lunes, 31 de julio de 2023

Ignatieff y los salmos. Por Jorge Juan Fernández Sangrador

En septiembre de 2017, en el Festival de Música Antigua de Utrecht, hubo varios conciertos en los que cuatro grupos musicales de gran renombre (Nederlands Kamerkoor, The Tallis Scholars, Det Norske Solistkor y The Choir of Trinity Wall Street) se distribuyeron el canto de los 150 salmos de la Biblia.

¿Por qué los salmos? Porque, según los organizadores, son la fuente literaria más importante para la música coral de los últimos mil años. Sin embargo, no se pensó en los salmos por su naturaleza religiosa, sino porque son un espejo de la humanidad doliente, oprimida, vejada y perseguida, al igual que cuando se compusieron hace siglos.

En aquellos días de septiembre de 2017 hubo también dos conferencias que complementaron el programa musical. Uno de los intervinientes fue Michael Ignatieff, ensayista y político canadiense, al que le pidieron que disertara sobre la justicia y la política en los salmos, argumento acerca del cual no tenía la menor idea: «Yo apenas sabía nada de ellos, pero acepté el encargo diciéndome que tenía tiempo de estudiarlos, lo que hice durante un verano, a partir de la versión oficial anglicana del rey Jacobo (1611)». Se declara, además, no creyente.

Después de haber pronunciado la conferencia, Ignatieff y Zsuzsanna Zsohar, su mujer, se sentaron entre el auditorio para escuchar el canto de los salmos, cuya letra podían leer en una gran pantalla colocada en la sala. Y sucedió entonces esto:

«La música era hermosa; las palabras, resonantes, y la experiencia me produjo un efecto catártico que he tratado de entender desde entonces. Fui a pronunciar una conferencia sobre justicia y política, pero encontré consuelo: en las palabras, la música y las lágrimas de reconocimiento del público», confiesa en el libro que acaba de publicar: “En busca de consuelo. Vivir con esperanza en tiempos oscuros”.

¿Cómo fue posible, se pregunta aún Ignatieff, que unos textos tan antiguos produjesen tal impacto en él y en algunas de las personas que se hallaban en la sala de conciertos de Utrecht? ¿Cómo pudo el antiguo lenguaje religioso de los salmos haberlo hechizado de aquella manera, sigue preguntándose, a él, que no es creyente?

Ignatieff anduvo, para entender lo que le sucedió, dando vueltas de aquí para allá, aunque, creo yo, con un exiguo resultado, porque no ha sido capaz de reconocer que lo que realmente aconteció fue que él y los circunstantes llegaron hasta el umbral de la fe. Como le sucedió a Paul Claudel mientras escuchaba el canto del Magníficat en la catedral de Notre-Dame de París, sólo que el escritor francés dio un paso hacia adelante:

“Yo estaba de pie entre la muchedumbre, cerca de la segunda columna, a la entrada del coro, a la derecha, del lado de la sacristía. Entonces fue cuando se produjo el acontecimiento que ha dominado toda mi vida. En un instante mi corazón fue tocado y creí”.

No es cosa de decírselo a Ignatieff, porque tal vez no le guste oírlo, pero lo que experimentó mientras escuchaba los salmos fue el poder de la Palabra de Dios, que «es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón» (Hebreos 4,12). Y tampoco es cosa de advertirle de que, si vuelve a darse el caso, acabará por traspasar el umbral, como Claudel.

Celebración patronal, con misa solemne y procesión

(Lne/ Luján Palacios) Lugones se rindió ayer a su patrono, San Félix, una figura muy conocida en la Iglesia por su martirio, pero "que ha estado un poco olvidada", según reconoce el párroco, Joaquín Serrano. Por eso, la celebración religiosa de ayer tuvo un tinte de reivindicación durante la homilía, con el objetivo de subrayar que "San Félix da nombre a tantas cosas en la localidad" y para "hacer que sea conocido en nuestro pueblo y en nuestras vidas".

Serrano afirmó, en este sentido, que le "sorprende que muchas personas conocen nuestra advocación fuera de Siero y Asturias", gracias en buena parte "al blog que mantenemos activo y que sigue mucha gente desde muchos lugares". También quiso Joaquín Serrano dar las gracias a los fieles presentes en la eucaristía festiva y no dudó en señalar que se siente "muy orgulloso, feliz y bendecido por ser vuestro párroco", en una comunidad que destaca por la gran implicación de todos los actores, con numerosas actividades y propuestas a lo largo del año. "Tenemos que mostrar que los cristianos no somos minoría, la Iglesia permanece a pesar de los agoreros que pronosticaban el Apocalipsis", indicó el sacerdote, antes de reconocer que "no está de moda ser discípulo del Crucificado en una sociedad hedonista". Por ello, llamó a seguir ejemplos como el de San Félix y a "no quedarnos de brazos cruzados, sino intentar hacer algo con nuestro compromiso personal, ser militantes con un compromiso sin fisuras y destacar, como el patrón, por la caridad y la sencillez".

Tras la misa, los fieles participaron en otra de las tradiciones de la fiesta, la procesión por las calles de Lugones para trasladar la imagen de San Félix hasta la capilla del Carbayu, donde ha quedado entronizada junto a la de la Virgen para la celebración de las fiestas en su honor, que tendrán lugar el próximo fin de semana.

domingo, 30 de julio de 2023

Homilía en la Festividad de San Félix Mártir + Patrono de Lugones (30/07/2023)



Querida junta directiva de la cofradía del Carbayu, 
Hermanas del Santo Ángel, seminaristas,
feligreses y hermanos todos:

Damos gracias al Señor en este día al poder reunirnos como comunidad en torno al altar, para alimentarnos de su palabra y de su pan como lo hizo San Félix nuestro Patrono a quien hoy festejamos, contemplamos y miramos como ejemplo preclaro a seguir en nuestra vida de fe. Es un día para la alegría, pues no celebramos a un santo más, sino al más importante para nosotros: el que nos da nombre y patrocinio. Él es nuestro principal protector e intercesor ante el mismo Dios, por ello debemos celebrarlo como se merece. 

Vivimos años complejos, no está de moda ser discípulo del crucificado, no va el evangelio en la dirección que marca nuestra sociedad hedonista, ni por el momento vemos que vaya a pasar de forma inmediata el nubarrón bajo el que nuestra Iglesia europea se encuentra, pero esto no es excusa para quedarnos de brazos cruzados lamentándonos y no hacer nada o soñar con el pasado que no volverá o el futuro que desconocemos. No; vivamos este momento apasionante en que nos toca ser fieles sin calcular que somos minoría, que la práctica religiosa va a menos o que sentimos que la harina de la alcuza se nos agota en tantas realidades eclesiales y sociales. Os invito a releer el pasaje de "la viuda de Sarepta"; podemos esperar la muerte sin más, o intentar hacer la torta de pan con lo poco que tenemos para dárselo al pobre, y el Señor hará el milagro.  Dejémonos en las manos de Dios que Él abrirá sendas y caminos por donde menos lo esperemos. Seamos fieles comprometidos y militantes hasta las últimas consecuencias para que pueda premiarnos Cristo algún día en el cielo como a San Félix, diciéndonos: "tú has perseverado conmigo en las pruebas hasta el final; tú te has quedado conmigo cuando todos abandonaban el barco; tú has sabido nadar contracorriente para ganar no una corona de laurel que se marchita, sino la más preciada que jamás se corrompe". 

Sí, queridos hermanos; somos llamados a seguir al Señor sin titubeos, y la realidad presente exige de nosotros un compromiso sin fisuras cuando Cristo es vituperado soportando de nuevo "insultos y salivazos". Se ha dicho muchas veces que la sociedad española es como una tortilla que cambia de un extremo a otro, por eso alguien apostilló con gran acierto que a lo largo de nuestra historia los españoles siempre hemos ido detrás de los curas, unas veces con velas y otras con estacas. Las velas hace años que se agotaron, y hoy toca soportar estacas. Esto, lejos de afligirnos o amilanarnos nos alegra, y nuestro gozo desconcierta al mundo, pues amamos a los que nos odian y nos sentimos dichosos de sufrir siguiendo las huellas del Maestro. Conocemos ya por el propio evangelio el destino de los cobardes y de los valientes: "Bienaventurados vosotros, cuando os persigan y calumnien por mi causa, pues vuestra recompensa será grande en el cielo". Así es aquel al que seguimos, no es un triunfador de pódium humano, sino de cruz; escándalo para los que piensan según el mundo. 

