sábado, 31 de agosto de 2019

Curso 2019 - 2020


La humildad ofrece dignidad a los otros. Por Fray Miguel de Burgos

Nos encontramos con dos parábolas del buen comportamiento en la mesa. El texto de Lucas está bien construido. En la primera Jesús se dirige a los comensales a propósito del puesto que deben ocupar cuando son invitados (vv. 7-11) y en la segunda se dirige a quien invita para que haga una buena elección de los invitados (vv.12-14). Claro, que nada es lógico en estas parábolas, porque sucede que cuando somos invitados nos gustaría ser de los principales; y cuando invitamos nos gustaría hacerlo teniendo en cuenta la importancia de los mismos. No es eso lo que se propone en este conjunto, que toma la “mesa” como símbolo casi religioso. Las famosas “comunidades” fariseas (havurah/havurot, de haver, amigo), tenían cuidado de no invitar a nadie que no cumplieran con normas estrechas de comportamiento, de preceptos, de comidas kosher, etc.. No era admitido cualquiera a estas havurot. Por eso tiene mucho sentido las propuestas “alternativas” de Jesús a los suyos. En la mesa se compartía amistad e ideas, y por eso tenía tanta importancia.

El evangelio, como ya se ha puesto de manifiesto, se nos propone la humildad. ¿Por qué, para ser un buen seguidor de Jesús es necesario ser el último, el servidor de todos? ¿No es una falsedad aparentar lo que no se es? Aquí no cabe otra explicación que el mismo misterio de la condescendencia divina, que siendo poderoso, se ha hecho como uno de nosotros. La parábola de los primeros y los últimos puestos en un banquete le sirve a Jesús para poner de manifiesto la humildad. El marco de esta parábola es la de un sábado en que Jesús es invitado a casa de un fariseo. Los fariseos, sus escribas, no gozan de buen nombre en el evangelio (Lc 20,46-47). ¿No es bueno aspirar a ser el primero, el mejor, el más perfecto? Si lo miramos desde la perspectiva de los deportistas en las Olimpiadas parecería que no es muy acertada la proposición de Jesús, aunque hoy sabemos que solamente gana uno; y muchos deportistas nos dan la lección de que es tan importante participar como ganar.

De alguna forma este ejemplo lo podíamos aplicar a la vida cristiana: todos valen en una comunidad, todos tienen algo positivo, todos tienen algo bueno. No importa ser los primeros si ser el primero nos lleva a ser arrogantes e inmisericordes. Por eso la segunda parábola de la lectura de hoy pide que no invitemos o compartamos nuestra amistad con los que nos van a pagar, sino con aquellos que no pueden responder a nuestra generosidad. Y es que el tema de la humildad, cristianamente hablado, se resuelve en la generosidad. El que es humilde es generoso, misericordioso con los otros. Esa es la razón por la que la humildad cristiana es actitud sabia y principio de amor.

viernes, 30 de agosto de 2019

Víspera de la Santina


El arzobispo de Oviedo, ante la falta de curas: "Los seglares deben participar más"

"Hay que llegar a todas las parroquias de la región, aunque solo sea para dar catequesis a un único niño", asegura Jesús Sanz Montes en La Granda

(lne) "La despoblación y la falta de nacimientos también afectan a la Iglesia", señaló ayer el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, tras su intervención en los cursos de verano de La Granda. "No hay novecientos curas que puedan atender las novecientas parroquias de Asturias, a las que hay que llegar aunque solo sea para dar catequesis a un niño", añadió. Las unidades pastorales surgieron precisamente como una solución al problema de la falta de curas y del vaciado de las zonas rurales. Están implementadas en las tres grandes vicarías: Oviedo-Centro, Avilés-Occidente, Gijón-Oriente. "Las tres están funcionando bien. Aunque no es una cuestión únicamente asturiana, el Principado es pionero en la puesta en marcha de las unidades pastorales", explicó Sanz, en relación con esta medida que consiste en organizar las parroquias conjuntamente de manera que sea posible atender a todos los fieles.

Aunque el número de practicantes se ha visto superado ya por el de ateos y agnósticos, de acuerdo con los datos del último CIS, el Arzobispo se mostró tranquilo con el porcentaje de creyentes: dos de cada tres españoles se declaran católicos. "El filósofo español Gustavo Bueno decía ser ateo-cristiano. No expresaba la fe, pero su cultura era cristiana. Lo importante es que el 70% de la población española se considera cristiana, luego cada uno vivirá su fe como considere", comentó el doctor en Teología, quien también hizo alusión al cambio que se había producido dentro de las parroquias donde "el cura ya no lo es todo, y los seglares tienen que participar más para formar comunidad y colaborar en actividades como la catequesis".

La intervención del responsable del Arzobispado de Oviedo desde 2010 estuvo dedicada a cuatro santos ejemplo de renovación en el seno de la Iglesia: Francisco de Asís, Domingo de Guzmán, Buenaventura de Francisco y Tomás de Aquino. En su discurso, sostuvo que el Dios que conocemos "tiene más de rebelde que de resignado apático", lo que se puede apreciar en las acciones de estos cristianos.

En el marco de Asturias, quiso destacar a Melchor de Quirós, a los mártires de Nembra y a los nueves seminaristas, beatificados en Oviedo el pasado mes de marzo. "Ahora tenemos en curso de beatificación el ejemplo de una madre de familia, Práxedes Fernández, de la Cuenca Minera. Es el testimonio de la santidad cotidiana", comentó Sanz Montes, en una jornada dedicada a la revisión de la historia del catolicismo a través de grandes figuras.

jueves, 29 de agosto de 2019

Estoy deseando que me echen la bronca. Por Jorge González Guadalix

(De profesión cura) Bueno, aunque tanto como deseando… Lo cierto es que me haría una enorme ilusión que mis feligreses me echaran por lo menos una bronca diaria. Es lo mínimo que uno se puede pedir. Sería, de verdad, el cura más feliz del mundo. Así como se lo cuento. Sería una locura que al menos una vez al día alguien me echara una bronca por apercibimiento de carta al arzobispo en caso de no enmendarme, por cosas como:

No preparar la predicación

Faltar a la doctrina de la Iglesia en predicación o catequesis

Celebrar la misa de cualquier modo

Dar de comulgar sin avisar de las condiciones

Dedicar escaso tiempo al confesionario

No acudir lo suficiente a visitar, confesar y atender a los enfermos

Negarme al rosario o la exposición del Santísimo

Despreciar a los santos

Tener abandonados a los pobres

Vivir sin el debido respeto a mi condición sacerdotal

No atender lo suficiente la dirección espiritual

No preocuparme por el decoro de los templos parroquiales

No hay manera. Parece que estas cosas a pocos importan.

Otras broncas sí me llegan:

Por no permitir flores artificiales

Por la colocación de los bancos

Por decir que no se puede comulgar en pecado mortal

Por avisar, despacito, de que es obligado arrodillarse en la consagración

Por no querer canto de paz

Por pretender cambiar de ubicación la imagen de San Expedito

Por ir al bar

Por no ir al bar

Estoy loco por broncas de las primeras. La realidad es que me sobran de las segundas.

Necrológica

Falleció el sacerdote diocesano Rvdo. Sr. D. Ángel María Fernández Fernández

Había nacido en Trubia (Oviedo) el 7 de Enero de 1946

Ingresa en el Seminario Diocesano donde cursa los estudios eclesiásticos. Recibe la ordenación diaconal y es destinado a la Parroquia de San Pedro Apóstol de Grado como diácono adscrito, durante el curso pastoral 1971-1972. 

Es ordenado sacerdote el 7 de Mayo de 1972 de manos del entonces arzobispo de Oviedo Monseñor Gabino Díaz Merchán. 

Sus encomiendas pastorales fueron:

Ecónomo de Santa María de Restiello y su filial de San Martín de Vigaña - Grado (1972)

Encargado de Santa María de Villandás - Grado (1972)

Coadjutor de San Pablo de la Argañosa - Oviedo (1972 - 1974)

Coadjutor de San Francisco de Asís - Oviedo (1974 - 1983)

Vicario Parroquial de San Francisco de Asís - Oviedo (1983-   )

Teniente - Arcipreste de Oviedo Centro (1982 - 1996)

Arcipreste de Oviedo Centro (1996 - 1998)

Vice-arcipreste de Oviedo (1998 - 2000)

Mientras las fuerzas se lo permitieron sirvió físicamente a la Parroquia, y cuando por su salud ya no pudo seguir acudiendo al templo siguió unido desde la oración a su querida comunidad parroquial, a la que dedicó prácticamente toda su vida ministerial a excepción de los dos primeros años.

