(Rel.) Lo han hecho. Lo estaban preparando y han hecho aquí lo que ya hicieron en Francia: presentar a la opinión pública un informe que habla de cientos de miles de casos de abusos sexuales en el seno de la Iglesia. Quiero dejar claro que un solo caso ya es horroroso y ha de ser reparado. Pero también que lanzar esas cifras a la opinión pública es vergonzoso y lamentable. Con ello buscan señalarnos y machacarnos a todos los sacerdotes.
Las cifras que dan son que en España ha habido 440.000 casos de abuso sexual en la Iglesia. Lo que no dicen los titulares es que no hay ningún rigor: esa cifra la dan alegremente en base a una muestra de 8.000 personas en una encuesta, en la que además igualan acoso sexual con acoso verbal. No les importa, lo sacan y luego lo exageran aún más. Hay medios de comunicación hablando de 500.000 víctimas potenciales.
Los titulares omiten datos fundamentales. Uno de ellos es que en la misma encuesta en la que estaban buscando casos dentro del seno de la Iglesia se han encontrado con que el 34,1% de los abusos se dan en el ámbito familiar el 9,6% en ámbito educativo no religioso. Insisto, sigue sin haber rigor, pero además de ello, la cifra que sacan bien grande los titulares la de las 440.000 víctimas ahí están.
Con estos titulares, ¿qué están buscando generar en la opinión pública?
Los primeros que sentimos asco de los abusos cometidos somos nosotros, ellos lo saben, la jerarquía de la Iglesia lleva años diciéndolo. Han visto en la ponzoña y la vergüenza que son los abusos un lugar perfecto para hacernos daño a todos. Río revuelto, ganancia de pescadores.
No os engañéis. Vienen a por nosotros, los sacerdotes. Saben que cuanto más caemos nosotros más cae la Iglesia. No les importa la verdad, ni les importan los débiles y los que sufren. De ser así tendrían rigor por la verdad y hablarían de todos los casos en todos los ámbitos. Les importa hacer daño a la Iglesia. El Defensor del Pueblo no defiende a una parte del pueblo y a otra parte la engaña diciéndole encima que la está defendiendo.
No quiero acabar de escribir sin llamar a la esperanza. A mis hermanos sacerdotes, que nos apoyemos mucho entre nosotros y no nos dejemos arrastrar por el señalamiento y escarnio publico que ya hay y que ahora va a venir más fuerte. A mis hermanos obispos me atrevo a decir que no dejen de defender a las víctimas de la pederastia y también que no dejen de defender y dar la cara por los miles de sacerdotes buenos y entregados que tiene la Iglesia. Y a ti, hermano, que no eres cura ni obispo, que son tiempos de cuidar y apoyar mucho a los pastores, el ataque a los sacerdotes lo es a toda la Iglesia, si van a por nosotros es porque van a por tu fe. Los miembros de la Iglesia de Cristo hemos de estar siempre muy unidos.
Y rezar. ¡Rezar! Porque hay demonios que solo huyen con la oración.
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