jueves, 31 de marzo de 2016

Carta semanal del Sr. Arzobispo



Aprender a regresar

Es una consabida operación retorno que nos lleva a regresar tras unos días de amable holganza con motivo de esta Semana Santa pasada. Volver cada cual a su quehacer más cotidiano, haya sido cual haya sido nuestro fugaz alejamiento en estos días sacros. La monótona andadura de estos tres primeros meses del año, entró en el paréntesis semanasantero para darnos un descanso de encuestas, de enjuagues y de pactos. Y los creyentes cristianos pudimos atender nuevamente esa escena que nunca tiene ocaso cuando Jesús nos enseña su paso de la muerte a la vida, mostrándosenos en la cruz y todo lo que simboliza, para a renglón seguido indicarnos el sepulcro vacío donde la muerte fue tan muerta y jamás la vida tan viva. No hay espacio ya para el temor, porque cualquier dolor y vacío, cualquier luto y tristeza, aunque haya que enjugarlos con lágrimas, no podrán arañar nuestra esperanza, nuestra luz y nuestra vida... porque Cristo ha resucitado. Se ha cumplido la promesa del Padre Dios, un sueño de bondad y belleza, de paz y alegría. El sueño que Él nos ofrece como alternativa a todas nuestras pesadillas.

Pero en esta operación de regresar al cada día donde nos esperaban en el surco cotidiano nuestros logros y nuestras fatigas, nos puede sobresaltar una sospecha dura de despejar, al llegar a pensar que este paréntesis piadoso o vacacional de unos días de descanso y procesión no han resuelto nada de lo que pendiente nos esperaba tenaz. Fue sólo una tregua pasajera y no la solución feliz y final. Así lo viven y lo sufren tantas personas que resignadamente vuelven al escenario habitual. Pienso también en los escenarios que teniendo la fecha de nuestros días parecen contradecir la vigencia de lo que en pascua festejamos los cristianos, cuando vemos el paisaje del terror terrorista, o la tristeza de quien lo pasa mal de veras al perder el trabajo, o no estrenarlo todavía en medio de su juventud cansada de esperar en vano. Pienso en los enfermos, en los que han perdido el sentido de la vida y quedan sin esperanza arrastrando como pueden el paso de sus días.

No está en nuestra mano cambiar las cosas según nuestros más nobles deseos en un mundo que inevitablemente anda con tantas fracturas y facturas, con tantas contradicciones y heridas. Pero el triunfo pascual de Jesús no es una mentira piadosa que tan sólo sirve para llenar la esperanza de quien no necesita esperar. Es más bien una potente razón de cómo los motivos que nos imponen la tristeza y la desesperanza han perdido su carta de ciudadanía y el aguijón de su prepotencia. Con la resurrección de Jesús ha nacido un modo nuevo de mirar las cosas, de abrazarlas, de custodiarlas con cuidado, de soportarlas con paciencia o incluso de aplicar la serena inteligencia y acertar a dejarlas.

La muerte como último bastión de cuanto nos contradice y astilla, ha sido vencida. Roto su maleficio, hemos de acercar la pequeña luz que Dios ha encendido en nuestro corazón y ha puesto en nuestras manos. Sólo se nos ha confiado un pequeño espacio que coincide con lo que a diario pisan y pasean nuestros pies, ese que logramos abarcar con nuestro abrazo, el que coincide con lo que somos capaces de soñar y ver hasta donde nos alcanza la vista. Ese espacio y ese tiempo es lo único que se nos pide transformar cada día con la fuerza que nos da Jesús resucitado. No pensemos en quimeras multiculturales, en estrategias planetarias, que terminan en brindis inútiles que no sirven para nadie. Pensemos en ese terruño y en esa historia que coinciden con el espacio y el tiempo de mi posibilidad cotidiana, domiciliados en mi hogar, en mi círculo de amigos, en mi trabajo, allí donde mi vida vive y convive, sueña y descansa, siendo apasionadamente real. En Pascua se abre la procesión que nunca termina, que no tiene tiempo ni calendario, y atraviesa nuestra vida sembrando en ella su luz y su amor. Feliz pascua de Jesús resucitado, hermanos.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

A Galilea

La Octava de Pascua



(ACI).- Con el Domingo de Resurrección comienza los cincuenta días del tiempo pascual que concluye con la Solemnidad de Pentecostés.

La Octava de Pascua se trata de la primera semana de la Cincuentena; se considera como si fuera un solo día, es decir, el júbilo del Domingo de Pascua se prolonga ocho días seguidos.

Las lecturas evangélicas se centran en los relatos de las apariciones de Cristo Resucitado y las experiencias que los apóstoles tuvieron con Él.

En este tiempo litúrgico, la primera lectura que comúnmente se toma del Antiguo Testamento, se cambia por una de Los Hechos de los Apóstoles.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Cristo, alegría del mundo


Resurrección y política. Por el Cardenal Cañizares


El domingo pasado, Domingo de Pascua, dije textualmente en mi homilía de la catedral de Valencia: «La resurrección de Jesucristo es la revelación suprema, la manifestación decisiva, la respuesta a la pregunta sobre quién reina realmente, si el mal o el bien, el odio o el amor, la venganza o el perdón, la violencia o la paz, la libertad o la esclavitud, la vida o la muerte, Dios o la nada, Dios o el mal, Dios o las leyes de la naturaleza o el azar, o las fuerzas desatadas de la naturaleza o de la historia. El verdadero mensaje de la Pascua es: Dios existe y el que comienza a intuir qué signifi ca esto, sabe qué signifi ca ser salvado, sabe qué signifi ca ser hombre en toda su densidad y verdad, en toda su hondura y belleza, y en el gozo de ser esa criatura maravillosa que Dios ha querido, y como Él la ha querido y la quiere: el hombre llamado a la vida, vida eterna, vida plena y dichosa, vida llena de amor, reconciliada, vida divina en él, vida en Dios. La resurrección de Jesucristo entre los muertos en cuerpo y alma es la señal última y plena de la verdad de Jesucristo, verdad de Dios y verdad del hombre, inseparable de Él».

Si Jesucristo no hubiese resucitado realmente, no habría tampoco esperanza grande y sinlímites, verdadera y firme para el hombre: en el fondo querría decir, nada más y nada menos, que el amor es algo inútil y vano, una promesa vacía e irrelevante; que no hay tribunal alguno y que no existe la justicia; que sólo cuenta el momento; que tienen razón los pícaros, los astutos, los corruptos, o los que no tienen conciencia. Si Cristo no hubiese resucitado significaría que todo habría acabado con la pasión y el sufrimiento, o la muerte con el odio y la mentira, con la violencia cruel e injusta sufrida, con el vacío de la muerte y la soledaddelsepulcrodondetodosecorrompe. Pero de ahí no nacería la alegría de la salvación ni de la vida querida por Dios, sino la tristeza irremediable de que no puede triunfar el Amor y la Vida, Dios mismo, sobre el odio y la muerte. La resurrección nos abre a la esperanza, nos alienta en ella, nos abre al futuro y señala caminos que nos conduzcan a él: los de la caridad que conlleva tantas formas y manifestaciones como Dios posibilita en la realidad compleja del hombre. El hombre no puede vivir resignado o satisfecho simplemente a lo que hay, a no ser que pague el precio de tanta muerte y miseria como nos envuelve y amenaza, es decir el riesgo de mutilarse en su humanidad más propia. Perdida la esperanza de la resurrección de la carne, de la que es primicia la resurrección de Jesucristo, el cristianismo, de suyo, perdería su fuerza salvadora y liberadora, se reduciría a una mera ética sin fuerza ni capacidad para aportar las grandes y verdaderas razones para vivir o para ofrecer algo consistente y con vigor para impulsar la renovación de nuestro mundo: en concreto, la caridad en todas sus formas, también su dimensión y forma política, fuerza renovadora. Y, a propósito de la política, no olvidemos que la «sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia sino de la política». Esta expresión de Benedicto XVI, hoy, tal y como están las cosas en el panorama social y político, es necesario hacerla realidad viva, creerla, convencerse de ella, puesto que está cundiendo una opinión contraria de máximo riesgo: se está creando un clima, sin duda debido al comportamiento de algunos políticos infieles a su misión y a ciertos publicistas impulsados por poderes o empeñados, tal vez, suicidamente en magnificar y generalizar ese clima, en el se está dejando de reconocer el papel regenerador, renovador y transformador de la política.

En alguna otra ocasión, aquí mismo en esta página de LA RAZÓN, he salido en favor del noble y necesario servicio y ejercicio de la política y de los políticos, así como de la caridad política. El mismo Benedicto XVI señaló en Londres, 2010, que «si los principios éticos que sostienen el proceso democrático no se rigen por nada más sólido que el mero consenso social, o el relativismo, entonces ese proceso se presenta evidentemente frágil», incluso con el riesgo de sustituirse por otra cosa que la democracia. Ante aquellos que piensan que la fe es una intromisión donde no le llaman o un problema que hay que superar, aquí, teniendo como trasfondo laresurrección, triunfodelacaridad sin límite ni barrera, conviene recordar en estos momentos que sin la fe, fe en Dios, estamos abocados a una sociedad que se sus tente en los mitos de Sísifo, Prometeo o Narciso, como ahora ocurre, que no sólo ponen en peligro la democracia, sino que nos precipitan hacia un inhumanismo o a un posthumanismo, con los que se destruye todo pero no se construye nada, y que, además, desfiguran o niegan la actividad política. Estoy plenamente convencido, desde la verdad de la política, que a la verdadera actividad política lo que le da nobleza, grandeza y dignidad es responder justamente a los retos para mejorar las condiciones de vida de la gente, la creación deempleo, la producción de alimentos, el agua potable, la educación, la atención sanitaria, la atención a la dependencia, la paz, la redistribución justa de la riqueza, la atención a los pobres y excluidos, la libertad de conciencia y religiosa, la aceptación e integración de todos en la unidad y la convivencia sin exclusiones, el bien común, la protección de la vida en gestación y naciente, o terminal o débil, la paz y la superación de toda violencia o guerra y terrorismo, la protección del indefenso y necesitado, la solidaridad con los pueblos y países más desfavorecidos, la atención a los inmigrantes y refugiados y esa larga lista de deberes de la actividad política que la entroncan con lo más bello de todo lo que es la caridad y la apuesta por el hombre.

Me sentiría muy satisfecho si los cristianos en la vida política se sometiesen apoyados y estimulados por estas palabras, y me atrevería, humildemente, a rogarles que continúen o se metan en la actividad política no a pesar de ser cristianos, sino precisamente en virtud de su fe; que no bajen la guardia en su quehacer en cuanto cristianos en la política porque su contribución es de grandísimo valor, necesaria para la regeneración de la vida pública y para la transformación de la sociedad, en una sociedad justa, pacífi ca, constructiva y con capacidad de futuro, verdaderamente libre, humana y humanizadora.

Gonzalo Suárez: "Santa Teresa convencía hasta a las piedras"


Lugones (Siero), Lucas BLANCO

El sacerdote de las parroquias mierenses de Figaredo, Santullano y Santa Cruz, y arcipreste del Caudal, Gonzalo Suárez, impartió ayer en la parroquia de San Félix de Lugones la última conferencia del ciclo organizado con motivo de la Semana Santa, en la que abordó la figura de Santa Teresa de Jesús y animó a los feligreses a leer su obra debido a su importancia histórica dentro de la Iglesia católica.

Suárez definió a la también conocida como Teresa de Ávila como "la mujer más importante para la Iglesia después de la Virgen", y centró su exposición en destacar las grandes virtudes que demostró desde la niñez y que le permitieron convertirse en toda una reformista de la institución eclesiástica a través de la creación de las Carmelitas Descalzas.

El sacerdote, que lleva muchos años investigando sobre la figura de la Santa nacida en Ávila en 1515, recordó que demostró con sólo ocho años su capacidad de persuasión cuando convenció a su hermano de ir a la guerra contra los musulmanes para morir como mártires e ir al cielo por la vía más rápida. "Convencía hasta a las piedras", señaló el religioso.

De igual modo, describió a Santa Teresa como una joven muy atractiva a la que su padre envió a un internado cuando vio que empezaba a presumir y que en su día renegó de su vocación religiosa. "Decía que ser monja sería lo último que haría", indicó el estudioso, que considera clave la figura de la hermana María de Briceño, "una monja no tan joven, pero que tenía gran capacidad para enseñar a las jóvenes", en su camino a encontrar la vocación.

Ese fue sólo el principio de una trayectoria que luego estaría marcada por el potencial de la religiosa para conseguir ayudas para el convento, a la vez de por sus reivindicaciones dentro de la Iglesia. "Apostó por que las mujeres pudiesen orar en contra de lo que exigía la Inquisición", explicó Suárez, que recomendó varias obras de una mujer que cambió la mentalidad eclesiástica sobre el género femenino.

martes, 29 de marzo de 2016

ABIERTO EL PLAZO DE MATRICULA PARA EL CAMPAMENTO DE VERANO


CAMPAMENTO DE VERANO:
Queda abierta la matrícula para el Campamento Parroquial del Verano 2016.
Fechas: del 15 al 25 de Julio
Precio: 150€

Para reservar plaza es imprescindible hacer una preinscripción en la Sacristía en el horario habitual y hacer un depósito de 50 €uros. 

L´ÉGLISE, C´EST MOI. DESDE LUEGO, A MÍ NO ME REPRESENTAN


Resultado de imagen de manifiesto
Jorge González Gudalix.-Aquí hemos pasado del “Somos Iglesia” -por cierto, hoy inexistente o al menos desaparecido en la práctica- a un “solo nosotros somos la Iglesia”. De repente te aparecen unos criticando con fuerza que la idea de Iglesia se la hayan apropiado unos pocos señores llamados obispos y curas, y reivindicando una iglesia del pueblo y de la base, y cuando te crees que van con buena intención, lo que te encuentras es que en realidad lo que pretenden es ser ellos los dueños del chiringuito en todo: la palabra, las normas, las leyes y hasta el copyright de la misma palabra “Iglesia”. Vamos, que no querían algo de todos, sino apropiarse de lo que de todos era.
Acabo de leer un manifiesto, documento o lo que sea, sobre el problema de los inmigrantes que, sin entrar en su contenido, me sorprende por su encabezamiento: “Las entidades de acción social de la Iglesia que trabajan con refugiados y migrantes —Cáritas, CONFER, el Sector Social de la Compañía de Jesús y Justicia y Paz—".  Tela marinera. No dice: “algunas entidades”, “grupo de entidades”, unas entidades”. No. Afirma tajantemente “las entidades”, como si no hubiera otras, o si las hubiere o no son de la Iglesia en España, o no tan relevantes o solidarias o comprometidas y por supuesto ni dignas de mención. Debe ser que las otras trabajan con menos reuniones, y eso siempre hay quien se lo toma como falta de comunión o como deslealtad institucional: ¿por qué trabajan con los refugiados si no está en la plataforma o la platajunta?
Echo en falta, por ejemplo, a Manos Unidas, a las Hijas de la Caridad, las conferencias de San Vicente de Paúl, las Misioneras de la Caridad, las Hermanas de la Cruz, la propia diócesis de Madrid que tan en serio está trabajando en este asunto. Pues por lo visto no deben formar parte de ese grupo de elegidos que han decidido constituirse en una élite que se autodenomina “entidades de acción social de la Iglesia que trabajan con refugiados y migrantes” y donde tampoco caben realidades como la pastoral penitenciaria. Volvemos a los tiempos del más absoluto de los absolutismos: “la iglesia somos nosotros”.
Incluso me atrevería a preguntar si esas realidades, supongo que de base, democráticas, solidarias, populares y respetuosas, han consultado a sus bases a ver qué pensaban, porque no hay cosa de más altura que un documento de la base. A un servidor, por ejemplo, nadie le ha preguntado su parecer, y eso que, en el economato parroquial, de las casi cien familias atendidas, la mayoría son inmigrantes de cualquier condición. Lo que suena es que un día hubo una reunión de unos cuantos, decidieron sacar con urgencia el escrito de marras y para dar mayor contundencia lo presentan con un autobombo que espanta. Tanto, que algunos medios lo presentaron incluso como opinión de la Iglesia en España.

Que los obispos saquen documentos sin consultarme, pues vale, ni tienen por qué hacerlo y además son los pastores enviados como tales a sus diócesis por el santo padre, pero que una supuesta base lo haga arrogándose el título de “las entidades de acción social de la Iglesia que trabajan con refugiados y migrantes", pues como que no. No falla. Los más defensores de la base, la democracia, la participación y la corresponsabilidad, en cuanto agarran un boli redactan un manifiesto de clamor popular que es el de ellos camuflado bajo una camisetas, rastas, solidaridad y misericordiosa justicia. Pues a mí, desde luego, no me representan. Y soy Cáritas.

lunes, 28 de marzo de 2016

Evangelio del Domingo de Pascua de Resurrección


Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):


El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor

viernes, 25 de marzo de 2016



JUEVES SANTO: 
17´00h.: Misa de la Cena del Señor
19´30h.: Hora Santa y turnos de Vela del Santísimo Toda la Noche   

VIERNES SANTO: 11´30h.: Rosario en la Capilla del Buen Suceso
12´00h.: Vía Crucis desde El Carbayu a la Parroquia
17´00h.: Oficios de la Pasión del Señor
18´00h.: Procesión del Santo Entierro (Cristo Yacente)
20´30h.: Procesión del Silencio (Ntra. Sra. de La Soledad)

SÁBADO SANTO: 08´00: Rosario de La Aurora desde la Calle Río Nora
13:00h. Conferencia la Experiencia de Cristo Resucitado en la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús. Por Gonzalo Suarez Menendez, Párroco de Figaredo (Mieres)
21´00h.: Vigilia Pascual
(tras la Vigilia “Chocolatada”)

DOMINGO DE RESURRECCIÓN:
11´00h.: Misa de Niños
12´30h.: Misa Mayor (tras la misa Vino Español)

miércoles, 23 de marzo de 2016

Homilía Misa crismal



Avanza imparable el tiempo, y van sumándose de modo irremediable el sucederse de los años. Como si fuera una cita que una mano invisible pero cierta anota en el libro de nuestra vida, tiene lugar ese encuentro anual en donde la Iglesia diocesana se encuentra en pleno para celebrar juntos la Misa Crismal.

Tal vez sean ya muchas misas crismales las que tenemos en nuestra memoria y nuestra vivencia, y haciendo recuento de lo que año tras año hemos vivido puede resultarnos desigual, distinto en cualquier caso, los motivos y las circunstancias que nos han traído nuevamente aquí a la Catedral. Así, estamos los sacerdotes, los diáconos, los consagrados, los seminaristas, los seglares. Todos y cada uno con nuestra personal vocación cristiana, con nuestro nombre, nuestra edad y todo ese cúmulo de cosas que hacen que despertemos al punto de originalidad que nos envuelve al llegar a esta misa en este año de gracia 2016.

Todo el pueblo de Dios que quiere ser partícipe y a su modo concelebrar desde el sacerdocio común de los fieles que todos recibimos en nuestro bautismo, para rogar por los que de modo especial y distinto han sido llamados al ministerio ordenado en este día en el que renovamos nuestras promesas sacerdotales, y también para orar en el momento de la bendición de los santos óleos. Esta es la belleza de la Iglesia orante desde cada una de sus vocaciones e identidades, que como un solo cuerpo junto a Cristo nuestra Cabeza, celebramos los sagrados misterios en esta Eucaristía.

Tanto la primera lectura del profeta Isaías como el evangelio que hemos escuchado, tienen un texto común: en el profeta como anuncio y en el evangelio como cumplimiento. Siempre es conmovedor escuchar de los labios de Jesús un texto que hablaba de Él y en el que se reconocía para dar comienzo a su ministerio público, a su sacerdocio: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.

Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy» (Lc 4, 18-21).

