jueves, 31 de diciembre de 2020

Sacerdotes diocesanos fallecidos en el año 2020


3 de febrero, D. José Manuel García Rodriguez
Murió en la Casa Sacerdotal. Había nacido en Piñeres en 1928
Presidió el funeral el Sr. Arzobispo en Piñeres, siendo inhumado en ese su pueblo natal.

27 de febrero, D. Joaquín González González
Murió en el Hospital de Cabueñes. Había nacido en Moreda en 1944
Funeral en San Martín de Moreda, sus cenizas fueron inhumadas en ese su pueblo natal

20 de marzo, D. Ezequiel Fernández Fernández, Jubilado
Murió en la Casa Sacerdotal. Había nacido en La Foz de Morcín en 1927
Al fallecer en estado de alarma recibió cristiana sepultura en su pueblo natal. 
Funeral en la Capilla Mayor del Seminario Metropolitano el 28/10/2020

26 de marzo, D. Victoriano López Díaz, Jubilado
Murió en el HUCA de Oviedo. Había nacido en San Juan de Moldes -Castropol en 1934
Al fallecer en estado de alarma sus cenizas fueron inhumadas en el columbario de la Corte (Oviedo)

26 de marzo, Monseñor José Luis Gonzalez Novalín, Jubilado
Murió en el HUCA de Oviedo. Había nacido en Tresali (Nava) en 1929
El funeral fue el 27 de julio en la Catedral, sus cenizas fueron inhumadas en Tresali (Nava).

26 de marzo, D. Luis Díaz Valdés, Jubilado
Murió en el Hospital Monte Naranco de Oviedo. Había nacido en Carbayín Bajo en 1931
Al fallecer en estado de alarma recibió cristiana sepultura en el cementerio de Valdesoto

30 de marzo, D. Modesto Juan García Astorga, Jubilado
Murió en Madrid. Había nacido en Barrios de Gordón en 1922
Al fallecer en estado de alarma recibió cristiana sepultura en el cementerio de Madrid

31 de marzo, D. Alberto Miranda Peña, Jubilado
Murió en la Casa Sacerdotal. Había nacido en Feleches en 1927
Al fallecer en estado de alarma recibió cristiana sepultura en el cementerio de Gobiendes

24 de abril, D. Marcial Álvarez Álvarez, Jubilado
Murió en la Casa Sacerdotal. Había nacido en San Tirso de Candamo en 1923
Al fallecer en estado de alarma recibió cristiana sepultura en el panteón sacerdotal del Salvador

6 de junio, D. José Ramón García Alonso, Jubilado
Murió en el HUCA de Oviedo. Había nacido en Turón en 1932
Funeral en San Pablo de la Luz (Avilés), sus cenizas fueron inhumados en Turón.

29 de junio, D. José Manuel Feito Álvarez, Jubilado
Murió en Miranda de Avilés. Había nacido en Pola de Somiedo en 1934
Presidió en funeral el Sr. Arzobispo en Miranda, siendo sus cenizas inhumadas en S. Juan de Ávila.

12 de agosto, Rvdo. Sr. D. Antonio Fernández Díaz, Jubilado
Murió en el HUCA de Oviedo. Había nacido en Folgueras (Coaña) en 1937
Presidió en funeral el Sr. Arzobispo en la Casa Sacerdotal, siendo inhumado en S. Pedro de Andes.

15 de agosto, Rvdo. Sr. D. Manuel Peláez González, Jubilado
Murió en el HUCA de Oviedo. Había nacido en Folgueras (Coaña) en 1927
Funeral y sepelio en Folgueras, recibiendo cristiana sepultura en ese su pueblo natal.

28 de agosto. Rvdo. Sr. D. Roberto Peña Cueli, Jubilado
Murió en la Casa Sacerdotal. Había nacido en la Isla (Colunga) en 1943
Funeral y sepelio en su parroquia natal de la Isla (Colunga).

17 de septiembre, Rvdo. Sr. D. José Pérez Álvarez, Jubilado
Murió en la Casa Sacerdotal de Cali (Colombia). Había nacido en Vega de Rengos en 1926
Funeral y sepelio en Colombia. En Oviedo se celebró un funeral en San Juan el Real

18 de septiembre, D. José Ovidio Fernández Fernández, Jubilado
Murió en el Hospital Monte Naranco de Oviedo. Había nacido en Peñerudes (Morcín) en 1930
Presidió el funeral el Sr. Arzobispo en la Casa Sacerdotal, siendo inhumado en su pueblo natal.

25 de octubre, D. Julio García Álvarez, Capellán de las Hermanitas de Avilés 
Murió en la Fundación Hospital de Avilés. Había nacido en Sta María de Ordás (León) en 1927
Funeral en la Capilla del Asilo de Avilés y sepelio en el cementerio de Ceares (Gijón)
Era Operario Diocesano pero incardinado al servicio de la Diócesis de Oviedo

15 de diciembre, D. Alejandro Díaz Noval, Párroco de la Unidad Pastoral del Berrón - Siero
Murió en el Hospital Monte Naranco de Oviedo. Había nacido en El Berrón en 1964
Presidió el funeral el Sr. Arzobispo en el Berrón, siendo inhumado en ese su pueblo natal.

26 de diciembre, D. Alfredo González Gonzalez, Jubilado
Murió en la Residencia Cimadevilla de Gijón. Había nacido en Gijón en 1934
Funeral en San Pedro Mayor de Gijón, siendo inhumado en Ceares.

Carta semanal del Sr. Arzobispo

Poder decirnos feliz año nuevo

Fue distinta la semana santa y sus alrededores. Lo está siendo también la navidad y sus calendas. Hay un aire de extrañeza en el que no es fácil superar con nuevas normalidades todo cuanto está condicionando estas entrañables fiestas navideñas. Algunos lo han dicho en medio de la circunstancia que estamos viviendo, y quizás también nosotros lo hemos pensado: ¿podemos este año celebrar la navidad como fiesta con la que está cayendo? La pandemia intrusa que se nos ha colado en la vida sin pedirnos permiso, nos está quitando tantas cosas. Nos quita la salud, nos llega a quitar la vida, como hemos visto en tanta gente querida que ha quedado tocada o que nos ha dejado. Ha llevado al traste el trabajo de personas sencillas que vivían del sudor de su frente, sumiendo a sus familias en situaciones tremendas. Niños que no entienden el llanto de sus mayores ante algo que ellos no acaban de comprender en su gravedad más fiera. Hay mucha gente asustada, que tiene miedo y ha perdido la esperanza. Al tiempo, hay otros que se aprovechan para imponernos sus ideologías políticas a cualquier precio, sus leyes abusivas contra la libertad y la vida, sus interesadas historias irrealmente maquilladas ante el espejo de su insufrible narcisismo. Cuando todo esto sucede, nos cuestionamos si es posible la esperanza, si podremos volver a comenzar cuando aparezcan las vacunas varias que necesitamos para las varias pandemias en curso. 

Los cristianos podemos y hasta debemos celebrar la navidad, precisamente cuando más arrecia lo que nos puede acorralar la alegría y ensombrecer la esperanza. La navidad no es sólo algo que sucedió hace dos mil años, sino algo que sucede cada día. Hay una luz más grande y poderosa que todas nuestras oscuridades juntas. Hay una ternura capaz de superar la dureza de nuestra existencia. Hay una paz que viene a desarmar nuestras violencias todas. Y tamaña gracia Dios la ha querido ofrecer a través de un pequeño y divino bebé, que nace de una joven doncella que se fio de Él, y de un artesano carpintero llamado José que, enamorado de María su prometida, supo respetar hasta el extremo lo que el Señor había dispuesto. Ellos tres, hace dos mil años, en aquella cueva de pastores ofrecían al mundo de todos los tiempos este regalo. 

Y lo mismo nos decimos llegando el comienzo de un año nuevo, tras doblar por su esquina el año 2020 que nos ha resultado tan aciago. En estos primeros lances de enero nos saludamos con la expresión popular del “feliz año nuevo”. Quisiéramos que fuera un talismán bondadoso que produjera lo que nos decimos sin más. Pero, la dura realidad es que cuanto dejamos al tomarnos unas uvas confinadas que se nos atragantaban entre el miedo y el dolor por todo lo que nos está pasando, nos esperaba en el albor del nuevo año sin que apenas haya habido un cambio en la circunstancia. 

Y, sin embargo, nos deseamos venturosos el “feliz año nuevo”, que en clave cristiana no significa una historia inventada para engañarnos diciendo que ya todo ha pasado, y que año-nuevo-vida-nueva sin más. La actitud cristiana no cambia la circunstancia que nos asola, sino que su novedad consiste en el modo nuevo de mirarla, en un momento duro que por tantos motivos nos duele, pero no nos destruye ya. Es mirar las cosas y vivirlas desde la confianza de sabernos en manos de un Dios al que le importa mi vida, que me concede su luz en medio de tanta penumbra, su paz cuando me amenazan los conflictos, su verdad como ayuda ante tantas mentiras, su gracia como don que me hace fuerte en la vulnerabilidad de mi pequeñez. Decirnos feliz año nuevo así significa precisamente esto: mirar la circunstancia como Dios la contempla con sus ojos mientras nos ofrece este tiempo cual oportunidad para crecer como hijos suyos y hermanos de los que nos ha puesto a nuestro lado. Esta es la novedad ante el año que comienza. 

+ Jesús Sanz Montes, 
Arzobispo de Oviedo

miércoles, 30 de diciembre de 2020

Villancico en homenaje a los Sanitarios

 

Nuestro Párroco nombrado director de la EDAE


En el día de hoy se ha hecho público por la delegación episcopal de medios de comunicación social del Arzobispado de Oviedo, que el Sr. Arzobispo ha tenido a bien nombrar a nuestro párroco D. Joaquín Manuel Serrano Vila como nuevo director de la Escuela Diocesana de Animación y Tiempo Libre.

La Escuela Diocesana de Animación y Educación en el Tiempo Libre – Fundación EDAE es una entidad que renace con la ilusión de seguir aportando su granito de arena para un mundo mejor a través de la educación en el tiempo libre. La EDAE es una escuela con una larga trayectoria que tiene sus raíces en el año 1952, cuando se detecta una necesidad formativa como consecuencia del primer campamento organizado por los Aspirantes de Acción Católica. Desde la EDAE se entiende el tiempo libre como un espacio educativo donde se ponen en juego los valores de la persona y sus relaciones.

Entre sus señas de identidad podemos destacar:

-Defender la educación en el tiempo libre frente a las actividades en el tiempo libre y la necesidad de entender el tiempo libre como espacio educativo donde se ponen en juego los valores de la persona y sus relaciones.

-Proponer una educación desde la antropología cristiana, partiendo de las personas concretas con las que trabajan.

-Colaborar con la tarea de la nueva evangelización entendiendo que la educación elevada a su más alto grado se llama evangelización: “Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero” (Evangelli Gaudium, 8)

-Lograr una sociedad que garantice la plenitud de la existencia a las personas y comunidades desde un inequívoco sentido de solidaridad pluralidad y servicio.

Felicitamos a nuestro párroco por esta nueva encomienda que la Iglesia Diocesana le encarga como servicio a la evangelización de la juventud. Mucho ánimo Don Joaquín. 

martes, 29 de diciembre de 2020

Santo Tomás Becket de Canterbury

(Infovaticana) Cada 29 de diciembre se celebra a este santo y mártir que se opuso a las intenciones del rey de Inglaterra de controlar a la Iglesia local. Santo Tomás Becket nació en Ruan, Normandía. Debido a que sus padres no pudieron ofrecerle una educación, fue un amigo rico de la familia quien se encargó de él desde su niñez. Realizó sus primeros estudios de leyes cívicas y canónicas y posteriormente estudió teología en París y Bolonia.

Cuando regresó a Inglaterra entró al servicio del arzobispo de Canterbury y fue destinado a Roma en varias ocasiones. Enrique II de Inglaterra, como todos los reyes normandos, quería ser el soberano absoluto, tanto de su reino como de la Iglesia, basándose en las costumbres ancestrales de sus antepasados; quería eliminar los privilegios adquiridos por el clero inglés que consideraba disminuían su autoridad.

Becket le pareció la persona idónea para defender sus intereses; el joven canciller se convirtió no sólo en un fiel servidor de Enrique II, sino también en un excelente compañero de caza y diversiones, manteniendo, no obstante, con mucha diplomacia, su renuncia a las pretensiones del rey. Como Arzobispo se entregó por completo al servicio de Dios, desarrollando un profundo amor por la Eucaristía.

Al negarse a los intereses de Enrique II, que deseaba que la Iglesia en Inglaterra estuviera sujeta al poder del rey, optó por el exilio en Francia. Mientras moría, Santo Tomás repetía los nombres de sus predecesores asesinados antes que él: “San Denis, San Elphege de Canterbury”. Según un testigo, sus últimas palabras fueron: “Muero voluntariamente por el nombre de Jesús y en defensa de la Iglesia”. El crimen causó indignación y el rey Enrique fue forzado a hacer penitencia pública y construir el monasterio en Witham, Somerset.

Este jueves tendrá lugar la apertura de la Puerta Santa de la Catedral de Santiago de Compostela


A las 16.30 horas del jueves 31 de diciembre dará comienzo la ceremonia solemne por la cual se abrirá la Puerta Santa de la Catedral de Santiago, dando inicio así al Año Santo Compostelano de 2021. La TVG retransmitirá en directo todo el acto que podrá, además, seguirse por internet.

La procesión litúrgica saldrá por la puerta de Platerías y se encamina a la Quintana, donde tiendrá lugar el Rito de apertura de la Puerta Santa, tras la lectura del mensaje del Papa.

El Arzobispo de Santiago, Mons. D. Julián Barrio Barrio, realizará el Rito de apertura de la Puerta Santa golpeándola tres veces con un martillo ceremonial. Una vez abierta la Puerta Santa, accederá en primer lugar el Arzobispo Compostelano y se formará la procesión que recorrerá el interior de la Catedral, hasta el altar mayor, donde da comienzo la solemne Misa estacional. La celebración eucarística finalizará con el funcionamiento del Botafumeiro.

Para la ocasión, el compositor gallego D. Juan Durán, ha creado varias piezas musicales, que se estrenarán durante la ceremonia. Además, en la Quintana lucirá una alfombra floral con motivos jacobeos, realizada por la Federación Galega de Alfombristas.

FIESTA DE LA TRASLACIÓN DEL APÓSTOL

Un día antes, a las 11.45 horas del 30 de diciembre, el Arzobispo de Santiago, Mons. D. Julián Barrio Barrio, presidirá en la Catedral de Santiago la Festividad de la Traslación de Apóstol Santiago. En ella se conmemora el traslado del cuerpo del Apóstol Santiago el Mayor, desde Jaffa (Palestina) hasta Galicia, para recibir sepultura en el lugar en el que hoy se levanta la catedral. Durante la Misa tiene lugar la tradicional Ofrenda Nacional, por parte del Excmo. Sr. Delegado Regio.

EL AÑO SANTO COMPOSTELANO

El Año Santo o Año Jubilar Compostelano es un tiempo en el que la Iglesia concede singulares gracias espirituales a los fieles, a imitación de lo que la Biblia dice del año jubilar de los israelitas. Cada 7 años era Año Sabático, en él recuperaba las tierras quien las había vendido por necesidad y los esclavos adquirían la libertad. Cada 50 años era Año Jubilar (Lv, 25).

Jesús dice que Él viene a anunciar un año de gracia del Señor (Lc, 4,16).

La Iglesia Compostelana, con su Año Santo, concede también un especial año de gracia.

Es Año Santo compostelano cuando el 25 de julio, Conmemoración del Martirio de Santiago, coincide en domingo. Se produce con la periodicidad 11, 6, 5, 6 años. Tiene su origen en 1122, con el Papa Calixto II, confirmado posteriormente por el Papa Alejandro III en la Bula “Regis aeterni” de 1179, confiriéndole perpetuidad.

La Sede de Pedro alabó reiteradamente a lo largo de los siglos la peregrinación a Santiago y el Año Santo.

“Nos exhortamos a todos amadísimos hijos a seguir esa vía defidelidad evangélica, de autenticidad cristiana y de iluminada esperanza que, a través de los siglos, ha guiado a tantas almas hasta el Templo Compostelano”. (Pablo VI: A. St 1971).

“Comparto la alegría…por el tiempo de gracia y perdón que el Señor se digna conceder, una vez más, a la querida comunidad de España y de toda la cristiandad…que el Jubileo sea para todos ocasión de verdadera reconciliación”. (Juan Pablo II: A St 1982).