El funeral por su eterno descanso, presidido por el Sr. Arzobispo, se celebrará en la parroquia de San Francisco de Asís de Oviedo, el jueves día 29 de Agosto a las 17,00 horas. Después su cadáver será incinerado y sus restos cinerarios inhumados en el columbario de la Parroquia de San Francisco, en la zona destinada a los sacerdotes.

D. E. P.

''Mi boca contará tu auxilio, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas''. (Sal 70)

miércoles, 28 de agosto de 2019

Catequesis del Papa Francisco en la audiencia general

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La comunidad eclesial descrita en el Libro de los Hechos de los Apóstoles vive de tanta riqueza que el Señor pone a su disposición –¡el Señor es generoso!–, experimenta un crecimiento numérico y un gran entusiasmo, a pesar de los ataques externos. Para mostrarnos esta vitalidad, Lucas, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, señala también lugares significativos, por ejemplo el pórtico de Salomón (cf. Hch 5,12), lugar de encuentro de los creyentes. El pórtico (stoà) es una galería abierta que sirve como refugio, pero también como lugar de encuentro y testimonio. Lucas, en efecto, insiste en los signos y prodigios que acompañan a la palabra de los Apóstoles y en el cuidado especial de los enfermos a los que se dedican.

En el capítulo 5 de los Hechos, la Iglesia naciente se muestra como un «hospital de campo» que acoge las personas más débiles, es decir, a los enfermos. Su sufrimiento atrae a los Apóstoles, que no poseen «ni plata ni oro» (Hch 3,6) -como dice Pedro al lisiado-, sino que son fuertes en el nombre de Jesús. A sus ojos, como a los ojos de los cristianos de todas las épocas, los enfermos son destinatarios privilegiados del feliz anuncio del Reino, son hermanos en los que Cristo está presente de modo especial, para que todos nosotros los busquemos y los encontremos (cf. Mt 25, 36.40). Los enfermos son privilegiados para la Iglesia, para el corazón sacerdotal, para todos los fieles. No hay que descartarlos, al contrario, hay que curarlos, cuidarlos: son el objeto de la preocupación cristiana.

Entre los apóstoles emerge Pedro, que tiene preeminencia en el grupo apostólico por el primado (cf. Mt 16, 18) y la misión recibida del Resucitado(cf. Jn 21, 15-17). Es él quien da luz verde a la predicación del kerigma el día de Pentecostés (cf. Hch 2, 14-41) y quien, en el Concilio de Jerusalén, desempeñará un papel principal (cf. Hch 15 y Gál 2, 1-10).

Pedro se acerca a las camillas y pasa entre los enfermos, como lo hizo Jesús, asumiendo enfermedades y dolencias (cf. Mt 8,17; Is 53,4). Y Pedro, el pescador de Galilea, pasa, pero deja que se manifieste otro: ¡que sea el Cristo vivo y obrero! El testigo, en efecto, es el que manifiesta a Cristo, tanto de palabra como en presencia del cuerpo, lo que le permite relacionarse y ser una extensión del Verbo hecho carne en la historia. Pedro es el que hace las obras del Maestro (cf. Jn 14,12): mirándolo con fe, se ve a Cristo mismo. Lleno del Espíritu de su Señor, Pedro pasa y, sin que él haga nada, su sombra se convierte en «caricia» sanadora, en comunicación de salud, en efusión de la ternura del Resucitado que se inclina sobre los enfermos y restaura la vida, la salvación y la dignidad. De este modo, Dios manifiesta su cercanía y hace de las heridas de sus hijos «el lugar teológico de su ternura» (Homilía matutina, Santa Marta, 14.12.2017).

En las heridas de los enfermos, en las enfermedades que impiden avanzar en la vida, está siempre la presencia de Jesús, las heridas de Jesús. Ahí está Jesús llamándonos a cada uno de nosotros a cuidarlos, a apoyarlos, a sanarlos. La acción sanadora de Pedro despertó el odio y la envidia de los saduceos, que encarcelaron a los apóstoles y, conmocionados por su misteriosa liberación, les prohibieron enseñar. Esta gente vio los milagros que los apóstoles no hicieron por arte de magia, sino en el nombre de Jesús; pero no quisieron aceptarlo y meterlo en la cárcel, los golpearon. Entonces fueron milagrosamente liberados, pero los corazones de los saduceos eran tan duros que no querían creer lo que veían. Pedro respondió ofreciendo una clave de la vida cristiana: «Obedeced a Dios en vez de a los hombres» (Hch 5,29), porque ellos -los tristes- le decían: «No tienes que seguir adelante con estas cosas, no tienes que curar» – «Yo obedezco a Dios antes que a los hombres»: es la gran respuesta cristiana.

Esto significa escuchar a Dios sin reservas, sin demoras, sin cálculos; adherirnos a Él para ser capaces de hacer una alianza con Él y con aquellos que encontramos en nuestro camino. Pidamos también al Espíritu Santo la fuerza para no asustarnos frente a aquellos que nos mandan que nos callemos, nos calumnien e incluso ataquen nuestras vidas. Pidámosle que nos fortalezca interiormente para estar seguros de la presencia amorosa y consoladora del Señor a nuestro lado.

Perdonanza 2019


martes, 27 de agosto de 2019

«No estoy muerta del todo. ¡Viva Cristo Rey!»: así remataron a una de las mártires de Somiedo

(Alfa y Omega) El pasado 12 de junio, el Papa Francisco firmó el decreto que abre las puertas a la beatificación de las tres enfermeras de la Cruz Roja martirizadas por milicianos del Frente Popular en Pola de Somiedo (Asturias), en los primeros meses de la Guerra Civil. Con ese motivo, José Calderero de Aldecoa ha entrevistado en Alfa y Omega a Manuel Gullón, sobrino de una de ellas, sobre las circunstancias de aquella muerte y el momento en el que se encuentra la causa:

Cuando los milicianos tomaron el hospital y apresaron a Pilar Gullón Yturriaga y a sus dos compañeras –Octavia Iglesias Blanco de la Cela y Olga Pérez-Monteserín Nuñez– les ofrecieron la libertad si renunciaban a su fe, pero se negaron en rotundo y, entonces, las fusilaron en un descampado anejo a la casa donde estaban retenidas en Pola de Somiedo (Asturias) el 28 de octubre de 1936.

«Mi tía no murió al instante, se incorporó y dijo: “No estoy muerta del todo. ¡Viva Cristo Rey!” y una miliciana se acercó y la remató», cuenta a Alfa y Omega Manuel Gullón, sobrino de Pilar, promotor de la causa de las tres mártires y presidente de la Fundación Mártires de Astorga –formada por Manuel, sus cinco hermanos y los sucesivos obispos de Astorga–.

El delito que cometieron las tres jóvenes –de 22 años, 23 y 41 años– fue el de ser miembro de la Hijas de María, de las Conferencias de San Vicente de Paúl y de Acción Católica. Su visión católica les llevó a ofrecerse como voluntarias para atender a los heridos de un hospital colocado en el mismo frente de batalla durante la Guerra Civil. «Pilar fue la primera en ofrecerse. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera por los demás. Tenía un gran espíritu de sacrificio y de entrega», asegura Gullón.

Tras su ofrecimiento, hicieron un curso de la Cruz Roja y las mandaron al hospital, donde «se dedicaban a cuidar a los heridos». También «asistían a Misa todos los días. En una carta, Pilar decía que estaba cuidando a los heridos, que le daba pena, pero que estaban tocando las campanas y tenía que dejarles un rato para ir a Misa».

Homenaje a nuestro padre

El proceso de beatificación se inició en 2006 impulsado por los sobrinos Gullón, pero «el verdadero promotor fue nuestro padre [hermano pequeño de Pilar]. Toda nuestra vida nos habló muchísimo de ella, de lo alegre y extrovertida que era, de su profunda espiritualidad», explica Manuel.

Por eso, cuando el Papa Francisco firmó el decreto de martirio el pasado 11 de junio, los sobrinos de Pilar sintieron «una alegría inmensa» porque de algún modo «la Iglesia reconocía oficialmente todo lo que nuestro padre nos había contado de su hermana. Este proceso también es un homenaje a nuestro padre», asegura el presidente de la fundación.

Beatificación sin fecha

A pesar de que el Papa firmó el decreto hace casi tres meses, todavía no hay fecha prevista para la beatificación. «Hay que recordar que estamos sin nuncio en España y sin obispo en Astorga, lo que está retrasando un poco las cosas», explica el promotor de la causa, que próximamente viajará al Vaticano para reunirse con la Congregación para las Causas de las Santos.

