Como todo nacimiento, el de Jesús de Nazaret -o Natividad, que se celebra precisamente en Navidad- comienza con la confirmación a la madre de su embarazo; en este caso, por el arcángel Gabriel a la Virgen María ante la presencia de Dios padre y el Espíritu Santo en forma de paloma, tal como se narra en el Nuevo Testamento (Lucas 1, 26-38). La escena se pintó recurrentemente durante el Gótico, el Renacimiento y el Barroco. Las versiones de Duccio, Fra Angelico, Botticelli, Leonardo da Vinci, Carlo Crivelli y Caravaggio, por nombrar algunas, están entre las más notables. Todos se esmeraron en la figura angélica pues no solo les permitía crear espléndidas y coloridas alas sino también representar al arcángel en complejas poses revelando su destino a María. Resulta por otro lado interesante que a esta se la muestre ya sea leyendo o con un libro abierto, como una manera de informar al espectador que esta mujer letrada es un ser superior.
Pero los ángeles no solo se comunican con María sino también con los pastores y con los hombres sabios (los Reyes Magos). Para ello, y a falta de smartphones que les permitieran enviar un whatsapp, se los ve desplegando filacterias (rollos de pergamino) desde una nube (hoy estarían en iCloud); o sea, desclasificando información y explicando así por escrito que nacerá un niño que cambiará el curso de la historia. Ahora, en escenas de Natividad, la presencia de ángeles es especialmente protagónica y se los retrata en diversos roles: hay ángeles en adoración, ángeles mensajeros, ángeles protectores, ángeles de luz y ángeles músicos.
Este último rol de músicos/entretenedores de los ángeles queda de manifiesto en cientos de pinturas de Natividad, pues el canto y los instrumentos musicales indican felicidad. Domenico Ghirlandaio pintó en 1492 una tabla al óleo con ocho figuras: María y José contemplando al Niño en la Tierra mientras, desde el cielo, los miran cinco ángeles que sostienen un rollo de pergamino con una entonación inicial del Gloria de los que comúnmente se usaban en ese entonces como apoyo para cantar.
Una imagen hoy popular es la de William Adolphe Bouguereau, “La Virgen y el Niño” (1881), donde se observa a tres ángeles vestidos de blanco tocando instrumentos de cuerdas mientras el Niño duerme en los brazos de su madre. Una de las pintoras destacadas de la época Victoriana, Marianne Stokes (18551923), pintó por su parte “Ángeles entreteniendo al Santo Niño” (1893); el mensaje es claro: gracias a la música la Virgen duerme plácida y el recién nacido no llora. Tan relevantes son los ángeles músicos, que se convirtieron en únicos protagonistas de miles de obras de arte: véase el tapiz de Edward Burne-Jones “Angeli Laudantes” (1898), que muestra a dos ángeles tocando arpas de oro entremedio de conspicuos entrelazos vegetales o la cúpula de Santa Maria dei Miracoli (Saronno, Italia), donde Gaudenzio Ferrari pintó “Concierto de ángeles” un jolgorio pictórico donde cientos cantan y tocan diversos instrumentos.
Más allá de ello, los ángeles son símbolos de lo invisible; seres de luz respecto a cuales los artistas vieron una oportunidad para investigar problemas relativos “Natividad de noche” (c. 1490), del pintor flamenco Geertgen tot Sint Jans, es un buen ejemplo. Iconográficamente, el cuadro está influenciado por las “Revelaciones de Santa Brígida” (1303-1373), mística sueca muy popular quien describió al Niño Jesús acostado y emanando rayos de luz. Por ello, en esta obra, hay ángeles junto a la cuna literalmente iluminados por el recién nacido.
La Biblia señala que Cristo, ya adulto, dijo: Ego sum lux mundi (Yo soy la luz del mundo). En la parte superior de dicha pintura, un ángel en el cielo -que más bien parece una estrella- está a punto de informar del suceso a los pastores. Idea similar, se observa en la acuarela de Edward Burne-Jones, “La estrella de Belén” (1885), en cuyo centro un ángel sostiene la estrella entre sus manos. Ángeles y luz son un todo, por algo, tradicionalmente, se coloca una estrella o un ángel en la parte alta de la copa del árbol de Navidad. Los ángeles son parte de la cultura popular y una constante en el mundo del arte. Aún hoy el catálogo de artistas contemporáneos consagrados como Ron Mueck, Damien Hirst o Anthony Gormley, entre otros, incluye figuras angélicas. Si bien muchas de ellas no han sido hechas para celebrar la Navidad, muchas veces se las relaciona con esta. Así, este 24 de diciembre varios se reunirán una vez más a cantar villancicos a los pies de “El ángel del Norte” (1998) -la enorme escultura de 20 metros de acero, concreto y cobrede Gormley, ubicada en el nordeste de Inglaterra, vinculándose así a siglos de tradición pictórica al cantar, cual ángeles en paz, a un Niño símbolo de esperanza.
*Publicación de la Universidad Católica de Chile tomado del Ensayo de la profesora de la Escuela de Arte Claudia Campaña en El Mercurio, Artes y Letras.
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