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martes, 5 de enero de 2016
Rafaela: los de fuera no vienen, y los de dentro... acabaremos yéndonos. Por Jorge Glez. Guadalix
Tiempo sin saber nada de Rafaela. Pero no iba a dejar ella de felicitarme la navidad y el nuevo año.
Triste la he encontrado. Yo sé que estos días a muchos ponen melancólicos, a ella la primera que en estos días echa en falta a tantos ya. Triste porque me dice que le duele la parroquia, su parroquia, donde fue bautizada, hizo su primera comunión, se casó, se ha confesado tantas veces -sobre todo antes- y ha acudido en tantísimas ocasiones a rezar, a misa, a limpiar, a todo lo que ha sido menester.
En nochebuena, ni misa. En Navidad, la única misa del pueblo, apenas pasaban de treinta los asistentes. ¿Tú te acuerdas de que hace años en Navidad se llenaba la iglesia? Han pasado los años, Rafaela, las cosas no son como antes. Lo que quieras, pero ni treinta… no sabes la penita que da.
¿Qué os ha pasado? Pues las cosas que tenéis a veces los curas, que no hay quien os entienda. Os creéis que por dar facilidades y haceros los simpáticos y todo vale, la gente va a venir en tromba a misa. Se han quitado las confesiones, el rosario. Vale. Las misas llenas de ocurrencias del cura para hacerse el simpático y el gracioso. He visto en internet una misa del gallo en Madrid con gente durmiendo en la iglesia, y otra iglesia en Valencia convertida en comedor en Navidad.
Muy cercano, lo que quieras, y aquí lo mismo. Lo mismo vale el templo parroquial para misa, que para el teatro de los niños, que para repartir comida o ropa, que tenías que ver los montones de ropa que hay en la iglesia y a la gente entrar a gritos a por cosas. ¿Qué te pensabas, que con eso se llenaba el templo? Ya te digo que en la misa del día de Navidad no llegábamos a treinta.
Los únicos contentos con este cachondeo son los que quisieran ver a la iglesia desaparecida.
Por cierto, hace unos días estuve oyendo misa en un convento de clausura, que está de monja una chica de los N, esos veraneantes que tenían el chalet en las huertas de arriba. Qué gusto. Ahí es ir a misa y te entran ganas de ser más buena, de rezar, de confesarte, de ser santa del todo. Qué devoción, qué respeto, qué bien cantan, cómo cuidan todo. Aquí al revés. Es que es empezar la misa con tantas bobadas, tan poco en serio, la iglesia llena de bolsas, el cura haciendo gracias, que te entran ganas de marcharte y no volver. Pero no hay otra, así que a aguantarse.
Total, que los de fuera no vienen, y con razón, porque para lo que encuentran no merece la pena. Y de los que estamos dentro, cada vez menos y más viejos, y no nos vamos porque sabemos lo que es esto. ¿Qué te parece?
Qué me va a parecer, que a lo mejor exageras un poco, mujer…
¿Qué exagero? Ni treinta en navidad, cuando hace no tantos años casi que se llenaba. Pregunta, pregunta a Joaquina, a la María, a Justo. Si no os tomáis las cosas en serio, en cuatro días ya podéis cerrar esto.
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