Y la Palabra de Dios que proclamamos en este Domingo XVII del Tiempo Ordinario nos viene muy bien para reflexionar a la luz de la vida de nuestro Patrono a lo que somos llamados; tres ideas como propuesta:

1º Pidamos al Señor un corazón nuevo. En la primera lectura hemos escuchado la petición de Salomón: ''Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, y discernir entre el mal y el bien''. Y el Señor se sorprende pues no le pide nada para sí mismo, sino para saber tratar a los demás con delicadeza y justicia. San Félix también destacó en esto: en su caridad, por eso el obispo de Gerona San Narciso, se fija en él y lo elige para ser su diácono y ayudante, por ser hombre sencillo y anteponer el bien del otro antes que el propio. A menudo cuando rezamos sin darnos cuenta caemos en el egoísmo; sólo nos centramos en nuestras preocupaciones, problemas y situaciones particulares. Pero primero deberíamos dar gracias y recordar a tantos que necesitan nuestra oración y que quizás ignoran que les hará bien nuestras plegarias. Necesitamos un corazón nuevo que trate de asemejarse siempre a los sentimientos del corazón del Señor.

2º Respondamos a su llamada. La epístola de este día tomada del capítulo 8 de la "carta de San Pablo a los Romanos", es tan breve como profunda. Nos dice el Apóstol: ''Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien''. Si amamos a Dios sin fisuras no existen los contratiempos ni las dificultades, pues somos capaces de ver con los ojos del alma. Ahí tenemos recientemente ese testimonio que ha conmovido a España y al mundo cristiano del joven Pablo Alonso Hidalgo, un chico de Salamanca que con 21 años cumplidos y tras seis luchando como un campeón contra un cáncer durísimo -un sarcoma de Erwin- el pasado 31 de mayo los médicos le dijeron que ya no se podía hacer nada más y que le quedaba muy pocos meses de vida. Los propios médicos se quedaron sorprendidos pues Pablo en lugar de llorar o rebelarse preguntó que cuántos meses, y le dijeron que a lo sumo seis, a lo que Pablo comentó lastimoso: ¿tanto? Y es que le parecía mucho; él quería irse ya con el Señor. Sin embargo, la enfermedad se aceleró y Pablo tomó en junio una decisión: los meses que le quedaran de vida no los quería pasar en casa cuidado y mimado a cuerpo de rey, sino que quería responder a la llamada que el Señor le hacía para hacerse religioso. A finales de junio profesó "in articulo mortis" como "carmelita" y pasó en el convento las últimas semanas de su vida rezando y preparándose para el encuentro definitivo con el que le llamó a la vida y ahora le llamaba a la vida sin fin. Falleció el sábado 15 de julio, día de María y víspera de Ntra. Señora del Carmen. Pablo hacía meses que le decía a su familia: no le pidáis al Señor que me cure, que yo me voy feliz con él; pedir para que mi muerte sea útil y sirva para el bien de la Iglesia. Su funeral fue una fiesta: sonrisas y rostros alegres con su féretro en medio; ni lágrimas ni luto, sino agradecimiento al Señor por una vida que tocó a tantos corazones. Cuando uno ama a Dios, hasta la propia enfermedad y la misma muerte sirven para hacer el bien. No tengamos miedo, pues, a responder a lo que Dios nos llama, que no es siempre lo que nosotros quisiéramos. Esto lo experimentó también nuestro Patrono; la desproporción entre lo que uno puede y lo que Dios le pide, pero ahí está el recordatorio de San Pablo en esta mañana: ''A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó''.

3º Atrevámonos a dar la vida por Él. El evangelio de este domingo es un compendio de tres parábolas: la del tesoro del campo, el comerciante de perlas y la de la red que se echa al mar, pero al final el significado es el mismo: necesitamos la sabiduría de los sencillos para comprender los misterios del Reino. San Félix no tenía grandes títulos, licenciaturas  doctorados, pero entendió lo que era vivir en esa pesca contínua sabiendo separar mal de bien. Y más aún, entendió y aplicó en su vida las palabras de Jesús sobre el tesoro oculto en el campo o la perla fina del comerciante; y así hizo él, dejándolo todo por hacerse con ese tesoro que no es otro que la salvación, la vida con Cristo para siempre. San Félix tuvo que elegir, entre salvar la piel o morir, entre ser fiel a Cristo o conservar su vida, entre vivir más años esta vida caduca u optar por la eterna. San Félix tuvo el valor de no apostatar, de no traicionar al Señor; seguro que tuvo miedo pues era humano como todos nosotros, pero aceptó ser torturado y martirizado antes que traicionar al Hijo de Dios, su tesoro principal y su esperanza. Los Mártires son los amigos predilectos del Señor, pues le han seguido en la vida y en la muerte. San Félix murió a comienzos del siglo IV; nos puede parecer que nos queda muy lejos, pero si vemos el devenir de la historia de la Iglesia nunca han faltado persecuciones: ''también a vosotros os perseguirán''. Ahí están, más próximos a nosotros, los innumerables mártires de la persecución religiosa de los años treinta en España. Como hoy mismo en tantos países del mundo donde hay cristianos encarcelados, perseguidos y martirizados únicamente por ser discípulos del Nazareno. Celebrar a San Félix es un examen personal para cada bautizado sobre nuestra capacidad de confesar públicamente al Señor con nuestra sangre si hiciera falta, pero antes que nada con nuestras buenas obras y fidelidad cotidiana en el testimonio. 
 
Yo estoy feliz, y os lo digo a menudo de ser vuestro párroco. Yo no pedí venir aquí, la obediencia me trajo, pero he de reconocer que me siento bendecido de ver la mano del Señor que actúa a través de su gracia entre nosotros para nuestro propio bien y felicidad. No sé si todo Lugones sabe que el patrono de la localidad y de la parroquia se llama San Félix y que aquí donde estamos y por él empezó todo lo que hoy es Lugones, pero os aseguro que en otros lugares de España y del mundo saben muy bien la importancia de nuestro Patrono. Para mí es un orgullo que cuando saludo a un sacerdote de Toledo, a un seglar de Andalucía o una religiosa de Valencia y les digo que soy sacerdote de "Oviedo" y me preguntan en qué parroquia estoy, cuando les digo que en Lugones siempre apostillan para mi sorpresa: "Anda, San Félix de Lugones"... Y me sigo quedando boquiabierto, pues jamás imaginé que los medios que utilizamos en la parroquia para la comunicación llegaran tan lejos. Incluso hay obispos que siguen nuestro "blog" y así se lo han dicho a nuestro Arzobispo; también periodistas que nos piden permiso para usar nuestras fotos y publicaciones, religiosos de prestigio y personas de los lugares más remotos que saben dónde está nuestra Parroquia y que saben muy bien quién es San Félix. Aún hace unas semanas nos escribieron de Filipinas una familia de ascendencia asturiana. Ojalá logremos que San Félix sea conocido también aquí en nuestro pueblo.

Pongamos, pues, nuestro talentos al servicio del anuncio del Reino de Dios que comienza ya aquí, entre estas piedras vivas que son nuestras familias con sus tristezas y gozos, fatigas y sueños de cada día... San Félix de Gerona, Mártir de Jesucristo y Patrono nuestro: ruega por nosotros. ¡Amén!

Joaquín M. Serrano Vila, Párroco

Evangelio Domingo XVII del Tiempo Ordinario

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,44-52):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos le contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»

Palabra del Señor

sábado, 29 de julio de 2023

III Peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad

 

Fray Pablo esperaba una «noche oscura» y llegó días antes de morir: pero «el Señor hizo su obra»

(Rel.) Han pasado casi dos semanas desde el fallecimiento, el pasado 15 de julio, víspera de la Virgen del Carmen, de Pablo Alonso Hidalgo. El joven de 21 años, perteneciente a una comunidad del Camino Neocatecumenal en Salamanca, había dejado a su novia porque quería ser carmelita y se le autorizó a hacer su profesión solemne in articulo mortis. Fue así como el 25 de junio se convirtió en fray Pablo María de la Cruz. Su funeral fue una celebración de la alegría de acudir al encuentro del Amado.

El impacto de su vocación y muerte no acabó ahí, porque tanto quienes ya le conocían como quienes han conocido su testimonio a través de los medios y las redes han llegado al punto que él quería: hacerse preguntas.

Tocar el corazón de los jóvenes

"Cuando Pablo dejó todo preparado, tenía dos ideas", recuerda su hermana Miriam: "La primera, que el funeral fuera una fiesta porque estábamos celebrando su vida y que se iba con su Amado. Y la segunda era tocar el corazón de los jóvenes; y el velatorio y el funeral le han hecho cuestionarse a mucha gente: 'Si nosotros podemos estar así ante la muerte, quizá exista algo más'..."

Miriam Alonso y su esposo Daniel (que en 2019 se fueron como misioneros a Argentina) fueron entrevistados el pasado domingo en Radio María por un hermano de Daniel, el sacerdote Jesús Colado, quien les interrogó sobre algunos detalles de los últimos meses de vida de Pablo y de su forma de afrontar la muerte.

La obra del Señor

Miriam sintetiza los últimos seis años de vida de su hermano pequeño: "El Señor lo eligió para confiarle la cruz de tener un cáncer y esta cruz le ha ido evolucionando como persona hasta que ha fallecido de una manera excepcional, en el sentido de que ha abrazado este sufrimiento que el Señor le ha mandado y ha llegado a dar gracias por él".

