martes, 31 de diciembre de 2024

Benedicto: sabio, santo y mártir por la verdad (I). Por Rodrigo Huerta Migoya

Es muy difícil condensar una vida tan larga, con tal volumen de escritos y trabajos, obras y ministerio pastoral en unas pobres líneas; sin embargo, quisiera subrayar algunos rasgos del Papa Benedicto XVI que merecen ser conocidos o recordados para comprender mejor su figura.

El siguiente artículo no pretende ser una biografía, ni un panegírico ni tampoco una reseña al uso de este Papa; son sencillamente pinceladas que no han sido escritas de forma ordenada cronológicamente, sino que son fruto más bien del sentimiento de cariño y admiración por este magno pastor de la Iglesia al que tanto debemos y al que tanto personalmente he querido y querré. 

Quieren ser una especie de comentarios "en voz alta", aclaraciones o explicaciones de retazos de su vida que han sido presentados muchas veces de forma maliciosa y distorsionada. Es un pobre ejercicio de intentar hacer justicia a un hombre justo desde unas humildes interpretaciones y  posibilidades. 

Ojalá estas letras ayuden a conocerle mejor, despejar dudas o malentendidos ó, sencillamente, despertar la curiosidad por querer conocer más y mejor no sólo su vida, sino especialmente la obra del que la historia habrá de reconocer algún día como un intelectual como pocos, un hombre de Dios sin fisuras, y todo un doctor de la vida que siendo sabio nunca se creyó nada. 

Estoy seguro que las navidades de hace dos años, como tantos afirmaron, perdimos un gran pastor; sí, pero ganamos un grandísimo intercesor. Fue un gigante de la fe que supo enseñar tanto con sus palabras como con sus obras y su peculiar estilo de vida. Ha sido un gran regalo del Señor a su Iglesia darle a este Pontífice para pastorearla en momentos muy complejos. 

Fue un sencillo sacerdote diocesano de Frisinga, ordenado en su catedral junto a su hermano el 29 de junio de 1946, día de San Pedro, que acabaría ocupando la cátedra del Príncipe de los Apóstoles. Era un sencillo y ya frágil curilla, que tras estrenarse ministerialmente como coadjutor de la Preciosísima Sangre de Cristo en Bogenhausen-Munich, fue llamado por su Prelado que le requirió para la vida académica. Joseph Ratzinger, obediente, aceptó aquel envío de la Iglesia consciente de que su anhelo de ser pastor de almas quedaba algo truncado al pedirle dedicación exclusiva al estudio, la investigación y la docencia. Pero así son las cosas, el que supo morir a sus proyectos haciendo suyos los que el Señor le pedía por medio de su Iglesia terminaría siendo nada menos que pastor de los pastores y de todo el orbe católico; uno de los más grandes pontífices de la historia de la Iglesia. 
 
1. Un Papa poco valorado y malintencionadamente desfigurado

Se ha ido quizás el Papa menos valorado por la opinión pública del último siglo de forma muy injusta. Por desgracia, todo apunta que ahora que ya no está se empezará a tener más presente y a cobrar mayor actualidad su huella y su rico legado, aunque como suele ocurrir, ya tarde. A Benedicto XVI le ocurrió en vida algo muy parecido a lo que le sucedió en España con al Cardenal Rouco: la prensa creó unos trazos interesados que produjeran rechazo, conscientes de que tener en cuenta las enseñanzas de estos pastores chocaba con la marcha de las modas del mundo. Nuevamente se manifiesta que no hay nada más dictatorial que la llamada "progresía", que no sólo no acepta al que opina diferente, sino qué, además, pretende destruir y desacreditar al contrario. Otra similitud entre Benedicto XVI y el Cardenal Arzobispo emérito de Madrid es que ninguno de los dos tuvieron la vida que quisieron, sino la que Dios quiso para ellos. Ambos ingresaron en el Seminario soñando ser simplemente curas de pueblo y pastores de almas, más ambos fueron destinados por sus obispos dadas sus altísimas capacidades intelectuales a dedicarse al estudio, la docencia y la investigación. Don Antonio María sintió la vocación, por el ejemplo del venerable párroco de su Villalba natal; el pequeño Joseph cuenta que la visita de un Cardenal a su parroquia siendo niño le dejó deslumbrado y le hizo sentir la llamada al ministerio sagrado. Pero estas inocentes palabras también han sido manipuladas, presentando a Ratzinger como un "aspirante" a la meta del Cardenalato, lográndola tras mucho empeño. Esto es totalmente falso; si algo siempre ha caracterizado la vida de este baviero, ha sido su despreocupación de los éxitos y su deseo de vivir en paz y sencillez. 

