(lne) Sanz, a los cinco sacerdotes ordenados: "Sois unas bendiciones para la diócesis"
La diócesis recibió ayer savia nueva en la Catedral. Cinco sacerdotes y un diácono fueron ordenados por el Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, quien recibió a todos ellos con una cariñosa homilía. "Un diácono y cinco presbíteros, como seis bendiciones con las que hoy se llena nuestra Catedral y nuestra diócesis con estas llamas cuales dones en el espíritu", señaló el prelado.
En un templo completamente abarrotado de fieles, Sanz destacó el diverso origen de los cinco sacerdotes y el seminarista que protagonizaron la ceremonia de este domingo de Pentecostés. El seminarista Miguel Vilariño Suárez, nacido en Oviedo hace 26 años, y el diácono Miguel Ángel Bueno Sierra, natural de Hontoria (Llanes) y de 43 años de edad, son los únicos asturianos. Los otros cuatro proceden de Latinoamérica: Diego Fernando Cruz Sosa, natural de El Salvador y de 33 años, se formó en el Seminario Redemptoris Mater del Camino Neocatecumenal. Por su parte, Sebastián Hugo Castelli (Argentina, 43 años), Hermes Osorio (Colombia, 30 años) y Michel Pablo Valverde Barreto (Perú, 40 años) pertenecen a la asociación de fieles Lumen Dei.
"Hoy, queridos Miguel Ángel, Diego, Sebastián, Pablo, Hermes y Miguel, ciertamente seréis ordenados sacramental y litúrgicamente de modo entero, pero lo que esta tarde recibís no termina en el sí que os ha traído hasta el altar, sino que vuestro sí tendréis que aprender a pronunciarlo cada día de la vida que el Señor tenga a bien daros y confiaros", les alertó el Arzobispo, quien instó a los seis a "ser pastores que dan la vida por el rebaño que os ha sido confiado" y a "no acabar siendo funcionarios que trabajan según el horario y el calendario de vuestros intereses".
Sanz Montes concluyó su homilía pidiendo para los diáconos y el seminarista la bendición de "nuestra madre la Santina y los Mártires Seminaristas de Oviedo". Acto seguido, llegaría el acto de ordenación, en el que los seis fueron bendecidos y se tendieron en el suelo ante el Arzobispo. Para cuando se levantaron, eran ya un diácono y cinco presbíteros, las "seis bendiciones" que celebraba el Arzobispo de Oviedo.
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