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miércoles, 31 de octubre de 2018
Necrológica
Falleció el Rvdo. Sr. D. Eduardo Berbes Gonzalez
Nació en Ribadesella el 10 de mayo de 1932.
Ingresó en el Seminario de Tapia de Casariego en 1944. Después continuó sus estudios en Valdediós y finalmente en el Prau Picón de Oviedo donde concluyó la teología.
Nació en Ribadesella el 10 de mayo de 1932.
Ingresó en el Seminario de Tapia de Casariego en 1944. Después continuó sus estudios en Valdediós y finalmente en el Prau Picón de Oviedo donde concluyó la teología.
Fue ordenado sacerdote el 6 de abril de 1957 por manos del entonces prelado de la diócesis Monseñor Francisco Javier Lauzurica y Torralba.
Sus destinos fueron:
Coadjutor de San Pedro de Grado (1957-1960)
Ecónomo de San Juan de Peñaflor (1958-1960)
Coadjutor de San Félix de Candás (1960- 1962)
Ecónomo de Inclán (1962- 1964)
Coadjutor de San José de Pumarín de Oviedo (1964-1966)
Párroco de Belmonte de Miranda (1966 -1972)
Ecónomo de Santa Marta de Carbayín Bajo ( 1972 -1991)
Párroco de San Miguel Arcángel de Pumarín de Gijón (1991-2012)
En 1998 siendo párroco de la iglesia de San Miguel, en Pumarín, fue acuchillado por la nuera del hombre por el que iba a oficiar el funeral.
En el año 2012 pasó a la situación de jubilado fijando su domicilio en la Residencia de Cimadevilla de la Fundación Parroquial San Eutiquio. Colaboró en la Parroquia de San Pedro Mayor de Gijón desde entonces hasta el final. En el día de hoy se durmió en el Señor.
D. E. P.
La conducción del cadáver se efectuará a las DIEZ Y CUARTO de la mañana del JUEVES, día 1, desde el Tanatorio Gijón-Cabueñes al cementerio de Ribadesella, donde a las DOCE MENOS CUARTO se rezará un responso para a continuación recibir cristiana sepultura.
El funeral por su eterno descanso, se oficiará el VIERNES, día 2, a la UNA de la tarde, en la iglesia parroquial Mayor de San Pedro Apóstol.
Sus destinos fueron:
Coadjutor de San Pedro de Grado (1957-1960)
Ecónomo de San Juan de Peñaflor (1958-1960)
Coadjutor de San Félix de Candás (1960- 1962)
Ecónomo de Inclán (1962- 1964)
Coadjutor de San José de Pumarín de Oviedo (1964-1966)
Párroco de Belmonte de Miranda (1966 -1972)
Ecónomo de Santa Marta de Carbayín Bajo ( 1972 -1991)
Párroco de San Miguel Arcángel de Pumarín de Gijón (1991-2012)
En 1998 siendo párroco de la iglesia de San Miguel, en Pumarín, fue acuchillado por la nuera del hombre por el que iba a oficiar el funeral.
En el año 2012 pasó a la situación de jubilado fijando su domicilio en la Residencia de Cimadevilla de la Fundación Parroquial San Eutiquio. Colaboró en la Parroquia de San Pedro Mayor de Gijón desde entonces hasta el final. En el día de hoy se durmió en el Señor.
D. E. P.
La conducción del cadáver se efectuará a las DIEZ Y CUARTO de la mañana del JUEVES, día 1, desde el Tanatorio Gijón-Cabueñes al cementerio de Ribadesella, donde a las DOCE MENOS CUARTO se rezará un responso para a continuación recibir cristiana sepultura.
El funeral por su eterno descanso, se oficiará el VIERNES, día 2, a la UNA de la tarde, en la iglesia parroquial Mayor de San Pedro Apóstol.
Necrológica
Falleció el sacerdote diocesano Rvdo. Sr. D. Nicanor López Brugos
Nació en Orzonaga (León) el 1 de marzo de 1929
Tras cursar los estudios de latín, filosofía y teología recibió la ordenación sacerdotal el 2 de noviembre de 1951.
Algunas de sus encomiendas ministeriales fueron:
Ecónomo de Santa María de Rioscuro - Laceana (1951-1955)
Encargado de Santiago de Villar - Laceana (1951-1955)
Encargado de San Andrés de Sosas - Laceana (1951-1955)
Ecónomo de Santa María de Riosa - Morcín y su filial San Adriano (1955-1961)
Regente de San Vicente de Panes - Ribadedeva (1961-1962)
Encargado de Siejo, filial de Alevia - Ribadedeva (1961-1962)
Encargado de Santa María de Cuñaba - Ribadedeva (1961-1962)
Arcipreste de Ribadedeva (1961-1962)
Párroco de San Juan Bautista de Mieres (1962-2017)
Arcipreste de Mieres (1963-1968)
Delegado de la Zona 4º, Mieres (1965-1969)
Miembro de la Comisión Permanente del Consejo Presbiteral (1966-1969)
Encargado del Santísimo Cristo de La Peña de Mieres (1972-1981)
Miembro electo del Consejo Presbiteral (1976-1978)
Director del Secretariado pastoral de Vicaría General (1979-1981)
Delegado Diocesano de Iglesia y Sociedad (1982-2004)
Presidente de la Comisión Diocesana Justicia y Paz (1982-1987)
Miembro del Consejo Presbiteral por designación del Arzobispo (1991-1994)
Director del Secretariado de Fundaciones Civiles y Obras Sociales (2004)
Asesor Personal del Arzobispo (2006-2009)
Miembro elegido del Consejo Presbiteral (2006-2009)
Representante del Arzobispo ante Administración Civil (2010)
Párroco Moderador in solidum del Santísimo Cristo de La Peña de Mieres (2014-2017)
Párroco Moderador in solidum de Santa María Magdalena de la Rebollada (2014-2017)
Vicario Parroquial de San Pedro Apóstol de Gijón (2017-2018)
Falleció en la pasada noche a sus 89 años.
D. E. P.
Mañana jueves día 1 recibirá cristiana sepultura en el cementerio municipal de Mieres. El viernes, a las 13 h. se celebrará un funeral en la parroquia de San Pedro de Gijón, y el sábado la parroquia de San Juan de Mieres acogerá otro funeral el sábado a las 12 h. por su eterno descanso.
"Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida." 2 Cor 2,15-16 |
martes, 30 de octubre de 2018
lunes, 29 de octubre de 2018
domingo, 28 de octubre de 2018
Evangelio Domingo XXX del Tiempo Ordinario
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,46-52):
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor
sábado, 27 de octubre de 2018
TEN COMPASIÓN. Por Francisco Cerro Chaves
Cuando he entrado por Jordania en Israel desde el monte Nebo se divisa Jericó. Unas palmeras como un oasis en medio del desierto. Jesús atravesó esta ciudad y tiene encuentro con personajes concretos del pueblo de Jesús. Aquí le toca el turno al ciego Bartimeo.
Sentado al borde del camino, donde estaban los ciegos, porque era el lugar de encuentro de la relación social, como ahora son nuestras plazas, nuestros parques.
Al oír que llega Jesús no se calla. No puede callar. Conocía la Escritura y sabía que el Mesías sería el Hijo misericordioso de David que devolvería la vista a los ciegos. Por eso llama a Jesús con la oración que la tradición cristiana ora en Oriente. “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mi”. Una oración cristiana que generación tras generación se transmite en el Oriente cristiano y que enriquece a todos.
Le llama por su nombre, Jesús, como hará el buen ladrón. Cuando uno está sufriendo y lo pasa mal, se llama al Señor Jesús; y es como respirar, es vivir, es como si nos crecieran las alas del amor y de la esperanza.
La gente, a su alrededor le mandan callar. No lo entienden. Les molesta. A veces, la gente nos impide relacionarnos libremente con Jesús. Sin embargo, Jesús sí escucha a Bartimeo. No se calla y le manda venir. El Señor siempre escucha nuestras oraciones, nuestras palabras, nuestros gestos y hasta nuestros silencios.
El Señor lo manda traer, nunca pasa de largo ante la miseria humana. Siempre se acerca para llenarnos el corazón de alegría y de esperanza. La actitud de Jesús de escucharle y de respetarle y hasta de no hacer nada por el si no se lo pide .¿Qué quieres que haga? Señor, que vea. Hermosa oración. Y el Señor hace el milagro. Tanto le ha regalado el Señor con la vista que hasta se olvida del manto, como la Samaritana que se olvida del cántaro. Cuando, de verdad, nos hemos encontrado con el Señor se nos olvida lo que nosotros creíamos que era lo más importante porque el Señor, en su Amor, nos ha abierto otra ruta, otro camino que conduce a la verdadera vida como el ciego Bartimeo.
Sentado al borde del camino, donde estaban los ciegos, porque era el lugar de encuentro de la relación social, como ahora son nuestras plazas, nuestros parques.
Al oír que llega Jesús no se calla. No puede callar. Conocía la Escritura y sabía que el Mesías sería el Hijo misericordioso de David que devolvería la vista a los ciegos. Por eso llama a Jesús con la oración que la tradición cristiana ora en Oriente. “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mi”. Una oración cristiana que generación tras generación se transmite en el Oriente cristiano y que enriquece a todos.
Le llama por su nombre, Jesús, como hará el buen ladrón. Cuando uno está sufriendo y lo pasa mal, se llama al Señor Jesús; y es como respirar, es vivir, es como si nos crecieran las alas del amor y de la esperanza.
La gente, a su alrededor le mandan callar. No lo entienden. Les molesta. A veces, la gente nos impide relacionarnos libremente con Jesús. Sin embargo, Jesús sí escucha a Bartimeo. No se calla y le manda venir. El Señor siempre escucha nuestras oraciones, nuestras palabras, nuestros gestos y hasta nuestros silencios.
