Hace tres años -en 2018- con motivo de XIII Centenario de la “batalla” de Covadonga y del primer centenario de la coronación canónica de la Patrona del Principado de Asturias, además del primer centenario del que se había denominado Parque Nacional de la Montaña de Covadonga (hoy Parque Nacional de los Picos de Europa) publiqué -a lo largo de ese año y del previo- numerosos artículos sobre todo lo relacionado con Covadonga, muchos de ellos con gran detalle y minuciosidad, donde pocas cosas quedaron por analizar, tanto del entorno, como de lo relacionado con la Cueva y todo lo que en ella hubo y hay, al igual que muchas cuestiones referentes a la basílica del Real Sitio.
Recordemos que todas las efemérides concluyeron el día 8 de septiembre de ese año 2018 con la visita de los reyes Felipe VI y Letizia con sus dos hijas a Covadonga y los Lagos.
Más que curioso es que -a tan solo cuatro años de esta celebración concreta de la conocida como “batalla” de Covadonga- el próximo año 2022 volverá a celebrarse la misma efeméride, dado el consenso general de historiadores en el sentido de que ese hecho protagonizado por Don Pelayo tuvo lugar el año 722 y no el 718.
De hecho, el Gobierno del Principado tiene previsto conmemorar este XIII Centenario de una forma ambiciosa -no solo por la trascendencia histórica que tuvo- sino como articulación de un variado programa cultural en el que se impliquen diversas instituciones y agentes culturales.
De alguna manera, Covadonga será el próximo año 2022 el escenario de un diálogo intercultural, con jornadas técnicas y encuentros científicos que incidan en aspectos como la identidad propia de Asturias o la propia definición de la idea de España como nación, nacida entre estas montañas del oriente asturiano hace 1.300 años.
Una nueva ruta peatonal unirá Oviedo con Covadonga y Liébana (Cantabria), bien a partir del próximo año o en los inmediatos años posteriores.
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De cualquier forma, hoy voy a detenerme en una cuestión “menor”, pues se me ocurrió indagar desde cuándo a la pequeña imagen de la Virgen de Covadonga (de ahí el apodo de “Santina”) se le colocó una peana y el porqué de tres cabezas de ángeles a sus pies.
Para ello hay que revisar los cientos de reproducciones que de la imagen se han hecho desde siglos atrás, comenzando por la más antigua que se conoce, la que aparece en el libro escrito en Bruselas en 1635 cuyo autor fue Josephus Geldolphus van Ryckel, libro al que ya dediqué un artículo completo en su momento.
Reproduzco a continuación las fotos que van explicando el proceso de evolución hasta acabar en la peana que conocemos.
La más antigua reproducción en la que aparecen exactamente la tres cabezas de ángeles es del año 1875, aunque no exactamente en una peana.
Lo mismo podría hacerse con los diferentes tipos de vestuario con los que se presentó la imagen a lo largo de los siglos, o las diferentes coronas, o qué portaba en su mano derecha (desde la bola del mundo, una pequeña cruz, una espiga de escanda, o unas flores naturales o artificiales, hasta llegar a la flor de plata dorada que ahora muestra).
Estas fotos las he seleccionado del volumen que -en más de 500 páginas- fue editado con motivo del centenario de la Dedicación de la Basílica de Covadonga en el año 2001, bajo el título “Covadonga, iconografía de una devoción”.
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Año 1759.-
Grabado en cobre, aguafuerte y talla dulce sobre seda blanca.
Entre otros -como Don Pelayo y su hijo Favila a ambos lados de la imagen- ángeles que trasportan maderas para fabricar la iglesia y otros dos ángeles sosteniendo la nube pedestal.
Año 1789.-
Grabado en cobre. Los tres ángeles son las alegorías de la Fama (con trompeta), el Triunfo (con la corona de laurel) y la Piedad (con las manos en actitud orante).
Año 1860.-
Xilografía con dos ángeles en los laterales inferiores de la imagen.
Año 1867.-
Litografía realizada poco antes de desprenderse una roca que destruyó en buena parte la iglesia de la colegiata, hecho ocurrido el día 20 de enero de 1868. En ella aparecen hasta cinco cabezas de ángeles.
Por primera vez aparecen las cabezas de tres ángeles, pero no propiamente unidas en una peana.
Año 1895.
Esta cromolitografía de 830 x 600 milímetros realizada por More Hermanos de Gijón fue reproducida de forma masiva en Asturias.
Diríamos que “arrasó” en popularidad y de ella se hicieron muchísimas versiones.
El texto que aparece a la izquierda de la peana constituye una perfecta síntesis del sentido de Covadonga en relación con los indisociables valores religiosos y patrióticos que condensa, especialmente en aquel momento de la segunda Guerra de Independencia de Cuba, que -como es sabido- concluirá tres años después con su pérdida y la de otras colonias.
La imagen luce la corona y el rostrillo de plata dorada de 1874.
El manto en rojo bordado en oro y decorado con motivos florales asimétricos en hilo de seda de diversos colores.
En la pechera destaca una Cruz de la Victoria, apenas perceptible, pero con un error, porque del brazo izquierdo no pende una letra omega minúscula, sino una “R” mayúscula.
Esta cruz queda casi oculta por la insignia de la Orden de san Fernando y por la insignia de la Orden de Calatrava.
Obsérvese que como un signo patriótico más, la imagen sostiene dos rosas, una roja y otra amarilla, como inequívoca referencia a los colores de la bandera española.
Todas las fotografías de la Virgen de Covadonga del siglo XIX dejan ver flores naturales (o artificiales) en su mano derecha, pero nunca la rosa de plata dorada o de oro que ya se ha hecho tradicional.
Y lo que nos ocupa en este artículo, la peana con las tres cabezas de ángeles está perfeccionada respecto al original, puesto que en esa época se encontraba en un estado de conservación muy defectuoso (diríase que a los ángeles les hicieron una especie de ´photoshop´ con 125 años de adelanto al que ahora conocemos).
De cualquier forma esta peana se restauró y aun estaba a los pies de la imagen en el año 1936, pero en el traslado de la imagen a París durante la Guerra Civil se perdió.
De hecho regresó a Covadonga en el verano de 1937 sin peana, y se le encargó otra nueva al magnífico escultor de Cangas de Onís Gerardo Zaragoza.
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