(lne/ Ángel Fidalgo)
El vía crucis del arciprestazgo de Oviedo no pudo ayer, Viernes de Dolores, salir de la iglesia parroquial de los Santos Apóstoles para llegar, como manda la tradición, hasta el santuario del Cristo de las Cadenas. Un fortísimo viento dio paso en escasos minutos a una intensa lluvia.
No obstante, y con la presencia del arzobispo, Jesús Sanz Montes, que estuvo acompañado en el acto religioso por siete sacerdotes, el vía crucis que abre la Semana Santa ovetense se celebró en el interior del templo, que estaba abarrotado de fieles. Y de fondo, la música procesional de la Agrupación Musical de San Salvador de Oviedo para darle aún mayor solemnidad al acto con sus trompetas y tambores.
El Arzobispo, ante la inesperada lluvia, tuvo que cambiar rápidamente su hábito de franciscano, con el que desde que llegó a Oviedo le gusta realizar el camino de las catorce estaciones, por el tradicional de prelado.
El vía crucis no fue lo mismo, pero como comentaba Margarita Arias, que junto a cuatro amigas vive la Semana Santa, "la fe es la misma, aunque la solemnidad del largo recorrido de aproximadamente dos horas de duración hasta llegar al Cristo nos la hizo perder la dichosa lluvia".
Este año las catorce estaciones del vía crucis, con las que se recuerda secuencialmente la pasión de Cristo desde el huerto de Getsemaní hasta la resurrección, tuvieron una singularidad muy especial, ya que fue el camino de Jesús hacia la cruz contado por su madre, la Virgen María.
Recogimiento y devoción de los fieles, cumpliendo con la celebración penitencial que comenzó con la primera estación: "Jesús es condenado a muerte". Ante el cambio inesperado del vía crucis por la climatología se pidieron voluntarios entre los asistentes para llevar la cruz y los dos cirios en las distintas estaciones. No hubo falta decirlo dos veces.
El anfitrión, que no fue otro que el párroco, José Luis Pascual, agradeció a los asistentes su presencia llena de fe en este singular e inesperado vía crucis.
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