El Señor lo manda traer, nunca pasa de largo ante la miseria humana. Siempre se acerca para llenarnos el corazón de alegría y de esperanza. La actitud de Jesús de escucharle y de respetarle y hasta de no hacer nada por el si no se lo pide .¿Qué quieres que haga? Señor, que vea. Hermosa oración. Y el Señor hace el milagro. Tanto le ha regalado el Señor con la vista que hasta se olvida del manto, como la Samaritana que se olvida del cántaro. Cuando, de verdad, nos hemos encontrado con el Señor se nos olvida lo que nosotros creíamos que era lo más importante porque el Señor, en su Amor, nos ha abierto otra ruta, otro camino que conduce a la verdadera vida como el ciego Bartimeo.
viernes, 26 de octubre de 2018
Jesús Prieto, el tapiego silencioso. Por Rodrigo Huerta Migoya
Un lugar llamado Bao de Cangas o Bodecangas
En esta pequeña aldea de caserías dispersas, nació Jesús Prieto López el día 28 de agosto de 1912. Su familia era tan humilde como religiosa. Fue el séptimo de once hermanos, pues sus padres José María y Marcelina, a pesar de no llegarles el dinero siempre vivieron abiertos a Dios y a su providencia.
Fue bautizado al día siguiente -29 de agosto- por el párroco D. Fernando Gómez Celaya, en la entonces sede parroquial de Santa María del Monte. Su madre y su abuela Rosalía, eran las oriundas de Bao de Cangas; su padre era de Presno (Castropol) al igual que su abuelo paterno Cayetano; y su abuela paterna, Concepción, era de Vega de Ouría -Rozadas- (Boal). El abuelo materno: desconocido. Fueron sus padrinos su hermano Valentín y una vecina de Acevedo (la Roda) llamada Benigna.
En casa de la familia de Jesús se vivía del campo, era un hogar campesino donde desde el más pequeño al mayor tenían que ayudar en el trabajo de la tierra. Las manos de aquel niño tapiego sabían bien lo que era desde muy pronto el duro trabajo, y su piel morena se pigmentaba más aún cada verano faenando con los suyos bajo el sol. Introvertido y poco amigo de diversiones, era un niño fuerte y sano y con gran facilidad para todas las materias de letras. Extremadamente educado, sus hermanos destacaron siempre de él que a pesar de su timidez o sus pocas palabras no tenía dificultad ninguna para demostrar a todos su cariño y afecto.
Era una persona que interiorizaba mucho todo, y ello le convirtió en un joven sumamente prudente. Muy devoto de la Santísima Virgen, no había día que no rezara el Rosario en casa donde solía dirigirlo para todos. Sin duda, el secreto que muchos años después destacaría el sacerdote irlandés Patrick Peyton con la frase que se ha hecho ya una máxima universal: «familia que reza unida, permanece unida».
Su Parroquia, cuna de su vocación
Entre los ríos Tol y Anguileira, con el arroyo de la Fernada por medio, se extienden las tierras de la Parroquia de Santa María de la Roda. La feligresía, aunque pequeña en número, siempre vivió repartida en numerosas poblaciones y barrios; los más conocidos son: La Barrosa, El Monte, San Julián, Matafoyada, Acevedo, Jarias, Bustelo, Alfonsares, Lantrapiñán, Momeán, la Roda, Villarín, la Veguiña, el Valle de San Agustín, Riocabo, Oriales o Reiriz. Dada las distancias y las dificultades para llegar a todos los fieles de la Parroquia, el obispo, Monseñor Martínez Vigil, elevó en 1882 a Iglesia filial la antigua ermita de San Agustín del Valle -en la actualidad parroquia independiente-.
En 1929 el entonces Obispo de Oviedo, Monseñor Juan Bautista Luis y Pérez, consagró el nuevo templo de la Roda en el barrio del Monte, aunque la Parroquia ya se llamaba Santa María del Monte antes incluso de esta coincidencia.
El párroco quería trasladar la sede parroquial de la vieja iglesia a esta nueva, y convertir así la antigua en Santuario de los Mártires San Amancio, San Gaudencio, San Feliciano y Santa Victoria, cuyo culto y devoción estaba tan arraigado en la Parroquia que era ya la Fiesta Mayor, incluso por delante de la Asunción.
A principios de los años treinta la capilla del Pico Faro estaba muy deteriorada y tras varios incendios en la zona el párroco D. Jesús decidió trasladarla a la parroquia. Este venerable cura preocupado por las almas de su grey era consciente que la zona más habitada de la parroquia era La Roda y que el templo quedaba lejos por lo que propició que empezara a funcionar la capilla de este pueblo como un especie de filial de la Parroquia del Monte. Este tema causó controversias, y Don Jesús por evitar división lo dejó estar. Finalmente será Don Avelino Gómez Rodríguez quien al llegar a la parroquia en 1957 retome este proyecto. Hubo revuelo cuando comentó su proyecto de trasladar la sede parroquial del Monte a la Roda, por lo que el Arzobispado envió a Don Demetrio Cabo para estudiar la situación y presentar un informe al prelado. Finalmente Monseñor Lauzurica dio la razó n al párroco y por el bien de las almas decretó el traslado de la sede parroquial dejando de llamarse la parroquia Santa María del Monte en 1959 para empezar a llamarse Santa María de la Roda. La capilla de la Roda se amplió como templo, se vendió la rectoral del Monte y con ese dinero se pudieron acomenter importantes obra como el nuevo cementerio parroquial y la nueva casa rectoral. Cuando se abrió al culto la nueva Iglesia de Santa María, no había dinero para adquirir una nueva imagen de la Madre de Dios, y el párroco consideraba que era aún pronto para llevar la imagen de la Patrona que presidía la vieja iglesia al nuevo templo. Entonces, como solución, decidió trasladar la imagen de la Virgen de las Nieves que antaño se había venerado en la Capilla del Pico de Faro (en la foto, la citada Imagen ante la que tantísimas veces rezó el joven Jesús) y que se veneraba en el templo del Monte. Cuando las aguas estaban calmadas y había quedado atrás la polémica de la sede parroquial el cura párroco D. Germán bajó la imagen de la Patrona titular de la Parroquia Nuestra Señora de la Expectación también llamada de la Esperanza o de la O al templo de la Roda. En 1997 se recuperó la capilla de Faro tras décadas en ruinas siendo trasladada la imagen desde la iglesia del Monte al Pico Faro. Volvió así la Virgen de las Nieves a su ermita siendo párroco Don Germán Vicente.
La parroquia del Monte (la Roda que decimos hoy) fue una comunidad cristiana muy viva en los comienzos del siglo XX y una de las más levíticas del occidente, en la que surgieron numerosas vocaciones no sólo al ministerio ordenado sino también vocaciones religiosas y misioneras. Una de las causas de este "boom" espiritual fue sin duda la labor del entonces párroco D. Jesús M. A. Rodríguez, el cual ejerció desde 1.919 a 1.949 su pastoreo en esa localidad, y al que sus feligreses denominaron ''nuestro celoso apóstol''.
En este magnífico caldo de cultivo creció el cuerpo y alma del pequeño Jesús, tocayo de su Párroco, lo que a buen seguro le habría hecho preguntarse alguna vez ¿por qué no ser sacerdote como D. Jesús?... Fue un monaguillo sobresaliente; le gustaba ir a la iglesia y quedarse mucho tiempo en el templo ayudando en la Santa Misa con sumo celo y cuidado, sabiéndose todas las oraciones de la eucaristía en latín de memoria.
Don Jesús pronto se fija en sus cualidades y comienza a darle clases particulares, catequesis y algo de dirección espiritual. Había una unión muy grande entre el párroco y el feligrés-monaguillo que se apreciaban de corazón.
Sonrisas en Valdediós
Ante la sobresaliente piedad de Jesús, su bondad natural y su amor a la Parroquia, su sacerdote
-que bien le conocía- le plantea la posibilidad de ir al seminario, a lo que la respuesta fue inmediata. Así ingresa en el Seminario de Valdediós en 1925.
-que bien le conocía- le plantea la posibilidad de ir al seminario, a lo que la respuesta fue inmediata. Así ingresa en el Seminario de Valdediós en 1925.
La familia no podía asumir gasto alguno en su formación, tenían lo justo para comer, pero el párroco apostilló tanto a él como a su familia que no se preocupasen por el dinero. Don Jesús corrió con todos los gastos de los estudios y manutención del chaval, por eso el pequeño seminarista en cuando llegaba a la Roda de vacaciones al primero que saludaba al llegar y al último que despedía al partir era a su cura querido y admirado.
En el tiempo de vacaciones, además de arrimar el hombro en casa en las faenas del hogar con su madre -su padre no le dejaba ir al campo con sus hermanos pues decía que su sitio estaba en casa con los libros- sacaba todo el tiempo que podía para estudiar y también para ayudar al Párroco no sólo en la misa diaria, sino también impartiendo catequesis a otros niños, ordenando la sacristía o enriqueciendo sus curiosidades, formación y estudios, acribillando a preguntas con frecuencia a Don Jesús.
Fue feliz en Valdediós; no pasaban hambre, aunque la comida era tan pésima que al final preferían hasta el hambre. Sin embargo, la vida comunitaria, de oración y de estudio, era tan plena que hacía que lo "gastronómico" fuera hasta secundario. En sus vacaciones añoraba tanto el seminario que las tardes del domingo se acercaba a visitar a otros seminaristas que vivían en parroquias limítrofes.
Oviedo y sus difíciles tiempos
Deja el Seminario del Valle de Dios para irse a la capital. La situación política y social se complicaba, no llegaban días fáciles para los cristianos y menos aún para los futuros sacerdotes.
Jesús, como siempre presumieron en su casa, jamás suspendió un examen ni una asignatura; a su buena cabeza se unió su perseverancia y dedicación al estudio, que no dejó margen para una sola mancha en su expediente.
Lo pasó mal -dijeron- cuando le llegó el momento de cumplir el servicio militar, coincidente con un ambiente hostil hacia la Iglesia y cuyo caldo de cultivo se ampliaba en la Asturias industrial de los años treinta. Algunos llegaron a hablar de una crisis vocacional, algo que sus hermanos negaron de forma tajante, pues en casa siempre manifestó sus anhelos por verse algún día ordenado sacerdote.
