jueves, 21 de noviembre de 2024

El románico logrezano de Don Manuel

El Papa Francisco anuncia la fecha de la canonización del joven italiano Carlo Acutis

(COPE) “Quiero decir que, el año que viene, en la Jornada del niño y el adolescente, canonizaremos al beato Carlo Acutis”. Con estas palabras, el Papa Francisco ha anunciado que el beato Carlo Acutis será proclamado santo durante el Jornada de los Adolescentes, fecha que se enmarca también en las celebraciones del Jubileo, entre el 25 y el 27 abril

Jubileo de los Adolescentes

El anuncio, que ha realizado durante la Audiencia General de este miércoles, ha sido recibido con gran emoción y aplausos por todos los peregrinos presentes. De esta forma, Acutis se convertirá en el primer santo nacido en la era digital.

Además, el Pontífice también ha anunciado que en el mismo Año Santo se llevará a cabo la canonización del beato Pier Giorgio Frassati. En su caso, su nombramiento se celebrará durante el Jubileo de los Jóvenes, que tendrá lugar del 28 de julio al 3 de agosto de 2025. Ambos beatos italianos son considerados patronos oficiosos de la juventud.

Sobre Carlo Acutis

Carlo Acutis, quien falleció en 2006 a los 15 años debido a una leucemia fulminante, ha sido un ejemplo de vida cristiana, especialmente para los jóvenes. Su devoción a la Eucaristía, su amor por la Virgen María y su esfuerzo por compartir la fe mediante las nuevas tecnologías lo han convertido en una fuente de inspiración. A pesar de su corta vida, Acutis ha sido reconocido como un modelo moderno de santidad. "Estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida", solía decir Carlo, quien comprendió desde joven la importancia de vivir según el Evangelio.

El Papa Francisco beatificó a Carlo Acutis el 10 de octubre de 2020. Su tumba, ubicada en Asís, se ha convertido en un lugar de peregrinación.

Pier Giorgio Frassati

Pier Giorgio Frassati, fallecido en 1925 a los 24 años, destacó por su incansable labor a favor de los pobres y su profunda vida de oración. Pese a su origen aristocrático, Pier Giorgio se distinguió por su humildad y cercanía con los más necesitados. Se entregó con alegría al servicio de los demás, convirtiéndose en un ejemplo de vida cristiana activa. Fue un gran montañero, escaló los Alpes y el Valle de Aosta. Su prematura muerte dejó un vacío en su familia y en la comunidad.

El Papa Juan Pablo II lo beatificó en Roma el 20 de mayo de 1990.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Para tener en cuenta

 


La Mansión de la Esperanza. Por Francisco Torres Ruiz

(In virga virtutis) “El purgatorio es el dogma del sentido común” con estas palabras se refería De Maistre al estado de las almas de “los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados” (CEC 1030).

La doctrina católica acerca del estado de purificación tras la muerte sea quizás la que más detractores suscite en la corriente modernista de la teología como Urs von Balthasar que niega que sea tanto un estado como un lugar sino “el encuentro del pecador aún no purificado con el Kyrios que se aparece para juzgarlo”. Sin embargo, frente a sus enemigos, se alza el Magisterio de la Iglesia que afirma sin cesar su existencia. Sirva como muestra estos datos:

Ya en el I Concilio de Lyon (1245) se dice: “Finalmente, afirmando la Verdad en el Evangelio que si alguno dijere blasfemia contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni el futuro (Mt 12, 32), por lo que se da a entender que unas culpas se perdonan en el siglo presente y otras en el futuro, y como quiera que también dice el Apóstol que el fuego probará cómo sea la obra de cada uno; y: Aquel cuya obra ardiere sufrirá daño; él, empero, se salvará; pero como quien pasa por el fuego (1 Co 3,13 1 Co 3,15); y como los mismos griegos se dice que creen y afirman verdadera e indubitablemente que las almas de aquellos que mueren, recibida la penitencia, pero sin cumplirla; o sin pecado mortal, pero sí veniales y menudos, son purificados después de la muerte y pueden ser ayudados por los sufragios de la Iglesia; puesto que dicen que el lugar de esta purgación no les ha sido indicado por sus doctores con nombre cierto y propio, nosotros que, de acuerdo con las tradiciones y autoridades de los Santos Padres lo llamamos purgatorio, queremos que en adelante se llame con este nombre también entre ellos. Porque con aquel fuego transitorio se purgan ciertamente los pecados, no los criminales o capitales, que no hubieren antes sido perdonados por la penitencia, sino los pequeños y menudos, que aun después de la muerte pesan, si bien fueron perdonados en vida” (DS 838).

En el II Concilio de Lyon (1274) se enseña: “Y si verdaderamente arrepentidos murieren en caridad antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por sus comisiones y omisiones, sus almas son purificadas después de la muerte con penas purgatorias o catarterias, como nos lo ha explicado Fray Juan; y para alivio de esas penas les aprovechan los sufragios, de los fieles vivos, a saber, los sacrificios de las misas, las oraciones y limosnas, y otros oficios de piedad, que, según las instituciones de la Iglesia, unos fieles acostumbran hacer en favor de otros” (DS 856).

En la Bula Unigenitus Dei Filius de Clemente VI (1343) se dice: “Asimismo, si crees que son atormentadas con fuego temporalmente y, que apenas están purgadas, aun antes del día del juicio, llegan a la verdadera y eterna beatitud que consiste en la visión de Dios cara a cara y en su amor” (DS1067).

Por último, el Concilio de Trento, en la XXV sesión en 1563, enseña en el decreto sobre el Purgatorio: “Habiendo la Iglesia católica, instruida por el Espíritu Santo, según la doctrina de la sagrada Escritura y de la antigua tradición de los Padres, enseñado en los sagrados concilios, y últimamente en este general de Trento, que hay Purgatorio; y que las almas detenidas en él reciben alivio con los sufragios de los fieles, y en especial con el aceptable sacrificio de la misa; manda el santo Concilio a los Obispos que cuiden con suma diligencia que la sana doctrina del Purgatorio, recibida de los santos Padres y sagrados concilios, se enseñe y predique en todas partes, y se crea y conserve por los fieles cristianos. […] Mas cuiden los Obispos que los sufragios de los fieles, es a saber, los sacrificios de las misas, las oraciones, las limosnas y otras obras de piedad, que se acostumbran hacer por otros fieles difuntos, se ejecuten piadosa y devotamente según lo establecido por la Iglesia…”.

El Catecismo Romano (1566), que recoge y sistematiza pedagógicamente la doctrina del Concilio de Trento, aborda el tema del Purgatorio cuando explica el dogma del descenso a los infiernos de nuestro Señor. Lo explica así: “existe, además, un fuego del Purgatorio, en donde se purifican las almas de los justos, atormentadas por tiempo limitado, para que se les pueda franquear la entrada en la patria eterna, en la que nada manchado entra”.

La Sagrada Escritura apunta a su existencia en el Segundo libro de los macabeos cuando califica de “piadosa y santa” (cf. 2Mac 12, 45) el orar por los difuntos. Y san Pablo afirma: “la obra de cada cual quedará patente, la mostrará el día, porque se revelará con fuego. Y el fuego comprobará la calidad de la obra de cada cual. Si la obra que uno ha construido resiste, recibirá el salario. Pero si la obra de uno se quema, sufrirá el castigo; mas él se salvará, aunque como quien escapa del fuego” (1Cor 3, 13-15). De estos datos se extrae la idea de que no se puede acceder a Dios sin pasar a través de algún tipo de purificación. Idea que será desarrollada en la patrística entre otros por Tertuliano, San Cipriano de Cartago, San Agustín o San Gregorio Magno.

Para exponer algunas ideas acerca del purgatorio de manera sistemática, seguiremos el comentario introductorio que hace a esta materia el padre dominico Fray Emilio Sauras al suplemento sobre los novísimos de la Suma de Teología de Santo Tomás de Aquino (vol. XVI).

El purgatorio se define como el lugar donde van las almas de los que mueren en gracia, pero con algún impedimento temporal que obstaculiza la entrada en el cielo. Dicho impedimento puede ser de dos tipos: a) penal, debido a los pecados perdonados, pero no reparados; y b) moral, por los pecados veniales que se tienen al morir.