Sus compañeros de seminario, sus alumnos y colaboradores, siempre le han descrito como una persona que jamás perdía la paciencia, que no buscaba medrar, sino saborear su faena de cada día. Ratzinger estaba muy unido a su Patria, por ello jamás aceptó las numerosas ofertas que tuvo para ser profesor en prestigiosos centros académicos de todo el mundo. Tuvo más de una invitación para acudir a Roma a dar clase, y su respuesta siempre fue negativa. Hasta al mismo Papa le pidió que por favor buscara a otra persona más capaz para el cargo de Prefecto de Doctrina de la Fe. Cuentan que al poco de ser elegido San Juan Pablo II ya le pidió que aceptara esta misión, más no fue hasta tres años después cuando el Papa le pidió que aceptara su propuesta. Para Ratzinger fue un gran disgusto; basta ver las imágenes del concierto de despedida que el coro de ''Los Gorriones'' de la Catedral de Ratisbona que dirigía su hermano le dedicaron, para ver el rostro de pena del Cardenal. Ratzinger llevaba muchos años viviendo con su hermana mayor María, y ésta ya le había advertido cuando le contó que el Papa le insistía que le necesitaba en la Santa Sede que ella no iría a Roma, que si él se iba a Italia ella se quedaría en Alemania. Para Joseph era una encrucijada, desde su ordenación sacerdotal su hermana había sido su compañera de camino, e incluso una vez muertos sus padres los domingos se reunían los tres hermanos para mantener los lazos familiares. Finalmente su hermana, viendo que a su pequeño José le tocaba ir inapelablemente a Roma a cargar con la cruz, no le dejó, sino que le acompañó desde 1981 hasta su muerte en 1996 que fue uno de los momentos más duros en la vida del sabio Cardenal. Ratzinger era consciente de que los problemas serían su desayuno diario, por eso sus años en Roma se impuso una caminata larga a diario por la ciudad para despejarse, rezar y cumplir la máxima "mens sana in corpore sano". En más de una ocasión le comentó a Juan Pablo II su anhelo por la jubilación; deseaba volver con María a Baviera y dedicar los últimos años de su vida al estudio y a escribir; sin embargo, la jubilación nunca llegó y María regresó a su tierra ya sin vida. Tras la muerte de su hermana, Ratzinger vivió unos años en que no tenía muy claro qué hacer, por un lado pensaba en irse a Ratisbona con la única familia que le quedaba que era su hermano, por otro lado el Papa Juan Pablo II insistía en que lo necesitaba cerca. Hoy sabemos que en este tiempo Ratzinger solicitó algo insólito en la historia de la Curia: pidió oficialmente al Papa dejar de ser el Prefecto de la Congregación para ser un simple trabajador del Archivo Vaticano, dedicándose principalmente a la biblioteca y terminar así sus días entre libros como era su pasión. San Juan Pablo II se lo tomo a risa y, nuevamente, le pidió que siguiera al frente del antiguo Santo Oficio. El Papa polaco era un admirador de Ratzinger desde mucho antes de ser Pontífice, y le llegó a definir públicamente como ''un maestro de la fe cristiana''. Uno era filósofo, otro teólogo y, sin embargo, siendo muy diferentes hicieron un gran equipo. San Juan Pablo II despachaba con mucha frecuencia con el Cardenal, unas veces en alemán y otras en italiano; trataban temas de gran importancia para la vida de la Iglesia. En sus años de faena en el Palacio del Santo Oficio rodeado de cuarenta colaboradores, a menudo comentaba cómo le gustaría poder dedicarse sólo a cuidar códices y legajos antiguos en lugar de recibir problemas de todo el planeta.