En las estrecheces propias de comienzos de siglo XX, en aquel seminario de precarias condiciones en el viejo convento de Santo Domingo, Jesús fue feliz y dejó siempre un magnífico recuerdo entre los seminaristas más mayores o pequeños que le trataron, así como entre los profesores y prefectos. A pesar de su carácter serio y reservado, más silencioso que hablador, lo cierto es que en las pocas intervenciones que tenía tanto en la clase como en el recreo era para hablar en positivo de todo. No existía en su vocabulario el término enemigo, pues jamás pensaba mal de nadie.
Influyó mucho en la espiritualidad de Jesús el buen hacer de los Padre Paúles -los encargados de la formación en el seminario mayor en aquel tiempo-. La espiritualidad de San Vicente de Paúl, después de la simiente de su Párroco, enfocó su sacerdocio como el servicio de los servicios que empieza por los últimos del pueblo de Dios, por los más pobres en lo material o espiritual y, en definitiva, por todos los rechazados de la sociedad, como acostumbra a decir el Papa Francisco. Jesús hizo muy suyo aquel enfoque, hasta el punto que no sólo estaba disponible para sus compañeros de curso o de cursos superiores, sino que tampoco era extraño verle echando una mano a los de cursos inferiores.
Jesús tras los pasos del Salvador
Como ya apuntamos, parece que una tribulación especial para él fue el día que fue requerido para cumplir el servicio militar, pues a él le preocupaba no llegar a verse sacerdote.
El ambiente anticlerical de la República se vivió con auténtico temor y temblor en el seno de la Iglesia, y muy de forma explícita en los centros de formación y las comunidades religiosas, temiendo que se repitieran aquí los sucesos acaecidos al mes de la proclamación de la Segunda República, cuando se quemaron numerosos templos, se asaltaron conventos, se profanaron tumbas y los sucesos terminaron con muertos y heridos. Aunque los hechos se produjeron principalmente en Alicante, Cádiz, Sevilla, Granada, Córdoba, Murcia, Valencia, Málaga y Madrid, la Iglesia en Asturias temía lo que por desgracia ocurriría no tardando.
Jesús tenía perfecto conocimiento de cómo estaba el panorama político-social y de lo feo que se presentaba el futuro para la Iglesia en España. En el cuartel tuvo que escuchar cómo la República quería barrer a la Iglesia en todo el país, pese a lo cual al terminar su servicio militar aceptó reincorporarse al seminario -como hicieran tantos de sus compañeros en conciencia y sabedores del peligro- manifestando con ese paso su fe y bebiendo el mismo cáliz que bebió el Señor. No iba por victimismo ni cabezonería, aceptó el plan de Dios diciendo aquello del evangelio de Juan: "Padre glorifica tu nombre''.
Llega, pues, el día 7 de Octubre, donde es incendiado y destruido el Palacio Episcopal (hoy sede del Arzobispado) y también es el turno del asalto y destrucción del Seminario de Santo Domingo. Los revolucionarios buscan por cada calle y camino de Oviedo el mínimo rastro de "olor a curas" para aliviar su sed de venganza, para purgar la ciudad de "los opresores del proletariado" y para bautizar con sangre el comienzo de "un tiempo nuevo libre de sotanas."
Nunca encontraremos explicación para aquellos acontecimientos en nuestra tierra: ¿cómo se podrían amparar aquellos crueles martirios en la supuesta opresión o insensibilidad de la Iglesia con la clase obrera, cuando precisamente la Iglesia fue la primera en defender la dignidad y derechos del trabajador?... Anda que no había ya antecedentes en la diócesis de Oviedo de cercanía con el proletariado con ejemplos como Martínez Marina, Posada Rubín, Valdés Busto, Roces Lamuño... Y ya no digamos la contribución del clero asturiano en materia de sindicatos, como por ejemplo el del canónigo Maximiliano Arboleya. Pero claro, el sindicalismo católico no les interesaba a los "libertadores"; no casaba con aquel sindicalismo amarillista -como así definieron los historiadores- y que no consideraron a los católicos como sincero complemento, sino como enemigos...
La primera gran desbandada de seminaristas del edificio de Santo Domingo se produjo el día 6 de octubre, cuando las llamadas "vanguardias rojas" paralizaron de miedo la ciudad de Oviedo con un tiroteo atroz contra los muros de los edificios que dejaba patente en la capital que la revolución había llegado a Vetusta.
Hay que incidir en el modélico servicio prestado por la Congregación de la Misión (Padres Paúles) a la diócesis de Oviedo, en la cual trabajaron dentro del seminario diocesano desde 1900 por encargo expreso del entonces obispo Monseñor Martínez Vigil, al ser conocedor de la magnífica obra que estaban realizando en la formación sacerdotal de seminarios en otras diócesis vecinas. Un grupo de estos religiosos que formaban la comunidad del Seminario, también fueron martirizados.
El primero en aceptar el final fué el hermano coadjutor Salustiano González Crespo, el cual al ver a los seminaristas huir despavoridos por el miedo y a los revolucionarios lanzarse a por ellos como si de una cacería de conejos se tratara, a pesar de su vejez, salió veloz del seminario poniéndose delante del primer grupo de seminaristas apresados, implorando clemencia para ellos. Ofreció su vida en trueque por la de aquellos jóvenes alegando: “Matadme a mí, que no sirvo para nada, pero no matéis a estos jóvenes, que pueden hacer mucho bien”. Este grupo de seminaristas fué trasladado a Mieres donde vivieron su cautiverio, mientras que el pobre hermano Salustiano -leonés de Tapia de la Ribera- fué asesinado cobardemente de un balazo que destrozó su achacoso cuerpo.
Tras la narrada huida del seminario, los escondites provisionales y demás miedos a registros o denuncias de vecinos del barrio, Jesús Prieto se unió al grupo de Gonzalo Zurro, que junto a dos superiores se ocultaron en las inmediaciones del Seminario, en un sótano húmedo donde permanecieron ocultos durante horas. No podían dormir ni hacer sus necesidades, ni tenían fuego para calentarse ni nada que llevar a la boca para aliviar tanta hambre y sed. El pánico les tenía casi inmóviles; eran conscientes de que no habría un final feliz para sus vidas y poniéndose en las manos de la Providencia oraron, confesaron y se prepararon espiritualmente para una buena muerte. Cuando ya se hacía imposible su continuidad allí por la falta de medios, fueron descubiertos y obligados a salir de donde se ocultaban, siendo arrestados para -según los revolucionarios que los apresaron- ser conducidos al cuartel.
Caminaron calle arriba, a buen seguro convencidos de que ya no llegarían ni siquiera al cuartel, pues el ambiente era cada vez más tenso y hostil debido al griterío de gente que en la calle increpaba a los milicianos para que acabaran con sus vidas. Insultos, blasfemias, golpes... hacían suyas así las palabras de San Pablo: ''siempre y en todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo''... ¡Así fué!
El lugar del Martirio sería la calle ''Camino de San Lázaro''. Jesús, entonces, era alumno de tercero de teología y tan sólo tenía veintidós años cuando por confesar a Cristo y no negarle, aceptó que le arrebataran la vida como a Él.
La noticia del asesinato de Jesús cayó como una bomba en la Parroquia de la Roda: su familia, sus vecinos, su Párroco, los niños a los que había dado catequesis, sus amigos... quedaron consternados. Pero a la persona a la que más le afectó fue a su padre, el cual acabó trastornando, teniendo que cuidarle y vigilarle para que no se fugara de casa sin rumbo -algo que hizo en más de una ocasión-. Entre los suyos todos estaban concienciados de que Jesús había ido directo al cielo, pues toda su vida fue bondad y nunca se quejó de nada ni de nadie, valorando siempre lo bueno de las personas.
El día 28 de Octubre de 1934 fué exhumado su cuerpo junto al de sus compañeros de la fosa común del Cementerio del Salvador, en presencia de José González (el seminarista que salvó su vida al darlo por muerto tras dispararle), el también seminarista Jaime Caldevilla y el sacerdote D. Antonio Lombardía, quienes con un nudo en la garganta fueron mudos testigos de cómo sacaban de aquel lugar a los seminaristas mártires que eran ya espigas en flor, testigos de vida, reliquias de amor. Cuando los cuerpos fueron limpiados y colocados en un féretro se acercó también el sacerdote y profesor del seminario de Valdediós D. Leocadio Alonso Crespo para mostrar sus respetos y realizar oraciones por los seminaristas.
La Roda no olvidó a su seminarista
Tanto la familia del seminarista como los sucesivos párrocos que fueron pasando por la parroquia de la Roda, siempre mostraron un claro interés en que los restos de Jesús volvieran a su Parroquia. Sin embargo, les parecía más importante aún el proceso de beatificación, esperando que una vez terminado el mismo y ya estando en el libro de los Beatos su cuerpo volviera a La Roda de su alma.
Dios ya le ha dado a Jesús la palma del martirio, esperamos con emoción conocer la fecha en la que la Iglesia le incluirá en el libro de los testigos de Cristo. Don José Manuel Feito, sacerdote y escritor, en un precioso poema que dedicó a los seminaristas mártires, alude al tapiego como: ''hijo de humildes campesinos''. Sí, y qué grande ha sido y es este joven de La Roda que sin duda intercederá por todos los suyos que le tienen desde siempre por santo y que en breve hasta le podrán rendir culto público.
Orar con el Salmo del Día
R/. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
jueves, 25 de octubre de 2018
El dinero de la iglesia es para evangelizar y ayudar a los pobres. Por Jorge González Guadalix
(de profesión cura) “El dinero público no es de nadie”. La frase la pronunció en su momento Carmen Calvo, que fue ministra de cultura y secretaria de igualdad con el PSOE. También eso nos lo debemos pensar en la Iglesia, que el dinero no es de nadie y por tanto los administradores podemos hacer con él básicamente lo que nos dé la gana.