Sobre las penas del purgatorio no hay nada dogmáticamente definido, sin embargo, tradicionalmente se ha hablado de dos tipos de penas: las de daño y las de sentido. La pena de daño consiste en la carencia de la visión de Dios. Las almas del purgatorio no ven a Dios temporalmente. Se trata de una pena con un dolor vivísimo en el alma y no en el cuerpo. Dice el padre Sauras: “el alma del purgatorio vive en gracia; ama a Dios muchísimo; le conoce perfectamente. No tiene ningún obstáculo que ponga sordina a la voz atrayente del Señor. Las criaturas ya no atraen a quien allí está ni le distraen. Allí solo hay Dios, que es el bien del alma, y el alma, que no siente más atractivo que el de Dios. En estas condiciones, el retraso, la tardanza y la espera han de ser dolorosísimos”. La pena de sentido, por su parte, consiste en un dolor físico, material o espiritual, que proviene de un agente creado y que es distinto al de la privación de Dios. Esta pena será mitigada por la esperanza de que tendrá fin.

También, sobre el estado de perfección de las almas del purgatorio, enseña el padre Sauras lo siguiente:

    *Las almas del purgatorio no tienen ni pueden tener pecado: porque si lo tuvieran estarían en el infierno. Las almas del purgatorio están ya confirmadas en gracia
    *Las almas del purgatorio no cometen ni pueden cometer ningún pecado venial: porque no sienten el atractivo de ninguna cosa que no sea Dios.
    *Los pecados veniales con que murieron desaparecen al morir: de ahí que vayan al purgatorio sin ninguno de ellos, tan solo con la pena temporal que han de saldar.
    *En el purgatorio, las almas no tienen ninguna inclinación moralmente mala: porque ellas están totalmente dominadas por Dios, que es lo único que les atrae ya, y al que no llegan aún por la pena que todavía tienen que saldar.
    * El purgatorio hay santidad: pero, aunque la perfección de las almas es muy grande, no pueden entrar en el cielo dado el mal de pena que deben sufrir para que la justicia de Dios quede cumplida.
Por último, cabe recordar que entre los miembros de la Iglesia purgante y los de la Iglesia militante hay una relación muy estrecha. Las almas del purgatorio ya no pueden hacer nada por sí mismas, sino que necesitan de nuestra oración y ayuda. Ésta les viene por las indulgencias y por los sufragios. El sufragio es una oración de petición, sobrenatural, que los hombres dirigen a Dios en favor de los difuntos; y puede revestir diversas modalidades: la Santa Misa, la oración vocal, las indulgencias, ayunos, limosnas, etc.

En este mes de noviembre oremos por los difuntos recordando aquellos versos: “Como te ves, yo me vi. Como me ves, te verás. Todo acaba en esto aquí. Piénsalo y no pecarás”.

martes, 19 de noviembre de 2024

El Arzobispo de Valencia preside este martes en la Catedral de la Almudena la eucaristía por las víctimas de la DANA


En el marco de la Asamblea Plenaria de la CEE

(Archivalencia) El Arzobispo de Valencia, Mons. Enrique Benavent, presidirá hoy, martes, 19 de noviembre, la eucaristía en la Catedral de la Almudena en Madrid, en memoria por las víctimas y por los afectados de la DANA en Valencia.

La eucaristía ha sido convocada por la Conferencia Episcopal Española (CEE) ante las terribles consecuencias de las riadas, en el marco de la 126ª Asamblea Plenaria. Los Obispos se trasladarán a la Catedral de la Almudena para la celebración de la eucaristía a las 19.00 horas. Los Obispos también estudiarán durante la Plenaria la situación generada por la DANA.

La sesión inaugural de la Plenaria de los Obispos españoles tiene lugar este lunes, a cargo del presidente de la CEE, Mons. Luis Argüello, y la intervención del Nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito Auza, quien también visitó algunas zonas afectadas por la DANA, acompañado por el Arzobispo de Valencia.

Mons. Benavent también recorrió desde el viernes al sábado Benetússer, Parque Alcosa-Alfafar, Catarroja, Picanya y Paiporta junto al Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede, Michael Czerny, ambos enviados por el Papa Francisco que ha realizado numerosas muestras de cercanía y de petición de ayuda directa para los afectados por esta tragedia.
24 de noviembre, colecta en todas las eucaristías que se realicen en España

La eucaristía a favor de los afectados fue anunciada por el Presidente de la CEE, Mons. Luis Argüello, quien afirmó que “queremos ofrecer nuestro apoyo espiritual y nuestra invocación al Señor por el eterno descanso de las víctimas”. Además, convocó una colecta en todas las eucaristías que se realicen en España en favor de los damnificados el domingo 24 de noviembre, fiesta de Cristo Rey, colecta que será ofrecida «como una pequeña ayuda porque las necesidades económicas de reconstrucción son impresionantes y hace falta arrimar el hombro”.

Todas las diócesis de España, así como congregaciones, asociaciones, movimientos y voluntarios han expresado su solidaridad desde el primer momento de la catástrofe con ayudas directas y económicas para los afectados.

Este Jueves

 

lunes, 18 de noviembre de 2024

Reflexiones sobre la normativa en los Cementerios Parroquiales de la Diócesis de Oviedo.- Por Joaquín Manuel Serrano Vila

 El cementerio parroquial es "camposanto":     

El suelo donde se entierran los católicos en espera de la resurrección está bendecido (y muchas veces se repite esta bendición el día de los difuntos) como proyección de la propia parroquia hacia la eternidad en "la resurrección de los muertos". Algunos que se dicen ateos y sus familiares, se enterraban consecuentemente en cementerios civiles,  pero ahora se está dando la incoherencia que cada vez más familias no hacen funeral a su difunto (algunos ni tan siquiera despedida civil) pero luego quieren enterrar en el "cementerio parroquial" sin presencia del sacerdote en la inhumación: ¿es esto entendible, coherente y razonable? Es como si vamos a un restaurante y le decimos al dueño que él y sus cocineros se vayan, que ya traigo yo la comida y la  preparo en sus fogones...

Al igual que los civiles, también los cementerios parroquiales tienen sus normas de obligado cumplimiento: 
Todos los cementerios (civiles y parroquiales) están sujetos a una normativa común estatal, autonómica y/ó local (Ley de Policía Sanitaria Mortuoria). Los cementerios civiles, normalmente, son de titularidad municipal; es decir, de los Ayuntamientos (a los que la Ley de Bases de Régimen Local les obliga a tener cementerio en aquellos municipios que superen los seis mil habitantes) y éstos regulan sus cementerios mediante una Ordenanza Municipal (no en todos estas Ordenanzas son iguales, pero sí muy parecidas) y que exigen su estricto cumplimiento sopena de sanciones administrativas por su incumplimienmto, o revocación de derechos: ¿Por qué entonces en los cementerios civiles se cumplen estas normas escrupulosamente y sin rechistar, y algunos se creen que en los parroquiales no rigen normas, o éstas se pueden pasar por alto?...

Conservación y financiación del Cementerio: 
Los cementerios municipales se financian a través de los impuestos municipales con los se abonan las nóminas y seguros de sus empleados, así como la conservación material del propio cementerio regido, como ya apuntamos, por estrictas normas de uso de las sepulturas o nichos, normalmente arrendados temporalmente. Con lo que realmente el mantenimiento y conservación de los cementerios municipales no sólo no es "gratis", sino que su mantenimiento sale mucho más caro que el de los parroquiales. Los cementerios parroquiales se valen para su financiación (conforme a su propia normativa que emana del Derecho Canónico, el cual regula el funcionamiento de los bienes de la Iglesia) de las cuotas de los adjudicatarios del "derecho de uso" (en los cementerios parroquiales tampoco hay "propiedad") para su conservación e, igualmente, mediante convenios con empresas funerarias o terceros. Y si bien no hay sanciones administrativas como en los civiles, si puede haber revocación del derecho de uso por el abandono de la obligación que conlleva tal derecho.  

¿De quién son los nichos: Puedo venderlos a otro particular?: 
No; no se puede vender entre particulares lo que no es propio. Continente y contenido de cualquier cementerio (municipal o parroquial) son propiedad de la institución titular (Ayuntamiento o Parroquia) y no se pueden enajenar en los cementerios parroquiales nichos o sepulturas directamente (C.S.1063-1). En los municipales, regulados por su correspondiente Ordenanza, impera normalmente un régimen de alquiler temporal. Los parroquiales funcionan mediante la aplicación de su propia normativa genérica que los regula en toda la Diócesis (Constituciones Sinodales) y que otorga en su adjudicación un "Derecho de Uso" sobre los mismos, no una propiedad. La compraventa entre particulares, además de no tener efecto alguno llegado el caso (independientemente de los pagos o acuerdos entre los actuantes) podría incurrir en un ilícito penal de "estafa", pues nadie puede vender aquello que no es de su propiedad. Lo que se enajena y por lo que se paga es por el referido "derecho de uso" sobre los nichos, condicionado éste al cumplimiento de la normativa eclesiástica imperante. Cualquier cambio, transferencia y/ó enajenación posterior deberá hacerse ante el Párroco como administrador, y éste actuará conforme a la normativa de referencia.

