Jorge González Gudalix.-Aquí hemos pasado del “Somos Iglesia” -por
cierto, hoy inexistente o al menos desaparecido en la práctica- a un “solo
nosotros somos la Iglesia”. De repente te aparecen unos criticando con
fuerza que la idea de Iglesia se la hayan apropiado unos pocos señores llamados
obispos y curas, y reivindicando una iglesia del pueblo y de la base, y cuando
te crees que van con buena intención, lo que te encuentras es que en realidad lo
que pretenden es ser ellos los dueños del chiringuito en todo: la palabra, las
normas, las leyes y hasta el copyright de la misma palabra “Iglesia”. Vamos,
que no querían algo de todos, sino apropiarse de lo que de todos era.
Acabo de leer un manifiesto,
documento o lo que sea, sobre el problema de los inmigrantes que,
sin entrar en su contenido, me sorprende por su encabezamiento: “Las
entidades de acción social de la Iglesia que trabajan con refugiados y
migrantes —Cáritas, CONFER, el Sector Social de la Compañía de Jesús y Justicia
y Paz—". Tela marinera. No dice: “algunas entidades”,
“grupo de entidades”, unas entidades”. No. Afirma tajantemente “las entidades”,
como si no hubiera otras, o si las hubiere o no son de la Iglesia en España, o
no tan relevantes o solidarias o comprometidas y por supuesto ni dignas de mención.
Debe ser que las otras trabajan con menos reuniones, y eso siempre hay quien se
lo toma como falta de comunión o como deslealtad institucional: ¿por qué
trabajan con los refugiados si no está en la plataforma o la platajunta?
Echo en falta, por ejemplo, a Manos Unidas, a las Hijas
de la Caridad, las conferencias de San Vicente de Paúl, las Misioneras de la
Caridad, las Hermanas de la Cruz, la propia diócesis de Madrid que tan en serio
está trabajando en este asunto. Pues por lo visto no deben formar
parte de ese grupo de elegidos que han decidido constituirse en una élite que
se autodenomina “entidades de acción social de la Iglesia que trabajan con
refugiados y migrantes” y donde tampoco caben realidades como la pastoral
penitenciaria. Volvemos a los tiempos del más absoluto de los
absolutismos: “la iglesia somos nosotros”.
Incluso me atrevería a preguntar si esas realidades,
supongo que de base, democráticas, solidarias, populares y respetuosas, han
consultado a sus bases a ver qué pensaban, porque no hay cosa
de más altura que un documento de la base. A un servidor, por ejemplo,
nadie le ha preguntado su parecer, y eso que, en el economato parroquial, de
las casi cien familias atendidas, la mayoría son inmigrantes de cualquier
condición. Lo que suena es que un día hubo una reunión de unos cuantos,
decidieron sacar con urgencia el escrito de marras y para dar mayor
contundencia lo presentan con un autobombo que espanta. Tanto, que algunos
medios lo presentaron incluso como opinión de la Iglesia en España.
Que los obispos saquen documentos sin consultarme,
pues vale, ni tienen por qué hacerlo y además son los pastores
enviados como tales a sus diócesis por el santo padre, pero que una supuesta
base lo haga arrogándose el título de “las entidades de acción social de la
Iglesia que trabajan con refugiados y migrantes", pues como que no. No
falla. Los más defensores de la base, la democracia, la participación y
la corresponsabilidad, en cuanto agarran un boli redactan un manifiesto de
clamor popular que es el de ellos camuflado bajo una camisetas,
rastas, solidaridad y misericordiosa justicia. Pues a mí, desde luego, no me
representan. Y soy Cáritas.
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