venid a las aguas –es un agua gratis, que no se paga–. Saciaréis vuestra sed con alegría’.

“Si decimos al Señor ‘Sí, quiero sanar. Sí, Señor, ayúdame que quiero levantarme’, sabremos cómo es la alegría de la salvación”.

martes, 28 de marzo de 2017

Papa Francisco: Cuando los padres se separan, la cuenta “la pagan” los hijos


(ACI).- El Papa Francisco alentó a los padres de familia a recuperar el hábito de jugar con sus hijos, de “perder” el tiempo con ellos e hizo una exhortación a no pelear frente a ellos porque eso les produce una serie de consecuencias muy negativas.

Así lo indicó el Santo Padre en el encuentro que sostuvo esta tarde en Milán, ante unos 45 mil confirmandos, acompañados de sus padres, padrinos y catequistas, que llenaron el estadio de San Siro.

El Santo Padre dijo luego, que “los niños nos ven y no se imaginan la angustia del niño cuando los padres se pelean, ellos sufren. Y cuando los padres se separan, la cuenta la pagan ellos”.

“Cuando se trae un hijo al mundo, deben tener consciencia de esto. Nosotros, tomamos la responsabilidad de hacer crecer en la fe a este niño”, agregó.

“Los ayudará mucho leer la exhortación Amoris Laetitia, sobre todo los primeros capítulos, el cuarto capítulo que es clave. No se olviden, cuando ustedes pelean, los niños sufren y no crecen en la fe”.

Los niños, continuó el Papa, “conocen nuestras alegrías, nuestras tristezas y preocupaciones. Logran captar todo y, dado que son muy intuitivos, sacan sus conclusiones y sus enseñanzas”.

“Saben cuándo hacemos trampa y cuándo no. Lo saben. Por ello, una de las primeras cosas que les diré es: cuídenlos, cuiden sus corazones, su alegría y su esperanza. Los ‘ojitos’ de vuestros hijos memorizan y leen con el corazón”.

El Pontífice exhortó también a mostrar a los niños que “la fe nos ayuda a seguir adelante, a afrontar tantos dramas que tenemos, no con una actitud pesimista sino confiada. Este es el mejor testimonio que podemos darles. Es un modo de decir ‘las palabras se las lleva el viento’, pero lo que se siembra en la memoria, en el corazón, permanece para siempre”.

El Papa también exhortó a las familias a ir juntos a Misa y luego a una plaza o un parque a jugar juntos, acompañados de otras familias. “Esto es bello y ayuda a vivir el mandamiento de santificar las fiestas. Vayan a la Iglesia a rezar y no a dormir en la homilía”, pidió Francisco.

En la actualidad, lamentó el Pontífice, “muchos padres deben trabajar en días festivos para darles de comer a sus familias” y “siempre pregunto a los padres, cuando me dicen que pierden la paciencia con los hijos, pregunto ‘¿cuántos son, tres o cuatro?’ Y hago una segunda pregunta. ‘¿Tú juegas con tus hijos?’ Y no saben qué cosa responder. Los padres de este tiempo no pueden jugar o han perdido el hábito de jugar con los hijos, de perder el tiempo con los hijos”.

El Papa exhortó luego a educar en la solidaridad, “con las obras de misericordia”.

“Estas obras hacen crecer en la fe. Esto es muy importante. Me gusta poner el acento en la fiesta, en la gratuidad, en buscar a otras familias que viven la fe como un espacio de disfrute familiar, creo que es necesario también agregar otro elemento. No hay fiesta sin solidaridad, así como no hay solidaridad sin fiesta. Porque cuando uno es solidario, es alegre y transmite esa alegría”.

lunes, 27 de marzo de 2017

Homilía de la Beatificación de Almería


Cuaresma y Caridad

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Escribe el sacerdote Jesús Rodríguez de la Vega, Delegado episcopal de Cáritas

(Iglesia de Asturias) Estamos ya a mitad del camino de este nuevo tiempo cuaresmal que se nos regala un año más. ¡Cuántas veces hemos escuchado que la Cuaresma es un tiempo de gracia porque nos trae a la memoria y nos sirve el alimento de la Caridad de Dios, tanto a nuestra vida personal como a nuestra vida comunitaria! Tiempo de gracia y de salvación porque nos da la ocasión de renovar en nosotros el encuentro con la misericordia de Dios que se desbordó y se desborda en la Pascua de Jesús, su Hijo, origen/fuente de nuestra verdadera identidad personal –somos y estamos llamados a vivir como hijos de Dios– y meta de nuestro peregrinaje por este mundo.

El tiempo de Cuaresma, entonces, más que un tiempo de ascesis en el que con nuestro esfuerzo alcanzamos un avance en la identificación con Jesús o ganamos una benevolencia de Dios, es un activo dejarse envolver por ese dinamismo del amor misericordioso de Dios que nos renueva, nos saca de nuestras noches, restaña nuestra heridas, nos hace gozosamente conscientes de nuestra vocación cristiana y nos lanza al encuentro con los hermanos y con el mundo, para ser sacramentos vivos de la misericordia que hemos experimentado. Sin duda que para esa salida necesitamos hoy interpretar y aplicar los clásicos consejos de la oración, el ayuno y la limosna.
La invitación de Jesús que escuchamos en estos días es así de radical: “sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”. ¡No se conforma Jesús con poco! Y es que así como sólo la experiencia de la misericordia de Dios evita que nuestra fragilidad y nuestro pecado nos hundan en la desesperación, en la desconfianza y en la paralización infructuosa de una vida amoldada a nuestras limitaciones, sólo la misericordia personal y comunitaria, entregada con respeto y sencillez, puede abrir la fragilidad del hermano a la recuperación y vivencia de la nueva humanidad manifestada en Cristo. El encuentro y diálogo de Jesús con la Samaritana, que este pasado domingo contemplamos en la liturgia, nos indica el modelo de nuestra salida en misericordia al mundo y a los hermanos, para ayudarles a encontrar la fuente donde sacar el agua que pueda ir sanando su sed material y espiritual. El “sed misericordiosos” tal vez podríamos concretarlo en esas tres aptitudes con las que debiéramos vivir, personal y comunitariamente, toda nuestra vida; contemplar, acompañar e involucrar.
Cultivar esa mirada comprensiva que alcanza a descubrir dónde están las auténticas pobrezas, pero también las riquezas y posibilidades, de cada persona, para poder conectar con su verdadera situación, con su corazón. Aprender cada día a caminar al lado del otro en una relación gratuita, sencilla y paciente que nos ayude a transmitir de forma humilde nuestra complicidad y el asombro ante el misterio del otro. Y desde esa mirada comprensiva que nos ayuda a discernir evangélicamente y desde ese acompañamiento que se deja embarrar por la vida del otro, buscamos caminos para la integración en la comunidad. Integración progresiva, libre y deseada, que haga del hermano herido un testigo y comunicador de la misericordia de Dios que ha experimentado.

domingo, 26 de marzo de 2017

IV Domingo de Cuaresma. Acompañamiento a la Misa y Concierto de la Agrupación Musical "El Salvador" de la Hermandad de Los Estudiantes de Oviedo

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Acompañamiento de la misa de hoy, IV Domingo de Cuaresma, y posterior concierto de la Agrupación Musical San Salvador de la Hermandad de Los Estudiantes de Oviedo, en colaboración con nuestra Cofradía del Sto. Cristo de la Piedad y Ntra. Sra. de La Soledad, la cual por medio del Párroco les hizo entrega de un cuadro con las imágenes de los patronos de la Cofradía lugonina....Como siempre, y como ya es habitual cada Cuaresma, un éxito total que la feligresía aplaudió incansablemente como prueba de ello.

sábado, 25 de marzo de 2017

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CAMBIO DE HORA ESTA NOCHE

Cambio de hora 2017: este domingo 26 de marzo los relojes se adelantan una hora

EVANGELIO DOMINGO IV DE CUARESMA "El Ciego de nacimiento"

Duccio di Buoninsegna (1308), Cristo sana al ciego, National Gallery, Londres

Lectura del santo evangelio según san Juan 9,1-41

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quien pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?" Jesús contestó: "Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo."

Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado." Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: "¿No es ése el que se sentaba a pedir?" Unos decían: "El mismo." Otros decían: "No es él, pero se le parece." Él respondía: "Soy yo." Y le preguntaban: "¿Y cómo se te han abierto los ojos?" Él contestó: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver." Le preguntaron: "¿Dónde está él?" Contestó: "No sé."

Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: "Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo." Algunos de los fariseos comentaban: "Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado." Otros replicaban: ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?" Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?" Él contestó: "Que es un profeta."

Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: "¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?" Sus padres contestaron: "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse." Sus padres respondieron así porque tenían miedo los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron:


"Ya es mayor, preguntádselo a él." Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador." Contestó él: "Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo." Le preguntan de nuevo: ¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?" Les contestó: "Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?" Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: "Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene." Replicó él: "Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder." Le replicaron: "Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?" Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?" Él contestó: "¿Y quién es, Señor, para que crea en él?" Jesús les dijo: "Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es." Él dijo: "Creo, señor." Y se postró ante él. Jesús añadió: "Para un juicio he venido ya a este mundo; para que los que no ve vean, y los que ven queden ciegos." Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: "¿También nosotros estamos ciegos?" Jesús les contestó: "Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste.”

FALLECE EN MADRID NUESTRA AMIGA PALOMA GÓMEZ BORRERO

Paloma Gómez Borrero

Con el hondo pesar de los que te conocimos y tuvimos como amiga, decirte sólo, querida Paloma, que en el Cielo te espera ya la Comunión de los Santos. Esos anónimos y desconocidos y tantos aquellos muchos, muchísimos, que conocistete y anunciaste, y, cómo no, San Juan Pablo II, tu compañero de viajes y más viajes por el cielo y las nubes para este viaje eterno ya con Dios -seguro segurísimo- en el que también y tanto esperaste y con el que volarás para siempre en nuestra memoria y desde nuestra sentida oración. D.E.P. 


Desde el cielo, para el Vaticano y TVE, seguirá informando, PALOMA GÓMEZ BORRERO....

viernes, 24 de marzo de 2017

¿Qué se expresa cuando se reza de rodillas?

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(Aleteia) Un gesto de adoración y de penitencia que pide una cierta humildad

Rezar de rodillas, es el cuerpo el que se prosterna y el corazón el que se abandona. Esta actitud de oración, muy apropiada para el tiempo de Cuaresma, expresa la sumisión a Dios, la obediencia a su voluntad, la adoración, la humildad y la penitencia. Es la actitud de fe por excelencia.

Charles de Foucauld se arrodilló antes de confesarse y de reencontrar la fe. Cuántas meditaciones han sido escritas después de haber adorado de rodillas el Santísimo Sacramento…

Adoración y humildad


Rezar de rodillas, como toda actitud corporal, no es algo neutro. Es un gesto de adoración y de penitencia que pide una cierta humildad. La humildad es esa actitud fundamental en la oración en la que aceptamos nuestra condición de criatura situándonos ante Dios y esperándolo todo de Él.

Así nos hacemos más libres, porque estamos en la verdad de nuestra finitud humana. Reconocemos que Dios lo es todo para nosotros y que no somos nada sin su amor misericordioso. Estar de rodillas, cerca del suelo, favorece esta actitud de humildad (humus) y de interioridad, tan esencial para la adoración.

Adorar, proskynein en griego, evoca el gesto de arrodillarse y prosternarse. Hincar las rodillas ante Dios es reconocer humildemente que lo esperamos todo de Él. Es la oración del profeta Daniel: “Continuó arrodillándose tres veces al día, orando y dando gracias delante de su Dios” (Dn 6,11).

Orar con el Salmo del día

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Sal 80,6c-8a.8bc-9.10-11ab.14.17

R/. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz

Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré.

Te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel!.

No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué de la de Egipto.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!
Los alimentaría con flor de harina,
los saciaría con miel silvestre.».

jueves, 23 de marzo de 2017

Del Oficio del día

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SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de Tertuliano, presbítero, Sobre la oración
(Cap. 28-29: CCL 1, 273-274)

NUESTRA OFRENDA ESPIRITUAL

La oración es una ofrenda espiritual que ha eliminado los antiguos sacrificios. ¿Qué me importa -dice- el número de vuestros sacrificios? Estoy harto de holocaustos de carneros, de grasa de becerros; la sangre de toros, corderos y chivos no me agrada. ¿Quién pide algo de vuestras manos?

El Evangelio nos enseña qué es lo que pide el Señor: Llega la hora -dice- en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque Dios es espíritu y, por esto, tales son los adoradores que busca. Nosotros somos los verdaderos adoradores y verdaderos sacerdotes, ya que, orando en espíritu, ofrecemos el sacrificio espiritual de la oración, la ofrenda adecuada y agradable a Dios, la que él pedía, la que él preveía.

Esta ofrenda, ofrecida de corazón, alimentada con la fe, cuidada con la verdad, íntegra por la inocencia, limpia por la castidad, coronada con el amor, es la que debemos llevar al altar de Dios, con el acompañamiento solemne de las buenas obras, en medio de salmos e himnos, seguros de que con ella alcanzaremos de Dios cualquier cosa que le pidamos.

¿Qué podrá negar Dios, en efecto, a una oración que procede del espíritu y de la verdad, si es él quien la exige? Hemos leído, oído y creído los argumentos que demuestran su gran eficacia.

En tiempos pasados, la oración liberaba del fuego, de las bestias, de la falta de alimento, y sin embargo no había recibido aún de Cristo su forma propia.

¡Cuánta más eficacia no tendrá, pues, la oración cristiana! Ciertamente, no hace venir el rocío angélico en medio del fuego, ni cierra la boca de los leones, ni transporta a los hambrientos la comida de los segadores (como en aquellos casos del antiguo Testamento); no impide milagrosamente el sufrimiento, sino que, sin evitarles el dolor a los que sufren, los fortalece con la resignación, con su fuerza les aumenta la gracia para que vean, con los ojos de la fe, el premio reservado a los que sufren por el nombre de Dios.

En el pasado, la oración hacía venir calamidades, aniquilaba los ejércitos enemigos, impedía la lluvia necesaria. Ahora, por el contrario, la oración del justo aparta la ira de Dios, vela en favor de los enemigos, suplica por los perseguidores. ¿Qué tiene de extraño que haga caer el agua del cielo, si pudo impetrar que de allí bajara fuego? La oración es lo único que tiene poder sobre Dios; pero Cristo no quiso que sirviera para operar mal alguno, sino que toda la eficacia que él le ha dado ha de servir para el bien.

Por esto, su finalidad es servir de sufragio a las almas de los difuntos, robustecer a los débiles, curar a los enfermos, liberar a los posesos, abrir las puertas de las cárceles, deshacer las ataduras de los inocentes. La oración sirve también para perdonar los pecados, para apartar las tentaciones, para hacer que cesen las persecuciones, para consolar a los abatidos, para deleitar a los magnánimos, para guiar a los peregrinos, para mitigar las tempestades, para impedir su actuación a los ladrones, para alimentar a los pobres, para llevar por buen camino a los ricos, para levantar a los caídos, para sostener a los que van a caer, para hacer que resistan los que están en pie.