Pero no fue un camino de rosas, no solamente desde el punto de vista físico, sino tampoco espiritual. Al cabo de un mes de terminar con la quimioterapia, tuvo una recaída y eso le provocó "una crisis de fe muy profunda y se enfadó mucho con Dios". Lo superó porque "durante todo este tiempo, la obra que el Señor ha estado haciendo en él ha sido la de la aceptación de esta cruz".

Es aceptación, que fue también gratitud, tenía un motivo: "Gracias a esta enfermedad se ha encontrado con Cristo y gracias a ella se va al cielo con Él, y esto le hace inmensamente feliz", explica su hermana.

Felicidad que quedó colmada cuando supo que le concedían la excepción, inédita en dos siglos en Salamanca, de hacer los votos solemnes in articulo mortis: "La alegría le llenaba la cara, no podía parar de sonreír".

A consecuencia de los dolores estuvo ingresado varias veces en paliativos, y su consuelo fue que el capellán le permitió tener el Santísimo expuesto en la habitación. "Eso le ayudó mucho", dice su hermana, que es enfermera: "A mí me impresionaba que, cuando tenía dolores fuertes, siempre lo quería ofrecer todo. En una ocasión le pregunté si esos dolores le estaban mermando la fe, y él me decía que estaba tranquilo porque si Jesús y su madre María, que son las personas que más le quieren, permitían esto, es que tenía que ser muy necesario, y él vivía aceptándolo".

La noche oscura

Aconsejado por su director espiritual, Pablo rezaba mucho -y pedía que se rezase- "por la noche oscura que vendrá". Y se le puede poner fecha concreta: "La noche oscura llegó la tarde-noche del 11 de julio. Nos lo dijo el pobre en la habitación del hospital. Estaba bastante afectado, bastante triste".

Pidió a sus familiares que le sostuvieran con la oración, y "el Señor no le falló": "Fue en el transcurso de esa noche y en la siguiente mañana cuando el Señor hizo su obra, y fue pasar de verle llorando y angustiado y con miedo (su director espiritual le decía: '¡No vas a ser tú menos que Nuestro Señor, que las pasó canutas en el huerto de Getsemaní!') a estar animado y deseando estar con su Dios".

La Cruz florecida

Este sentido de aceptación, de decirle a Dios "Señor, tú sabes más, vamos con ellos", ha sido la característica fundamental de los últimos meses de Pablo. Los asistentes al velatorio y al funeral lo vieron reflejado en un símbolo que estuvo presente: la Cruz florecida. "Es el secreto que nos ha querido explicar él: que la Cruz, que es un trozo de madera ensangrentado y que te mata, si la abrazas, si abrazas ese sufrimiento y lo aceptas, el Señor lo hará florecer", explica Miriam.

El día antes de la sedación previa a su muerte, hubo una misa familiar que Daniel recuerda como "preciosa, muy emotiva y una acción de gracias completa". Con su buen humor característico, cuando el sacerdote le preguntó durante la celebración si amaba a Jesús, Pablo respondió sonriendo: "¡Bueno, me he casado con Él, así que imagínatelo!"

Pudo despedirse brevemente de todos sus seres queridos y su cuñado percibió algo que le impresionó: "Estaba en paz. En esa lucha del cuerpo que esta sufriendo y por eso necesitaba la sedación, pero no expresaba ningún tipo de desesperación ni de miedo, al revés, decía que estaba preparado y listo. Quería dejar un mensaje claro a los jóvenes y a la gente de su alrededor: que la vida no acaba aquí y que la muerte no tiene que darnos miedo".

La huella de Pablo

La huella que ha dejado Pablo se está dejando ya sentir. Daniel cuenta que una compañera de trabajo suya, que no es creyente, le dijo, emocionada: "No sé qué hay más allá, lo que sí sentí es muchísima paz y muchísimo amor".

Para el propio Daniel, la muerte de su cuñado es toda una lección, y le comentaba a su madre: "He visto que la muerte no da miedo siempre y cuando se lleve así, agarrado a Jesucristo, agarrado a todos los dones que el Señor te da en ese momento. Me gustaría morirme así".

Y el influjo es también en la propia vida de su hermana. Así lo desvela Miriam: "Todo este tiempo ha sido una carta de amor del Señor para mí, un toque de atención, porque ha llegado en un momento de mi vida en el que estaba siendo muy mezquina, me estaba guardando muchas cosas para mí en todos los ámbitos de mi vida. A mí el Señor me estaba diciendo con esto: 'Bueno, le he dado este regalo a tu hermano, ¿cuál es tu excusa para no convertirte hoy? ¿Cuál es tu excusa? Si te quiero dar esta paz, esta alegría... abraza la cruz conmigo, no tengas miedo'".

viernes, 28 de julio de 2023

Vamos niños al sagrario. Por Jorge González Guadalix

(De profesión cura) La otra noche, las niñas del campamento de las Siervas del Hogar de la Madre de Braojos, mantuvieron turnos de adoración al Santísimo de nueve a nueve. Es decir, comenzaron a las nueve de la noche y turnos de vela de hermanas, monitoras y niñas hasta las nueve de la mañana.

Al día siguiente, en la homilía, les hablé de san Manuel González, la devoción a la eucaristía y esa campaña que mantuvo toda la vida como reparación por los sagrarios abandonados. Acabé con una llamada a que dedicaran horas a estar en oración delante del sagrario y hasta me atreví a cantar con ellas y que aprendieran esa canción tan tierna de mi infancia que decía eso, seguro que recuerdan:

Vamos niños al Sagrario
Que Jesús llorando está,
Pero viendo tantos niños
Muy contento se pondrá
Muy contento se pondrá

No llores, Jesús, no llores,
Que me vas a hacer llorar,
Pues los niños de este pueblo
Te queremos consolar.

Ahí quedó la cosa.

El caso es que ayer llego al templo parroquial de Braojos a las 13:30 h. y me lo encuentro abierto y un montón de niñas rezando ante el sagrario. Ahí me quedé. Y al salir, me dice una religiosa: “como nos dijo eso del sagrario, venimos algunos ratos a rezar".

Sorpresa gorda por la tarde en misa. Empiezo la comunión y las niñas a cantar muy bien acompañadas por una guitarra que hacía su función: “Vamos niños al sagrario…” Oigan, que me emocionaron…

Ya sé que no faltará un purista en teología que me dirá que afirmar que Jesús está triste o llora va en contra de la impasibilidad del Verbo, infantiliza la divinidad de Cristo y propone una fe ñoña y sensible. Me importa un bledo. O dos.

Lo que me importa es que las niñas comprendieron la presencia real de Cristo en la Eucaristía, que comenzaron a valorar la oración delante del sagrario y que, en medio de sus múltiples actividades, han ido sacando sus ratos para la adoración. Si esto es fe inmadura, que nos dure mucho tiempo.

Ha terminado el campamento hace un rato. Al acabar la misa, algunas chicas han hecho públicamente su compromiso de consagración a la Virgen y de colaborar con el Hogar de la Madre dutrante un tiempo. Una de las monitoras comienza un año de discernimiento ya en comunidad. Otra, que como monitora conocí, ha venido este año con su hábito ya de religiosa profesa. Me cuentan que tienen muchas vocaciones.

Es lo que pasa. Te montas un campamento católico y llega la respuesta.

Católicos de base, abstenerse. Aquí estamos para alturas.

San Melchor de Quirós, nuestro Santo Asturiano. Por Adolfo Álvarez

Festejamos hoy a nuestro Santo, San Melchor de Quirós, y nada mejor que acercarnos a su biografía.

En Cortes, un pueblo del concejo de Quirós, el año 1821, nace San Melchor de Quirós, nuestro primer Santo asturiano canonizado. Un tío suyo sacerdote que regenta una parroquia cercana le instruye las primeras letras. A los catorce años se desplaza a Oviedo. Estudia en la Universidad Filosofía y Teología con vistas a ser sacerdote y cuando estaba en los últimos años de teología, se decide por la vida religiosa y entra en la Orden Predicadores, los Dominicos. Por ello marcha al Convento de los Dominicos de Ocaña.

Toma el hábito y empieza el noviciado en agosto de 1845. Un año después se compromete definitivamente con la Orden. El 29 de mayo de 1847 sería ordenado sacerdote. Sólo nueve meses después sería destinado a Manila. Se le propone ser profesor en la reconocida universidad de Santo Tomás de Manila que los dominicos habían fundado y era, y es, el centro católico de más prestigio del Oriente. Manifiesta, sin embargo, su deseo de siempre de ser misionero y los superiores no se opondrán a su deseo.

Las misiones a las que quería ser enviado eran las de Tung-King, actualmente el Vietnam. Si por algo se significaban esas misiones era por el hecho de que el misionero se jugaba la vida, a causa de las oleadas de persecuciones que de vez en cuando desataban las autoridades políticas. Un vez llegó a Tung-King tuvo que enfrentarse antes de nada con el aprendizaje de la lengua anamita. No debió tardar mucho en hacerse más o menos con ella, porque a los pocos meses estaba ya ejerciendo el ministerio pastoral, es decir: oyendo confesiones, predicando. Pronto se le nombró Vicario General del Vicariato oriental. La situación de persecución se agudizó y generalizo. Lo que hizo que la Iglesia quisiera que, junto al obispo titular, se consagrara también uno coadjutor. De esta manera, en el caso del martirio del obispo, la iglesia no quedaría nunca sin pastor. Mons. José María Díaz Sanjurjo fue delegado de la santa Sede para elegir y consagrar un obispo coadjutor. Y eligió al que todos esperaban que lo fuera, Fray Melchor García Sampedro.

