El cardenal electo recuerda los documentos magisteriales recientes sobre esta materia. A saber, la carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis de San Juan Pablo II; la «Respuesta a la duda sobre la doctrina de la carta apostólica Ordinariato Sacerdotalis» y la declaración ''Inter Insigniores. Sobre la cuestión de la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial, de la Congregación para la Doctrina de la Fe; y la exhortación apostólica Evangelii Gaudium del papa Francisco.
Todos esos documentos confirman y declaran como definitiva la enseñanza tradicional de la Iglesia, que parte de la voluntad de Dios, de que el sacramento del Orden sacerdotal solo puede ser administrado a hombres.
Mons. Ladaria lamenta que, a pesar de lo expuesto, haya voces dentro de la Iglesia que cuestionan esa parte del depósito de la fe:
«Desde este punto de vista, es motivo de grave preocupación que aún se escuchen voces en algunos países que cuestionan la validez de esta doctrina. Para sostener que esto no es definitivo, se argumenta que no se ha definido ex cathedra y que una decisión posterior de un futuro Papa o Concilio podría, por lo tanto, revocarla. Sembrar estas dudas causa una gran confusión entre los fieles, no solo acerca del sacramento del Orden Sagrado como parte de la constitución divina de la Iglesia, sino también acerca del Magisterio ordinario, que puede enseñar infaliblemente la doctrina católica».
El Prefecto de la CDF indica que «la Iglesia no tiene capacidad para cambiar esta sustancia, porque es precisamente sobre la base de los sacramentos instituidos por Cristo que ella se genera como Iglesia. No es solo una cuestión de disciplina, sino también de doctrina, ya que se refiere a la estructura de los sacramentos, que son el lugar original del encuentro con Cristo y de la transmisión de la fe».
El prelado descarta que esto suponga una discriminación de la mujer:
«Ciertamente, la diferencia de funciones entre hombres y mujeres no trae consigo ninguna subordinación, sino un enriquecimiento mutuo.Recordamos que la imagen completa de la Iglesia es María, la Madre del Señor, que no recibió el ministerio apostólico. Así vemos que lo masculino y lo femenino, el lenguaje original que el Creador ha inscrito en el cuerpo humano, se retoma en la obra de nuestra redención. La fidelidad al plan de Cristo para el sacerdocio ministerial es precisamente lo que permite, entonces, profundizar y promover cada vez más el papel específico de la mujer en la Iglesia, dado que, «en el Señor, ni mujer sin varón, ni varón sin mujer» (1 Corintios 11:11)».
Mons. Ladaria apunta a las graves consecuencias de negar el carácter definitivo de esa doctrina:
«Las dudas que se suscitan sobre la definición de Ordinatio sacerdotalis también tienen serias consecuencias en la forma en que entendemos el Magisterio de la Iglesia. Es importante reafirmar que la infalibilidad no concierne solo a los pronunciamientos solemnes de un Concilio o del Sumo Pontífice cuando habla ex cathedra, sino también a la enseñanza ordinaria y universal de los obispos diseminados por todo el mundo, cuando proponen, en comunión entre sí y con el Papa, la doctrina católica que debe mantenerse definitivamente».
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