Si no me interesan ya los nichos, ¿qué puedo hacer? 
Puede renunciar libremente a ellos y las cargas inherentes ante el Párroco. También puede acogerse a una retrocesión compensada de los mismos, la cual se fijará en función de tiempo transcurrido desde la primera adjudicación y el estado de conservación de los mismos, y dicha compensación nunca superará el máximo de lo abonado por el derecho de uso en su día. Se evita así la especulación entre particulares (dado que los nichos son una "necesidad") y se perita la situación particular de uso en el tiempo de éstos, ocupados o no.  

¿Qué puede ocurrir si no se paga la cuota? 
Pues lo ya referido. Cuando se abandona la obligación que apareja un derecho, se abandona el propio derecho. En los cementerios civiles concluído sin renovación el alquiler, se exhuman los restos pasándolos a osarios o fosas comunes, quedando de nuevo a disposición municipal los nichos. En los parroquiales, con un criterio ético y moral cristiano ante todo, más allá de la normativa y lo puramente económico se valora cada caso en particular. Si el abandono se produce porque no quedara familia que se haga cargo, sólo se procede a la exhumación de restos y traslado al osario parroquial -siempre decoroso y cristiano- cuando la necesidad de nuevos enterramientos lo pudiera exigir. Si hubiera "dolo" en el abandono de la obligación, se podrá proceder igualmente ante la necesidad, pero de manera prioritaria al caso anterior. En cualquier caso, se tratará de avisar previamente a la familia, si la hubiere, dándoles la oportunidad de regularizar la situación y ponerse al día: ¡Siempre que sea posible!  

¿Quienes son sujetos de derecho en los nichos y sepulturas de los cementerios parroquiales? 
La Constitución Sinodal 1063-2 dice textualmente: "En los panteones perpetuos de familias serán enterrados únicamente, la mujer e hijos del concesionario. Al fallecer éste pasan los derechos al primogénito legítimo de la sangre en las mismas condiciones. Si llegara a extinguirse la línea recta, quedarán a beneficio de la Iglesia que podrá oponerse a cualquier otro enterramiento; para extender este derecho a los colaterales se necesita nuestro permiso escrito que no concederemos, sino mediante un canon que determinaremos según las circunstancias de cada caso". Es decir; los sujetos de derecho directo son el adjudicatario/a, su cónyuge y todos los hijos del matrimonio, aunque el primogénito/a tenga no sólo derecho de enterramiento, sino el de la nueva titularidad al fallecimiento del progenitor adjudicatario. Todos sus hermanos hijos del mismo matrimonio, tienen únicamente el derecho de enterramiento, pero ellos sólos, ni sus esposas ni sus hijos, pues este derecho es adquirido del progenitor y adjudicatario inicial; la generación cambia (cónyuge e hijos) con fallecimiento del titular anterior y se renueva en su primogénito. Para enterrar a cualquier otro familiar (tíos, primos, sobrinos, cuñados, etc...) se podrá solicitar, pero se aplicará un canon en caso de concesión. Esto en el Derecho Canónico, del que emana el Derecho Diocesano (Sinodales) y Derecho Parroquial, que regulan los cementerios parroquiales en la diócesis de Oviedo, se resume en la expresión "Canonice el in perpetuum" (a perpetuidad, según las normas de la Iglesia), la cual reza en los títulos de concesión de "Derecho de Uso".

¿Cuáles son las obligaciones de los adjudicatarios de los nichos en un cementerio parroquial?
Los adjudicatarios del derecho de uso de nichos en cementerios parroquiales tienen la obligación de mantener la conservación y el decoro de los mismos respetando las normas, condiciones de uso e indicaciones de la Iglesia Católica como titular del cementerio (C.S. 1064), que lo hace a través de la propia parroquia bajo la autoridad y administración del Párroco. Así mismo, deberán estar al día en las cuotas de mantenimiento allá donde existan, y de las cuales depende en gran medida la conservación y el mantenimiento general y decoroso de todo el cementerio (arreglos y reparaciones generales y de espacios comunes: aceras, cubiertas, pinturas, cargas, alcantarillado, limpieza general etc.) 


¿Puedo hacer obras en "mis" sepulturas?
Sí. Y ciertamente es obligatorio mantenerlos en buen estado, pero cualquier obra de conservación o remodelación de nichos o sepulturas debe contar con el permiso de la Parroquia (Dtº742/88) y, en todo caso, deberá mantener la estética general (C.S. 1063-1) y ser realizada por empresa competente y registrada en la actividad industrial funeraria. Es decir; que no es legal que un albañil cualquiera, y menos sin autorización de la Parroquia, actúe sin estar dado de alta para tal actividad en una obra funeraria, o se dedique a enterramientos o a hacer "chapuzas" en los cementerios parroquiales. En los cementerios municipales esa situación es a todas luces imposible, pues tienen personal propio que evita la injerencia de "piratas" en estas actuaciones. La empresa funeraria concesionaria de los servicios en el cementerio y/ó la propia Parroquia, podrían presentar denuncia administrativa y/ó judicial por "competencia desleal, actividad fraudulenta y daños" por estas actuaciones exigiendo, llegado el caso, la demolición y la restitución al estado anterior de lo modificado ilegalmente.

Consideración final: 
La Iglesia tiene sus cementerios parroquiales principalmente para el servicio de inhumación de sus fieles; ni es un servicio público de enterramiento, ni tiene obligación alguna de solucionar la necesidad de enterramientos. Esto le corresponde a la administración pública. La Iglesia vela bajo su propia normativa por los que ya tiene en funcionamiento, y aunque para dar sepultura en ellos no exige "certificado de conducta y práctica religiosa", sí pide que se cumpla la normativa vigente en ellos. Por lo que aquellos que no quieran someterse a las normas de la Iglesia en esa materia, pueden optar por la inhumación bajo las reglas y ordenanzas de los cementerios civiles y municipales en una actuación más acorde y coherente a sus principios, dejando los cementerios parroquiales únicamente para los cristianos católicos.

Discurso inaugural de la 126ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española

 

domingo, 17 de noviembre de 2024

''En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Ya en los albores del año litúrgico que concluimos D.m. la próxima semana con la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, nos congregamos de nuevo para celebrar el día del Señor en este Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario. Hoy la palabra de Dios viene a nosotros dura, tajante y en tono apocalíptico, como es propio al final del año cristiano reflexionar sobre el término de esta vida y también del mundo. Nos viene muy bien coincidiendo con este de mes de noviembre: tiempo de oración por los difuntos y las ánimas del purgatorio; que consideremos dónde está nuestra meta y cómo va nuestro camino:  ¿Soy un seguidor de Jesús de apariencia, o me esfuerzo cada día por mejorar acudiendo a la confesión y tratando de ser coherente entre lo que creo y lo que hago?... A propósito, no podemos olvidar que la Iglesia celebra en este día la "Jornada mundial de los Pobres" bajo el lema ''la oración del pobre sube hasta Dios''. Estamos seguros de ello, que Señor está especialmente presente estos días en tantas personas de nuestro país que lo han perdido todo -muchos la propia vida- a causa de la DANA. Que no se apague nuestra solidaridad ni les olvidemos en nuestra oración; no podemos decirnos seguidores de Jesús de Nazaret y ser indiferentes ante el que pide y necesita auxilio al borde nuestro camino.

No hay ya cabida para las medias tintas en los aspirantes al Reino de Dios, de nada sirve aquí poner una vela a Dios y otra al diablo, o escudarnos en que como Dios es amor todo vale. El Señor es rico en misericordia, sí; pero eso no significa que el "temor de Dios" (reconocimiento y presencia) esté ya superado, sino que sigue siendo un don preciado que hemos de implorar con insistencia al Espíritu Santo. Ojalá jamás perdamos este Santo temor gracias al cual podemos colocarnos en la fila para recibir la Sagrada Comunión sabedores que aunque indignos, nos hemos reconciliado recientemente con Dios. Es ese "temor" que nos hace vivir teniendo presente que cada palabra, obra, pensamiento u omisión en nuestra vida, y que por secreto que creamos que sea no escapa a los ojos y oídos del Señor. 