Mientras tanto, el próximo 15 de septiembre se celebrará una Misa en la catedral de Astorga –donde están enterradas las tres mártires– como acción de gracias por la firma del decreto de martirio y el consiguiente anuncio de la beatificación.

De la beatificación, Manuel Gullón espera «que sirva de ejemplo principalmente a los jóvenes. Ellas eran tres enfermeras jóvenes que son modelo de esfuerzo, de sacrificio y de amor por los demás», concluye.

Parolin: "Profundizar en la liturgia nos hace capaces de amar"

(Vatican News) En una Carta con motivo de la 70ª Semana Litúrgica Nacional, el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de Su Santidad, transmite el saludo del Papa y exhorta a comprender mejor el significado y el lenguaje simbólico de la liturgia, incluyendo el arte, el canto, la música y el silencio.

Difundir la "formación litúrgica" para ayudar al Pueblo de Dios a amar la liturgia como "experiencia de encuentro con el Señor y con los hermanos", orientada a la conversión, que hace capaces de amar y servir a los hermanos como lo hizo Cristo. Ésta es la misión a la que anima el Cardenal Pietro Parolin al dirigirse a quienes participan en la 70ª Semana Litúrgica Nacional, reunidos en la localidad italiana de Mesina desde este 26 de agosto y hasta el próximo día 29.

En efecto, cada año, cientos de personas se reúnen en una diócesis de Italia. Y este año reflexionan sobre el tema: "Liturgia: llamada para todos a la santidad bautismal".

En su Carta dirigida a Monseñor Claudio Maniago, Obispo de Castellaneta y Presidente del Centro de Acción Litúrgica, que organiza el evento, el Cardenal pide, precisamente, que se ayude las comunidades “a interiorizar mejor la oración de la Iglesia", redescubriendo sus contenidos y observando sus ritos. "La liturgia será auténtica, es decir, capaz de formar y transformar a los que participan en ella" – explica el Cardenal Parolin – si los pastores y los laicos "aprenderán cada vez mejor a captar su significado y su lenguaje simbólico, incluyendo el arte, el canto y la música al servicio del misterio celebrado, entendiendo también el silencio".

Santidad y liturgia

En el centro de la iniciativa de la Semana Litúrgica Nacional se destaca, de hecho, la importancia de profundizar la renovación litúrgica querida por el Concilio Vaticano II. Y el Cardenal Parolin desvela el vínculo entre la santidad y la liturgia al referirse de modo especial a la Constitución del Concilio sobre la sagrada liturgia, Sacrosanctum  Concilium. 


Los Padres conciliares, recuerda, "insisten en que la liturgia, en el momento en que celebra la santidad, santifica a los que participan en ella", tal como lo recordó el Papa Francisco al afirmar: "La liturgia es vida para todo el pueblo de la Iglesia". "En la liturgia, la santidad inaccesible de Dios", de hecho, se comunica en Cristo con el rostro de la misericordia, del amor gratuito y la Liturgia permite a los hombres vivir su propia vida".

De manera que, por tanto, el Papa desea que precisamente de esta Semana "madure la conciencia de que la liturgia es un lugar privilegiado en el que la santidad de Dios nos atrae hacia Él".

De la liturgia la conversión para comportarse como el Señor

En la Eucaristía el Espíritu Santo nos hace partícipes de la vida divina que "transfigura todo nuestro ser mortal, haciéndolo capaz de amar" como hizo Cristo y ofreciendo la propia vida al servicio de los hermanos. La liturgia es, de hecho, "una experiencia orientada a la conversión de la vida a través de la asimilación del modo de pensar y de actuar del Señor", evidencia el Cardenal Parolin, recordando las palabras del Papa Francisco en la audiencia del pasado mes de febrero a los participantes en la Plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. En su discurso, el Santo Padre recordó también que la liturgia no es el "campo del bricolaje" y no puede reducirse a "recetas y corrientes justas", sino que debe ser acogida con docilidad y promovida con amor: en las oraciones y en los gestos resuena el "nosotros" y no el "yo", la comunidad real.

lunes, 26 de agosto de 2019

«Soy un peregrino indómito»

«Tengo entre ceja y ceja subir al Urriellu y oficiar una misa allí. Solo necesito el cáliz, la patena y a los compañeros de cordada» | El arzobispo nació en Madrid, se formó en Toledo, Roma y Austria y sigue en el camino

(M. F. ANTUÑA/ El Comercio) Es un hombre viajado y viajero, que habla inglés, francés, alemán, italiano y portugués, que ha subido a picos por encima de los 4.000 metros -«soy más de cimas que de simas»-, que vio la luz en una leprosería de Guadalajara, que se enamoró de Roma, que disfrutó de toda la musicalidad de Salzburgo, que ha encontrado la felicidad en las caras de los niños de Benín y en Asturias ha dado con gentes «francas» y «sin doblez» y un paisaje vital impresionante. Jesús Sanz Montes, el arzobispo de Oviedo desde hace casi diez años, nació en Madrid en 1955, en el barrio de Salamanca. El mayor de los ocho hijos de Jesús y Mariana creció correteando por el Retiro: «Fue mi jardín de infancia, allí aprendí a montar en bici», recuerda hoy, y habla también de los Salesianos de Atocha, del Ramiro de Maeztu y de cómo con solo nueve años le impactó ver a los sacerdotes de su parroquia y los seminaristas trabajar y cuidar a los chicos de la colonia de catequesis. «La alegría, la bondad de aquellos hombres, me hizo pensar que yo quería ser como ellos». Pero había que estudiar y eso hizo aquel niño bueno que se formó en Economía y Derecho Mercantil, que trabajó en la banca, que tuvo novia y que con 20 años dio un volantazo. «Tenía algo en mi corazón que estaba sin resolver y, con Dios y ayuda, dejé atrás tantas cosas y tanta gente para seguir el camino que entendía era el mío».

Y de Madrid, ese lugar al que siempre vuelve, donde está su casa, se fue a Toledo, donde se formó y vivió una experiencia inédita. «Es una ciudad mágica para la historia de España, pero también para la historia de la Iglesia y en la que fueron creciendo mis sueños de futuro cura». También allí le llegó una crisis, el temor a equivocarse a mitad de la carrera. «Me invitaron a hacer una semana de Pascua en una leprosería en Trillo, en Guadalajara, que estaba llevada por franciscanos, y yo, que estaba en el seminario muy protegido, tuve el primer revolcón de dolor. Sientes que tienes una crisis internamente y externamente te asomas a una más importante, que es la de la vida y la muerte en medio de la soledad y el abandono, y me impresionó». Tres años después era franciscano.

Roma fue su siguiente lugar en un mundo que debía ser universitario. «Entré en contacto con otro universo, con otro paisaje y también con otra cultura, la de Roma, que es el corazón del Mundo Antiguo y de la Iglesia». Allí hizo dos licenciaturas y más tarde un doctorado y en el camino, ya ordenado sacerdote, recibió en Ávila, Toledo y Madrid toda la sabiduría de lo cotidiano. «Es tan bonita la vida de la comunidad cristiana en la que te entregas como cura, vas día a día descubriendo un mundo y asombrándote». Pero aún le quedaban -y quedan- escalas en un viaje vital que le llevaría a Austria, a Salzburgo y Viena, lugares magníficos para un melómano. «Siempre distingo entre el turista y el peregrino, el primero sale y vuelve y el segundo no sabe a dónde va ni tiene billete de regreso, y yo soy soy un peregrino indómito». Tanto que en Madrid fue profesor de Teología y un buen día el montañero amante de las cimas recibió el encargo de ser obispo de Jaca y Huesca, y en aquellas tierras gozó de las cumbres, del esquí, la bicicleta de montaña. «Dios te da caramelos, no solo disgustos», bromea ahora, recordando los seis años previos a llegar a Asturias, donde los picos no son tan altos como los del Pirineo, pero sí muy bellos. «He subido unas cuantas montañas aquí, pero tengo entre ceja y ceja el Urriellu, quiero celebrar misa en la cumbre, que exige poco espacio, el justo para poner el cáliz y una patena y tener a los compañeros de cordada». Queda pendiente. «Sé que estoy en un parque natural habitado por personas extraordinarias, no me quedo con un paisaje que no tenga alma y Asturias es naturaleza conmovedora y gente maravillosa».

Aquí está tan ricamente, peregrinando a donde su cometido arzobispal le lleve, que ha sido a México, Haití, Santo Domingo, Guatemala y Benín, en África, donde hay una misión diocesana. «He visto la felicidad en la cara de los niños, la serenidad y la paz en los ancianos. Es ejemplo de esencialidad frente a las complicaciones materialistas y consumistas que nos enfrentan». Benín es un lugar más en un camino sin fin.

