Santo Tomás, Apóstol
Y durante la institución de la Eucaristía en la Última Cena, muestra su desconocimiento del camino por lo que Cristo le tiene que responder que Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y que nadie va al Padre si no es por Él. Sin embargo el momento más destacado y conocido es después de la Resurrección. El primer día de la semana, el Señor se aparece a los Apóstoles mostrándoles las manos y el costado, lo que les hace llenarse de alegría y creer en las palabras anteriores a su muerte acerca de que sería crucificado, resucitando al tercer día. Como en ese momento Tomás no está allí, no da crédito a las palabras que le dicen los otros, por lo que desafía a Dios asegurando que sólo creerá si mete la mano en el agujero de los clavos y en su costado. Y precisamente a los ocho días, vuelve el Señor y le invita a tocar como pedía las señales lo que le hace exclamar: ¡Señor Mío y Dios Mío! Predica el Evangelio en La India donde morirá mártir.
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