Oran los mismos ángeles, ora toda la creación, oran los animales domésticos y los salvajes, y doblan las rodillas y, cuando salen de sus establos o guaridas, levantan la vista hacia el cielo y con la boca, a su manera, hacen vibrar el aire. También las aves, cuando despiertan, alzan el vuelo hacia el cielo y extienden las alas, en lugar de las manos, en forma de cruz y dicen algo que asemeja una oración.

¿Qué más podemos añadir acerca de la oración? El mismo Señor en persona oró; a él sea el honor y el poder por los siglos de los siglos.

RESPONSORIO Jn 4, 23-24

R. Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; * pues tales son los adoradores que el Padre quiere.
V. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.
R. Pues tales son los adoradores que el Padre quiere.

ORACIÓN
Te pedimos, Señor, que, cuanto más se aproxima la fiesta de nuestra salvación, con tanta mayor fe nos preparemos a celebrar el misterio pascual. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

Carta semanal del Sr. Arzobispo


Amar la vida, defenderla y cuidarla

La vida nos importa, toda la vida. En cualquiera de sus tramos y en todas sus circunstancias. Es el don primero que se nos da por parte de Quien nos la regala: antes que cualquier otro talento se nos entrega la existencia como tal, con ojos abiertos de par en par, manos buscando el abrazo, y un corazón que aprende a palpitar con los latidos que nos hablan por dentro. Dios nos llama así en el primer instante, nos llama continuamente como en el primer momento. Y no deja de decirnos la palabra para la que nacimos, que aún siendo siempre la misma jamás se repite al pronunciárnosla Aquel que hace todas las cosas sencillamente diciéndolas. Sí, la vida importa como lo más precioso y lo más preciado por Dios que con sus manos de divino alfarero la forma del barro de todos los tiempos y de todos los espacios haciendo de cada ser una obra de arte única que llena de belleza inimitable y que rubrica luego con la firma de su maestra autoría.

Cada 21 de marzo da comienzo oficialmente la primavera. Pueden quedar atrás o guardar sus guaridas los signos del invierno lluvioso y nevado que ha sido algo más huraño con la luz del sol de amanecida. Pero resulta imparable que la vida se haga hueco por las estaciones de nuestras circunstancias con sus gozos y sus cuitas.

En esta primavera a flor de vida, hay una fiesta entrañable para los cristianos el 25 de marzo: la Anunciación a María y la Encarnación del Verbo. El arcángel Gabriel le trajo a aquella doncella el mensaje más decisivo de toda la historia, un anuncio que venía grávido de vida, encarnando humanamente a quien hizo el ser humano. Un sí que pendía en aquellos labios de joven mujer, del cual después tanto dependía. Aquel sí se pronunció, teniendo la misma palabra, idéntico argumento, que el que Dios creador utilizara en el principio de las cosas: hágase, fiat. Y al igual que al principio todo fue hecho desde el hágase en los labios creadores de Dios, así ahora María diciendo su hágase, su fiat, la nueva creación llegó recién nacida desde su entraña virginal nueve meses después de haber sido virginalmente concebida. Es una reflexión de primavera creyente, cuando la flor rompe su anonimato de semilla y brota con toda su potencia chistándonos despacio que tras ella vendrá el fruto siempre. Porque en ese día bendito, 25 de marzo, nueve meses antes de la Navidad, la Iglesia ha querido que también celebremos la Jornada por la Vida.

Estamos en unos tiempos en los que hasta la misma vida se pone en entredicho, y los hay que una vez más escenifican la única tentación que el hombre errante y errado ha sentido siempre: querer ser como Dios jugando a ser dioses. Les molesta la creación y llegan a odiarla hasta el punto de querer pervertirla de tantos modos en la ruleta de la confusión y en la noria del vale todo. Es la vida la que fuerzan con artificio artificial hasta desnaturalizarla del todo precipitando su orden y su armonía, su belleza y bondad, su mismo ser tal y como fue soñado y regalado por las manos creadoras de su Dios creador.

Este año tiene una particularidad especial en nuestra archidiócesis de Oviedo: la inauguración del nuevo Centro de Orientación Familiar (COF). Durante años nuestra Iglesia en Asturias ha acogido a personas que tenían necesidad de ser atendidas en las dificultades que comporta una familia. Es justo agradecer la labor realizada por quienes de modo pionero llevaron adelante esta impagable labor con verdadera entrega pastoral y desinteresadamente. Como una continuación se abren los locales del COF en Oviedo con la intención de acompañar no sólo la familia sino también la vida, especialmente en los primeros momentos cuando ésta se halle amenazada. Una buena noticia que nos llena de alegría y de esperanza.



+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

miércoles, 22 de marzo de 2017

Papa Francisco: El confesionario no es una lavandería, hay que sentir vergüenza

(ACI).- “El confesionario no es una lavandería para limpiar las manchas de la conciencia. Al confesarse hay que sentir vergüenza de los pecados”, dijo el Papa Francisco en la Misa del martes en la Casa Santa Marta, en el Vaticano.

El perdón “es un misterio difícil de entender”, señaló, y destacó que la vergüenza del pecado y el arrepentimiento del pecador pueden ayudar a ser más receptivo al perdón de Dios.

En este sentido, Francisco defendió que el primer paso para una correcta confesión es la vergüenza del propio pecador:

“Si yo pregunto: ‘Pero, ¿todos vosotros sois pecadores?’. ‘Sí, padre. Todos’. ‘¿Y qué hacéis para obtener el perdón de los pecados?’. ‘Nos confesamos’. ‘¿Y cómo vais a confesaros?’. ‘Voy, digo mis pecados, el sacerdote me perdona, me dice que rece tres Avemarías y después me voy en paz’. ¡Pues entonces no has entendido!”.

Esa actitud, advirtió el Obispo de Roma, entraña una profunda hipocresía, “la hipocresía de robar un perdón, un perdón que es falso”.

El Pontífice insistió en que sin sentir vergüenza, ir al confesionario es como ir a “hacer una operación bancaria, a hacer un trabajo de oficina”. “No te has sentido avergonzado de aquello que has hecho. Has visto alguna mancha en tu conciencia y has creído que el confesionario es una tintorería para limpiar las manchas. Has sido incapaz de sentir vergüenza de tus pecados”.

Además, exhortó a creerse que en la confesión, Dios realmente perdona los pecados, porque “si tú no tienes conciencia de haber sido perdonado, nunca podrás perdonar. Nunca. Siempre existe esa actitud de querer pedir cuentas a los demás”.

“El perdón es total. Pero sólo puede hacerse real si siento mi pecado, si me avergüenzo, si tengo vergüenza y pido perdón a Dios, y me siento perdonado por el Padre. De ese modo puedo perdonar. Si no, no se puede perdonar, somos incapaces de ello. Por eso, el perdón es un misterio”.

El Papa finalizó la homilía pidiendo “la gracia de la vergüenza delante de Dios. ¡Es una gran gracia! Avergonzarnos de nuestros propios pecados y, de esa forma, recibir el perdón y la gracia de la generosidad para dar ese perdón a los demás. Si el Señor me ha perdonado tanto, ¿quién soy yo para no perdonar?”.

Santoral del día


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 Santo Toribio de Mogrovejo, Arzobispo de Lima (año 1606)

(EWTN) Nació en Mayorga, España, en 1538.

Los datos acerca de este Arzobispo, personaje excepcional en la historia de Sur América, producen asombro y maravilla.