-Parece que tiene usted alma de misionero.

-Firmaba ahora mismo. Y también alma de monje. Cuando sea un poquito más mayor, o me voy a las misiones o a un monasterio.

Reseña de prensa de la fiesta de la Visitación 2019

(lne) El arzobispo de Oviedo bendijo a la embarazada Cristina Rodríguez en el interior de la iglesia debido al fuerte aguacero que cayó en Lugones

La tormenta pasó por Lugones con arrebato justo en el momento de la procesión de Santa Isabel para disgusto de los fieles. Pero el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, les animó con con sus palabras en el sermón que ofreció y, como les dijo: "Esto ye Asturias". 

Un aguacero que no impidió uno de los actos más simbólicos de la jornada, la bendición de las embarazadas, de las que es patrona la advocación lugonina. Se realizó en el interior del templo parroquial.

Y la embarazada bendita fue Cristina Rodríguez, primeriza, que alumbrará a su pequeña Clara el próximo mes de noviembre y que ahora cuenta con la bendición de Santa Isabel. "Me lo ofrecieron y me hacía ilusión, así que muy bien", dijo escuetamente, pero muy feliz, acompañada de su esposo, Adrián Fernández. Ambos siguieron la misa en uno de los primeros bancos de la iglesia de San Félix, llena por completo para la celebración festiva y con muchos fieles en pie.

El párroco, Joaquín Serrano, leyó el Evangelio sobre el pasaje de la Visitación. Y el Arzobispo explicó en el sermón el significado de su unión. "La vida se hizo camino en Isabel, a la que llamaban la estéril, y en el de María. La vida era un don, un inmenso regalo, y no censuraban esa vida que tocaba a la puerta". En ese sentido, el Arzobispo invitó a los fieles lugoninos a descubrir los "guiños" que Dios les muestra en el día a día, como el milagro que obró con María e Isabel. "No son impresionantes, no son deslumbrantes, son pequeños milagros cotidianos". Y les animó a apagar pequeños incendios y cuitas para llegar a Dios. Asímismo señaló que ninguna mujer debe estar en soledad, "sea cual sea su embarazo, que esa vida siempre sea bienvenida, hay que apoyar y ayudarla".

Los feligreses sorprendieron al Arzobispo con la "Salve Lugonina", que se repartió en cuartillas para su lectura y fue acompañada por el coro "San Félix", que cantó durante la misa.

domingo, 25 de agosto de 2019

Evangelio de la Visitación de María a su prima Santa Isabel

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

 En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -« ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! 

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.» 

María dijo: -«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»

 María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Palabra del Señor

viernes, 23 de agosto de 2019

Dos primas se saludan. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Aunque las fiestas de los pueblos nunca cambian de titular, jamás se agota lo que se puede decir en ellas. Cuando a los sacerdotes nos llegan las fiestas patronales, nos detenemos a meditar, ¿cómo lo enfoco esta vez?, y siempre encontramos nuevas lecciones que silenciosamente nos regalan nuestros patrones a la luz de la Palabra de Dios.

En el caso de “la Visitación de María a su Prima Isabel” -dos mujeres de hace más de dos mil años y una fiesta hartamente repetida- podría parecer que no podemos decir ya nada más de lo dicho y, sin embargo, el texto que cada año proclamamos y se verifica también en la “Procesión del Encuentro”, se escenifica toda una catequesis cargada de misterio que supone una autentica fuente de espiritualidad para los cristianos de Lugones y visitantes. Pero no debemos quedarnos sólo en el acontecimiento del saludo entre dos primas que se quieren.

María e Isabel se dan un saludo gozoso, cierto, e intercambian su felicidad que evidencian, pero desde una plena confianza en Dios a pesar de que ninguna de las dos estaba pasando por un buen momento. María, adolescente, estaba en los comienzos de su embarazo, casi repudiada por su esposo José al creerse traicionado. Isabel estaba en la recta final de su embarazo tras haber tenido a su esposo mudo durante meses y con el evidente miedo al parto que se avecinaba por ser una mujer casi anciana. No perdamos de vista lo que suponía en aquel tiempo y país ser una mujer “problemática” y, sin embargo, ellas se felicitan; no se compadecen entre lloros una de la otra, sino que pese a todo miran al futuro con esperanza.

Dos embarazos en dos mujeres muy especiales que suponían dos milagros -o mejor dicho dos manifestaciones del poder de Dios- en María por no conocer varón y en Isabel por haberle pasado el tiempo de fertilidad. La alegría de las primas no es una alegría que se reduce a lo personal sino que hacen suya la alegría del Pueblo de Dios, el cual, desde antiguo, venía esperando lo anunciando por los profetas, la llegada del Mesías Salvador, cuya verificación y realidad encarnada se pone de manifiesto en el relato del acontecimiento.

La respuesta de Isabel -precursora del Precursor- elogiando a su Prima, es sentencia de todo lo anunciado y esperado. San Juan Pablo II llegó a decir que Santa Isabel fue la persona que pronunció las palabras más hermosas que se han dicho de la Santísima Virgen en todos los tiempos, y es que Isabel no habló por hablar sino que lo hizo movida por el Espíritu Santo, consciente de la presencia de Dios y advertida por el salto de su hijo dentro de su vientre. Isabel admira la fe de su prima y exclama: ''Dichosa tú porque has creído''.

Por el mero saludo, Isabel comprendió al instante todo lo que a su prima le había pasado las semanas anteriores, y cómo a través de ella Dios vendría a nuestra humanidad. No se habían visto hasta entonces, apenas pudieron intercambiar unas pocas palabras, y parece como si Isabel conociera hasta la conversación que María había intercambiado con el Ángel en la Anunciación.

En el relato evangélico también parece pasar desapercibido el motivo por el que María se pone en camino y acude a casa de su prima: ¿por qué lo hace y cuándo lo hace?... María sale camino del encuentro con Isabel en cuanto se entera de la difícil situación por la que está atravesando Isabel -como si la propia fuera fácil-. En un comentario de San Ambrosio de Milán sobre esta escena, dirá que Nuestra Señora se sentía impulsada por el deseo de cumplir un deber de piedad, anhelante de prestar sus servicios y presurosa por la intensidad de su alegría. Se pone en camino hacia Ain Karem no por comprobar lo que el Arcángel le anuncia: ahí tienes a tu parienta Isabel, que pesar de su vejez ha concebido un hijo porque para Dios no hay nada imposible, sino para ponerse a servir y ser útil en un hogar que lo necesitaba.

Y es que el servicio del Evangelio no admite demoras ni remilgos, la ayuda a los demás ha de ser cumplida rápida y eficazmente, pues a los hijos de Dios esto les supone una verdadera necesidad. María no sólo se pone en camino, sino que se pone en plan; en actitud de ser útil sin anteponer nada, ni a sí misma. No le da miedo aventurarse sola por un camino tortuoso de montaña con una distancia de al menos tres días, no viaja para descansar ni por turismo sino que lo hace para trabajar aún más de lo habitual… Esta es, una vez más, la enseñanza silenciosa de María donde siempre encontramos una nueva lección para nuestras vidas, igualmente muy necesitadas de ponerse en camino para realizar el plan de Salvación que como para Ella e Isabel, también Dios tiene fijado para nosotros.

Feliz Fiesta de la Visitación de María a su prima Santa Isabel.

Joaquín (Párroco)

Oración a la Virgen de la Visitación

Santísima Virgen María que en la visitación a tu prima Santa Isabel, llevando ya en tu seno al Verbo encarnado, nos muestras ya tu entrega generosa de Madre de la humanidad al asistirle en su embarazo durante el tiempo necesario para la llegada de San Juan. Madre, contágianos ese deseo de hacer a cada instante feliz a Dios sirviendo a nuestros hermanos con gozo y a cantar con nuestras obras las grandezas del Señor. 

jueves, 22 de agosto de 2019

María Reina de los Remedios. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Homilía en la Festividad de Nuestra Señora de los Remedios de Barrillos de las Arrimadas (León).
Memoria litúrgica de Santa María Reina. 

Querido Rector de este Santuario, D. Ángel, 
sacerdotes de este presbiterio hermano de León, 
autoridades, cofrades y fieles todos devotos de Nuestra Señora: 

Aceptando gustoso la invitación de vuestro sacerdote, vengo peregrino como vosotros hasta este hogar de la Madre a traerle las flores del corazón y a rendirle nuestro homenaje de hijos fieles; a cumplir con promesas de gratitud o con peticiones, angustias o ruegos. Todos acudimos a Nuestra Señora siempre sabedores de que la Madre es la mejor mediadora e intercesora ante su Hijo, nuestro Señor. Y es que por ella le tenemos a Él, y por Él a Ella. 