«Invito a los peregrinos a que hagan acopio de las sugestivas experiencias de fe, caridad y fraternidad que encuentren en su andadura, a que vivan el Camino sobre todo interiormente, dejándose interpelar por la llamada que el Señor hace a cada uno de ellos. Así podrán decir con gozo y firmeza en el Pórtico de la Gloria: «Creo»». (Benedicto XVI: A St 2010).

LAS GRACIAS JUBILARES

Para ganar el Jubileo se requiere:

Visitar la Catedral y la Tumba del Apóstol Santiago recitando alguna oración, por ejemplo, Padrenuestro y Credo, orando por las intenciones del Romano Pontífice.

Recibir los sacramentos de la confesión (puede ser 15 días antes o después) y la sagrada comunión.

Esta Indulgencia es aplicable a los difuntos.

LA PUERTA SANTA

Es el acceso a la Catedral desde la plaza de la Quintana que permanece abierta durante los años santos.También conocida como Puerta del Perdón, enlazando con la alegoría de expiación que el paso porella quiere representar. Su apertura marca el inicio de los años santos compostelanos, y se realiza en el marcode una celebración litúrgica en la tarde del 31de diciembre que precede a cada Jubileo.El paso por la Puerta Santa no es obligatorio para la obtención de las indulgencias que se conceden con motivo deljubileo.

Esta puerta se sitúa en la cabecera de la Catedral, entre las capillas del Salvador y de San Pedro, y permite el acceso directo a la girola y al espacio sacro de la capilla mayor, facilitando la visita tanto a la cripta apostólica como al camarín del Abrazo al Apóstol.

La Puerta Santa que hoy conocemos data previsiblemente de los tiempos del arzobispo Alonso Fonseca III, a comienzos del siglo XVI. Para algunos estudiosos, su origen se remonta al siglo XII, vinculada a un acceso que facilitaba el paso a los monjes benedictinos de San Paio. Para otros, sería abierta en el siglo XVI, incorporando el simbolismo de la Puerta Santa de Roma, cuyo ritual había sido introducido por el Papa Alejandro VI en 1500.

En el siglo XVII se añadió el exterior barroco, obra de Jácome Fernández y González de Araújo, completándola Peña de Toro y Domingo de Andrade. Se decoró en su exterior con 24 esculturas procedentes del desaparecido coro pétreo del Maestro Mateo, y en 1694 se culminó con tres esculturas de Pedro del Campo : Santiago, como peregrino en el centro, y sus discípulos Atanasio y Teodoro.

En 2003 se instalaron las actuales hojas de la Puerta, donada por empresarios y comerciantes de la ciudad. Se trata de una obra del escultor compostelano Suso León. Realizada en bronce, sus planchas incluyen relieves alusivos a la vida del Apóstol Santiagoy a la historia de las peregrinaciones.

EL MARTILLO

El martillo con el que se golpea simbólicamente la puerta antes de su apertura es, en esta ocasión, una pieza realizada en plata y madera de encina en el año 2016, en un taller de orfebrería de Munster, y fue donado por un matrimonio alemán el 25 de julio de 2019. Este matrimonio está vinculado con la acogida al peregrino en lengua alemana que se presta en la Oficina del Peregrino. En el están tallados diferentes motivos jacobeos, y en algunos puntos se utilizó una antigua técnica de forja, conocida como mokume-gane.

REPERTORIO MUSICAL

El compositor gallego D. Juan Durán (Premio da Cultura Galega 2013 y Premio Reina Sofía de Composición 2018) ha escrito un conjunto de piezas para acompañar los actos de apertura de la Puerta Santa. Para ello, ha compuesto piezas paraun coro, voz solista, órgano y un quintetode metales. Este bloque de obras contiene dos fanfarrias, una para el inicio del acto y otra para la apertura de la Puerta Santa, así como distintos cantos litúrgicos, entre los que destaca de manera especial el motete “Sae da tú aterra, o Apóstol espérate”, lema del Año Santo 2021, del que el compositor se sirve para escribir una gran obra polifónica.Este encargo y su ejecución, el próximo día 31, se realizan gracias a la colaboración de la Axencia de Turismo de Galicia.

HORARIOS DE APERTURA DE LA CATEDRAL A PARTIR DEL 1 DE ENERO DE 2021

De 9:00 h a 20:30 h.

Habrá Misa del Peregrino, todos los días, a las 12:00 h y a las 19:30 h.

(Arzobispado de Santiago de Compostela)

lunes, 28 de diciembre de 2020

El sacerdote D. Benito Gallego, reelegido Deán de la Catedral

El Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes, ha confirmado la reelección como Deán-Presidente del Cabildo de la Catedral al canónigo D. Benito Gallego Casado. La designación, nuevamente por un período de cinco años, se ha producido tras la votación del Cabildo, tal y como especifican los estatutos que lo rigen.

D. Benito Gallego es natural de Villamoratiel de Las Matas (León). Fue ordenado sacerdote en el año 1965, y ejerció el ministerio pastoral en diversas parroquias de la Babia leonesa y Santa María del Páramo. En el año 1975 obtuvo su doctorado en Teología por la Universidad de Navarra y, meses después, por oposición, la canonjía de Penitenciario de la Catedral. Lleva, por tanto, más de 40 años vinculado al templo metropolitano.

Los estatutos internos que regulan la vida del Cabildo de Oviedo señalan, entre las funciones del Deán-Presidente, la de organizar la vida pastoral de la Catedral, representar al Cabildo en actos oficiales, coordinar los diversos oficios y comisiones capitulares, convocar y presidir las sesiones del Cabildo, asistir al Arzobispo en las celebraciones litúrgicas y elevar al prelado las propuestas y sugerencias del Cabildo.

Esta Navidad con las Clarisas de Villaviciosa



domingo, 27 de diciembre de 2020

Necrológica

Falleció el Rvdo. Sr. D. Alfredo González González

Nació en Gijón el 9 de Noviembre de 1934

Cursó sus estudios en los seminarios de Valdediós, Covadonga y Oviedo. Fue ordenado sacerdote por el entonces Arzobispo de Oviedo, Monseñor Francisco Javier Lauzurica y Torralba, el 22 de marzo de 1958.

Entre sus destinos están:


Coadjutor de San Martín el Real de Pola de Lena (1958 - 1962)

Ecónomo de San Feliz de Lena filial de Pola (1959-1962)

Ecónomo de San Jorge de Tormaleo - Ibias (1962 - 1963)

Encargado de San Pedro de Taladrid y San Clemente de Ibias con su filial de San Pedro de Alguerdo - Ibias(1962-1963)

Encargado de Nuestra Señora del Rosario de Celada y su filial de San Bartolomé de Pandenes - Villaviciosa(1962-1970)

Encargado de San Andrés de Valdebárzana - Villaviciosa (1965-1970)

Regente de Nuestra Señora de las Nieves de Blimea y su filial San Mamés - S.M.R.A. (1970- 1985)

Miembro electo del Consejo Presbiteral (1976-1978)

Párroco de Nuestra Señora de las Nieves de Blimea  - S.M.R.A. (1985-1986)

Párroco de San Mamés de Blimea - S.M.R.A. (1985-1986)

Párroco de Santa María de la Anunciación de Villaviciosa (1986 - 2003)

Arcipreste de Villaviciosa (1986-1988)

Miembro del Consejo Presbiteral, elegido por la Vicaría de Oriente (1991-1994)

Moderador del equipo sacerdotal de San Andrés de Bedriñana, San Martín del Mar y San Miguel de Tazones - Villaviciosa (1992-1993)

Moderador del equipo sacerdotal de San Esteban de Miravalles y 
Santa María Magdalena de los Pandos - Villaviciosa (1992-1997)

Moderador del equipo sacerdotal de San Vicente del Busto y 
San Pedro de Breceña - Villaviciosa (1993-1997)

Miembro designado del Consejo Presbiteral (1997-2000)

En el año 2003 pasó a la situación de jubilado, fijando su domicilio en Gijón donde colaboró activamente en la pastoral de la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús durante nueve años, así como en la Parroquia de San Pedro Mayor de Gijón. 

Cuando su salud empezó a decaer decidió ingresar en la Residencia Parroquial de San Pedro Mayor de Gijón, donde vivió con serenidad y entereza las múltiples limitaciones que le llegaban en el declive físico. Después de una larga y penosa enfermedad, descansó en el Señor al anochecer del día de ayer.