Los historiadores dicen que Santo Toribio fue uno de los regalos más valiosos que España le envió a América. Las gentes lo llamaban un nuevo San Ambrosio, y el Papa Benedicto XIV dijo de él que era sumamente parecido en sus actuaciones a San Carlos Borromeo, el famoso Arzobispo de Milán.

Toribio era graduado en derecho, y había sido nombrado Presidente del Tribunal de Granada (España) cuando el emperador Felipe II al conocer sus grandes cualidades le propuso al Sumo Pontífice para que lo nombrara Arzobispo de Lima. Roma aceptó y envió en nombramiento, pero Toribio tenía mucho temor a aceptar. Después de tres meses de dudas y vacilaciones aceptó.

El Arzobispo que lo iba a ordenar de sacerdote le propuso darle todas las órdenes menores en un solo día, pero él prefirió que le fueran confiriendo una orden cada semana, para así irse preparando debidamente a recibirlas.

En 1581 llegó Toribio a Lima como Arzobispo. su arquidiócesis tenía dominio sobre Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia, Chile y parte de Argentina. Medía cinco mil kilómetros de longitud, y en ella había toda clase de climas y altitudes. Abarcaba más de seis millones de kilómetros cuadrados.

Al llegar a Lima Santo Toribio tenía 42 años y se dedicó con todas sus energías a lograr el progreso espiritual de sus súbditos. La ciudad estaba en una grave situación de decadencia espiritual. Los conquistadores cometían muchos abusos y los sacerdotes no se atrevían a corregirlos. Muchos para excusarse del mal que estaban haciendo, decían que esa era la costumbre. El arzobispo les respondió que Cristo es verdad y no costumbre. Y empezó a atacar fuertemente todos los vicios y escándalos. A los pecadores públicos los reprendía fuertemente, aunque estuvieran en altísimos puestos.

Las medidas enérgica que tomó contra los abusos que se cometían, le atrajeron muchos persecuciones y atroces calumnias. El callaba y ofrecía todo por amor a Dios, exclamando, "Al único que es necesario siempre tener contento es a Nuestro Señor".

Tres veces visitó completamente su inmensa arquidiócesis de Lima. En la primera vez gastó siete años recorriéndola. En la segunda vez duró cinco años y en la tercera empleó cuatro años. La mayor parte del recorrido era a pie. A veces en mula, por caminos casi intransitables, pasando de climas terriblemente fríos a climas ardientes. Eran viajes para destruir la salud del más fuerte. Muchísimas noches tuvo que pasar a la intemperie o en ranchos miserabilísmos, durmiendo en el puro suelo. Los preferidos de sus visitas eran los indios y los negros, especialmente los más pobres, los más ignorantes y los enfermos.

Logró la conversión de un enorme número de indios. Cuando iba de visita pastoral viajaba siempre rezando. Al llegar a cualquier sitio su primera visita era al templo. Reunía a los indios y les hablaba por horas y horas en el idioma de ellos que se había preocupado por aprender muy bien. Aunque en la mayor parte de los sitios que visitaba no había ni siquiera las más elementales comodidades, en cada pueblo se quedaba varios días instruyendo a los nativos, bautizando y confirmando.

Celebraba la misa con gran fervor, y varias veces vieron los acompañantes que mientras rezaba se le llenaba el rostro de resplandores.

Santo Toribio recorrió unos 40,000 kilómetros visitando y ayudando a sus fieles. Pasó por caminos jamás transitados, llegando hasta tribus que nunca habían visto un hombre blanco.

Al final de su vida envió una relación al rey contándole que había administrado el sacramento de la confirmación a más de 800,000 personas.

Una vez una tribu muy guerrera salió a su encuentro en son de batalla, pero al ver al arzobispo tan venerable y tan amable cayeron todos de rodillas ante él y le atendieron con gran respeto las enseñanzas que les daba.

Santo Toribio se propuso reunir a los sacerdotes y obispos de América en Sínodos o reuniones generales para dar leyes acerca del comportamiento que deben tener los católicos. Cada dos años reunía a todo el clero de la diócesis para un Sínodo y cada siete años a los de las diócesis vecinas. Y en estas reuniones se daban leyes severas y a diferencia de otras veces en que se hacían leyes pero no se cumplían, en los Sínodos dirigidos por Santo Toribio, las leyes se hacían y se cumplían, porque él estaba siempre vigilante para hacerlas cumplir.

Nuestro santo era un gran trabajador. Desde muy de madrugada ya estaba levantado y repetía frecuentemente: "Nuestro gran tesoro es el momento presente. Tenemos que aprovecharlo para ganarnos con él la vida eterna. El Señor Dios nos tomará estricta cuenta del modo como hemos empleado nuestro tiempo".

Fundó el primer seminario de América. Insistió y obtuvo que los religiosos aceptaran parroquias en sitios supremamente pobres. Casi duplicó el número de parroquias o centros de evangelización en su arquidiócesis. Cuando él llegó había 150 y cuando murió ya existían 250 parroquias en su territorio.

Su generosidad lo llevaba a repartir a los pobres todo lo que poseía. Un día al regalarle sus camisas a un necesitado le recomendó: "Váyase rapidito, no sea que llegue mi hermana y no permita que Ud. se lleve la ropa que tengo para cambiarme".

Cuando llegó una terrible epidemia gastó sus bienes en socorrer a los enfermos, y él mismo recorrió las calles acompañado de una gran multitud llevando en sus manos un gran crucifijo y rezándole con los ojos fijos en la cruz, pidiendo a Dios misericordia y salud para todos.

El 23 de marzo de 1606, un Jueves Santo, murió en una capillita de los indios, en una lejana región, donde estaba predicando y confirmando a los indígenas.

Estaba a 440 kilómetros de Lima. Cuando se sintió enfermo prometió a sus acompañantes que le daría un premio al primero que le trajera la noticia de que ya se iba a morir. Y repetía aquellas palabras de San Pablo: "Deseo verme libre de las ataduras de este cuerpo y quedar en libertad para ir a encontrarme con Jesucristo".

Ya moribundo pidió a los que rodeaban su lecho que entonaran el salmo que dice: "De gozo se llenó mi corazón cuando escuché una voz: iremos a la Casa del Señor. Que alegría cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor".

Las últimas palabras que dijo antes de morir fueron las del salmo 30: "En tus manos encomiendo mi espíritu".

Su cuerpo, cuando fue llevado a Lima, un año después de su muerte, todavía se hallaba incorrupto, como si estuviera recién muerto.

Después de su muerte se consiguieron muchos milagros por su intercesión. Santo Toribio tuvo el gusto de administrarle el sacramento de la confirmación a tres santos: Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano y San Martín de Porres.

El Papa Benedicto XIII lo declaró santo en 1726.

martes, 21 de marzo de 2017

Del paté al queso y del vino a la cerveza: los conventos españoles hacen mucho más que buenos dulces

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(Rel.)
Muchos conventos y monasterios españoles subsisten gracias a las ventas de productos artesanales de primera calidad. Numerosas monjas realizan mazapán y otras serie de dulces y delicias gastronómicas. Y sin esos ingresos estas comunidades no podrían mantenerse.

Para ayudar precisamente a mantener estas comunidades nació PanemNuestro.es, una tienda que vende los productos realizados por monjas y monjes de toda España ampliando así sus ventas y llevando al consumidor productos de primera calidad con cuya compra además sostienen la vida monástica.

Más allá del mazapán
Cuando pensamos en los productos monásticos rápidamente la mente y el paladar se van a los dulces pero hay un mundo más allá: quesos, vinos, cervezas, vinagres, licores, hornazos, aceites, patés…

Desde queso realizado por monjes cistercienses de Cobreces a patés de las carmelitas samaritanas de Valdediós. La gama de estos productos “gourmet” por su delicada elaboración y el amor con el que están hechas es enorme y rompen así el mito de que en los conventos y monasterios sólo se hacen dulces.