El Cardenal Ratzinger presidió el funeral de Juan Pablo II creyendo que esa sería su despedida de Roma; vendría un cónclave y el nuevo Pontífice nombraría a un nuevo Prefecto de su confianza aceptándole la renuncia y marchando a vivir con su hermano Georg. No estaba entre los favoritos, a pesar de haber sido la mano derecha del difunto Papa: había varios italianos de peso, e incluso pidió a unos cuantos cardenales al escuchar su nombre en corrillos que por favor no le votaran. Nuevamente sus caminos pensados no eran los que el Señor le tenía reservados. Fue un shock su elección, y hasta sufrió un mareo. A buen seguro en su corazón estaba la pregunta de Pedro: "¿Qvo vadis Domine?"; pues eso Joseph: "a morir en Roma"; tocaba abrazar la cruz. La reacción mediática fue horrible: el jefe de la antigua Santa Inquisición, un hitleriano, un ultraconservador con cara de malo... Pero ocurrió algo sorprendente: echando la vista atrás descubrimos que fue el Papa que más fieles tenía en las audiencias, más que Juan Pablo II y Francisco, a pesar de ser más carismáticos y menos tímidos que este buen alemán. Nuestra malograda corresponsal en Roma, Paloma Gómez Borrero, lo explicó como nadie: "a otros Papas sólo íbamos a verlos, pero a Benedicto XVI íbamos a escucharlo".

2. Mártir de la opinión pública: "nazi''... ¿Asignaturas suspensas?

El demonio ha trabajado mucho contra este hombre, pues el maligno sabía el bien que hacía a la Iglesia como profesor, arzobispo, cardenal y Papa; que los enemigos de la fe lo atacaran está dentro de lo esperable, pero lo más triste es comprobar que las primeras piedras en muchos momentos empezaron a ser lanzadas por los mismos miembros de la Iglesia. No ha faltado algún portal en castellano de presunta información religiosa apoyado por varios obispos y congregaciones que no se han reprimido en atacar a Benedicto XVI, ni estando de cuerpo presente. Es pronto aún para que se clarifiquen las cosas, más estoy convencido de que el tiempo dará la razón a este gran hombre; todo lo que hoy desconocemos se sabrá, y muchos que se adelantaron a acusarlo y denigrarlo tendrán que agachar la cabeza con sonrojo y vergüenza, aunque también es cierto que previamente hay que tenerla. El paso de los años pondrá a este gran Pontífice en el distinguido lugar que se merece. Ratzinger siempre descolocó a sus enemigos, desde aquellos que le atacaron por su tesis doctoral, los que le hicieron zancadillas por su línea teológica, los que le tendieron pulsos siendo Prefecto de Doctrina de la Fe, etc... Nos pintaban un Papa muy malo que iba a llegar con el látigo en la mano, y ahora echando la mirada atrás, de los tres papas que yo he conocido es al único que jamás escuché reñir, reprochar ni predicar de forma dura. San Juan Pablo sí era enfático al denunciar lo que estaba mal como también lo es Francisco, mientras que Benedicto era dulzura; nunca elevaba el volumen de su voz ni jamás increpaba. Fue un Papa misericordioso, muy comprensivo con los errores de los demás pero muy exigente para su vida espiritual, su examen de conciencia diario y el ejercicio de su ministerio. Lo de "nazi" es una maldad atrevida como lo es la ignorancia; de sobra es conocido que tenía apenas 6 años cuando toda Alemania estaba bajo el poder de Hitler. 

Aún hoy se sigue estirando esa mentira que él dejó bien clara que lo era al visitar lugares clave de la barbarie nazi como Polonia, Israel o su Alemania natal. En su visita siendo Papa a Auschwitz-Birkenau en mayo de 2006 pronunció aquel emocionante discurso: ''Tomar la palabra en este lugar de horror, de acumulación de crímenes contra Dios y contra el hombre que no tiene parangón en la historia, es casi imposible; y es particularmente difícil y deprimente para un cristiano, para un Papa que proviene de Alemania. En un lugar como este se queda uno sin palabras; en el fondo sólo se puede guardar un silencio de estupor, un silencio que es un grito interior dirigido a Dios: ¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué toleraste todo esto Con esta actitud de silencio nos inclinamos profundamente en nuestro interior ante las innumerables personas que aquí sufrieron y murieron. Sin embargo, este silencio se transforma en petición de perdón y reconciliación, hecha en voz alta, un grito al Dios vivo para que no vuelva a permitir jamás algo semejante''.