Muchas personas no creen en Dios e incluso obran en su contra continuamente con ofensas, blasfemias o profanaciones; libremente han elegido ese camino y optado por la senda de su condenación. Pero es muy triste, igualmente, que personas que se dicen creyentes y practicantes acudan tantas veces con el corazón endurecido a la eucaristía, y en lugar de ver la mano de Dios en cada gesto, en cada detalle en cada palabra, tan sólo encuentran en la misma un pretexto para luego durante la semana criticar, juzgar y protestar por todo... Me decía un sacerdote amigo que tenía un grupo de mujeres en un pueblo que atendía, que algunas iban a misa únicamente para encontrar motivos para después criticarle durante toda la semana. En lugar de estar rezando con el corazón ensanchado, ellas estaban pendientes de todo para luego dar rienda suelta a su afilada espada: ''que si cantó eso, que si predicó aquello, que si no pidió por tal, o pidió por fulano que no venía a cuento..." Yo le dije: no te preocupes hermano, eso es que lo estás haciendo bien, y como el demonio se pone nervioso te manda sus espías versión "Sálvame Deluxe'', y cuando comulgan orgullosas, tragan su condenación.

Hay personas que se condenan por rechazar a Dios formalmente, y otras personas que se creen muy católicas, apostólicas y romanas, y tienen ya sin saberlo mayor sentencia que la del ateo más laicista y beligerante contra el Creador. Cuando no se va a la eucaristía con un alma limpia y un corazón puro, ya se está firmando la aceptación de la condena. Cuando llega un sacerdote nuevo a una parroquia y en lugar de acogerle, ayudarle y hablar con él de las dudas o situaciones, algunos se dedica a ponerle zancadillas, levantar calumnias y organizar conspiraciones por la espalda, ya queda probado no sólo la catadura moral de los protagonistas, sino el público rechazo de Cristo en la persona del Pastor que no va a su destino a quitarle la silla a nadie, sino en nombre de Dios y obediencia a su Iglesia para hacer presente a Cristo en su misma persona con sus manos y sus labios. Quien rechaza a un enviado, rechaza al que lo envió... 

Nuestra vida se acabará, como también acabará este mundo, así nos lo ha recordado el evangelio de este día: ''el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo''. San Marcos nos relata en este pasaje del capítulo 13 este discurso de Jesús en el que no revela ni qué día ni a qué hora se acabará nuestro mundo, más también nos regala la parábola de la higuera a modo de respuesta: ''Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta''. Es una invitación a la vigilancia, a la preparación y a estar alerta, así como saber discernir los signos de los tiempos. Coloquialmente decimos que nuestra vida aquí termina cuando ya estamos maduros, cuando nuestra siembra empieza a dar brotes, aunque cada cual tiene diferente tiempo de maduración: los hay que en unas horas ya dan brotes verdes, mientras que otros necesitan noventa años. Es algo que nos supera y desconocemos, y en gran modo agradecemos que sólo Él conozca nuestra fecha de caducidad. El evangelista es claro en esto: ''En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre''. Pero ni nuestra muerte ni la del fin del mundo es importante; lo fundamental es tenerlo presente para nuestra preparación y crecimiento interior de día en día. Al final todo lo que conocemos desaparecerá: ''En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán''... 

Evangelio Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario

 Lectura del santo Evangelio según San Marcos 13, 24-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En aquellos días, después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre».

Palabra del Señor

sábado, 16 de noviembre de 2024

Necrológica

Falleció el sacerdote diocesano Rvdo. Sr. D. Fermín Alonso Álvarez 

Nació en Santa Eulalia de Morcín el 11 de marzo de 1934

Inició sus Estudios Eclesiásticos en el Seminario de Tapia de Casariego, pasando por el de Valdediós y concluyendo la teología en el Seminario de Oviedo. Recibió la ordenación sacerdotal el 22 de Marzo de 1958 de manos del entonces Arzobispo de Oviedo, Monseñor Francisco Javier Lauzurica y Torralba.

Sus encomiendas pastorales fueron:

Coadjutor de Nuestra Señora de las Nieves de Blimea (1958 - 1960)

Coadjutor de San Pedro Apóstol de Grao (1960 - 1968)

Encargado de San Vicente de Castañedo - Grao (1963 - 1968)

Encargado de San Juan Bautista de Peñaflor - Grao (1963 - 1968)

Regente de Santa Eulalia de Abamia - Corao (1968 - 1977)

Ecónomo de Santa Eulalia de Abamia - Corao (1977 - 1987)

Encargado de San Bartolomé de Labra y San José de Zardón - Cangas de Onís (1968 - 1986)

Miembro del Consejo Presbiteral por elección (1976 - 1978)

Capellán del Hospital General de Asturias en Oviedo (1988 - 2003)

Miembro elegido del Consejo Presbiteral (2019 - 2024)

En el año 2003 pasó a la situación de jubilado, quedándose en la Casa Sacerdotal donde vivía desde hacía años. En tal situación colaboró desde 2005 a 2011 de forma muy directa con el obispo auxiliar Monseñor Cecilio Raúl Berzosa Martínez, como chofer y acompañante. También lo hizo unos años en la Unidad Pastoral de Posada de Llanera, mientras la salud se lo permitió. Desde hacía tiempo su salud se fue deteriorando, especialmente en lo cognitivo, pero siempre estuvo muy bien cuidado y atendido por el personal de la Casa Sacerdotal, así como por su familia. Una de sus primas se ha desvivido en los últimos años con él, cuando ya apenas le quedaban fuerzas. Llevaba tiempo en la enfermería de la Casa Sacerdotal. Falleció este sábado 16 de noviembre en la misma. Tenía 90 años de edad, y 66 de ministerio sacerdotal. 

D.E.P.

El funeral por su eterno descanso tendrá lugar en la iglesia parroquial de San Melchor de Quirós -Vallobín- de Oviedo, el lunes día 18 de noviembre a las DOCE de la mañana. La capilla ardiente estará instalada en la Capilla de Altares de la Casa Sacerdotal de Oviedo hasta las once de la mañana del lunes 18 de noviembre. 


''Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha''                                                                                                                                                     (Sal 15) 

VIII Jornada Mundial de los Pobres: Francisco exhorta a “hacer nuestra la oración de los pobres y rezar con ellos”

(C.E.E.) La Iglesia celebra el 17 de noviembre la VIII Jornada Mundial de los Pobres. El papa Francisco propone como lema de este año ''La oración del pobre sube hasta Dios''. Este mismo día, el Santo Padre presidirá la celebración eucarística en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, a la cual seguirá el tradicional almuerzo con algunos pobres en el Aula Pablo VI.

Nota conjunta de Cáritas y Conferencia Episcopal

Con motivo de esta celebración, la Conferencia Episcopal Española (CEE) y Cáritas suman de nuevo sus esfuerzos para movilizar a las comunidades cristianas y a toda la sociedad en los objetivos de esta cita anual convocada por el papa Francisco.

En esta octava edición, bajo el lema ''La oración del pobre sube hasta Dios'', Francisco exhorta a “hacer nuestra la oración de los pobres y rezar con ellos” porque la falta de atención espiritual es “la peor discriminación que sufren” las personas en situación de exclusión. “Es un desafío que debemos acoger y una acción pastoral que necesita ser alimentada”, señala el Papa en su mensaje.

“La inmensa mayoría de los pobres -añade- tiene una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la fe. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria”.

En su mensaje, el Santo Padre también recuerda a las personas que sufren la pobreza y la exclusión que Dios no se olvida de ellos. “Dios está atento a cada uno de ustedes y está a su lado. No los olvida ni podría hacerlo nunca. Todos hemos tenido la experiencia de una oración que parece quedar sin respuesta. A veces pedimos ser liberados de una miseria que nos hace sufrir y nos humilla, y puede parecer que Dios no escucha nuestra invocación. Pero el silencio de Dios no es distracción de nuestros sufrimientos; más bien, custodia una palabra que pide ser escuchada con confianza, abandonándonos a Él y a su voluntad”.

