sábado, 28 de diciembre de 2024

Villancicos: teología popular de la buena en píldoras. Por Jorge González Guadalix

(De profesión cura) Los textos tanto de la Escritura como de la liturgia en estos días de Navidad tienen su profundidad. Quizá los teólogos y los sacerdotes pesquemos la mayoría, pero para la gente del pueblo hay cosas que no son fáciles de entender. Es verdad que uno pone todo su empeño en explicar las lecturas, aunque ese lector que decidió cambiar lo de “habló Dios antiguamente a los padres por los profetas", por un “habló Dios antiguamente a los padres de los profetas” no te lo facilite.

Mucha gente, seamos claros, desconecta en el sermón. Hay que ser muy bueno para acaparar la atención de todos y todo el tiempo. Es igual. La tradición popular se convirtió en teólogo de campanillas capaz de expresar en frases muy cortas la esencia del miisterio de la encarnación. Pura teología popular, fetén, de la buena.

Ayer lo pensaba escuchando una vez más los cantos de la pastorela de Braojos: “Venid pastores, venid a ver, al niño hermoso que hay en Belén…” Y cómo resuenan el cante y el baile al llegar eso de “con el nacimiento del Hijo de Dios…”

Si se dan cuenta, esos villlancicos populares, los de siempre, son teología de la buena que la gente aprendió de forma sencilla, pero que, año tras año, van dejando bien marcadas las verdades de nuestra fe. Hagan el ejercicio…

Los peces beben y beben… por ver a Dios nacido y vuelven a beber por ver a Dios nacer. El tamborilero sabe perfetamente que en un portal de Belén ha nacido el niño Dios. Dime niño de quién eres: soy de la Virgen María y del Espíritu Santo, y viva el Niño de Dios que nació en la nochebuena. Sigan, sigan… Hasta los villancicos recuerdan que Cristo se hizo hombre para dar la vida en la cruz por nosotros. Campana sonbre campana… y sobre campana tres: en una Cruz a esta hora, el Niño va a padecer…

Hay una llamada teología popular por los listos de este mundo que consiste en cargarse la teología buena para convertir todo en solidaridad, compromiso temporal, un poco de cambio y una dosis de inmigrantes, donde la fe desaparece en aras de una nueva modernidad tan rimbombante como esteril.

Mientras, el pueblo auténtico, la gente de verdad, los sencillos, que ni saben mucha teología ni falta que tienen de palabrería vana, siguen cantando que nace el Hijo de Dios a la vez que descubren la solidaridad más humana invitando a los amigos y vecinos y echando una mano a esa familia que anda apretadilla.

Ay del chiquirritín, chiquirriquitín, chiquirriquitín, metidito entre pajas
Ay del chiquirritín, chiquirriquitín, queridín, queridito del alma

Entre un buey y una mula Dios ha nacido, y en un pobre pesebre le han recogido…

Por cierto, dicen que la gente es la que selecciona, debe ser su peculiar sensus fidelium, las canciones que permanecen y las que tienen una vida efímera. Noche de Dios, noche de paz… y los ángeles cantando están: Gloria a Djos, gloria al Rey eternal… ¿Se han dado cuenta de la cantidad de villancicos que se han ido creando y ninguno cuaja? Vean algunos ejemplos:

Con mi burrito sabanero voy camino de Belén… y nada más.

Después de la tormenta sale el arcoíris
Vienen los colores de la Navidad (woh, oh, oh, oh)

Porque si puedo estar junto a ti
Siempre es Navidad para mí
(Oh-oh-oh-oh-oh-oh-oh-oh-oh)

Aunque las luces ya no brillen, volveré
Aunque los sueños no se envuelvan en papel
Sin fuego y sin frío
Si tú estás conmigo
Será Navidad.

Me dio una Nochebuena más contigo
Uh, y no es casualidad volvernos a encontrar
Tú eres mi estrella de Belén
Baby, baby, baby

La nostalgia vuelve al hogar
Al llegar la blanca Navidad

Felices días, que sigamos celebrando este gran misterio. Y ya les digo yo que los peces beben y beben… y nosotros si se tercia también, pero los peces y nosotros levantamos una copa porque Dios ha nacido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario