Querida Comunidad parroquial y en especial queridas Hermanas del Santo Ángel, en este día en que celebramos a vuestro fundador el Beato Luis Ormières, como viene siendo costumbre en nuestra Parroquia hacemos fiesta con vosotras sintiendo ya a vuestro Padre Fundador como muy nuestro, tanto es así, que tenemos su cuadro en nuestro templo. Al igual que otros años os regalo tres sencillas pinceladas en las que me he querido fijar de la vida del Padre Ormières:
I. Evangelizador de periferias
El Papa Francisco en estos años de Pontificado ha logrado que hagamos nuestros muchos términos que quizá de entrada nos sonaban raros por ser más propios de su tierra argentina, pero sobre los que ha profundizado toda una catequesis y líneas de acción pastoral sobre el sentido que el Pontífice les da. Una de estas expresiones son "las periferias", que utiliza con frecuencia para recordar su deseo de una Iglesia misionera, descentrada y orientada hacia los olvidados y desfavorecidos, "que busque salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20). Esto no es novedad en la Iglesia, ya el Señor había mandado: ''Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado'' (Mt 28, 19-20). Y esto es lo mismo que sintió Luis Ormières siendo un jovencísimo seminarista en Carccassone, cuando descubrió la pobreza y la incultura en la que vivían los niños pobres de las afueras de aquella querida ciudad francesa, capital del departamento del Aude. Él siente una llamada en su interior a la que tratará de responder a lo largo de toda su vida buscando llevar el evangelio no sólo a los que no lo conocen, sino a los que lo viven de forma rutinaria y se ha apagado en ellos la llama del amor primero. Sobre esta realidad, nos dirá el Papa Francisco: “Fiel al modelo del Maestro, es
vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las
ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo,
no puede excluir a nadie” (EG 23). Este era y sigue siendo el deseo y modelo del Padre Luis: ser útil a Cristo y a su Iglesia haciendo de su vida un fino y transparente cristal por el que la luz del Señor llegara a tantos que yacían en tinieblas. Aquellos niños abandonados de las periferias de Carccassone fueron la chispa que encendió el corazón de Luis Antonio, lo cual afirmará años más tarde en la máxima de su experiencia personal: ''Confianza plena, inquebrantable y sin límites en Dios que actúa en lo que parece más débil''.
II. Modelo de obediencia
El Beato Ormières fue hombre inteligente, pero especialmente una persona de mucha oración. En el silencio orante de su vida interior pide al Señor respuesta a sus inquietudes, preocupaciones y modos de enfocar el futuro. Siente que Dios le reclama algo muy concreto, pero quizá le asaltase también el temor y la duda razonable de si lo que rondaba su cabeza y su corazón era algo bueno que venía de Dios, o en cambio era fruto de un deseo de vanidad personal... La respuesta se la dio el Señor a través de San Pablo en ese conocido pasaje de 1ª Cor 12, 7 contando apenas dieciocho años. El P. Ormières era un joven que creció y se forjó en la obediencia, primero en su hogar, el cual fue su referente de primera escuela e Iglesia doméstica, y después con una forma más exigente en el Seminario donde hizo suya la advertencia de san Ignacio de Antioquía a los filadelfios: «No hagáis nada sin el obispo» (Fil VII, 2). Así cuando vio claro que su mayor talento era ser educador, sintió que estaba llamado a centrar su futuro ministerio sacerdotal en la formación y educación de los más pequeños; sin embargo, sólo daría el paso con el visto bueno de la Iglesia a través de la voz de su prelado. A lo largo de toda su vida, toda decisión importante la consultó previamente con el Ordinario del lugar, hasta el punto que recibiera la respuesta que esperaba o la que no, siempre comentaba: ''nada sin mi obispo que me encontrará siempre dócil''. El Beato Ormières buscó obedecer a Dios y a la Iglesia en sus superiores; sabía que para poder ser buen maestro debía antes ser mejor discípulo y, ante todo, sabía que no hacía discípulos ni seguidores suyos, sino tan sólo de Jesucristo, Divino Maestro de todas las almas. Para él la obediencia suponía la respuesta fiel cada día a la vocación particular a la que había sido llamado. En estos tiempos en que a todos nos gustan mandar y nos cuesta tantísimo obedecer, aprendamos del ejemplo de nuestro Beato que nos dice a todos y especialmente a sus hijas: ''Perseverad con valentía en la misión que os ha sido confiada''.
III. Intercesor vocacional
La diócesis francesa de Narbona y Carccassone ha iniciado este día 2 de diciembre su "año de oración por las vocaciones sacerdotales", y su Obispo ha puesto al Beato Luis Antonio Ormières como uno de los patronos e intercesores del año vocacional. Necesitamos pedirle por el aumento de vocaciones en todos los estados de vida: al matrimonio, a la virginidad, a la misión...También le pedimos al Beato Ormières por las vocaciones sacerdotales en España y, especialmente, en esta diócesis de Oviedo donde él pasó el final de su vida y donde cerró los ojos para este mundo. Especialísimamente, como pido todos los años, por el aumento de vocaciones a la vida consagrada dentro de esta querida Congregación que el Espíritu Santo regaló a la Iglesia Universal a través del Beato Luis Ormières y la Madre San Pascual: ''La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies''. Son tiempos muy duros para nosotros, quizá estábamos tan acostumbrados a la abundancia que cuando llegó la escasez ni siquiera lo quisimos ver... Que nada nos quite el sueño ni dañe nuestra fe, aunque la edad media de nuestros presbiterios o de las comunidades religiosas sean muy elevadas, aunque no sean suficientes las vocaciones que llegan a "cuentagotas", y aunque el mañana sea incierto y cual una nube oscura: vivamos la paz de saber que ''estamos en manos de Dios''. Él abrirá sendas donde no imaginamos, por esto el P. Ormières nos recuerda dos palabras en las que incidía con mucha frecuencia: ''Serenidad y confianza''. El Beato Luis era un gran devoto de los Ángeles Custodios, a ejemplo de ellos llevemos también nosotros luz a las oscuridades de nuestro alrededor, como verdaderos "ángeles visibles"...
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