Una tienda para ayudar a los conventos

Desde Panemnuestro.es consiguen conectar a conventos de distintas partes de España especializados en algún producto con consumidores de la otra punta de España. Para ello, Ana María Muñoz, creadora de esta iniciativa, ha estado dos años recorriendo comunidades religiosas de todo el país. “Ahora después de casi dos años viajando por España y conociéndolas he muchas amigas. Su dulzura y alegría es lo que me mantiene en la dura lucha del día para sacar este proyecto adelante”, contaba a Religión en Libertad.

Para saber cómo surgió esta tienda que tiene sede física en la localidad madrileña de Villanueva de la Cañada pero que sobre todo aporta la importancia de la venta a través de internet en la página PanemNuestro.es, hay que remontarse a una experiencia personal de Ana María.

"Una penuria material más allá de lo deseado"
“Hace unos mi hija años fue en misión a Chile. Para financiar el viaje de los jóvenes se planteó contactar con las monjas de diversos conventos con objeto de vender sus pastas y me presté a colaborar”, recuerda.

“En esos días me encontré con una triste realidad. Muchos conventos tenían una penuria material mucho más allá de lo deseado. No conseguían ingresar lo suficiente para mantenerse y en algunos casos se ven obligados a recurrir a los bancos de alimentos. Ante esa penosa situación se me metió en la cabeza que tenía que hacer algo por ellas y así surgió el proceso”.

Disparar la audiencia: La Santa Misa en la 2 y Podemos. Por Guillermo Juan Morado

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Dicen, los que saben de estas cosas, que la audiencia del programa que retransmite la Santa Misa en la segunda cadena de la TVE se ha “disparado”; esto es, que ha subido de forma repentina y llamativa en estas últimas dos semanas.

Está muy bien que haya sido así. Los ciudadanos, la sociedad civil, hemos de recordar continuamente a los políticos – a nuestros representantes y no, primeramente, a nuestros jefes – que ellos están a nuestro servicio. Ellos no son los ingenieros que han de determinar cómo hemos de comportarnos cada uno de nosotros, sino nuestros servidores, nuestros “diputados”, aquellos que, literalmente, nos representan o deberían de hacerlo.

En la televisión “pública” – que no es, sin más, la que pueden ver todos, ya que hay televisiones que pueden ver todos sin pagar por hacerlo-, sino que es, específicamente, la televisión que se financia a cargo de todos, a cargo de nuestros impuestos, cabe, de sobra, que se retransmita la Santa Misa. Ya que muchos ciudadanos pagan los impuestos estando convencidos de que la punta fina del respeto a los derechos humanos es el respeto a la libertad religiosa. Y esos mismos ciudadanos subvencionan que, sin que nos pregunten, se retransmita un evento deportivo o cinematográfico o del tipo que sea.

Y da igual que los que paguen, de hecho, esos impuestos, sigan la Misa en la 2 o no. Eso es lo de menos. Yo mismo pago los impuestos y no sigo la Misa en la 2, ni en otras cadenas, porque en un domingo a esas horas, no estoy para ver por las teles las retransmisiones de la Santa Misa, sino para celebrarla yo en mi parroquia.

La democracia no consiste en que todo el mundo haga lo que el tirano, o un supuesto partido que se crea la voz del tirano, diga que se haga. La democracia es dejar que los ciudadanos se expresen y procurar que quienes mandan cumplan, en lo posible, con las expectativas razonables de los ciudadanos.

La democracia tiene sus límites negativos. Una democracia no puede hacerlo todo. Aunque le sobren votos, un régimen democrático no puede ser la Alemania de Hitler, ni la URSS de Stalin, ni Corea del Norte, ni, aunque sean menos malos, dentro de lo fatal, la Republica de Cuba. Y no sigo…. Porque es mejor sugerir que afirmar.

No podemos dar por hecho que se vaya a observar, incluso mínimamente, el respeto a la libertad religiosa. Cuando se trata de debatir si en la televisión - más que pública, estatal, que no es lo mismo - se ha de retransmitir la Santa Misa, hay que apostar por el sí. Nunca se debe retroceder.

Como tampoco se debe retroceder a la hora de defender la asistencia religiosa – también la asistencia religiosa en los hospitales, en las cárceles y en el Ejército - . Negar ese derecho – de los enfermos, de los presos y de los militares -no aumenta nuestra libertad, sino que la disminuye.

También el campo de la enseñanza es el de la libertad. Negarse a enseñar la Religión en la Escuela es totalitarismo.

En la periferia de Cracovia, se diseñó, en su momento, el barrio de “Nova Huta”, una especie de barrio sin Dios. Pues ahí fue el arzobispo de Cracovia, San Juan Pablo II, cada año, a celebrar al aire libre la Misa de Navidad. En 1977 se consagró el templo.

Hoy, en un Occidente tan secularizado, cada caso ha de ser una “Nova Huta”. Si es el hospital, visita la capilla. Si es el cuartel, vete a Misa. Si es la cárcel, pregunta por el capellán católico. Si eres soldado, pide la ayuda de un sacerdote. Nada nos va a resultar gratis.

Y, si es la Misa en la 2, pues, a poder ser, que se celebre en iglesias muy bellas y con cantos y música muy cuidada. Si puede ser, y si no, sigue existiendo el derecho a la libertad religiosa. No dejen de conectar, a esa hora, la 2. Si se dispara la audiencia, mejor.

lunes, 20 de marzo de 2017

Lugones bendice el altar del Cristo Yacente

(El Nora) La venerada imagen del Cristo Yacente de Lugones ya cuenta con su "trono de definitivo" como señaló el párroco Joaquín Serrano en la misa que se celebró hoy domingo, a las 12.30 hora en el templo de San Félix de Lugones.

 "Se trata de un pequeño retablo y sencillo" explicó a la comunidad antes de su bendición. "Este ya será su lugar definitivo", junto a él se encuentra la imagen de la Dolorosa, "su madre, acompañándole en su dolor", puntualizó el sacerdote local, quien cumplió con la bendición de este pequeño retablo, que es obra del taller de Arte y Oro. El artesano Herminio Infiesta es el creador del mismo.

Serrano reconoció que la iniciativa corre a cargo de la Cofradía del Cristo de la Piedad y la Soledad "solo tengo el mérito de ser el cauce de estas iniciativas", Cofradía que quiso sorprender a Serrano haciéndole entrega de la cruz de cofrade, "algo muy especial" para los cofrades. Asimismo, le quisieron dar las gracias por el empuje que da, "somos conscientes de que si no fuera por él, no hubieran sido posibles ni una cuarta parte de las mejores materiales, pastorales y sobretodo, espirituales que esta comunidad experimenta desde su llegada".
"Esto no estaba preparado" apuntó el párroco, que agradeció la distinción, al tiempo que reconoció que "su labor no es posible sin una comunidad viva y activa" como la de Lugones.

La peana sobre la que descansa la imagen de la Soledad también es nueva.
El pequeño altar, era proyecto que estaba parado por la renovación del cableado de la iluminación del templo. "Una vez concluidas esas obras, que todavía estamos pagando, creímos oportuno realizar el retablo para su ubicación definitiva". También aprovecharon para barnizar algunas piezas y sujetar, firmemente, el retablo de Santa Bárbara.

A San José

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¡Glorioso Patriarca San José!, animado de una gran confianza en vuestro gran valimiento, a Vos acudo para que seáis mi protector durante los días de mi destierro en este valle de lágrimas. Vuestra altísima dignidad de Padre putativo de mi amante Jesús hace que nada se os niegue de cuanto pidáis en el cielo. Sed mi abogado, especialísimamente en la hora de mi muerte, y alcanzadme la gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne, vaya a descansar en las manos del Señor. Amén.

Jaculatoria. Bondadoso San José, Esposo de María, protegednos; defended a la Iglesia y al Sumo Pontífice y amparad a mis parientes, amigos y bienhechores.

sábado, 18 de marzo de 2017

Evangelio Domingo III de Cuaresma

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Lectura del santo evangelio según san Juan (4,5-42):


En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»
La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.»
La mujer le dice: «Señor, dame de esa agua así no tendré más sed ni tendré que venir aquí a sacarla.»
Él le dice: «Anda, llama a tu marido y vuelve.»
La mujer le contesta: «No tengo marido».
Jesús le dice: «Tienes razón que no tienes marido; has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»
La mujer le dijo: «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.»
Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»
La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.»
Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.»
En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»

Palabra del Señor

Es necesario redescubrir el sentido de eternidad. Por Raniero Cantalamessa

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A la samaritana, y a todos los que en alguna medida se reconocen en su situación, Jesús hace una propuesta radical en el Evangelio de este domino: buscar otro «agua», dar un sentido y un horizonte nuevo a la propia vida. ¡Un horizonte eterno! «El agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna». Eternidad es una palabra que ha caído en «desuso». Se ha convertido en una especie de tabú para el hombre moderno. Se cree que este pensamiento puede apartar del compromiso histórico concreto para cambiar el mundo, que es una evasión, un «desperdiciar en el cielo los tesoros destinados a la tierra», decía Hegel.

¿Pero cuál es el resultado? La vida, el dolor humano, todo se hace inmensamente más absurdo. Se ha perdido la medida. Si falta el contrapeso de la eternidad, todo sufrimiento, todo sacrificio, parece absurdo, desproporcionado, nos «desequilibra», nos echa por tierra. San Pablo escribió: «La leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda medida, un pesado caudal de gloria eterna». En comparación con la eternidad de la gloria, el peso de la tribulación le parece «ligero» (¡a él, que sufrió tanto en la vida!) precisamente porque es «de un momento». En efecto, añade: «Las cosas visibles son pasajeras, más las invisibles son eternas» (2 Co 4, 17-18).

El filósofo Miguel de Unamuno (que además era un pensador «laico»), a un amigo que le reprochaba, como si fuera orgullo o presunción, su búsqueda de eternidad, respondía en estos términos: «No digo que merezcamos un más allá, ni que la lógica lo demuestre; digo que lo necesitamos, merezcámoslo o no, simplemente. Digo que lo que pasa no me satisface, que tengo sed de eternidad, y que sin ésta todo me es indiferente. Sin ella no existe ya alegría de vivir... Es demasiado fácil afirmar: "Hay que vivir, hay que conformarse con esta vida". ¿Y los que no se conforman?». No es quien desea la eternidad el que muestra que no ama la vida, sino quien no la desea, dado que se resigna tan fácilmente al pensamiento de que aquella deba terminar.

Sería una enorme ganancia, no sólo para la Iglesia, sino también para la sociedad, redescubrir el sentido de eternidad. Ayudaría a reencontrar el equilibrio, a relativizar las cosas, a no caer en la desesperación ante las injusticias y el dolor que hay en el mundo, aún luchando contra ellas. A vivir menos frenéticamente.

En la vida de cada persona ha habido un momento en que se ha tenido cierta intuición de eternidad, aún confuso... Hay que estar atentos a no buscar la experiencia del infinito en la droga, en el sexo desenfrenado y en otras cosas en las que, al final, sólo queda desilusión y muerte. «Todo el que beba de este agua volverá a tener sed», dijo Jesús a la samaritana. Hay que buscar lo infinito en lo alto, no hacia abajo; por encima de la razón, no por debajo de ella, en las ebriedades irracionales.

Está claro que no basta con saber que existe la eternidad; se necesita también saber qué hacer para alcanzarla. Preguntarse, como el joven rico del Evangelio: «Maestro, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?». Leopardi, en la poesía El Infinito, habla de un cercado que oculta de la vista el último horizonte. ¿Cual es para nosotros este cercado, este obstáculo que nos impide mirar hacia el horizonte último, hacia lo eterno? La samaritana, aquel día, comprendió que debía cambiar algo en su vida si deseaba obtener la "vida eterna", porque en poco tiempo la encontramos transformada en una evangelizadora que relata a todos, sin vergüenza, cuanto le ha dicho Jesús.

viernes, 17 de marzo de 2017

Padre Luis Ormières "sencillo y austero"


(Iglesia de Asturias)
Entrevista a las hermanas Carmen Trejo, Postuladora de la Causa de beatificación de Luis Ormières, y Petra Donoso, Coordinadora de la beatificación.

¿Cuándo comenzó la causa de beatificación del Padre Ormières, fundador de las religiosas del Santo Ángel?

Carmen: En 1954. El proceso diocesano se hizo en Oviedo, y lo llevó a cabo una hermana que ya ha fallecido. Al finalizar, el Papa le promulgó Venerable. Después de aquello, pasaron varios años y no tuvimos un milagro para avanzar.

Entonces tuvo lugar la enfermedad de la hermana Celina Sánchez del Río.
Carmen: Sí, pero tuvimos que esperar cinco años para tener la certeza de que su cáncer se había curado. A partir de ese momento, los médicos que la habían tratado nos dieron un informe sobre la enfermedad y la curación inexplicable, y yo lo llevé a Roma.

¿Qué sucede a partir de ese momento?

Carmen: Entregué el informe en la Congregación para las Causas de los Santos, y comenzó un estudio. Suele lleva mucho tiempo porque es muy minucioso. Primero lo estudian dos médicos, que dan un informe. Después, una Junta médica, compuesta por siete médicos especialistas vuelve a estudiarlo y en nuestro caso, por unanimidad, aprobaron que el hecho de la curación del cáncer de la hermana Celina Sánchez del Río no se podía explicar ni científica ni clínicamente.

El padre Ormiéres falleció en Gijón con fama de santidad entre la gente. ¿Cómo era?

Carmen: Un hombre muy sencillo: esa era una de sus principales características. Un hombre que entregó su vida para hacer verdaderos discípulos de Cristo, y eso fue lo que quiso que nos moviera como religiosas del Ángel de la Guarda. Que fuéramos ángeles visibles en la realidad en la que nos movíamos.
Petra: Era un hombre entrañable, que no dejaba pasar ninguna necesidad sin que él no intentara acercarse y poner solución. No pasaba de largo ante las personas, se detenía ante ellas, porque no hacía distinciones. De hecho, en Gijón muchos obreros hablaban con cariño de él, y es que, en el siglo XIX las clases sociales estaban muy arraigadas, había muchas diferencias, y no era común que se tratara con el mismo cariño y respeto a la gente más humilde.

¿Cómo surgió su vocación de educador?

Carmen: El padre Ormières se comportaba así porque le brotaba de su experiencia de Dios. Era un hombre contemplativo, que sabía mirar la realidad desde Dios y, desde esa mirada, sabía descubrir las grandes necesidades. En la realidad de su tiempo, después de la revolución francesa, había una gran necesidad entre los niños del campo y el estado no tenía suficientes escuelas para todos, así que decidió dar respuesta a esa realidad.

¿Qué documentos especiales se conservan del padre Ormières?