3. La pederastia en Munich, en la Legión de Cristo y en la Iglesia

Creo que las cosas deben de ser explicadas para poder ser comprendidas. Benedicto XVI tenía la conciencia muy tranquila de no haber encubierto jamás abusos, algo que por otro lado, de haber sido así a mí me parece que no afectaría absolutamente en nada a la grandeza de su figura, dado que hasta fechas muy recientes no sólo en la Iglesia sino en todos los estamentos de la sociedad era la respuesta habitual al ser un tema tabú que ni se mentaba ni afrontaba. En los años setenta no había conciencia ni en la Iglesia ni en la sociedad de este problema. Pero no es el caso, pues Ratzinger si por algo siempre fue criticado desde sus tiempos de joven sacerdote fue por sus posturas morales conservadoras inamovibles, ni siquiera cuando en el campo intelectual se sintió atraído por el modernismo. La Iglesia fue infectada por el espíritu de "mayo del sesenta y ocho", y prueba de ello son los estudios sobre los abusos en las diócesis europeas. Pero volvamos a Ratzinger: nos encontramos en la diócesis de Munich y Frisinga de la que fue arzobispo entre 1977 y 1982. La Archidiócesis tenía en el momento en que Ratzinger toma posesión del Arzobispado 1.464 sacerdotes diocesanos más 255 sacerdotes religiosos y 713 religiosos; en total 2.432 de los cuales se le acusa de haber encubierto a uno. Me parece una barbaridad pretender que un solo hombre pueda controlar las acciones de casi dos mil quinientos; olvidamos que hablamos de los años setenta en que no había móviles, redes sociales o plataformas digitales, y que todo era por carta en unas extensas distancias que aquella diócesis abarcaba casi ochocientas parroquias. Está dentro de lo esperable que se le pudiera pasar, pero culparle directamente de encubridor me parece muy retorcido, más hay constancia de que no fue así. El citado sacerdote se llamaba Peter Hullermann, del que la primera noticia de abuso tuvo lugar en un campamento en 1979; pues bien, en enero de 1980 el entonces Arzobispo lo cesaba de su cargo pastoral, le prohibía el ejercicio pastoral en cualquier lugar donde hubiera niños, además de imponerle un acompañamiento psiquiátrico sometiéndose éste a la terapia, y se le envió a vivir a una vivienda de la diócesis donde debería estar tutelado en todo momento por otro adulto. A mí esto no me parece en absoluto encubrir; me parece un adelantado a su tiempo en protocolos de protección y ayuda. Qué gran corazón tuvo Ratzinger, no sólo con la familia que denunció, a los que les dio toda la credibilidad, sino además con sacerdote al que quiso ayudar. Aquí también se omiten muchos datos importantes: el sacerdote acusado, al ser llamado al Arzobispado afirmó que su problema no era la pedofilia, sino el alcoholismo, y que cuando estaba muy bebido no era consciente de lo que hacía.

Personas no católicas de prestigiosos medios de comunicación investigaron los años de pontificado de Benedicto XVI, si había sido encubridor en los años de Prefecto de la Congregación; se descubrió todo lo contrario, aunque muy pocos lo publicaron ya que esa verdad no interesaba. Víctimas de muchos lugares del mundo, así como obispados y despachos de abogados conservan la correspondencia firmada del puño y letra de Ratzinger, donde como Cardenal Prefecto de Doctrina de la Fe respondía, indicaba u ordenaba el proceso a seguir en cada caso, de acuerdo con el Derecho Canónico. Ante la crisis de abusos en Estados Unidos, Ratzinger indicó al Papa Juan Pablo II que el derecho canónico se les quedaba corto a la hora de abordar esta temática, y que urgía tomar medidas concretas y actuales a tal drama. En el año 2001 Juan Pablo II firma y aprueba "Motu Proprio": “Sacramentorum sanctitatis tutela” que fue redactado por Ratzinger y un equipo de canonistas. Inolvidables las palabras del Cardenal Ratzinger en aquel Vía Crucis en el Coliseo en 2005 con un Juan Pablo II muy enfermo siguiendo la celebración desde su capilla privada. Las palabras de su reflexión en la novena estación ''Jesús cae por tercera vez'' a muchos les parecieron inapropiadas, hoy podemos decir que fue profeta; dijo con mucha pena: ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! .