San Melchor de Quirós comenzó su actividad como obispo a los 34 años. Difícil fue su ministerio y el martirio estuvo siempre en sus deseos más profundos y le tocó presenciar cómo fieles cristianos, sacerdotes, catequistas iban siendo martirizados. Él pudo contar el encarcelamiento, los sufrimientos y el martirio del obispo titular, hoy San José María Díaz Sanjurjo. Fue un tiempo, lo relata el mismo San Melchor de Quirós de desplazamientos camuflado, vestido como un hijo de aquella tierra, a pie descalzo, o en pequeñas barcas…; de catequesis durante las noches, de misa antes de amanecer. Todo ello viendo cómo la persecución se iba llevando a catequistas, sacerdotes fieles… Pero también él experimentó el martirio. Tuvo lugar el 28 de julio de 1858. Pocos martirios podemos ver en actas de mártires que hayan alcanzado la crueldad del infligido a san Melchor. Extremidades descoyuntadas para atarlas a estacas que estaban a mayor distancia de lo que permitían sus brazos y piernas, para luego ser cortadas sus extremidades con un hacha sin filo. Los testigos relatan incluso el número de golpes que fue necesario dar a sus rodillas, a sus brazos para cortarlos. Le abrieron el vientre y finalmente le cortaron la cabeza. Tenía entonces 37 años

Cuando llegó a Asturias la noticia del martirio de san Melchor aún vivían sus padres. Sus restos llegarían años después. Hoy se veneran en nuestra Catedral en Oviedo.

Pío XII le beatificó junto a su predecesor, José María Díaz Sanjurjo el 29 de abril de 1951. El 19 de junio de 1988 San Juan Pablo II lo canonizó junto con otros ciento dieciséis mártires de la Iglesia Vietnamita.

Es ejemplo para todos nosotros, que formamos la Iglesia que peregrina en Asturias de amor a Dios y amor al prójimo, tal como Jesús nos encargó en su Mandamiento Nuevo. Su mayor gesta misionera consistió en el amor apasionado al Señor saliendo al encuentro de los demás. Y si nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los hermanos, como nos señala el Evangelio, aquí tenemos a San Melchor haciendo esto mismo. Es ejemplo también de valentía y confianza plena en Dios ante las dificultades.

Su ejemplo nos estimule y su intercesión nos ayude a nosotros a vivir nuestra vida cristiana con mayor autenticidad y a ser testigos de la fe sin ningún miedo ni cobardía.

jueves, 27 de julio de 2023

Manjar de monjas, un postre facilísimo, con 5 ingredientes


(Lecturas) Las monjas han sido las creadoras de muchos de los dulces clásicos que tenemos en nuestro país. ¿Quién no se ha dejado tentar ante un arroz con leche de las clarisas, los tocinillos de cielo tradicionales o unas yemas glaseadas de Santa Teresa, tan típicas en Ávila?. Y es que, realmente, son un auténtico placer para los sentidos. Hoy te traemos uno, que no es muy conocido, pero que, a la que lo pruebes, no podrás dejar de comerlo por su exquisito sabor: un manjar de monja.

Un postre muy sencillo de origen medieval

También llamado manjar blanco, por el color que le aportan los tres ingredientes principales con los que se cocina, este es un dulce muy antiguo de esos que tienen sus orígenes en los conventos medievales.

Ideal para tomar en familia, como postre o, incluso, a la hora de la merienda de los niños, ya que es muy nutritivo, este plato es, además de sencillo y rapidísimo de realizar, supereconómico.

Por otro lado, como está hecho con harina de arroz, un alimento que no contiene gluten, es perfecto para las personas celíacas o que deben eliminar esta proteína de su dieta.

Y, a la hora de elaborarlo, un apunte: una vez en la cazuela, ten en cuenta que debes removerlo cada dos por tres con unas varillas o una espátula para que no se pegue en el fondo. Así te quedará un postre divino.
Ingredientes (Para 4 personas)

1 litro de leche
200 gramos de harina de arroz
200 gramos de azúcar
2 ramitas de canela
Miel
Canela molida


PASO A PASO

1. Mezcla la harina y el azúcar

Coloca la harina de arroz y el azúcar en un cuenco y remueve bien con unas varillas hasta que queden bien mezclados.

2. Añade la leche

Incorpora un poco de leche y ve removiendo hasta que esté bien integrada y no queden grumos.

3. Cocina en una cazuela

Vierte la mezcla en una cazuela, agrega el resto de leche y las ramitas de canela y cocina a fuego medio, removiendo de vez en cuando, durante 8 minutos o hasta que la mezcla haya espesado.

4. Sirve en cuencos

Reparte el manjar en diferentes cuencos. Agrega un chorrito de miel en cada cuenco y espolvorea con un poco de canela en polvo. Deja enfriar y sirve.

Ya verás que, cuando lo pruebes, el sabor del manjar de monjas te recordará mucho al del arroz con leche. Pero su textura gelatinosa se parece más al de la leche frita. En cualquier caso, ¡está delicioso!

Sugerencias para que el manjar de monjas todavía quede más sabroso

En el momento de servir, decora el postre con un poco de ralladura de limón o de naranja. También puedes añadir unos trocitos de fruta picadita. Por ejemplo, quedará muy goloso con fresas, moras, manzana, melocotón… o unas grosellas.

Sustituye la miel por un chorrito de caramelo líquido, mermelada de frutos rojos o un poco de chocolate fundido.

Si te apetece que tenga un punto crocante, agrega unas nueces picaditas, unos trocitos de galletas María o de perlas de chocolate.

En recuerdo de José Manuel Álvarez Díaz ‘’Rubiera’’. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


He tenido y tengo la dicha de poder contar entre mis amigos con personas de toda clase, condición y pensamiento, y de ellos no son pocos los que participan de planteamientos e ideales distintos a mis principios y convicciones; sin embargo y al mismo tiempo, nos tributamos recíproca estima y cariño. 

El pasado 29 de junio ha fallecido una persona que sin haberla tratado intensamente siento hacia su figura sincero aprecio por el cariño que le tenía a Lugones y del que yo ya me siento propio, así como por el hermoso legado cultural del que nos hizo partícipes en sus actualizadas hemerotecas de los últimos dos siglos con las que iluminaba gratos recuerdos en las páginas del portfolio de las fiestas de Santa Isabel.

José Manuel, Pepe el de Casa Rubiera, o sencillamente Rubiera, disfrutaba sumergiéndose en la historia a través de los olvidados recuerdos de prensa donde rescataba sucesos, anécdotas y datos más que interesantes. Allí, en tierras de Llampaxuga, parroquia de Loriana, a la vera de su San Claudio natal -y de su esposa María Jesús, que es de Maxa- vivía con orgullo presumiendo de estar en el pueblo natal de su madre donde su familia era conocida como ‘’los bolsones’’. Allí tenía su pequeño santuario del saber por medio de su valioso archivo personal que a lo largo de toda una vida fue recopilando. Aunque su domicilio habitual lo tenía entre nosotros en la Avenida de Gijón.

Trabajador de artes gráficas; enamorado de la topografía, la cartografía y el mundo del papel impreso. En su paso por el periódico "La Voz de Asturias" pudo recabar mucho material acerca de fechas memorables de la historia reciente de Asturias, como la llegada del ferrocarril. Le propusieron ser liberado de UGT, aunque él quería seguir trabajando por ese concepto honesto y cabal que caracteriza a pocos y que por desgracia se está perdiendo en el mundo laboral. Tras un año al paro, logró encontrar trabajo como montador en el museo de bellas artes de Oviedo donde se jubiló. El tiempo libre lo dedicó a sus complementarias vocaciones: la investigación y a la política.

Su amor por las cosas de antes no sólo se hizo palpable en las incontables ‘’ayalgues’’ que iba recogiendo, sino hasta en auténticas reliquias del mundo de la imprenta que rescató del olvido como mimeógrafos, multicopistas y demás herramientas de maquetación. Fue muy requerido no sólo para ilustrar con sus documentos muchos libros de fiestas y romerías, incluso también para hacerlos completamente él mismo en su ordenador. Se interesó especialmente por toda la historia del movimiento obrero asturiano, lo que dejó reflejado en más de 40.000 documentos que recopiló en un fichero para la Fundación Barreiro. Es un tema del que tuve conocimiento gracias a mi paisano y amigo Jesús Jerónimo Rodríguez González, el cual es, sin lugar a dudas, el mayor experto del movimiento obrero y la cultura sindical: los llamados "Socorros Mutuos" o la transición democrática asturiana.

