(COPE) Concluyó el mes de mayo, dedicado a la Virgen. Y ya decimo en el pueblo fiel que “a Jesús por María”. Precisamente, en este primer día de junio, mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, después de honrar a su Madre los 31 días anteriores, conmemoramos al filósofo y mártir San Justino. Nace en Flavia Neápolis (Samaría), a comienzos del siglo II, en el seno de una familia pagana, por lo que no tenía contacto con la Fe.
Educado por sus padres en la mejor filosofía y literatura, él quiso conocer más acerca de la divinidad, hasta que un día, un anciano venerable se le apareció, recomendándole la Sagrada Escritura como la mejor forma de conocer al Verdadero Dios, y la respuesta a todas sus inquietudes e interrogantes. Algo así como siglos después le ocurriría a San Agustín. Así se convierte Justino, cuando contaba con treinta años de edad, reconociendo con el paso de los tiempos que nada le había llenado más que lo que había leído en la Biblia.
A esto se une el impacto que le causaban los mártires a los que admiraba antes de abrazar a Cristo ya que preferían sufrir los tormentos que fuese en el Nombre de su Señor a renunciar, sacrificando a los dioses. Su profundización en la Fe y el estudio, le hicieron el primer apologeta cristiano, cuyo cometido es la defensa del Evangelio en sus escritos, ante desviaciones doctrinales que podían afectar a la Comunidad Eclesial.
Concretamente sus obras hablan de la vida de los cristianos antes del año 200 y su la celebración de las fiestas litúrgicas. Después de una discusión con el filósofo cínico Crescencio, al que le demuestra la Verdad del Único Dios, aquel le denuncia como cristiano a las autoridades, por lo que San Justino morirá decapitado junto con varios compañeros engrosando el número de los que han lavado sus mantos en la Sangre del Cordero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario