(Religión Confidencial) Pese a que no abundan los estudios de sociología religiosa, en los últimos días hemos tenido algunas interesantes informaciones sobre, en este caso, la vida y ministerio de los sacerdotes desde el punto de vista la investigación social.
La primera noticia ha sido la encuesta del diario “La Croix”, que no es precisamente un diario tradicionalista, entre 673 –contestaron 434- seminaristas de 25 Seminarios de Francia.
Decir 673 quiere decir prácticamente todos los seminaristas franceses, 434 es un tanto por ciento alto, con lo que se supone una cierta representatividad.
Atentos a algunos resultados sueltos a modo de mosaico. Dos tercios de los seminaristas habían frecuentado nuevos movimientos y comunidades (incluidos los grupos tradicionalistas) antes de entrar en el seminario (el 36 % de forma habitual y el 32 % ocasionalmente).
El 73 % de los seminaristas afirmaron que tenían la intención de llevar sotana. El 48 % planeaban utilizarla de forma habitual. La mayoría (el 72 %) provienen de familias que van a Misa todos los domingos.
Un dato significativo y quizá no tan previsible es que para casi dos tercios de los seminaristas (62 %), los padres habían sido las figuras determinantes para su itinerario espiritual. El 61 % de los seminaristas consideraron que la mejor manera de transmitir la fe era en familia.
El 83 % de los seminaristas reconocieron su afinidad con el Papa Francisco. Y, un último llamativo, el 29 % de los seminaristas que respondieron se mostraban favorables al fin del celibato obligatorio.
No voy a hacer interpretaciones sobre los datos. Ustedes mismos saquen las conclusiones. Francia, antes, no sé ahora, marcaba tendencia eclesial. La relación familia-vocación está clara. No sé si está tan clara la insistencia hoy de la Iglesia en la familia y la pastoral de la familia. Tampoco sé si los Seminarios franceses, según estos resultados, no se merecerían una visita apostólica. ¿Qué pasaría si esta encuesta se hiciera en los Seminarios españoles?
Segunda noticia. Hace unos meses, el doctor Carlos Chiclana, médico psiquiatra, publicó el estudio “Retos, riesgos y oportunidades de la vida afectiva del sacerdote”, elaborado a partir de una encuesta que completaron 128 sacerdotes, diáconos y seminaristas. Los participantes tenían una media de edad de 50 años y 20 años de media de vida sacerdotal.
Concusiones del estudio según una entrevista al autor publicada en “El Debate”: “Los retos más referidos por los participantes fueron la vida espiritual, la soledad, la misión, las dificultades en la tarea, y dar y recibir afecto de una manera sana y equilibrada. Resulta llamativo que la integración de la sexualidad, el trato con mujeres o la presión del ambiente no son sus preocupaciones principales, aunque se mencionaban. Los encuestados, además, perciben como riesgos la soledad, las limitaciones psicológicas personales, las posibles dependencias afectivas o los defectos morales”.
De hecho, a la pregunta sobre el celibato sacerdotal, el profesor Chiclana contestaba que los sacerdotes encuestados viven con normalidad el celibato, y que lo sitúan “entre las capacidades que les permiten desarrollar mejor su propia vida y su misión. Los sacerdotes quieren vivir bien su celibato y precisamente por esto encuentran las dificultades propias de este estilo de vida. Si miraran para otro lado o no quisieran desarrollarse en la vivencia del celibato no plantearían lo que necesitan y quieren mejorar. Es un indicativo de buena salud, de coherencia y de que están donde deben estar”.
Me pregunto, ¿acaso no será que determinadas cuestiones eclesiales que están todos los días en los medios y en el protagonismo de la opinión pública de la Iglesia no responden a la realidad sino a determinados proyectos, también ideológicos? El problema sería seguirlas el juego.
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