El Papa nos invita a tomar conciencia de su presencia y de su necesidad

La idea de impulsar esta Jornada surgió el 13 de noviembre de 2016, durante el cierre del Año de la Misericordia y cuando en la Basílica de San Pedro el Santo Padre celebraba el Jubileo dedicado a las personas marginadas. Al finalizar la homilía, y de manera espontánea, Francisco expresó un deseo: «quisiera que hoy fuera la Jornada de los Pobres». Desde entonces, se celebra esta Jornada en torno a esa fecha.

La Jornada Mundial de los Pobres es una oportunidad pastoral que invita a los creyentes a escuchar la oración de los pobres tomando conciencia de su presencia y de su necesidad. Por ello, Francisco considera esta jornada como una ocasión propicia “para llevar a cabo iniciativas que ayuden concretamente a los pobres, y también para reconocer y apoyar a tantos voluntarios que se dedican con pasión a los más necesitados”.

“Debemos agradecer al Señor por las personas que se ponen a disposición para escuchar y sostener a los más pobres. Son sacerdotes, personas consagradas, laicos y laicas que con su testimonio dan voz a la respuesta de Dios a la oración de quienes se dirigen a Él. El silencio, por tanto, se rompe cada vez que un hermano en necesidad es acogido y abrazado”, señala.

Con objeto de animar la celebración de esta Jornada, la CEE y Cáritas han preparado diversos materiales para su utilización por parte de todas las diócesis, parroquias, comunidades, movimientos, asociaciones e instituciones de la Iglesia.

Esta convocatoria es una nueva oportunidad para reflexionar sobre cómo dar una respuesta adecuada que lleve alivio y paz a tantas personas, dejadas a merced de la incertidumbre y la precariedad. Con ese objetivo, los promotores de la Jornada proponen pensar sobre cómo podemos cuidar y alimentar la dimensión espiritual de las personas que acompañamos a través de la oración, de una formación o de una lectura sugerente. También plantean la celebración de posibles encuentros de oración en la parroquia, en el centro de acogida, en las residencias junto con las personas participantes, facilitando algunas ideas inspiradas en el mensaje de la Jornada.

Orar juntos -señalan- para abrir ventanas a Dios, escuchar lo que nos inspira a través de los hermanos, dar gracias y pedir, fortalece la fraternidad y dan sentido a la misión.

viernes, 15 de noviembre de 2024

La persecución contra los cristianos hoy

 

Desde nuestro brocal: El mapa de nuestra vida

Ante la emergencia que suponía la catástrofe natural de la riada de la gota fría en varias provincias de España, decidí escribir la semana pasada sobre esta cuestión que nos retaba, dejando para ahora lo que celebrábamos entonces con motivo del día de la Iglesia diocesana. Siempre estamos dibujando el mapa de nuestra posición en la vida: dónde estamos, con quién estamos, y allí qué hacemos. Normalmente nos situamos a distancia de ese mapa para poder vernos con calma y con una cierta objetividad, pero siempre mirándonos desde las afueras de ese mapa de la curiosidad más personal. 

Tiene su valor indudable esa objetiva mirada, pero puede que sea insuficiente, precisamente por adolecer de otras perspectivas más adecuadas como pueden ser las miradas internas del propio corazón. Que ya lo dijo el mismo Dios en una deliciosa escena bíblica cuando el profeta Samuel debía escoger al futuro rey de Israel entre los hijos de Jesé de Belén: “no te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura, porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, más el Señor mira el corazón” (1 Sam 16, 7). Así, rechazando a los demás hermanos, Dios escogió a David a través de su profeta. 

En la jornada de la Iglesia diocesana, se nos propone en esta ocasión un tema a modo de lema, que tiene que ver precisamente con esto: “¿Y si lo que buscas está en tu interior?”. Porque ahí está lo que mayormente ve Dios de nosotros, y ahí nos encontramos nosotros con Él: en ese corazón de nuestros secretos e intimidades. 

No es un viaje interiorista que se escabulle de los retos que a diario nos desafían como la moderna sociedad nos plantea: el mundo injusto, egocéntrico, insolidario, violento, falaz, corrupto… Así podríamos ir enumerando un sinfín de desafíos que desaconsejarían esa atención íntima al santuario interior donde Dios mira el corazón. Pero no es así. 

La comunidad cristiana, que tiene siempre una fecha en nuestra edad y un domicilio en cada circunstancia, debe afrontar todos esos retos exteriores, pero debe hacerlo desde la certeza de sabernos esperados y sostenidos en el hondón de nuestra vida, ese que coincide con el corazón. Tal vez es demasiada dispersión la que sufrimos por estar en buena medida secuestrados por nuestro exterior, sin estar finos a la atención debida a nuestro interior. Con sus bellas palabras lo decía un testigo de la tragedia de la humanidad y al mismo tiempo garante de la esperanza cristiana, el Padre Joseph Kentenich, fundador de la Obra de Schönstatt: “Hemos de tener nuestras manos en el pulso de la historia, y nuestro oído en el corazón de Dios”. 

Así también debemos trabajar como cristianos en nuestra iglesia diocesana. Atendiendo externamente las necesidades de las personas a través de la caridad comprometida, resolviendo las necesidades de nuestro ingente patrimonio material (iglesias, capillas, rectorales), como también del patrimonio cultural y artístico. E internamente atendiendo también nuestra necesidad de Dios a través de su Palabra y los Sacramentos, la formación de sacerdotes, consagrados y laicos, la catequesis en todos sus formatos y edades. De este modo, por dentro y por fuera, externa e internamente, el mapa de nuestra vida tendrá todo su color, toda su dimensión y todo su verdadero horizonte de esperanza, para ser testigos de la Buena Noticia en medio de nuestra generación. Y esto lo hacemos en la coyuntura que nos toca vivir en cada momento, sea cual sea el clima y sus cambios que nos afecten, los humores que nos condicionan en cada circunstancia, y el horizonte que nos determina cuando nos asomamos a él. Somos una comunidad cristiana que camina en la presencia de Dios que nos sostiene y en el abrazo a cada uno de nuestros hermanos. Esto es la Iglesia diocesana. 

+ Jesús Sanz Montes, 
Arzobispo de Oviedo

jueves, 14 de noviembre de 2024

No sé qué tiene don Marcelo. Por José Francisco Serrano Oceja

(Religión Confidencial) 

Sí, me refiero al cardenal Marcelo González Martín, a don Marcelo, que no sé qué tiene y no sé por qué se ha puesto de moda.

Percibo desde hace meses un “revival”, renacimiento, de su pensamiento, de su obra, de sus escritos, de su palabra.

Es posible que se deba a que yo haya profundizado últimamente en su figura. Pero esto no es del todo cierto. Hace mucho que la descubrí, quizá desde que un día le saludé al final de unas ordenaciones en Toledo.

Quizá sea por la biografía que está publicando don Santiago Calvo, cuyo segundo volumen, me dicen, está a punto de aparecer en las librerías. Volúmenes, por cierto, de más de quinientas páginas.

Ahora resulta que el sacerdote Javier Igea ha creado una web, con aplicación para el móvil y todo, www.cardenaldonmarcelo.es que me parece que además de estar técnicamente bien hecha va a hacer mucho bien.

Es posible que este proceso de vuelta a don Marcelo se esté produciendo como respuesta explícita a un movimiento implícito en la historia que, en diversos sentidos, nos ha colocado en la época en la que vivó don Marcelo y en la que sembró su nítido magisterio.

Me refiero a la España postconciliar, a la de la digestión, nada fácil, del postconcilio, a la Iglesia en España en la que se ponían en duda algunas de las bases del pasado en pos de un presente y un futuro eclesial, con creatividades varias al uso y reduccionismos a ultranza de la propuesta cristiana.

O también que la ausencia de un don Marcelo en este momento, esté generando esta dinámica. ¿Nostalgia? No lo niego, ni lo afirmo. Memoria, más bien.

No hay que descartar que también este proceso de recuperación de la figura y del magisterio de quien fuera arzobispo de Toledo y cardenal de la Iglesia se dé por el protagonismo que la diócesis de Toledo está teniendo en el conjunto de la Iglesia en España.

Un protagonismo animado por uno de los arzobispos de ese árbol genealógico de la Escuela de don Marcelo, don Francisco Cerro Chaves, que parece que ha sabido recoger la onda expansiva de lo más granado de la historia reciente de la toledana. Quizá porque ha visto que determinadas distancias no llevan a ningún buen puerto.

Vuelvo a la web que ha hecho don Javier Igea, uno de los sacerdotes culturalmente más originales del clero madrileño y mejor preparados, por cierto.

Una página que seguirá alimentándose y en la que es notable la presencia de lo audiovisual.