Todas las palabras y los gestos de Jesús tienen ese marchamo sacerdotal que ya indicó Isaías cuando habla de ese misterioso personaje que sería ungido para consolar a los afligidos, devolver la libertad, derrochar la gracia del verdadero perdón. Estamos ante un anuncio fuertemente vocacional de lo que supuso el sacerdocio mesiánico de Jesús en el que nuestro sacerdocio ha quedado inserto y del que somos prolongación en la historia. Es un sacerdocio que tiene entrañas de pastor, un sacerdocio lleno de misericordia. Su vida pública será una continua actualización de ese ministerio y a través de cada palabra y de cada signo milagroso, Él acercará a las personas concretas su bálsamo de esperanza en tantas heridas, su luz alumbradora en tanta oscuridad, su gracia bendita en tantos pecados. Los evangelios son una crónica viva de cómo Jesús se acercó sacerdotalmente para lo que fue ungido: los pobres escucharían una buena noticia esperanzada después de haber oído tantas tragedias sin salida, y los cautivos de tanta intemperie amordazada verían la soñada libertad, y los que su ceguera impidió ver la belleza para la que nacieron sus ojos se abrirían al asombro y a la gratitud; y todos cuantos sufrían la losa de su opresión se llamase como se llamase, volvieron a respirar habiéndoles quitado tan oprimente peso de encima.

Era lo que alimentaba la esperanza de un pueblo, lo que les hacía seguir esperando la llegada de ese mesías bueno que Dios prometió por la boca de sus profetas, ese ungido de Dios que vendría con la paz y el año gracia del Señor que quitaría los pecados. Por eso, el bello lenguaje de Isaías concluiría diciendo que vendría «para cambiar su ceniza en corona, su traje de luto en perfume de fiesta, su abatimiento en cánticos. Vosotros os llamaréis “sacerdotes del Señor”» (Is 61, 3.6).

El sacerdocio de Jesús, y en el suyo el nuestro, tiene ese ministerio lleno de misericordia que pone fin al oprobio de la ceniza que humilla a las personas y abre el tiempo de una coronación como hijos de Dios. No hay más traje luctuoso con el que la vida se reviste de tristeza sin más horizonte que el oscuro abismo, sino un perfume que llena cada pliegue y cada rincón con su aroma más festivo. No será el abatimiento la estrofa maldita con la que nos describan los versos, sino el cántico el que cuente los besos que nos han sacado de la muerte y nos han redimido.

Pero podríamos concebir este mensaje como algo aprendido, algo que forma parte de nuestro guión profesional que hemos de saber proclamar con entonación y con estilo, con grandilocuencia ensayada y con vivencia prestada que jamás nos adentró la gracia que contamos a los otros con tanto ademán cansino. Jesús pone toda esa carga de esperanza en el cumplimiento de una fecha que marcaba un bienaventurado inicio: todo lo que acabáis de escuchar… se cumple hoy, se cumple aquí y conmigo. Es el “hoy” de los ángeles cuando anuncian a los pastores que ha nacido el Salvador; el “hoy” que se le dijo a Zaqueo cuando entró la salvación a su casa; el “hoy” que escuchó Dimas el buen ladrón antes de pasar al Paraíso prometido. Hoy se cumple esa Escritura.

Hermanos sacerdotes, yo entiendo que esto es lo que nosotros renovamos en la Misa Crismal de este año que nunca había sucedido y nunca jamás se repetirá: hoy se cumple, se cumple aquí, se cumple en cada uno de nosotros. Tenemos una historia vivida, en ella se han dado tantas cosas que nos han tenido en vilo, que nos han defraudado, en las que acaso hemos sido incomprendidos. Es nuestra biografía personal. También en ella hemos cometido errores, hemos arriesgado en vano sin calcular los peligros, acaso tantas veces no hayamos llegado por comodidad o nos hayamos pasado sin tino, jugando quizás con lo que no era un juego y llegando a cuanto nos ha dejado deudores de nuestras traiciones y pecados. Pero es nuestra biografía personal. Y si no somos rehenes de nuestro pasado como quien vive bloqueado por sus fracasos colmados o por sus incomprensiones sufridas, o si no ponemos precio a las cosas que nos han salido bien y con las que hemos hecho mucho bien para no ser tampoco rehenes de nuestras éxitos y conquistas, entonces estamos en la situación de mirar nuestra biografía con un humilde realismo: cosas por las que pedir perdón esta mañana y cosas por las que dar gracias rendidas. Hoy se cumple esta Escritura, hoy se cumple con sabor de estreno, ese ministerio de misericordia al que hemos sido llamados.

El Papa Francisco nos ha embarcado en este año de gracia. Una verdadera aventura jubilar que tiene sabor a cielo, porque estamos ante lo más nuclear del evangelio de Cristo que todo sacerdote debe hacer suyo, debe haber vivido para poderlo testimoniar sin préstamos ni mimetismos. Sólo quien ha experimentado en su vida la misericordia puede en verdad ser ministro misericordioso, sin rebajas paternalistas que terminan por difuminar la gracia y sin aumentos rígidos de los que aplastan el alma. Por eso decía el Papa al comenzar este año de gracia: «Celebrar un Jubileo de la Misericordia equivale a poner de nuevo en el centro de nuestra vida personal y de nuestras comunidades lo específico de la fe cristiana, es decir Jesucristo, el Dios misericordioso. Un Año santo, por lo tanto, para vivir la misericordia. Sí, queridos hermanos y hermanas, este Año santo se nos ofrece para experimentar en nuestra vida el toque dulce y suave del perdón de Dios, su presencia junto a nosotros y su cercanía sobre todo en los momentos de mayor necesidad».

Para nosotros sacerdotes, hay una llamada explícita a vivir nuestro ministerio misericordiosamente, en medio de un mundo despiadado y duro, con calculada insolidaridad y sofisticado egoísmo. Poder ser humildemente con el trasiego de nuestra vida humana y sacerdotal, ese anuncio de buena noticia que llena de alegría el ansia de los pobres de esperanza. Mi modo de hablar de los otros, mi modo de escuchar a los demás, el porte con el que me allego a cualquier hermano y la calidez de mi acogida a quien llama a la puerta de mi tiempo, a la puerta de mi espacio, allí donde está domiciliada mi disponibilidad como cura que por amor a Dios se pone al servicio de los demás.

Pero, además de ejercer misericordiosamente nuestro ministerio, el Papa ha querido pedirnos algo tan específicamente nuestro que sería propiamente hablando nuestra más cotidiana entrega en lo que podríamos llamar la misericordia sacerdotal. Lo ha desarrollado especialmente en ese libro entrevista que le ha publicado hace unas semanas: El nombre de Dios es misericordia. Con su habitual desparpajo, Francisco aborda con dos imágenes la figura del confesor, del sacerdote que ha sido ungido para comunicar a los hermanos la misericordia que Dios pone en sus manos y en sus labios ante la más dulce y tremenda responsabilidad.

No hacer del sacramento una sala de tortura ni una vulgar tintorería. A veces tengo la impresión de que hemos banalizado este sacramento por exceso y por defecto: por exceso cuando hicimos de la confesión, más los curas que los penitentes, una auténtica tortura vergonzante que nos llenaba de escrúpulos la conciencia al querer contar, pesar y medir las traiciones y heridas de granjeaban los pecados contra el Señor, contra el hermano y contra nosotros mismos; por defecto cuando unos y otros hemos abaratado el sacramento según nuestras ocurrencias y genialidades, según nuestra comodidad ilustrada, para ofrecer como curas o esperar como penitentes lo que ni Dios ni la Iglesia querían darnos, falseando como terapia colectiva lo que debería ser un encuentro personal con la misericordia. El pecado es más que una mancha que se lava el en bombo común de una tintorería, dice el Papa, pues el pecado es una herida que hay que curarla y medicarla personalmente. Celebrar la penitencia como un momento sereno de encuentro con Dios, abriendo mi corazón a un hermano sacerdote para que él en nombre de Dios y con la autoridad confiada a la Iglesia pueda absolver nuestras faltas y pecados sin rebajas y sin trampa, sino como la Iglesia nos indica.

El sacerdote llamado a ser ministro de la misericordia divina es ese buen samaritano, sabe Dios de qué heridos en el camino: las heridas del desafecto, de la soledad y el miedo; las heridas del cansancio, de la enfermedad y hastío; las heridas de la frivolidad irresponsable y del egoísmo; las heridas de la increencia y sinsentidos; las heridas de las pateras, del hambre y del terrorismo, las heridas del miedo y la desesperanza, las heridas del pecado con todas sus facturas públicas y sus fracturas internas. Tantas heridas, tantas. Tantos mirones impávidos y entretenidos, tantos. Sólo Jesús samaritano, sacerdote misericordioso tuvo mirada conmovida, descabalgó su prisa, detuvo su tiempo y estrechó al herido. Lo llevó consigo, le alojó en la posada y le pagó la cuenta como se invita a un amigo. Así nos trata Dios, y de ese trato somos nosotros sus testigos.

Queridos hermanos sacerdotes, gracias por vuestra entrega en las 4 estaciones del año, cuando hay frío y cuando abrasa, cuando la vida explota y cuando parece yerta. Gracias por seguir diciendo sí a la llamada recibida. En esta mañana en la que consagramos los santos óleos, pedimos al Señor ser cada uno de nosotros ungidos para que según nuestra vocación en la Iglesia seamos el bálsamo misericordioso para cuantos encontramos en el camino, ese bálsamo que nos ha curado a nosotros primero y por eso podemos contarlo como una gracia que nos ha tocado. Que María, nos sostenga con su dulzura misericordiosa. El Señor os bendiga y os guarde.


+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

martes, 22 de marzo de 2016

Los Obispos Españoles con las víctimas de los atentados de Bruselas



(CEE) Texto íntegro de la carta del cardenal presidente de la CEE:

Muy estimado Mons. Jozef De Kesel:

He recibido con dolor y tristeza la noticia de los atentados que han tenido lugar durante esta mañana en Bruselas, que ha dejado una numerosa cifra de víctimas, muertos y heridos. En nombre de los obispos de la Conferencia Episcopal Española, quiero transmitirle nuestros sentimientos de condolencia ante unos hechos que atentan contra el sagrado tesoro de la vida humana y dañan gravemente todos los derechos inherentes a nuestra naturaleza.

