(De profesión cura) Los datos son tercos, y comprendo que eso cabree y mucho. Encontrarte con que tus grandes apuestas pastorales de los últimos cincuenta o sesenta años, mantenidas con exultante frenesí, hayan conseguido dejar vacias las iglesias y el milagro de que nazcan tomateras en la plaza de san Pedro, tiene que ser algo frustrante.
Ante esta realidad ya me sé las respuestas: que lo importante es que ahora la gente va de verdad a misa, y no como antes, que por lo visto lo hacían amenazados por la pistola de los grises de Franco, y que los que nos empeñamos en hacer públicos los datos somos unos amargados, anti Francisco, incapaces de dar una idea y siempre con lo negativo por delante, y que a ver qué hacemos nosotros que parecemos tan listos.
El problema no es que un servidor ande escaso de ideas. Total, un cura de pueblo qué va a saber. Aquí lo grave es que los que mandan carezcan de propuestas más allá de seguir haciendo lo de los últimos cincuenta años con cuidado de que no aparezca nada distinto por más que pudiera dar frutos. Lo del Opus y lo de algunas instituciones que huelen a “lo de antes” ya sabemos lo que significa. Lo de los últimos cincuenta años no da especiales frutos y por si acaso los frutos vinieran de otra parte, a controlar, no sea que la liemos.
Me encanta lo de la amargura. Para empezar, porque me permite hacer, una vez más, una constatación, y es que todos aquellos que se pasan la vida diciendo que no hay que juzgar, son los primeros que se atreven a meterse en tu interior, declararte amargo en el fondo y, si te descuidas, sacar la conclusión de que la religiosidad tradicional esconde podredumbre moral en el interior. Pronto olvidaron aquello de que “de internis neque ecclesia”. Un olvido lo tiene cualquiera.
Efectivamente yo no sé qué hacer en muchos casos. Pero también tengo claro lo que puedo hacer. En mi vida personal, mantenerme firme en la oración, el estudio y la vida sacramental, incluyendo, evidentemente, confesarme de vez en cuando. En la vida pastoral, celebrar los sacramentos en cada parroquia, saben que celebro dos dias por semana en cada pueblo y los domingos y festivos en los tres. Intento celebrar correctamente incluyendo la misa ad orientem de vez en cuando, forma de celebrar, por cierto, que para muchos ha sido un gran descubrimiento y que me piden siga al menos algunas veces. Atender a la gente, confesar, mantener una vida de oración basada en el santo rosario y le exposición con el Santísimo, visitar a los enfermos, conocer a mis feligreses, echar una mano en Cáritas de mi arciprestazgo, colaborar con los sacerdotes del entorno y mantener este blog que, curiosamente, siendo para algunos el blog de un cura amargado y sin ideas, va teniendo un cierto éxito.
No sé hacer más. Tendré que buscar sugerencias, ideas. Ayer, por ejemplo, y sin ir más lejos, me encontré con un artículo con la propuesta de “Primeirear la Iglesia “en salida” a partir de la “kénosis eclesial". Ya decía yo que me faltaba algo. Se lo he dicho a Rafaela. Su respuesta: ¿a tu edad has empezado con las drogas?
Me falta aggiornamento. Leo que en la iglesia de san Antón este domingo adelantan la misa a las 11 horas para que luego pueda seguirse la final del campeonato del mundo femenino desde la misma iglesia.
Y yo, como un bobo, diciendo misas sin primeirear ni nada.
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