Después, durante su pontificado se aprobaron y vieron la luz alguno de los documentos clave que hoy conforman el Vademecum de la Iglesia contra los abusos a menores como fueron: "Breve relación sobre las modificaciones introducidas en las Normae de Gravioribus Delictis" reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe (2010), "Carta de los Obispos de la Iglesia católica y a los demás Ordinarios y jerarcas interesados acerca de las modificaciones introducidas en la Carta Apostólica en forma de "Motu Proprio" "Sacramentorum Sanctitatis Tutela", 21 de mayo de 2010 , "Normas Sustanciales" de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a tenor del art. 52 de la Constitución Apostólica Pastor Bonus, que juzga los delitos contra la fe y los delitos más graves cometidos contra la moral o en la celebración de los sacramentos (2010) ó, "Carta Circular-Subsidio" para las Conferencias Episcopales en la preparación de Líneas, guía para tratar los casos de abuso sexual a menores por parte del clero, de 3 de mayo de 2011... Tal fue su preocupación por este tema que se encontró con víctimas de abusos tanto en Austria en 2007 o en Australia en 2008 además de en otras ocasiones en las que  el Pontífice quiso evitar el sensacionalismo gráfico, pues para él lo importante era cada persona en particular, más que lo que dijera de su propia persona la prensa generando opinión. Fueron años de dolor para el Papa. Desde el 2010 el tema de los abusos en Alemania se puso al rojo vivo, hasta el punto que los enemigos del Papa Benedicto trataron de señalar a éste como encubridor, y a su propio hermano de abusador. Aquello fue un golpe muy duro para el Vicario de Cristo, más por lo que decían de su querido hermano, que por lo que pudieran decir de él. 

4 . Intelectual de primer orden 

Si en algo ha estado todo el mundo de acuerdo a la hora de calificar la vida de Ratzinger, tanto para adeptos y contrarios, ha sido su grandísima capacidad intelectual y su sabiduría; acercarse a este sencillo alemán en formas pero grande como su Patria en el fondo, era aproximarse a un océano de conocimientos que a todos dejaba boquiabiertos. Ya de niño despuntó en la escuela, como después sobresalió en el Seminario, por ello su obispo tras sólo un año ordenado le pidió que retomara la teología y se especializara en ella. Josep obedeció aquel mandato de su prelado y dio lo mejor de sí en el estudio, hasta el punto de convertirse en el catedrático más joven de toda Alemania. Le tocaron años muy, muy difíciles, tanto para la docencia como la publicación; era un momento de cambios y si el mundo universitario estalló en revueltas y huelgas, el campo teológico se devaluó por completo con corrientes que buscaban equiparar la búsqueda de Dios a ideologías mundanas. Como profesor pasó por las universidades de Bon, Munster y Tubinga, pero huyó de esta última por su ambiente marxista, aceptando la invitación de ser profesor en la joven universidad de Regensburg (Ratisbona).