Encomendamos al Señor de la vida a todas las víctimas y pedimos el consuelo y la fortaleza para sus familiares, así como para las autoridades y las instituciones que son también atacadas en estos atentados y que tienen la misión de proteger y garantizar la paz y la concordia.

En estos días, en que celebramos la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, confiamos al autor de la vida el alma de los fallecidos, la paz y la serenidad para sus familias y la conversión del corazón de los terroristas.

Pido también a usted que traslade estos sentimientos de condolencia y solidaridad a las familias de las víctimas y a todos los católicos belgas, así como la seguridad de nuestra oración.

Quedo suyo affmo. en el Señor.
+ cardenal Ricardo Blázquez Pérez
Arzobispo de Valladolid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española

Hora de confesarse


Pascua misionera, en Bárcena del Monasterio


(Iglesia de Asturias) La Delegación diocesana de Misiones ha organizado, un año más, una Pascua Misionera, en esta ocasión en Bárcena del Monasterio (Tineo).
La Pascua está destinada habitualmente a jóvenes profesionales, y desde la Delegación se señala que “se trata de vivir los días importantes de la Semana Santa de una manera especial, no tanto de un retiro, si no más bien como una convivencia sencilla entre el grupo que participa y el pueblo en el que se celebra, todo ello en clave misionera”. Este año contarán, además, con la presencia del misionero Eleodoro Machado Santos, de la congregación de los Espiritanos. Será del 23 al 27 de marzo. Más información, teléfono 985204277.

lunes, 21 de marzo de 2016

TEXTO ÍNTEGRO DEL PREGÓN DE LA SEMANA SANTA LUGONINA 2016



Mi queridísimo hermano y compañero en el sacerdocio, D. Joaquín, mis queridos hermanos y hermanas de la cofradía de Nuestra Señora de La Soledad y del Cristo de la Piedad, queridos feligreses de esta parroquia de San Félix de Lugones, hermanas y hermanos todos, iniciábamos ayer con el llamado "viernes de dolores" una Semana Santa más ... y digo una más ... que no una menos, porque los cristianos tenemos la bendita costumbre de ver y contar cómo se pasa la vida, tan callando que diría el poeta, siempre en términos y cálculos positivos y por eso hacemos cuenta no de una botella medio vacía sino de un cáliz desbordante y siempre lleno del mejor y más maravilloso vino, el buen vino que nos regala en cada Eucaristía Cristo como hiciera en aquellas bodas entrañables de Caná de Galilea.

Iniciamos una semana única, muy esperada y preparada porque como a aquel Principito le explicaba de un modo tan pedagógico su nuevo amigo el zorro, en la célebre obra de Saint Exupéry, somos muy conscientes de que ya en la espera de la venida del amigo encontramos la alegría, y más si el amigo viene a salvarnos. Pues bien, esa espera la ha constituido precisamente para todos nosotros la preparación de este tiempo de Cuaresma. Así estos cinco domingos cuaresmales nos ha traído en el tiempo a dónde ahora estamos, haciéndonos recordar de dónde venimos y permitiéndonos mostrar a los demás quienes somos, sin tibiezas a la hora de confesar y celebrar públicamente nuestra fe, publicidad ésta que extrañamente parece herir sin embargo hoy día a algunas almas selectivamente sensibles.

En tiempos donde afortunadamente todos los puntos de vista han de ser tenidos en cuenta y todos los derechos defendidos, incluidos algunos más bien tristes, que tristes han de ser los derechos en cuya defensa se pone a morir a un indefenso niño no nacido, al que por negar se le niega hasta el mismo título de "niño", el mostrar públicamente la fe en el único Dios de la vida parece ser curiosamente algo cada vez más controvertido.

Quizás deberíamos explicar a estos hermanos, en primer lugar que lo son, son hermanos, y así los consideramos, aunque no pertenezcan, ni quieran, ni comulguen con este rebaño. Deberíamos aclararles que para nosotros es imposible el no hacer pública nuestra fe porque la fe si es fe verdadera no se oculta, sino que se vive y se muestra, aunque jamás se imponga, como hacen talibanismos, yihadismos y laicismos radicales varios. Y es que ahora por llamar, parece que se llama fe a cualquier cosa, y por defender se defienden hasta ideales tan rancios que llegan a impulsar a manipulados jóvenes a asaltar capillas mientras los que los azuzan se quedan, seguros, en un segundo plano, bueno o los pillan en un primer plano indeseado y así sin esperarlo son condenados.

Deberían de conocer estos queridos hermanos nuestros, aunque no se sumen a la fiesta, el porqué nosotros este 27 de marzo de 2016 celebraremos una vez más la fiesta mayor más maravillosa que un ser humano pueda celebrar. Una fiesta que nos recuerda que Alguien nos quiere tanto que después de habernos creado por Amor y solo Amor, por Amor no nos abandona ante el desastre del pecado sino que se encarna y en el Hijo se hace hombre en cada ser humano para, desde nuestra misma humanidad, abrazarnos y así poder salvarnos.

Dios, en Jesús de Nazaret su hijo, nos regaló lo mejor que nos podía dar porque nos regaló su amor hasta dar la misma vida y además nos regaló la Eucaristía, para que podamos retenerle con nosotros, y por regalar también nos regaló a los Sacerdotes, para que sigan recordando lo que Jesús hizo y dijo despidiéndose aún sin haberse marchado.

Seguro que a todos nos gusta recibir regalos y darlos, ¡como no!, pero todos sabemos que es precisamente el cariño que se pone en los regalos lo que más valoramos, lo que vale más que todos los regalos juntos. Si una persona que te quiere te regala un beso, con él ya te ha entregado todo su amor. Si un amigo te invita, ya te ha entregado su amistad. Si Jesús nos entregó su cuerpo y su sangre, es que nos ha regalado también su vida y ha muerto para que también nosotros vivamos eternamente por él, con él y en él.

¿No os dais cuenta? cada regalo de Jesús es como si viniese con una dedicatoria personalizada, "Es para ti, con cariño de tu mejor amigo: Jesús... ojalá os améis tanto entre vosotros como yo os he amado".

Por eso no se puede estar rodeado de amor, y rebosar egoísmo, no se puede recibir calor, y sentir frío, no se puede comulgar y retener a Jesús sólo para nosotros porque hay que comunicar amor y calor y compartir todo lo que somos y tenemos. Por eso celebramos la Semana Santa públicamente porque el amor, el calor, el pan y el vino, ..... son de todos. Y mientras no llegue para todos, y lo repartamos entre todos Jesús seguirá muriendo. Como muere en cada campamento de refugiados, ese rosario de topónimos como Igoumenitsa, Idomeni, Lesbos, Mitilene antes desconocidos para muchos y ahora casi tan manidos como olvidados. Un día le pedirán cuentas a esta Europa de mercancías y mercaderes sobre lo que hacíamos nosotros mientras los niños y sus familias, no importa de qué credo, simplemente morían esperando una ayuda que nunca llegó. Porque en cada alambrada acerada y lacerante está Cristo colgado y de nuevo crucificado.

Y por eso la Iglesia que es Madre, y madre buena, nos ha querido regalar una semana especial en la que recordemos, vivamos y celebremos todo este memorial que nos ayuda a experimentar la realidad tan maravillosa de un Dios cercano, que es una experiencia tan grande que las meras palabras no bastan para abarcarla y por eso necesitamos más, necesitamos gestos, signos, rezos, olores, cirios, procesiones, emoción, pasos de Semana Santa.

Y me pregunto ahora hermanos ¿cómo contaros una historia tan sabida y ya tantas veces contada?, porque la historia que esta semana revivimos viene de muy antiguo. De hecho la cosa la cosa comenzó de modo inesperado un viernes 7 de abril del año 30, hace ya 1986 años cuando un héroe, sin rayos láser o espada, que es el protagonista de la mejor película de nuestra vida, un súper héroe que no vestía capa sino andrajoso manto púrpura de burla, fue coronado de espinas en una ciudad tres veces Santa.

LOS PROLEGÓMENOS

La cosa estaba muy revuelta en Jerusalén. La verdad es que desde hacía algo tiempo el asunto no parecía pintar nada bien para aquella pandilla extraña que seguía a un más extraño Galileo que había tenido la osadía de afirmar que en su corazón latía Dios. ¡Ay aquellos hombres del norte, decían algunos en Jerusalén, qué cosas defendían, ¡que Dios se había encarnado, qué locura!, sería el calor de Galilea, sería, que en ellos hacía mella!

Y si echásemos una mirada atenta a los miembros de aquella curiosa pandilla, desde luego la cosa pintaba mal, pintaba fea...

LA EXTRAÑA PANDILLA

Había un tal Felipe con tal empanada mental que es que no se enteraba absolutamente de nada. Dos hermanos geniudos Juan y Santiago a los que llamaban los hijos del trueno y que para más INRI, nunca aquí mejor dicho lo de INRI, llevaban a la madre de manager, la cual aprovechaba cualquier momento para pedirle al Señor, pues eso, puestitos de preferencia para sus retoños en el nuevo reino que al parecer instauraría. Y eso que sus hijos no habían cursado ningún master y eran pescadores rasos. Entre ellos no faltaba incluso un amigo proto traidor llamado Judas, quien por cierto ejercería como tal de un modo consumado, y otro amigo que aún siendo amigo de verdad le negaría, ¡vaya joya!, testarudo como él solo, haciendo honor a su nombre de piedra, tan dura seguramente como su mollera curtida por el sol. Éste era Pedro el hermano de otro seguidor llamado Andrés que en realidad fue quien primero había encontrado al Señor. No faltaban tampoco algunas mujeres exaltadas e inteligentes, intrépidas y aventureras que no se resignaban a su papel de mujeres hacendosas de su tiempo. Destacaba una tal María de Magdala, tan voluble un tiempo como ahora tan cristianamente entera. Estas mujeres desde luego no se resignaban a su papel doméstico de coser y bordar tras celosías. De vivir hoy día seguro que querrían pilotar aviones, dirigir empresas y hacer tantas cosas que las mujeres en igualdad de condiciones pueden hacer igual o mejor que los hombres, que el sano feminismo - que no el otro - no comenzó el otro día, y ya está incluso presente en la Biblia.

