No son "espectadores pasivos" del gran acontecimiento pascual, al contrario...
(Aleteia/ Fernando Cárdenas) La presencia de los ángeles en toda la vida de Jesús es algo que la Biblia pone de manifiesto: desde la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 333)
En este sentido los Evangelios nos enseñan la presencia de los santos ángeles en el evento que es el corazón de nuestra fe: la muerte y la resurrección de Nuestro Señor.
Los ángeles preguntan a las santas mujeres que han ido a buscar el cuerpo de Jesús en el sepulcro:
“¿Por qué buscar entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado» (Lc 24, 5-6).
Este anuncio que hacen los ángeles de este evento fundamental para nuestra fe debe ser comprendido dentro del papel que éstos ocupan en el misterio de la salvación.
Recordemos los grandes anuncios que se refieren de manera expresa y directa a la persona de Jesús: el primero de ellos es el anuncio que le hace san Gabriel arcángel a María: “Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc. 1,26-28); “No temas recibir en tu casa a Maria, tu esposa, pues lo concebido en Ella es obra del Espíritu Santo” (Mt. 1,20-24), le dice el ángel a san José.
A este santo varón también el mensajero de Dios le advierte en sueños: “Levántate, toma al niño y a su Madre y huye a Egipto” (Mt. 2,13).
A las mujeres que de madrugada van a visitar el sepulcro de Jesús los Ángeles les preguntan: “¿Porqué buscáis entre los muertos al que vive? No está aqui, ha resucitado” (Lc. 24, 1-10).
Y al momento de la Ascensión anuncian que “El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse” (Hch. 1,11).
De los mensajes anteriormente citados se desprende no sólo la presencia de los ángeles como meros testigos pasivos de eventos, sino su papel protagónico en los misterios centrales de nuestra fe y, por ende, de la historia de la salvación.
Los ángeles son protagonistas en la historia de la salvación, por ello ¿cómo dejarlos de lado?
Si bien es cierto que el mensaje de la salvación se dirige a los hombres, esto no implica que los ángeles no sean tenidos en cuenta. Ellos nos anuncian las grandes verdades centrales de nuestra fe.
Y este aspecto es necesario resaltar: Dios, en su plan salvífico, ha deseado que quienes nos transmitan los misterios de nuestra salvación sean los santos ángeles.
Por ello san Juan Pablo II afirmaba, en la audiencia general del 6 de Agosto de 1986, que la Iglesia presta un gran servicio al hombre al proponer con franqueza la verdad sobre los ángeles.
Este papel de los ángeles se enmarca dentro de una idea presente que G.K Chesterton afirma: “La base del cristianismo es que el hombre es sagrado”. Por ello, lo ángeles están al servicio del hombre.
En este evento, en que el ángel anuncia la resurrección de Nuestro Señor, se anuncia una nueva creación. Como dijo el papa Benedicto XVI el 25 de abril de 2011: “La Resurrección del Señor implica una renovación de nuestra condición humana”.
Esta renovación implica, de acuerdo a Nuestro Señor, el “ser como ángeles son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección” (Lc. 20, 36).
De esta manera la presencia del ángel en la resurrección nos indica que seremos como ángeles y nos ayuda a entender lo que es la resurrección.
En efecto, los santos ángeles son aquellos que ven constantemente el rostro de Dios que está en los cielos (cfr. Mt. 18, 10), seres llenos de luz, así los vieron las mujeres que van al sepulcro, y esa luz viene del amor de Dios.
Ese amor que no se apaga, que brilla y resplandece siempre es lo que nos da la resurrección. Como afirmó el papa Benedicto XVI al celebrar la Vigilia Pascual de 2006: “La mera indestructibilidad del alma, por sí sola, no podría dar un sentido a una vida eterna, no podría hacerla una vida verdadera. La vida nos llega del ser amados por Aquél que es la Vida; nos viene del vivir con Él y del amar con Él”.
Es este amor el que nos transmiten los santos ángeles y nos dicen en nuestras noches oscuras: No está en el sepulcro, ese Amor vive, se encuentra vivo. No lo busquemos entre los muertos sino que está vivo.
La resurrección entonces es un acontecimiento que abarca a ángeles y hombres.
Unámonos a nuestros ángeles para participar de este amor trasformado, unámonos a ellos para ver que Jesús está vivo y para junto con ellos, celebrar el triunfo de Jesús sobre la muerte.
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