He de reconocer que una de las primeras personas que desde mi llegada a Lugones siempre me ha tendido la mano ha sido el que ahora es nuestro cronista oficial: D. José Antonio Coppen Fernández, popularmente conocido en la localidad por "Morocho". Cuando uno llega nuevo a un sitio se encuentra ante lo desconocido, y va viendo quienes le reciben y le tienden puentes, y para quienes eres ni el esperado ni el deseado, lo que hace que las opiniones que escucha se reciban con cautela:
"Señor cura cuidado con ese que es...; Don Joaquín, aquella es muy mala; nunca se fíe de menganito, que si yo le contara..." Otros intentan ganarse tu afecto de entrada poniendo verdes a los anteriores, pero yo, con algo ya de vida y experiencia pastoral no paso por ello, pues sería facilitar lo mismo a mi marcha. Por muchas diferencias que hubiera en nuestras formas de pensar y actuar, la Iglesia es Una y Jesucristo también. En mi caso concreto, he de decir que no me tocó ser un "Don Camilo" frente a un "Don Pepone" (de Giovanni Guareschi), sino que personas que quizá nadie pueda imaginar me tendieron la mano desde el minuto cero, y tal vez no fueron las que uno esperaba que le hubieran ayudado.
Recuerdo de forma entrañable cuando D. José Antonio se vino a presentar, y con él muchos políticos y personas de asociaciones de la localidad y de todo género, para los que sólo puedo tener buenas palabras en esos ya lejanos comienzos en Lugones (aunque algunos pensaban -e hicieron lo posible- para que mi estancia fuese muy breve. Y es que Dios humilla y desconcierta a los soberbios). Por concretar un poco, voy a citar sólo a tres personas por ser quizá los que más sorprendan: Juan José Corrales, Alcalde de Siero en el momento, el cual me facilitó apoyó cuando le dije en nuestra primera conversación que quería meterme a renovar el Cementerio Parroquial; el concejal de "Conceyu", Rafa Rodríguez, que por medio de su Partido me ayudó y colaboró en el proyecto de poner un reloj en la torre del templo y electrificar las campanas, y D. José Antonio Coppen, que desde el primer momento reconoció en sus escritos y columnas las iniciativas que desde la Parroquia se llevaron a cabo. Como en todo y para todos, el día a día de un pueblo dista mucho de teorías o ideologías, y "unos llevan la fama, y otros cardan la lana".
Nunca he tenido que pedirle a D. José Antonio que hiciera absolutamente nada, todo lo que ha escrito reconociendo la labor de la Parroquia y de su Párroco ha sido iniciativa suya. Y es que si algo nadie puede poner en duda en Morocho es el gran amor que tiene por su pueblo, y es precisamente esto lo que le ha hecho ser sensible a todas las realidades que en él respiran.
Cuando yo iba a dejar mis anteriores parroquias, en una de las últimas misas del catecismo en Cerredo les dije a los niños que tenía preparadas varias maletas para irme a Lugones, mi nuevo destino: en una iba a meter la iglesia vieja, en otra la iglesia nueva, en otra el cementerio, en otra la capilla de San Roque, y les pregunté a los niños: ¿Qué os parece? Una niña respondió: ¡No puedes!... Ciertamente, dije yo. Lo que se quede hecho, hecho está para todos. Ahora hace falta que lo que los niños entienden perfectamente, también lo entiendan los mayores.
Creo que Coppen lo ha tenido claro desde el primer momento, que si el cura arregla el cementerio, se mete en obras en la iglesia, hace cambios en la capilla o nuevos proyectos e ideas, éstas no son para él, sino para todos; nadie se lo va a llevar ni en un petate ni en la baca del coche. Coppen siempre ha estado ahí, atento como Cronista, interesándose, ponderando y animando cada situación que acontecía en la comunidad parroquial, y eso que hoy hablar bien de la Iglesia y del clero es un deporte de riesgo. Por eso y en justicia, no he querido dejar pasar la oportunidad de dar las gracias públicamente a D. José Antonio por su apoyo incondicional a su parroquia natal y al cura de su pueblo.
Me uno al homenaje más que merecido que se le ha tributado el pasado sábado, y al que me fue imposible asistir, pues ese día tuve cinco misas y entre ellas el funeral de mi tía Olga, una hermana de mi madre. Creo que el papel de Morocho es indiscutible en la custodia y promoción del legado histórico de Lugones, y sin él no se puede comprender la realidad vivida en este lugar en los finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI. Si alguien merece una calle en el pueblo es él, que ha llevado el nombre de Lugones bien a gala toda su vida y por todas partes. Ahí está la residencia del ERA que él reclamaba desde hacía décadas, así como tantas otras realidades que vino reclamando, pidiendo o denunciando en el devenir del tiempo, como fue el caso del tanatorio o la nueva casa de cultura. A mi humilde juicio y opinión, queda en el tintero un apoyo unánime de todas las asociaciones de la localidad para defender la candidatura a "pueblo ejemplar" que desde hace tanto tiempo viene reclamando nuestro Cronista. Que este deseo no quede en el esfuerzo de uno sólo, sino que con el buen criterio de Coppen, todos se adhieran. No sé si la nueva residencia tiene ya nombre, pero el de José Antonio Coppen Fernández figurará en las efemérides cuando haya que narrar la historia de ésta.
D. José Antonio: Gracias por ese compromiso constante y continuo con el pueblo que te vio nacer, y que has visto transformarse y que así has narrado ejemplarmente en el tiempo.
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