El elenco sui géneris lo completaban algún que otro terrorista anti romano, un funcionario de Hacienda en excedencia llamado Mateo y una maravillosa madre coraje, humilde, callada y sufriente mujer de Nazaret, cuyo nombre era María, María de Nazaret, a secas. Y entre tanto adulto sobresalía de modo especial un joven inocente, Juan, casi un niño que solía escaparse de su casa cada sábado, puede que a escondidas de sus padres, para acudir a aquellos maravillosos macro botellones místicos que un tal Jesús de Nazaret organizaba entre los olivares de Getsemaní, junto a una antigua almazara, a un escaso tiro de piedra.

Aquella semana habían venido todos de Betania, donde Jesús paraba en casa de tres hermanos, dos chicas y un chico un poco “pijos”, ricachones vaya, pero muy queridos, tan queridos que al chico hasta le había devuelto en una ocasión la vida, tras llorar su muerte no con pocas lágrimas. Ahora los cuatro, ellos y Jesús, no se separaban. Le acompañaron también aquel domingo cuando entraba a lomos de un borrico aplaudido y jaleado por todos a través de la llamada Puerta Dorada.

LA DOLOROSA PASIÓN

Ahora entraban a la ciudad por otra puerta llamada "la puerta del agua", donde hoy se halla San Pedro in Gallicantu, y se dirigieron a una casa de la parte alta para celebrar allí en el segundo piso la esperada y entrañable cena de la Pascua. ¡Pero qué maravillosa cena fue aquella en la que hubo regalos para todos, hasta un lavatorio de pies a Pedro! y cuando Jesús pronunció su bendición sobre aquel pan y aquel vino, ya nada sería igual en el futuro de la humanidad, porque ahora en aquel pan era Dios mismo, os dais cuenta amigos, ¡era Dios mismo quien se nos regalaba!

Tras la alegría de la cena, cruzaron el torrente Cedrón y todos juntos se fueron a orar al aquel sitio que al Maestro tantísimo le gustaba. Cuántas noches habían pasado allí, pero aquella noche estaba escrito que no sería una de tantas. En Getsemaní había una antigua almazara y de ahí su nombre, “gatse-maní”, la "prensa de aceite". Allí como solía hacer les instó a rezar, pero ellos no pudieron, se durmieron por el cansancio de la vida y del momento y no pudieron (o quisieron) velar con él. ¡Qué ingratos amigos y qué solo se sintió entonces nuestro nazareno! Llegó a sudar hasta sangre de la angustia, del horror, del miedo, que si en su corazón latía Dios, su humanidad en él presente no era menos. Vinieron a por él y aquel infausto Judas con ellos. ¡Pero qué beso más feo y triste, casi de sapo, fue el que el traidor plantó en la mejilla a su Maestro, entregando así a un hermano y al mismo Hijo de Dios bajado del mismo cielo!

Lo llevaron ante Caifás, aquel Sumó Sacerdote ciego a la verdad que no dudó en condenarle, sin justicia y sin remedio. Pero no podían matarle, ellos no, según la ley romana. Y por eso de Caifás pasó a Pilatos, de Pilatos a Herodes y de Herodes a Pilatos de nuevo. Maldito aquel que se lavó las manos, ¡pero qué torpe, qué ciego fue, desentendiéndose de aquel hombre justo al que hasta su mujer Prócula reconoció como Santo! Entonces le mandó azotar y le dejó hecho un Ecce Homo, pero de nada sirvió, porque aquel pueblo odioso quería aún más sangre y deseaba ver morir al reo.

EL DRAMÁTICO MOMENTO FINAL

Le habían azotado tan cruelmente que en su boca todo le sabía a sangre. Luego le pegaron aún más y se burlaron de ÉL y le escupieron aquellos malvados soldados que con él jugaban al cruel juego llamado "Basileos". Le pusieron un casco de espinas que le destrozo la piel de su cabeza, y le cubrieron con un manto andrajoso. No había dormido, tenía fiebre y tiritaba de frío. No había comido ni bebido nada y estaba muy débil. Se lo llevaron fuera de la ciudad, como a los malhechores que le acompañaban.

Ahora iban a matarle atravesando sus manos y sus pies con unos enormes clavos que le sujetarían a un madero. Lo sabía. Pero antes aún le hicieron llevar sobre sus hombros hasta el lugar de su ejecución aquel pesado travesaño. Era fuerte porque era un hombre sano acostumbrado al trabajo duro de TEKTON... piedra y madera, era un obrero artesano. Pero ahora ya no podía más y se caía. Su mirada se cruzó con la de un tal Simón de Cirene, el padre de Rufo y Alejandro. La vida de aquel cireneo cambió para siempre. A llegar al lugar le desnudaron totalmente, otra humillación para ÉL que era judío. Sin miramientos le clavaron los pies y las manos al madero. Su cuerpo era ahora puro dolor, un dolor tan intenso que le nublaba la vista pero no el sentido: "Padre perdónales... porque no saben lo que hacen". Pero sí, sí que lo sabían aquellos mal nacidos. Cuando le levantaron en la cruz pudo ver la ciudad Santa rodeada de murallas, aquella ciudad que tanto quería y que ahora le mataba... Aún tuvo tiempo de abrazar a Dimas con la mirada desde su madero y prometerle el paraíso... Luego miró a Juan y a su Madre ... y la hizo Nuestra.

Y entonces ya no pudo más... dio un fuerte grito de dolor, de pena, de pura humanidad desgarrada y entregó su vida a QUIEN se la había dado...

Y a mí, hermanos, casi se me arrasan ahora los ojos en lágrimas mientras os leo esto porque yo le conozco muy bien, porque yo soy de su familia, porque yo estaba allí... y tú y todos los cristianos que aquí estamos y le seguimos... y le queremos...

¡Cómo no vamos a poder procesionar su precioso cuerpo muerto, cómo no vamos a poder mostrar al mundo la grandeza de su entrega mis queridos hermanos cofrades del Cristo de la Piedad de San Félix de la Parroquia de Lugones! ¡Cómo callar cuando hasta las piedra del camino querrían gritar ante tanto dolor, tanta muerte, tanto atropello!

Ahora ya se acabó el dolor para ÉL, su cuerpo destrozado yace inerme sobre la fría piedra de un sepulcro...

Y LA MADRE ESTABA ALLÍ…

Y mis queridos cofrades de la Soledad, allí, al pie de la cruz estaba María, junto a su niño. ¡Y allí estáis ahora con ella cada año, qué Dios os lo pague!

A aquella Madre le volvían a poner a su Niño en brazos,... ¡pero qué diferente esta escena de aquella de Belén! En el establo, bendito albergue improvisado, un tembloroso José de Nazaret le había puesto en sus brazos a aquel niño pequeñito y ensangrentado, recién nacido, al que ella fue limpiando y cubriendo con besos amorosos de madre. Ahora también se lo pone en brazos otro José, el de Arimatea, y ella también cubre al hijo de besos... porque sigue siendo su Niño ... y ahora también está ensangrentado, ensangrentado, frío, destrozado y muerto... Y María se acuerda de aquellas primeras noches tan felices acunándolo, ¡acunando a Dios! mientras José los miraba a ambos arrobado.
Ahora abraza al Hijo muerto y le susurra al oído de nuevo aquellas nanas de antaño, las que calmaban al Niño mientras dormía en sus brazos.

¡Duerme mi Niño, duerme mi dulce Jesús... shhhh, ya pasó, ya pasó... ya nadie te hará más daño!

Y se le rompe el corazón con siete cuchillos clavados, porque ¡no hay dolor más grande que el de esta Madre Nuestra acunando al Hijo muerto en su materno regazo!

¡Madre de la Soledad, Madre del llanto, como no sufrir contigo, como no acompañarte y llevarte en andas, si pudiésemos volando, para llevarte al encuentro glorioso con tu hijo resucitado!

EL OTRO NAZARENO, TAMBIÉN NUESTRO…

Y no puedo ni quiero terminar este pregón sin dejar de recordar al gran Santo que hoy celebramos. La verdad es que aunque sé que no puede ser, en cada Semana Santa suelo echar de menos un paso o al menos unas simples y humildes andas para llevar tras nuestro NAZARENO a este otro nazareno que también es nuestro, y a quien hoy festejamos, de quién sabemos muy poco y de quien ahora comparto con vosotros, ya para terminar, cómo yo me lo imagino.

Vivía muy cerquita de la casa de los padres de María, a escasos metros, un poquitín más arriba, en aquel pequeño villorrio de Nazaret en Galilea. Su hogar era sencillo pero digno. No en vano su profesión de TEKTON, artesano de la piedra y la madera, le cualificaba de modo especial para la construcción y la carpintería. Aunque los evangelios apócrifos y leyendas posteriores le retrataron como a un anciano protector, seguramente era joven, muy joven y muy enamorado de su aún más joven vecina “Myriam”.

Joaquín y Ana, los papás de María, le verían con muy buenos ojos como futuro esposo para su hija porque era bueno, trabajador cualificado y piadoso judío, lo que se diría hoy día todo un estupendo partido.

Tal como era su ferviente deseo, acabó prometiéndose con María, cuando los padres de ambos decidieron, según la tradición, arreglar de común acuerdo el desposorio.

Pero todavía no estaban casados y por eso él, muy discretamente, la miraba pasar todos los días camino de la fuente y cuando nadie le veía (por aquello del que dirán tan propio de los pueblos pequeñitos), salía corriendo a su encuentro al retorno del alejado manantial. Con delicadeza la rescataba del peso de aquel enorme cántaro de barro que a duras penas María transportaba sobre su cabeza. Ella entonces le sonreía tímidamente y le miraba por un breve instante a los ojos.

A él entonces se le llenaba el alma de aquella mirada limpia mientras miles de mariposas parecían revolotear en su estómago. La verdad es que a José se le hacía eterna aquella espera, ¡cómo la quería, qué enamorado estaba de ella!, ¡cuándo llegaría el día en que por fin podría ir a buscarla para llevarla a su casa y formar, ya para siempre, una bendita y enamorada familia, su familia!

Aquel joven nazareno entonces aún desconocía que sí, que formarían una familia, pero desde luego no como él la esperaba, porque la suya sería nada más y nada menos que la "Sagrada Familia".

Cuando El Espíritu Santo hizo acto de presencia en sus vidas, lloró desconcertado al no entender lo que pasaba. Más tarde fue, soñando, cuando entendió, confió y al fin comprendió todo aquello que les ocurría. Se fue a buscar a María, ya embarazada, la abrazó y la hizo su esposa. Y fue entonces cuando él dijo también, "sí Señor” - como su esposa María - “hágase en mi vida tu Palabra ... y que no se haga la mía”.

Cuando nació aquel precioso niño, “su niño”, aunque no fuese fruto de su carne, le quiso con absoluta locura. Y el niño le quiso a él con la ternura con se quiere a un padre terreno, así que aquel primer “papá” que El Niño pronunció mientras le sonreía, le traspasó el corazón de una alegría infinita. Y jugaba con Él, y le abrazaba, y le besaba las manitas y le mordía cariñoso las orejitas mientras dormía. María solía regañarle dulcemente porque a veces el carpintero le despertaba al Niño con aquellas carantoñas y ternuras suyas de joven padre embelesado.

En ocasiones, ya en aquellos primeros días en Belén, mientras María agotada dormía profundamente, el nazareno se levantaba sigiloso y tomaba al Niño en brazos de aquella cunita improvisada que él mismo le había construido. Con sus fuertes manos de artesano, abrazaba con suave ternura masculina al Niño recién nacido. Se lo acercaba a su corazón y luego le llenaba de besos, siempre temeroso de pincharle con sus jóvenes barbas.

Una noche, a la débil luz de la lamparilla de aceite, cuando estaba más embelesado que nunca en la contemplación de su Niño, y con el rostro muy cerca del de la criaturita, Jesús abrió los ojos y pareció mirarle. Al galileo se le abrió la boca de admiración mientras sus ojos se encontraban. De pronto El Niño, en un gesto inesperado, levantó la mano hacia su cara y comenzó a acariciarle la barba y las mejillas. Al recordar entonces a quien tenía en brazos, y que no era sino a Dios a quien mecía, el joven nazareno sintió de nuevo en su estómago aquellas mismas mariposas que le hacían cosquillas al mirar a su esposa María.

Entonces El Niño le sonrió abiertamente mientras le seguía mirando con aquellos despiertos ojos suyos que, de no ser por su tierna edad, hubiesen parecido inteligentemente agradecidos. Al joven galileo le comenzaron a fluir las lágrimas mientras le devolvía la sonrisa al Niño, le acercaba más contra su pecho protector y le cubría la carita de besos. El Niño le tomó su dedo índice, lo aferró de modo instintivo y terminó durmiéndose, con aquella celestial sonrisa en su boca, al amparo del calor del cuerpo de aquel que no siendo su padre su Padre del cielo le había regalado.

Luego con los años, al atardecer y siempre después de aquellas largas y calurosas tardes de verano del norte en Galilea, era estampa habitual ver por Nazaret al joven con su Niño "a recostines" como diríamos en asturiano, correteando por aquellas mal empedradas calles, cuesta abajo y cuesta arriba, entre las risas de los otros niños y la sonrisa cómplice y divertida de María que contemplaba aquella escena mientras su corazón se derretía...

Nadie imaginaría jamás que en aquel rincón del mundo se hallaba el hombre más feliz de la tierra, el único hombre que podría presumir en un discurso ante la ONU de haber acunado a Dios y de haberle cambiado los pañales. Ese hombre es José, San José de Nazaret el Joven padre a quien hoy celebramos y que tuvo la suerte de criar y arrullar a Dios en su carpintería.

A buen seguro que Jesús el Cristo le habrá ya devuelto en un porcentaje infinito las carantoñas que aquí en la tierra le prodigó siendo Niño, porque ahora ya es la mano de Dios la que le acaricia el rostro eternamente ... y sus santas barbas nazarenas!
¡Feliz día del Padre a todos y enhorabuena a los Josés, Pepes y Pepas y Josefinas.

¡Hermanos muy feliz y muy Santa celebración de la Semana Santa! ¿os dais cuenta?.. ¡pero qué grande es ser cristiano!

Constantino Bada Prendes  

Entrevista al Director de la Casa Sacerdotal Diocesana de Oviedo


«La Casa Sacerdotal debe ser lugar de encuentro para los curas, no de paso»

«Quiero crear la Asociación de Amigos de San José, una red de sacerdotes y voluntarios para colaborar con la Casa»

Jesús García Valle Director de la Casa Sacerdotal

Recibe a EL COMERCIO en la Casa Sacerdotal, en el Oviedo Antiguo. Son las 11.30, pero a Jesús García Valle le surge un imprevisto. Un sacerdote se siente indispuesto y tiene que acompañarle al médico. Lo resuelve con la ayuda de otro cura. Un goteo de gente traspasa la puerta principal de la Casa, su director está al tanto de todo, móvil en mano. Está contento. Desprende alegría y tiene claras sus intenciones en este cargo estrenado hace medio año: abrir la Casa Sacerdotal y dotarla de nuevas actividades.

Pasó su vida prácticamente en oriente asturiano.

Nací en Villaviciosa y me ordené en 1978. Estuve en parroquias de el Cares, en el concejo de Cabrales. Después de coadjutor en Ribadesella, también en el concejo de Ribadedeva como cura párroco de Colombres, y estos últimos años llevando unas parroquias en el concejo de Villaviciosa.


Regresó a sus orígenes.

Sí. Soy hijo único y mis padres requerían las atenciones propias de ser mayores, asistirles y acompañares en todo lo que precisaban. Fue una fortuna disfrutar con ellos los últimos años de su vida, fue una gran satisfacción. La pérdida de mi madre supuso para mí... (silencio) una gran falta. Te hace ver las cosas de otra manera.

A pesar de la fe.

Sí. No tiene nada que ver. Los sentimientos son los sentimientos. Y sentir es amar, y la pérdida de los seres queridos es un sentimiento de dolor.

¿Cuándo llegó a Oviedo?

El 15 de septiembre se dio a conocer la noticia de que era el nuevo encargado de la Casa. Me presentaron a las personas encargadas de ella, a los sacerdotes residentes, fue una mañana maratoniana.

¿Qué balance hace?

Positivo.

¿Contento?

Sí, pero también es un poco pronto para echar las campanas al vuelo (ríe). Son los comienzos. Es una casa muy voluminosa. Tiene tres capillas, a cual más bonita.

Mucha gente viene a encargar misas, pero ¿se puede asistir a ellas?

No es costumbre, habitualmente no. Los domingos hay misa a las 11 en la capilla mayor, y estaría bonito que la gente viniese. Es una misa súper, por lo bien que lo hacen en las oraciones, en los cantos, concelebrando todos... Es una misa de mucha devoción por parte de los sacerdotes, que se vive de verdad.

¿Qué más hay?

Dos comedores, una gran azotea, 70 habitaciones. Tiene también enfermería, ahora con seis sacerdotes en esa planta. Sufren algo de demencia y problemas de movilidad.

¿Cuántos sacerdotes viven en este momento?

54. Hacen falta cubrir unas 15 plazas.

¿No hay demanda?

Esta Casa se hizo en unos momentos en que había muchos sacerdotes en ejercicio en la diócesis, y ahora hay muchas habitaciones desocupadas y hasta otras dependencias que no están utilizadas y hay que pensar en darles uso.

¿Por ejemplo?

Tenemos un salón de actos muy grande y está sin actividad. También hay unos baños y una especie de bar-cafetería.

¿Qué le gustaría que acogieran?

Es una pena que no haya actividad, quizá se pueda ofrecer para charlas, conferencias o reuniones.

¿Qué tiene que hacer un sacerdote para vivir aquí?

Solicitarlo, formalidades propias.

¿Hay que estar retirado?

Sobre todo, la Casa es para prestar atención a los sacerdotes mayores, retirados, que precisan la compañía, el cuidado personal, las comodidades, la asistencia médica sanitaria, el descanso, la distracción y la vida espiritual. Pero la Casa también ofrece el servicio de comedor y alojamiento para sacerdotes externos, que quieran venir a comer o quedarse y que prefieran estar aquí cómodos. Es una función muy importante para los sacerdotes en activo.

¿Cuál es su función como director?

Coordinar ese ensamblaje del personal trabajador, comunidad religiosa y sacerdotes; también, el cuidado de los sacerdotes, un cuidado que responde a la acogida, al acompañamiento y a la vigilancia.

¿Cuántas hermanas les acompañan?

Tenemos cinco Dominicas de la Anunciata, hacen labores ocupacionales y de encargo del servicio de la personal, llámese la cocina, de ornamentación, lavandería... Viven aquí en la planta baja.

También el arzobispo emérito.

Sí. Fue su cumpleaños el 26 de febrero y también vive aquí, don Jesús, el arzobispo. Tiene su piso independiente en la Casa.

¿Dispone de algún cuidado especial?

No, don Jesús es muy sencillo, muy humilde, quiere ser uno más con los sacerdotes, no quiere ninguna distinción, al contrario, aunque se lo merece procura pasar siempre desapercibido como un humilde siervo.

Hay 14 sacerdotes que superan los 90 años.

Sí, así que la Casa Sacerdotal responde, porque cuando llegan a los 90 y pasan de los 90 es que los cuidan y tratan bien. Es una llamada al resto: ¡vengan ustedes para acá que aquí larga vida, muchos años!

Usted quiere animar la Casa Sacerdotal. ¿Qué ha hecho en estos meses?

Hemos querido animar la convivencia con algún aliciente o actividad. Hemos tenido un amagüestu en la temporada otoñal, con castañas y sidra. En tiempo de Navidad, un concierto de la Schola Cantorum de la Catedral, y por último la visita de los Reyes Magos que nos han traído a todos un obsequio y mucha ilusión. Son todo novedades

¿Y entre sus proyectos?

El jueves eucarístico para pedir por las vocaciones, que consiste en la exposición del Santísimo entre cinco y media y ocho y media. Tres horas de adoración y contemplación. Nos encanta. Los sacerdotes de la Casa Sacerdotal son muy piadosos, pasan mucho tiempo en el oratorio haciendo oración. La exposición del Santísimo será a partir de la próxima semana y todos los jueves, día sacerdotal. A largo plazo, la creación de la Asociación de Amigos de San José, es decir crear una red de sacerdotes y seglares para colaborar, ayudar y aportar a la Casa Sacerdotal, y que pudiese surgir un voluntariado con vocación y cualificación para dedicar tiempo a estar con los sacerdotes. El tercer proyecto, comentado ya, es la disponibilidad de la Casa, comedor y habitaciones, para sacerdotes con cometidos pastorales. Quiero que la Casa Sacerdotal sea un lugar de encuentro para los sacerdotes, como casa diocesana, y no un lugar de paso o de futuro.

La Casa Sacerdotal está en pleno Oviedo Antiguo, repleto de bares.

Vivimos en el casco histórico con estas calles solitarias, con estas luces que invitan a hacer ese paseo por la historia de Oviedo. Nosotros estamos ubicados al lado del Conservatorio, de la comunidad Hijas María Inmaculada que se dedica a los inmigrantes, de la Cocina Económica... somos un vecindario muy plural.

Pero también están los bares.

Cuando ocurre la movida, la gente de la Casa está recogida. Me entero yo cuando salgo a correr a las siete de la mañana y es cuando me encuentro...

A jóvenes aún de juerga.

Bueno, de juerga o de regreso.

¿Cómo lo ve?

Son las formas de vida propias de este momento, así lo entiendo. Pienso que son jóvenes universitarios que entre semana cumplen con sus obligaciones y el sábado van con sus amigos a lo que les gusta. Ese es mi pensamiento. Lo que podríamos preguntarnos es si este tipo de diversión es la más sana, pero solo preguntarnos, porque cómo vamos a enjuiciar, están unas familias, una sociedad y ellos mismos... Todos pasaron por estos años, luego llega el momento en que van acabando la facultad, se echan moza y esos años se acabaron y a otra cosa. Trato de hacer una lectura positiva. Lo que me pregunto es cómo se puede compaginar esto con la falta de vocaciones. Viendo la vida de los jóvenes, nosotros estamos a mil años luz. Nuestros ideales en este momento no son ni interrogación ni motivación para los jóvenes. Son vida paralelas.

A las siete de la mañana es testigo directo de los restos de suciedad que conlleva, en ocasiones, la movida.

El aspecto desagradable para mí es la agresión al medio, al entorno. Yo creo que el casco histórico sufre permanentemente. Todas las mañana, cuadrillas del Oviedo ecológico están encharcando, no limpiando, las calles para que cuando amanezca la ciudad no se vea lo que pasó. Y luego están todos los montajes que se hacen, es como ponerle una pistola a un santo.

Actualmente, algunos políticos no apoyan la Iglesia.

En sus enseñanzas, la Iglesia ya ha dicho que con las autoridades independencia y mutua colaboración. Estamos llamados a entendernos y no hacer cosas excluyentes. También la religión es algo público que se manifiesta, precisamente, en nuestros monumentos, obras de artes, y que eso manifiesta las raíces de nuestra historia, la dimensión religiosa que tiene todo hombre. Y como se apoyan otras cosas, deportivas, culturales, recreativas, festivas, por qué no a la comunidad católica que es mayoría, qué hay de malo. Además que los dineros que destinan son ridículos con relación a otros gastos. Qué bien está entenderse. Y hacer las cosas fáciles.

Celebrar la Semana Santa en verdad. Por el Cardenal Antonio Cañizares


Entramos dentro de la Semana Santa con veneración y asombro, con fe, esperanza, gratitud por tanto amor que Dios nos muestra y entrega en su Hijo; entramos con sentimientos de piedad y gozo porque sabemos que ha llegado “la hora de la verdad”, la hora de Dios y de la esperanza que no defrauda.

En ella contemplamos y vivimos, con particular intensidad, el Misterio de Jesucristo, que estos días actualiza la Liturgia y se expresa plásticamente en la piedad popular. En los templos y en las calles, en los corazones de cada fiel cristiano, se intenta que sean días de fe reavivada por la escucha de la Palabra de Dios, la lectura de la Pasión de Cristo, la contemplación de su rostro y de su cuerpo escarnecido colgado del madero o glorioso triunfador de la muerte.

Se trata de vivir con piedad religiosa, en estos días santos, los misterios que son el fundamento de nuestra fe junto con la Encarnación y venida en carne del Hijo del Dios, Jesucristo, el centro y la cima de toda la historia humana, la clave y el sentido de todo. Con hondo y sincero fervor habrían de ser vividos los misterios acaecidos en Jerusalén en tiempo de Poncio Pilato, que han cambiado la faz de la tierra y la han hecho brillar con la luz inextinguible de la redención que se extiende a todos los hombres y pueblos.

En la acción litúrgica, o en las visitas al “Monumento” donde se encuentra el Señor Sacramentado, o en las vigilias de oración, en los “Via Crucis” que se hagan, en las procesiones o en otras manifestaciones de la piedad popular, en los momentos intensos de oración sencilla y auténtica, o en las obras de penitencia y de caridad de estas jornadas, necesitamos que Dios nos ayude para que nos llenemos de cuanto estos días celebramos, es decir: de la fuerza vivificadora que procede de la Cruz y de la Resurrección del único Nombre, Cristo, que se nos ha dado a los hombres para la salvación de todos.

Que Dios nos conceda el vivir estos días en un ambiente de oración intensa y verdadera, en adoración humilde y en acción de gracias, en plegaria confiada por las necesidades de todos para que a todos alcance la alegría de la salvación, en contemplación de tanto amor por nosotros, para que de ahí saquemos amor para amar con ese mismo amor que, en derroche de gracia y sabiduría, vemos y palpamos en los misterio de la Pascua.

Que venga a nosotros el auxilio de la gracia divina para que sea una Semana Santa celebrada en verdad, Semana que sea arranque y aliento para el resto de las semanas, vivida en conformidad plena con la verdad auténtica que en ella se contiene: la del amor de Dios que nos ama hasta el extremo para que su amor esté en nosotros y nos amemos como Él nos ha amado en su Hijo aclamado por los pequeños, los niños y sencillos con palmas y ramos de olivo en su entrada en Jerusalén, hecho pan y vino –cuerpo y sangre– partido y derramado por nosotros, traicionado, acusado injustamente, apresado y llevado a los tribunales inicuos, condenado y ajusticiado como un malhechor, con los hombros cargados y abrumados por nuestros delitos, colgado del madero de la cruz fuera de la ciudad, sepultado en un sepulcro que ni siquiera es suyo, resucitado, triunfador de la muerte, piedra angular sobre la que únicamente se puede edificar una humanidad nueva.

Para celebrar con verdad la Semana Santa, estamos llamados a vivir de manera especialmente fuerte la caridad que brota del costado abierto de Cristo y de su Cuerpo entregado, con obras de caridad significativas, con limosnas, con visitas a los enfermos y a los pobres y desamparados. No podemos olvidar que el Jueves Santo, día de la Institución de la Eucaristía o memorial del que se entrega por nosotros habiendo amado hasta el extremo a los suyos, es el Día del amor fraterno, inseparable de los demás días de esta Semana: forma una unidad con ellos. Como la Cena del Jueves Santo en que Jesús lavó los pies a los discípulos y nos dejó el testamento como alianza nueva y eterna de ese amor entregado por todos los hombres, toda la Semana y todo el año no debería ser otra cosa que expresión y realidad viva de su mismo amor: hacer lo mismo que Él ha hecho y nos ha dejado.

Corazones, miradas, pensamientos y deseos de los cristianos, estos días, se recogerán en un interior contemplativo, mirando a la cruz, oteando la alborada de la mañana de Pascua en la que quedan rotas todas las cadenas y amenazas de mal y de muerte que pesan sobre la humanidad entera, en estos momentos de oscuridad que nos envuelve. Junto a los “Pasos de Pasión” estos días desfilan también inseparables, como un largo “via crucis” o un eterno calvario –siempre el mismo–, tanto sufrimiento y tanto horror, tanta herida y tanta sangre, tanta muerte y tanta amenaza de aniquilación, tanta injusticia y tanta violencia, como aqueja hoy nuestro mundo, como se ceba en todos los crucificados con Cristo a lo largo de los tiempos de nuestro propio tiempo.

¿Qué se puede hacer?

“Los Evangelios cuentan que a un hombre, llamado Simón, ‘le obligaron a llevar su cruz’ y que había algunas mujeres que los seguían, llorando, a lo largo de todo el camino hasta el lugar de la crucifixión. La tradición narra que una mujer, de nombre Verónica, enjugó el rostro de Jesús con un lienzo. El Evangelio de San Juan nos dice que ‘junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena, así como el discípulo a quien El quería’. Los fieles no abandonaron al Hijo de Dios escondido en el Hijo del Hombre que sufría. También para nosotros, Jesús en la Cruz se convierte en la prueba de nuestra fe y en el juicio de Dios sobre nuestra conducta” (Juan Pablo II).

