Por el Rvdo . Sr. Juan Luis Rascón Ors
Acabo de releer el libro que se
ha publicado con las últimas meditaciones de Adviento que Raniero Cantalamessa
predicó a la Casa Pontificia, con Benedicto XVI presente. Creo que ha sido un
acierto su publicación porque a mí, que me apasiona el tema de la Nueva
Evangelización, me ha confirmado muchas cosas que intuía y me ha ayudado a
colocar algunas otras que tenía un poco deslavazadas. Creo que en sucesivos
“posts” iré desgranándolas, según vaya viendo su aplicación en la pastoral de
evangelización que queremos llevar a cabo en nuestras
parroquias.
Voy a
regalar el libro a todos los catequistas y “agentes pastorales” de mis
parroquias y os recomiendo a todos que lo leáis. No dice nada nuevo, es verdad, pero me
parece que acierta en situar históricamente la Nueva Evangelización, cosa muy
útil para saber en qué punto nos encontramos en el plan de Dios, y también en el
diagnóstico del mundo secularizado y post-cristiano en que vivimos. Otro acierto
que tiene el libro es una propuesta de partida para la Nueva Evangelización.
El título del
libro es “Como la estela de una nave”. Es la imagen que usa el autor
para que nos demos cuenta de que, al igual que un barco que atraviesa el océano
abre su marcha en un punto que luego va dejando tras de sí una estela, la
Iglesia, desde su origen, va abriendo su misión entre los pueblos en un punto
que sería el Primer Anuncio o Kerigma, el anuncio escueto de la salvación, y
luego, como una estela, va dejando, en su paso por la historia, la doctrina, la
tradición, sus instituciones y su vida sacramental y comunitaria.
Es muy
sugerente esta imagen para que veamos que el hombre de hoy, secularizado y
post-moderno, ya no está en la “estela” de la
Iglesia.
Como dice el predicador de la casa pontificia: “Elegir como punto de partida la doctrina y las instituciones puede ser un
handicap al enfrentarnos al hombre que ha perdido todo contacto con la
Iglesia y no sabe quién es Jesús. Primero se necesita ayudar al hombre a
establecer una relación con Jesús. El método para hacer esto dependerá
de nuestra capacidad creativa. Aquellos que respondan al anuncio se unirán,
también hoy como entonces a la comunidad de los creyentes, escucharán las
enseñanzas de los apóstoles y participarán en la fracción del pan; no se
acepta a Jesús por la palabra de la Iglesia sino que se acepta la Iglesia por la
palabra de Jesús.”
Si queremos reevangelizar
no podemos empezar desde cualquier punto de la “estela” sino desde la punta.
Hay que
ayudar al hombre de hoy, que no tiene contacto con la Iglesia, ni con sus
sacramentos e instituciones y ya no sabe quién es Jesús, a establecer una
relación con Jesús. Hacer con él como hizo Pedro el día de Pentecostés con las
gentes que le escucharon. Tocándole el corazón, llevarle al punto de aceptar a
Jesús como su Señor y Salvador. Aquí es donde entran en juego los métodos de
primer anuncio. Lo bueno es que son solo métodos, son la puerta de entrada, por
tanto tienen una transversalidad, es decir, son útiles para todos, no son
patrimonio de un Movimiento o de una espiritualidad. Son necesarios para todos y
no son de nadie. Cada uno de nosotros debe revisar si sus métodos
tardicionales que cosecharon gran éxito en el pasado no estarán ahora resultando
inútiles porque primero hay que romper “el agua” con la proa de la nave para
luego ir creando una estela. Yo en mis parroquias, por ejemplo, me doy cuenta de que
no se evangeliza “invitando a misa” o a “grupos” porque estos
suponen la fe. Es verdad que llevar a alguien ante la Eucaristía o la Confesión
es ponerle ante Jesús, pero requiere la fe, por tanto será necesario primero
suscitar esa fe. Por tanto lo primordial en la pastoral de la parroquia ha de
ser ponernos en disposición de hacer un primer anuncio de Jesucristo para luego
incorporar a los convertidos.
En el libro de Cantalamessa se dice algo que
todos sabemos pero no se si nos lo creemos. Que los protagonistas de esta Nueva
Evangelización son los laicos. Los laicos que yo conozco creen que el
protagonista de la Nueva Evangelización es el cura, o sea yo, y que su tarea es
ayudarme. Yo les trato de convencer de que no es así, sino que son
verdaderamente responsables de la Evangelización. Ellos tienen una presencia en
el mundo que yo no tengo. Una presencia que tiene un efecto multiplicador
por efecto “contagio” y “dominó”. No puede ser que
los laicos sean meros espectadores de cómo el cura hace el primer anuncio, hay
que hacerles capaces para que con su testimonio y de palabra anuncien el kerigma
a sus iguales como la cosa más natural del mundo.
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