Sufrió mucho, aunque creo que más en la Congregación para la Doctrina de la Fe que en el mundo universitario. San Juan Pablo II estaba muy preocupado por la "teología de la liberación" y le encargó un documento que desmontara aquella corriente. Es quizá el tema que muchos no han perdonado ni al Santo ni al Sabio. Para el Cardenal las ideas eran muy claras; él no mató ese pensamiento ''Debido a que la teología de la liberación era política, y de hecho quería serlo, cuando el panorama político cambió, esa teología se hundió de la noche a la mañana''... Algo que apenas se ha citado es que fue Ratzinger el hombre que abrió al público el Archivo de la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1998, cansado de viejas leyendas negras sobre ella y que trataban de presentar que la Iglesia ocultaba allí muchísimos secretos inenarrables... Se le hicieron muchas caricaturas y le acuñaron muchos motes: ''rottweiler  de Dios'', ''gran inquisidor'', ''Cardenal Panzer" (Cardenal de combate, en alusión a los tanques "panzer" alemanes)''... Ratzinger que tenía un fino humor, lo comentaba con gracia, más jamás le preocuparon. Él siempre se consideró un gorrión de esos que cita el salmista, que vive en una atmosfera; sí, pero no le inquieta pues su mirada está en lo alto. Tenía un concepto de la justicia evágelica siempre apoyada en la verdad. Le llovieron críticas por los pronunciamientos contra el aborto, los anticonceptivos, la eutanasia... Sin duda el Catecismo fue la mejor respuesta de cómo se ha de guiar la moral en base a nuestra fe. Aquí hay que aclarar que le cargaron culpas que nada tenían que ver con él y que se están repitiendo en estos días, como que él retiró la "missio canónica" para enseñar en centros católicos a su paisano Hans Küng, cuando esto ocurrió en 1975 siendo Prefecto el Cardenal croata Franjo Šeper. Volviendo al renombrado tema de la "teología de la liberación" hay que reconocer que Ratzinger no afrontó este tema desde un prisma canónico, sino desde su fe racional y teológicamente desde estructurada en su cabeza. Los seguidores de la teología de la liberación tenían una especial fijación con la ''justicia social'', como si el único fin de la Iglesia fuera abordar los problemas sociales de la gente sin ningún enfoque trascendental, teológico o moral. Por encima de la justicia social que buscamos aquí, habrá que ir más allá hacia "el reino de Dios y su justicia". Esto lo aclaró muy Bien Ratzinger al afirmar: ''La Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible, no puede ni debe sustituir al estado''. El mensaje liberador del evangelio no pasa por el pensamiento marxista de opresores y oprimidos, sino tan sólo por Jesucristo como único libertador. 

Otro documento suyo muy atacado fue ''Domine Iesu'', sobre la primacía del catolicismo frente a otras religiones y publicado en el año 2000; algunos lo interpretaron como una postura preconciliar y contraecuménica, cuando en realidad el Cardenal buscaba de algún modo advertir del peligro de caer una especia de protestantización del catolicismo por buscar la unidad. Él mismo explicó que ''no quería una unidad asentada en el menor denominador común, y apartemos las grandes cuestiones que definen nuestra identidad. Declararnos uno en una unidad que careciese de contenido no tendría ninguna fuerza, la idea era más bien una polifonía en la que todos conserven su lugar, contribuyendo con respeto mutuo a seguir un camino común''. En líneas generales, creo que los momentos más desagradables no sólo fueron las ruedas de prensa oficiales para presentar los documentos donde no le aguardaba un público sonriente para regalarle aplausos, sino periodistas que a menudo no entendían lo que la Iglesia quería transmitir, algo que quedaba de manifiesto en los titulares que salían a la luz horas más tarde, y que a día de hoy sigue ocurriendo exactamente lo mismo. Ratzinger reflexionaba y oraba, no se daba golpes cotra la pared; sencillamente buscaba ser más claro y conciso o cuidar más el lenguaje de los textos consciente de que la sociedad cada vez valoraba más la apariencia que el verdadero contenido. Ante esto él hizo una reflexión que no tiene desperdicio: ''los políticos y los sacerdotes corren el riesgo de dejar de preguntarse qué está bien o mal, para preguntarse qué será aceptado o alabado, eso significa que dejamos de actuar de acuerdo a nuestros propios criterios y conciencia, y actuamos llevados por la imagen que vamos a dar''. Sobre el aborto, la eutanasia, los métodos anticonceptivos Raztinger acuñó una definición muy criticada pero de una verdad clarísima al considerar que estamos ante ''una cultura de la muerte''.