Carmen: Era un apasionado de la palabra y conservamos una gran biblioteca, especialmente abundante para aquellos años, que se encuentra en la casa madre, en Francia. Elaboró un documento que nosotras llamamos “La cuna” o “El espíritu de la Casa”, donde vamos descubriendo en él cómo va reflexionando sobre la vida y sobre citas concretas de la Biblia. Hoy, ese documento es fundamental en nuestra espiritualidad y nuestro carisma.

¿Se reciben muchos favores relacionados con el padre Ormiéres en la Postulación?

Carmen: Sí, recibimos, pero no llegan a la categoría de milagro. Sin embargo, yo tengo mucha fe y esperanza de que el Señor realice algún milagro por intercesión del padre Ormières para llegar a su canonización. Vale la pena conocerle, es un gran ejemplo para la Iglesia y para los sacerdotes.

¿Cuál es el mensaje que nos deja el padre Ormières?

Petra: Que desde lo pequeño, lo ordinario, se puede vivir el Evangelio. Su ejemplo es el de un sacerdote sencillo que no se creaba necesidades y vivía austeramente. Era feliz con la Palabra de Dios y el encuentro con los necesitados.

Orar con el Salmo del día

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Sal 104,16-17.18-19.20-21

R/. Recordad las maravillas que hizo el Señor

Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo.

Le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó.

El rey lo mandó desatar,
el Señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones.

jueves, 16 de marzo de 2017

Carta semanal del Sr. Arzobispo


Forjadores de la esperanza

¡Qué extraño desencuentro cuando hay gente que presuntamente embebida de Dios fatiga estando con los hermanos, o cuando personas comprometidas en tantas causas nobles humanas no se inspiran –dicen- en Dios de quien se sienten ajenos y alejados! Este año tiene por lema el día del Seminario que celebramos cada festividad de San José, “cerca de Dios y de los hermanos”. Es hermosa esta mutua cercanía, con amores distintos, sin duda, pero sin duda inseparables. No se puede amar a Dios haciéndolo sin los hermanos, no nos entregamos de veras a los hombres sin llegar al modelo de amor que vemos en el Corazón de Jesucristo.

Tenemos un puñado de seminaristas en nuestra diócesis. Son veintiséis jóvenes entre el Seminario Metropolitano y el Seminario Misionero Redemptoris Mater. Quiera Dios que, no tardando, podamos tener también el Seminario Menor otra vez. Veintiséis bendiciones que abren otras tantas esperanzas en el horizonte de nuestra pastoral diocesana. Lo hago siempre que voy a confirmar a nuestras parroquias, y cuando visito las comunidades religiosas o cuando me veo con familias: rezad por las vocaciones, que el Señor nos conceda los seminaristas que tanto necesitamos para que el día de mañana se puedan entregar con verdadera pasión y con santidad de vida a los hermanos que la Iglesia les confíe.

No se improvisa la formación de un futuro sacerdote. Ni queremos que sean santones que se entregan y sirven a un Dios que no nos hubiera dado hermanos, ni queremos tampoco que sean agentes sociales de pancarta y barricada que no saben decir por quien hacen lo que hacen. Con Dios y con los hermanos: esta es la síntesis justa y acertada de una misión que sabe abrazar a los hombres en sus heridas y preguntas, y que bebe continuamente en la fuente de un agua viva que es la única que sacia.

Necesitamos curas, buenos curas, muchos y santos, capaces de ser testigos del amor de Dios, capaces de dar la vida por los hermanos. Ese testimonio del amor de Dios sólo es posible cuando se ha experimentado en la propia vida qué significa de veras ser amado por el Señor. Si esto no fuera así, los sacerdotes seríamos tan sólo expertos de religión, los encargados del mantenimiento en un edificio y de muchos tejados, los que llevaran adelante programaciones consabidas. Pero testimoniar el amor de Dios sólo es posible cuando se ha vivenciado ese amor y se hace gesto en el abrazo a los demás.

Por este motivo cuidamos a los seminaristas como mejor sabemos y podemos, y pedimos ser bendecidos con nuevos hermanos que vayan asumiendo los huecos que los curas enfermos y ancianos van dejando tras haber entregado toda su vida.

El día de San José es el día del padre, también de estos hombres consagrados que ejercen una paternidad espiritual. Es un día para agradecer el don de los sacerdotes, de tantos hermanos buenos y entregados, que a pesar de su edad o mil ocupaciones, tienen tiempo, ganas e ilusión para escuchar las palabras de Dios que luego ellos narran a sus hermanos y nutren su vida de la gracia que sus manos saben repartir a los demás. ¡Qué hermoso espectáculo, el más bello sin duda, ver a curas así... porque los hay! Pidamos al Señor que bendiga nuestra Diócesis con muchas y santas vocaciones sacerdotales, jóvenes que se atrevan a prestar a Quien les llama, sus labios y sus manos, su tiempo y su entraña! Curas y seminaristas que tengan sus brazos en el pulso de la historia y el oído en el corazón del Señor, portavoces de las voces del mismo Dios, portadores de los dones con los que Él viene al encuentro de nuestras pobrezas y necesidades de toda índole, auténticos forjadores de la esperanza cristiana.



+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

Laicidad no es laicismo. Por el Cardenal Antonio Cañizares


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Menudea mucho últimamente, en el discurso político y social, la apelación al apelativo «laico» para referirse a algunas realidades. Con mucha frecuencia se habla de una sociedad laica, de un Estado laico, de la escuela laica. Se hacen grandes y solemnes proclamas y juicios en este sentido. Se constituyen plataformas con este adjetivo referidas a entidades sociales. Muchos son muy celosos en la defensa de este calificativo. Bien entendido este calificativo y justamente aplicado, no soy yo menos celoso de él que lo puedan ser sus defensores a ultranza, ni lo es menos tampoco la Iglesia, que en la entraña de su fe está el reconocimiento de la autonomía del mundo: «Al principio creó Dios el cielo y la tierra». «Dad a Dios lo que es Dios, y al César lo que es del César». «Mi Reino no es de este mundo».

Pero la verdad es que me preocupa el sentido que se da a este adjetivo: en buena parte de los casos con una fuerte carga ideológica, y con no poca confusión. Creo que se está generando una gran confusión que es preciso disipar, porque con ella se está caminando por un terreno resbaladizo en el que, con intención o sin ella, se está poniendo en tela de juicio nada menos que uno de los derechos fundamentales: el de la libertad religiosa, que está en la base de una sociedad democrática, porque no es un derecho más entre los derechos, sino el más fundamental, piedra angular en el edificio de los derechos humanos. Se refiere a lo más íntimo del hombre, su conciencia.

Viene bien recordar a propósito del tema que nos ocupa las palabras del Papa San Juan Pablo II al cuerpo diplomático. Las reproduzco en toda su extensión porque son ciertamente muy clarificadoras: «En los últimos tiempos, somos testigos, en ciertos países de Europa, de una actitud que podría poner en peligro el respeto efectivo de la libertad de religión. Si bien todo el mundo está de acuerdo en respetar el sentimiento religioso de los individuos, no se puede decir lo mismo del hecho religioso, es decir, la dimensión social de las religiones, al olvidar los compromisos asumidos en el marco de lo que entonces se llamaba Conferencia sobre la Cooperación y Seguridad en Europa. Con frecuencia se invoca el principio de laicidad, en sí mismo legítimo, si es comprendido como la distinción entre la comunidad política y las religiones. Pero ¡distinción no quiere decir ignorancia! ¡La laicidad no es laicismo! No es otra cosa que el respeto de todas las creencias por parte del Estado, que asegura el libre ejercicio de las actividades de culto, espirituales, culturales y caritativas y sociales de las comunidades de los creyentes. En una sociedad pluralista, la laicidad es un lugar de comunicación entre las diferentes tradiciones espirituales y la nación. Las relaciones Iglesia-Estado pueden y deben dar lugar al diálogo respetuoso, que transmita experiencias y valores fecundos para el porvenir de una nación. Un sano diálogo entre el Estado y las Iglesias, que no son rivales, sino socios puede sin duda favorecer el desarrollo integral de la persona y de la sociedad».