También me he alegrado que esté por ahí otro de los sacerdotes de referencia del clero de Toledo, don Jorge López Teulón, de quien hablaré pronto en estas páginas a propósito de su último libro.

Del apartado de los escritos de don Marcelo, no tienen desperdicio los referidos a lo que es un obispo, al Corazón de Cristo, a San José, a la Iglesia en España, al Tercer Concilio de Toledo, al cardenal Gomá, al feminismo católico, a los temas diversos…

Vamos, lecturas con fundamento, como diría Karlos Arguiñano.

Del Cristo del Corcovado a Covadonga: cientos de monumentos se iluminan de rojo por los cristianos perseguidos

España se suma por primera vez a la campaña de Ayuda a la Iglesia Necesitada que «teñirá» iglesias y catedrales por todo el mundo la semana próxima

(El Debate/ Alex Navajas) Cuando caiga la noche, cientos de parroquias, iglesias, monumentos y catedrales se iluminarán de rojo la semana que viene por toda España, y miles más lo harán en el resto del planeta. Se tratará de la campaña Redweek (Semana Roja), una iniciativa de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés) que comenzó en Brasil en 2015 y a la que este año, por primera vez, se sumará España. En total, una veintena de países y más de mil monumentos de todo el planeta se iluminarán en algún momento de las noches entre el 18 y 24 de noviembre, «una semana de concienciación, información y oración por los cristianos perseguidos hoy en el mundo», según ha explicado ACN en una rueda de prensa celebrada en Madrid.

Entre los edificios o monumentos que se iluminarán durante esas noches se encuentran verdaderos iconos de fama mundial, como el Cristo Redentor de Río de Janeiro, el Parlamento de Westminster, en Londres, o la basílica del Sacre Coeur de París. En España se han sumado a la campaña edificios tan sobresalientes como la basílica de la Sagrada Familia, en Barcelona; el anfiteatro romano de Tarragona, la basílica de Covadonga, el monumento al Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles (Getafe, Madrid), el Cristo del Otero, en Palencia, y las catedrales de Madrid, Jerez de la Frontera, Logroño, Palencia, Jaén y Valladolid.

El director de ACN España, José María Gallardo, ha explicado que «queremos transmitir un mensaje claro: no olvidamos a nuestros hermanos que sufren por la fe. Con la REDWEEK queremos también rezar por aquellos que están sufriendo por el nombre de Jesús, sostenerles en su cruz, igual que ellos están sosteniendo a la Iglesia con su ‘Sí’. También debemos contarlo al mundo entero y defender activamente el derecho de la libertad religiosa en todo el mundo».

En toda Europa y en países como México, Colombia, Chile, Canadá, Filipinas y Australia se llevarán a cabo más de 300 eventos organizados por las sedes nacionales de ACN en cientos de ciudades. Lo que comenzó como un día de solidaridad, durante el cual las iglesias y los edificios seculares se iluminaban de rojo, se ha convertido ahora en un movimiento internacional con vigilias de oración, testimonios, conferencias y exposiciones.

Impulsado por la ACdP

Desde ACN han destacado que la campaña de la REDWEEK ha sido posible gracias al impulso de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP). «Desde su creación en 1909, los miembros de la ACdP participan activamente en la sociedad, trabajando por hacer presente en todos los ámbitos el mensaje del Evangelio», señalan.

En España, alrededor de 30 diócesis –casi la mitad de las que existen– participarán en esta primera edición de la Redweek en nuestro país. El miércoles, 20 de noviembre, 115 parroquias de toda España se tornarán rojas cuando oscurezca. Además de ellas, estos son los principales monumentos españoles donde se celebrarán eventos:


Listado de monumentos españoles

Catedral de CórdobaEucaristía domingo, 17 de noviembre, a las 12.00 h. Presidida por monseñor Demetrio Fernández, obispo de Córdoba.
Catedral de la Almudena (Madrid)Eucaristía miércoles, 20 de noviembre. 19.00 h.
Iluminación miércoles, 20 de noviembre. 20.00 h.
Exposición de ‘La Belleza del Martirio’ del 18 al 24 de noviembre desde las 10.000 h. hasta las 20.00 h.
Sagrada Familia (Barcelona)Eucaristía miércoles 20 de noviembre. 20.00 h.
Iluminación miércoles 20 de noviembre. Desde las 21.00 h hasta las 00.00 h.
Basílica de Covadonga (Asturias)Eucaristía miércoles 20 de noviembre. (Horario por confirmar)
Iluminación miércoles 20 de noviembre. (Horario por confirmar)
Anfiteatro Romano (Tarragona)Iluminación miércoles 20 de noviembre. Desde las 21.00 h hasta las 00.00 h.
Sagrado Corazón de Jesús (Getafe)Eucaristía miércoles 20 de noviembre. 19.00 h.
Iluminación miércoles 20 de noviembre. 20.15 h.
Basílica de la Purísima Concepción (Yecla)Iluminación del 18 al 24 de noviembre. 19.30 h.
Rosario del 18 al 24 de noviembre. 19.30 h.
Documental ‘Héroes de la fe’ y Hora Santa miércoles 20 de noviembre. 20.30 h.
Eucaristía viernes 22 de noviembre. 20.00 h.
Basílica de Santa Engracia (Zaragoza)Eucaristía jueves 21 de noviembre. 19.00 h.
Iluminación jueves 21 de noviembre.
Rosario jueves 21 de noviembre. 21.00 h.
Sagrado Corazón de las Ermitas (Córdoba)Iluminación del 18 al 24 de noviembre.
Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de ValladolidIluminación del 18 al 24 de noviembre.
Cristo del Otero (Palencia)Iluminación del 18 al 24 de noviembre.
Catedral de la Asunción de la Virgen de Jaén y Ayuntamiento de JaénIluminación miércoles 20 de noviembre. Desde las 20.30 h hasta las 21.15 h.
Catedral Jerez de la FronteraIluminación de la torre-campanario del 18 al 22 de noviembre.
Eucaristía domingo 24 a las 11:00 h. Presidida por monseñor José Rico Pavés, obispo de Asidonia-Jerez
Concatedral de Santa María de La Redonda (Logroño)Iluminación miércoles 20 de noviembre. 19.30 h.
Eucaristía y adoración miércoles 20 de noviembre. 20.15 h.
Catedral de Santa María de Calahorra (La Rioja)Iluminación miércoles 20 de noviembre. (Horario por confirmar)
Diputación de CórdobaIluminación del 18 al 24 de noviembre.
La Seu d´Ègara (Terrassa)Eucaristía miércoles 20 de noviembre. 19.00 h.
Iluminación miércoles 20 de noviembre. Desde las 19.00 h hasta las 00.00 h.
Concierto Réquiem de Mozart en honor a los cristianos perseguidos. 20.00 h.
Catedral de San Antolín de PalenciaEucaristía miércoles 20 de noviembre. 19.00 h.
Plaza de la catedral de AlmeríaRosario miércoles 20 de noviembre. 20.00 h.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Mensaje del Santo Padre Francisco para la VIII Jornada Mundial de los pobres

La oración del pobre sube hasta Dios (cf. Sirácida 21,5)

Queridos hermanos y hermanas:

1. La oración del pobre sube hasta Dios (cf. Si 21,5). En el año dedicado a la oración, con vistas al Jubileo Ordinario 2025, esta expresión de la sabiduría bíblica es muy apropiada para prepararnos a la VIII Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará el próximo 17 de noviembre. La esperanza cristiana abraza también la certeza de que nuestra oración llega hasta la presencia de Dios; pero no cualquier oración: ¡la oración del pobre! Reflexionemos sobre esta Palabra y “leámosla” en los rostros y en las historias de los pobres que encontramos en nuestras jornadas, de modo que la oración sea camino para entrar en comunión con ellos y compartir su sufrimiento.

2. El libro del Eclesiástico, al que nos referimos, no es muy conocido, y merece ser descubierto por la riqueza de temas que afronta sobre todo cuando se refiere a la relación del hombre con Dios y con el mundo. Su autor, Ben Sirá, es un maestro, un escriba de Jerusalén, que escribe probablemente en el siglo II a. C. Es un hombre sabio, arraigado en la tradición de Israel, que enseña sobre varios ámbitos de la vida humana: del trabajo a la familia, de la vida en sociedad a la educación de los jóvenes; presta atención a los temas relacionados con la fe en Dios y con la observancia de la Ley. Afronta los problemas arduos de la libertad, del mal y de la justicia divina, que también hoy son de gran actualidad para nosotros. Ben Sirá, inspirado por el Espíritu Santo, quiere transmitir a todos el camino a seguir para una vida sabia y digna de ser vivida ante Dios y ante los hermanos.

3. Uno de los temas a los que este autor sagrado dedica mayor espacio es la oración. Lo hace con mucho ímpetu, porque da voz a su propia experiencia personal. En efecto, ningún escrito sobre la oración podría ser eficaz y fecundo si no partiera de quien cada día está en la presencia de Dios y escucha su Palabra. Ben Sirá declara haber buscado la sabiduría desde la juventud: «En mi juventud, antes de andar por el mundo, busqué abiertamente la sabiduría en la oración» (Si 51,13).

4. En su recorrido, descubre una de las realidades fundamentales de la revelación, es decir, el hecho de que los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios, de tal manera que, ante su sufrimiento, Dios está “impaciente” hasta no haberles hecho justicia, «hasta extirpar la multitud de los prepotentes y quebrar el cetro de los injustos; hasta retribuir a cada hombre según sus acciones, remunerando las obras de los hombres según sus intenciones» (Si 35,21-22). Dios conoce los sufrimientos de sus hijos porque es un Padre atento y solícito hacia todos. Como Padre, cuida de los que más lo necesitan: los pobres, los marginados, los que sufren, los olvidados. Pero nadie está excluido de su corazón, ya que, ante Él, todos somos pobres y necesitados. Todos somos mendigos, porque sin Dios no seríamos nada. Tampoco tendríamos vida si Dios no nos la hubiera dado. Y, sin embargo, ¡cuántas veces vivimos como si fuéramos los dueños de la vida o como si tuviéramos que conquistarla! La mentalidad mundana exige convertirse en alguien, tener prestigio a pesar de todo y de todos, rompiendo reglas sociales con tal de llegar a ganar riqueza. ¡Qué triste ilusión! La felicidad no se adquiere pisoteando el derecho y la dignidad de los demás.

La violencia provocada por las guerras muestra con evidencia cuánta arrogancia mueve a quienes se consideran poderosos ante los hombres, mientras son miserables a los ojos de Dios. ¡Cuántos nuevos pobres producen esta mala política hecha con las armas, cuántas víctimas inocentes! Pero no podemos retroceder. Los discípulos del Señor saben que cada uno de estos “pequeños” lleva impreso el rostro del Hijo de Dios, y a cada uno debe llegarles nuestra solidaridad y el signo de la caridad cristiana. «Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 187).

5. En este año dedicado a la oración, necesitamos hacer nuestra la oración de los pobres y rezar con ellos. Es un desafío que debemos acoger y una acción pastoral que necesita ser alimentada. De hecho, «la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la fe. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria» (ibíd., 200).

Todo esto requiere un corazón humilde, que tenga la valentía de convertirse en mendigo. Un corazón dispuesto a reconocerse pobre y necesitado. En efecto, existe una correspondencia entre pobreza, humildad y confianza. El verdadero pobre es el humilde, como afirmaba el santo obispo Agustín: «El pobre no tiene de qué enorgullecerse; el rico tiene contra qué luchar. Escúchame, pues: sé verdadero pobre, sé piadoso, sé humilde» (Sermón 14,3.4). El humilde no tiene nada de que presumir y nada pretende, sabe que no puede contar consigo mismo, pero cree firmemente que puede apelarse al amor misericordioso de Dios, ante el cual está como el hijo pródigo que vuelve a casa arrepentido para recibir el abrazo del padre (cf. Lc 15,11-24). El pobre, no teniendo nada en que apoyarse, recibe fuerza de Dios y en Él pone toda su confianza. De hecho, la humildad genera la confianza de que Dios nunca nos abandonará ni nos dejará sin respuesta.

6. A los pobres que habitan en nuestras ciudades y forman parte de nuestras comunidades les digo: ¡no pierdan esta certeza! Dios está atento a cada uno de ustedes y está a su lado. No los olvida ni podría hacerlo nunca. Todos hemos tenido la experiencia de una oración que parece quedar sin respuesta. A veces pedimos ser liberados de una miseria que nos hace sufrir y nos humilla, y puede parecer que Dios no escucha nuestra invocación. Pero el silencio de Dios no es distracción de nuestros sufrimientos; más bien, custodia una palabra que pide ser escuchada con confianza, abandonándonos a Él y a su voluntad. Es de nuevo Sirácida quien lo atestigua: “la sentencia divina no se hace esperar en favor del pobre” (cf. Si 21,5). De la palabra pobreza, por tanto, puede brotar el canto de la más genuina esperanza. Recordemos que «cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. […] Esa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 2).

7. La Jornada Mundial de los Pobres es ya una cita obligada para toda comunidad eclesial. Es una oportunidad pastoral que no hay que subestimar, porque incita a todos los creyentes a escuchar la oración de los pobres, tomando conciencia de su presencia y su necesidad. Es una ocasión propicia para llevar a cabo iniciativas que ayuden concretamente a los pobres, y también para reconocer y apoyar a tantos voluntarios que se dedican con pasión a los más necesitados. Debemos agradecer al Señor por las personas que se ponen a disposición para escuchar y sostener a los más pobres. Son sacerdotes, personas consagradas, laicos y laicas que con su testimonio dan voz a la respuesta de Dios a la oración de quienes se dirigen a Él. El silencio, por tanto, se rompe cada vez que un hermano en necesidad es acogido y abrazado. Los pobres tienen todavía mucho que enseñar porque, en una cultura que ha puesto la riqueza en primer lugar y que con frecuencia sacrifica la dignidad de las personas sobre el altar de los bienes materiales, ellos reman contracorriente, poniendo de manifiesto que lo esencial en la vida es otra cosa.

La oración, por tanto, halla la confirmación de su propia autenticidad en la caridad que se hace encuentro y cercanía. Si la oración no se traduce en un actuar concreto es vana, de hecho, la fe sin las obras «está muerta» (St 2,26). Sin embargo, la caridad sin oración corre el riesgo de convertirse en filantropía que pronto se agota. «Sin la oración diaria vivida con fidelidad, nuestra actividad se vacía, pierde el alma profunda, se reduce a un simple activismo» (Benedicto XVI, Catequesis, 25 abril 2012). Debemos evitar esta tentación y estar siempre alertas con la fuerza y la perseverancia que provienen del Espíritu Santo, que es el dador de vida.

8. En este contexto es hermoso recordar el testimonio que nos ha dejado la Madre Teresa de Calcuta, una mujer que dio la vida por los pobres. La santa repetía continuamente que era la oración el lugar de donde sacaba fuerza y fe para su misión de servicio a los últimos. El 26 de octubre de 1985, cuando habló a la Asamblea General de la ONU mostrando a todos el rosario que llevaba siempre en mano, dijo: «Yo sólo soy una pobre monja que reza. Rezando, Jesús pone su amor en mi corazón y yo salgo a entregarlo a todos los pobres que encuentro en mi camino. ¡Recen también ustedes! Recen y se darán cuenta de los pobres que tienen a su lado. Quizá en la misma planta de sus casas. Quizá incluso en sus hogares hay alguien que espera vuestro amor. Recen, y los ojos se les abrirán, y el corazón se les llenará de amor».

Y cómo no recordar aquí, en la ciudad de Roma, a san Benito José Labre (1747-1783), cuyo cuerpo reposa y es venerado en la iglesia parroquial de Santa María ai Monti. Peregrino de Francia a Roma, rechazado en muchos monasterios, trascurrió los últimos años de su vida pobre entre los pobres, permaneciendo horas y horas en oración ante el Santísimo Sacramento, con el rosario, recitando el breviario, leyendo el Nuevo Testamento y la Imitación de Cristo. Al no tener siquiera una pequeña habitación donde alojarse, solía dormir en un rincón de las ruinas del Coliseo, como “vagabundo de Dios”, haciendo de su existencia una oración incesante que subía hasta Él.

9. En camino hacia el Año Santo, exhorto a cada uno a hacerse peregrino de la esperanza, ofreciendo signos concretos para un futuro mejor. No nos olvidemos de cuidar «los pequeños detalles del amor» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 145): saber detenerse, acercarse, dar un poco de atención, una sonrisa, una caricia, una palabra de consuelo. Estos gestos no se improvisan; requieren, más bien, una fidelidad cotidiana, casi siempre escondida y silenciosa, pero fortalecida por la oración. En este tiempo, en el que el canto de esperanza parece ceder el puesto al estruendo de las armas, al grito de tantos inocentes heridos y al silencio de las innumerables víctimas de las guerras, dirijámonos a Dios pidiéndole la paz. Somos pobres de paz; alcemos las manos para acogerla como un don precioso y, al mismo tiempo, comprometámonos por restablecerla en el día a día.

