Del Vatican Insider
¿Cómo ha vivido esta imprevista sucesión papal?
Normal, como suele decirse después de un Papa viene otro. Su Santidad Benedicto XVI decidió libremente, ante Dios y ante su conciencia de renunciar. No existe ningún problema. Está previsto por el Código del Derecho Canónico. No es el primer caso en la historia de la Iglesia, ha habido otros casos. El más famoso es el de Celestino V, por lo tanto no es una cosa extraordinaria.
En los tiempos modernos es el primer Papa que dimite, esto es claro. Pero la Iglesia está habituada a esto, sabe que finalmente la gobierna el espíritu y los eventos históricos son relativos, lo importante es que no faltará jamás a la Iglesia un Papa que dirija a los fieles a la luz de los problemas actuales que afronta en nuestro tiempo.
Nosotros vemos esta sorpresa a la luz de la historia de la Iglesia. Él dijo muy claramente que se faltaban las fuerzas y esa fue la única razón de su renuncia. Se debe tener mucho cuidado al interpretar las noticias, porque muchas veces no corresponden a la realidad. El mensaje a los fieles es que estén tranquilos porque el Espíritu Santo guía a la Iglesia, él mandará al Papa que se necesita para el tiempo de hoy y para los problemas actuales.
¿La procedencia geográfica tendrá influencia en la elección del sucesor?
Existe un problema que se presenta siempre antes de cada Cónclave: la Iglesia no tiene colores, no es blanca, amarilla o negra. Por lo tanto un Papa puede ser blanco, europeo, latinoamericano, africano o asiático. No existe ningún problema, la Iglesia no tiene colores y puede ser de cualquier continente.
¿Qué desafíos deberá afrontar el próximo pontífice
Existen muchos problemas hoy en la sociedad. Problemas humanos y también para los mismos valores cristianos: la familia, los jóvenes y otras realidades. Es claro que un nuevo Papa debe preocuparse de estos retos y afirmar los principios del Evangelio relativos a estos asuntos, además de colaborar con los Estados para lograr que se resuelvan lo antes posible.
Hoy se habla mucho de crisis económica, pero esa no es la dificultad mayor. Existe un problema ético y moral, del cual proviene –al menos en parte- la misma crisis económica. El pontífice que vendrá ciertamente, siguiendo las huellas de Juan Pablo II y Benedicto XVI, deberá continuar afrontando estas complicaciones.
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