Será velado en el Tanatorio de Cabueñes (Gijón) mañana lunes, y se celebrará su funeral en la Parroquia de San Pedro Mayor de Gijón a las 12:00 horas. A continuación recibirá cristiana sepultura en el Cementerio Municipal del "Sucu"-Ceares (Gijón). El miércoles día 30 se celebrará a las 18´00h una misa exequial por su eterno descanso en la parroquia de Villaviciosa.

D. E. P. 

''Entonces Jesús exclamó con fuerza: ―¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Y al decir esto, expiró'' (Lc 23,46)

''Familia Sagrada''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila



Dentro de la Solemne Octava de la Navidad, celebramos como es costumbre en este domingo posterior al 25 de diciembre, esta entrañable fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret en la que contemplamos el Pesebre en todo su conjunto, haciendo nuestra la idea central de este día: la familia es "Sagrada", pues ella es el marco en el que quiso Dios que llegara y creciera su Hijo. Es esta una jornada para tomar conciencia de la importancia de la familia como célula de nuestra sociedad, y para orar por esta institución que pasa por momentos muy difíciles en nuestra nación. 

Los católicos defendemos la familia conscientes de que no hay vía de evangelización mayor y mejor que ésta, sabedores de que es un tesoro que hemos de preservar,  por lo que se ha de alzar siempre la voz contra todo aquello que daña a la familia, particularmente contra las leyes que en nuestro país se ha ido aprobando en los últimos años y que atentan contra sus pilares fundamentales como raposo en gallinero y lobo nocturno entre el rebaño, donde los políticos se entrometen en aquello que sólo le compete a cada hogar. Da la sensación a veces que nuestros gobernantes consideran inmaduros a los padres e incapaces de educar a sus hijos en libertad, esa libertad de la que se les llena la boca a ellos mientras tratan ejercer de tutores de los mismos, incapacitándoles hasta el punto de querer decidir cómo han de hacerlo y erigirse "propietarios" de los hijos de todos, diciendo incluso que éstos "no son de los padres"... Algún día lamentaremos todos estos atropellos que se están gestando contra nuestras familias, y a los que muchas veces asistimos silenciosos y narcotizados, impasibles e indiferentes...

La primera lectura habla del gran milagro de la vida que se da en la procreación, donde nada más bello en que dos personas que se aman se convierten en creadoras vida por amor. Sólo el mero hecho de habernos regalado la vida convierte a nuestros padres en figuras clave para entendernos a nosotros mismos. Y al igual que hemos escuchado en el pasaje del Antiguo Testamento: ''Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas''. De esta máxima hebrea hemos heredado los católicos la tradición de honrar y respetar de forma explícita en el 4º Mandamiento a nuestros progenitores. Ahí tenemos el calvario de tantísimas familias que se vieron confinadas con sus seres queridos en residencias y hospitales, donde por terribles protocolos -más que discutibles- muchos fallecieron sin tener oportunidad de despedirse. Ha sido el drama de nuestra moderna sociedad pandémica y contemporánea, tan científica, tecnológica, avanzada y de tanta "calidad de vida" que a resultas, ha precipitado al gobierno a aprobar raspado y con unos socios inmorales una "Ley de Eutanasia" para poder liquidar de tapadillo "legalmente" (que no legítima ni moralmente) y rápido "el problema de los viejos"; de los que gastan mucho en pensiones, hospitales, fármacos, seguros etc; tratando de decidir -una vez más por todos- lo que nos conviene y lo que nó. 

La familia cristiana es como afirmó claramente el Concilio Vaticano II, la ''Iglesia Doméstica''. En casa, los cristianos vivimos y ponemos en práctica la Palabra de Dios que se nos regala en la Iglesia. Es ciertamente difícil y nadie ha dicho que convivir no sea un "deporte de riesgo" con el añadido de las tiranteces y los males de cada edad, que muchas veces dificultan la cohesión y armonía del hogar. Sin embargo, el secreto nos lo ha dado San Pablo es su epístola a los Colosenses, y éste es "el amor": sea vuestro uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Ningún hogar puede funcionar sin unos principios éticos, morales, cívicos... También el Evangelio hemos de asumirlo en la cotidianidad de la vida familiar. San Pablo, en la parte final da algunas recomendaciones: a los hijos que obedezcan, a los esposos que amen y no sean ásperos con sus mujeres, a los padres que no exasperen a los hijos y a las esposas que vivan reconociendo y respetando a sus maridos. En el tiempo que nos toca vivir, el "sometimiento" recíproco que se desprende del texto literal, suena políticamente incorrecto, pero lo es únicamente descontextualizado éste y visto solamente desde el juicio y el prisma de nuestro tiempo actual contaminado de egoísmos y hedonismos, en un "sálvese quien pueda" para hacer lo que a cada cual le venga en gana, al margen de responsabilidades y fidelidades. En el fondo, el texto lo que San Pablo se resume en una idea: que en el hogar cada cual cumpla con su misión en beneficio del otro. 

Por otra parte, el texto del evangelio proclamado en este día nos presenta la escena de la circuncisión del Señor en el templo. Aquí se ejemplifica que el Hijo de Dios nació bajo la ley; no hubo "enchufes" ni distinciones. La Sagrada Familia de Nazaret hicieron sus suyas las leyes, tradiciones y costumbres de sus semejantes. Ni tan siquiera así logró el Señor pasar desapercibido aún siendo un bebé de días, pues es reconocido por el anciano Simeón y la profetisa Ana.Vemos en este pasaje de la infancia de Jesús cómo el Salvador creció en el seno de una familia normal en la cual se buscaba cumplir con lo mandado y agradar a Dios en todo momento. En José, María y Jesús acudiendo al templo, contemplamos el icono perfecto de la familia de familias, a los cuales pedimos su intercesión en favor de las nuestras. San Lucas concluye recordándonos que ''El niño iba creciendo y robusteciéndose y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba''. Y es que en la cultura judía la vivencia familiar está caracterizada fundamentalmente por una escrupulosa vivencia de lo religioso que impregna igualmente la ley civil, complementándose ambas en el trabajo serio y cumplimiento sincero en la vida cotidiana.

Adquiere este año un papel destacado la figura de San José, ya que el Santo Padre, ha declarado un "Año de San José" con motivo del 150 aniversario de su declaración como Patrono Universal de la Iglesia. El pasado día 8 de diciembre se publicaba la Carta Apóstolica Patris Corde ("Con corazón de Padre") en la que el Papa Francisco hace un acertadísimo recorrido por las virtudes más destacadas de  la paternidad de San José. Decimos que San José fue el custodio de la Sagrada Familia: Dios le confió lo más grande, a María y a Jesús; y lo pone al frente de su Casa. Qué mejor Santo para ser Patrono de la Iglesia en el mundo entero que San José. Así, como hemos dicho, nos lo recuerda Pío IX: "Dios puso a José al frente de su Casa"; no podía ser otro. 

En esta Jornada de la Sagrada Familia volveremos a poner sobre la mesa del Altar a todas las víctimas del Covid - 19, y encomendamos de forma especial a las familias que pasan por dificultades económicas, de convivencia o salud. Y muy especialmente este domingo queremos recordar a aquellas que dependen del sustento de uno de sus miembros "abandonados" en un camión entre Dover (Reino Unido) y Calais (Francia)...

Jesús, José y María, os doy mi corazón y el alma mía.

Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María, en vosotros descanse en paz el alma mía.

Evangelio Domingo de la Sagrada Familia

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (2,22-40):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor"), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones". Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.

Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor

sábado, 26 de diciembre de 2020

Hoja Litúrgica de la Sagrada Familia

 

Santoral del día: San Esteban Protomártir

(elpandelospobres) Esteban fue un hombre extraordinario, lleno de fe y del Espíritu Santo, amado y estimado por todos los miembros de la comunidad cristiana. Su predicación tuvo gran aceptación y las conversiones se multiplicaban. La gente acudía a oírlo, dejaba la sinagoga y se añadía al grupo de los que creían en Jesús. Esteban, cuyo nombre significa “coronado”, es conocido como el “protomártir”, al ser el primer hombre que derramó su sangre por su fe en Jesucristo.