La primera lectura del profeta Isaías nos recuerda cómo todo cambió. Cómo el negro futuro se volvió esperanzador y cómo la pesadumbre se volvió alegría, pues en palabras del profeta: el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia… 

Esto es lo que sentimos los creyentes; que por Cristo no se nos presenta un mañana dudoso sino que por la fe y unidos a Él, perseverando en el seguimiento de sus enseñanzas y bajo las indicaciones de la Iglesia, llegaremos a salvar nuestra alma y a vivir por siempre en su presencia. Este es el horizonte más grande de nuestra existencia terrenal; que por María y su Sí, Dios se hizo carne de nuestra carne entregándose hasta la muerte por nuestra salvación para que todos tengamos vida, y vida en abundancia. 

Por ello no podemos separar nunca a la Madre del Hijo; de nada nos sirve ser devotos de la Virgen de los Remedios si luego Cristo no ocupa un lugar central en nuestra vida cotidiana. Están muy bien estas expresiones de fervor popular, pero las mismas deben traducirse después en una vida cristiana verdadera, testimonial y militante. Sería absurdo reducir nuestra fe a cumplir puntualmente con la Virgen cada 22 de Agosto y hasta el año próximo vivir al margen de Dios. Si de verdad queremos a Nuestra Señora hay que demostrarlo no sólo anualmente o puntualmente, sino al menos semanalmente en la misa dominical y en las fiestas mayores en las que la Iglesia nos pide participar. 

Por ejemplo, en el caso de nuestra fiesta grande de este Santuario de Barrillos de las Arrimadas, hace ahora 190 años, vuestros antepasados la vinieron en denominar en 1989 ‘’fiesta de guardar’’. 

Así empezaba el documento redactado por vuestros ancestros: ‘’En el nombre de Dios Todopoderoso y del misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres Personas distintas y un solo Dios verdadero, a honra y gloria de tan santo y alto misterio, y para mayor aumento de la devoción de su Santísima Madre bajo el universal título de Nª Sra. de los Remedios’’… De esta herencia sois beneficiarios vosotros y, comprometidos para hacer digna memoria de los que os la transmitieron, debéis hacer honor y gala de tan insigne legado.

Esto dice mucho del valor del culto que daban a la Patrona de esta Comarca cuya devoción se extiende a muchos rincones de la Provincia, principalmente a los hijos de estas tierras del Curueño y del Porma, muchos de los cuales viviendo ahora fuera de sus pueblos de origen regresan en estos días no sólo coincidiendo con las vacaciones de verano sino también para cumplir con la Madre de Dios en esta singular advocación de Ntra. Señora de los Remedios. 

En esta sociedad líquida y secularizada, todos los sacramentos están siendo devaluados como nunca antes habíamos visto, pero de forma especial quisiera detenerme en dos en esta mañana: la penitencia y la Eucaristía. Se ha puesto de moda que el confesionario es algo caduco y que basta con confesarse uno mismo con Dios (teología protestante), o que a misa sólo van las beatas y que con rezar en casa (cosa que tampoco se hace como antes) está de sobra... No nos dejemos engañar por el demonio que nos habla a menudo por boca de los más próximos. Alejarnos de Dios es nuestra perdición y el triunfo del maligno y, precisamente, lo que él desea y yo diría que consigue muy a menudo estando muy feliz entre nosotros. Porque el demonio también viene a misa y a la fiesta …/… 

En contraposición a todo esto tenemos a María, en la que están bien centrados y fijos esta mañana nuestros ojos. ¿Sabéis qué es lo que más le alegra a ella? No que seamos los primeros en llevarla en la procesión, o que le pongamos muchas velas, ni tan siquiera que le besemos el manto. Eso, que es bello e importante, tiene que ser la expresión de lo que hay en el interior de cada cual. 

Ella quiere, ante todo, que vivamos unidos a su Hijo, que asistamos semanalmente a la Eucaristía con el corazón bien dispuesto, y siempre que nos haga falta pasemos por la confesión (a mí más me gusta más la expresión reconciliación, al igual que un niño que se reconcilia con su madre…/…). 

Eso es lo que hace sonreír a María junto con la oración que igualmente más le agrada y que a todos nos pidió rezar: el Santo Rosario que más tarde desgranaremos en la procesión y que ya en nuestras casas nos dieron a mamar los antepasados que también hoy recordamos.

Celebrar a María Reina y Remedio de nuestras vidas supone tenerla a ella por referente, y el Evangelio que hemos proclamado con el pasaje de la Anunciación nos da las claves a seguir: vida humilde y sencilla; vida abierta y de cara a Dios, dócil y disponible a lo que Él me pide, y aceptación de los designios de la Providencia… 

Aquí en este hermoso rincón de estas tierras leonesas, en este Santuario al que la comunidad cristiana, fieles y párrocos, dieron forma a través de los siglos partiendo de aquella antiquísima cofradía de San Julián, llegamos a través del tiempo hasta el hermoso templo que hoy tenéis como expresión evidente del gran amor mariano que profesáis. Y cabe recordar que si estas joyas patrimoniales han llegado hasta nosotros es gracias a la Iglesia, que no se adueña de los edificios para quitárselos al pueblo, sino que al estar en la custodia de la Iglesia -que es propiamente el pueblo de Dios- están a la vez en manos de todos y para deleite de todos. Cada año que vengo observo que hay algo nuevo, restaurado o adquirido, y por ello mi enhorabuena al Párroco, a los colaboradores y a todos los fieles. 

Ojalá el año que viene aquí nos encontremos de nuevo con algunos de nuestros males ya remediados, y posiblemente con otros “nuevos” en el saco de peticiones para presentárselos a Nuestra Señora. Que se haga verdad en nuestras vidas lo que con cariño le pedimos al entonar su hermoso himno:

Danos a gozar del cielo
Que en tu cariño se encierra,
Gloria de la nuestra tierra,
Fuente de paz y consuelo. 

Venga a nosotros la luz
Que al irradiar de tus ojos
Quita espinas, seca abrojos
Y es la alegría y salud. 

Así sea.

Empezamos las Fiestas


miércoles, 21 de agosto de 2019

Convocatoria a las Fiestas de la Visitación

Queridos fieles:

Nos adentramos en las fiestas de la Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel. Desde la Parroquia queremos vivir estos días de alegría unidos a todas las gentes nuestra localidad y foráneos, más, como comunidad cristiana, no podemos dejar pasar estos días sin perder de vista la esencia religiosa que éstas encierran. 

Hace años que estamos trabajando con empeño para darle la orientación espiritual y pastoral que se merecían nuestras fiestas, por ello como Párroco os invito de nuevo a todos a uniros de corazón a los actos de estos días. No se limitará nuestro programa sólo a la misa del día grande, sino que este jueves a las 18:00 horas daremos comienzo al Triduo que se alargará hasta el Sábado. El Domingo la Santa Misa y la procesión serán presididas por el Sr. Arzobispo, y el lunes tendremos el funeral por nuestros seres queridos a las 18:00 horas.

Aprovecho para invitar de forma especial a las mujeres en estado de "buenaesperanza" de Lugones o de cualquier localidad que quieran participar de nuestra celebración del domingo a las 12:00h y que serán bendecidas durante el transcurso de la procesión. Es una jornada muy hermosa para pedirle al Señor por medio de María la bendición de la madre del niño que viene en camino. 

A los feligreses habituales, y en especial a los amigos de la música y el canto recordaros que el Sábado anterior después de la misa de las 18´00h tendremos un pequeño ensayo para preparar la "Salve Lugonina" que cantaremos en la procesión. 

El Papa que dijo tres veces Covadonga

(El Comercio) Fueron treinta horas tan solo las que el Papa Juan Pablo II pasó en Asturias, dos días que han quedado para la historia. Desde que llegase a la región tal día como hoy hace treinta años, el 21 de agosto de 1989, ningún otro heredero del trono de Pedro ha vuelto a visitar el Principado. Tras un breve paso por Oviedo, donde descansó y realizó una visita privada a la Catedral para poder ver las reliquias de la Cámara Santa, presidió una multitudinaria misa en La Morgal ante unos 300.000 fieles y voló a Covadonga, donde pasó la noche para, al día siguiente, oficiar una nueva misa en la explanada ante el entonces Príncipe de Asturias, hoy Felipe VI, dar un paseo por los Lagos de Covadonga y volar de nuevo en su helicóptero hasta el aeropuerto, donde se reunió con Felipe González, el presidente del Gobierno en aquellos momentos, y regresar a Roma.

