¡Por fin!... ni yo lo podía creer cuando, tras paso por paso, lentos y medidos como los de los costaleros, fuimos avanzando en la configuración y reconocimiento jurídico de hecho y de derecho ya, de la Cofradía del Cristo de la Piedad y Ntra. Sra. De La Soledad.
Ser cofrade ante todo es ser testigo de Jesucristo en un mundo que lo necesita, paradójicamente, tanto y mucho más de lo que algunos lo pretenden alejar. La importancia de nuestra fe, que se entremezcla inseparablemente con nuestra herencia familiar y cultural, tiene su particular expresión en las cofradías como síntesis de todo ello, y, en una especie de reivindicación serena de nuestra historia y al calor de corazones nobles de Lugones, nace la del “Cristo de la Piedad y Nuestra Señora de la Soledad”.
Quiero desde aquí no sólo dar ánimos a todos los miembros de la Cofradía; los que participan activamente y los que la apoyan moral y económicamente, sino agradecer a todos ellos esta iniciativa de “religiosidad popular” que nos sitúa en el mapa diocesano como un modelo y referente a seguir en otras parroquias tan humildes como la nuestra.
Muy particularmente quiero felicitar a todos los que han hecho posible esta realidad, tanto en los inicios de la “Junta Gestora” como al nuevo equipo de la reciente Junta Directiva. Es especial a la nueva Hermana Mayor, “Rosi”, a la que la Parroquia y yo mismo como Párroco le estamos profundamente agradecidos y en deuda por su inestimable colaboración y participación permanente en la vida de esta Comunidad.
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