Tenemos sobre la mesa el asunto de los abusos y las multimillonarias indemnizaciones que se están pagando a las víctimas de las que se hace responsable subsidiaria a la iglesia a través de las respectivas diócesis. Pues bien, hace no mucho algunos fieles se mostraban indignados con el hecho de que las limosnas que con generosidad y sacrificio entregan para el anuncio del evangelio y la ayuda a los pobres se estén empleando en indemnizaciones a víctimas de las tropelías de sacerdotes, obispos y hasta algún cardenal. Dicen, y no les falta razón, que es muy sencillo agarrar el cepillo de las limosnas y dedicarse a reparar entuertos. Malversación de fondos llegan a llamarlo.
Lo que dicen esos fieles, y yo con ellos, es que las indemnizaciones habría que sacarlas de otros lugares. Por ejemplo, comenzar por el propio patrimonio personal, aunque sea escaso, de cada uno de los delincuentes, para después seguir por el de los encubridores y negligentes, y cuando aún se necesite más, bastante más, que eso repercuta no en la peor atención a los pobres o una deficiente acción pastoral, sino en la vida de los responsables.
Por ejemplo. Diócesis de A. Tantos sacerdotes condenados por abusos. Indemnizaciones de tales cantidades marcadas por la justicia. Primero, tirar del patrimonio personal de los condenados. Segundo, tirar del patrimonio personal de consentidores y encubridores así declarados por la justicia. Y el resto, que salga de vender las oficinas de la diócesis, la residencia del obispo y cosas similares.
Es que, si no, nos encontramos con la paradoja de que unos cometen el delito, otros tapan o no se enteran, pero todos siguen viviendo igual y lo que se resiente es lo que toca directamente a los fieles que son los que, en definitiva, ponen el dinero.
Otro gallo nos cantara a los curas también si tuviésemos que responder con nuestro propio patrimonio de algunas barbaridades. Mira que somos caprichosos en ocasiones: altar nuevo, obras de no sé qué, arreglos en la casa parroquial, gastos para tal… Vamos, que en pocos años la parroquia endeudada. En esto, como en lo otro, soy claro. Deudas contraídas con licencia del obispo, la diócesis responsable. Deudas contraídas por el señor cura párroco por su cuenta, las pague él.
El dinero que se maneja en la Iglesia, en una pequeña parroquia, en una gran diócesis o en el mismísimo Vaticano, es fruto de la generosidad, en casos heroica, de los fieles, y no somos quienes, por muy curas, obispos o cardenales que seamos, para administrarlo de cualquier manera. Si lo hemos hecho mal, caiga la responsabilidad sobre nuestras costillas.
Oiga, que el cura de mi parroquia no tiene patrimonio para responder de sus tropelías. No pasa nada. De momento, se quede sin coche, sin teléfono, sin ordenador, sin nómina y sin luz y calefacción en la casa parroquial. Luego se irá viendo.
Anda que no íbamos a espabilar.
Carta semanal del Sr. Arzobispo
Alcoa: el desarme de la esperanza
Es un menú muy ovetense llegando estas calendas de octubre, cuando se trae al recuerdo cómo fue desarmada la soldadesca napoleónica tras degustar aquellos garbanzos con bacalao, los callos a la asturiana y el arroz con leche de marca, regado todo con buen vino de la casa. Así nos lo sirven y preparan en tan fausta memoria de aquella epopeya popular contra la invasión gala. Fue desarmado aquel ejército, habiéndosele saturado hasta quedar tan ahíto que no le cabía en el estómago ni la menor duda.
Y coincide la efeméride otoñal con otro desarme distinto, que tiene tinte de tristeza y tragedia cuando nada menos que setecientas familias pueden quedar al pairo del paro por cerrar las plantas de aluminio donde trabajan otras tantas personas ganándose el pan con el sudor de su frente. Una multinacional estadounidense avisa de su pretensión de cerrar en Avilés esa planta, poniendo en desplante a todo su personal que lo deja en la intemperie brutal de perder su trabajo de la noche a la mañana.
Ya se entiende que una empresa no es un despacho parroquial, ni siquiera una ONG altruista sin ánimo de lucro o un local de cáritas que sólo mira por sostener dignamente a quienes menos han sido favorecidos por la vida y la sociedad. Una empresa tiene sus calendarios, sus objetivos de producción y su legítima aspiración de incrementar sus ingresos para expandirse poniendo solidez a sus logros financieros.
Pero no deberían ser los únicos criterios, tan inhumanamente crematísticos, a la hora de poner en marcha, acrecentar o, eventualmente, cerrar el negocio. Porque lo que hay detrás no son planchas de aluminio o cajas de tornillos, sino personas. Y tras ellas, un montón de familias que dependen del trabajo honrado que se lleva a cabo cada día, con su justa remuneración y la dignidad que entraña tener un trabajo honesto que no tiene manchadas sus manos ni de corrupción ni de sangre.
Si ante un momento de recesión económica o ante unas cuentas que no eran las que se esperaban se decide cerrar toda una factoría mandando a la incertidumbre angustiosa a tantas personas y a sus correspondientes familias, entonces nos encontramos con una tragedia realmente inhumana, donde los trabajadores se han usado y luego se tiran cuando se juzgan prescindibles laboralmente hablando, dando un portazo a lo que se venía haciendo allí simplemente porque ya no se gana tanto, ya no aporta tanta riqueza como antes, ya no resulta ventajoso para el lucro soñado y programado por los magnates.
El Papa Francisco lo ha dicho con el dolor que entraña una decisión de tan terribles consecuencias: «Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y la inequidad”. Esa economía mata… Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del “descarte” que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: los excluidos no son “explotados” sino desechos, “sobrantes”» (Evangelii gaudium, 53).
Toda mi solidaridad con las familias afectadas, con estos trabajadores que pueden ir a la calle. Lo siento de veras. Rezo por su solución justa y generosa y para que la llama de esperanza de esta gente no se apague jamás ni haya nada que de modo fatal la desarme.
+ Fray Jesús Sanz Montes O.F.M.
Arzobispo de Oviedo
miércoles, 24 de octubre de 2018
Del Oficio del Día
De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 5 sobre diversas materias, 1-4: Opera omnia, edición cisterciense, 6,1 [1970], 98-103)ME PONDRÉ DE CENTINELA PARA ESCUCHAR LO QUE ME DICE EL SEÑOR
Leemos en el Evangelio que, predicando en cierta ocasión el Salvador y habiendo afirmado que daría a comer su carne sacramental para que así sus discípulos pudieran participar de su pasión, algunos exclamaron: ¡Duras son estas palabras! Y se alejaron de él. A vista de ello, preguntó el Señor a sus discípulos si también ellos querían dejarlo; ellos entonces respondieron: Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna.
Pues bien, hermanos, es manifiesto que en nuestros días las palabras de Jesús son también espíritu y vida para algunos y, por ello, éstos lo siguen; pero, en cambio, a otros estas mismas palabras les parecen duras, por lo cual no faltan quienes van a buscar en otra parte un consuelo miserable. La sabiduría no deja de levantar su voz en las plazas, anunciando que el camino que conduce a la muerte es ancho y espacioso, a fin de que cuantos andan por él vuelvan sobre sus pasos.
Durante cuarenta años -dice- aquella generación me repugnó, y dije: «Es un pueblo de corazón extraviado.» Y en otro salmo añade: Una sola vez habló Dios; es cierto que Dios habló una sola vez, pues está hablando siempre, ya que su locución es continua y eterna, y nunca se interrumpe.
Esta voz invita sin cesar a los pecadores, exhortándoles a meditar en su corazón y reprendiendo los errores de este corazón, pues es la voz de aquel que habita en el corazón del hombre y habla en su interior, realizando así lo que ya dijo por boca del profeta: Hablad al corazón de Jerusalén.
Ya véis, hermanos, cuán saludablemente nos amonesta el profeta a fin de que si hoy escuchamos su voz no endurezcamos el corazón. Las palabras que leemos en el profeta son casi las mismas que hallamos también en el Evangelio. En efecto, en el Evangelio dice el Señor: Mis ovejas oyen mi voz, y en el salmo afirma el profeta: Nosotros, su pueblo (el del Señor, ciertamente), el rebaño que él guía, ojalá escuchemos hoy su voz y no endurezcamos el corazón.
Escucha, finalmente, al profeta Habacuc; él no disimula la increpación del Señor, sino que la medita asiduamente y por ello exclama: Me pondré de centinela, me plantaré en la atalaya, velaré para escuchar lo que me dice, lo que responde a mis quejas. Procuremos, hermanos, ponernos también nosotros de centinela, porque la vida presente es tiempo de lucha.
Que nuestra vida tenga su centro en nuestro interior, donde Cristo habita, y que nuestros actos sean reflexivos y nuestras obras según los dictados de la razón; pero de tal forma que no confiemos excesivamente en nuestros actos ni nos fiemos excesivamente de nuestras simples reflexiones.
RESPONSORIO Sal 17, 23; 18, 9; 1Jn 2, 5
R. Tuve presentes los mandamientos del Señor y no me aparté de sus preceptos. * Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.
V. Quien guarda su palabra posee el perfecto amor de Dios.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.
ORACIÓN.
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
martes, 23 de octubre de 2018
Reliquias de Santa Margarita Mª de Alacoque peregrinan por España
Esta santa francesa nacida el 22 de julio de 1647 en Vérosves, un pueblo de la Borgoña, es la precursora de la devoción cristiana al Sagrado Corazón de Jesús, de la que, el hoy, San Juan Pablo II fue uno de sus más fervientes defensores y propagandistas.
Esta devoción de la santa visitandina, ingresó con 23 años en el monasterio de la Visitación de Paray, conecta con el discurso del Papa Francisco en todo lo que se refiere a la Misericordia de Dios.
A las 12 del mediodía el capellán de las Salesas, Miguel Ángel, celebró la Eucaristía con una capilla repleta de fieles vitorianos.
Las reliquias, si bien no tienen la carga de siglos pasados, hoy la Iglesia las sigue presentando como el recuerdo físico de aquellos hombres y mujeres que han sido testigos de la Fe, y por lo tanto modelo e intercesores para los creyentes.
Las reliquias han sido defendidas por la Iglesia en todas las épocas, así como se ha denunciado también el abuso y comercio que ha llegado a hacerse con las mismas, como en el Concilio IV de Letrán (1215).