Llegó a ser uno de los hombres en los que más se pudieron apoyar los apóstoles para difundir su mensaje. Según podemos ver en los Hechos de los Apóstoles, la aparición de Esteban y de los otros diáconos en la vida pública de Jerusalén llegó cuando viudas y pobres que no eran israelitas se quejaron porque las ayudas eran destinadas a los propios israelitas antes que a los extranjeros. En ese momento, los apóstoles argumentaron que ellos no podían hacer frente a esa clase de conflictos porque estarían dejando de lado su misión de difundir el mensaje divino. Por ello, dieron la oportunidad de elegir a siete hombres justos que se encargaran de repartir las ayudas entre los pobres. Los mismos ciudadanos eligieron a los siete hombres justos, entre los que se encontraba Esteban. Estos hombres fueron presentados a los apóstoles y ordenados diáconos.

La labor de Esteban empezó a hacerse patente cuando los judíos venidos de otros países entablaban conversaciones con él, no pudiendo resistir la sabiduría que salía de sus palabras, inspiradas por el Espíritu Santo. Los de la sinagoga de los Libertos le llevaron delante del Sanedrín, presentando testigos falsos y acusándole de afirmar que Jesucristo iba a destruir el templo y poner fin a las leyes de Moisés.

Esteban pronunció un discurso ante el los miembros del Sanedrín en el que fue repasando la historia del pueblo de Israel, echándoles en cara a los judíos su eterna oposición a los profetas y enviados de Dios, llegando incluso a matar al más importantes de todos ellos, el Redentor Jesucristo. Oyendo esto, los miembros del Sanedrín se enfurecieron. Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo exclamando: “Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre en pie a la derecha de Dios”. En ese momento, los que le escuchaban se taparon los oídos y se lanzaron contra él.

Lo sacan entre gritos y empujones fuera de las murallas; los verdugos, tras quitarse sus mantos y dárselos a un joven llamado Saulo, se disponen a lanzar piedras contra el cuerpo del primer mártir cristiano.

Esteban se hinca de rodillas y con los ojos hacia el Monte de los Olivos, donde un año o dos antes subió Jesús a los cielos, ruega a Él por los que le van a dar muerte, exclamando cuando siente los primeros golpes: “Domine Iesu, suscipe spiritum meum, Señor Jesús, recibe mi espíritu”.

Cayó su cuerpo bañado en sangre. El perdón de los enemigos, la caridad cristiana que abraza a todos los hombres, el mandato del amor había arraigado bien en el corazón de la Iglesia. El primer mártir cristiano moría perdonando a sus verdugos, tal y como lo había hecho Jesucristo en lo alto de la cruz.

Esta mansedumbre y caridad cristiana es la nota distintiva de la plenitud de San Esteban. Estaba lleno de gracia, sabiduría y de poder sobrenatural, pero sobre todo estaba lleno de amor, tenía un corazón formado en la escuela de Cristo.

El odio contra Esteban y Jesús, recogido en el corazón más grande que allí había presente, el único en que cabía, se iba a convertir en amor. Saulo, el fariseo, será muy pronto Pablo, el siervo de Cristo. La mejor corona de Esteban será la conversión de Saulo, que ahora guarda los vestidos de los verdugos, y que se va a convertir en el Apóstol, en el medio elegido por Dios para dar a conocer la doctrina de su Hijo.

viernes, 25 de diciembre de 2020

Evangelio de la Natividad del Señor

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. 

Él estaba en el principio junto a Dios.

Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.

No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.

El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.

Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.

Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.

Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: 
gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo:

«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto
 delante de mí, porque existía antes que yo».

Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.

Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor

''Y habita entre nosotros''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila



Isaías nos muestra en la primera lectura su oficio anunciando, pregonando y profetizando; no siempre aportaban alegrías los profetas, también asustaban, disgustaban y preocupaban al pueblo con sus palabras. Pero cuando por el contrario, el profeta hablaba para regalar esperanza con buenos presagios, el pueblo gozaba de días de Paz. La natividad de Cristo, Príncipe de la Paz, es la mejor noticia de todas las posibles y la más esperada por los hebreos durante siglos, más se cumplirá como estaba escrito: ''vino a los suyos, y los suyos no le recibieron''. ¿Quiénes son los suyos?: ¡nosotros! Él pasa junto a nuestra casa, llama a nuestra puerta, camina a nuestro lado... y no le recibimos...

El salmo 97 que cantamos en esta celebración nos habla de cómo ''los confines de la tierra han contemplado''... Y así es; el nacimiento de Cristo no algo baladí, sino un motivo de alegría para un mundo en tinieblas al que le llega la luz que disipa toda oscuridad. ¿Acaso el mundo no fue otro después de aquella nochebuena? Tal fue así que todo se paró; se empezó a hablar de antes y después Él, siendo el alumbramiento de Jesucristo el origen y punto de partida de nuestro tiempo. 

La epístola de San Pablo a los Hebreos viene a recordarnos algo que a menudo me gusta matizar: ¿Quién es este niño que ha nacido? Pues el que va a sufrir, morir y resucitar por nosotros. Para los cristianos la Navidad es la segunda gran celebración de nuestro calendario, pero no la primera, pues la base de nuestra fe no se cimenta en la Natividad de Cristo sino en su Resurrección, en su Pascua. Es evidente que estamos ante un gran misterio el cual contemplaremos estos días: ''El Verbo de Dios se ha hecho carne'', pero ¿para qué se ha hecho uno de nosotros? Pues para salvarnos con una entrega total. Entre la madera del establo y la madera de la Cruz se desarrolla no sólo la vida de Jesús, sino se lleva a cabo el plan de Dios para nuestra redención. 

El prólogo del evangelio de San Juan que hemos proclamado es un texto duro, no sólo por su complejidad teológica sino por su forma y contenido. Por eso hemos de profundizar más en sus líneas para comprender su riqueza y adentrarnos en lo que el Señor nos dice en esta su Palabra. Quizás un día tan especial como este uno espera triunfalismos, y sin embargo el autor del texto es bastante pesimista ''el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció'' nos recuerda nuestra ingratitud, la de toda la humanidad que no hemos estado a la altura: ''y el mundo no lo conoció''. No sólo pecaron los que no lo acogieron aquella noche, sino todos los que cada día preferimos la oscuridad a la luz, pues como hemos escuchado ''la tiniebla no lo recibió''.

Y aparece en medio del texto una aclaración sobre Juan el Baustista, y es que en los comienzos del cristianismo surgió un grupo de creyentes que consideraban a Juan más importante que a Jesús, por ello el autor trata de responder a los argumentos de aquella secta baptista con estas palabras: ''No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz'', para más adelante recordar las mismas palabras del bautista como argumento: Juan da testimonio de Él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».

Por otro lado,  los relatos de los evangelios sinópticos nos suenan un poco más dulces y en tono navideño, pero la clave de estos días no está en los pastores privilegiados, ni tan siquiera en la posada improvisada del pesebre, la clave para la meditación, la oración, la alegría y la esperanza que ilumina nuestras tinieblas está en que ''En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios''....

jueves, 24 de diciembre de 2020

Felicitación navideña de la Parroquia

  

Carta semanal del Sr. Arzobispo

El Belén de nuestras calles y plazas 

Son días de remembranza especial, que se cuelan incluso en este panorama incierto por la pandemia que nos acecha. ¿Cabe decir “feliz navidad” este año? Por supuesto que sí. Porque esta fiesta, la más cristiana junto a la pascua, representa la certeza de que Dios no se ha marchado fugándose de nuestra pobre y complicada realidad asustada. Él está en el meollo de nuestros avatares como una luz discreta que sostiene nuestra esperanza. En mis años romanos, cuando allí preparaba mi doctorado, llegando los días previos de la Navidad dedicábamos un tiempo cada día para ir preparando el “nacimiento”, que en tantas iglesias romanas se instalaban como ambientación navideña. En Italia también prendió grandemente el gesto de San Francisco de escenificar el nacimiento de Jesús, reconstruyendo esa escena a través los llamados “belenes vivientes”, que luego fueron poco a poco transformándose en “belenes artísticos” con una reproducción en miniatura de aquella noche de salvación junto a la santa cueva de Belén, en aquellas majadas del oriente.

