Queridos cofrades, feligreses y amigos:
Estas palabras tomadas de la carta de San Pablo a los romanos, resumen de forma más que concisa no sólo el sentido de la Semana Santa, sino el motivo auténtico por el que siempre se mueve Dios; esto es, por puro amor. Lo mismo que el Papa Benedicto XVI recientemente fallecido, nos quiso recordar en aquella hermosa primera encíclica sobre la caridad y que muy acertadamente tituló: ''Deus caritas est''; es decir: Dios es amor. Este es el secreto de los que viven con fe y a la vez de los que no la tienen ni la entienden; éstos no se han percatado aún de que no somos masoquistas voluntarios bajo el yugo de un tirano cruel, sino hijos de un Padre amoroso y bueno que perdona nuestros errores y se goza con nuestros aciertos.
Al encarar esta cuaresma con la vista puesta en la ya próxima Semana Santa, nos disponemos a vivir el período más grande del año cristiano con la emoción que conlleva prepararlo todo con mimo, de forma especial nuestro interior en el que va a acontecer las mayores emociones, sentimientos y vivencias de esos días; gracia en el alma que vive de rentas todo el año. Las liturgias cuidadas de los oficios, las procesiones y los actos de piedad popular nos invitarán esos días a ser Cirineos, Verónicas o Marías, queriendo acompasar nuestros pasos a los suyos, cuidarle y aliviarle en su camino de pasión. Nos ayudarán estos días al reencuentro personal con Dios por medio de su Hijo, y con nosotros mismos y nuestros hermanos en la fe.
Hay momentos muy hermosos en la Semana Santa de Lugones, uno de los más bellos, a la par que un tanto desconocido, es el tramo entre la noche del Jueves Santo al Viernes Santo, cuando la iglesia permanece todo el tiempo abierta -día y noche- y el Señor en el Monumento está siempre acompañado y velado en turnos por los numerosos voluntarios de la Cofradía, especialmente durante la madrugada en que se unen con Jesús en oración silenciosa, el cual llora consciente de su final en el huerto de los olivos. Jesús pidió a los suyos: ''quedaos aquí y velad''; también nos lo pide a nosotros no sólo en esa noche, sino tantas veces en las que no le hacemos caso, aquellas en las que deberíamos estar en vela ante tantas tentaciones del mal que nos rondan, o haciéndole compañía donde nos aguarda siempre, donde siempre está por puro amor: en el Sagrario.
Salir del templo para expresar públicamente nuestra fe es un testimonio hoy de absoluta valentía, al tiempo que una catequesis a pie de acera, y una caricia para los que están en casa queriendo acudir a la iglesia y se ven postrados o impedidos por la salud o la edad. El Papa Francisco advierte en una entrevista: “Una Iglesia que se esconde en la sacristía no es Iglesia”. Somos conscientes de que hemos descubierto el amor que Dios nos tiene, y éste es el mismo amor que queremos hacer llegar a los demás, incluso desde nuestras flaquezas y errores, con nuestras torpezas y pecados, pero con la convicción clara de que sólo el amor -y en concreto el de Dios- salvará nuestro mundo.
Atrás va quedando la pandemia, pero siempre hay nuevas desgracias por las que orar y que embargan nuestro corazón. Algunos se preguntan: ¿Dónde está Dios en medio de la invasión de Ucrania, de las víctimas de Siria y Turquía, o en los católicos encarcelados, perseguidos y asesinados en Nicaragua, Somalia, El Congo y tantos otros lugares?.. Pues ahí está: herido como un niño ucraniano, muerto entre los escombros como sirio o turco, encarcelado o torturado como un católico nicaragüense o como un cristiano en Somalia o El Congo... Hay muchas procesiones en el mundo; conocemos las que se ven, pero no olvidemos recordar tantas otras que desconocemos a nuestro lado y en cualquier lugar, pues esas son las más duras y las que van por dentro.
Que María, Nuestra Señora de la Soledad, nos enseñe a saber esperar, a afrontar los contratiempos que nos crucifican y los reveses de la vida que nos hacen tambalear. Que como Ella pongamos el corazón en las palabras del Señor y que la mantuvieron en la esperanza de saber que aquel luto duraría poco, consciente de que al tercer día habría de resucitar. Que María nos enseñe a ser verdaderos cristianos de la Pascua.
Feliz Semana Santa y Pascua de Resurrección 2023
Joaquín Manuel Serrano Vila
Párroco-Consiliario y Arcipreste de Oviedo
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