Allí, en Covadonga, mañana hace tres décadas, le despedía a pie del coche que le llevaría hasta la finca de Les Llanes -donde el Papa se subiría al pájaro blanco que antes le llevó a los Lagos- el que era abad de Covadonga, Manuel Antonio Díaz. A sus 77 años, recuerda el momento como si se hubiese producido ayer. No en vano, «lo que dijo el Papa antes de irse y la forma en la que me miró es algo que nunca se me olvidará, algo a lo que he dado muchas vueltas y sobre lo que he reflexionado mucho», comentaba ayer rememorando la situación: él, de pie ante el coche, despidiendo como máxima autoridad del Real Sitio al Sumo Pontífice, al Papa viajero, a aquel peregrino que recorrió el mundo e hizo de los jóvenes el objetivo de su Pontificado. Juan Pablo II, dejando atrás la Casa de Ejercicios donde había pasado la noche y descansado antes de emprender el viaje de regreso. Y entonces, justo antes de subirse al coche, como si se le hubiese olvidado algo, se dio la vuelta y dijo tres veces Covadonga. «La primera, mientras observaba la zona de los Lagos, donde había estado paseando. La segunda, dirigiendo la vista hacia la Santa Cueva, donde había orado ante la Santina. Y la tercera, mirándome a los ojos, a modo de despedida», recuerda Díaz, ahora párroco de Muros de Nalón. «Quise entender que, en cierto modo, se despedía de los tres pilares sobre los que se asienta el Santuario de Covadonga, la naturaleza, la fe y los fieles, a los que yo representaba en aquel momento como abad», analiza el sacerdote.

«Aquel momento fue el más cercano con él, pero estuvo muy amable en todo momento», rememora. Y si algo se quedó grabado en la mente del entonces abad, además de esa triple mención a Covadonga, fue el clima de expectación que se creó en toda Asturias desde que se supo que el Papa vendría de visita. «Cuando en 1982 vino a España, Asturias se quedó fuera del itinerario, y en 1988 se supo que vendría a Santiago de Compostela. Gabino Díaz Merchán, que en la primera visita era presidente de la Conferencia Episcopal, había dejado en manos de otros la organización del viaje, y no presionó para que viniese a Asturias. En esta segunda ocasión, con monseñor Suquía en la Conferencia Episcopal y Merchán como arzobispo de Oviedo, el primero le animó a solicitar la presencia papal al Principado. Después, «viajó a Covadonga el cardenal Tucci, el jesuita que organizaba los viajes del Papa, con otro cardenal. Cuando llegaron, la niebla cubría el valle, no se veía nada. No estaba muy por labor de que se visitase Covadonga. Cuando salían de la Santa Cueva pensativos, el cielo se abrió y el sol iluminó el verde de las montañas, dejando ver un cielo azul precioso y la Basílica en lo alto. Desde aquel momento, el cardenal se enamoró del lugar y la visita al Real Sitio quedó cerrada», recuerda el que fuera abad durante diecinueve años.

De ahí en adelante, muchas complicaciones. Se pensó en que durmiese el Papa en el Hotel Pelayo, pero él quería hacerlo en alguna casa de la Iglesia. La Casa de Ejercicios, de los años 50, andaba reformándose, porque estaba en mal estado, así que se aceleró el proceso. No se acabaron los arreglos hasta segundos antes de que el Papa entrase por la puerta. «Yo salía de colgar los últimos cuadros en las paredes cuando, en el pasillo, me encontré al Papa y al arzobispo de frente», recuerda José Luis Galán, aún hoy jardinero y trabajador de mantenimiento en el Santuario. Tiene 66 años, y cuenta cómo justo antes de que llegase la esperada visita tuvieron que quitar buena parte de los setos de la explanada para colocar allí las tribunas para las autoridades. «Más de 250 sacerdotes», recuenta el abad. «Yo llevaba más de tres días casi sin dormir, trabajando para que todo estuviese preparado», recuerda el jardinero. Y justo antes de que llegase el invitado, una estantería llena de libros en la estancia donde pasaría la noche se vino abajo. «Se cayó con un ruido enorme y tuvimos que retirarla y guardar los libros en los muebles», recuerda Galán.

Aquella noche, el Papa durmió en una cama de madera que, según el abad, «es la misma en la que había dormido la reina Isabel II en su visita a Covadonga, y también el cardenal Roncalli, después Juan XXIII». Aquel día el Papa llegó tarde a Covadonga tras el acto de La Morgal. «Y llegó enfermo, apenas se tenía en pie. Saludó a su llegada, oyó cantar al coro, ceno frugalmente y se retiró a descansar. Se llegó a comentar que quizás al día siguiente no pudiese hacerse nada», recuerda Díaz González. Juan Pablo II durmió «cuatro o cinco horas» y, después de desayunar, «se presentó ante el Patronato de Covadonga lleno de luz y sonriente», recuerda. Después, la oración en la Santa Cueva -«toda una declaración de amor a Asturias y sus gentes»-, los actos oficiales, el paseo por los Lagos y su marcha. Todo salió bien. «Llegó enfermo y se fue curado de Covadonga». Algo tendría que ver la Santina.

martes, 20 de agosto de 2019

Cardenal Sarah explica relevancia de la Visitación de María a su prima Isabel

(aciprensa) Con motivo de la Fiesta de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel, recuperamos las palabras pronunciadas por el Cardenal Sarah, Prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, durante su visita a Sevilla (España), el pasado mes de marzo.

En la Basílica de la bienaventurada Virgen María de la Esperanza Macarena el Cardenal Sarah reflexionó sobre la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel y recordó las palabras del Evangelio de San Lucas: “María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña”.

“María”, explicó, “aquella que había escuchado de labios del ángel Gabriel en la Anunciación, que su pariente Isabel ‘ha concebido un hijo en su vejez porque para Dios nada hay imposible’, se levanta y se pone en camino, pero no de cualquier modo sino ‘de prisa’”.

En su discurso, el Cardenal Sarah recordó que “por la desobediencia de un hombre y una mujer, Adán y Eva, fuimos sentenciados a muerte, pero por la obediencia de otro hombre y otra mujer, Jesús y María, fue destruida dicha sentencia”.

Precisamente, “por los méritos del sacrificio de Cristo, sumo sacerdote, y los sufrimientos de la Virgen María, Dios ha inundado con su amor el mundo entero”.

Es “ese amor de Dios el que hace que María se levante y se ponga en camino de prisa para atender a su prima Isabel. En casa de Zacarías se encuentran: la que había concebido siendo virgen y la que había concebido siendo estéril, María e Isabel”.

Explicó que “en la Anunciación es el ángel Gabriel el que saluda a María; en la Visitación es María la que saluda a Isabel y, ‘en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre’. María es la llena de gracia porque el Espíritu Santo vendrá sobre ella y la fuerza del Altísimo la cubrirá con su sombra; por el contrario, Isabel, al saludo de su prima, se llena del Espíritu, salta la criatura en su vientre y proclama la grandeza de María”.

“Juan, en el seno de su madre, había oído y sentido al Verbo, a la Palabra hecha carne que viene a ungirlo para que sea el precursor, es decir, el que prepare el camino de aquél que se definirá a sí mismo: ‘Yo soy el camino y la verdad y la vida’”.

El Cardenal Sarah señaló que “por medio del bautismo de conversión, el Bautista, preparará los corazones arrepentidos a recibir el bautismo de Espíritu Santo y fuego que administrará aquél de quien no es digno, ni siquiera, de desatar las correas de sus sandalias”.

Asimismo, puso de relieve que “como Juan, también su madre Isabel proclama su indignidad ante la Madre de Dios: ‘¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?’ y es que, quien contempla la grandiosidad del misterio del amor de Dios para con sus criaturas, no puede sino proclamar la grandeza del Señor y la pequeñez de nuestra condición humana”.

5 bulos sobre inmatriculaciones de la Iglesia, desmontados por un oficial de Registro de Propiedad

(Rel.) Cinco grandes mentiras sobre las inmatriculaciones de la Iglesia

La Iglesia tiene todo el derecho del mundo, amparada en la ley y la Constitución, a inmatricular sus bienes y templos, como cualquier otra religión

Sorprende a veces observar cómo en España, cada cierto tiempo, algunos partidos y medios de comunicación vinculados a la izquierda insisten en sacar a la luz temas que, por desconocimiento del público en general, suelen resultar de extrema utilidad para determinados fines políticos.

En las últimas semanas, la Iglesia y sus inmatriculaciones han vuelto a recabar titulares de lo más variado, arrojando, una vez más, serias dudas sobre su legalidad, lo cual es un despropósito. A continuación, desmontaremos las cinco grandes mentiras y falsedades que giran en torno a esta materia.