Tras el Concilio Vaticano II el Papa Juan Pablo II quiso abordar en el nuevo Código de Derecho Canónico el tema de las reliquias, en el que se recogen disposiciones como: Canon 1190 “Está terminantemente prohibido vender reliquias sagradas”; esta norma se extiende a imágenes y objetos de veneración del pueblo fiel.
Tras su periplo por las diversas diócesis españolas las reliquias regresarán a finales de noviembre al monasterio de Paray –le-Monial donde desarrolló su vida como religiosa.
Empezando por reconocer que no soy muy devoto de reliquias, pero desde el más absoluto respeto reconozco que es un recurso para muchos fieles que se acercan, desde las reliquias, al misterio de la fe, del Amor de Dios y de todas aquellas bondades que la fe nos aporta para ser mejores personas.
Algún lector suspicaz puede que le salte a la mente todo lo feo y sucio que se ha aportado desde ambientes religiosos, y cristianos concretamente. Sí, es así porque en la Iglesia HAY y siempre ha habido “mal”; pero, y el Papa Francisco es uno de los que está sabiendo como pocos demostrarlo, la Iglesia ES BIEN.
Y los santos son una prueba de ello. Hombres y mujeres, muchos que han llegado a entregar su vida martirialmente, que han sido modelo de ser humano, para creyentes y no creyentes.
Por eso, crear momentos como el peregrinar de unas reliquias para recordar el testimonio de esas personas, bienvenido sea, porque a muchos les hace bien. Los demás, solo observando en la distancia con respeto ya estamos acercándonos.
La diócesis de Granada promueve junto con la de Valladolid la causa de beatificación de Isabel La Católica
(Arz. Granada)
El Simposio Internacional dedicado a la Sierva de Dios Isabel la Católica y la evangelización en América, organizado con el objetivo de promover su causa de beatificación celebrado durante esta semana, ha contado con la asistencia de un grupo de granadinos, acompañados por el Capellán Mayor de la Capilla Real, D. Manuel Reyes.
Este Simposio Internacional también ha contado con la presencia del Arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez, que ha clausurado el Simposio oficiando la Eucaristía en la Basílica de la Gran Promesa en Valladolid. En sus palabras, Mons. Martínez ha subrayado la santidad a la que todos estamos llamados y ha dado gracias a Dios por la Reina Isabel La Católica «y por lo que ella ha significado para la fe».
«El contacto con los santos, que se nos ha puesto tan delante de nosotros, hombres y mujeres, de todas clases, inspirados y estimulados por la obra de esta mujer que es Isabel de Castilla, nos invita sobre todo a la santidad», explicó nuestro arzobispo en sus palabras en la Santa Misa, con la que termina una semana de ponencias y comunicaciones en torno a la figura de la Reina Isabel La Católica, cuyos restos reposan en la Capilla Real de Granada.
«Vamos a por el bien que el Señor nos ha ofrecido. Vamos a por el bien que ella valoraba más que nada, que más quería», señalaba nuestro Arzobispo, en referencia a la fe, que Isabel La Católica llevó a las tierras del Nuevo Mundo y defendió en nuestro país desde su responsabilidad como reina de España. «Vamos –continuó Mons. Javier Martínez- a por el bien que es ser los cristianos que necesita este mundo, y lo otro, su canonización, nos será dada».
Simposio
Por su parte, D. Manuel Reyes, Capellán Mayor de la Capilla Real, ha participado con un comunicado sobre la Reina Católica, en la que subrayó cómo a través de la vida ordinaria de la Capilla Real, a través de los recuerdos de la Reina, se nos da un mensaje sobre la personalidad de Isabel la Católica, mujer de profunda fe.
En este Simposio Internacional, con el lema «Isabel La Católica y la evangelización de América», a lo largo de esta semana también han participado el postulador de la causa de beatificación de la Reina Católica, padre Javier Carnerero OSST; el secretario vicepresidente de la Comisión Pontificia para América Latina, Guzmán Carriquiry, que habló sobre «Los santos en la primera evangelización del Nuevo Mundo»; y el Arzobispo primado de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez, que habló sobre «Las órdenes reformadas, agentes de Evangelización».
El Simposio Internacional dedicado a la Sierva de Dios Isabel la Católica y la evangelización en América, organizado con el objetivo de promover su causa de beatificación celebrado durante esta semana, ha contado con la asistencia de un grupo de granadinos, acompañados por el Capellán Mayor de la Capilla Real, D. Manuel Reyes.
Este Simposio Internacional también ha contado con la presencia del Arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez, que ha clausurado el Simposio oficiando la Eucaristía en la Basílica de la Gran Promesa en Valladolid. En sus palabras, Mons. Martínez ha subrayado la santidad a la que todos estamos llamados y ha dado gracias a Dios por la Reina Isabel La Católica «y por lo que ella ha significado para la fe».
«El contacto con los santos, que se nos ha puesto tan delante de nosotros, hombres y mujeres, de todas clases, inspirados y estimulados por la obra de esta mujer que es Isabel de Castilla, nos invita sobre todo a la santidad», explicó nuestro arzobispo en sus palabras en la Santa Misa, con la que termina una semana de ponencias y comunicaciones en torno a la figura de la Reina Isabel La Católica, cuyos restos reposan en la Capilla Real de Granada.
«Vamos a por el bien que el Señor nos ha ofrecido. Vamos a por el bien que ella valoraba más que nada, que más quería», señalaba nuestro Arzobispo, en referencia a la fe, que Isabel La Católica llevó a las tierras del Nuevo Mundo y defendió en nuestro país desde su responsabilidad como reina de España. «Vamos –continuó Mons. Javier Martínez- a por el bien que es ser los cristianos que necesita este mundo, y lo otro, su canonización, nos será dada».
Simposio
Por su parte, D. Manuel Reyes, Capellán Mayor de la Capilla Real, ha participado con un comunicado sobre la Reina Católica, en la que subrayó cómo a través de la vida ordinaria de la Capilla Real, a través de los recuerdos de la Reina, se nos da un mensaje sobre la personalidad de Isabel la Católica, mujer de profunda fe.
En este Simposio Internacional, con el lema «Isabel La Católica y la evangelización de América», a lo largo de esta semana también han participado el postulador de la causa de beatificación de la Reina Católica, padre Javier Carnerero OSST; el secretario vicepresidente de la Comisión Pontificia para América Latina, Guzmán Carriquiry, que habló sobre «Los santos en la primera evangelización del Nuevo Mundo»; y el Arzobispo primado de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez, que habló sobre «Las órdenes reformadas, agentes de Evangelización».
lunes, 22 de octubre de 2018
Entrevista a Don Gonzalo Suárez sobre la Venerable Práxedes Fernández
En la revista ''Granito de Arena'' que dirigen las Hermanas Misioneras de Nazaret (Nazarenas) aparece una entrevista a D. Gonzalo Suárez, párroco de Figaredo en Asturias, España. Don Gonzalo atiende con esmero la casa natalicia de la Venerable Práxedes y la celebración de la eucaristía los días seis de cada mes. Ha dedicado tiempo y entusiasmo a estudiar a la Venerable Práxedes. Él mismo tuvo contacto frecuente con el hijo de Práxedes el P. Enrique Fernández O.P., a través del cuál conoció muy de cerca la vida de la Venerable. Reproducimos la entrevista que le hacen en la revista de estas religiosas. La razón esencial de la entrevista es la relación espiritual que estableció entre la Venerable Práxedes y San Manuel González, fundador de dicho instituto religioso, en las visitas veraniegas de este santo a Mieres.
''Es cierto que los santos siempre van en racimo, por eso San Manuel González fue contemporaneo de tantas personas santas, el Beato Marcelo Spinola, S. Pedro Poveda, Santa Ángela de la Cruz y tantos otros entre los que se encuentra Práxedes Fernández, de Asturias, que murió en olor de santidad y cuya fama ha llegado hasta nosotros. Hoy queremos acercarnos a ella, pues es mucho lo que tenemos que aprender de las personas que en su paso por la tierra han dejado buen olor y sabr a Jesús como a ti te gustaba repetir.
Entrevistamos a D. Gonzalo Suárez, sacerdote de la diócesis de Oviedo y muy conocedor de esta gran mujer.
P. Gonzalo, sabemos que Práxedes se encontró con San Manuel González ¿se sabe algo de este encuentro?
Sí, sabemos que D. Manuel estuvo cuatro veranos en Mieres, de 1920 a 1923, invitado por los condes de Mieres, que también residían en Málaga y prefería el clima suave de las montañas de Asturias al verano malagueño, más cálido y pegajoso. Fue precisamente en Mieres donde escribió su primera carta pastoral, el 15 de agosto de 1920. Celebraba en la capilla de la fabrica que siempre frecuentaba Práxedes y también pasaba un buen rato en el confesionario.
Consta que Práxedes se confesaba con él largamente y también lo hizo al menos en una ocasión en la iglesia de la Rebollada, como declara una de las testigo del proceso, que la acompalló en aquella ocasión y se impacientó hasta enfadarse porque no acallaban la conversación.
Práxedes se disculpó: ''perdona, pero quería aprovechar porque este señor Obispo es un santo''. A su vez Don Manuel preguntó en la sacristía a D. Luciano, capellán de la fábrica, y al párroco de la Rebollada: ''¿de dónde es esta mujer? es una santa''.
También declaran dos dominicas de la Anunciata, Maria Cloux y Josefa Martínez, que acudían allí a Misa, que la venerable Práxedes le esperaba a la salida para besarle el anillo.
La influencia de D. Manuel fue decisiva en la vida espiritual de Práxedes y ella conoció el contenido de aquella, su primera pastoral que dice, entre otras cosas: ''yo no quiero ni deseo, con todo mi corazón , en mi vida episcopal, tener otra ocupación , sino la de abrir muchas brechas al camino que conduce al Tabernáculo''.
Desde aquel encuentro hizo de la Eucaristía el centro de toa su vida y varios le oyeron comentar que para ella ''un día sin la Eucaristía era como un día sin sol''. Siempre que podía participaba en tres misas: La primera para prepararse para comulgar, la segunda para comulgar y la tercera para dar gracias por haber comulgado.
