jueves, 23 de enero de 2014

Carta semanal del Sr. Arzobispo


Saltar de alegría en la visita recibida


Al poco de llegar a Asturias como Arzobispo hice una visita a todos los arciprestazgos encontrándome con ese Pueblo de Dios que inmerecidamente el Señor ponía bajo mi cuidado pastoral. Quedé prendado de la belleza de nuestra diócesis, tan variopinta en sus ciudades y villas, en sus pueblos de montaña y de la costa, en esta verde tierra dulce y fresca como la sidra de sus pumaradas. Más prendido quedé de su gente, noble y acogedora, que sabe defenderse de quienes vengan con pretensiones conquistadoras a hacerse con el botín de los valores que han marcado nuestra historia. En no pocas ocasiones he podido visitar buena parte de nuestra geografía diocesana con ocasión de las confirmaciones de nuestros jóvenes, alguna romería o fiesta particular, o con motivo de un encuentro de sacerdotes o la inauguración o restauración de alguna iglesia. Me llena de alegría poder saludar a las personas concretas y acoger vuestra cordial acogida. No se trata simplemente de una actitud de cortesía y buena urbanidad, sino reconocer en vosotros ese Pueblo que Dios me ha confiado y reconocer vosotros en mí al Pastor que el Señor os envía.

Al igual que el curso pasado estuvimos trabajando en la elaboración de nuestro Plan Pastoral para el próximo quinquenio, este año quiero iniciar lo que llamamos “la Visita Pastoral”. Es verdad que siempre se agradece la visita de alguien o la visita a alguien a quien queremos y por quien rezamos cada día, pero una cosa es el encuentro ocasional y por sorpresa, y otra el que se programa con interés y afecto. Todo Obispo debe visitar a su Diócesis de modo completo y ordenado. Debe organizarse para poder llegar a todos los arciprestazgos y visitar las distintas parroquias y unidades pastorales, dentro de las cuales están los sacerdotes, los religiosos y los laicos que componen vocacionalmente la Iglesia. También es una ocasión para encontrarme con niños y jóvenes, con familias, con ancianos, dentro de las circunstancias que la vida nos depara a cada uno. Esa vida que comienza, que crece, que se enamora, que sufre y goza avatares, que se asusta y se entusiasma, que sale adelante en medio de las dificultades, que enferma y envejece.

No se trata de una formalidad sino de un encuentro fraterno que deseo sea para todos una ocasión de gracia del Señor. Me viene ahora el encuentro una célebre visita que hemos hecho incluso una fiesta litúrgica: la Visitación. María fue presurosa desde Nazaret hasta la montaña de Judá para visitar a su prima Isabel. Ésta sintió que su hijo saltaba de alegría en sus entrañas. María llevaba dentro de sí al autor de la alegría, al Hijo bienamado. Ella no iba sólo con su simpatía y encantos, con su mocedad y lozanía, sino que era la portadora de una Presencia más grande que ella, portavoz de una Palabra mayor. Y esa Presencia y Palabra encarnada en su seno, hizo saltar de alegría a Juan Bautista en el seno de su madre Isabel. Esto es lo que yo pido precisamente al Señor al comenzar ahora mi Visita Pastoral en el arciprestazgo de Oviedo y luego en pascua en el de Llanes. Así iré haciendo el recorrido por los distintos arciprestazgos con la ayuda del Obispo auxiliar.

Con todo interés me acercaré para conocer la vida de vuestras comunidades en las distintas Parroquias y Unidades Pastorales. Quiera el Señor que lo mejor de vosotros mismos, lo más bello y noble que anida en vuestro corazón pueda saltar de alegría, por la Presencia de la que soy portador y por la Palabra de la que soy portavoz. Orar juntos, conocernos más, y compartir el gozo de cuanto nos une como hermanos en la misma fe.


+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

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