Lourdes, una puerta de la fe
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Es un rincón particularmente bello del Pirineo francés. El río Gave hace
meandros donde exhibe la frescura de sus aguas y la fuerza de su torrente tras
haberse precipitado por cascadas surcando preciosos valles. Pero llega ante
aquella gruta tan famosa, y hasta el río Gave se muestra respetuoso. Pareciera
que musita una oración uniéndose a la de tantos fieles. Su bravura se hace
humilde, y su vigor se hace dulce y tenue.
Estamos hablando de Lourdes, a donde estos días peregrinará nuestra
Hospitalidad de Enfermos. Sin duda que irán las personas que necesitan alivio en
sus dolores, y avivar su esperanza, quizás también esperar ese milagro cotidiano
que no consiste en la curación propiamente tal sino aprender a mirar las cosas
de un modo distinto. Junto a estas personas, aquejadas con enfermedades, temores
y dolencias, irán médicos, enfermeras, voluntarios, sacerdotes y seminaristas.
La lección que se aprende allí en Lourdes es que tenemos que elegir con
nuestro afecto y nuestra entrega a quienes Dios mismo ha elegido sobremanera.
Los enfermos, sea cual sea su dolor y su quiebra, tienen el rostro de los
preferidos de Jesús. Él lo dijo claramente: “Venid a mí, benditos de mi Padre
porque tuve hambre y me disteis de comer… estuve enfermo y vinisteis a
visitarme” (Mt 25). Ante la perplejidad de sus discípulos que no habían visto
hambriento o enfermo al Maestro, Jesús dirá aquella frase, todo un tratado de
cristiana caridad: “Lo que hicisteis o dejasteis de hacer con uno de estos mis
humildes hermanos, lo habéis hecho o dejado de hacer conmigo”.
Una caravana de la esperanza partirá desde Asturias para llegar a
Lourdes en estos días. Aquellas montañas emboscadas, el mucho verde de sus
prados y campiñas recuerdan fácilmente nuestra geografía tan bella y tan
querida. Pero además de ese paisaje en el que nos sentimos como en la propia
casa, allí en Lourdes hay otro paisaje que tiene el rostro de la humanidad, con
sus llantos y sus sonrisas. Y es así el testimonio de cuantos hemos podido ir
muchas veces por diversos motivos.
Este año el tema pastoral es “Lourdes, una puerta de la fe”. Entronca
así con el Año de la Fe que estamos celebrando en toda la Iglesia.
Efectivamente, ese bendito lugar mariano ha sido testigo de tantas llamadas a la
fe, como si nuestro corazón estuviese buscando de continuo una puerta a la que
llamar y tras la cual ser respondidos. Tantas personas son buscadoras de esa fe
que han perdido o que todavía no han encontrado, y entonces el milagro consiste
no en una curación de una enfermedad del cuerpo sino de una enfermedad del alma.
Conocemos el caso de Alexis Carrel (+1944), premio Nobel de Medicina, y
ateo. Quiso reírse de Lourdes y acudió para poder mostrar que aquello era una
patraña mentirosa, un fraude. Subió al tren de una peregrinación. Allí iba una
enferma, Marie Ferrand Bayllie, desahuciada. Agravándose, piden un médico.
Alexis Carrel va a ver a aquella mujer que se moría por una peritonitis. Carrel
dice que esa mujer no llega a Lourdes. Entonces, en broma, dice: “Si esta mujer
se cura en Lourdes, yo creeré”.
Dios le tomó la palabra. Aquella mujer llegó a Lourdes y se curó. El
cumplió su palabra y se convirtió. Tiene un libro muy bello, Mi viaje a Lourdes,
donde relata su conversión. Dios pone una puerta ante nosotros para que podamos
llamar, detrás siempre estará Él esperándonos: basta que nosotros tengamos la
sencillez de reconocer la necesidad de llamar.
La puerta de la fe está en Lourdes, sin duda, y también en cualquier
lugar.
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Arzobispo de Oviedo
El Sr. Arzobispo celebrando en la gruta de Lourdes con sacerdotes asturianos
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