Esta semana, que me ha tocado dar cinco pésames en siete días, reflexionaba sobre la dificultad que tenemos hoy para acercarnos personalmente a familiares y amigos cuando sucede la muerte de un ser querido, y cómo también la evolución de las tecnologías nos han abierto nuevas vías, para sin saltarse las recomendaciones sanitarias, confinamientos y aislamientos preventivos, estar presentes y acompañar al amigo que parte de este mundo.
La aparición del WhatsAspp, Skype, Telegram, Zoom, o páginas web como esquelasdeasturias.com, nos han posibilitado un mayor acercamiento y velocidad para hacernos presentes en el duelo. Atrás quedan los telegramas postales, prácticamente inexistentes, y las cartas ordinarias, saliéndonos casi innatas las vías digitales.
Quizás nuestras manos estén “alcoholizadas”, nuestras bocas tapadas para no besarnos y nuestros suelos llenos de señales que piden distancia. Quizás el miedo al contagio o la prudencia en tiempos de peste, sean necesarias. Pero todo esto no impide una presencia de corazón, una palabra amiga, o un gesto en RR.SS., para sustituir a aquel “te acompaño en el sentimiento”.
En cuanto al funeral religioso, son cada vez más las parroquias que han incorporado la retransmisión de sus misas desde canales de Youtube o Facebook, y si esta pandemia se alarga en el tiempo, como todo parece pronosticar, no sería extraño que en poco tiempo Iglesias y hasta capillas de tanatorios retransmitiesen sus cultos exequiales de forma que puedan estar también los que no pueden o no deben desplazarse.
Por último, y nunca menos importante, pase el tiempo que pase y sea la que sea la circunstancia sanitaria, no deberíamos perder la piadosa costumbre de orar por el difunto. Citando San Agustín de Hipona: “Una lágrima se evapora, una flor sobre mi tumba se marchita, más una oración por mi alma la recoge Dios.”
Llevamos alrededor de ocho meses de confinamientos, fases, desfases y raras normalidades, y debemos, en mi modesta opinión, buscar recursos para continuar en la vida, y también cómo no, en la muerte, acompañando “con” sentimiento y “en” el sentimiento.
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