Siendo ya Papa hay discursos que han quedado para la historia, como el que pronunció en su Universidad de Ratisbona sobre Fe y Razón, donde se malinterpretó un texto medieval que citó de un diálogo entre un cristiano y un musulmán. Hubo un gran revuelo en el mundo islámico por aquellas palabras, aunque lo cierto es que aquel supuesto problema sirvió para abrir diálogo con sectores del islam que nunca habían querido tener relaciones con la Iglesia Católica, dado que al pedir estos explicaciones fue la excusa perfecta no sólo para aclarar el texto, sino para tender puentes. La decisión de levantar la excomunión a los obispos ordenados por Lefevre fue también una decisión que dio lugar a ríos de tinta; considero que fue un acto de misericordia aunque uno de los cuatro obispos no estuvo a la altura, y creo que a propósito metió al Pontífice en un aprieto al negar en las fechas del levantamiento de la excomunión que él no creía en el holocausto nazi y que eso de las cámaras de gas no era cierto. Al final, atacaron más al Papa por haberle levantado la excomunión que al demente obispo que afirmó tal barbaridad. 

5. Tuvo a Dios en el centro

Hay muchísimos rasgos de Ratzinger que merecen la pena ser tenidos en cuenta, como por ejemplo, que no es miembro de ninguna realidad eclesial, movimiento o asociación; fue sencillamente un sacerdote diocesano que cuando le mandaron estudiar estudió, cuando le mandaron dar clases las dio, cuando le pidieron que fuera arzobispo de Munich lo fue, así como Cardenal, Prefecto de la Congregación y, finalmente Papa. Un hijo de la Iglesia que hizo lo que la Iglesia le pidió. 

La vida de Papa le costó mucho, su tímida personalidad nunca imaginó verse ante las multitudes a las que tuvo que hablar; sin embargo, se ganaba los corazones con su palabra profunda, con su delicadeza, con su sencillez... Ratzinger solía decir a sus colaboradores más próximos que para él era más fácil tratar con los sencillos que con la gente poderosa, pues él nació, creció y vivió siempre en una familia muy humilde, por lo que fuera de ese contexto se sentía desubicado. 

Tanto en su escudo episcopal primero, como en el nombre elegido al ser designado Sumo Pontífice, nos desvela el núcleo de este hombre: la búsqueda de Dios como hizo su querido San Benito de Nursia, y continúan hoy sus hijos recordando con su vida de oración, trabajo y estudio en la Iglesia. Esto fue Ratzinger toda su vida, un benedictino sin claustro, sino inserto en el mundo. Su teología era arrodillada, temerosa de Dios y buscadora únicamente de la verdad. Por amor obediente a su obispo, centró su ministerio en el mundo académico, por amor a Dios lo buscó en la oración y en la investigación para por amor al pueblo fiel, darlo mejor a conocer. 

Como afirmó el Arzobispo de Oviedo: ''La profunda preparación cultural, humanística y teológica de Ratzinger, será el talento que Dios regaló a la Iglesia contemporánea. Veníamos de un tiempo convulso tras crisis económicas e inolvidables guerras. La fractura que en Occidente se abría, amenazaba con romper la historia cuando estaba olvidando y traicionando sus raíces cristianas en Europa. Hacía falta un vigía que alertase del peligro señalando de nuevo la meta. Sin aspavientos catastrofistas ni amenazas provocadoras, con la lucidez de quien humildemente dialoga respetando al otro desde respeto supremo a la verdad y la vida. No había una huida pietista o una apostasía blasfema, sino una búsqueda compartida con quien no censurase las preguntas esenciales como punto de partida. Sólo quien ama esas preguntas, reconoce la respuesta cuando llega, como decía R.M. Rilke. La pregunta siempre será lo que está sin resolver en el corazón y despierta la inteligencia de quien acierta a leer interiormente las cosas. Por eso Ratzinger como teólogo y pastor, no tuvo miedo a dialogar con la modernidad, con el mundo clásico, con la sabiduría bíblica y patrística, con los maestros medievales, con los santos de todos los tiempos, con los intelectuales contemporáneos, mostrando cómo la fe es razonable, la caridad se aviene con la verdad y la esperanza nos salva''. 
(Homilía en el Funeral por Benedicto XVI en la Catedral de Oviedo)

Continuará...

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