Queridos feligreses y amigos:
Nos acercamos a
un tiempo muy especial en la vida del creyente como son los tiempos litúrgicos
de Adviento y Navidad, en los que nos adentramos en el misterio de la promesa
de Dios cumplida en la encarnación de su Palabra hecha carne. Por este motivo,
desde la Parroquia queremos potenciar todo lo que pudiera servir de ayuda para
vivir en clave de fe; en clave de Dios, la esencia de estos días tan llenos de
simbolismo, emotividad y nostalgias.
Quiero dejaros tres hilos de los que tirar a modo de reflexión,
por si pueden servir de apoyo para llevar a la oración estos días:
Primera “Idea”- La duda de San José’.
Sabemos que San José cuando se entera de que su prometida
estaba embarazada se queda estupefacto y profundamente afectado, como es
lógico, pero sin embargo, no la entrega
a la justicia: ¿Cómo es posible que un judío escrupuloso con la ley no monta en
cólera repudiándola? He aquí que José sin tener todos los datos, o teniendo
todo en contra, sabe que algo raro pasaba, pues la hija de Joaquín y Ana era
sin duda una criatura muy especial. Su corazonada no erraba y se fió; tuvo fe incluso con todo en contra y
ante una duda más que razonable.
Segunda idea -“La pureza de María’’.
En el portal del Adviento nos
encontramos con la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, y ello nos invita a
meditar sobre este misterio de Dios que quiso preservar a su madre de todo
pecado, como nos recordará la liturgia del 8 de Diciembre. Su pureza no es una carga, sino signo de premio y distinción; es estímulo
para todos respecto a la pureza del cuerpo y del alma. María también pisa y
vence a la serpiente como gesto de fortaleza en su lucha y rechazo del pecado y
del mal.
Tercera idea -‘’La Familia Sagrada sin hogar’’.
A lo largo del año a menudo insistimos mucho pidiendo que tengamos presentes en nuestras oraciones a los cristianos perseguidos, refugiados, emigrantes y víctimas de las guerras que han tenido que abandonar sus hogares. Y ciertamente no es para menos. La Historia de la Salvación es una constante peregrinación en busca de la Tierra Prometida; no sólo desde Abrahán, sino también en nuestras propias familias hubo quienes tuvieron que partir por las mismas causas buscando un futuro mejor. No olvides que tu padre fue un arameo errante (Dt.26,5). La Familia de Nazaret también tuvo que huir a Egipto y al desierto. Pero la confianza en Aquél que les sostenía, incluso en las horas de mayor incertidumbre, les hizo fuertes y mantuvo su esperanza. Que el niño que viene encuentre en nuestras casas y corazones su cuna.
¡Preparemos los caminos, ya se acerca el Salvador!
Joaquín, párroco
No hay comentarios:
Publicar un comentario