José Manuel por su parte, sencillo y discreto, a veces se limitaba a firmar únicamente con el nombre del pueblo que le vio nacer: ‘’Rubiera’’. Independientemente de ideas políticas, era hombre cordial y dialogante, tendiendo su mano a todos y muy voluntarioso para ayudar en lo que se le solicitara. En su personalidad silenciosa, era hombre prudente a sabiendas y en contraposición de otros correligionarios, que prefería ser rey de sus silencios que esclavo de frases y palabras.

Supo separar perfectamente el ámbito personal de las creencias de cada cual, sin considerar desde sus principios a la religión como un enemigo a combatir, y mucho menos a eliminar. En no pocas ocasiones compartió bellas noticias del pasado de nuestra parroquia y templo de Lugones como una realidad histórica importante en la presencia e identidad de nuestro pueblo. Podría haber pasado por alto u omitido -como hacen maniqueamente algunos- los aspectos de tipo religioso, pero no lo hizo, lo cual desde mi punto de vista le ennoblece profundamente. Un amigo me citaba el ensayo del historiador D. Fernando Díaz-Plaja titulado: ‘’Francia 1789. España 1936, dos revoluciones y un paralelo’’, donde el autor afirma: ‘’En nombre de la trinidad ‘’non sancta’’ de ‘’liberté, égalité et fraternité’’... Los revolucionarios franceses y rusos arrebataron a los cristianos la libertad y discriminaron y persiguieron a estos históricamente en nombre de la igualdad, y así asesinaron a muchos cristianos en nombre de su "fraternidad". José Manuel fue un hombre libre y amigo de la libertad, y eso lo supo vivir desde la verdad y el continuo respeto a los que pensaban de forma diferente. De esta forma no tuvo problema en ser participe en los años ochenta de la bonita tradición de que un matrimonio joven de Lugones acudiera a la misa mayor del día de Navidad vestidos de María y San José, con su "niño" en brazos, siendo llevada la  madre durante muchos años hasta la puerta del templo en una burra.

Cenando en una ocasión con el ex alcalde de la Coruña, el apreciado Paco Vázquez, me decía con tristeza cómo se estaba instalando en nuestro país la intolerancia hacia la fe de los que se decían adalides de la libertad, hasta el punto de querer imponer un laicismo beligerante y excluyente de la religión y de la cultura religiosa, de la que paradójicamente emanan en la mayoría de los casos por medio de la religiosidad popular, las raíces y señas de identidad los pueblos de España. El Presidente Adrián Barbón, igualmente conciliador, decía que Rubiera fue un ejemplo de socialista: discreto, dialogante, poco amigo de guerras y confrontaciones. El fundador del PSOE afirmaba: ‘’No sólo hacen adeptos los partidos con sus ideologías, sino con buenos ejemplos y la recta conducta de sus miembros’’. Algo que he compartido varias veces en mesa y mantel con otros buenos amigos sin que ellos tuvieran nunca ningún problema por mi situación y condición, como Antonio Trevín (que ya fuera maestro mío en Primaria) y el vecino de Lugones Guillermo Martínez, que fuese Viceconsejero de Presidencia en uno de los últimos gobiernos socialistas en el Principado. Al hilo, posiblemente muchos lectores tampoco sepan que mi abuelo materno después de sortear de entrada una "pena de muerte" y después una "cadena perpetua", pasó nueve años en cárceles franquistas por "rojo". El motivo de las pretendidas condenas las pusieron y propusieron, como siempre, las mismas inquinas, necedades, envidias e ignorancias que a tantos otros...

Rubiera, por meticuloso, organizado y culto, era persona que tuvo la sabiduría filosófica de la distinción tomista, por eso hizo una labor archivística digna de absoluto reconocimiento. Ojalá se ponga en valor todo ese minucioso quehacer, el cual debería ser no sólo potenciado y custodiado seriamente, sino digitalizado y dado a conocer por los ayuntamientos de Oviedo y de Siero, así como puesto a disposición de tantas personas que se podrían enriquecer con su obra: ¿Cómo un hombre de tanta cultura y conocimiento como José Manuel  no se prodigó en publicar grandes libros, dar conferencias o regalar su saber con mayor presencia en las calles y vida pública? Seguramente porque como hombre inteligente tenía perfectamente claro que la gente de mente más corta suele tener la lengua más larga; Rubiera fue justamente lo contrario. 

                                                                                                                                    Descanse en paz

Geórgicas inmortales. Por Jorge Juan Fernández Sangrador

En un fragmento de un ánfora para el aceite, procedente de un yacimiento arqueológico del Valle del Guadalquivir, se ha visto recientemente que figuran incisos unos versos en latín del Libro I de “Las Geórgicas” de Virgilio, que, según los epigrafistas, se corresponden con éstos de las ediciones críticas que solemos usar: «Cambió la bellota caonia por la espiga fértil y mezcló las aguas del Aqueloo con las uvas descubiertas» (Geórgicas I,8-9).

Se cree que los escribió un niño, tal vez uno de los muchos que trabajaban en los alfares de la zona, que no pretendía que fuesen leídos por nadie, dado que se hallan en la base del ánfora, en la que fueron inscritos cuando ésta estaba aún, en el proceso de fabricación, secándose. Debió de ser a finales del siglo II o en la primera mitad del III de la era cristiana.

El hallazgo constituye un ejemplo más de la importancia que se dio a Virgilio en la obra de alfabetización de los habitantes del Imperio romano, aunque, por lo general, era a “La Eneida”, no a “Las Geórgicas”, a la que mayormente se recurría. Aunque va a ser verdad lo que decía Gregorio Marañón, a saber, que “Las Geórgicas” son inmortales: «Aquel libro inmortal, tal vez el que más veces he leído, “Las Geórgicas”, del maestro del Dante».

Así se explica el que Marañón sea uno de los mejores escritores que ha habido en lengua española y que la lectura de sus ensayos científicos sea del máximo agrado para quien no esté especialmente instruido en las materias de las que se ha ocupado con gran brillantez el eximio médico español, porque, él, inspirándose en el mejor tratado de Agricultura de todos los tiempos, “Las Geórgicas”, obra de un poeta, trata siempre de vestir de belleza literaria las afirmaciones en las que, en los diferentes asuntos que aborda, vierte su extenso saber.

Benito Pérez Galdós tenía a Virgilio por el mejor de los poetas que han existido jamás y a “Las Geórgicas” por la más excelente obra poética de todos los tiempos. Le gustaba recitar el final del libro II: «Felices los labradores si conocieran los bienes de que gozan … Disfrutan segura tranquilidad, una vida exenta de engaños, rica de variados bienes, largos solaces en sus extensas heredades, grutas frondosas, lagos de agua viva, frescos valles, los mugidos de las vacadas y blandos sueños a la sombra de los árboles… Feliz aquel a quien fue dado conocer las causas de las cosas… Nada doblega su ánimo… No conoce ni las duras leyes, ni el insensato foro, ni los anales del pueblo».

Y prosigue: «El labrador ara la tierra con la corva reja. Éste es su trabajo de todo el año; con él sostiene a su patria y a sus pequeñuelos hijos, y a sus ganados y a sus yuntas… No sosiega hasta que el año rebosa en frutos… Entre tanto, sus dulces hijos les andan en derredor buscando y obteniendo caricias; su casta morada es el asilo de la honestidad… También él celebra los días festivos… Esta vida hacían en otro tiempo los antiguos sabinos; así vivían Remo y su hermano, así creció la fuerte Etruria, así sin duda llegó a ser Roma la más hermosa de las ciudades y única en el mundo».

En estos versos de “Las Geórgicas” (Geórgicas II,358-542) debió de inspirarse Cervantes para componer el discurso de don Quijote a los cabreros (Quijote I,11). Son como para que entren todos los años en la EBAU, en un ejercicio de memoria, y que no se dé de paso a nadie que no los sepa de carretilla en latín (“O fortunatos nimium, sua si bona norint, Agricolas!… Felix qui potuit rerum cognoscere causas… Agricola incurvo terram dimovit aratro… Casta pudicitiam servat domus”), como parece que intentó hacer, en su día, con los del libro I de la obra virgiliana, grabándolos en un ánfora, para aprenderlos, recordarlos y deleitarse leyéndolos, un niño del Valle del Guadalquivir.

Fiesta de San Félix 2023


martes, 25 de julio de 2023

P. José Blanco, misionero de la cercanía. Por Joaquín Manuel Serrano Vila, Arcipreste de Oviedo


La Comunidad claretiana de Oviedo ha perdido a uno de sus puntales, el P. José Blanco Sanabria (C. M. F.) que sin olvidar nunca sus raíces zamoranas ni a su queridísimo pueblo de Valer de Aliste, supo hacerse un asturiano y un ovetense más ganándose el corazón de tantas familias de la parroquia del Corazón de María: comunidades del camino Neocatecumenal, miembros de Pastoral Familiar y todo aquel que se acercara al templo cordimariano de la plaza de América donde el Padre Pepe era la cercanía y amabilidad encarnada, el cual sabía poner a cada realidad parroquial calor y amor cristiano.

