"Los mártires de la Guerra Civil no fueron cosa de odio entre españoles sino del anticristianismo que había en Europa"
Ángel Fidalgo (lne)
''Los mártires del siglo XX, testigos de la misericordia'' fue el título de la conferencia que pronunció ayer Juan Antonio Martínez Camino (Siero, 1953), obispo auxiliar de Madrid, que sirvió para inaugurar las Conferencias Cuaresmales del arciprestazgo de Oviedo. El arzobispo, Jesús Sanz Montes, lo presentó en el salón de actos de la Parroquia de San Juan, en la Calle Fray Ceferino.
-Viene de Madrid para inaugurar estas conferencias cuaresmales.
Y me siento muy honrado de estar en Oviedo para participar de estas conferencias, y además con un tema tan importante para la Iglesia.
-¿ Que aportan estas conferencias a la comunidad del Arciprestazgo a las puertas de la Semana Santa?
Siempre son una ocasión para profundizar en la fe cristiana y para celebrar la Pascua con autenticidad. La beatificación de los Seminaristas mártires es la que ha dado ocasión para que el tema general sea el martirio de la santidad.
-¿Que mensaje rae?
El de los mártires del siglo XX que es un tema tan desconocido como importante para la historia de Iglesia como del mundo. Ellos fueron testigos de la misericordia.
-¿Cuál es la gracia de esos martirios?
Que el poder de Dios se actualiza, igual que antes se actualizó en la sangre de Cristo. El mensaje es que por la sangre de Cristo ha venido la libertad frente al maligno y a los poderes homicidas del mundo. Así también por los poderes del siglo XX hay esperanza para la humanidad, porque se actualiza el poder de Dios. Este siglo fue el más violento de la historia, donde hubo más victimas y también más mártires; y por ellos hay esperanza para la humanidad. En providencia de Dios no puede faltar la sangre redentora donde abunda el pecado y la violencia.
-¿ En la vida cotidiana también hay mártires anónimos de la fe, aunque lo sean de forma distinta al del sufrimiento corporal?
Por supuesto y muy desconocidos. Los mártires de sangre son sólo algunos elegidos. En la vida cotidiana un cristiano está bautizado en la muerte de Cristo y se alimenta con su sangre. Un cristiano tiene que saber que la vida cristiana es la vida de la gloria a través de la cruz. Una madre que pasa horas de desvelo por su hijo enfermo, un esposo que da la vida por su mujer y su familia o un médico o un maestro que hacen su trabajo con entrega cristiana, lo hacen viviendo la cruz que es el camino de la fuerza. Y eso hacen los mártires, en contra de las grandes ideologías que trajeron el desastre y la destrucción a Europa en el siglo XX, porque pensaban que la fuerza verdadera de la imposición y las armas, y que había que llevar a los pueblos a la felicidad con puño de hierro, como decía Stalin.
-Los mártires son el camino contrario...
El camino para la humanidad es el de la autoentrega del sacrificio y de la cruz, no del poder y del superhombre de Nietzsche que es un pobre hombre que se convierte en aliado del anticristo.
-¿Se puede acercarse, ya no digo alcanzar, la santidad en la familia o en el trabajo?
Esa es nuestra vocación de cristianos y para ello recibimos el poder y la gracia de Cristo. Solos no podríamos. Todos podemos ser santos y por lo tanto debemos.
-En la política actual igual es más difícil ser santo, sobre todo en campaña electoral...
Todos los tiempos están igual cerca de Dios que de lejos. Todos los días por la mañana los políticos y las personas de a pie tenemos que conquistar la libertad y el bien. Por eso los mártires del siglo XX pueden ser una vacuna frente a la ilusión de que somos mejores por ser modernos.
-Y los de la guerra civil...
No fue una cosa de odio entre españoles sino que estuvo enmarcada en el anticristianismo que vivió Europa el pasado siglo.
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