La dificultad de aceptar el hecho religioso en el espacio público se manifestó, por ejemplo, de modo muy emblemático con ocasión del debate sobre las raíces cristianas de Europa, de hace unos años, o en el olvido de estas raíces al considerar el papel de la Iglesia en España. Entre nosotros se está viendo esta dificultad en el debate continuo respecto a la enseñanza de la religión en la escuela estatal, o a la escuela de iniciativa social católica, o en el modo de juzgar actuaciones de los obispos por parte de personas públicas o de grupos, por ejemplo, cuando los obispos se pronuncian sobre materias morales o que tienen que ver con la presencia de los cristianos en la sociedad y con las realidades temporales, pero que tienen una connotación moral. Es legítimo, ciertamente, juzgar si se hace con verdad y justicia; pero es abusivo, cuando menos, pretender que la Iglesia o los que la integran callen sus creencias o sus enfoques morales propios ante realidades humanas o sociales que piden iluminación y orientación en fidelidad a lo que ella es, o descalificar –sin argumentar incluso– tales creencias y criterios morales sencillamente porque molestan o no se está de acuerdo con ellas, o no son «modernas».

Llama la atención la batería de ataques y descalificaciones últimas en este orden de cosas. Estado laico, sociedad laica, quiere decir Estado, sociedad, aconfesional, que garantiza el derecho a la libertad religiosa a personas e instituciones, precisamente para que quepan las distintas confesiones, religiosas o agnósticas, ateas..., pero no para que se establezca o imponga una nueva confesionalidad, un pensamiento único: el laicista.

La Iglesia católica, en concreto, en sus relaciones con los poderes públicos, o con la sociedad, no pide volver a formas de Estado confesional. Sólo pide respeto a la libertad religiosa y demanda la aconfesionalidad del Estado con todas sus consecuencias y exigencias, sin ningún otro confesionalismo ideológico, y por eso, al mismo tiempo, deplora todo tipo de laicismo ideológico o separación hostil y excluyente entre las instituciones civiles y las confesiones religiosas. Este es uno de los puntos nucleares que están en juego en la definición y construcción de la nueva Europa, también de España. Es bueno volver a la Constitución Española, y tenerla muy presente: lo que en ella se afirma y se reconoce es un Estado aconfesional que respeta y promueve el derecho inalienable a la libertad religiosa, pero no un Estado confesionalmente laico, que cercena dicho derecho, cuando lo religioso lo reduce al templo, al culto o las sacristías, es decir a la esfera de lo privado y de lo íntimo. El laicismo de Estado cercenando este derecho debilitaría la democracia y la convertiría incluso, más tarde o más temprano, en una tiranía.

Artículo publicado en La Razón el 14 de marzo de 2017.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Pobres refugiados. Por Juan Manuel de Prada


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Siempre he pensado que el sacerdote y el levita de la parábola del Buen Samaritano eran unos filántropos como la copa de un pino. Recordemos la escena: ambos pasan al lado del viajero que yace desnudo y molido a palos por los ladrones en mitad del camino; pero, en lugar de detenerse a auxiliarlo, dan un rodeo y se alejan presurosos. ¿Es que eran unos hijos de puta sin entrañas? ¡Por supuesto que no! Pero ese día se organizaba en Jerusalén una manifestación multitudinaria y tenían que sostener una pancarta y lanzar eslóganes por un megáfono; o tal vez debían participar en un programa televisivo, para denunciar los abusos contra los refugiados. El sacerdote y el levita eran unos hombres comprometidos con las causas filantrópicas, unos grandes idealistas deseosos de lanzar prédicas en las que mostrasen su inmenso amor a la Humanidad, ansiosos de dirigir soflamas contra los tiranos que cierran las fronteras y levantan muros contra los refugiados.

Chesterton denunciaba hace un siglo que el mundo se había llenado de virtudes cristianas que se habían vuelto locas. Y las virtudes se vuelven locas desencarnándose, convirtiéndose en eufóricas (y eufónicas) entelequias que dejan de interpelarnos personalmente, para convertirse en apelaciones genéricas y pomposas exhortaciones, en un grandilocuente ‘llamarse a andana’ en el que, a la vez que pasamos de largo ante el viajero que yace postrado en el camino, exigimos que otro (un ‘otro’ omnipotente y abstracto en el que delegamos nuestro compromiso) se ocupe de socorrerlo. Así, las anticuadas obras de misericordia (dar de comer el hambriento, dar posada al peregrino, etcétera) se han convertido en filantrópicos brindis al sol. que el Estado dé posada al peregrino, que los comedores municipales den comida al hambriento, etcétera. A fin de cuentas, esos comedores y posadas se financian con nuestros impuestos; y, mientras tanto, nosotros podemos seguir participando en manifestaciones tan ricamente.

La filantropía ha encontrado una causa de relumbrón en los refugiados, una brumosa categoría que se adapta como anillo al dedo a la prosa campanuda de los manifiestos. Escribía Tocqueville en La democracia en América que el verdadero amor «no tiene ninguna necesidad de ideas generales, no siente la necesidad de encerrar un gran número de seres análogos bajo una misma forma, a fin de pensar en ellos más cómodamente». Pero la filantropía, que es comodona, actúa exactamente al contrario que el verdadero amor: necesita ideas generales, categorías abstractas, seres análogos que disfracen su impasibilidad. La filantropía es tan impasible como la xenofobia; pero, mucho más taimadamente, la disfraza y adecenta convirtiendo ideológicamente esas ideas generales y categorías abstractas en entelequias fácilmente manipulables sobre los que podemos derramar nuestra lloriqueante y comodona blandenguería. Por supuesto, esta filantropía desalmada que ha encontrado en los ‘refugiados’ la categoría brumosa que necesitaba para vendernos su mercancía averiada no hará sino alimentar la xenofobia. Cada vez que un filántropo desalmado convoca una nueva manifestación en apoyo de los ‘refugiados’, cada vez que lanza una prédica desde la televisión, cada vez que lanza una soflama contra los tiranos que cierran fronteras y levantan muros, los xenófobos desalmados encuentran una nueva coartada para convertir a su causa a los vacilantes que aún guardan un rescoldo de misericordia en sus corazones. Pues lo que para el filántropo desalmado es una categoría brumosa con la que puede pavonearse ante la galería, para el vacilante -que aún no ha perdido el sentido de la realidad- se convierte en un hormiguero incontable, en una plaga de langosta que viene a expulsarlo de su barrio, a quitarle el trabajo, a violar a sus hijas; y, automáticamente, reniega del último vestigio de misericordia que guardaba en su corazón y acepta la causa xenófoba, que no le permite compadecerse del dolor del prójimo, pero al menos le defiende contra la invasión de las categorías brumosas.

En los próximos años, nuestros filántropos seguirán lanzando proclamas y organizando manifestaciones; y la xenofobia no hará sino extenderse. Y filántropos y xenófobos lograrán, cada uno por su lado, matar los últimos vestigios de misericordia, que es la virtud que mira con amor a cada persona en concreto, como a un auténtico prójimo venido de lejanas tierras, esforzándose por procurarle una vida digna sin provocar daños al bien común, sin desbaratar la vida de sus prójimos más próximos. Al filántropo, como al xenófobo, les vienen años de pitanza y éxitos. Pobres refugiados.