Siempre se podía contar con él; siempre estaba disponible para cualquier tarea y de forma muy concreta, como el resto de hermanos de Comunidad. Siempre colaboró como un miembro más del presbiterio diocesano implicado en la realidad del Arciprestazgo y de la Diócesis. Desde mi incorporación al Arciprestazgo me llamó la atención el entusiasmo de los religiosos en todos los campos de apostolado e iniciativas del Arzobispado, pero especialmente, el P. José Blanco y el P. Fernando Sotillo han sido dos incansables trabajadores de la Viña del Señor. Un viñedo que para ellos no terminaba en los límites de su Parroquia, sino que iba siempre más allá. Un guiño del buen Dios fue encontrarse aquí en Oviedo con Santa Eulalia de Mérida, Patrona de su parroquia y pueblo natal, al igual que de la Archidiócesis de Oviedo.

Sé que su partida es un duro golpe para la comunidad parroquial y para su Provincia Claretiana. Y es que el Padre Pepe tenía dos características: la primera ser fiel cumplidor de todas las citas; igual le daba el Vía Crucis arciprestal que el funeral del Papa Benedicto; la Novena de Covadonga o el retiro de Adviento... Allá llegaba él puntual a la convocatoria. Y por otro lado, tenía la gran capacidad de facilitar el trato, de entablar conversación sencilla y cordial y arrancar sonrisas y complicidades. Pequeño de estatura, pero muy grande de mente y corazón. Se desvivía por los quehaceres pastorales disfrutando de lleno particularmente en el acompañamiento a las personas.

Su vida fue de misión en suelo patrio, principalmente entre su Zamora natal y su "Patria querida". Profesor que dejó huella entre sus alumnos y abuelo-amigo de los niños: pastor cuidadoso de su rebaño. Prueba de todo ello pueden darla quienes le tuvieron de maestro, quienes de pequeños rieron con él en los campamentos veraniegos en Valdepuélagos, así como los fieles de Gijón y Oviedo que lo tuvieron como párroco, atento y sensible siempre a las realidades de sus feligreses. En su vida hizo suya la petición de San Antonio María Claret: “Debes mirar e imitar continuamente la humildad y la mansedumbre de Jesús; la humildad es el fundamento de todas las virtudes; y como se cae un edificio alto sin cimientos, así también vosotros si no sois humildes”. Esto fue sin la menor duda el P. Blanco: humilde y sencillo en todas las facetas de su ministerio.

Entregó su vida con generosidad prácticamente hasta el final. Seguramente si por él hubiera sido habría estado hasta el último suspiro al pie del cañón en la Parroquia. En estos tres últimos años convivió con una dura enfermedad que fue minando poco a poco sus fuerzas hasta que sus superiores optaron por trasladarle hace apenas unos días a la enfermería que los Claretianos tienen en León, donde falleció en la madrugada de este sábado 22 de julio. 

Lo encomendamos al Beato Juan Díaz Nosti y sus compañeros mártires de Barbastro, así como muy especialmente al Corazón Inmaculado de María.                           
                                                                                           Descanse en Paz

Santiago Apóstol, transmisor de la Fe en España

(COPE) Muchos son los Santos que ha dado España. Estos hunden sus raíces en la tradición cristiana del Apóstol Santiago que estuvo aquí y que celebramos hoy. Hermano de Juan, el Discípulo Amado del Señor, ambos fueron llamados a orillas del Lago de Galilea para ser discípulos. Y después de que Cristo se pasase la noche en oración fueron agregados a sus más íntimos que son los Apóstoles. Su sobrenombre fue Boanerges, que significa “hijo del trueno”.

El motivo es que cuando iban a Jerusalén en Samaría fueron despreciados y truvieron que bordear camino. Esto supuso que pidiesen venganza a Dios para que les mandase fuego del Cielo que les consumiese en castigo. Ahí es cuando el Maestro les reprende diciéndoles que es el espíritu de venganza quien les hace hablar así, porque Él no vino a condenar, sino a perdonar y salvar”. Forma parte de los tres discípulos más predilectos porque acompañan a Jesús en la resurrección de la hija de Jairo.

También suben a recibir consuelo en el Monte Tabor durante la Transfiguración, después del primer anuncio de la Pasión. Junto con su hermano pide los dos primeros puestos en el Reino de los Cielos, a lo que recibe la contestación de Jesús que beberían su cáliz pero que el puesto a la derecha o a la izquierda era sólo para quienes lo tenía reservado el Padre. Testigo de la Resurrección de Cristo, tras la Ascensión y la Efusión del Espíritu Santo en Pentecostés viene a Finisterre en Hispania a predicar el Evangelio.

Cuando vuelve a Palestina es el primero en morir mártir. Sus reliquias retornan a Iria Flavia, en Galicia. Hacia el año 813 un ermiitaño descubrió unas luces y se lo avisó al Obispo Teodomiro quien, encontró una inscripción que ponía que el yacente era Santiago el mayor. Por ello se construyó allí la Catedral donde se guardaron sus restos. Dado que se descubrió como luminaria se llamó Compostela que significa “campo de estrellas”. Santiago, Apóstol es Patrono de España, junto a la Inmaculada Concepción.

lunes, 24 de julio de 2023

A punto de partir hacia la JMJ


(Iglesia de Asturias) Este próximo martes, 25 de julio, partirá el primer grupo de peregrinos asturianos para vivir la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa. De las dos modalidades que se han ofrecido desde la Delegación de Pastoral Juvenil de la diócesis, esta es la que permitirá disfrutar de los conocidos como Días en la diócesis, una semana previa a la celebración de la JMJ en la que se convive con jóvenes de las diferentes diócesis del país que acoge este gran encuentro. En el caso de Asturias, la diócesis de destino será Oporto, y allí permanecerán unos días, instalados en parroquias.

«Anteriormente, los Días en la diócesis estaban organizados de tal manera que la acogida se hacía en familias. Muchos tendrán el recuerdo de lo vivido con la JMJ de Madrid, cuando parroquias de toda Asturias recibimos franceses o italianos, y se repartieron por las casas. Ahora en Oporto este proceso está resultando más complejo y la acogida se hará fundamentalmente en parroquias», explica el sacerdote Manuel Viego, Delegado de Pastoral Juvenil. Una vez allí los jóvenes convivirán con los chicos y chicas de Oporto, una oportunidad para compartir la fe y comprobar que «no son tan diferentes unos de otros», explica Viego, «que lo que se dice en las parroquias es similar, y aprender también cómo hacen ellos las cosas».

En total, 210 jóvenes participarán de la JMJ con la Delegación de pastoral Juvenil de la diócesis. La segunda remesa de peregrinos llegará a partir del día 31, para disfrutar ya, al día siguiente, a las 19 h, de la Misa de Apertura de la JMJ presidida por el Cardenal-Patriarca de Lisboa, D. Manuel Clemente, en la «Colina do Encontro» (parque Eduardo VII). El día 4 de agosto, a las 18 h, tendrá lugar el Vía Crucis con el Papa Francisco, también en este mismo emplazamiento, y al día siguiente tendrá lugar uno de los momentos más emblemáticos de las JMJ, la celebración de la Vigilia, que está prevista para las 20,45 h en al «Campo da Graça» (Campo Tejo), donde los jóvenes y el Papa Francisco, que presidirá el acto, rezarán y adorarán al Santísimo Sacramento.

La noche será muy larga, como es costumbre, tanto como para no diferenciarse del día siguiente, cuando, a las 9 de la mañana, tendrá lugar la clausura de esta JMJ con la Misa del Envío, último de los eventos centrales. Será en el mismo sitio del «Campo da Graça», donde los jóvenes habrán pernoctado.

Junto con estos actos centrales, multitud de iniciativas, catequesis y celebraciones diversas salpicarán estos días de la JMJ. Estará la Ciudad de la Alegría, el Parque del Perdón o los Encuentros Rise Up, por ejemplo. Un total de 480 actos en más de 100 espacios diferentes estarán disponibles para los participantes de esta JMJ durante todos los días, del 1 al 6 de agosto, exceptuando los momentos en que se celebren los actos centrales.

«Los españoles tendremos un encuentro previo, todos juntos, justo antes de la misa de apertura», explica el Delegado diocesano de Pastoral Juvenil. «Yo a los jóvenes siempre les digo que si quieren ver bien una JMJ mejor quedarse en casa y encender la tele. Vivir una JMJ es también participar de la incomodidad, de los largos traslados, las dificultades. Esa es la verdadera experiencia de un encuentro de tal magnitud. Pero siempre merece la pena ser testigo de un acontecimiento así». Los diversos actos programados, a pesar de sus nombres, cada vez más «elaborados», realmente responden a lo que siempre tuvo la JMJ: «encuentros vocacionales, la celebración del sacramento del perdón, cosas similares, aunque ahora lleven nombres en inglés, que parece que «molan» más».

Necrológica

Falleció el P. José Blanco Sanabria C.M.F. 