Además de la capilla de la fábrica solía ir al convento de los Pasionistas, a su parroquia de Seana y a otras de la zona del Caudal. Se valía de una lámpara de minero cuando las celebraciones eran antes de amanecer.
Era muy reservada para comunicar las gracias recibidas por Dios, pero dijo a su hijo Enrique: ''Siento al comulgar que mi pecho se transforma en un horno de fuego'', y a esta gracia mística aluden otros testigos. Temía que algunas personas tuvieron comuniones sacrílegas y así ante cada persona que comulgaba decía en voz baja: ''que comulgue en gracia de Dios''.
¿Podría compartir algo de su vida que sea para nosotros estímulo en el seguimiento de Cristo?
Práxedes no fue una persona extraordinaria, pero hizo extraordinariamente las cosas ordinarias. Muy joven queda viuda con cuatro hijos: un accidente ferroviario acabó con la vida de su marido en las vías de FEVE y otro con la de su hijo Arturo en la RENFE. Obligada a refugiarse en casa de su madre, donde trabajó como criada al servicio de todos y llena de problemas, encontraba, sin embargo, tiempo y medios para atender a pobres y enfermos. Vivió en el ambiente revolucionario de la ''pequeña Rusia'' como llamaban a este valle de Mieres, pero logró ser respetada por su testimonio: ''Si todos los que van a Misa fueran como Práxedes también iría yo'', afirmaba uno de los mineros más conflictivos. Pasó muchas penurias para sacar adelante a sus hijos y educarlos cristianamente. Vivió con intensidad su compromiso en la parroquia, llegando a bautizar niños y dirigir oraciones públicas cuando el párroco fue expulsado.
Tras la revolución de octubre del 34 profetizó que vendría otra guerra y se preparó para afrontarla. Se fue a vivir a Oviedo con su familia y durante el asedio de la ciudad se ofreció como víctima por la paz, muriendo de peritonitis y sin posibilidad de atención médica once días antes de la liberación de Oviedo. Fue modelo de esposa, madre, ciudadana y feligresa.
Su vida espiritual superaba la de muchos consagrados. Era fiel a varias devociones y además hacía dos horas diarias de oración en recogimiento. Sus familiares testificaron que nunca la vieron levantarse, adelantando el inicio de su jornada a la de todos ellos. A esto hay que añadir una vida de continua mortificación. Llegó a tatuar en su pecho las iniciales de Jesús y María con un gancho de cocina al rojo que conservamos en su casa natal, hoy convertida en oratorio.
¿Fue significativa en su vida su relación con Jesús Eucaristía?
Ya hemos visto que toda la vida de Práxedes estaba centrada en la Eucaristía y sin duda contribuyó a ello su relación con San Manuel en los encuentros que hemos mencionado. Todos los sagrarios del valle del Caudal eran visitados por ella y más tarde los de Oviedo.
La víspera de su muerte, sabiendo que sus familiares no le iban a consentir que fuera a la iglesia, hizo un bulto con las mantas para simular que estaba en la cama y se escapó sigilosamente. Tanto era su deseo de recibir a Jesús Eucaristía.
''Es cierto que los santos siempre van en racimo, por eso San Manuel González fue contemporaneo de tantas personas santas, el Beato Marcelo Spinola, S. Pedro Poveda, Santa Ángela de la Cruz y tantos otros entre los que se encuentra Práxedes Fernández, de Asturias, que murió en olor de santidad y cuya fama ha llegado hasta nosotros. Hoy queremos acercarnos a ella, pues es mucho lo que tenemos que aprender de las personas que en su paso por la tierra han dejado buen olor y sabr a Jesús como a ti te gustaba repetir.
Entrevistamos a D. Gonzalo Suárez, sacerdote de la diócesis de Oviedo y muy conocedor de esta gran mujer.
P. Gonzalo, sabemos que Práxedes se encontró con San Manuel González ¿se sabe algo de este encuentro?
Sí, sabemos que D. Manuel estuvo cuatro veranos en Mieres, de 1920 a 1923, invitado por los condes de Mieres, que también residían en Málaga y prefería el clima suave de las montañas de Asturias al verano malagueño, más cálido y pegajoso. Fue precisamente en Mieres donde escribió su primera carta pastoral, el 15 de agosto de 1920. Celebraba en la capilla de la fabrica que siempre frecuentaba Práxedes y también pasaba un buen rato en el confesionario.
Consta que Práxedes se confesaba con él largamente y también lo hizo al menos en una ocasión en la iglesia de la Rebollada, como declara una de las testigo del proceso, que la acompalló en aquella ocasión y se impacientó hasta enfadarse porque no acallaban la conversación.
Práxedes se disculpó: ''perdona, pero quería aprovechar porque este señor Obispo es un santo''. A su vez Don Manuel preguntó en la sacristía a D. Luciano, capellán de la fábrica, y al párroco de la Rebollada: ''¿de dónde es esta mujer? es una santa''.
También declaran dos dominicas de la Anunciata, Maria Cloux y Josefa Martínez, que acudían allí a Misa, que la venerable Práxedes le esperaba a la salida para besarle el anillo.
La influencia de D. Manuel fue decisiva en la vida espiritual de Práxedes y ella conoció el contenido de aquella, su primera pastoral que dice, entre otras cosas: ''yo no quiero ni deseo, con todo mi corazón , en mi vida episcopal, tener otra ocupación , sino la de abrir muchas brechas al camino que conduce al Tabernáculo''.
Desde aquel encuentro hizo de la Eucaristía el centro de toa su vida y varios le oyeron comentar que para ella ''un día sin la Eucaristía era como un día sin sol''. Siempre que podía participaba en tres misas: La primera para prepararse para comulgar, la segunda para comulgar y la tercera para dar gracias por haber comulgado.
Además de la capilla de la fábrica solía ir al convento de los Pasionistas, a su parroquia de Seana y a otras de la zona del Caudal. Se valía de una lámpara de minero cuando las celebraciones eran antes de amanecer.
Era muy reservada para comunicar las gracias recibidas por Dios, pero dijo a su hijo Enrique: ''Siento al comulgar que mi pecho se transforma en un horno de fuego'', y a esta gracia mística aluden otros testigos. Temía que algunas personas tuvieron comuniones sacrílegas y así ante cada persona que comulgaba decía en voz baja: ''que comulgue en gracia de Dios''.
¿Podría compartir algo de su vida que sea para nosotros estímulo en el seguimiento de Cristo?
Práxedes no fue una persona extraordinaria, pero hizo extraordinariamente las cosas ordinarias. Muy joven queda viuda con cuatro hijos: un accidente ferroviario acabó con la vida de su marido en las vías de FEVE y otro con la de su hijo Arturo en la RENFE. Obligada a refugiarse en casa de su madre, donde trabajó como criada al servicio de todos y llena de problemas, encontraba, sin embargo, tiempo y medios para atender a pobres y enfermos. Vivió en el ambiente revolucionario de la ''pequeña Rusia'' como llamaban a este valle de Mieres, pero logró ser respetada por su testimonio: ''Si todos los que van a Misa fueran como Práxedes también iría yo'', afirmaba uno de los mineros más conflictivos. Pasó muchas penurias para sacar adelante a sus hijos y educarlos cristianamente. Vivió con intensidad su compromiso en la parroquia, llegando a bautizar niños y dirigir oraciones públicas cuando el párroco fue expulsado.
Tras la revolución de octubre del 34 profetizó que vendría otra guerra y se preparó para afrontarla. Se fue a vivir a Oviedo con su familia y durante el asedio de la ciudad se ofreció como víctima por la paz, muriendo de peritonitis y sin posibilidad de atención médica once días antes de la liberación de Oviedo. Fue modelo de esposa, madre, ciudadana y feligresa.
Su vida espiritual superaba la de muchos consagrados. Era fiel a varias devociones y además hacía dos horas diarias de oración en recogimiento. Sus familiares testificaron que nunca la vieron levantarse, adelantando el inicio de su jornada a la de todos ellos. A esto hay que añadir una vida de continua mortificación. Llegó a tatuar en su pecho las iniciales de Jesús y María con un gancho de cocina al rojo que conservamos en su casa natal, hoy convertida en oratorio.
¿Fue significativa en su vida su relación con Jesús Eucaristía?
Ya hemos visto que toda la vida de Práxedes estaba centrada en la Eucaristía y sin duda contribuyó a ello su relación con San Manuel en los encuentros que hemos mencionado. Todos los sagrarios del valle del Caudal eran visitados por ella y más tarde los de Oviedo.
La víspera de su muerte, sabiendo que sus familiares no le iban a consentir que fuera a la iglesia, hizo un bulto con las mantas para simular que estaba en la cama y se escapó sigilosamente. Tanto era su deseo de recibir a Jesús Eucaristía.
domingo, 21 de octubre de 2018
Evangelio Domingo XXIX del Tiempo Ordinario
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(10,35-45):
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron: «Lo somos.»
Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.» Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»
Palabra del Señor
sábado, 20 de octubre de 2018
La propuesta de la gloria “sin poder”. Por Miguel de Burgos Núñez
El evangelio nos ofrece una escena llena de paradojas, en las que se ponen de manifiesto los intereses de sus discípulos y la verdadera meta de Jesús en su caminar hacia Jerusalén. Ha precedido a todo esto el tercer anuncio de la pasión (Mc 10,33). La intervención de los hijos del Zebedeo no estaría en sintonía con ese anuncio de la pasión. Es, pues, muy intencionado el redactor de Marcos al mostrar que el diálogo con los hijos del Zebedeo necesitaba poner un tercer anuncio. El texto tiene dos partes: la petición de los hijos del Zebedeo (vv.35-40) y la enseñanza a los Doce (vv. 42-45). Es un conjunto que ha podido componerse en torno al seguimiento y al poder. De la misma manera que antes se había reflexionado sobre el seguimiento y las riquezas (10,17ss), en el marco del “camino hacia Jerusalén”.
Pensaban los discípulos que iban a conseguir la grandeza y el poder, como le piden los hijos del Zebedeo: estar a su derecha y a su izquierda, ser ministros o algo así. Incluso están dispuestos, decían, a dar la vida por ello; la copa y el martirio es uno de los símbolos de aceptar la suerte y el sufrimiento y lo que haga falta. Es verdad que en el AT la “copa” también puede ser una participación en la alegría (cf Jr 25,15; 49,12; Sal 75,9; Is 51,17). Podemos imaginar que los hijos del Zebedeo estaban pensando en una copa o bautismo de gloria, más que de sufrimiento. Sin embargo la gloria de Jesús era la cruz, y es allí donde no estarán los discípulos en Jerusalén. Lo dejarán abandonado, y será crucificado en medio de dos bandidos (fueron éstos lo que tendrían el privilegio de estar a la derecha y la izquierda), como ignominia que confunde su causa con los intereses de este mundo. Esta es una lección inolvidable que pone de manifiesto que seguir a Jesús es una tarea incomensurable.
Es verdad que los discípulos podrán rehacer su vida, cambiar de mentalidad para anunciar el evangelio, pero hasta ese momento, Jesús camina hacia Jerusalén con las ideas lúcidas del profeta que sabe que su causa pude ser confundida por los que le rodean y por los que se han convertido en contrarios a su mensaje del Reino. Los grandes tienen una patología clara: dominan, esclavizan, no dejan que madure nadie en la esencia ética y humana. Por el contrario, el Dios del Reino, trata a cada uno con amor y según lo que necesita. Ahí está la clave de lo que quiere llevar adelante Jesús como causa, aunque sea pasando por la cruz. Un Dios que sirve a los hombres no es apreciado ni tenido como tal por lo poderosos, pero para el mensaje del evangelio, ese Dios que sirve como si fuera el último de todos, merece ser tenido por el Dios de verdad. Es eso lo que encarna Jesús, el profeta de Nazaret.
Llama la atención el v. 45, “el dicho” sobre el rescate (lytron) por todos. Este dicho puede estar inspirado en Is 53,12. No se trata propiamente de sacrificio ni de expiación, porque Dios no necesita que alguien pague por los otros. No es propiamente hablando una idea de sustitución, aunque algunos insisten demasiado en ello. Es, en definitiva, una idea de solidaridad con la humanidad que no sabe encontrar a Dios. Y para ello Él debe pasar por la muerte. No porque Dios lo quiera, sino porque los poderosos de este mundo no le han permitido hacer las cosas según la voluntad de Dios. Pensar que Jesús venía a sufrir o quería sufrir sería una concepción del cristianismo fuera del ámbito y las claves de la misericordia divina. El Hijo del Hombre debe creer en el ser humano y vivir en solidaridad con él. El Cur Deus homo? (por qué Dios se hizo hombre) de Anselmo de Canterbury, debería haberse inspirado mejor en esta idea de la solidaridad divina con la humanidad que en la visión “jurídica” de una deuda y un pago, que sería imposible. Dios no cobra rescates con la vida de su Hijo, sino que lo ofrece como don gratuito de su amor.
Pensaban los discípulos que iban a conseguir la grandeza y el poder, como le piden los hijos del Zebedeo: estar a su derecha y a su izquierda, ser ministros o algo así. Incluso están dispuestos, decían, a dar la vida por ello; la copa y el martirio es uno de los símbolos de aceptar la suerte y el sufrimiento y lo que haga falta. Es verdad que en el AT la “copa” también puede ser una participación en la alegría (cf Jr 25,15; 49,12; Sal 75,9; Is 51,17). Podemos imaginar que los hijos del Zebedeo estaban pensando en una copa o bautismo de gloria, más que de sufrimiento. Sin embargo la gloria de Jesús era la cruz, y es allí donde no estarán los discípulos en Jerusalén. Lo dejarán abandonado, y será crucificado en medio de dos bandidos (fueron éstos lo que tendrían el privilegio de estar a la derecha y la izquierda), como ignominia que confunde su causa con los intereses de este mundo. Esta es una lección inolvidable que pone de manifiesto que seguir a Jesús es una tarea incomensurable.
Es verdad que los discípulos podrán rehacer su vida, cambiar de mentalidad para anunciar el evangelio, pero hasta ese momento, Jesús camina hacia Jerusalén con las ideas lúcidas del profeta que sabe que su causa pude ser confundida por los que le rodean y por los que se han convertido en contrarios a su mensaje del Reino. Los grandes tienen una patología clara: dominan, esclavizan, no dejan que madure nadie en la esencia ética y humana. Por el contrario, el Dios del Reino, trata a cada uno con amor y según lo que necesita. Ahí está la clave de lo que quiere llevar adelante Jesús como causa, aunque sea pasando por la cruz. Un Dios que sirve a los hombres no es apreciado ni tenido como tal por lo poderosos, pero para el mensaje del evangelio, ese Dios que sirve como si fuera el último de todos, merece ser tenido por el Dios de verdad. Es eso lo que encarna Jesús, el profeta de Nazaret.
Llama la atención el v. 45, “el dicho” sobre el rescate (lytron) por todos. Este dicho puede estar inspirado en Is 53,12. No se trata propiamente de sacrificio ni de expiación, porque Dios no necesita que alguien pague por los otros. No es propiamente hablando una idea de sustitución, aunque algunos insisten demasiado en ello. Es, en definitiva, una idea de solidaridad con la humanidad que no sabe encontrar a Dios. Y para ello Él debe pasar por la muerte. No porque Dios lo quiera, sino porque los poderosos de este mundo no le han permitido hacer las cosas según la voluntad de Dios. Pensar que Jesús venía a sufrir o quería sufrir sería una concepción del cristianismo fuera del ámbito y las claves de la misericordia divina. El Hijo del Hombre debe creer en el ser humano y vivir en solidaridad con él. El Cur Deus homo? (por qué Dios se hizo hombre) de Anselmo de Canterbury, debería haberse inspirado mejor en esta idea de la solidaridad divina con la humanidad que en la visión “jurídica” de una deuda y un pago, que sería imposible. Dios no cobra rescates con la vida de su Hijo, sino que lo ofrece como don gratuito de su amor.
Domund 2018: “Cambia el mundo”
(Iglesia de Asturias) La campaña del Domund 2018, que en esta ocasión tiene por lema “Cambia el mundo”. En el acto de presentación en Asturias intervenía el Delegado episcopal de Misiones, Pedro Tardón y el misionero comboniano Miguel Ángel Llamazares, enviado por las Obras Misionales Pontificias para animar en colegios y parroquias asturianas este Domingo Mundial de las Misiones.
El Domund como tal se celebrará este próximo domingo, 21 de octubre, pues desde sus comienzos, en 1926, se celebra anualmente en todo el mundo el penúltimo domingo de este mes. Además, el sábado 20, en la parroquia de los carmelitas de Oviedo, tendrá lugar la celebración de una “Vigilia de la luz”, a las 21 h.
Tal y como recordó el Delegado episcopal de Misiones, Pedro Tardón, en la rueda de prensa de ayer, la diócesis de Oviedo “colabora intensamente con las misiones: en la actualidad, 147 misioneros asturianos están anunciando el Evangelio y ayudando a los más desfavorecidos en 40 países del mundo, y además, gracias la generosidad de los asturianos, en 2017 se recaudaron 293.169,05 euros en la campaña del Domund. La mayor parte de estas ayudas fueron recibidas a través de parroquias, colegios, comunidades religiosas o particulares”. Una cifra que, en los últimos años ha ido disminuyendo a consecuencia de la crisis y la despoblación.
España cuenta, a su vez, con 12.000 misioneros españoles repartidos en 132 países, de los que Perú, Venezuela y Argentina son los que más misioneros oriundos de nuestro país acogen.
Este año la campaña ha querido centrarse en el ejemplo de los misioneros, que con su vida dejan patente que el cambio del mundo es posible y urgente. Con su entrega y el anuncio del Evangelio, logran cambiar la historia de cientos de personas, tal y como muestran en el vídeo creado para esta campaña. En él, varios jóvenes, hombres y mujeres, narran cómo les cambió la vida tras haber conocido, muchos de ellos desde niños, al padre Patricio Larrosa, misionero de la OCSHA en Honduras y protagonista del vídeo. En muchos casos, él les animó a que estudiaran, y les siguió de cerca con su acompañamiento, su amistad e incluso con ayuda económica a sus familias. En otros casos, su testimonio de vida y de ayuda a los más necesitados conmovió los corazones de personas que no conocían el nivel de pobreza que hay en su propio país, y consiguió que colaborasen en su labor. La vida cambió para todos ellos: su futuro no sería el mismo de no haber pasado este misionero por su vida, y pueden decir que deben su carrera y profesión a su intermediación. (El vídeo puede consultarse en la página web de las Obras Misionales Pontificias www.omp.es, y también en la de nuestra diócesis www.iglesiadeasturias.org).
En el caso del misionero que durante esta semana está visitando la diócesis, Miguel Ángel Llamazares, su vida transcurrió entre Madrid, Kenia y Filipinas, aunque él es natural de León. Su verdadera vocación, como misionero comboniano, fue siempre permanecer en África, aunque poco tiempo pudo disfrutar de este deseo que tenía desde pequeño, cuando un misionero visitó su clase, les puso diapositivas de África, y él sintió que aquello era lo que quería hacer en su vida. Aún así, reconoce que “cuando uno se mete en un proyecto de vida de estar al servicio de la misión y del Evangelio, estás expuesto a que las cosas no vayan como tú las planteas”, pero la misión “es una vocación”, recuerda, “donde hay una parte de entrega que no espera recompensa, pero lo haces como discípulo de Jesús en primer lugar, que es lo que me lleva a dar el paso de ser misionero, y también me anima el amor de Dios por los hombres”.
