Hoy estrenamos el mes de octubre, mes del rosario y de las misiones, en este día de Santa Teresita del Niño Jesús. Por ello un buen compromiso para estos treinta y un días podría ser no deje ningún día de rezar el rosario pidiendo a María por la propagación de la fe. Y que bueno que el primer día del mes misionero caiga este año en domingo, para compartir como comunidad el alimento de toda misión en la Iglesia como es la Palabra de Dios y los Sacramentos.
Seguimos adentrándonos en las enseñanzas que Jesús nos regala en torno a "la viña", y en este domingo XXVI del Tiempo Ordinario San Mateo nos presenta la parábola de los dos hijos cuyo padre les pide ir a trabajar en ella. Uno dice que no, pero rectifica y sí que va; el otro dice rápidamente que acudirá, pero luego no llega a pisar la viña: ¿Que nos quiere decir Jesús con estos ejemplos?. Quizás lo primero que hemos de tener en cuenta es el comienzo del mismo evangelio: "En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo''. Es decir, estas palabras no eran para la gente ni para sus discípulos, sino que había unos destinatarios muy concretos. Jesucristo les da una lección magistral con esa sencillísima parábola, y es que "los sacerdotes y los ancianos" fueron los más críticos con Jesús, los que nunca le acogieron ni aceptaron a pesar de saberse todo lo que la Escritura decía sobre el Mesías y, sin embargo, la gente sencilla, analfabeta y pobre fueron los que más abiertos tuvieron los ojos para ver que Jesús era el Hijo de Dios Padre, dueño de la Viña.
Para entender bien el evangelio de hoy debemos de meternos en su contexto: Jesús empieza a anunciar la buena nueva y se encuentra con que los judíos que llevaban siglos esperando su llegada, son precisamente los maestros de la ley quienes le difaman como impostor y loco. Hubo judíos que reconocieron a Jesucristo como el Mesías, sí; pero muchos otros no, y aún hoy siguen esperando al Salvador. También aquí se cumplió la Escritura: ''Vino a los suyos, y los suyos no le reconocieron''. Los dos hijos representan estas dos situaciones: la persona que había vivido alejada de las leyes hebreas, que no había seguido las enseñanzas de Moisés, acepta y reconoce a Cristo sin haber sido fiel previamente. Y en el otro caso: la persona que ha hecho suya cada coma del Antiguo Testamento, vivido a rajatabla hasta la última norma y, sin embargo, llega el más esperado y no son capaces de reconocerle. Unos que dicen no a Moisés y sí a Jesús, y otros que dicen no a Jesús pero sí a Moisés... La principal lección y enseñanza que se desprende de la parábola de este domingo es que para el Señor la palabra que cuenta no es la primera, sino la última.
Por ejemplo, una persona pasa toda su vida acudiendo los domingos a misa, llega la pandemia y pierde esa costumbre y en los últimos años de su vida no vuelve a pisar la iglesia; y en el lado opuesto, otra persona ha pasado toda su vida sin ir la a iglesia y al final de su vida abre los ojos viviendo sus últimos años en clave de fe. Por eso, de nada nos sirve empezar muy bien las cosas, lo importante lo marca siempre su final. A Jesús los ancianos y los sumos sacerdotes lo acusaban de comer con pecadores y con gente de mala fama, por eso el Señor termina con esa frase tan dura como iluminadora que es una llamada de atención que hemos de recordar cuando caigamos en la hipocresía: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis»... ¿Yo he acogido al Señor en mi vida? ¿creo que puedo mirar por encima del hombro a alguien?... Nunca juzguemos a la ligera, pues muchos que se creían sobrados quedaron a medio camino y muchos tenidos por perdedores llegaron a la meta. Muchos que erróneamente consideramos peores, nos llevan la delantera.
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