Natural de Valer de Aliste, provincia de Zamora. Hizo su primera profesión religiosa en 1961 y se ordenó sacerdote en 1969. En sus primeros años como presbítero estuvo destinado como profesor en Zamora y desarrolló su vocación misionera en diferentes lugares del noroeste peninsular.

Desempeñó tareas de servicio de gobierno entre los claretianos de la provincia de León entre 1980 a 1986. Fue párroco de la del Corazón de María de Oviedo de 1986 a 1995. De ahí pasó al colegio de Zamora, donde fue superior de la comunidad y director del centro juvenil hasta 2004. En esa fecha sus superiores le destinaron a Gijón. En la ciudad permaneció entre 2004 y 2013. Durante seis años, como queda referido, fue párroco del Corazón de María, y en ese tiempo (de 2007 a 2013), colaboró en las actividades pastorales del colegio gijonés y fue responsable del campamento de Primaria en Valdepiélago (León).

Finalizada la etapa en Gijón fue destinado por segunda vez a Oviedo, nuevamente como párroco del Corazón de María de Oviedo (de 2013 a 2020). La aparición de una grave enfermedad le obligó a dejar su cargo de rector, pero continuó formando parte de la comunidad claretiana de la capital asturiana y colaborando posteriormente en la iglesia parroquial. Hace unos días el agravamiento de su salud hizo necesario su traslado a la comunidad asistencial y de enfermería que los misioneros claretianos tienen en León, y de ahí a un centro hospitalario de la capital castellana donde falleció ayer.

El funeral de José Blanco Sanabria tuvo lugar en la capilla de la Casa de Ejercicios de los Claretianos, en León, ayer domingo a las 17.30 horas. Así mismo, en unos días se celebrará una eucaristía de acción de gracias en su memoria en la parroquia del Corazón de María de Oviedo.

D. E. P. 

El trigo y la cizaña. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

En este domingo XVI del Tiempo Ordinario el evangelio presenta tres parábolas entrelazadas que se apoyan en elementos del campo, y es que Jesucristo quiso revelarnos los misterios de la eternidad a través de ejemplos muy sencillos consciente de que los pequeños, los pobres e iletrados son a menudo los que mejor disposición tienen para recibir, comprender y hacer suyo el evangelio. Tan bueno es el Señor con nosotros que no nos deja a la intemperie para la comprensión de su verdad, sino que nos da su Palabra de vida a nuestra altura, con una pedagogía magistral inserta en nuestras realidades.

La parábola en la que nos detenemos hoy es la del trigo y la cizaña, donde Jesús trata de decirnos muchas cosas, más quedémonos al menos con tres con las que hacer nuestro este pasaje: En primer lugar hemos de tener claro que el trigo crece junto a la cizaña, y la cizaña junto al trigo; es decir, siempre hay bueno y malo, y está mezclado. En el análisis surge una tentación muy común en la que caemos constantemente, y es tratar de delimitar o separar con juicios donde termina uno y empieza otro. Los de este grupo son uno y los del otro lo contrario... Es un error, en todos los grupos y gentes hay trigo y cizaña; el mal y el bien conviven y crecen juntos, y no debemos jamás generalizar, pues pasaría que terminaríamos equivocándonos y obteniendo el resultados fallidos. No llamemos cizaña a lo que puede ser trigo. Todos nosotros en nuestro interior tenemos parte de uno y de otro, y nadie tiene derecho a hacer juicios de valor sobre otros que pueden ser temerarios; es más, el que realmente en sí mismo logra que haya más trigo que cizaña, jamás saldrá de su boca una sentencia sobre otro. 

Otra realidad que tenemos de tener presente es lo dificilísimo que es distinguir uno de otro. Si nos fijamos en una espiga de trigo y una espiga de cizaña son prácticamente idénticas, pero no lo son, ciertamente, y esto lo saben muy bien los agricultores. Así nos ocurre a nosotros cuando estamos convencidos de que debemos de adoptar una actitud concreta hacia una persona y, por ejemplo, le negamos el saludo o ponemos zancadillas haciéndole "la vida imposible". Y pensamos: ''lo estoy haciendo bien, pues como es cizaña debo contribuir a arrancale''... Nos obcecamos, y queriendo actuar en justicia resulta que nosotros mismos nos convertimos en cizaña, y los que nos están padeciendo son en verdad el trigo. Pero claro, lo más difícil para las personas es reconocer los propios errores, rectificar y ser capaz de ver que hasta la persona que me parece la más mala tiene su lado bueno que yo nunca he descubierto o querido ver. 

Ante ello, ¿cuál es la misión que tenemos en la vida como cristianos?... Hay personas que piensan que su misión es acabar con los malos a modo de terrible justiciero. Esto es común por desgracia también dentro de nuestra Iglesia y en todos los ámbitos sociales y culturales, lo que en nosotros supone un terrible antitestimonio. Laicos que piensan que sólo ellos son buenos y el resto de la parroquia son todos unos ateos y malos; sacerdotes o religiosas que piensan que sólo ellos hacen bien todo y los demás son una calamidad, o conservadores y progresistas que se agotan en señalar al contrario como la cizaña... Esto es uno de los mayores fracasos del cristianismo: jugar a ser segadores de cizaña. Hay que ser muy atrevidos para hacer batalla a los malos, cuando uno mismo en sí tiene mucho mal que combatir. La mejor forma de que aumente el trigo en nuestra Iglesia es hacer esta lucha en nuestro propio interior, quemando nuestra propia cizaña y cuidando también del buen trigo. Ojalá sepamos hacer nuestras estas parábolas, y así algún día brille para nosotros el sol en el reino de nuestro padre.

domingo, 23 de julio de 2023

Evangelio Domingo XVI del Tiempo Ordinario

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,24-43):

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho." Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero."»
Les propuso esta otra parábola: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»
Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente.»
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré los secretos desde la fundación del mundo.»
Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará sus ángeles y arrancarán de su reino a todos los corruptos y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su padre. El que tenga oídos, que oiga.»

Palabra del Señor

viernes, 21 de julio de 2023

Elecciones generales 2023. Por Monseñor Demetrio Fernández

Este domingo 23 de julio somos convocados a las urnas para expresar nuestro voto. De tales elecciones surgirá el Parlamento, las Cortes y el Senado, que resumen la soberanía popular. Y de ese Parlamento vendrá el respaldo al que será Presidente del Gobierno de España durante los próximos cuatro años. Acontecimiento importante, para el que pedimos a Dios su gracia y su ayuda. 

Conviene acercarse a cada uno de los programas que presentan los diferentes partidos políticos, para formarse un juicio concreto y votar en consecuencia. De entrada, hemos de decir que ningún partido político se identifica plenamente con el Evangelio y todos y cada uno recoge elementos de la enseñanza de Jesucristo en el Evangelio. Conviene que los fieles cristianos conozcan la doctrina social de la Iglesia, que viene elaborada por los principios evangélicos, la moral católica y su aplicación al momento presente, según las necesidades que presenta la sociedad. La Iglesia es rica en doctrina social, porque busca siempre el bien de la persona. 

Qué elementos a tener en cuenta a la hora de votar. En primer lugar, ir a votar. Es un derecho y es una obligación participar en los procesos electorales, como ciudadanos responsables que viven hoy en esta sociedad. Nuestra participación en la vida social no se reduce a emitir el voto o depositarlo en las urnas, pero ciertamente esta acción no debe dejarse por pereza, por comodidad o por desinterés. El cristiano se siente ciudadano de este mundo, y su compromiso cristiano le lleva a tomar opciones que construyen la sociedad en la que vive. 

Luego, además, hay muchos criterios a tener en cuenta a la hora de elegir una opción concreta. A manera de referencia, señalo algunos: 

La vida, la promoción de la vida, el respeto a la vida en todas las fases de su existencia. Desde el momento en que la vida es concebida en el seno materno, la vida es sagrada, porque es siempre un don de Dios. Trabajar en esa dirección, aunque no puedan cumplirse todos los objetivos, dada la pluralidad de opciones que conviven en nuestra sociedad. A eso se añade el problema de la baja natalidad, que va despoblando nuestro suelo y haciendo que sean más los mayores que los niños. Programas que fomenten la vida y la natalidad. 

Y el respeto sagrado a la vida debe llevar a atender a los débiles, a los más vulnerables o disminuidos, a las personas que afrontan una enfermedad incurable incluso en situación terminal. Una sociedad mide su altura moral por la capacidad que tiene de atender a estas personas. Introducir la “muerte digna”, esto es, matar al que sufre porque es más barato que atenderle, es una grave degradación social, aunque lo pidiera el enfermo. Cuando un enfermo es querido y atendido, no pide la muerte. 

El nido de la vida es la familia, la unión del varón y la mujer abierta a la vida, que Dios santificó desde el principio y que Jesucristo ha elevado a la categoría de sacramento. Ya sé que muchos piensan otra cosa, y respeto a las personas sea cual sea su situación, pero Dios tiene un plan para el hombre en la familia tal como Él la ha diseñado, y ahí está la felicidad del hombre y de la mujer, y la armonía de la sociedad entera. No se trata de la familia tradicional, sino de la familia según el plan de Dios, que no pasa de moda. 