Celebrar, en consecuencia, la Semana Santa en verdad reclama unirnos a Cristo crucificado, unirnos en Él y con Él a los crucificados y sufrientes de nuestro tiempo, a las víctimas de la violencia, a los que padecen el desamor, para mostrarles el amor redentor, para que puedan “ver” a Jesús, que ha dado su vida por ellos y quieren conocerlo, verlo y palparlo, como nosotros lo hemos visto y palpado en su cercanía de infinita compasión, misericordia y amor por todos. Que esta Semana sea muy santa, es decir, llena de fe y de amor, abierta a la esperanza.

sábado, 19 de marzo de 2016

HORARIOS SEMANA SANTA LUGONES 2016


DOMINGO DE RAMOS:
11´00h.: Misa de niños y bendición de Ramos en la Iglesia
12´15h.: Bendición de Ramos en el Parque de la Iglesia
12´30h.: Misa Mayor

MARTES SANTO:
11´00h.: Misa Crismal en la Catedral de Oviedo
19´30h.: Misa en la Parroquia

MIERCOLES SANTO:
18´00h.:Celebración Comunitaria de la Penitencia (con Confesores)
19´30h.: Santa Misa

JUEVES SANTO: 10´30h.: Laudes en la Iglesia
17´00h.: Misa de la Cena del Señor
19´30h.: Hora Santa y turnos de Vela del Santísimo Toda la Noche   

VIERNES SANTO: 11´30h.: Laudes en la Capilla del Buen Suceso
12´00h.: Vía Crucis desde El Carbayu a la Parroquia
17´00h.: Oficios de la Pasión del Señor
18´15h.: Procesión del Santo Entierro (Cristo Yacente)
21´00h.: Procesión del Silencio (Ntra. Sra. de La Soledad)

SÁBADO SANTO: 08´00: Rosario de La Aurora desde la Calle Río Nora
13:00h.Conferencia la Experiencia de Cristo Resucitado en la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús. Por Gonzalo Suarez Menendez, Párroco de Figaredo (Mieres)
21´00h.: Vigilia Pascual
(tras la Vigilia “Chocolatada”)

DOMINGO DE RESURRECCIÓN:
11´00h.: Misa de Niños
12´30h.: Misa Mayor (tras la misa Vino Español)

Evangelio del Domingo de Ramos



Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas (22,14–23,56):

En aquel tiempo, los ancianos del pueblo, con los jefes de los sacerdotes y los escribas llevaron a Jesús a presencia de Pilato.
No encuentro ninguna culpa en este hombre
C. Y se pusieron a acusarlo diciendo
S. «Hemos encontrado que este anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos
al César, y diciendo que él es el Mesías rey».
C. Pilatos le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».
C. El le responde:
+ «Tú lo dices».
C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente:
S. «No encuentro ninguna culpa en este hombre».
C. Toda la muchedumbre que había concurrido a este espectáculo, al ver las cosas que habían ocurrido, se volvía dándose golpes de pecho.
Todos sus conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se mantenían a distancia, viendo todo esto.
C. Pero ellos insitían con más fuerza, diciendo:
S. «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde que comenzó en Galilea hasta llegar aquí».
C. Pilato, al oírlo, preguntó si el hombre era galileo; y, al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes,
que estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días, se lo remitió.
Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio
C. Herodes, al vera a Jesús, se puso muy contento, pues hacía bastante tiempo que deseaba verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro. Le hacía muchas preguntas con abundante verborrea; pero él no le contestó nada.
Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco.
Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio y, después de burlarse de él, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos entre sí Herodes y Pilato, porque antes estaban enemistados entre si.
Pilato entregó a Jesús a su voluntad
C. Pilato, después de convocar a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, les dijo:
S. «Me habéis traído a este hombre como agitador del pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas de que lo acusáis; pero tampoco Herodes, porque nos lo ha devuelto: ya veis que no ha hecho nada digno de muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».
C. Ellos vociferaron en masa:
S. «¡Quita de en medio a ese! Suéltanos a Barrabás».
C. Este había sido metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio.
Pilato volvió a dirigirles la palabra queriendo soltar a Jesús, pero ellos seguían gritando:
S. «¡Crucifícalo, crucifícalo!».
C. Por tercera vez les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él ninguna culpa que merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».
C. Pero ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo su griterío.
Pilato entonces sentenció que se realizara lo que pedían: soltó al que le reclamaban (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su voluntad.
Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí.
C. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él.
Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
+ «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: "Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado". Entonces empezarán a decirles a los montes: "Caed sobre nosotros", y a las colinas: "Cubridnos"; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿que harán con el seco?».
C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él.
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen
C. Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Jesús decía:
+ «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».
C. Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte.
Este es el rey de los judíos
C. El pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo:
S. «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».
C. Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:
S. «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
C. Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos».
Hoy estarás conmigo en el paraíso
C. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
S. «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
C. Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
S. «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada».
C. Y decía:
S. «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».
C. Jesús le dijo:
+ «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu
C. Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
+ «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».
C. Y, dicho esto, expiró.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa
C. El centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios diciendo:
S. «Realmente, este hombre era justo».

Palabra del Señor

viernes, 18 de marzo de 2016

PREGONERO SEMANA SANTA LUGONINA 2016


Rvdo. Sr. D. Constantino Bada Prendes

Sacerdote diocesano de Oviedo. Nacido en Cardo (Gozón). Antes de incorporarse a la vida religiosa trabajó como interprete, traductor y profesor de idiomas para una empresa multinacional. Ingresó en el Seminario ovetense a los 35 años donde coincidió con el Párroco de Lugones, al que le une una estrecha amistad.

Tras licenciarse en Estudios Eclesiásticos por la Universidad de Salamanca fue ordenado sacerdote en el año 2002 de manos de Monseñor Osoro. Yá sacerdote, fue enviado a Roma para especializarse en Teología Bíblica y Sagrada Escritura. Completó su formación en la Escuela Bíblica de Jerusalén.

De regreso a la Diócesis es nombrado Párroco de Santianes de Molenes, Ambás, las Villas, Pereda, Restiello, Rubiano, Sorribas, Tolinas, Vigaña, Villamarín,Villandás, Yermes y Tameza, dónde permaneció tres años. Desde 2009 es Párroco de Monteana-Fresno y Poago, a las que tiempo después se le añadiría San Andrés de los Tacones. 

Es además profesor de Sagrada Escritura, Hebreo, Orígenes del Cristianismo y otras diferentes asignaturas en el Seminario Metropolitano de Oviedo, así como en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Melchor. Actualmente concluye su doctorado sobre una de las primeras publicaciones de la Bíblia en español conocida como "La Bíblia del Oso". 


PREGÓN DE LA SEMANA SANTA
SÁBADO 19 DE MARZO
A LAS 19:00 Horas
En la Iglesia Parroquial

A MARÍA DOLOROSA



...Dolorosa al pie triunfante
del tallo verde de Amor,
Tu llanto riega el Calvario,
y es tu consuelo la flor...

Mons. Juan Antonio Menéndez: "La Iglesia no puede callar y guardar silencio ante los atropellos que se cometen con los refugiados"


“Los refugiados, reto para la Iglesia” ha sido la última charla de las Conferencias Cuaresmales de la Basílica de San Juan, en Oviedo, de este año.
Corrió a cargo del Obispo de Astorga, Mons. Juan Antonio Menéndez, quien pertenece, desde hace años, a la comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española. En su intervención, el obispo asturiano quiso destacar, en primer lugar que “En la Iglesia, nadie es extranjero pues ella abraza todas las naciones, razas, pueblos y lenguas. Los refugiados y otras personas forzosamente desplazadas han estado, están y estarán siempre en el corazón de la Iglesia, como lo ha expresado y demostrado en numerosas ocasiones el Magisterio Pontificio y de los obispos, las instituciones eclesiales dedicadas a la atención pastoral de los refugiados y la solidaridad con su causa de muchos cristianos particulares”, y mencionó que los retos que plantean la nueva situación de los refugiados a la Iglesia “podemos resumirlos en los siguientes: Un reto humanitario que conlleva la defensa la dignidad de la vida y de la persona del refugiado y desplazado forzoso, el apoyo al reagrupamiento familiar y la acogida, hospitalidad y solidaridad con los refugiados. Un reto eclesial que se expresa en la atención pastoral y espiritual a los católicos de rito latino, de rito oriental, en el diálogo ecuménico e interreligioso. Un reto cultural que nos comprometa a construir una cultura del encuentro y la paz y estabilidad”.
Además, denunció que “La Iglesia no puede callar y guardar silencio ante los atropellos que se comenten con ellos”, y afirmó que "En estos momentos los gobiernos de las naciones europeas se está comportancdo en esta cuestión como el rico Epulón de la parábola. Quieren colocar a los refugiados fuera de casa, a sus puertas y darles allí las migajas que caen de su mesa para que sobrevivan. Este es un signo evidente de la grave crisis del hombre y de la sociedad que vive Europa. El viejo continente ha perdido su conciencia hospitalaria y su raíz evangélica. Ya no importan las personas ni sus circunstancias sino el beneficio que se pueda sacar de la situación. Ya no importa la solidaridad como ejercicio concreto de la caridad con el prójimo sino la rentabilidad de los números. Los grandes poderes fácticos económicos, ideológicos y los lobys que están detrás de las instituciones europeas son y actúan con moentalidad materialista, poscristiana e incluso anticristiana.
Además, recordó que los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones han hecho pública una nota ante el posible acuerdo entre Turquía y la Unión Europea para devolver al país turco a los refugiados que estos momentos se encuentran en Europa y reasentarlos en dicho territorio. “En el comunicado manifestamos nuestro inmenso dolor ante las tragedias humanitarias que afectan a emigrantes y refugiados detrás de las cuales está siempre un sistema económico injusto en el que prevalece el lucro por encima de la dignidad de las personas o la violencia y la guerra. Alzamos la voz junto con otras organizaciones de la Iglesia en defensa de los derechos de los refugiados e inmigrantes y alabamos unidos al Santo Padre iniciativas como la de los pasillos humanitarios que son un signo concreto de compromiso por la paz y la vida”.Finalmente, recordó que, en estos momentos, la Comisión Episcopal de Migraciones“impulsa una recogida de firmas para pedir al gobierno en funciones del Reino de España que no firme el Acurdo previsto entre la Unión Europea y Turquía y siga con la intención de acoger los 17.000 refugiados a los que en su día se comprometió a acoger”.