Nuestra comunidad franciscana estaba en el barrio más popular y antiguo de la Ciudad Eterna: el Trastévere. Yo tenía un compañero fraile dotado de verdaderos talentos arquitectónicos. Era bueno en la teología, en la música, y en la virtud con la que vivía su entrega sencilla llena del amor de Dios. Pero, también el cielo le bendijo con el arte que sus manos sabían amasar bellamente. Entonces ideó hacer un belén diferente. Reconstruyó en escayola nuestra calle: los edificios reproducidos a escala de modo perfecto, las tiendas que en la acera par y la impar llenaban la vía de escaparates (tiendas de comestibles, de ropa, librerías, peluquerías, restaurantes y pizzerías…), la plazuela frente a nuestra iglesia, la fontana del fondo y, la fachada de ese templo tan característico del barroco romano.

En medio de esa postal costumbrista, donde no faltaban las cuerdas con la ropa tendida de lado a lado de la calle, quiso nuestro buen fraile colocar el corazón de todo nacimiento: la escena de María y José, con el pequeño Jesús recién nacido, más la mula y el buey, y algunos curiosos adoradores que como pastores modernos se postraban ante el misterio del nacimiento de Dios hecho hombre. 

Parecía algo anacrónico, porque esa escena en miniatura que representaba el paisaje de nuestra vida cotidiana, aparentemente no se avenía con lo que había sucedido en la ciudad de Belén de Judá dos mil años antes. O… quizás sí, más de lo que pudiera parecer. Y así se explicaba a los fieles cristianos, muchos de ellos turistas curiosos en estas calendas frías de diciembre, que en realidad lo que entonces sucedió en Israel veinte siglos atrás, sigue sucediendo en cualquier rincón de nuestro mundo actual dos mil años después. 

Dios ha querido domiciliar su gesto de hacerse hombre en las calles que a diario frecuentamos. Lo que ven mis ojos en el vaivén cotidiano tejido de tantos momentos, tantos colores, tantos climas y circunstancias, es lo que contemplan sus divinos ojos también. Lo que me arruga, me entristece y enajena, lo que me hace crecer y madurar llenando mis pasos de alegría, todo eso es lo que Él acompaña.

No era anacrónico nuestro belén del Trastévere romano, sino un modo de meternos en el belén de la vida cotidiana como hace el mismísimo Dios, por donde deambula y discurre su mensaje de gracia y esperanza. La vida es un inmenso nacimiento viviente, como lo soñó San Francisco, y como lo han expresado con arte y talento nuestras familias y parroquias que han mantenido esta hermosa tradición cristiana. Por eso nos felicitamos la Navidad cada año, deseándonos que siga sucediendo aquella gracia de Dios que se hace niño para bien de toda la humanidad que vino a salvar. Es Navidad, confinada pandémicamente, en donde, no obstante, hay una palabra que escuchar y un don que recibir si tenemos los oídos y el corazón abiertos ante la presencia de un Dios sorprendente. Con María, José y el pequeño Jesús, Feliz Navidad cristiana.

+ Jesús Sanz Montes, 
Arzobispo de Oviedo

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Se adelanta a las 23:00 horas

 

Dos asturianos mártires en camino a su Beatificación. Por Rodrigo Huerta Migoya

El pasado sábado 12 de diciembre, en la catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid, tuvo lugar la solemne ceremonia de apertura del proceso diocesano de canonización de 140 siervos de Dios fallecidos con fama de testigos de la fe. La Causa ha sido incoada por la propia Archidiócesis de la capital de España en colaboración con el Obispado de Getafe, la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y la Acción Católica, tanto de la diócesis matritense como de la de Getafe. 

Gran promotor de este trabajo ha sido el obispo auxiliar de Madrid, el asturiano Monseñor Juan Antonio Martínez Camino S.J., el cual trabaja desde hace años la pastoral de la Santidad en esta Archidiócesis. En total sesenta y un sacerdotes y setenta y un laicos. Dentro del grupo de los presbíteros encontramos a dos paisanos nuestros que ejercían el ministerio en Madrid, en aquel contexto de la persecución religiosa en España durante los años treinta.  

Monseñor Martínez Camino afirmó sobre estos mártires: «Según es fama dieron su vida por Jesucristo y por su santa Iglesia. Aquella nube ingente de testigos de la fe se ha hecho ya patrimonio de la Iglesia universal. Y con este acto, este patrimonio martirial de la Iglesia católica seguirá enriqueciéndose, si Dios quiere, para la gloria del Creador y el bien de la humanidad». Acerquémonos ahora a la vida de estos dos hombres de Dios nacidos tan cerca de nosotros. 

D. José Fernández Montaña, de Miudes (El Franco)

Nació en esta hermosa Parroquia de la franja costera occidental asturiana el 8 de marzo de 1842 en el seno de una familia campesina muy humilde. Siente pronto la vocación al ministerio sacerdotal e ingresa en el Seminario de Oviedo. Continúa su formación en Palencia, concluyendo sus estudios en el Seminario del Escorial; aquí conocerá a San Antonio María Claret. Se ordenará como sacerdote diocesano de Toledo en la Iglesia de la Virgen de Gracia de San Lorenzo del Escorial (no olvidemos que Madrid no será diócesis hasta el año 1885). Dadas sus capacidades intelectuales fue nombrado bibliotecario del del Monasterio del Escorial. Por cuestiones políticas se ve obligado a abandonar la vida parroquial y su trabajo en la Biblioteca al negarse -por conciencia- a jurar la Constitución de 1869 que no reconocía la religión católica como la oficial del Estado. 

Dedicará los años sucesivos al estudio alternando de Historia, Derecho y varias filologías. Ingresa en 1872 en la Real Academia de la Historia, y poco tiempo después es requerido para ser capellán a título patrimonial en Casa del Duque de Montpensier, Don Antonio de Orleans, donde se encargó de la formación de su hijo, el infante Don Antonio María Luis Felipe Juan Florencio de Orleans -IV duque de Galliera- y hermano de la reina Doña Mercedes, a la  que el clérigo estaba muy unido

En 1878 se traslada a Toledo reclamado por su Cardenal -Arzobispo Primado D. Juan de la Cruz Ignacio Moreno y Maissonave- que había sido Obispo de Oviedo entre 1857 y 1863, motivo que los unía hondamente.  Al año siguiente de llegar a Toledo es nombrado confesor de la archiduquesa María Cristina de Habsburgo por su dominio del alemán, a la cual dirigirá espiritualmente e incluso en sus años de reina. En 1880 accedió a una canonjía de la Catedral de Toledo. Fue secretario del Cardenal hasta 1881 cuando presentó su renuncia al mismo ante problemas surgidos con motivo de la burocracia generada por el traslado de los retos de Pío IX.

Por expreso deseo de la Reina será preceptor y catequista de Alfonso XIII, como demuestran los documentos del Archivo General de Palacio en la "Sección de Personal y Empleados" de 1896 a 1900. Le obligaron a dejar su labor educativa en la Corte debido a la polémica surgida por un artículo suyo contra el liberalismo en el que criticaba la figura de Canalejas. Colaboró durante medio siglo en numerosas publicaciones como el periódico "El Siglo Futuro". Aunque este diario estuvo en un primer momento ligado al Partido Integrista y después a la Comunión Tradicionalista, Don José siempre fue libre y directo a la hora de defender la doctrina católica frente a cualquier corriente ideológica. 

En 1891 ingresó en el Tribunal de la Rota, del que llegará a ser decano hasta la supresión de este organismo en el año 1931. También durante el curso 1891 a 1892 fue ministro de justicia de forma provisional. Era muy considerado y querido por la Casa Real, a pesar de saberse que el padre de Don José era carlista. En numerosas reseñas se habla de su humildad y de cómo su nombre sonó para ocupar diferentes sedes episcopales, más él nunca se consideró preparado para el ministerio mitrado. En sus escritos sobre el derecho, buscó aclarar las leyendas negras sobre los tribunales eclesiásticos, en concreto la del "Santo Oficio", con un estudio minucioso de sus sentencias. 

A lo largo de su vida dedicó muchas horas al estudio y a escribir, destacando sus conocimientos sobre el reinado de Felipe II, la figura del Cardenal Cisneros y la obra de Juan de Ávila. En el plano de la lingüística se le consideró el gran políglota de su tiempo al hablar y escribir en ruso, francés, italiano, alemán, inglés, arameo, caldeo, latín, griego, hebreo, árabe y sirio. Su capacidad para las lenguas le permitió abrirse al mundo y estar en contacto con la realidad intelectual europea de su tiempo, así como las novedades científicas. Fue de los primeros críticos con la teoría de la evolución de Darwin.