1. "La Iglesia se apropia de bienes ajenos"

La inmatriculación ha sido, es y seguirá siendo el acto del primer acceso al Registro de la Propiedad de una finca. Jamás se ha tratado, se trata ni se tratará del acto de la adquisición de dicha finca. La inscripción en el Registro de la Propiedad (frente a lo que muchos creen) es voluntaria. El acto por el que accede por primera vez una finca al Registro es la inmatriculación. Es decir,es falso que con la inmatriculación de una finca se adquiera un bien.

La adquisición de un bien en España (debates doctrinales aparte) se rige por la denominada teoría del título y el modo. Para adquirir un bien se debe formalizar un contrato, entregar la cosa y pagar el precio (si lo hay). Por tanto, cuando se inmatricula un bien, el dominio de dicho bien ya se ha adquirido previamente. No hay forma legal en este país de adquirir un bien con la inmatriculación de una finca. Es, sencillamente, imposible.

2. "Franco y Aznar permitieron la inmatriculación"

Allá por el año 1860 (Franco nació en 1892 y Aznar en 1953), la situación en cuanto a los derechos de la propiedad en España era bastante caótica. La mayoría del suelo existente era propiedad del Estado o de la Iglesia Católica, aunque esta última había ya transmitido muchos terrenos como consecuencia de la Leyes de Desamortización.

En todo caso, ni el Estado, ni la Iglesia Católica ni los particulares que habían adquirido propiedades de ésta solían tener título de propiedad alguno. Así que, en 1860, reinando Isabel II, se impuso a las diócesis la obligación de llevar un inventario por triplicadode sus propiedades. De esta forma, se llevaría también un control de las transmisiones de propiedades de la Iglesia a particulares como consecuencia de las Leyes de Desamortización.

Posteriormente, en 1861, se publica la Ley Hipotecaria y se crea el Registro de la Propiedad. Y, finalmente, en 1863, se permite la inscripción de los bienes eclesiásticos basada en el certificado de posesión emitido por el Diocesano, en base a esos archivos por triplicado.

Todo ello trataba de dar una solución al siguiente problema: la Iglesia carecía de títulos de dominio, pues en aquellos tiempos no se estilaban estas cosas y la mayoría de sus propiedades dimanaban de la pacífica posesión desde tiempo inmemorial o de donaciones hechas en testamento por sus fieles, igualmente sin título, siendo una de las principales poseedoras del territorio nacional. Pero, además, estaba el problema de que, por las Leyes de Desamortización, dichas propiedades debían ser transmitidas, por lo que sus beneficiarios -muchos particulares- tampoco tenían cómo inscribirlas. La solución, brillante, fue permitir a la Iglesia la inmatriculación de fincas, que no adquisición de dominio, pues ya era poseedora de la finca, con dichas certificaciones expedidas por el Diocesano.

Avancemos un poco y lleguemos, ahora, a Francisco Franco. En 1946, y derivando de aquella norma isabelina, se redacta el famoso Art. 206 de la Ley Hipotecaria, permitiendo a la Iglesia Católica inmatricular fincas (que no adquirirlas): "Cuando carezcan de título escrito de dominio, podrán inscribir el de los bienes inmuebles que les pertenezcan mediante la oportuna certificación librada por el funcionario a cuyo cargo esté la administración de los mismos, en la que se expresará el título de adquisición o el modo en que fueron adquiridos". Lean con atención que el artículo permitía inscribir a la Iglesia los bienes "que les pertenezcan" y expresando "su título o modo en que fueron adquiridos".

En 1947, se publica el actual (en su mayoría) Reglamento Hipotecario y se dispuso algo vergonzoso e intolerable para el ciudadano español -léase con ironía-: se amplía el procedimiento de inmatriculación, permitiendo también inscribir a los compradores de bienes desamortizados y los redimentes de censos también desamortizados. El legislador, en tiempos de Franco, equipara a ciudadanos e Iglesia Católica. Intolerable -de nuevo, ironía-. De Aznar, por el momento, nada.

3. "La Iglesia puede inmatricular, un particular no"

Curiosamente, en el mismo año 1946 en el que se da redacción al Art. 206 de la Ley Hipotecaria, también se redacta el 205 del mismo cuerpo legal: "Serán inscribibles, sin necesidad de la previa inscripción, los títulos públicos otorgados por personas que acrediten de modo fehaciente haber adquirido el derecho con anterioridad a la fecha de dichos títulos".

El legislador, en su maldad, permite inmatricular fincas a cualquier persona, siempre que acrediten fehacientemente haberlo adquirido con anterioridad. Es decir, se precisaban dos títulos: primeramente el actual, el título por el que se pretende inmatricular (una compraventa, una donación, etc.), pero, además, que se acreditara que quien transmitía era, efectivamente, dueño de dicha finca. ¿Y cómo se podía acreditar este hecho? El Reglamento Hipotecario, en su redacción anterior y en la actual, permite acreditarlo con un mero acta de notoriedad. Es decir, dos testigos que aseveren que era dueño, algún requisito catastral más y a correr.

La diferencia entre el procedimiento inmatriculador del 205 y del 206 de la Ley Hipotecaria (cualquier ciudadano y la Iglesia y Estado, respectivamente) era, sencillamente, que el ciudadano necesitaba un acta de notoriedad (manifestaciones de testigos) y la Iglesia una certificación administrativa (manifestación del Ecónomo o cargo responsable del ente). Por supuesto, en esta certificación, la Iglesia debía manifestar cómo había adquirido el bien, y, tratándose de bienes de los que era poseedora desde tiempo inmemorial, el título alegado era la usucapión, acreditando la tenencia del bien por el tiempo que establezca la ley.

4. "La Ley Hipotecaria otorga prebendas a la Iglesia"

Con independencia de lo expuesto sobre el desarrollo histórico del procedimiento de inmatriculación en el Registro de la Propiedad, no sólo para la Iglesia sino para cualquier ciudadano, lo cierto y verdad es que la Ley Hipotecaria siempre ha sido extremadamente garantista.

Inscribir en el Registro de la Propiedad es un acto voluntario que no otorga la propiedad, pero sí ciertas presunciones legales.

Lo inscrito en el Registro se presume veraz, legal y oponible frente a terceros. Es lo que se llama la fe pública registral. Es decir, ante un procedimiento judicial en el que se discuta la propiedad de un inmueble, aquel que lo tenga inscrito a su nombre gozará de ventaja, pues la carga de la prueba a contrario recae sobre quien demanda la propiedad.

Y la Ley Hipotecaria ha sido siempre tan garantista que, para toda inmatriculación (la de los citados artículos 205 y 206), preveía unas limitaciones a esta fe pública registral. Ello venía consagrado por el Art. 207 de la Ley Hipotecaria, que nos dice que las inscripciones de inmatriculación practicadas bajo los Arts. 205 y 206 no tienen efectos frente a terceros hasta transcurridos dos años desde su práctica.

Es decir, no existía esa presunción de veracidad, legalidad y oponibilidad. Cualquier persona que se hubiera sentido perjudicada por la inmatriculación (religiosamente publicada en el BOE), podía y puede oponerse a ellas sin tener que soportar la carga de la prueba. Es más, incluso pasados esos dos años, el propio Art. 1 de la Ley Hipotecaria dispone que los asientos practicados quedan bajo la salvaguarda de los Tribunales. Es decir, si cualquier persona consigue demostrar que la inscripción se practicó ilegalmente, puede entablar juicio contra la misma solicitando la declaración de su nulidad.

Tan garantista es la Ley Hipotecaria, y lo era el antiguo procedimiento de inmatriculación del Art. 206, que hasta el propio Tribunal Supremo estimó que dicho procedimiento no era inconstitucional en su Sentencia de 16 noviembre de 2006 (Nº1176/2006).

5. "La Iglesia no puede inmatricular templos"

Aquí es donde entra Aznar, para alegría y solaz de los medios de "desinformación". La redacción originaria del actual Reglamento Hipotecario (de 1947, Aznar no había nacido), exceptuaba de inscripción en el Registro de la Propiedad, en su artículo 5, a templos destinados al culto católico.

Y ello, en base al momento sociopolítico e histórico imperante, donde la Iglesia era norma en este país. En este sentido, se consideraba que los "templos de culto" no debían ser parte del comercio de los hombres. Era, literalmente, una afrenta a Dios. En cuanto a la cuestión de su propiedad, se consideraba que eran bienes sobre los que la publicidad registral de su dominio era innecesaria, pues era notorio que, desde tiempo inmemorial, venían disfrutando de la pacífica posesión de los mismos.