Tras unos años de formación en Kenia, regresó a Madrid para trabajar en el Museo de África que tiene allí la congregación fundada por Daniel Comboni. Y al poco tiempo, le pidieron ir a Filipinas: “fue un palo muy fuerte –reconoce– pues mi sueño era irme a África, pero lo acepté con alegría y disponibilidad”. Una vez allí, permaneció ocho años en Manila, cuatro en el sur del país, y posteriormente fue nombrado Delegado Superior de los Combonianos en Asia, territorio que incluía, además de Filipinas, Macao, Taiwan y Vietnam. De su experiencia en Asia distingue la vivencia como misionero en Filipinas, del resto de los países: “Por su historia, Filipinas es un país especial dentro de Asia. En cambio, la experiencia de los hermanos en Taiwan, Macao o Vietnam, donde hay una Iglesia fuerte pero muy minoritaria, es muy diferente. No es que la gente no esté interesada en una experiencia religiosa, porque ellos tienen una espiritualidad muy marcada, sino que son muy minoritarios, algo que te ayuda a afirmarte en lo que eres, y al mismo tiempo te enseña que ser misionero es ser testigo. No podrás predicar o hacer grandes cosas, sino pequeñas obras y pequeños gestos, que es, al final, lo que nos dice esta Campaña del Domund, con otras palabras”.
Además, para este religioso el “trabajo de misionero” no debe centrarse sólo “en la contribución que puedes hacer en los territorios de misión, sino que hay que fortalecer el papel animador de aquí, y para eso también están las Obras Misionales Pontificias, responsables del Domund, para animar y para que las comunidades cristianas se den cuenta de que las misiones no son solo cosa nuestra, sino de todos”.
Por eso, durante estos días en su recorrido por los colegios asturianos, el padre Miguel Ángel Llamazares procura invitar a los chavales “a la solidaridad”, pero también “a levantar la mirada”: “Asturias es increíble, espectacular y España, realmente, a pesar de todas las dificultades que está viviendo, es un país maravilloso. Pero el mundo es mucho más grande y hay realidades también muy bonitas en todo el mundo, y realidades que nos retan, al mismo tiempo. Por eso les invito a levantar la mirada, les muestro fotografías de Filipinas, unas bonitas, otras menos bonitas, porque nosotros, desde nuestra realidad, podemos hacer que el mundo vaya un poco mejor. Ellos me escuchan atentos, está siendo una experiencia muy positiva, y yo siempre digo que entre todas las semillas que vamos dejando, alguna crecerá”.
La Campaña del Domund está organizada por las Obras Misionales Pontificias, una institución de la Santa Sede encargada de buscar medios para impulsar la actividad misionera de la Iglesia. El Domingo Mundial de las Misiones tiene concretamente el objetivo de promover el compromiso de los cristianos para que el anuncio del Evangelio llegue a todos los ámbitos del mundo, junto con la promoción social que él conlleva; un compromiso que se concreta en la oración y el apoyo por los misioneros, y la colaboración económica con los territorios de misión.
Las misiones en cifras
• Hay 1.108 territorios de misión (zonas del mundo en las que la Iglesia está comenzando y necesita un apoyo especial). Suponen el 43,13% de la superficie de la tierra.
• Más de la mitad de las escuelas de la Iglesia Católica están en misiones. Su número se ha duplicado en los últimos 30 años.
• Casi la mitad de la población mundial (47,50%) vive en los territorios de misión.
• La Iglesia sostiene 26.898 instituciones sociales (hospitales, orfanatos, residencias de ancianos y discapacitados) en los territorios de misión.
• En las misiones se celebra uno de cada tres bautismos del mundo.
• Un sacerdote en las misiones atiende de media al doble de personas que un sacerdote de la Iglesia universal.
viernes, 19 de octubre de 2018
Orar con el Salmo del Día
Sal 32,1-2.4-5.12-13
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas.
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres.
Santa Margarita Mª de Alacoque en Oviedo
El día 25 de octubre las reliquias de Santa Margarita María de Alacoque visitarán Oviedo.
A la 01:00 p. m. será la recepción de las reliquias en el Monasterio de la Visitación de Santa María (Salesas) en la Avenida de los Monumentos nº 69 del Naranco.donde permanecerán hasta las 17:30, en que se trasladarán a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (PP Jesuitas) en la Calle Caveda nº 24 para celebrar la Eucaristía que presidirá el Sr. Arzobispo de Oviedo.
Se tratan de reliquias de primer grado de la Santa: dos huesos (clavícula y una costilla); un pedazo del cerebro incorrupto. Junto con la reliquia está una rosa de oro, regalo de San Juan Pablo II a la Santa cuando él visitó el Monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial, lugar donde el relicario acostumbra permanecer.
Quedan invitadas todas las personas que deseen alcanzar las gracias que este Divino Corazón de Jesús prometió a su confidente Santa Margarita María.
El Corazón de Jesús nos espera.
A la 01:00 p. m. será la recepción de las reliquias en el Monasterio de la Visitación de Santa María (Salesas) en la Avenida de los Monumentos nº 69 del Naranco.donde permanecerán hasta las 17:30, en que se trasladarán a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (PP Jesuitas) en la Calle Caveda nº 24 para celebrar la Eucaristía que presidirá el Sr. Arzobispo de Oviedo.
Se tratan de reliquias de primer grado de la Santa: dos huesos (clavícula y una costilla); un pedazo del cerebro incorrupto. Junto con la reliquia está una rosa de oro, regalo de San Juan Pablo II a la Santa cuando él visitó el Monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial, lugar donde el relicario acostumbra permanecer.
Quedan invitadas todas las personas que deseen alcanzar las gracias que este Divino Corazón de Jesús prometió a su confidente Santa Margarita María.
El Corazón de Jesús nos espera.
jueves, 18 de octubre de 2018
Carta semanal del Sr. Arzobispo
Un mundo que cabe en mi alegría
+Fray Jesús Sanz Montes O. F. M.
Arzobispo de Oviedo
Cardenal Sarah: «diluir» la enseñanza de la Iglesia no atraerá a los jóvenes
(Cindy Wooden) Solo porque algunos jóvenes no están de acuerdo con la enseñanza moral católica, incluso en el área de la sexualidad, no significa que las enseñanzas de la Iglesia no estén claras o deban cambiar, dijo el Cardenal Robert Sarah al Sínodo de los Obispos.
La Iglesia y sus pastores deben «proponer valientemente el ideal cristiano correspondiente a la doctrina moral católica y no diluirlo, ocultando la verdad, para atraer a los jóvenes al seno de la Iglesia», dijo el cardenal al sínodo el martes.
El Cardenal Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y los Sacramentos, resaltó cómo, en la preparación para el sínodo, algunos jóvenes pidieron a la Iglesia que presentara con claridad su enseñanza sobre «algunas preguntas que son particularmente cercanas a sus corazones: la libertad en todo el mundo, y no solo en las relaciones sexuales, la no discriminación por orientación sexual, la igualdad entre hombres y mujeres, incluso en la Iglesia, etc. »
Otros, sin embargo, «exigen no solo una discusión abierta y sin prejuicios, sino también un cambio radical, un real y verdadero cambio de sentido por parte de la Iglesia en su enseñanza en estas áreas», dijo.
La enseñanza de la Iglesia no puede ser compartida por todos, dijo el cardenal, pero nadie puede decir que no está clara. Sin embargo, puede haber «una falta de claridad por parte de algunos pastores para explicar la doctrina» y eso requiere «un examen profundo de conciencia».
El cardenal Sarah señaló la historia del evangelio del joven rico que le preguntó a Jesús qué debía hacer para obtener la vida eterna; Jesús le dijo que vendiera todo lo que tenía y lo siguiera.
«Jesús no redujo los requisitos de su llamado» y tampoco la Iglesia, dijo el cardenal.
De hecho, dijo, una característica de los jóvenes es su idealismo y sus grandes metas, no solo con respecto a sus ambiciones profesionales y personales, sino también en las áreas de «justicia, transparencia en la lucha contra la corrupción (y) en el respeto por la dignidad humana.»
«Subestimar el saludable idealismo de los jóvenes» es un grave error y una señal de falta de respeto, dijo. También «cierra la puerta a un proceso real de crecimiento, maduración y santidad».
Por otro lado, dijo el cardenal, «al respetar y promover el idealismo de los jóvenes, pueden convertirse en el recurso más valioso para una sociedad que quiere crecer y mejorar».
La Iglesia y sus pastores deben «proponer valientemente el ideal cristiano correspondiente a la doctrina moral católica y no diluirlo, ocultando la verdad, para atraer a los jóvenes al seno de la Iglesia», dijo el cardenal al sínodo el martes.
El Cardenal Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y los Sacramentos, resaltó cómo, en la preparación para el sínodo, algunos jóvenes pidieron a la Iglesia que presentara con claridad su enseñanza sobre «algunas preguntas que son particularmente cercanas a sus corazones: la libertad en todo el mundo, y no solo en las relaciones sexuales, la no discriminación por orientación sexual, la igualdad entre hombres y mujeres, incluso en la Iglesia, etc. »
Otros, sin embargo, «exigen no solo una discusión abierta y sin prejuicios, sino también un cambio radical, un real y verdadero cambio de sentido por parte de la Iglesia en su enseñanza en estas áreas», dijo.
La enseñanza de la Iglesia no puede ser compartida por todos, dijo el cardenal, pero nadie puede decir que no está clara. Sin embargo, puede haber «una falta de claridad por parte de algunos pastores para explicar la doctrina» y eso requiere «un examen profundo de conciencia».
El cardenal Sarah señaló la historia del evangelio del joven rico que le preguntó a Jesús qué debía hacer para obtener la vida eterna; Jesús le dijo que vendiera todo lo que tenía y lo siguiera.
«Jesús no redujo los requisitos de su llamado» y tampoco la Iglesia, dijo el cardenal.
De hecho, dijo, una característica de los jóvenes es su idealismo y sus grandes metas, no solo con respecto a sus ambiciones profesionales y personales, sino también en las áreas de «justicia, transparencia en la lucha contra la corrupción (y) en el respeto por la dignidad humana.»
«Subestimar el saludable idealismo de los jóvenes» es un grave error y una señal de falta de respeto, dijo. También «cierra la puerta a un proceso real de crecimiento, maduración y santidad».
Por otro lado, dijo el cardenal, «al respetar y promover el idealismo de los jóvenes, pueden convertirse en el recurso más valioso para una sociedad que quiere crecer y mejorar».
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