Al crearse la diócesis matritense, la colegiata de San Isidro ascendió al rango de Catedral, siendo Don José Montaña de los primeros canónigos de la nueva seo y el segundo deán de su historia. En 1993 al consagrarse la nueva Catedral de la Almudena, San Isidro perdió su categoría; sin embargo, en el museo catedralicio de la Almudena aún podemos contemplar objetos de nuestro paisano, entre ellos libros de su biblioteca personal en la que destaca un manuscrito del siglo XVI del Libro de Esther, escrito en hebreo. 

Al mes de comenzar la guerra civil es arrestado en su domicilio de la Calle del Rollo de Madrid el día 26 de agosto. Fue fusilado por el Frente Popular cuando tenía 94 años; el mártir más anciano de nuestra nación. Fue asesinado anciano simplemente por su condición de sacerdote, aunque tras su muerte se trató de justificar ésta con absurdos alegatos como que tenía municiones en su vivienda, que había sido confesor de la Casa Real, y otras sandeces para dar cobertura a una cobardía inapelable. Lo cierto es que llevaron a un presbítero casi centenario a la muerte y éste prefirió morir que renunciar a Cristo. 

La bondad de Don José se evidenció en las obras de caridad que realizó; al haberse rodeado buena parte de su vida de nobles y gente pudiente, tuvo siempre presente que él procedía de un hogar humilde y pobre, por lo que todo el dinero que llegaba a sus manos lo destinaba a ayudar a pobres y desfavorecidos. Envió dinero a su parroquia natal para realizar también obras en la localidad, levantar las escuelas y las casas de los maestros, entre otras. Igualmente legó dinero y unas tierras a la parroquia de San Lorenzo del Escorial, la cual siempre consideró su primer amor. En el año 1940 se consagró el nuevo templo parroquial escurialense en el terreno legado por el P. Montaña y gracias a parte de su legado.

D. Ramón Iglesias Suarez, de Coaña

Nació el 23 de febrero de 1878 en la aldea de Valentín, perteneciente a la preciosa parroquia occidental de Coaña, donde recibió las aguas del bautismo el mismo día que vino al mundo en su iglesia dedicada a Santa María. Creció en el seno de una familia tan humilde como religiosa. Sus padres, Juan y Bernarda, fueron importantes referentes para él, así como sus tres hermanas: Casimira, Almudena y Joaquina. Su vida de fe crece en la comunidad parroquial de Coaña, en cuyo templo también recibirá la Primera Comunión. Como era costumbre en aquella época, recibió el sacramento de la Confirmación con apenas seis meses coincidiendo con la visita del Obispo de Oviedo a la localidad; así, un 1 de agosto de 1878 fue confirmado por el Obispo Benito Sanz y Forés. 

En busca de trabajo, sus hermanas Casimira y Joaquina, se trasladan a Madrid y Ramón va con ellas, encontrando piso en la calle Atocha nº 66 a la vera de la Iglesia Parroquial de El Salvador y San Nicolás. Su hermana Almudena se quedará en el pueblo con sus padres. Discernida su vocación, ingresa en el Seminario Diocesano de Madrid - Alcalá, recibiendo la ordenación sacerdotal el 1 de junio de 1901 de manos del entonces prelado matritense, D. José María Justo de Cos y Macho. 

Su primer destino sacerdotal será como cura-ecónomo de San Andrés Apóstol de Becerril de la Sierra, en pleno Guadarrama. En esta parroquia de esbelta espadaña ejercerá la cura pastoral durante cuatro inolvidables años que marcarán su vida. 

Pasa en 1905 a la campiña del Henares, al margen este de la actual Comunidad Autónoma y limitando con la diócesis de Sigüenza, al ser destinado como Ecónomo de la Asunción de Meco, así como Encargado de San Pedro de Camarma del Caño. Era un ascenso; pues Meco ya era un pueblo muy grande y orgulloso de su templo parroquial, auténticamente catedralicio en sus dimensiones y variada mezcla de estilos. Por su parte, el pueblo de Camarma del Caño -el cual le fue encargado un mes después que Meco- era más bien una aldea, hoy por desgracia desaparecida. Su ubicación la encontramos en el camino que va de Camarma de Esteruelas a Valdeavero. En tiempos de Don Ramón había menos de una veintena de casas habitadas, y pocos años después la localidad se despobló por completo. Actualmente sólo quedan algunas piedras. Además de estas dos feligresías, en 1909 es designado teniente arcipreste de Algete, arciprestazgo al que pertenecía la Suya. En este destino permanecerá siete años hasta que es reclamado para ejercer ya en la misma ciudad de Madrid. No quisiéramos omitir que desde su ordenación no dejó de dedicar horas al estudio sin abandonar la cura pastoral, pues sabemos que obtuvo en 1910 la licencia en Sagrada Escritura. Este mismo año sabemos que participó en el concurso a curatos convocado por el Obispo José María Salvador y Barrera, donde obtuvo la plaza de Párroco de San Andrés de Villaverde (actualmente llamado Villaverde Alto al integrarse el pueblo en la ciudad de Madrid, en 1954) renunciando a esta plaza en la citada Parroquia por motivos personales, prefiriendo asumir cualquier otra encomienda.

Su tercer destino será la parroquia de San Marcos de Madrid, entonces situada en la calle San Marcos Nº 10, calle que actualmente se llama de San Leonardo. A esta misión llegará en 1912 como coadjutor. Este templo fue mandado levantar en terrenos de la parroquia de San Martín por el rey Felipe II, en acción de gracias al Santo Evangelista por la victoria de las tropas españolas sobre los franceses en la batalla de Almansa, donde vencieron el 25 de abril de 1707, festividad del Santo. El templo fue proyectado por Ventura Rodríguez, siendo consagrada la Iglesia en 1753 y erigida como sede parroquial en 1836. Aquí ejercerá D. Ramón dos años su ministerio pastoral, antes de regresar al mundo rural. 

La obediencia le lleva esta vez al sur de la meseta madrileña, ya en terrenos de La Alcarria, en pleno valle del Tajuña, para anunciar a Cristo a las gentes del lugar. Su nuevo nombramiento será Cura- Ecónomo de Nuestra Señora de la Concepción de Morata de Tajuña; de nuevo una villa grande con una Iglesia soberbia y bella. Sólo permanecerá aquí tres años.

Tendrá un nuevo destino también en el sur de Madrid, pero a unos veintitrés kilómetros de la parroquia de Morata, en la que se encontraba; en concreto en la Comarca de Las Vegas, y ahora le toca ser Ecónomo de Santa María Magdalena de Ciempozuelos, donde llega en 1917. Entonces la Parroquia rondaba los cinco mil habitantes, no son los más de veintitrés mil que tiene hoy la localidad, pero para los comienzos del siglo XX eran muchísimos. Permanece cinco años en esta comunidad parroquial hasta el que será su retorno definitivo a la ciudad de Madrid.

En 1922 participa en el concurso a curatos convocado por el entonces Obispo de Madrid, D. Prudencio Melo y Alcalde, logrando el cargo de Párroco de El Salvador y San Nicolás de Madrid en dicha oposición. Su deseo era estar cerca de sus hermanas y sobrinos y lo logró de veras, pues si la Iglesia y la casa parroquial están en los números 58-60 de la calle Atocha, la vivienda familiar seguía en el nº 66. 

Gran devoto de la Santina de Covadonga, a Don Ramón le gustaba ir cuando podía por su tierra natal y acercarse hasta el Santuario de Nuestra Señora. Sabemos que allí conoció al entonces canónigo San Pedro Poveda y Castroverde, cuya amistad perduró toda la vida. Cuando Don Ramón estuvo de párroco en El Salvador y San Nicolás, San Pedro Poveda y él se veían con frecuencia unidos por los lazos del sacerdocio tan mariano que compartían. 