10. Estamos llamados en toda circunstancia a ser amigos de los pobres, siguiendo las huellas de Jesús, que fue el primero en hacerse solidario con los últimos. Que nos sostenga en este camino la Santa Madre de Dios, María Santísima, que, apareciéndose en Banneux, nos dejó un mensaje que no debemos olvidar: «Soy la Virgen de los pobres». A ella, a quien Dios ha mirado por su humilde pobreza, obrando maravillas en virtud de su obediencia, confiamos nuestra oración, convencidos de que subirá hasta el cielo y será escuchada.

Roma, San Juan de Letrán, 13 de junio de 2024, Memoria de san Antonio de Padua, patrono de los pobres.

FRANCISCO

La tierra de los vivos. Por Francisco Torres Ruiz

(In virga virtutis) “Solo veremos cosas buenas en la tierra de los vivos” sirvan estas palabras atribuidas a G.K. Chesterton para encabezar el segundo artículo de noviembre dedicado a los novísimos o postrimerías.

El Credo termina con esta afirmación: “espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”. Con ella la Iglesia nos anima cada domingo a esperar lo que se nos ha prometido obtener: la vida eterna, el Cielo. El Catecismo Romano (1566) enseña: “la vida eterna, no se significa tanto la perpetuidad de la vida, a la cual también están destinados los demonios y los hombres malos, como la felicidad perpetua que satisfaga el deseo de los bienaventurados” y más adelante dice que se trata de la suma felicidad dado “que no puede conseguirse felicidad alguna en esta vida… y que no puede perderse…porque felicidad es el conjunto de todos los bienes sin mezcla alguna de mal”. Y concluye: “la felicidad de la vida eterna se debe definir por la desaparición de todos los males y la consecución de todos los bienes”.

Para imaginar lo que es el Cielo que Cristo nos ha ganado a precio de su sangre podemos recurrir al testimonio de algunos santos que lo vieron. San Saturio, estando en prisión con Santa Perpetua y Santa Felicidad, lo describe así: “como un hermoso jardín, lleno de toda especie de flores, en el que se veían rosales altos, como cipreses, cuyas rosas blancas y encarnadas, agitadas por un dulce céfiro, caían continuamente como gruesos copos y formaban una nieve olorosa de distintos colores…Como un palacio el más hermoso que se pueda ver; las tapicerías que cubrían las paredes parecían estar tejidas de rayos de luz y también las paredes brillaban como si hubiesen sido fabricadas de diamantes…”.

Aunque quizás las imágenes más bellas nos las ofrezca la misma Biblia: en Is 6, 1-4 leemos: “vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Junto a él estaban los serafines, cada uno con seis alas: con dos alas se cubrían el rostro, con dos el cuerpo, con dos volaban, y se gritaban uno a otro diciendo: «¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!». Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo” y Dan 7, 9-10: “Miré y vi que colocaban unos tronos. Un anciano se sentó. Su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas; un río impetuoso de fuego brotaba y corría ante él. Miles y miles lo servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros” y en Ap 21, 18-23: “Y el material de su muralla es de jaspe y la ciudad es de oro puro semejante al vidrio puro. Y los cimientos de la muralla de la ciudad están adornados con toda clase de piedras preciosas: el primero es de jaspe, el segundo de zafiro, el tercero de calcedonia, el cuarto de esmeralda, el quinto de sardónica, el sexto de cornalina, el séptimo de crisólito, el octavo de berilo, el noveno de topacio, el décimo de ágata, el undécimo de jacinto, el duodécimo de amatista. Y las doce puertas son doce perlas, cada una de las puertas hecha de una sola perla. Y la plaza de la ciudad era de oro puro como vidrio translúcido. Y en ella no vi santuario, pues el Señor, Dios todopoderoso, es su santuario, y también el Cordero. Y la ciudad no necesita del sol ni de la luna que la alumbre, pues la gloria del Señor la ilumina, y su lámpara es el Cordero”.

Así, el dogma que define la existencia del Cielo para los que mueren en gracia y amistad con Dios fue definido por Benedicto XII en la Constitución Benedictus Deus (1336) con estas palabras: “Definimos con la autoridad apostólica: que, según la disposición general de Dios, las almas de todos los santos […] y de todos los demás fieles muertos después de recibir el Bautismo de Cristo en los que no había nada que purificar cuando murieron […]; o en caso de que tuvieran o tengan algo que purificar, una vez que estén purificadas después de la muerte […] aun antes de la reasunción de sus cuerpos y del juicio final, después de la Ascensión al cielo del Salvador, Jesucristo Nuestro Señor, estuvieron, están y estarán en el cielo, en el Reino de los cielos y paraíso celestial con Cristo, admitidos en la compañía de los ángeles. Y después de la muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con una visión intuitiva y cara a cara, sin mediación de ninguna criatura”. De esta definición podemos sacar algunas enseñanzas:

Primera: La enseñanza sobre el Cielo se circunscribe después de la Ascensión del Señor hasta antes de la resurrección de la carne. Así lo enseña San Pablo en su primera carta a los Corintios “pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su venida; después el final, cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza. Pues Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en ser destruido será la muerte, porque lo ha sometido todo bajo sus pies. Pero, cuando dice que ha sometido todo, es evidente que queda excluido el que le ha sometido todo. Y, cuando le haya sometido todo, entonces también el mismo Hijo se someterá al que se lo había sometido todo. Así Dios será todo en todos” (1Cor 15, 22-28)

Segunda: El cielo es para las almas de los santos y de los demás fieles (por tanto, bautizados) que murieron sin nada que purificar o bien que ya lo hubieran purificado después de muertos. En este sentido enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: “la vida de los bienaventurados consiste en la plena posesión de los frutos de la redención realizada por Cristo, quien asocia a su glorificación celestial a aquellos que han creído en Él y que han permanecido fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los que están perfectamente incorporados a Él” (CEC 1026). Cuentan que un día fue arrebatado al Cielo San Alonso Rodríguez en compañía de su ángel de la guarda y vio allí innumerables tronos ocupados por los bienaventurados y en medio un trono vacío que resplandecía grandemente. El santo preguntó que de quién era; y una voz le contestó: “este es el lugar preparado para tu discípulo Pedro Claver, en premio de sus muchas virtudes y de las innumerables almas que convertirá en las Indias con sus trabajos y sudores”. Lo mismo le fue concedido ver a Santa Oria quien fue llevada al cielo en visión por las tres vírgenes y mártires santa Águeda, santa Eulalia y Santa Cecilia.

Tercera: El Cielo se define como visión beatífica, es decir, la capacidad de ver a Dios (la esencia divina) con visión intuitiva y directa. San Cipriano de Cartago dice “¡Cuán grande será vuestra gloria y felicidad, si se os permite ver a Dios, si se os honra con compartir la alegría de la salvación y la luz eterna con Cristo, vuestro Señor y Dios… para deleitaros con la alegría de la inmortalidad en el Reino de los Cielos con los justos y los amigos de Dios!” (Ep. 58). Santo Tomás de Aquino explica la visión beatífica del modo siguiente: “La bienaventuranza final y perfecta no puede consistir en otra cosa que en la visión de la esencia divina. Para que esto quede claro, hay que tener en cuenta dos cosas: la primera, que el hombre no es perfectamente feliz mientras le quede algo que desear y buscar; la segunda, que la perfección de cualquier potencia se determina por la naturaleza de su objeto. Ahora bien, el objeto del entendimiento es «lo que es una cosa», es decir, la esencia de una cosa, según se dice en III De Anima. Por eso, el entendimiento alcanza la perfección en cuanto conoce la esencia de una cosa…” (S.Th. I-II q.3, a.8).

El cielo ha de ser, por tanto, la máxima aspiración del hombre. La Sagrada Liturgia usó para emular la gloria, el color dorado en las casullas y las casullas profusamente adornadas y recamadas. El cielo es visión de Dios y encuentro con Cristo, y de este modo se logra la vida plena del hombre. El cielo será amar a Dios y vivir imbuidos en el amor. Caminemos, pues, juntos hacia el cielo.