Analizar las propuestas de progreso social para todos, sin excluir a nadie. Y menos aún sin excluir a Dios o no dejándole lugar. Dios es el mejor garante de los derechos y la dignidad humanos. Prestar especial atención a todas las situaciones humanas de injusticia, de marginación, de violencia, de respeto a la dignidad de la persona, del derecho al trabajo digno, del derecho a la vivienda, del derecho a la educación según la elección de los padres, del derecho a una sanidad para todos, y de la solidaridad con los más pobres de la tierra, incluyendo a los emigrantes, que buscan una mejor situación y nos aportan tanto. 

Y en el medio ambiente, amar y cuidar la naturaleza porque es obra de Dios creador para el hombre, reconociendo en ella las huellas del Creador. No malempleando los recursos naturales ni sometiendo a la creación a tortura o violencia, que contamina y mata. Cuidemos todos la casa común, según la ecología integral de Laudato si´. 

Y como postura final, aceptar el resultado como expresión de la voluntad de un pueblo. Nos gusten o no, sean de los nuestros políticamente o no, aceptamos el resultado de las urnas y nos disponemos a convivir y colaborar, respetando la autoridad de los que gobiernen. Oramos por este momento importante de nuestra convivencia.

Hay camino. Por Rodrigo Menéndez Piñar

(Infocatólica) Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Un gran maestro siempre glosaba los versos de Antonio Machado diciendo: ¡Qué bien suena y qué gran mentira es!

Nos disponemos a peregrinar, D.v., un año más a Covadonga. Una peregrinación conlleva una gran caminata, una actividad que es profundamente natural en el ser humano ─ahí están tantos montañeros, excursionistas, domingueros... que aprecian las marchas en medio de la naturaleza─ hacia un destino singular. Muchos de los familiares y amigos, al conocer nuestra peripecia, exclamarán con gran entusiasmo que se trata de «toda una experiencia», de una «gran aventura», de algo que está «muy chulo». ¡Y qué duda cabe! Peregrinar tres jornadas seguidas a algo más de 30 kilómetros por día en el bello paraje del antiguo Reino de Asturias, desde Oviedo a Covadonga, reviste estos atributos otorgados por el hombre moderno. Está lleno de goces sensibles que muchos aspiran a disfrutar en los tiempos estivales y también de ciertas virtudes naturales cuya forja no es nada desdeñable: el desafío de la superación personal, la perseverancia en medio del cansancio, la contemplación de los verdes valles del norte, el compañerismo que aflora ante la dificultad... o, incluso, por qué no, la complacencia casi paradisíaca de la gastronomía lugareña, que no tiene nada que envidiar a las mejores cocinas españolas.

Sin embargo, peregrinar es, ante todo, una actividad hondamente cristiana, sobrenatural. Los frutos que se buscan son propiamente sobrenaturales. Y, aunque como buenos católicos sabemos que la gracia no destruye la naturaleza, es menester que todas las dimensiones naturales estén engarzadas en una gran empresa sobrenatural. Dicho con términos ignacianos: que todas nuestras intenciones, acciones y operaciones estén puramente ordenadas en servicio y alabanza de su Divina Majestad. Será esto lo que dé auténtica especificidad cristiana a estas fechas, no permitiendo que se conviertan en unos días de meras vacaciones. Y para ordenar todo a su verdadero fin sobrenatural nada mejor que considerar que la historia de la Salvación y la formación del pueblo de Israel, nuestros padres ─porque según san Pablo somos nosotros, los cristianos, los verdaderos israelitas e hijos de Abraham─, están enraizadas en una gran peregrinación:

El Señor dijo a Abrán: «Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra». Abrán marchó, como le había dicho el Señor (Gn 12, 1-4).

Así funda nuestro buen Dios el linaje y la casa de los Patriarcas: mandando al padre de todo el Pueblo Elegido que peregrine hacia la Tierra Prometida, en donde Dios promete hacer de Abraham una gran nación y bendecirlo hasta tal punto que en él serán benditas todas las naciones de la Tierra. He aquí la clave de toda la Historia Sagrada. Los cristianos sabemos que esta gran promesa se cumplirá cuando el Verbo de Dios haya nacido del linaje de Abraham, convirtiéndose en la fuente de bendición para todos. Pero hasta entonces el Pueblo de Israel experimentará una especie de peregrinación continua durante siglos, pasando por la dura esclavitud de Egipto y su liberación, hasta conseguir asentarse y fundar el reino en la tierra de Canaán. Entonces también vendrán las dificultades e incluso la expulsión de la propia Tierra Prometida, para seguir de peregrinación en el exilio hasta alcanzar el regreso y la reconstrucción del Templo y la Ciudad Santa. Sabemos también los cristianos que todo esto no era sino la imagen pasajera de la realidad eterna que nuestro Señor Jesucristo venía a traer. Él es el Reino, incoado ya en esta vida en todos aquellos que se unen a Él por medio de la gracia, a la espera de llegar a constituir lo que vio anticipadamente san Juan:

Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo. Y oí una gran voz desde el trono que decía: «He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el «Dios con ellos» será su Dios». Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido. Y dijo el que está sentado en el trono: «Mira, hago nuevas todas las cosas». (Ap 21, 1-5)

Este será el definitivo cumplimiento de la promesa de Dios. Pero hasta entonces, de alguna manera, seguimos de peregrinación. Y cuando nos disponemos a peregrinar tres días hacia Covadonga, lo hacemos con el pensamiento puesto en que desde los inicios hasta el fin la vida de los hijos de Dios reviste características de peregrino: hay un punto de partida y hay una meta; hay lucha y combate contra las dificultades de la travesía; hay peligros por asalto en las oscuras veredas; hay solaz y alivio en los puertos seguros y restitución de fuerzas en las buenas posadas; hay lugares para restañar las heridas y sanar de las enfermedades; hay flores que contemplar y sirenas que evitar; hay fieras que enfrentar y dardos que eludir; hay amigos, para hacerse espaldas unos a otros, al decir teresiano; y hay enemigos que arrostrar. Hay, en definitiva, un camino a recorrer. Y este camino nos llevará desde la miseria propia en la que venimos a este mundo hasta la mayor de las riquezas: de la indigencia de los hijos de Eva a la posesión de los hijos de Dios en la visión beatífica. Bien podemos decir los hijos de Israel:

Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí como emigrante, con pocas personas, pero allí se convirtió en un pueblo grande, fuerte y numeroso. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestros gritos, miró nuestra indefensión, nuestra angustia y nuestra opresión. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y prodigios, y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel (Dt 26, 5-9).

Y esto lo decimos, parafraseando a Tolkien, con la convicción de que no toda la gente errante anda perdida (Not all those who wander are lost). A veces la vida de los que deseamos ser fieles a la Tradición parece errante, fuera de lugar, incluso anacrónica. Para el Mundo, sin duda, resultará extravagante y procurará maltratarnos, oprimirnos e imponernos una dura esclavitud. Pero nosotros sabemos que una vida errante en este mundo no quiere decir perdida. Y sabemos que las sendas que hollaron nuestros mayores, desde Abrahám hasta nuestros abuelos; las huellas que dejaron los que nos precedieron y que nosotros nos esforzamos por seguir; la Tradición que nos es legada de generación en generación, de la que aprendemos a saber quienes somos, por qué luchamos y hacia dónde nos encaminamos; todo lo que a su vez procuramos atesorar, pulir y ofrecer a los más pequeños; será la garantía de ver los signos y los prodigios de Dios, pues no es otra cosa que seguir el Camino o, mejor, seguir a Aquel que ha dicho: Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida (Jn 14, 6) y que no ahorró desvelos hasta desgastarse por cada uno de nosotros. ¡Qué elocuente es el pasaje de la Samaritana! Y Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era hacia la hora sexta (Jn 4, 6).

¡Señor Jesús! Queremos acompañarte en la hora sexta que es la de la Cruz. Queremos ir tras tus huellas, cansándonos en el camino, hasta llegar al pozo de nuestro padre Israel que es tu pecho abierto de donde mana leche y miel. Queremos ser hijos errantes, fieles peregrinos, que cuando se vean pobres y sin fuerzas se dirijan a ti con las palabras de la Liturgia, arguyendo en su favor que su verdadero y auténtico padre, el nuevo Adán, cabeza del linaje humano, quiso llegar a ser un arameo errante, un peregrino, por mucho que su alma estuviese ya en la Tierra Prometida por la visión beatífica desde el mismo instante de su existencia: Recordare, Iesu pie, quod sum causa tuæ viæ; ne me perdas illa die (acuérdate piadoso Jesús que yo fui causa de tus caminos; no me pierdas en aquel día).

¡Caminantes! ¡Hay camino! ¡Sólo tenemos que andar! El Camino entregado por el Señor Jesús a los Apóstoles y de éstos, generación tras generación, a nosotros. El Camino de la Tradición.