Fue un párroco feliz en aquel enclave del centro de la ciudad que era el barrio que le había acogido a él y a sus hermanas cuando llegaron de Madrid, su Parroquia de madurar la vocación, de seminarista y, finalmente, su grey. Tras catorce años de celoso ministerio pastoral todo acabó tristemente. Su amada iglesia parroquial es incendiada un 20 de julio de 1936; Don Ramón se esconde en el piso familiar. Al día siguiente no puede aguantarse, y aunque su familia le suplica que no se mueva de casa él se empeña en ir a la Parroquia con la esperanza quizás de que el Santísimo no hubiera sido profanado e intentar rescatarlo. Su sobrina, Amparo González Iglesias, seguramente no entendía qué sentido tenía ir a una iglesia ya asaltada, saqueada e incendiada. ¿Qué objetos de valor iban a quedar?... Seguramente su tío confiaba que lo más valioso se hubiese salvado del expolio y profanación, del odio y del fuego en el resistente Sagrario. Su sobrina, en su persistencia no le dejó sólo, y ambos entraron en la iglesia que aún estaba llena de humo. El mayor disgusto llegó cuando observó que se habían llevado el Sagrario, quizás por que pensaban que era de oro o porque sabían que hacían daño en lo más sagrado. No hubo tiempo de lamentaciones, pues ante el mismo altar Don Ramón fue arrestado por un grupo de milicianos que estaban por la zona y que le condujeron entre golpes e insultos y le obligaron a subir a un camión aparcado cerca del lugar. Su joven sobrina, aún adolescente, suplicaba entre gritos y lágrima clemencia para su pobre tío de 58 años y que nada malo había hecho nunca a nadie, pero todo fue en vano. Amparo fue llevada apuntada por fusiles a su casa mientras su tío era conducido entre ofensas y maltratos a la sede de la Dirección General de Seguridad de Madrid. 

Interrogado con torturas, Don Ramón no negó en ningún momento ni su oficio ni su cargo, reconociéndose como sacerdote y como Párroco de El Salvador y San Nicolás. Ese día 21 de julio fue internado en la Cárcel modelo de Madrid. El 8 de septiembre de ese año, con su corazón puesto en la Madre de Dios de Covadonga se despide de su familia en la única tarjeta que le permiten escribir y enviar a los suyos. A mediado de ese mismo mes de septiembre es trasladado a la cárcel de San Antón de Madrid. El día 28 de noviembre será conducido en un camión junto con otros sacerdotes encarcelados en la misma prisión a la localidad de Paracuellos de Jarama, donde será martirizado a balazos. Sus restos mortales reposan en la Fosa Nº 5 del Cementerio de Mártires de dicha localidad. Los milicianos no se olvidaron de su familia; asaltaron la vivienda familiar de la Calle Atocha, robando y maltratando a sus dos hermanas, y violando a su joven sobrina, la cual jamás se recuperó psicológicamente de aquello. Pasaron el resto de la contienda civil ocultas en casa sin apenas tener para poder comer ni valor para salir a la calle. Terminada la guerra, la familia de Asturias fue a buscarlas para traerlas de regreso a Coaña. Jamás se recuperaron de lo vivido en Madrid, manteniendo principalmente el dolor de no haber vuelto a ver al bendito de Ramón. 

lunes, 21 de diciembre de 2020

Papa Francisco: «esta Navidad es la Navidad de la pandemia»

(Aica) El papa Francisco dirigió una reflexión sobre la crisis provocada por la pandemia a los miembros del Colegio Cardenalicio y colaboradores de la Curia Romana con motivo del encuentro anual celebrado esta mañana con motivo de los saludos navideños.

El Papa destacó que «esta Navidad es la Navidad de la pandemia, de la crisis sanitaria, socioeconómica e incluso eclesial que ha lacerado cruelmente al mundo entero».

La crisis de la pandemia, dijo el papa Francisco, es una buena oportunidad para hacer una breve reflexión sobre el significado de la crisis.

«La crisis es un fenómeno que afecta a todo y a todos. Está presente en todas partes y en todos los períodos de la historia, abarca las ideologías, la política, la economía, la tecnología, la ecología, la religión. Es una etapa obligatoria en la historia personal y social. Se manifiesta como un acontecimiento extraordinario, que siempre causa una sensación de inquietud, ansiedad, desequilibrio e incertidumbre en las decisiones que se deben tomar».

«Desarmado» como en la cuna

El pontífice se inspiró en la intuición de Hannah Arendt, quien «sobre las ruinas de los totalitarismos del siglo XX, reconoce» cómo «el milagro que preserva el mundo» se encuentra en las «pocas palabras con las que anunciaba el Evangelio: 'Nace un niño entre nosotros'».

En consecuencia, explicó Francisco, «encontramos el lugar adecuado sólo si estamos desarmados, humildes, esenciales», realizando «en el entorno en el que vivimos el programa de vida sugerido por San Pablo» o imaginándonos «en el escenario del pesebre», como pregunta San Ignacio de Loyola.

Con más razón, añadió el pontífice, en esta «Navidad de la pandemia, de la crisis sanitaria, económica, social e incluso eclesial que golpeó ciegamente al mundo entero», en la que «ha dejado de ser un lugar común de discursos para convertirse en una realidad compartida por todos. Este flagelo ha sido un banco de pruebas no indiferente y, al mismo tiempo, una gran oportunidad para convertir y recuperar la autenticidad».

El riesgo de un análisis desesperado

Tras recordar cómo incluso la Biblia está «poblada de personas que fueron 'zarandeadas', de 'personajes en crisis' que, sin embargo, cumplen la historia de la salvación precisamente a través de ella», el obispo de Roma ofreció los ejemplos de Abraham, Moisés, Elías, Juan Bautista, Pablo de Tarso y del mismo Jesús, que «inaugura la vida pública a través de la experiencia de la crisis vivida en las tentaciones» y luego pasa a la de Getsemaní: todo esto, aclara Francisco, porque «a veces nuestros análisis eclesiales parecen historias sin esperanza», mientras que este último consigue poner de relieve «lo que nuestras miradas miopes son incapaces de percibir».

Además, aseguró, «Dios sigue haciendo crecer la semilla de su Reino», como lo demuestran los muchos que «en la Curia dan testimonio con su trabajo humilde, discreto, silencioso, leal, profesional, honesto. También nuestro tiempo tiene sus problemas, pero el Señor no abandonó a su pueblo «, aunque luego» los problemas acaban inmediatamente en los periódicos, en cambio los signos de esperanza son noticia al cabo de mucho tiempo, y no siempre «.

La fragilidad no obstaculiza el Evangelio

Profundizando en la segunda palabra clave del discurso, a saber, la de conflicto, el Papa observó que la Iglesia, si se «lee» con las «categorías» habituales -«izquierda y derecha, progresista y tradicional»- acaba fragmentándose, polarizando, pervirtiendo y traicionando su propia naturaleza: «Es un cuerpo en crisis perpetua precisamente porque está vivo, pero nunca debe convertirse en un cuerpo en conflicto, con ganadores y perdedores. De hecho, de esta manera se esparcirá el miedo, se volverá más rígido, menos sinodal, e impondrá una lógica uniforme y estandarizadora, lejos de la riqueza y pluralidad que el Espíritu «le dio».

Al respecto, advirtió el pontífice, «todas las resistencias que hacemos para entrar en crisis dejándonos llevar por el Espíritu en el momento de la prueba nos condenan a quedarnos solos y estériles».

En resumen, concluyó, «en cada crisis siempre hay una necesidad imperiosa de actualización. Pero si realmente queremos una actualización», necesitamos «una disponibilidad total» y un compromiso de no «pensar en la reforma de la Iglesia como un parche» de un vestido viejo, o la simple redacción de una nueva constitución apostólica.

«La reforma de la Iglesia es otra cosa. Es un compromiso y un esfuerzo para que, a pesar de los muchos problemas, «nuestra fragilidad no se convierta en un obstáculo para el anuncio del Evangelio».

No te quedes en el laberinto

En su último deseo, Francisco señaló cómo «sería lindo si dejáramos de vivir en conflicto y en cambio volviéramos a sentirnos en el camino», ya que el conflicto «es un camino falso, es un vagar sin propósito, es permanecer en el laberinto», un «desperdicio de energía» y una «oportunidad para el mal». Y el primer mal al que nos lleva el conflicto, y del que debemos tratar de alejarnos, es propiamente la murmuración, el chisme, que nos encierra en la más triste, desagradable y sofocante autorreferencia, y convierte cada crisis en un conflicto.

Sin dejar de agradecer a la Curia su servicio, el Papa nos invitó a mantener «plena conciencia del hecho de que todos nosotros, yo primero, somos sólo 'servidores inútiles' para quienes el Señor usó misericordia».