(Iglesia de Asturias) Constantino Bada, párroco de la Unidad Pastoral de Los Campos-Trasona ha impartido, este pasado miércoles, 10 de enero en el RIDEA, una conferencia que llevaba por título “La Iglesia en el ámbito” rural.
En el ámbito rural parroquia y pueblo están muy unidos, no se entiende el uno sin el otro.
Los que hemos nacido en parroquias rurales tenemos una gran suerte porque hemos estado siempre muy cerquita de nuestras raíces y si hemos sido cristianos en estos ámbitos hemos recibido esa fe de un modo especia. De una manera entrañable y uniendo fuerzas con la tradición de cada pueblo y con esas costumbres, que se van perdiendo, pero fueron parte de la esencia de lo que sería la cultura popular de Asturias.
De hecho cuando el párroco, por razones prácticas, ya no puede vivir en el pueblo se le echa de menos.
Es el problema que tenemos hoy en día, porque de las más de novecientas parroquias que tenemos hoy en día en Asturias la mayoría son eminentemente rurales y están dispersas, es que ahora ya es muy difícil encontrar un sacerdote en cada parroquia. Hoy tenemos las llamadas unidades pastorales que atendemos un sacerdote y a lo mejor tenemos siete, trece o veintiocho, dependiendo del caso. Son muchas parroquias y mantener la presencia en el pueblo con tus feligreses pues es muy difícil. También es verdad que los pueblos tienen menos feligreses. En mi caso cuando estuve en la zona de Salceo he visto como se cerraban quintanas enteras.
La Iglesia ha procurado siempre mantener su presencia a pesar de las dificultades.
En esta conferencia se me pidió mi testimonio como cura rural, pero también de la presencia que la Iglesia ha tenido y tiene en el mundo rural, por lo tanto somos testigos privilegiados del cambio que está teniendo, que es de un gran declive en muy pocos años. Estos pueblos han ido cambiando de modo dramático porque hemos visto que su cultura y tradiciones tan arraigadas en aquellos que son mayores pues se puede ir perdiendo. Recuerdo que en algunos pueblos me llegaban a decir “mire señor cura si no viene el mes de enero y febrero con lo que nieva aquí arriba pues tampoco pasa nada”, siempre les decía que en vez de ir a la iglesia que hacía muchos frío yo iba a sus casas a verles y darles la comunión, pero en cambio veías que se mantenía la cultura tan propia de esos lugares y los curas tenemos una gran labor de acompañamiento y también de fomentar que no se pierdan esos valores que se recibieron de ese contexto específico y especial que es el rural.
¿Cómo es la pastoral rural?
Mi contexto era un poco peculiar porque venía de haber sido enviado a Roma a estudiar Teología Bíblica y luego desde allí a Israel a estudiar Arqueología Bíblica y luego aterricé de golpe en esos treces pueblos de la zona de Salcedo. Era un choque porque tu cabeza estaba preparada con una teología que luego tenías que digerir y sobre todo uno viene a veces creyéndose superior en fe y las lecciones que me dieron tantos abuelitos y abuelitas con una fe inmensa de ese modo sencillo que esa gente tiene y que me hicieron ser el sacerdote que soy hoy en día. Venía como a enseñar y al final acabé aprendiendo.
Es una pastoral distinta, pero fácil y muy agradecida. Una llega después de tanta alta teología y de pronto trece pueblos y a veces estás un poco desfondado, hace frío, con el coche en el hielo… y un día después de una celebración llega un hombre que se quita la boina por respeto y te dice: “No sé cómo puede decir coses tan guapes sin leeles”; y otro: “Mire gente como usted no tenía que morir nunca” y yo bajaba llorando esas montañas porque son los mejores piropos que me hicieron en mi vida sacerdotal. Creo que lo de “pisar cucho” que me dicen a veces, yo que he estado en muchos sitios y he sido como muy internacional me encanta porque te acerca mucho a esas personas que a base de pisar tanto cucho como pisaron tienen un sabiduría que no se aprende en ninguna universidad por eso los feligreses nos enseñan en el mundo rural a los sacerdotes también.
Hay también un gran compromiso por la conservación del patrimonio.
Hay pueblos que tienen muy poca gente, pero tienen un gran patrimonio artístico y muchas veces ves cómo la respuesta es desproporcionada al número de habitantes y la cantidad con la que te ayudan. Cuando volví de mis estudios o ahora que estoy en las parroquias de la unidad pastoral de Los Campos-Trasona he notado cómo hay un gran apego por lo suyo. Empiezas una obra dudando de si va a salir adelante y lo hace, y son personas con pensiones pequeñas no con grande ingresos. Eso habla del gran apego que tienen a lo que ha formado siempre parte de su vida. Y también las fiestas, hay un señor que siempre me dice ¡hay que hacer San Antonio! y yo lo hago todo porque lo merecen.
¿Cómo ve el futuro?
El futuro va a ser diferente, ni bueno ni malo. Si que hay un parte que se puede perder y eso es lo que me da miedo porque hay que conservarlo. Hay asociaciones culturales que están en ello y los párrocos siempre estamos muy implicados en este tipo de cosas. Por ejemplo en mi concejo está Fumañeda que es una asociación que está dedicada a reivindicar las costumbres del pasado, entre ellas y sobre todo las propias de la iglesia las sacramentales, las procesiones y las romerías. El futuro en cuanto a la pastoral es más exiguo porque esas aldeas se van cerrando y si están abiertas es por personas que no son del mundo rural que no entienden que el gallo canta de madrugada que el olor como yo digo a eau de cucharel es una cosa continua. Porque no conocen la dureza, los esfuerzos se quedan con una imagen de pinterest que queda muy bonita, pero no es la realidad. Por eso debemos, seguir creyendo en Cristo en esos pueblos pequeños, que la gente vuelva a los lugares donde allí también aprendieron esa fe que esperemos que conserven y la memoria de sus antepasados. Porque ser agradecidos dicen que es muy importante y debemos serlo con aquellos que nos trasmitieron tantos valores y enseñanzas que forma parte del alma de Asturias.
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