Esta situación duró hasta la reforma de 1998 (tiempos de Aznar), cuando se derogó esta prohibición de inscripción por inconstitucional. La misma prohibía inscribir templos a la Iglesia Católica, pero no así a los de otras confesiones, lo que era una clara afrenta a los principios constitucionales de igualdad ante la ley. De hecho, antes de la reforma de 1998, pero tras la aprobación de la Constitución, ya se habían practicado inscripciones de templos (que fueron consideradas válidas posteriormente). Así, por ejemplo, fue inmatriculada la SEO de Zaragoza en 1987.

Desinformación interesada

Y, a grandes rasgos, esta es la triste historia de las Inmatriculaciones de la Iglesia Católica, Un procedimiento que nació en tiempos de Isabel II para dar seguridad jurídica, no a la propia Iglesia (que se estaba viendo obligada a desamortizar sus propiedades), sino a quienes adquirían de la misma o a cualquier persona que pretendía usar la garantía que ofrecía la inscripción en el recién creado, entonces, Registro de la Propiedad.

Vivimos tiempos de prisiones mentales, una época donde el saber, el esfuerzo y el querer conocer o destacar se premia con la indiferencia y la envidia. Tiempos en los que más nos vale aferrar los barrotes de nuestras celdas o seremos tachados de insociables. Pero si usted, lector, es de los que aún prefiere saber, aquí tiene esta pequeña contribución. Libérese. Está en su mano.

Óscar Morejón Hermosa es oficial de Registro de la Propiedad

lunes, 19 de agosto de 2019

Papa Francisco revela cuál es el secreto de la alegría de la Virgen María

(Santa Sede/ Bucarest 2019) El Evangelio que acabamos de escuchar nos sumerge en el encuentro de dos mujeres que se abrazan y llenan todo de alegría y alabanza: salta de gozo el niño e Isabel bendice a su prima por su fe; María entona las maravillas que el Señor realizó en su humilde esclava con el gran canto de esperanza para aquellos que ya no pueden cantar porque han perdido la voz. Canto de esperanza que también nos quiere despertar e invitarnos a entonar hoy por medio de tres maravillosos elementos que nacen de la contemplación de la primera discípula: María camina, María encuentra, María se alegra.

María camina desde Nazaret a la casa de Zacarías e Isabel, es el primer viaje de María que nos narra la Escritura. El primero de muchos. Irá de Galilea a Belén, donde nacerá Jesús; huirá a Egipto para salvar al Niño de Herodes. Irá también todos los años a Jerusalén para la Pascua, hasta seguir a Jesús en el Calvario. Estos viajes tienen una característica: no fueron caminos fáciles, exigieron valor y paciencia. Nos muestran que la Virgen conoce las subidas, conoce nuestras subidas: ella es para nosotros hermana en el camino. Experta en la fatiga, sabe cómo darnos la mano en las asperezas, cuando nos encontramos ante los derroteros más abruptos de la vida. Como buena mujer y madre, María sabe que el amor se hace camino en las pequeñas cuestiones cotidianas. Amor e ingenio maternal capaz de transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 286). Contemplar a María nos permite volver la mirada sobre tantas mujeres, madres y abuelas de estas tierras que, con sacrificio y discreción, abnegación y compromiso, labran el presente y tejen los sueños del mañana. Entrega silenciosa, recia y desapercibida que no tiene miedo a “remangarse” y cargarse las dificultades sobre los hombros para sacar adelante la vida de sus hijos y de toda la familia esperando «contra toda esperanza» (Rm 4,18). Es un recuerdo vivo el hecho que en vuestro pueblo existe y late un fuerte sentido de esperanza, más allá de todas las condiciones que puedan ofuscarla o la intentan apagar. Mirando a María y a tantos rostros maternales se experimenta y alimenta el espacio para la esperanza (cf.Documento de Aparecida, 536), que engendra y abre el futuro. Digámoslo con fuerza: En nuestro pueblo hay espacio para la esperanza. Por eso María camina y nos invita a caminar juntos.

María encuentra a Isabel (cf. Lc 1,39-56), ya entrada en años (v. 7). Pero es ella, la anciana, la que habla de futuro, la que profetiza: «llena de Espíritu Santo» (v. 41); la llama «bendita» porque «ha creído» (v. 45), anticipando la última bienaventuranza de los Evangelios: bienaventurado el que cree (cf. Jn 20,29). Así, la joven va al encuentro de la anciana buscando las raíces y la anciana profetiza y renace en la joven regalándole futuro. Así, jóvenes y ancianos se encuentran, se abrazan y son capaces de despertar cada uno lo mejor del otro. Es el milagro que surge de la cultura del encuentro donde nadie es descartado ni adjetivado; sino donde todos son buscados, porque son necesarios, para reflejar el Rostro del Señor. No tienen miedo de caminar juntos y, cuando esto sucede, Dios llega y realiza prodigios en su pueblo. Porque es el Espíritu Santo quien nos impulsa a salir de nosotros mismos, de nuestras cerrazones y particularismos para enseñarnos a mirar más allá de las apariencias y regalarnos la posibilidad de decir bien —“bendecirlos”— sobre los demás; especialmente sobre tantos hermanos nuestros que se quedaron a la intemperie privados quizás no sólo de un techo o un poco de pan, sino de la amistad y del calor de una comunidad que los abrace, cobije y reciba. Cultura del encuentro que nos impulsa a los cristianos a experimentar el milagro de la maternidad de la Iglesia que busca, defiende y une a sus hijos. En la Iglesia, cuando ritos diferentes se encuentran, cuando no se antepone la propia pertenencia, el grupo o la etnia a la que se pertenece, sino el Pueblo que unido sabe alabar a Dios, entonces acontecen grandes cosas. Digámoslo con fuerza: Bienaventurado el que cree (cf. Jn 20,29) y tiene el valor de crear encuentro y comunión.

María que camina y encuentra a Isabel nos recuerda dónde Dios ha querido morar y vivir, cuál es su santuario y en qué sitio podemos escuchar su palpitar: en medio de su Pueblo. Allí está, allí vive, allí nos espera. Escuchamos como dirigida a nosotros la invitación del Profeta a no temer, a no desfallecer. Porque el Señor, nuestro Dios está en medio de nosotros, es un salvador poderoso (cf. So 3,16-17), está en medio de su pueblo. Este es el secreto del cristiano: Dios está en medio de nosotros como un salvador poderoso. Esta certeza, como a María, nos permite cantar y exultar de alegría. María se alegra, se alegra porque es la portadora del Emmanuel, del Dios con nosotros. «Ser cristianos es gozo en el Espíritu Santo» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 122). Sin alegría permanecemos paralizados, esclavos de nuestras tristezas. A menudo el problema de la fe no es tanto la falta de medios y de estructuras, de cantidad, tampoco la presencia de quien no nos acepta; el problema de la fe es la falta de alegría. La fe vacila cuando se cae en la tristeza y el desánimo. Cuando vivimos en la desconfianza, cerrados en nosotros mismos, contradecimos la fe, porque, en vez de sentirnos hijos por los que Dios ha hecho cosas grandes (cf. v. 49), empequeñecemos todo a la medida de nuestros problemas y nos olvidamos que no somos huérfanos; en la tristeza nos olvidamos que no somos huérfanos, que tenemos un Padre en medio de nosotros, salvador y poderoso. María viene en ayuda nuestra, porque más que empequeñecer, magnífica, es decir, “engrandece” al Señor, alaba su grandeza. Este es el secreto de la alegría. María, pequeña y humilde, comienza desde la grandeza de Dios y, a pesar de sus problemas —que no eran pocos— está con alegría, porque confía en el Señor en todo. Nos recuerda que Dios puede realizar siempre maravillas si permanecemos abiertos a él y a los hermanos. Pensemos en los grandes testigos de estas tierras: personas sencillas, que confiaron en Dios en medio de las persecuciones. No pusieron la confianza en el mundo, sino en el Señor, y así avanzaron. Deseo dar gracias a estos humildes vencedores, a estos santos de la puerta de al lado que nos marcan el camino. Sus lágrimas no fueron estériles, fueron oración que subió al cielo y regó la esperanza de este pueblo.

Queridos hermanos y hermanas: María camina, encuentra y se alegra porque llevó algo más grande que ella misma: fue portadora de una bendición. Como ella, tampoco nosotros tengamos miedo a ser los portadores de la bendición. Sed los promotores de una cultura del encuentro que desmienta la indiferencia, que desmienta la división y permita a esta tierra cantar con fuerza las misericordias del Señor.