Vías de comunión
- Que nuestras parroquias procuren la existencia de grupos interculturales
para que el que viene de fuera pueda ser acompañado
respetuosamente en su proceso de adaptación, primero,
y de comunión e integración, después. Una comunidad identificada
con Cristo, misionera y creativa, no excluye a nadie;
es más cercana a los que tienen más difícil la integración. Los
espacios comunes como la escuela, el barrio o las asociaciones
son unos ámbitos cotidianos que ningún cristiano debe desaprovechar.
• - El ámbito parroquial, el de la vida religiosa, el de los movimientos
y cofradías son ámbitos muy adecuados para la acogida
de personas —incluso dentro de sus propios espacios— y
para la integración armónica no solo de expresiones devocionales nuevas, sino sobre todo para la fraternidad. El conocimiento
de la Doctrina Social de la Iglesia es un medio muy
importante para afinar la sensibilidad, promover la corresponsabilidad
y velar por la protección de los derechos de las
personas (trabajo, sanidad, vivienda , etc.), así como para denunciar, si fuera necesario, la violación de los mismos. Como
dijo el beato Juan Pablo II: «La catolicidad no se manifiesta
solamente en la comunión fraterna de los bautizados, sino
también en la hospitalidad brindada al extranjero, cualquiera
que sea su pertenencia religiosa, en el rechazo de toda exclusión
o discriminación racial, y en el reconocimiento de la dignidad
personal de cada uno, con el consiguiente compromiso de
promover sus derechos inalienables»1.
• Que la sociedad española contribuya con el Gobierno a la promoción
de acciones de cooperación y desarrollo, de paz y de
democracia, en los países de donde provienen muchos de nuestros
inmigrantes. La solidaridad de Europa puede ser decisiva
para la mejora social y política en los países de origen de los
inmigrantes.
• Construir una sociedad mejor en nuestro territorio es solo una
parte de la solución. Se ha de trabajar por un orden económico
internacional que no genere pobreza sobre pobreza, sino que
ayude a superarla. Ello implica invertir con sentido social en el
sur, especialmente en África, para crear medios de vida allí, y
no solo para lograr beneficios a su costa aquí.
• Seguir abogando para que no se niegue el auxilio y la asistencia
a los inmigrantes en situaciones de peligro para la vida,para que no se llegue a penalizar la asistencia humanitaria a los
mismos, para que sean tratados siempre con el debido respeto,
para que nunca se den detenciones arbitrarias, para que se busquen
alternativas más dignas a los Centros de Internamiento,
y para que los internos gocen de la atención social y religiosa
necesaria.
• Que aquellos españoles, que ahora se ven obligados a emigrar
por la falta de trabajo, sepan que encontrarán siempre abiertas
las puertas de nuestras misiones católicas en Europa, como lo
hicieron en otros momentos.
Con María, nuestra Madre
Reconozcamos en los emigrantes, aunque hablen otro idioma, sean
de otro color o tengan otros rasgos faciales, el rostro de Cristo, el
rostro de un hermano. Que la pluralidad de sus identidades culturales
no sea motivo de división, sino de enriquecimiento para nuestra
sociedad y para nuestra Iglesia, que deseamos que sea, cada vez
más, lugar de acogida y comunión para los mil rostros de Cristo.
Y que María, emigrante forzosa en Egipto, nos ayude a hacerlo
realidad e interceda por nosotros.
Fragmento del mensaje de los Obispos españoles para la Jornada Mundial del emigrante
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